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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA EN CLAVE DE CREACIÓN Y ...

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<strong>ANTROPOLOGÍA</strong> <strong>TEOLÓGICA</strong><br />

<strong>EN</strong> <strong>CLAVE</strong> <strong>DE</strong> <strong>CREACIÓN</strong> Y SALVACIÓN<br />

1<br />

Amparo Novoa Palacios, S.A. 1<br />

Una visión panorámica sobre la Antropología teológica deja notar, desde el punto de<br />

vista clásico, la importancia que tienen algunas categorías tales como la creación, el<br />

pecado (mal), la gracia (libertad), entre otras, para comprender la vinculación<br />

incondicional entre el ser humano y Dios. De este modo, les invito acoger de manera<br />

crítica, mi humilde reflexión teológica sobre la condición humana desde la idea original<br />

de la creación a partir de la comprensión del origen del mundo y del ser humano. 2<br />

La tradición judeo-cristiana pone de manifiesto que no se puede plantear la cuestión de<br />

Dios sin plantear la cuestión del mundo 3 . Son dos asuntos que se articulan, pues la<br />

cuestión del mundo es uno de los aspectos de la cuestión de Dios. Esta articulación es<br />

posible por la relación que el ser humano establece con su entorno, en su deseo de<br />

conocer. Ciertamente el ser humano se ha hecho poseedor de la naturaleza a partir de<br />

sus actos de apropiación y dominio de las cosas 4 generando un ambiente de destrucción<br />

más que de plenificación de la creación. Tal postura ha sido favorecida por algunas<br />

lecturas que se han hecho del libro de los orígenes -Génesis- que presenta dos versiones<br />

de la creación y de la misión del ser humano. A partir de dichas versiones se ha<br />

enfatizado, erróneamente, el dominio y el sometimiento de la tierra a los intereses<br />

humanos que han ido en detrimento de la vida en su globalidad; así el ser humano ha<br />

esclavizado las fuerzas de la naturaleza para su propio beneficio. Olvidando que la<br />

creación es el escenario vital para favorecer la vida, para afirmarnos en Dios desde la<br />

humildad, la ternura y la solidaridad como principios que se sustentan en nuestro<br />

Creador.<br />

El ser humano sólo puede realizarse en el mundo, comprendiéndose a partir de él y no<br />

fuera de él. Su lugar está dentro y al final de la creación y no por encima de ella. La<br />

creación “no es fruto de su deseo o de su creatividad; no vio su principio. Porque es<br />

1 Bachiller en Filosofía (1994), Profesional en Teología (1998) y Magistra en Teología (2000) por la<br />

Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; Doctora en Teología Dogmática (2006) por la Universidad<br />

de la Compañía de Jesús, Facultad de Teología Granada (España). Profesora de tiempo completo en la<br />

Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Miembro del grupo de<br />

investigación “Teología y género”. Miembro de la Comisión de reflexión teológica de la Conferencia de<br />

Religiosos de Colombia. Miembro fundador de la Asociación Colombiana de Teólogas.<br />

novoa.a@javeriana.edu.co<br />

2 Es pertinente hacer la distinción entre el problema y la pregunta por el “comienzo” del mundo y el<br />

problema y la pregunta por el “origen” del mundo, pues son dos juegos de lenguajes válidos pero<br />

distintos. Cabe anotar que lo primero es asunto de las ciencias empírico-analíticas y lo segundo es asunto<br />

de las religiones, la filosofía y la teología. El “comienzo” es histórico y conlleva un conjunto de supuestos<br />

sentados por el trabajo intelectual ya efectuado (comienzo de una etapa, una era, etc), mientras que el<br />

“origen” es la fuente de la que emana todo tiempo, el impulso que mueve a filosofar (origen de un<br />

pensamiento, de una idea, etc) Por tanto, el origen es el punto de partida donde algo se desarrolla y el<br />

comienzo es sólo una etapa de inicio.<br />

3 La palabra “mundo” viene del latín: mundus, mundi. Se refiere a todo el universo, también a nuestro<br />

planeta tierra. “mundus apellatur caelum, terra, mare et aer”, (se llama mundo al cielo, la tierra, el mar y<br />

el aire), frase de Septimius Tertulianus Florens. La palabra latina mundus es una copia del griego<br />

Khosmos que significa ordenado. Inicialmente mundo significaba limpio, luego cambió su significado a<br />

universo, siguiendo la idea del filósofo y matemático Pitágoras (582-507 a.C.), quien lo llamaba cosmos,<br />

de la misma raíz que cosmético, pues creía que era ordenado y bello.<br />

4 BOFF, Leonardo. La dignidad de la tierra. Madrid: Trotta, 2000, p. 46


anterior a él, el mundo no le pertenece; pertenece a Dios, su creador.” 5 Lo cual significa<br />

que el ser humano no tiene el poder absoluto sobre la obra de Dios pero ha llegado a<br />

herirla produciendo desequilibrios a todos los niveles.<br />

En la actualidad se asiste a una profunda crisis ecológica que ha interpelado a la<br />

teología 6 . Y como respuesta a dicho problema, la teología intenta construir, desde el<br />

diálogo con las ciencias humanas y de la naturaleza, las posibles soluciones que<br />

garanticen el futuro del mundo y de la humanidad. 7 Por esta razón se considera la<br />

pertinencia de esta reflexión, pues más allá de ser un tema de actualidad, es una realidad<br />

que clama una mayor conciencia de los seres humanos por cuidar este mundo complejo,<br />

diverso, interconectado, obra del Creador.<br />

La crisis de la creación es crisis ecológica que muestra la ruptura de un mundo que<br />

pareciera que declina a su fin. Tal situación no sólo se manifiesta en esa realidad interior<br />

e individual del hombre y de la mujer, sino que afecta a las relaciones que se establecen<br />

con Dios, con los demás y con el mundo como casa común del ser humano. Al respecto<br />

se afirma:<br />

La crisis de la identidad resulta inseparable de la crisis ecológica y la búsqueda<br />

del primer origen de la una se hace solidaria de la búsqueda de las razones<br />

remotas de la otra. La escisión es una sola: el dolor del hombre es inseparable<br />

del desgarramiento de la naturaleza en que vive; como, por otra parte, la<br />

responsabilidad de la persona se refleja inevitablemente en el universo en que se<br />

ejerce. Más aún, puede afirmarse que es precisamente la crisis ecológica la que<br />

revela las dimensiones más profundas de la escisión que afecta al ser humano. 8<br />

Es así que si se habla de una crisis ecológica, necesariamente toca la realidad humana,<br />

es decir si la creación está en crisis es porque el ser humano también la vive. Cabe<br />

preguntarnos, entonces ¿Cuál es el origen de la crisis? ¿Dónde está su raíz? Para la<br />

humanidad es conocido que la biosfera vive de equilibrios y ritmos y cuando estos son<br />

alterados, surgen la perturbación o los desequilibrios, que son provocados por la<br />

participación humana. Esta situación genera un deterioro ambiental, que no sólo se<br />

queda en la naturaleza, sino que afecta las relaciones entre los sujetos históricos. Es<br />

decir, simultáneamente, el ser humano y el mundo viven su dolor. 9 Da la impresión que<br />

tanto desarrollo a todos los niveles que el ser humano ha ido alcanzando, ha sido en<br />

detrimento del equilibrio de nuestro propio ecosistema. Así pues, la aparición de esta<br />

crisis, remite a esa dimensión fundamental de hombres y mujeres, llamada libertad, la<br />

5 Ibíd., p. 54<br />

6 En este sentido, los aportes que ofrece la teología de la creación a la Antropología teológica son de vital<br />

importancia, pues llama la atención de forma puntual cómo “el mundo que nos rodea es también criatura<br />

de Dios, y el hombre se halla inserto en este mundo, es parte del cosmos, no está en él como un huésped<br />

en casa ajena. El hombre es una criatura entre las criaturas, aunque en este mundo creado tiene una<br />

indudable centralidad. Es una criatura peculiar, cierto, pero la peculiaridad, por más que la matice, en<br />

nada limita la condición de criatura. La reflexión sobre la creación, que afecta a la noción de Dios y a la<br />

del hombre, nos ayuda a comprender lo que somos y a contemplar una dimensión fundamental de nuestra<br />

existencia, de nuestro ser en el mundo.” LADARIA, Luis F. Introducción a la Antropología teológica.<br />

España: Verbo Divino, 1992, p.43-44<br />

7 Cfr. RUIZ <strong>DE</strong> LA PEÑA, Juan. Teología de la Creación. Santander: Sal Terrae, 1988, 6ta edición, p.<br />

