Capítulo V El problema antropológico - Dirección General de ...
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<strong>Capítulo</strong> V <strong>El</strong> <strong>problema</strong> <strong>antropológico</strong><br />
La pregunta por el ser <strong>de</strong>l hombre<br />
«La escala misma <strong>de</strong>l cuerpo humano es insu ciente. Con la máscara y los conturnos,<br />
el maquillaje que reduce y acusa el rostro en sus elementos esenciales, el vestido que<br />
exagera y simpli ca, este universo lo sacri ca todo a la apariencia y no está hecho sino<br />
por el ojo.»<br />
Albert Camus, <strong>El</strong> mito <strong>de</strong> Sísifo<br />
Hay entre las preguntas <strong>de</strong> la Filosofía una en especial. Quizá sea la más cercana<br />
<strong>de</strong> todas y <strong>de</strong> una vigencia permanente. Más próxima que ninguna, es la pregunta por<br />
el ser <strong>de</strong>l hombre. Pregunta que se impone, que conmueve y llena <strong>de</strong> incertidumbre.<br />
Es difícil respon<strong>de</strong>r (pero también es muy difícil preguntar apropiadamente), porque<br />
estamos comprometidos en ello. Aquí no hablaremos <strong>de</strong> algo ajeno, ni extraño, sino <strong>de</strong><br />
nosotros, <strong>de</strong> nuestro ser más íntimo, <strong>de</strong> nuestra vida en este mundo.<br />
Esta es una pregunta que acompaña y atormenta al hombre a lo largo <strong>de</strong> su vida.<br />
Pregunta universal porque no hace distinciones <strong>de</strong> edad, sexo o clase social. Pregunta<br />
inevitable, quizá ella sea la que nos haga ser humanos.<br />
Pue<strong>de</strong> pensarse que la re exión sobre el hombre ha surgido con el hombre mismo.<br />
<strong>El</strong> hombre es inseparable <strong>de</strong> esa re exión sobre sí. Ante el hecho <strong>de</strong> que somos, <strong>de</strong><br />
que existimos, surgen las preguntas: ¿por qué? (causa) ¿para qué? ( nalidad) ¿cómo?<br />
(modo, manera).<br />
Una re exión inquietante<br />
(inspirada en Mafalda, <strong>de</strong> Quino)
Filosofía<br />
Concepciones tradicionales sobre el hombre<br />
<strong>El</strong> hombre fue motivo <strong>de</strong> reflexión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los orígenes <strong>de</strong>l<br />
pensamiento, no solo racional, sino que también ha suscitado<br />
profundas re exiones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo mítico y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo religioso.<br />
A lo largo <strong>de</strong> la historia los hombres han respondido a esta<br />
pregunta. Las distintas respuestas dadas establecen el lugar que el<br />
hombre ocupa en el universo, las relaciones con los otros hombres,<br />
la naturaleza y los animales.<br />
Concepción ju<strong>de</strong>o-cristiana <strong>de</strong>l hombre<br />
Es una visión teocéntrica. <strong>El</strong> hombre es pensado como una criatura,<br />
un ser creado por otro ser superior llamado Dios. Este dios generoso,<br />
en un acto <strong>de</strong> voluntad crea un ser a imagen y semejanza suya.<br />
Así el hombre es un compuesto <strong>de</strong> alma y cuerpo. Su alma<br />
participa <strong>de</strong> la divinidad, que es inmortal como su dios creador. Esta<br />
participación es lo que lo pone por encima <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los seres<br />
creados. <strong>El</strong> hombre es el rey <strong>de</strong> la creación.<br />
La humanidad, según esta concepción, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> una pareja<br />
primigenia: Adán y Eva, que habitaban el paraíso. Pero <strong>de</strong>soyeron<br />
las leyes divinas y pecaron, entonces fueron echados <strong>de</strong> él.<br />
Para el pensamiento ju<strong>de</strong>o-cristiano, el hombre es caído porque<br />
