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COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO Volumen 1 - Mateo I ...

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Pero esto de la tentación tiene otra cara. Jesús era el Mesías de Dios, y Él lo sabía. En el desierto<br />

se estaba enfrentando con la elección del método para ganar las almas para Dios. ¿Qué método<br />

había de usar para la tarea que Dios Le había asignado? ¿Cómo había de materializar Su visión y<br />

sueño?<br />

Un camino infalible para convencer a la gente a que Le siguiera era darles pan, es decir, cosas<br />

materiales. ¿Acaso no lo justificaba la historia? ¿No había dicho Dios: < Os haré llover pan del<br />

cielo?» ¿No incluían las visiones de la futura edad de oro ese mismo sueño? ¿No había dicho Isaías:<br />

< No tendrán hambre ni sed?» (Isaías 49:1 D) ¿No era el Banquete Mesiánico una figura consagrada<br />

entre los Testamentos de los sueños del Reino? Si Jesús hubiera querido darle pan a la humanidad,<br />

tendría suficiente justificación para hacerlo.<br />

Pero el haberles dado pan a los hombres habría sido una doble equivocación. En primer lugar,<br />

habría sido sobornarlos para que Le siguieran. Habría sido convencer a la gente para que Le<br />

siguiera por lo que pudieran sacar, mientras que la recompensa que Jesús tenía para ofrecer era una<br />

Cruz. Llamaba a la gente a una vida de dar, no de obtener. Sobornar a la humanidad con cosas<br />

materiales habría sido la negación de todo lo que Él vino a decir y habría sido finalmente la derrota<br />

de Sus propios fines.<br />

En segundo lugar, habría sido suprimir los síntomas sin tratar la enfermedad. La gente está<br />

hambrienta; pero debemos preguntarnos: ¿Por qué está hambrienta? ¿Es por culpa de su propia<br />

estupidez, y descuido, y holgazanería? ¿O es porque hay algunos que poseen egoístamente<br />

demasiado mientras otros carecen de lo necesario? La verdadera manera de curar el hambre es<br />

eliminar sus causas -y las causas están en el alma de las personas. Y, sobre todo, hay un hambre<br />

del corazón que no se puede satisfacer con cosas materiales.<br />

Así es que Jesús contestó al tentador con las mismas palabras que expresan la lección que Dios<br />

había tratado de enseñarle a Su pueblo en el desierto: «La persona no vive solo de pan, sino de todo<br />

lo que proceda de la boca del Señor> (Deuteronomio 8:3). La única manera de encontrar la verdadera<br />

satisfacción es aprender a depender totalmente de Dios.<br />

(ü) Entonces el tentador reforzó su ataque en otro frente. En una visión, llevó a Jesús al pináculo<br />

del templo. Eso puede querer decir una de dos cosas.<br />

El templo estaba edificado en la cima del monte de Sión, que formaba como una meseta donde<br />

estaban situados los edificios del templo. Había una esquina en la que se unían el pórtico de<br />

Salomón y el pórtico Real, y en esa esquina había una caída de ciento cincuenta metros al valle del<br />

torrente de Cedrón. ¿Por qué no había de ponerse Jesús en ese pináculo, tirarse y aterrizar ileso en<br />

el fondo del valle? El pueblo seguiría admirado al que fuera capaz de semejante hazaña.<br />

Otra posibilidad sería que, en la cubierta del templo mismo había un saliente donde se colocaba<br />

todas las mañanas un sacerdote con una trompeta en la mano, esperando el primer arrebol de la<br />

aurora a través de las colinas de Hebrón. A la primera señal del alba tocaba la trompeta para<br />

anunciar la hora del sacrificio de la mañana. ¿Por qué no podía Jesús ponerse allí, y saltar<br />

precisamente al patio del templo, haciendo que Le siguieran todos estupefactos? ¿No había dicho<br />

Malaquías: < Y vendrá súbitamente a Su templo el Señor?» (Malaquías 3:1). ¿No había una<br />

promesa de que los ángeles llevarían en sus manos al hombre de Dios para que no le sobreviniera<br />

ningún daño? (Salmo 91: I1 s).<br />

Esto era precisamente lo que prometían los falsos mesías que surgían cada dos por tres. Un tal<br />

Teudas había hecho salir al pueblo prometiéndole que a su palabra se dividirían las aguas del<br />

Jordán en dos partes. Un famoso pretendiente egipcio (Hechos 21:38) había prometido que con una<br />

sola palabra arrasaría las murallas de Jerusalén. Simón Mago, se dice, había prometido volar por los<br />

aires, pero pereció en el intento. Estos pretendientes habían ofrecido credenciales que no pudieron<br />

cumplir. Jesús podía cumplir todo lo que prometiera. ¿Por qué no había de seguir ese método?

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