176-177<br />

8 FORTE, Bruno. Teología de la historia. Ensayo sobre revelación, protología y escatología. Tomo 7.<br />

Salamanca, 1995, p. 222<br />

9 Cfr. BÉJAR BACAS, José S. Donde hombre y Dios se encuentran. España: EDICEP, 2004, p. 67<br />

2


cual se realiza al interior del mundo y que por los resultados que vivimos, parece que ha<br />

estado permeada de cierto mal. Por esta razón hablar de la creación necesariamente toca<br />

la realidad del mal y de la libertad, disposiciones que han definido nuestra intervención<br />

en el planeta. Aunque paradójicamente:<br />

El creador parece mucho más interesado en su deseo de ver que la libertad<br />

evolucione libremente que en imponer su voluntad sobre la creación. Es<br />

entonces cuando comienza a cobrar sentido la enorme cantidad de desechos que<br />

hay en el universo. Cuanto más bajo es el nivel evolutivo, menos oportunidades<br />

hay de dar paso hacia una mayor complejidad. Los tiempos casi infinitos que<br />

transcurrieron antes de que el proceso evolutivo alcanzase un nivel un tanto<br />

elevado son tan impresionantes como la pequeña cantidad de materia que<br />

finalmente alcanzó el nivel de la vida y el pensamiento. Éste es parte del precio<br />

que la libertad ha pagado para evolucionar. La libertad de la creación fue<br />

evidentemente más importante para el Creador que el hecho de imponer su<br />

voluntad preordenándolo todo, lo cual habría resultado más económico […] por<br />

tanto […] la intención de Dios al crear este mundo no es la de establecer un<br />

orden perfecto, la de imponer la voluntad divina, sino la de llamar con amor<br />

hacia sí a una creación que un día llegará a ser capaz de responder con amor a la<br />

llamada creativa de Dios. Y Dios acepta no sólo el precio de un universo lleno<br />

de desechos, sino también el precio, más agobiante incluso, del mal […] nos<br />

puede disgustar que el Creador acepte este precio, pero no existe forma alguna<br />

racionalmente imaginable de que la evolución de la libertad se lleve a cabo sin el<br />

mal que ésta conlleva. Aún así resulta difícil aceptar la afirmación de que Dios<br />

asumió el precio de la aparición del mal a todos los niveles de la evolución para<br />

que así la libertad pudiera alcanzar el nivel de la libertad humana […] Quizá el<br />

misterio se encuentre más en el hecho de que este mundo, como un mundo libre<br />

respondiendo a la llamada del Amor, sea tan importante para el Creador que Éste<br />

aceptó el más impensable de los males: que el Hijo de Dios, el logos, se<br />

convirtiese en hombre y tuviese la muerte más horrible en la cruz. Quienquiera<br />

que intente resolver el problema del mal, al menos desde una perspectiva<br />

cristiana, tendría que meditar sobre el misterio de la cruz, el precio máximo<br />

pagado para que la libertad humana pudiese existir. 10<br />

También esta libertad de la creación se descubre a partir de la libertad de la salvación en<br />

Jesucristo, ya que a partir de la vida de Jesucristo se nos muestra el modo de obrar de<br />

Dios. Es una libertad que se constituye en patrimonio y símbolo de dignidad y grandeza<br />

que tienen su origen en el amor incondicional de Dios que se compromete con el<br />

mundo. Así se descubre que el verdadero sentido que puede tener una creación libre, es<br />

que suscite libertad en todo lo creado y más concretamente en el ser humano. Por eso a<br />

la libertad trascendente de Dios corresponde la libertad creada. Es decir la libertad<br />

trascendente de Dios se constituye en fundamento de la libertad y la creatividad humana<br />

con el fin de suscitar una cooperación responsable y auténtica con el universo, con todo<br />

lo creado. 11<br />

10 SCHMITZ-MOORMANN, Karl. Teología de la creación de un mundo en evolución. Pamplona: Verbo<br />

Divino, 2005, pp. 250-251.<br />

11 Cfr. LADARIA, Luis F. Introducción a la Antropología teológica. España: Verbo Divino, 5ta edición,<br />

1992, pp. 51-52<br />

3


Con Rahner se llega a afirmar que la libertad cristiana es la auténtica libertad de<br />

elección, que consiste en una toma de decisión libre y responsable que se torna en<br />

exigencia y tarea frente al mundo que habitamos. No se puede desconocer que a la base<br />

de esta libertad está la capacidad que tiene el ser humano para decidir y disponer de sí<br />

mismo de modo definitivo, desde el fondo de su mismo ser, y de este ejercicio de su<br />

propia libertad brotan su condenación o salvación definitiva. Por otra parte, la libertad<br />

no acontece como una simple realización objetiva (mera elección), sino que es la<br />

autorrealización del ser humano que elige objetivamente, y que dentro de esa libertad en<br />

la que él dispone de sí mismo, se mantiene libre respecto al material de la<br />

autorrealización. En nuestro caso, este material de autorrealización es la creación que<br />

implica una autorrealización de cara a Dios, y que en el ejercicio mismo de la libertad<br />

brotan la salvación o la condenación. 12<br />

De este modo, pienso desarrollar la creación desde la Antropología teológica y la<br />

relación que esta realidad universal guarda con el ser humano en sus aspectos de<br />

libertad y mal. Es así que para continuar profundizando en estos elementos que aquí han<br />

quedado simplemente enunciados en su potencial significante, propongo seguir la<br />

siguiente estructura, que busca ofrecer mayor argumentación y ampliación de lo dicho.<br />

En un primer momento haré una aproximación a la noción de creación desde el punto de<br />

vista filosófico, teológico y mitológico. En un segundo momento haré una aproximación<br />

al contexto bíblico desde el Antiguo y Nuevo Testamento. Y por último, tercer<br />

momento plantearé el reto que se le presenta a la Antropología teológica para integrar<br />

creación y salvación.<br />

1. Hacia una comprensión de la noción de creación: 13 Filosofía y Teología<br />

La noción de creación pertenece al ámbito del discurso explicativo metafísico y<br />

responde a la pregunta sobre el ser (¿Por qué es algo y no la nada?). El concepto de<br />

evolución 14 pertenece al ámbito descriptivo físico y responde a la pregunta sobre el<br />

aparecer (¿Cómo y cuándo aparecen estas cosas, y no otras?). En los debates que<br />

históricamente se dieron entre creación y evolución se llega a constatar que entre estos<br />

dos campos no puede haber contradicción, pues la afirmación de fe no niega el valor<br />

descriptivo de lo científico y lo científico no puede negar el valor metafísico de aquella.<br />

Es así que la evolución se constituye en el trasfondo de la creación, no son nociones<br />

antagónicas, sino que la evolución aparece como un plano visible de la creación.<br />

La noción de creación no consiste en transformar algo preexistente sino producir, es una<br />

innovación. Lo creado ha sido creado para conservar el ser y son mantenidas en este<br />

nivel, así la creación de cosas materiales no sólo excluye la mutación de esas cosas, sino<br />

12 Cfr. RAHNER, Karl. La gracia como libertad. Barcelona: Herder, 1972, pp. 37-46<br />

13 Sigo el aporte ofrecido por Juan Ruíz de la Peña en su libro Teología de la Creación, pp. 119-124<br />

14 La evolución es un hecho científico. Que hay una cosmogénesis, una biogénesis y una antropogénesis<br />

nos lo dice la ciencia; son teorías científicas. Esto quiere decir que su cuestionamiento debe hacerse desde<br />

el método propio de las ciencias naturales. La astrofísica, la paleontología, la genética, la biología<br />

molecular y otras ciencias empíricas son las únicas llamadas a pronunciarse sobre el hecho evolutivo. Su<br />

campo propio de estudio versa sobre el aparecer, sobre el cómo descriptivo y cuándo aparece la realidad<br />

física, la vida, lo humano. La descripción fenomenológica del hecho empírico es el ámbito propio de la<br />

ciencia y marca al mismo tiempo sus propios límites. Al hablar de límites de la ciencia no nos referimos<br />

aún déficit temporal de nuestros conocimientos sino a una imposibilidad connatural o constitutiva de la<br />

ciencia para dar cuenta de todo lo real; pues, como decía Karl Popper “hemos de hacernos a la idea de que<br />

(para la ciencia) casi todo lo que es verdaderamente importante ha de quedar esencialmente inexplicado”.<br />

4


que la exige, por tanto ha de ser una creación evolutiva, en últimas se trata de la<br />

creación de cosas materiales que evolucionan porque han sido creadas con sentido y<br />

finalidad. De ahí, que sea posible una explicación del origen de los organismos<br />

vivientes a partir de la materia inerte, pero tal argumento ya no es suficiente para<br />

explicar el origen del ser humano, por el hecho de ser un ser material con capacidades<br />

que trascienden la materia y, en este sentido sí se debe considerar la intervención de una<br />

causa creadora. 15<br />

Desde el punto de vista teológico, la noción de creación es un misterio de fe, es una<br />

interpretación teológica acerca de lo real. Empleada como una categoría teológica busca<br />

responder por el origen y destino del ser humano, dejándose iluminar por la revelación<br />

de Dios en la atenta escucha de la fe. Supera una determinada cosmovisión, al respecto<br />