pecó. Su vida mortal es su castigo, el cielo su recompensa. Pero<br />
<strong>de</strong>be ganarse el cielo en su vida en este mundo. Su alma es su<br />
aspecto divino y ésta ansía (su <strong>de</strong>stino es) reencontrarse con su<br />
dios creador.<br />
104<br />
Su libertad consiste en actuar según la ley divina (el plan <strong>de</strong><br />
Dios). En cuanto a la razón, esta no es su ciente como fuente <strong>de</strong><br />
conocimiento, ni mucho menos <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción. <strong>El</strong> valor supremo es el<br />
<strong>de</strong> la fe, fundamentalmente, en la palabra divina expresada en la Biblia<br />
(y por sus interlocutores autorizados: iglesias, sacerdotes, etc.).<br />
Escenas <strong>de</strong>l Génesis, el primero <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> la<br />
Biblia, en ilustraciones <strong>de</strong> la Edad Media
Concepción clásica <strong>de</strong>l hombre: una visión cosmocéntrica<br />
Esta consiste en a rmar que lo propio <strong>de</strong>l hombre es su racionalidad. Su<br />
capacidad <strong>de</strong> raciocinio es lo que los diferencia <strong>de</strong> los otros animales y lo pone<br />
por encima <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los seres <strong>de</strong> la naturaleza.<br />
Los griegos llamaban a la razón, logos, y lo consi<strong>de</strong>raban parte <strong>de</strong> un<br />
logos superior, que era el principio or<strong>de</strong>nador <strong>de</strong>l universo. Y como el hombre<br />
participaba <strong>de</strong> ese logos, podía conocer el cosmos. Pero para po<strong>de</strong>r conocer<br />
las leyes que regían ese or<strong>de</strong>n, <strong>de</strong>bía apartarse <strong>de</strong>l pensamiento mítico.<br />
Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que como resultado <strong>de</strong> esta concepción el pueblo griego dio<br />
a luz no sólo la Filosofía, sino también la Democracia.<br />
Dotado <strong>de</strong> esta peculiar capacidad, el hombre estaba llamado a reproducir<br />
ese or<strong>de</strong>n cósmico en su vida cotidiana. Porque por su racionalidad el hombre<br />
pue<strong>de</strong> conocerse a sí mismo y también hallar reglas que lo ayu<strong>de</strong>n a convivir<br />
con otros hombres.<br />
Una consecuencia <strong>de</strong> esto fueron las ciuda<strong>de</strong>s griegas llamadas Polis. La<br />
vida en ellas estaba reglamentada <strong>de</strong> tal modo que todos los hombres libres y<br />
adultos participaban <strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong> la ciudad<br />
Por ello es que Aristóteles <strong>de</strong> ne al hombre como zoon politikon (animal<br />
político). Esto implicaba ser racional y tener la capacidad <strong>de</strong> la palabra. Ser<br />
hombre, era ser político, era entonces formar parte <strong>de</strong> ese or<strong>de</strong>n cristalizado<br />
en la vida <strong>de</strong> la polis.<br />
Tal es la conexión <strong>de</strong> estas i<strong>de</strong>as que los griegos no consi<strong>de</strong>raban hombres<br />
a quienes vivían fuera <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong> la ciudad.<br />
Esta concepción clásica se reformula en la Mo<strong>de</strong>rnidad. Luego <strong>de</strong> la Edad Media<br />
la razón <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rada peligrosa si no estaba puesta al servicio <strong>de</strong> Dios.<br />
Es nuevamente la luz que guía a los hombres en su búsqueda <strong>de</strong> conocimiento.<br />
105<br />
Filosofía<br />
Acontece lo que Weber da en llamar la huida <strong>de</strong> los<br />
dioses <strong>de</strong> la tierra. <strong>El</strong> hombre recupera su libertad y es<br />
