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La Iglesia es UNA en la<br />
policromía que el mismo<br />
Espíritu, la misma<br />
fe y el mismo bautismo<br />
generan, al encarnarse<br />
en tiempos, culturas,<br />
reflexiones<br />
teológicas o rituales<br />
litúrgicos diferentes.<br />
La experiencia nos dice<br />
que las diferencias con<br />
amor fecundan; sin<br />
amor, se devoran mutuamente.<br />
4<br />
Mario Melgosa<br />
Editorial<br />
CAMBIO, ¿EN QUÉ DIRECCIÓN?<br />
L<br />
a fe es tradicional, es la fe de Pedro y Pablo; pero una fe<br />
encarnada. Por eso ni las “expresiones” ni las “respuestas”<br />
son mecánicamente reproducidas de las que en su tiempo<br />
dieron ellos. La fidelidad de la Iglesia no es la del perro que<br />
guarda la hacienda, sino la del negociante.<br />
En momentos de cambio conviene tener esto muy en<br />
cuenta, <strong>para</strong> evitar integrismos estériles (la idolatría de las formas),<br />
y <strong>para</strong> no despilfarrar la riqueza que el Espíritu ha ido<br />
generando en su larga historia de veinte siglos. Jesús recoge<br />
una advertencia en el evangelio : “Coláis mosquitos y os tragáis<br />
camellos”. Ya sabemos a quién se lo dijo: a quienes andaban<br />
de responsables en las cosas de la religión.<br />
En momentos de cambios tan “profundos, rápidos y universales”<br />
es urgente distinguir entre lo que es esencial en la<br />
Iglesia, <strong>para</strong> centrarnos en ello, y lo que es accidental o accesorio,<br />
<strong>para</strong> mantenerlo o no en cuanto sirva como expresión<br />
de lo esencial. Lo recordamos <strong>para</strong> no seguir el juego de<br />
colar mosquitos y tragarnos camellos o, como decían de Nerón,<br />
“mientras ardía Roma, él seguía tocando la lira”. Lo esencial<br />
en la Iglesia es LA FE EN JESUCRISTO, EL AMOR FRATERNO UNI-<br />
VERSAL Y LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO DE LA SALVACIÓN.<br />
Y<br />
NI SAN PEDRO NI SAN PABLO<br />
a en la primitiva Iglesia hubo tensiones muy fuertes, comprensibles<br />
en aquel momento crucial de ofrecer el evangelio<br />
a la nueva cultura en expresiones nuevas u ofrecérselo en<br />
la forma y usos judíos. Pablo no se muerde la lengua al<br />
echarle en cara cuatro cosas a Pedro (Gál. 2). Pero los dos tenían<br />
una misma fe y amor al Maestro, los dos murieron mártires<br />
por él. Sus diferencias no les desunieron; estaban muy<br />
por encima de cualquier personalismo, no tiraban cada uno<br />
hacia sí mismo, sino hacia Cristo. Pablo reconoce la autoridad<br />
de los apóstoles, y la Iglesia de Jerusalén se felicita por<br />
lo que el Señor está haciendo entre los gentiles a través de<br />
este convertido, apóstol de última hora.<br />
Pedro representa la cabeza, la metrópoli; Pablo, la periferia.<br />
La Iglesia siempre los ha celebrado juntos.