Ruíz de la Peña afirmará:<br />

La fe debe conservar siempre su libertad frente a cualquier tipo de cosmología;<br />

la teología ha de proclamar siempre que el contenido de la palabra revelada<br />

desborda en cualquier caso toda teoría científica y, en general, toda formulación<br />

humana. Este carácter desbordante de la fe en la creación asoma nítidamente en<br />

el artículo central del Credo cristiano: la encarnación del Verbo. A su luz, el<br />

primer artículo, la creación, cobra un cariz absolutamente original: la criatura es<br />

lo que el creador ha querido llegar a ser. Dios no es sólo el creador de un<br />

mundo distinto de él. Dios es, él mismo, criatura: la forma de existencia<br />

definitiva (no episódica ni transitoria) del Dios revelado en Cristo es la<br />

encarnación. 16<br />

Así pues, Cristo es primogénito de la creación (Cfr, Col 1,15) y en él se esclarece el por<br />

qué y para qué de las criaturas. El valor y la dignidad de ser creado es Dios mismo que<br />

deviene en criatura. Vale la pena preguntarnos ¿cómo acontece la creación? ¿De qué<br />

modo? según los textos bíblicos el modo de la creación se da a partir de dos rasgos<br />

fundamentales. El primero consiste en ver la creación como un acto libre de Dios, es<br />

decir el mundo existe porque Dios quiere y en él se identifica su libertad y amor. Dios<br />

crea sin resistencia, crea llamando, por pura liberalidad, así el acto creador deviene el<br />

primer paso de una historia de la salvación presidida por el designio libre de Dios. Dios<br />

crea en absoluta libertad. 17 En este sentido, la doctrina cristiana de la creación es teología<br />

y no filosofía, es decir no se enseña la libertad de Dios deduciéndola de principios<br />

metafísicos, sino porque la escritura la presupone como fundamento sobrenatural que<br />

procede del amor gratuito de Dios. 18<br />

El segundo rasgo consiste en que el mundo es temporal, no eterno. El término eterno se<br />

emplea en sentido analógico, no unívoco, al atribuirse a Dios y a la criatura. Lo eterno<br />

no significa la eternidad estricta, sino la ilimitación en la existencia. La eternidad es la<br />

duración exclusiva de Dios en el mundo que ha sido querido por Dios con vistas a una<br />

historia de la salvación. 19<br />

15 Cfr. AYLLÓN, José Ramón. En torno al hombre. Introducción a la filosofía. Madrid: RIALP, 2001,<br />

8va edición, pp. 50-51<br />

16 RUIZ <strong>DE</strong> LA PEÑA, Juan. Teología de la Creación, p. 128<br />

17 Cfr. Ibíd., pp. 134-135<br />

18 Cfr. Ibíd., pp. 144-145<br />

19 Cfr. Ibíd.<br />

5


2. Relatos mitológicos sobre la creación<br />

No se puede desconocer que existen relatos mitológicos relativos a la creación del<br />

mundo. Son cosmogonías, teogonías míticas que expresan interpretaciones diversas de<br />

la creación del mundo. Entre otras tenemos la babilónica, la hebrea y la griega. Estas<br />

versiones muestran los supuestos sobre cómo se relaciona lo mortal y lo divino, lo físico<br />

y lo mental, el hombre y la mujer, las plantas, las aguas, las estrellas, etc, en últimas<br />

reflejan una visión global de la cultura y se la transmiten a las nuevas generaciones. 20<br />

*La historia babilónica de la creación más antigua es el Enuma Elish poema que se<br />

leía en el cuarto día de la fiesta del año nuevo para garantizar la renovación del cosmos.<br />

Parece que esta epopeya fue compuesta a principios del segundo milenio a.c. 21 Esta<br />

versión subyace a la versión normativa del mundo cristiano que se encuentra en los<br />

primeros capítulos del Génesis, la cual, la Iglesia cristiana adoptó del judaísmo por<br />

medio de la relación de partes de la Biblia hebrea. 22 ”No cabe duda de que los relatos<br />

bíblicos de la creación, particularmente el relato sacerdotal (P), que proviene del siglo<br />

VI antes de Cristo, toma elementos de esta mitología.” 23<br />

Mensaje social: Primero, los señores de la recientemente poderosa ciudad-Estado de<br />

Babilonia y su dios, Marduk, no pretendieron haber existido antes que el mundo. Sabían<br />

que, como reciente generación del poder, habían surgido de etapas anteriores del<br />

desarrollo, de estados anteriores, y antes que éstos, de un mundo previo a las ciudades-<br />

Estado, controlado en menor grado por los humanos y más por fuerzas no humanas.<br />

En segundo lugar, este mundo primitivo es considerado como un matriarcado. La mujer<br />

es la dominante, con consortes masculinos subordinados. No obstante, este mundo fue<br />

remplazado en la generación de Ea, el padre de Marduk, por uno de poderes masculinos<br />

dominantes, con consortes femeninas subordinadas. En tercero, el modelo más antiguo<br />

de la generación es la gestación partenogenésica. Apsu, el procreador primordial de<br />

todas las cosas, forma un solo cuerpo con Tiamat, de la que nacen todas las cosas. Los<br />

dioses y diosas gestan dentro de esta unión masculina y femenina entremezclada.<br />

Sin embargo, con Marduk, el nuevo modelo de poder se vuelve militar y arquitectónico.<br />

Marduk extingue la vida del cuerpo de Tiamat, reduciéndolo a materia muerta de la que<br />

después forma el cosmos. Del cuerpo muerto de Kingu toma la sangre para crear a los<br />

humanos esclavizados. Esta transición de lo reproductivo a lo artesanal en las metáforas<br />

de la cosmogénesis indica una confianza más profunda en la apropiación de la materia<br />

por parte de la nueva clase gobernante. La vida procreada y gestada tiene principios de<br />

vida propios y autónomos. La materia muerta, convertida en artefactos, hace del cosmos<br />

la posesión privada de sus creadores. Aunque los nuevos señores recuerdan que alguna<br />

vez fueron gestados del cuerpo vivo de su madre, ahora se paran a horcajadas sobre su<br />

cadáver y toman posesión de él como de un objeto de su propiedad y bajo su control.<br />

Finalmente, esta versión decreta la jerarquía básica de clases de gobernantes y esclavos.<br />

Al otorgárseles comodidad mediante la creación de los humanos "encargados del<br />

20 Cfr. RADFORD RUETHER, Rosemary. Gaia y Dios. Una teología ecofeminista para la recuperación<br />

de la tierra. México: <strong>DE</strong>MAC, 1993, p. 27<br />

21 Cfr. Gaia y Dios, p. 27<br />

22 Cfr. Gaia y Dios, p. 27<br />

23 Cfr. SAYÉS, Teología de la Creación, p. 16<br />

6


servicio a los dioses", las deidades se convierten en la contraparte inmortal de la<br />

aristocracia ociosa de los templos y de los palacios, que expropia el producto del trabajo<br />

de los sirvientes, ocupados en sus campos y talleres. El poder hierático del ritual y de la<br />

ley y el poder militar de los ejércitos y las armas son las esferas de estas dos<br />

aristocracias, cuya riqueza y comodidad proviene de las espaldas encorvadas de los<br />

trabajadores esclavizados. El ocio, basado en la mano de obra expropiada, separa a esta<br />

aristocracia de los niveles más bajos de sirvientes-esclavos y la identifica con los dioses.<br />

*Existe otra versión de la creación que se presenta en el Timeo de Platón, escrito<br />

filosófico del siglo IV a.c. que muestra la cosmología de Platón hasta que fue refutada<br />

por el modelo heliocéntrico de Copérnico y Galileo 24 durante los siglos XVI-XVII.<br />

Mensaje social: Primero, Platón concibe la realidad como dividida entre cuerpo y<br />

mente. La mente o conciencia es primordial, eterna y buena. El cuerpo o corporeidad<br />

visible es secundario, derivativo y fuente del mal, bajo la forma de sensaciones físicas<br />

que deben ser controladas por la mente. La conciencia o mente es también inmortal y<br />

semejante a dios, y los seres humanos comparten la naturaleza divina a través de la<br />

posesión de la mente, mientras que el cuerpo es la fuente de la mortalidad y la<br />

mutabilidad. El alma, mente o conciencia es ajena a la Tierra y al cuerpo. Su verdadera<br />

casa es el mundo puro y eterno de las estrellas, mientras que la encarnación en un<br />

cuerpo supone el paso por un lugar de prueba preparatorio o purgatorio.<br />

En segundo lugar, la jerarquía de la mente sobre el cuerpo se reproduce en la jerarquía<br />

del hombre sobre la mujer, de los humanos sobre los animales. También se reproduce en<br />

la jerarquía de clases de gobernantes y trabajadores, aunque esto no se explícita en el<br />