la razón la que hace posible que adquiera su autonomía.<br />
Dirá Kant «Atrévete a saber», a abandonar la minoría <strong>de</strong><br />
edad, a pensar por vos mismo. Este es el slogan <strong>de</strong> la<br />
Ilustración.<br />
<strong>El</strong> hombre reivindica su vida en el mundo y lo recupera<br />
como fuente <strong>de</strong> conocimiento. Pero esta vez es su razón<br />
el principio or<strong>de</strong>nador. <strong>El</strong> hombre es un microcosmos<br />
porque contiene en sí las condiciones <strong>de</strong> posibilidad <strong>de</strong>l<br />
conocimiento <strong>de</strong>l universo.<br />
Atenea, la diosa griega <strong>de</strong> la sabiduría<br />
Museo <strong>de</strong>l Louvre, París
Filosofía<br />
NACIONALISMO CRIOLLO<br />
EL QUE NO SALTA... Oscar Teran (Filósofo, investigador <strong>de</strong>l CONICET)<br />
Como en todo país en los tiempos <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad, las elites político-intelectuales <strong>de</strong> la Argentina enfrentaron<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su origen la necesidad <strong>de</strong> imaginar un sistema <strong>de</strong> vínculos laicos que ligaran a sus habitantes en una<br />
comunidad. Como en todo el arco occi<strong>de</strong>ntal, se impuso la relación <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad por excelencia <strong>de</strong> los tiempos<br />
mo<strong>de</strong>rnos: la nación, legitimada por un patriotismo nacionalista.<br />
Consumada la construcción <strong>de</strong>l Estado en 1880, la «cuestión nacional» volvió a ser motivo <strong>de</strong> intensos <strong>de</strong>bates,<br />
hiperactivada por la presencia <strong>de</strong> un proceso inmigratorio <strong>de</strong> características inusitadas, así como por la amenaza <strong>de</strong><br />
una confrontación bélica con Chile y en medio <strong>de</strong> las fracturas inducidas por el acelerado proceso <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rnización.<br />
Nuevamente se apeló entonces a la construcción <strong>de</strong> un imaginario patriótico capaz <strong>de</strong> aglutinar a una sociedad<br />
vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Estado como excesivamente heterogénea.<br />
No pocos i<strong>de</strong>nti caron entonces heterogeneidad con ingobernabilidad: «la diversidad <strong>de</strong> razas -escribió por ejemplo<br />
Juan A. Alsina- crea <strong>problema</strong>s sociales gravísimos. Conservemos en nuestra República la homogeneidad, para<br />
disminuir con ictos que no <strong>de</strong>jarán <strong>de</strong> presentarse <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella.<br />
De tal modo, en el seno <strong>de</strong>l Estado liberal y en relación con una sociedad civil más móvil <strong>de</strong> lo que la clase dirigente<br />
sospechaba, se dirimió una querella por la <strong>de</strong> nición <strong>de</strong> esa nacionalidad. En la segunda década <strong>de</strong> este siglo,<br />
esa disputa ha quedado saldada, y la posición triunfante implicó una ruptura con el nacionalismo constitucionalista<br />
y político <strong>de</strong> guras fundadoras como Alberdi y Sarmiento, quienes habían imaginado una nación como un<br />
espacio don<strong>de</strong> se realizan valores universales (o al menos «occi<strong>de</strong>ntales») agrupados entonces con el nombre<br />
<strong>de</strong> «civilización».<br />
A partir <strong>de</strong> un operativo que arranca <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong>l Estado liberal, hacia el Centenario ya resulta claro que ese<br />
nacionlismo era reemplazado por otro <strong>de</strong> signo culturalista, don<strong>de</strong> la pertenencia a una comunidad se <strong>de</strong> nía por<br />