Timeo, sino en La República, también de Platón, donde la sociedad justa y ordenada<br />

corresponde a la jerarquía del ser ordenado, con la mente bajo control, la voluntad bajo<br />

la guía de la razón y los apetitos controlados por ambas. Esta jerarquía del ser<br />

corresponde, según Platón, a las tres castas sociales de gobernantes-filósofos, guerrerosguardianes<br />

y trabajadores manuales. En este texto se considera que las mujeres<br />

pertenecen a las tres castas, pero como miembros inferiores y secundarios.<br />

Curiosamente los cristianos eligieron la versión hebrea pero la leyeron en clave de la<br />

cosmología de Timeo. 25<br />

Mensaje Social: A pesar de que en otras partes de las sagradas escrituras hebreas Dios<br />

es concebido a la manera de los reyes-guerreros, quienes controlan a los demás<br />

mediante la fuerza militar, en esta versión se le iguala al poder intelectual de la clase<br />

sacerdotal, que otorga vida a todas las cosas mediante un nombramiento ritual. La<br />

orden: "Hágase" es el modo en que Dios realiza su trabajo creativo.<br />

24 La teoría de Copérnico postulaba un universo geocéntrico en el que la tierra se encontraba estática en el<br />

centro del mismo, rodeada de esferas que giraban a su alrededor. Dentro de estas esferas se encontraban<br />

(ordenados de dentro hacia fuera): la luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y, por último,<br />

la esfera exterior en las que estaban las llamadas estrellas fijas. Se pensaba que esta esfera exterior<br />

fluctuaba lentamente y producía el efecto de los equinoccios. Galileo Galilei observó por primera vez,<br />

manchas en el sol, cráteres en la luna, los satélites de Júpiter y los anillos de Saturno, que no llegó a<br />

distinguir con precisión. Al descubrir las fases del planeta Venus, descubrió experimentalmente que éste<br />

giraba alrededor del sol. Este fue el argumento decisivo para confirmar la teoría de Copérnico. Cfr.<br />

http://www.monografias.com/trabajos7/creun/creun.shtml#nico<br />

25 Cfr. Gaia y Dios, p. 28<br />

7


En segundo término, se elimina la división entre gobernantes y trabajadores, entre el<br />

ocio y el trabajo. Dios trabaja y descansa, e instituye este patrón para todos los seres<br />

humanos, y aun para los animales (domesticados). Ellos también pertenecen a la alianza<br />

y tienen que descansar en el séptimo día. (El contexto del descanso sabático es el de la<br />

familia, por lo cual su aplicación fuera de él es limitada.) Los humanos, aunque<br />

entendidos como servidores de Dios, se caracterizan por ser siervos reales más que<br />

esclavos. Como portador colectivo de la imagen de Dios, Adán representa en la Tierra el<br />

dominio divino sobre los animales terrestres, acuáticos y aéreos.<br />

¿En la obra original de Dios no hubo entonces, según estos autores, dominio masculino<br />

o dominio de clase? Aparentemente, esta versión no decreta la superioridad jerárquica<br />

de una clase de humanos respecto de otra, al modo de la versión babilónica. Se<br />

considera a los humanos como una entidad corporativa unificada, hecha a imagen y<br />

semejanza de Dios, para representar a la soberanía divina. La ley hebrea permitía la<br />

esclavitud, la cual, sin embargo, era juzgada como un estado temporal inapropiado entre<br />

judíos, aunque permitido respecto de los gentiles (paganos). La historia fundacional de<br />

la liberación de la esclavitud que Dios consigue para el pueblo de Israel restringe la<br />

esclavización entre judíos. Los siervos tenían que ser tratados amablemente como<br />

mozos contratados y no rudamente como esclavos, y se les tenía que dejar en libertad en<br />

la temporada del Jubileo (cada cincuenta años).<br />

Si bien el texto apunta hacia la igualdad de hombres y mujeres en cuanto imagen de<br />

Dios, el hecho de que los pronombres utilizados para Dios y Adán sean masculinos<br />

sugiere que los hombres son los representantes colectivos apropiados de este Dios,<br />

mientras que las mujeres, aunque comparten los beneficios de la soberanía humana<br />

corporativa, quedan sometidas al gobierno de la cabeza masculina de la familia. Para<br />

eliminar cualquier duda al respecto, los autores-sacerdotes se apropiaron de una versión<br />

popular más antigua sobre la creación del hombre y la mujer, y la vincularon con su<br />

explicación de la creación.<br />

En esta versión, que aparece en el Génesis 2, se describe que primero fue creado el<br />

hombre y luego la mujer, extraída de su costilla. Este relato tiene la intención específica<br />

de imponer la relación patriarcal entre esposo y esposa. El esposo es la persona<br />

principal y colectiva. La mujer se deriva de él, es hecha para servirle. Esposo y esposa<br />

como amo y siervo: ése es el decreto explícito. El señorío de Dios sobre el hombre<br />

(patriarca judío) como su siervo real se repite en el señorío del esposo sobre la esposa.<br />

Los ambientalistas han criticado el concepto de dominio concedido a este Adán<br />

colectivo sobre el resto de la creación como el prototipo del uso antropocéntrico y<br />

explotador de los animales y plantas por el hombre. No hay duda de que el relato es<br />

antropocéntrico. Aunque creado al último, el ser humano es la corona de la creación que<br />

ejerce soberanía sobre ella. Sin embargo, seguramente no era la intención establecer un<br />

dominio explotador o destructivo sobre la Tierra. A los humanos no se les otorgó la<br />

propiedad o posesión de la Tierra, que sigue siendo del Señor Dios, finalmente, es el<br />

único que posee la Tierra como creación suya; los seres humanos gozan solamente de su<br />

usufructo. Su gobierno sobre ella es secundario, protector, como el de un administrador<br />

real, no como el de un propietario que puede hacer con ella lo que quiera.<br />

Esto obviamente significa que los seres humanos deben cuidar bien de la Tierra, no<br />

explotarla ni destruirla, lo que los convertiría en malos administradores. La inclusión de<br />

8


los animales domésticos en el descanso sabático, la prohibición del consumo de muchos<br />

animales, las restricciones sobre el uso de la carne de los mamíferos que los humanos<br />

pueden comer; todo esto limita los derechos de los humanos sobre la vida de los demás<br />

seres de la Tierra. La palabra para humano, Adam (de adamah, Tierra), supone un<br />

profundo parentesco entre éste y la Tierra. Los seres humanos también tienen la sangre<br />

caliente, igual que los mamíferos, razón por la que les está prohibido comer la carne de<br />

estos animales sin extraerles la sangre.<br />

Otros textos hebreos insisten también en que el control humano sobre la Tierra es<br />

limitado. Mediante tormentas y sequías, animales salvajes y lugares silvestres, se<br />

muestra un mundo natural que todavía está directamente bajo la soberanía divina, cuya<br />

administración no ha sido otorgada a los humanos. En este mundo de naturaleza<br />

incontrolada Dios aparece como juez y castigador de los delitos humanos. Mientras que<br />

el pensamiento babilónico veía en este reino de la naturaleza caótica, de las tormentas y<br />

sequías, el poder principal de Tiamat, el pensamiento hebreo interpretaría esta<br />

naturaleza violenta, que lleva al orden humano al fracaso, como la ira castigadora de<br />

Dios por la iniquidad humana.<br />

La cristiandad occidental aceptó el relato del Génesis 1 como su versión oficial<br />

revelada de la Creación, lo cual determinó su entendimiento de la relación entre Dios y<br />

el cosmos. No obstante, interpretó este relato desde el punto de vista de la ciencia<br />

griega, semejante al del Timeo de Platón, y también hizo su propia síntesis de las ideas<br />

del Cercano Oriente, de los hebreos, los griegos y los cristianos de la antigüedad. El<br />

resultado fue una visión que contenía ideas no estrictamente presentes en el relato<br />

hebreo.<br />

El platonismo también creyó que el alma humana era inherentemente inmortal, que<br />

existía antes de encarnar en un cuerpo y que originalmente habitaba en las estrellas de<br />

las regiones más altas del cosmos. Según el pensamiento hebreo, el alma es el principio<br />

animador del cuerpo y la vida futura adopta la forma de una resurrección del cuerpo en<br />

una Tierra renovada. La cristiandad trataría de formular varias síntesis de estos dos<br />

puntos de vista. El cristianismo ortodoxo rechazó un alma preexistente, pero la<br />

cristiandad griega consideró a los humanos como seres creados con cuerpos inmortales<br />

y espirituales, que posteriormente adquirieron crasas formas mortales de corporeidad<br />

con pecado. San Agustín conservó una versión de esta idea de inmortalidad original<br />

anterior al pecado.<br />

Aunque la cristiandad preservó el simbolismo del alma racional como masculina y del<br />

cuerpo y sus pasiones como femeninos, rechazó la solución de la reencarnación para<br />

explicar la jerarquía social. En la cristiandad no tiene cabida la serie de reencarnaciones<br />

del alma, pudiendo ser éstas de hombre a mujer y aun a animal, y de clase gobernante a<br />

clase baja, las cuales representan el fracaso del alma para controlar el cuerpo irracional.<br />

Cada alma es creada por Dios en forma única y con igual capacidad para la santidad y la<br />

redención. Así surge en la cristiandad una división inexplicable entre la igualdad de las<br />

almas en relación con Dios y la desigualdad de los cuerpos y de la condición social<br />

según el sexo y la jerarquía de clases. La subordinación de la mujer se explica como<br />

natural, en correspondencia con la inferioridad del cuerpo y la personalidad femeninos,<br />

y también como castigo por haber provocado el pecado original. Al mismo tiempo, las<br />

mujeres son iguales ante Dios en lo que respecta a la redención. Así, Dios parece<br />

disponer diferentes principios en la creación y la redención. En la creación, las mujeres<br />

9


son inferiores a los hombres y están bajo la subordinación masculina, pero esta<br />

inferioridad es eliminada por la igual capacidad de mujeres y hombres para trascender la<br />

creación y ser transformados por la gracia.<br />

3. Visión vetero-testamentaria de la creación 26<br />

La noción de creación en la Biblia es resultado de una reflexión sobre el actuar de<br />

Yahvéh en la historia de la salvación. Gerard Von Rad llegará a afirmar cómo la idea de<br />

creación brota en Israel a partir de la noción de la alianza, según este autor, es difícil<br />

imaginar que Israel no haya llegado a relacionar la creación entera con Yahvéh, en una<br />

atmósfera religiosa saturada de mitos de creación. Israel descubre la relación teológica<br />

entre su antigua fe y su tradición sobre las intervenciones salvíficas de Yahvéh en la<br />

historia. Cuando consideró la creación en el contexto teológico de la historia salvífica.<br />

Es de resaltar, la importancia de saber cómo Israel unió la creación con su fe salvífica,<br />

basada en acontecimientos históricos. Esta situación la cuenta Isaías II (Deutero-Isaías)<br />

quien deja notar que la alusión a la creación fortalece la confianza. Isaías II ve en la<br />

creación un acontecimiento salvífico: “Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó<br />

desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo asenté la<br />

tierra, sin ayuda alguna.” (Is 44,24) Aquí el profeta presenta a Yahvéh como el Dios<br />

creador del mundo y dueño de la historia. En este sentido, algunos salmos también<br />

darán testimonio de la creación, en el que invocan a Yahvéh porque realiza acciones<br />

salvíficas y presenta obras de creación, sobre este aspecto volveremos más adelante.<br />

La visión soteriológica de la creación tiene como punto de partida la relación salvífica<br />

que Yahvéh otorgó a Israel. Así la creación es una acción histórica de Yahvéh, una obra<br />

dentro del tiempo. Y si esto es así, la historia de la creación deja de ser un mito, una<br />

revelación atemporal. 27<br />

Se infiere de lo anterior, que la noción de creación se fue formando a partir de los<br />

acontecimientos históricos de la salvación, en la que Israel reflexiona sobre el Dios que<br />

ha experimentado en la historia. La fe en la creación, que emerge en medio de imágenes<br />

míticas, ocupó su lugar teológico cuando incidió en el terreno de la experiencia de la<br />

alianza. 28<br />

La creación es un presupuesto de la alianza en el Antiguo Testamento, pues la fe del<br />

pueblo de Dios en la creación está transitada de la experiencia de la alianza de Dios con<br />

Israel. Alianza que llega a ser plena y definitiva en Jesucristo. La salvación es el<br />

acontecimiento en que se basa intrínsecamente la creación, en este sentido, la historia de<br />

la salvación ha comenzado con la creación. La creación desprovista de esta dimensión<br />

salvífica sería una simple doctrina filosófica.<br />

La revelación histórica activa de Yahvé, la misma revelación que había dado<br />

lugar a la alianza, se anticipó, para la fe de Israel, hasta la acción divina original<br />

26 Sigo los aportes ofrecidos por MARTÍNEZ SIERRA, Alejandro. Antropología teológica fundamental.<br />

Madrid: BAC, 2002, pp. 5-28. SAYÉS, José Antonio. Teología de la creación. Madrid: Palabra, 2002,<br />

pp. 15-55. RUÍZ <strong>DE</strong> LA PEÑA, teología de la creación, pp. 31-58. FEINER-LÖHRER, Mysterium<br />

Salutis, pp. 492-504.<br />

27 Cfr. VON RAD, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento. Tomo I. Salamanca: Sígueme, 1993, pp.<br />

184-188<br />

28 Cfr. FEINER, Johannes – LÖHRER, Magnus. Mysterium Salutis. Vol. II. Tomo I. Madrid: Cristiandad,<br />

1969, p. 491<br />

10


de la creación del mundo; la creación quedó así polarizada y vinculada como<br />

pre-supuesto a los “supuestos” cuyo conjunto recibe el nombre de “alianza”. 29<br />

Desde el Antiguo Testamento, se llega a decir que las afirmaciones sobre la creación en<br />

un esquema teológico coherente se encuentran en el libro del Génesis. Es así que el<br />

relato yahvista de la creación es el más impregnado por la conciencia creyente que<br />

Israel tiene de la alianza con Yahvéh. No obstante, el libro de Josué será el que mejor<br />

presenta el esquema de la alianza, como un relato de renovación del pacto tras la<br />

conquista de la tierra.<br />

1) nombre y título. (v.2)<br />

2) historia de la vocación de Abraham; de la liberación de Egipto y de las victorias<br />

hasta la conquista de la tierra (vv.3-13)<br />

3) el compromiso fundamental de la alianza. Servicio exclusivo a Yahveh. (vv.14-<br />

18)<br />

4) amenaza de castigo y apelación a testigos (vv. 19-24)<br />

5) por último, se presenta la fijación escrita de un signo de alianza (vv.25-27) 30<br />

Esta comprensión de la alianza hace posible reconocer el esquema de la conclusión del<br />

pacto en el relato yahvista de la creación en Génesis 2, 4-16. Del mismo modo que<br />

Yahvéh liberó a Israel sacándole de Egipto para conducirlo a la tierra de Canaán, así<br />

también ha creado al ser humano en la tierra desértica (vv. 5-7) y le ha trasladado a un<br />

sorprendente jardín plantado por Yahvéh, para que en él sea feliz (vv. 8ss).<br />

Paradójicamente la relación de Dios, en sus inicios, con el ser humano no recibe el<br />

nombre de alianza, sin embargo es a partir del modelo de la alianza que se interpretó la<br />

constitución originaria del pueblo con Yahvéh.<br />

Igualmente el contenido de la narración yahvista de Génesis 2 se orienta hacia lo<br />

histórico salvífico, aquí se describe al ser humano en su comunión original con Dios, en<br />

la ruptura y desgracia que produce su caída, de esta manera, se pone una doble base,<br />

humana y divina, para que Israel comprenda su destino entre la gracia y la desgracia, el<br />

dolor y la alegría. 31<br />

El texto de la creación de la tradición sacerdotal (P) también tiene relación con la<br />

historia salvífica. Su interés está en el culto, a través del cual hace presente a Israel los<br />

hechos históricos salvíficos de Yahvéh. El culto y sus fiestas pudieron “historiar” la<br />

naturaleza, en la que Yahvéh ejerce una acción única de la creación. La relación se<br />

explicita en la triada: culto-historia-creación, que se concreta en las indicaciones de<br />

Dios que siguen un ritmo temporal definido por días. 32<br />

Volviendo al Deutero-Isaías se llega a evidenciar que las afirmaciones sobre la creación<br />

en términos de historia salvífica adquieren un mayor énfasis, ya que aquí se encuentra<br />

una tradición a la que ningún profeta se había referido hasta entonces: la creación del<br />

mundo por Yahvéh. Él tiene el poder para dominar el caos y por eso se puede recurrir a<br />

él en los desastres históricos para que ayude a su pueblo (Cfr. Is 51,9). Yahvéh es el<br />

29 Ibíd., p. 491<br />

30 Cfr. Ibíd., p. 494<br />

31 Cfr. Ibíd., pp. 494-495<br />

32 Cfr. Ibíd., pp. 495-499<br />

11


Dios creador de la tierra desde siempre, por eso es digno de fe el mensaje que ahora<br />

dirige a Israel. (Cfr. Is 40,28s). Para Isaías la creación es “la primera de las maravillas<br />

históricas de Yahvéh, y un testimonio especial de su voluntad salvífica.” 33<br />

La situación de Isaías 40-55 es el exilio, realidad que refleja opresión, sometimiento, y<br />

en la que el pueblo se remonta a Yahvéh. En este contexto, la fe en la creación traza un<br />

puente desde la acción original con que Dios crea el universo hasta la manifestación<br />

salvadora de su poder. El poder de Yahvéh, frente a los poderes de la tierra, no tiene<br />

límite. Es un poder para liberar a Israel y así propiciar la salvación futura.<br />