la adhesión a un conjunto <strong>de</strong> símbolos particulares y diferenciados. Triunfaba así la pretensión <strong>de</strong>l nacionalismo<br />
esencialista, que funda la i<strong>de</strong>ntidad en la cultura y proyecta una patria vaciada sobre un mol<strong>de</strong> único según la<br />
consigna «una nación, una cultura». Se imponía así una manera monoculturista <strong>de</strong> ser argentino, escasamente<br />
abierto a la diferencia y dispuesto a aceptar al otro sólo en la medida en que se atuviera al código patriótico así<br />
elaborado.<br />
<strong>El</strong> meneado «crisol <strong>de</strong> razas» no iba a consistir por ello en la convivencia <strong>de</strong> un conjunto <strong>de</strong> individuos pertenecientes<br />
a culturas diversas y uni cados por su pertenencia política al Estado y sus instituciones, sino en la subsunción y<br />
eliminación <strong>de</strong> las mismas por esa matriz <strong>de</strong> nacionalismo criollo. Es su ciente con evocar el modo como el uso<br />
<strong>de</strong> la lengua italiana fue <strong>de</strong>sprestigiado para invalidar su práctica por parte <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> esos extranjeros para<br />
percibir concretamente el triunfo <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo homogeneizador.<br />
Ese tipo <strong>de</strong> nacionalismo culturalmente unicista contuvo diversos componentes, y uno <strong>de</strong> ellos consistió en la<br />
creencia en la excepcionalidad <strong>de</strong> la experiencia argentina y el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>za a nosotros ofrecido. Cuando<br />
esta tenaz creencia hubo resistido incluso a <strong>de</strong>vastadoras <strong>de</strong>sgracias nacionales, cuando hubo incluso reforzado<br />
la heterofobia que daba pábulo al chovinismo <strong>de</strong> pequeña potencia, muchos argentinos se encontraron coreando<br />
una consigna al menos curiosa: «<strong>El</strong> que no salta es un holandés».<br />
106<br />
Concepción cientí ca <strong>de</strong>l hombre<br />
Esta es la consecuencia directa <strong>de</strong>l<br />
optimismo cientí co, que con ado por sus<br />
avances y logros, proyecta su búsqueda<br />
<strong>de</strong> saber sobre lo humano.<br />
Así las tesis evolucionistas <strong>de</strong> Darwin<br />
se aplican al hombre y se lo concibe<br />
como un momento en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la<br />
especie, como un producto nal y muy<br />
tardío <strong>de</strong> la evolución.<br />
<strong>El</strong> hombre sólo se distingue <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong><br />
los animales por el grado <strong>de</strong> complejidad<br />
<strong>de</strong> su constitución. No hay entre él y los<br />
<strong>de</strong>más seres vivos más que diferencias<br />
cualitativas y no cuantitativas. En ambos:<br />
hombre y animal operan los mismos<br />
mecanismos y están sometidos a las<br />
mismas leyes.<br />
Aquí la razón no es otra cosa que un<br />
instinto especialmente <strong>de</strong>sarrollado. <strong>El</strong><br />
hombre es un ser instintivo. Su espíritu, su<br />
razón no son más que el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> su<br />
po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> adaptación.<br />
Según esta posición, el hombre es<br />
sólo un mamífero superior notablemente<br />
adaptado. <strong>El</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s<br />
técnicas es lo que le ha permitido tener<br />
el dominio <strong>de</strong> la naturaleza. <strong>El</strong> hombre<br />
es un homo faber. Nada hay <strong>de</strong> divino, ni<br />
sobrenatural, ni <strong>de</strong> especial en el hombre.
Para la teoría cientí ca <strong>de</strong> la evolución, el hombre es concebido como un eslabón más en la ca<strong>de</strong>na evolutiva<br />
107<br />
Filosofía
Filosofía<br />
Antropología losó ca<br />
Si bien, como ya dijimos, la re exión sobre el hombre lo ha<br />
acompañado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre, el nacimiento <strong>de</strong> la Antropología<br />
Filosó ca como disciplina tiene su fecha <strong>de</strong> nacimiento.<br />
Kant en la Crítica <strong>de</strong> la Razón pura a rma que todo el saber está<br />
contenido en la respuesta a las siguientes preguntas:<br />
¿qué puedo saber?<br />
¿qué <strong>de</strong>bo haber?<br />
¿qué me es lícito esperar?<br />
A la primer pregunta respon<strong>de</strong> con la Metafísica, el conocimiento<br />
<strong>de</strong>l mundo; a la segunda pregunta contesta la Ética, el conocimiento<br />
<strong>de</strong>l alma; y a la tercer pregunta respon<strong>de</strong> la Teología, el conocimiento<br />
<strong>de</strong> Dios.<br />
Pero en una obra posterior, llamada Manual, que contiene<br />
sus cursos <strong>de</strong> Lógica, a rma que estas tres preguntas pue<strong>de</strong>n ser<br />
resumidas en una sola, que es la pregunta fundamental. Si po<strong>de</strong>mos<br />
respon<strong>de</strong>r a ella estaremos respondiendo a las preguntas anteriores.<br />
Y esta pregunta es:<br />
¿Qué es el hombre?<br />
De esa manera, Kant funda lo que conocemos como Antropología<br />
losó ca, cuyo objeto central <strong>de</strong> re exión es el hombre. No es que<br />
antes <strong>de</strong> él no se haya preguntado por el hombre, sino que al poner <strong>de</strong><br />
mani esto la centralidad <strong>de</strong> la pregunta, se evi<strong>de</strong>ncia su importancia.<br />
108<br />
A diferencia <strong>de</strong> la Antropología Cientí co-natural, que dirige su<br />
atención al ser humano especialmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista<br />
somático, trata la Antropología Filosó ca <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar al hombre<br />
integralmente, como totalidad y <strong>de</strong> caracterizarlo en su relación con<br />
su integridad, el universo, el sentido <strong>de</strong> la existencia, tanto individual<br />
como histórica y social.<br />
«La antropología filosófica no preten<strong>de</strong> reducir los <strong>problema</strong>s<br />
losó cos a la existencia humana ni fundar las disciplinas losó cas,<br />
como si dijéramos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo y no <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba. Lo que preten<strong>de</strong><br />
es, sencillamente, conocer al hombre. Pero con esto se encuentra<br />
ante un objeto <strong>de</strong> estudio <strong>de</strong>l todo diferente a los <strong>de</strong>más. Porque<br />
en la antropología losó ca se le presenta al hombre él mismo, en<br />
el sentido más exacto, como objeto. Ahora que está en juego la<br />
totalidad, el investigador no pue<strong>de</strong> darse por satisfecho, como en el<br />
caso <strong>de</strong> la antropología como ciencia particular, con consi<strong>de</strong>rar al<br />
hombre como cualquier otro trozo <strong>de</strong> la naturaleza, prescindiendo <strong>de</strong><br />
que él mismo, el investigador, también es hombre que experimenta<br />
en la experiencia interna este su ser hombre en una forma en la que<br />
no es capaz <strong>de</strong> experimentar ninguna otra cosa <strong>de</strong> la naturaleza,<br />
no sólo en su perspectiva <strong>de</strong>l todo diferente sino en una dimensión<br />
<strong>de</strong>l ser totalmente distinto, en una dimensión en la que sólo esta<br />
porción <strong>de</strong> la naturaleza que es él es experimentada. Por su esencia,<br />
el conocimiento losó co <strong>de</strong>l hombre es re exión <strong>de</strong>l hombre sobre<br />
sí mismo, y el hombre pue<strong>de</strong> re exionar sobre sí únicamnte si la<br />
persona cognoscente, es <strong>de</strong>cir, el lósofo que hace antropología,<br />
re exiona sobre sí como persona.»<br />
Martin Buber, ¿Qué es el hombre?