Yahvéh es creador de Israel en el sentido que llamó a la existencia a ese pueblo<br />

según su condición total de criatura, y sobre todo, porque ha ‘elegido’ y<br />

‘rescatado’ a Israel [..] el profeta está pensando en los hechos históricos que la<br />

antigua tradición había atribuido al Dios de Israel, especialmente el milagro del<br />

paso del mar de los juncos. “Crear” y “rescatar” pueden entenderse en Isaías II<br />

como sinónimos. 34<br />

En el mismo sentido, la acción creadora de Yahvéh significa para los profetas, el<br />

fundamento de la confianza y la esperanza en la salvación en momentos de opresión, en<br />

que el profeta invita a la esperanza, invocando el poder del Dios creador. (Cfr. Is 44,<br />

24). 35 Inclusive el profeta Jeremías invoca al Dios creador en su vocación (Cfr. Jer 1,5).<br />

Ezequiel cantará la victoria de Yahvéh, mostrando al faraón como Yahvéh es Señor de<br />

la historia. Mientras que Amós pondrá énfasis en las consecuencias éticas que derivan<br />

de la fe en la creación. Para Amós la salvación no acontecerá si no hay conversión (Cfr.<br />

Am 5,4-6) 36<br />

También los salmos expresan afirmaciones hímnicas sobre la creación. Si se toma como<br />

ejemplo el salmo 148, se ve que es un canto de alabanza a la creación. Aquí se convoca<br />

al cielo, a la tierra, a toda la creación para celebrar a Yahvéh, restaurador del pueblo<br />

elegido. Toda la creación es vista por el salmista como un instrumento cósmico que da<br />

testimonio de Yahvéh. El salmo 33 es un himno a la Providencia y a la fidelidad a<br />

Yahvéh, aquí se identifican algunos trazos de orden cosmológico (vv.6-9) y<br />

soteriológico (vv.10-13; 16-22). La palabra cumple su papel como acción creadora<br />

(vv.4-6). En general los salmos aluden a la creación con palabras de admiración, acción<br />

de gracias, alabanza, confianza y espera. 37<br />

Por otra parte, la literatura sapiencial muestra un interés por esclarecer el misterio del<br />

mundo y de la condición humana, inaugurando así una nueva teología de la creación en<br />

la que todo se comprende como obra de la sabiduría de Dios, es decir nada se puede<br />

atribuir al azar, (Pr 8,22-31) pues Yahvéh fundó la tierra con sabiduría. Esta sabiduría<br />

presidió toda la creación a la manera como el arquitecto vigila la construcción del<br />

edificio, “yo estaba allí, como arquitecto” (Cfr. Pr 8,30).<br />

Es fundamental resaltar que los libros sapienciales se orientan con un interés especial<br />

por la reflexión humana sobre Dios y la vida misma. Su importancia no se brinda a la<br />

33 VON RAD, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento. Vol. II. Salamanca: Sígueme, 1990, p.302<br />

34 Ibíd., p. 302. Para ampliar ver pp. 299-325<br />

35 Cfr. VON RAD, Teología del Antiguo Testamento, Vol. I, pp. 186-187<br />

36 Cfr. MARTÍNEZ SIERRA, Alejandro. Antropología teológica fundamental, p. 14-15<br />

37 Para ampliar ver los salmos: 8, 33, 104, 136, 145, 148<br />

12


experiencia de la palabra de Dios como lo es en los profetas, sino que se fijan más en las<br />

cuestiones humanas como el padecimiento, la angustia, la amistad, etc. Mientras que el<br />

profeta habla de “palabra”, el sabio da “consejos”. El libro del Eclesiastés deja ver cómo<br />

la sabiduría humana se convierte en instrumento de revelación. Así pues, la sabiduría<br />

abarca el comportamiento humano y el conocimiento de Dios a partir de la experiencia<br />

de la existencia humana, por ello es, a la vez, una sabiduría humana y divina. El libro de<br />

la Sabiduría señala que el ser humano puede conocer a Dios creador de todo, partiendo<br />

de la contemplación de las obras de la creación. (Cfr. Sb 13,1-9).<br />

Antes de pasar a profundizar en los aportes que ofrece el Nuevo Testamento sobre la<br />

creación, considero pertinente, ahondar un poco más, en los textos clásicos que nuestra<br />

tradición ha tomado como referentes para comprender el origen del mundo y del ser<br />

humano.<br />

Elementos propios de la tradición Sacerdotal y Yahvista.<br />

A continuación se hará un recorrido más detallado por los textos de la tradición<br />

sacerdotal (P) y la tradición Yahvista (J), con el fin de plantear cómo dos mentalidades<br />

tan diferentes presentan puntos comunes que desembocan en la creación del ser humano<br />

en su condición de hombre y de mujer.<br />

Tradición sacerdotal (P) Génesis 1,1-2,4ª<br />

La tradición sacerdotal es un documento propiamente sacerdotal, resultado de<br />

circunstancias históricas. La invasión Babilónica y el Exilio llevaron a una nueva<br />

formulación de la fe de Israel; los sacerdotes de Jerusalén redactaron este documento<br />

como respuesta a esta necesidad. La preocupación por las instituciones litúrgicas y<br />

sacerdotales lo hace identificar con facilidad. La historia de la creación en la tradición<br />

sacerdotal no es ni un mito, ni una leyenda, sino una enseñanza sacerdotal, es una<br />

doctrina que se ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos.<br />

El autor inserta los diversos acontecimientos creativos dentro del tiempo, es decir<br />

presenta la creación como un proceso temporal caracterizado por los días, lo cual puede<br />

significar que es una revelación temporal, que tiene lugar en el movimiento cíclico de la<br />

naturaleza y por tanto no es mito 38 . Al ser una creación gradual, procesual, presenta al<br />

ser humano como cúspide de dicho proceso.<br />

Durante todo el relato se percibe una armonía entre Dios y el ser humano. El caos que se<br />

señala al principio, no existe en sí mismo, sino que desde el campo de la fe existe sólo<br />

en relación con la acción creadora, la cual es superior. Se refleja una ciencia teológica y<br />

cosmológica a través de las cuales se muestra la historia y la fe del pueblo de Israel.<br />

El pathos de este capítulo radica en la reflexión teológica a partir de una fe objetiva que<br />

se expresa bajo la forma de la ciencia sagrada de la naturaleza, vigente en el tiempo. Es<br />

una tradición que mide con sus pasos el amplio cosmos antes de entrar a la creación del<br />

ser humano. El lenguaje que emplea es para nombrar las cosas de manera breve y<br />

directa, lo que permite un contorno preciso. El Dios que refleja esta tradición, es un<br />

Dios que actúa a través de la palabra, es decir, habla y es capaz de crear. Por último, se<br />

puede afirmar que esta tradición se preocupa más del mundo y de la situación del ser<br />

humano en él.<br />

38 Cfr. RUIZ <strong>DE</strong> LA PEÑA, Teología de la creación, pp. 59-60<br />

13


Tradición Yahvista (J) Génesis 2,4b-25<br />

La tradición Yahvista de la creación es más antigua que la tradición sacerdotal y el<br />

contexto monárquico que se le atribuye posibilita una comprensión más amplia. La<br />

historia de la creación en esta tradición es una narración, describe una historia, un<br />

camino recorrido. Su conocimiento de Yahveh, Dios de Israel, fue lo que le autorizó al<br />

autor narrar así la historia. La intención del autor consiste en presentar un relato sobre<br />

hechos que se circunscriben en el ámbito de la historia del ser humano con Dios. El<br />

relato actúa por medio de imágenes sencillas, claras y reales.<br />

La investigación científica señala que en la forma del relato hay tradiciones de diversa<br />

especie y pequeñas partes son ligadas por el yahvista, quien escribe de forma instructiva<br />

y penetrante. El problema que el Yahvista examina es el hecho de que el ser humano no<br />

puede tomar una posición clara a lo largo de su vida, es decir, que el ser humano<br />

experimenta diversidad de perturbaciones y la raíz única de dichas perturbaciones es la<br />

relación entre Dios y el ser humano.<br />

El Yahvista presenta a través de este relato, un mundo que se va construyendo en torno<br />

al ser humano: el jardín, las plantas, los animales, la mujer, lo cual tiene su razón de ser<br />

en la armonía que guardan con el ser humano. Por tanto, es una perspectiva más<br />

antropocéntrica. El lenguaje que emplea formula declaraciones que insinúan un sentido<br />

oculto y deja aflorar la emoción poética. Se puede señalar que los conceptos teológicos<br />

tradicionales del Yahvista muestran con mayor libertad la benevolencia de Yahveh, que<br />

rodea al ser humano con todos sus cuidados.<br />

Cuando se describe la creación del hombre y de la mujer, se presenta al Dios creador sin<br />

distancia alguna de la criatura, en donde Dios se dedica como alfarero a formar,<br />

configurar, proyectar, modelar su obra. Para el yahvista Dios es el verdadero<br />

protagonista de la historia, quien ha creado al ser humano libre, capaz de cultivar el<br />

jardín, darle nombre a los animales y establecer una relación con el otro/a.<br />

Síntesis de las dos tradiciones<br />

Es importante tener en cuenta que la doctrina sobre la creación no es objeto central de la<br />

fe vetero-testamentaria, es decir:<br />

La fe en la creación ni es origen ni es la meta de los enunciados contenidos en<br />

Génesis 1 y 2. Tanto el Yahvista como el sacerdotal se atienen más bien a la fe<br />

en la salvación y en la elección. Pero apuntalan esta fe mediante el testimonio de<br />

que ese Yahwé de la alianza con Abraham y de la alianza sinaítica es también el<br />

creador del mundo. Pese a toda esta asombrosa concentración sobre los objetos<br />

particulares de la fe en la creación, esta parte como pórtico, sólo debe<br />

desempeñar dentro del conjunto un papel instrumental. Muestra el camino que<br />

Dios siguió con el mundo hasta la vocación de Abraham y la constitución de la<br />

comunidad, de tal modo que Israel partiendo de la posición ya dada desde la<br />

elección, pudiese contemplar retrospectivamente la creación. 39<br />

39 VON RAD, Gerhard. El libro del Génesis. Salamanca: Sígueme, 1977, p. 54<br />

14


Por tanto, las dos tradiciones están centradas, al nivel de su fe, en la salvación y en la<br />

elección, sin olvidar que esa fe en la creación dentro del conjunto cumple un papel<br />

instrumental, que es mediación para centrarnos en el campo soteriológico.<br />

4. Visión neo-testamentaria de la creación<br />

Es un hecho que la creación es misterio de salvación, así no lo testifica el pueblo de<br />

Israel cuando descubre la trascendencia que tiene la idea de que el mundo ha sido<br />

creado por Dios a partir de la alianza. Existe una analogía entre la acción histórica de<br />

Dios y la creación del mundo a lo largo del tiempo, que tiene como fundamento el amor<br />

gratuito de Dios, que penetra la creación cuidando a todo ser viviente.<br />

Este Dios creador es el Padre de Jesucristo. Y Cristo revela el rostro del Padre como<br />

Dios creador. Esta mediación creadora de Jesús se pone de relieve en algunos pasajes<br />

neo-testamentarios como 1Cor 8,6; Col 1,15-18; Heb 1,2-3; Jn 1,3.10.<br />

El texto de 1 Cor 8,6 dice: “Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del<br />

cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por<br />

quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros.” El contexto de estas palabras<br />

resalta el monoteísmo cristiano en contraposición con el politeísmo pagano. Pablo<br />

manifiesta el interés por subrayar el monoteísmo y “se sirve de una formula tomada del<br />

helenismo (Stoa) para describir la acción creadora de Dios y la función mediadora de<br />

Cristo en la creación.” 40 Para los cristianos, el único Dios es el Padre “del cual proceden<br />

todas las cosas” indica el origen de la creación que tiene lugar en un Dios único. Y “por<br />

quien son todas las cosas” significa que el “instrumento” divino al crear es Cristo<br />

alcanzando la totalidad de lo creado por Dios.<br />

El fragmento de Col 1,15-18ª afirma: “Él es imagen de Dios invisible. Primogénito de<br />

toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra,<br />

las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las<br />

Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo<br />

tiene en él su consistencia. Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la iglesia: Él es el<br />

principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo.”<br />

Es un himno pre-paulino, dirigido a Cristo creador del mundo y salvador escatológico,<br />

que surge en comunidades helenísticas cristianas. “Primogénito de toda la creación,<br />

porque en él fueron creadas todas las cosas” La frase da a entender que la expresión<br />

“primogénito de toda la creación”, hace referencia a la mediación creadora de Cristo,<br />

entonces lo que se busca es enfatizar la superioridad única de Cristo sobre todo lo<br />

creado. El “en él” quiere dar a entender que Cristo fue el instrumento divino en la<br />

creación del mundo. La expresión “todo tiene en él su consistencia” indica que Cristo es<br />

el fundamento permanente del ser en los entes. Cristo es quien mantiene al mundo en su<br />

ser. “Todo fue creado por él y para él” es una fórmula que muestra la función de<br />

mediación de Cristo (“por él”) y simultáneamente se habla de él como la meta de toda la<br />

creación (“para él”), en el sentido que el mundo ha sido creado “hacia él”, es decir que<br />

Cristo es la meta oculta de la creación y de su dinámica. 41<br />

40 Mysterium Salutis, p. 506<br />

41 Cfr. Ibíd., pp. 506-508<br />

15


El texto de Heb 1,2-3 señala lo siguiente: “en estos últimos tiempos nos ha hablado por<br />

medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos;<br />

el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo<br />

con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se<br />

sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”<br />

Se resaltan algunas expresiones que son fundamentales en el conjunto del texto. “Por<br />

medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo”, la frase habla de la exaltación de<br />

Cristo al cielo, exaltación que significa constituirse en heredero de todo. “Por quien<br />

también hizo los mundos”, significa que el Hijo actúo como instrumento mediador en<br />

la creación del mundo por Dios. “El que sostiene todo con su palabra poderosa”, la<br />

expresión “sostener todo” simboliza la preservación del mundo de la recaída en el caos,<br />

es una recaída que la impide el Hijo con “su palabra poderosa”, un poder que es<br />

propiedad del mediador de la creación. Es un poder que es propiedad de su palabra que<br />

está dinamizada de fuerza creadora. Y es por la palabra que el Hijo sostiene al mundo. 42<br />

El evangelio de Juan 1,3.10, “Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto<br />

existe.” “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.”<br />

Aquí Juan está hablando de la eternidad atemporal de la Palabra. Es la Palabra con la<br />

que Dios realiza la historia de la salvación. Una Palabra que se encarna creando y<br />

salvando. Este binomio de creación-salvación es posible por la encarnación del Logos<br />

que es fuente de la vida, por quien todo fue hecho. 43<br />

De este modo, la creación viene a encontrar su fundamento también en el Nuevo<br />

Testamento. Y la salvación que ha tenido lugar en Cristo amplia el esquema de la<br />

creación. El sí de Dios al mundo en Cristo, manifiesta la presencia constante de Dios<br />

mediada por Cristo quien tiende a la realización de su obra salvadora.<br />

La creación es el origen permanente de la salvación que incluye una encarnación del<br />

Hijo y el envío del Espíritu. Esta creación tiene lugar como comunicación y<br />

participación en el amor de Dios en una absoluta libertad, que tiene como presupuesto la<br />

alianza de Yahvéh con Israel, la cual fue vivida en total gratuidad y se potencia en la<br />

nueva alianza concluida por Dios con la humanidad en la encarnación de su Hijo. La<br />

libertad de la salvación incluye la libertad de la acción creadora de Dios que está<br />

dinamizada por el amor que se concreta en una entrega auténtica. La libertad muestra su<br />

autenticidad no en el recibir sino en el dar; da libremente y da libertad. 44<br />

5. Antropología teológica: Creación y Salvación 45<br />

Se puede afirmar que el Dios que crea es el mismo Dios que libera en éxodo, que sale<br />

de sí, para entregarse sin condiciones. Es este Dios el que anuncia los profetas y es el<br />

meditado por la sabiduría. Es el mismo que se refleja en la vida de Jesús de Nazaret. Es<br />

el Dios que se revela en el Dios creador.<br />

42 Cfr. Ibíd., p. 508-509<br />

43 Cfr. Ibíd., p. 509. SAYÉS, Teología de la creación, pp. 54-55<br />

44 Cfr. Mysterium Salutis, pp. 546-551<br />

45 Sigo a TORRES QUEIRUGA, Andrés, “la estructura fundamental de la esperanza bíblica”, en<br />

Theologica Xaveriana, N°154 (abril-mayo, 2005), 227-252<br />

16


El carácter activo de la actividad creadora se puede recoger en que cuanto más presente<br />

el creador más hace ser a la criatura, cuanto más ésta se reciba de él, más se realiza en<br />

ella la fuerza creadora. “Ser” para la criatura significa estar siendo traída a la existencia,<br />

es estar “siendo sida” por el creador, que le abre el espacio de su esperanza. No se<br />

puede olvidar que la creación tiene su raíz en la experiencia del carácter contingente de<br />

nuestro mundo. Este carácter es lo que ha llevado a la intuición de una realidad que lo<br />

fundamenta, por eso la visión bíblica de Dios lleva un concepto peculiar y único de<br />

creación.<br />

Lo anterior invita a revisar el esquema de la historia de la salvación que se ha dado a lo<br />

largo de los siglos. Se trata de recuperar el significado original que puede tener la<br />

historia de la salvación para la creación. Según Torres Queiruga, se constata una<br />

tendencia en la humanidad a comprender la historia de la salvación desde un esquema<br />

tradicional, que no ha tenido en cuenta la presencia del Dios que crea por amor.<br />

Lúcidamente, el autor construye un esquema original alternativo que tiene como<br />

fundamento el Dios que crea por amor, el Dios de Jesús. Desde esta perspectiva se<br />

plantea un cambio de paradigma que favorezca la relación entre creación y salvación.<br />