Unidad y dualidad<br />
La complejidad <strong>de</strong> lo humano ha sido pensada <strong>de</strong> múltiples formas.<br />
Estas pue<strong>de</strong>n clasi carse según el criterio <strong>de</strong> unidad o dualidad, que<br />
señala la relación existente entre su aspecto material, corpóreo y su<br />
aspecto inmaterial, espiritual.<br />
Las posiciones van <strong>de</strong>s<strong>de</strong> pensar que lo único que existe es el<br />
pensamiento y que todo lo que consi<strong>de</strong>ramos materia es un producto<br />
<strong>de</strong> nuestra capacidad <strong>de</strong> pensar e imaginar, como es el caso <strong>de</strong><br />
Malebranche; hasta sostener que lo único que existe es materia,<br />
y que el pensamiento no es más que el resultado <strong>de</strong> cálculos <strong>de</strong><br />
adición y sustracción, y que las acciones humanas no son más que<br />
movimientos generados por fuerzas <strong>de</strong> atracción y repulsión, como<br />
el caso <strong>de</strong> Hobbes.<br />
<strong>El</strong> hombre para los griegos era un compuesto <strong>de</strong> alma y cuerpo.<br />
<strong>El</strong> cuerpo mortal era la cárcel <strong>de</strong>l alma, que inmortal pa<strong>de</strong>cía estar<br />
atrapada en un mundo imperfecto y corruptible. <strong>El</strong> cuerpo era la<br />
ocasión, el medio para reconocer en este mundo, la perfección <strong>de</strong>l<br />
mundo olvidado.<br />
También la tradición ju<strong>de</strong>o-cristiana reeditó esta postura. Pero esta<br />
vez el alma, en vez <strong>de</strong> pertenecer al mundo <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as, retornaría<br />
junto a su dios creador.<br />
Pero será Descartes quien eternizará el dualismo. A diferencia<br />
<strong>de</strong> los griegos, el cuerpo será pensado ahora como el límite <strong>de</strong><br />
la individualidad, que será irrebasable. Recor<strong>de</strong>mos que para los<br />
griegos el hombre formaba parte <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n cósmico y que era<br />
consi<strong>de</strong>rado hombre cuando sus iguales lo reconocían como tal.<br />
109<br />
Filosofía<br />
«Pero me <strong>de</strong>tendré más bien a consi<strong>de</strong>rar aquí los pensamientos<br />
que se me presentaban antes por sí mismos en mi espíritu y que<br />
no me eran inspirados sino por mi propia naturaleza, cuando me<br />
aplicaba a consi<strong>de</strong>rar mi ser. Consi<strong>de</strong>raba, por lo pronto, que tenía<br />
un rostro, manos, brazos, y toda esta máquina compuesta <strong>de</strong> hueso y<br />
<strong>de</strong> carne, tal como se presenta en un cadáver, que yo <strong>de</strong>signaba con<br />
el nombre <strong>de</strong> cuerpo. (…)Yo no soy, pues, hablando con precisión,<br />
más que una cosa que piensa, es <strong>de</strong>cir, un espíritu, un entendimiento<br />
o una razón.»<br />
René Descartes, Meditaciones Metafísicas<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> extremar la heterogeneidad <strong>de</strong> los elementos que<br />
componen lo humano, y <strong>de</strong> asignar las <strong>de</strong>sventajas al cuerpo, éste<br />
es reducido sólo a extensión. <strong>El</strong> cuerpo no es racional. Se tiene,<br />
se posee un cuerpo y es consi<strong>de</strong>rado la parte menos humana <strong>de</strong>l<br />
hombre.<br />
Así el cuerpo en la mo<strong>de</strong>rnidad es abandonado al campo <strong>de</strong> las<br />
ciencias que estudian los cuerpos físicos. <strong>El</strong> cuerpo no se necesita<br />
para pensar. <strong>El</strong> alma en él es algo así como un fantasma en una<br />
máquina.