El esquema tradicional que describe la historia de la salvación y que es necesario revisar<br />

se formula en la siguiente secuencia: Paraíso-caída-castigo-redención-gloria. Es una<br />

secuencia que no pasa el examen de una racionalidad crítica propia del mundo moderno,<br />

caracterizado por el secularismo. Esta concepción trae como consecuencia la perversión<br />

de la “imagen de Dios”, pues presenta a Jesús castigando en vez de perdonar. Se vincula<br />

el mal (sufrimiento, culpa y la muerte) con el castigo divino y la salvación se presenta<br />

como precio doloroso que el Hijo tuvo que pagar por todos nosotros/as para alcanzarnos<br />

el perdón.<br />

Lo dicho está determinado por una imaginación mítica que ha condicionado<br />

racionamientos teológicos. Por ello, la creación, la salvación, la esperanza cristiana<br />

queda afectada, pues se introduce una deformación sobre la imagen de Dios, dejando en<br />

el ambiente una comprensión de la salvación- creación, desde un dios justiciero que<br />

permite el mal y que castiga. De este modo, se infunde culpabilidad, falsas<br />

responsabilidades y superfluas libertades.<br />

Como alternativa al esquema tradicional, se propone el esquema del Dios que crea por<br />

amor, estableciendo la siguiente secuencia de la historia de la salvación-creación:<br />

Creación-crecimiento histórico-culminación en Cristo-gloria. Aquí el tiempo de la<br />

historia se concibe como la condición de posibilidad de la existencia finita, ya no es la<br />

caída de un paraíso. El mal no es castigo, sino que representa el obstáculo relacional que<br />

brota de la condición humana y afecta la vinculación con Dios. La salvación en<br />

Jesucristo es la culminación de la lucha amorosa. Y la gloria será la realización del<br />

designio originario de Dios, que busca nuestra realización desde el amor. De este modo,<br />

la historia se crea, re-crea y se constituye en camino de esperanza a pesar de los<br />

obstáculos reales en que Dios inaugura una nueva concepción del tiempo en términos de<br />

apertura, que abre a una comunión esperada y libre de sufrimientos.<br />

La antropología teológica está invitada a pensar de manera nueva la relación entre<br />

creación y salvación, dos categorías que hemos intentado desarrollar en estas páginas.<br />

Para lo cual, se hace necesario abandonar la comprensión de la creación en términos de<br />

caída/redención, y junto a ello, realizar un trabajo minucioso por des-mitologizar la<br />

17


historia de Dios con la humanidad, empezando por el libro del Génesis, en el que se ve<br />

la creación caída que se identifica como el mundo malo del que nos libera la redención,<br />

y trae como consecuencia la práctica de tendencias ascéticas, la negación del cuerpo y<br />

de la naturaleza y la centralidad de Jesucristo en la redención. Desde esta perspectiva, la<br />

salvación acontece fuera de la creación, como liberándola de ella. Y la encarnación<br />

tiende a sustraerse del proceso creador convirtiéndola en una irrupción sobre-naturalista.<br />

La antropología teológica tiene que caminar de la mano de la teología de la creación, de<br />

la soteriología y más específicamente de la escatología. Pues la creación es una noción<br />

escatológica. Es un sistema abierto al futuro sea de fracaso o de salvación. Igualmente<br />

tiene que tener presente que los gemidos de la tierra, son gemidos de la condición<br />

humana y debe de intentar generar situaciones de sentido que sostengan las angustias e<br />

incertidumbres que hombres y mujeres padecen.<br />

La antropología teológica que logre articular la creación y la salvación debe hacerse<br />

cargo de la vida desde el Dios creador, que la da en momentos de fracaso, por eso su<br />

tarea consiste en manifestar que realmente Dios se hace cargo de la vida, por la creación<br />

y más allá del mal y por la misma gracia concedida como don gratuito al ser humano.<br />

De este modo, la antropología teológica necesita de una razón que esté abierta a la<br />

realidad actual para que logre captar y sostener por la fe, que hace razonable la razón<br />

desde el sentir, las necesidades existenciales y sociales de las personas. Esta situación<br />

reclama una razón creadora que proporcione una comprensión integral de la existencia<br />

humana con relación al Dios creador.<br />

La tarea atribuida a la antropología teológica debe orientarse a favorecer los espacios<br />

que se intentan construir, como defensa de la vida manifestada en la lucha por la<br />

dignidad del ser humano, por la identidad de la mujer y el varón, por la protección del<br />

medio ambiente como entorno con el que nos relacionamos, por concepciones acerca<br />

del mal que estén libres de condenación y dominio, por superar el individualismo, por<br />

aparecer en lo pequeño y con los pequeños de este mundo, por una ética mediada por la<br />

piedad, por una solidaridad universal, por la acogida hacia los demás…..<br />

6. Retos<br />

Como bien lo señala Francisco José Ruíz Pérez, se hace necesario resaltar esa teología<br />

creacional que reviste la praxis histórica de Jesús, en quien es palpable esa convicción<br />

de que toda creatura, por el mero hecho de serlo, está abierta a la posibilidad salvífica de<br />

Dios, pues todo se sitúa dentro del marco creacional, nada se cierra a la dinámica del<br />

Reino ni se estanca por el temor o la desesperación. Dios Padre-Madre “hace salir su sol<br />

sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos” (Mt 5,45) El altísimo “es bueno<br />

con los ingratos y los perversos” (Lc 6,35). Jesús se deja rodear por los pobres y<br />

enfermos, por aquellos que sufrían el rechazo religioso-social. Jesús recupera para ellos<br />

la dignidad teológica de la creatura y les posibilita la esperanza. 46<br />

Es evidente que asistimos a una revolución que está activada por un planeta que está<br />

muriendo prematuramente, el medio ambiente se degrada rápidamente y nos<br />

encaminamos a este ritmo. Nos enfrentamos a un problema de supervivencia que nos<br />

exige imaginar alternativas al sistema económico neoliberal y al ethos consumista. A<br />

desarrollar estructuras de decisión político-económicas que velen por la preservación en<br />

46 Cfr. RUIZ PEREZ, Francisco, “Creación y Ecología” en TAMAYO, Juan José. Nuevo Diccionario de<br />

Teología, 184<br />

18


justicia de los bienes del planeta. Se trata de una nueva conciencia global, cuyo sujeto es<br />

la humanidad entera.<br />

Es un reto para la Antropología teológica desde el campo de la creación, el asumir los<br />

aportes que la Teología ecológica contemporánea señala en los siguientes puntos 47 :<br />

- La situación ecológica demanda que se siga revisando la inclinación<br />

antropocéntrica de la Modernidad. El ser humano tiene que saberse incluido<br />

dentro del cosmos, en pertenencia a él y en dependencia de los procesos que lo<br />

configuran. El progreso infinito en los términos en que hoy se persigue niega la<br />

alteridad del mundo, por ello se hace necesario promover conceptos claves del<br />

saber secular como los de contingencia, falibilidad y finitud humanas. El saber<br />

teológico propone ahondarlos conectándolos con otro perteneciente a su acervo,<br />

el de creaturalidad. El estatuto fundamental de creatura que afecta por igual al<br />

ser humano y a la realidad no humana posee una carga relativizadora y crítica<br />

del antropocentrismo.<br />

- Revalorización de la conexión entre historia y naturaleza. El desequilibrio<br />

ecológico remite a desequilibrios históricos. La pregunta por el futuro del<br />

entorno es la pregunta por el adónde quiere dirigirse históricamente la<br />

humanidad. Cualquier hipotética plenificación de la historia tiene que contar con<br />

la plenificación del mundo no humano. Sin esa “fraternidad” y sororidad entre<br />

las creaturas parece inviable todo horizonte salvífico.<br />

- Recuperación de una espiritualidad de la tierra. En esta espiritualidad queda<br />

afectada la imagen de Dios. Se reivindican aspectos de la revelación que son<br />

correctivos a la imagen de Dios como lo maternal, lo femenino, lo inclusivo, lo<br />

pasivo, lo lúdico, lo providente y lo creativo.<br />

- Se debe mirar el acto creador como implementación del amor que nos conduce,<br />

cada vez a mayor plenitud. El pasado alcanza el presente y el futuro, porque el<br />

pasado es promesa y como tal apunta a una realización que afecta al hoy y al<br />

mañana, por eso se hace necesario hablar de una creatio originalis.<br />

- La voluntad de ser, mezclada sin duda con la compulsión por el poder, debe<br />

ceder espacio a una conciencia cada vez más fuerte del estar-en y del estar-con.<br />

Lo relacional se erige como eje vertebrador para la antropología y la teología.<br />

Somos planetarios, humanidad, co-creaturas, por ello se hace necesario<br />

reconsiderar los parámetros en que se mueve la mística creacional, que invita a<br />

la alabanza solidaria de las creaturas, al acceso estético a lo creado y a la<br />

fraternidad con el cosmos.<br />

47 Cfr. Ibíd., 187-189<br />

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