Filosofía<br />
Más allá <strong>de</strong> los modos <strong>de</strong> pensar esta relación, po<strong>de</strong>mos<br />
a rmar que el hombre es indiscernible <strong>de</strong>l cuerpo, que es el<br />
que le otorga sensibilidad y su posibilidad <strong>de</strong> existencia en un<br />
mundo también material.<br />
Marcel a rmará «No poseo un cuerpo, soy un cuerpo». No<br />
puedo ser sin él, no puedo vivir el mundo sin él. Para Arendt el<br />
cuerpo es el modo <strong>de</strong> i<strong>de</strong>nti cación, sabemos quienes somos<br />
porque somos un todo (cuerpo y pensamiento fundidos en una<br />
sola i<strong>de</strong>ntidad).<br />
Para Sartre, sin el cuerpo, sin el rostro, sin los ojos que hacen<br />
posible la mirada, el hombre no existiría. Vivir es vivir un cuerpo.<br />
«<strong>El</strong> pensador»,<br />
<strong>de</strong>l escultor francés<br />
Rodin (1840-1917)<br />
110<br />
Necesidad y Libertad<br />
La Antropología Cientí ca tiene como objetivo po<strong>de</strong>r explicar el<br />
fenómeno <strong>de</strong> lo humano. Po<strong>de</strong>r establecer las causas <strong>de</strong> su origen<br />
y po<strong>de</strong>r formular leyes que válidas para todo tiempo y lugar, nos<br />
ayu<strong>de</strong>n a pre<strong>de</strong>cir sus actos: a esto se llama <strong>de</strong>terminismo.<br />
Esto es coherente con el afán cientí co: la búsqueda <strong>de</strong> la verdad,<br />
<strong>de</strong> una verdad y la con anza <strong>de</strong> que es posible <strong>de</strong>scubrirla. Una<br />
vez establecidas las causas <strong>de</strong> lo humano, será posible establecer<br />
con rigurosidad las consecuencias <strong>de</strong> ello, sus efectos se darán <strong>de</strong><br />
manera necesaria.<br />
<strong>El</strong> hombre es estudiado como un cuerpo más <strong>de</strong> la naturaleza.<br />
Sus acciones son explicadas como se explica la caída <strong>de</strong> los<br />
cuerpos: una vez establecidas las condiciones iniciales, no hay<br />
lugar para excepciones.<br />
Pero esta proyección <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo cientí co-mecanicista sobre la<br />
vida <strong>de</strong> los hombres es inapropiada. Aunque no es exclusividad <strong>de</strong>l<br />
mo<strong>de</strong>lo cientí co el cuestionamiento <strong>de</strong>l libre albedrío. También la<br />
concepción ju<strong>de</strong>o-cristiana pone en tela <strong>de</strong> juicio la libertad humana,<br />
a rmando que el hombre está sometido a un or<strong>de</strong>n superior y que<br />
forma parte <strong>de</strong> un plan divino trazado previamente.<br />
<strong>El</strong> hombre no <strong>de</strong>be ser explicado (por lo menos, no exclusivamente).<br />
<strong>El</strong> hombre también <strong>de</strong>be ser comprendido. Esto implica captar el<br />
sentido <strong>de</strong> sus actos. Compren<strong>de</strong>r que el hombre no es pre<strong>de</strong>cible,<br />
porque el hombre es dueño <strong>de</strong> sus actos y cada uno <strong>de</strong> ellos es un<br />
completo acto <strong>de</strong> creación libre.
Para leer y comentar<br />
¡Otra pregunta complicada!<br />
Si le damos a dos hombres un hacha y los <strong>de</strong>jamos solos en el bosque:<br />
¿harán lo mismo? ¿quién pue<strong>de</strong> pre<strong>de</strong>cir con seguridad qué hará cada<br />
uno? Tendrá que tenerse en cuenta cuál fue su pasado, su historia <strong>de</strong><br />
vida. Pero, si son gemelos que han recibido la misma educación, ¿harán<br />
exactamente lo mismo?<br />
Sin duda, hay aspectos <strong>de</strong> la vida humana que están sometidos a las<br />
leyes <strong>de</strong> la naturaleza, ya que posee un cuerpo que participa <strong>de</strong> ella. Pero<br />
su realidad es mucho más compleja e insondable que el mundo físico.<br />
Por ello es que la Antropología Filosó ca no busca la verdad, sino po<strong>de</strong>r<br />
hallar el sentido <strong>de</strong> las acciones, es <strong>de</strong>cir, compren<strong>de</strong>rlas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un ujo<br />
temporal, ver su pasado, y cómo se orientan y dirigen hacia el futuro.<br />
Será siempre, el <strong>de</strong> la libertad, una solución particular relativa a tiempo<br />
y espacio, propias y resultado <strong>de</strong> un sistema <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as.<br />
111<br />
Filosofía<br />
La buena vida humana es buena vida entre seres humanos o<br />
<strong>de</strong> lo contrario pue<strong>de</strong> que sea vida, pero no será ni buena ni<br />
humana. ¿Empiezas a ver por dón<strong>de</strong> voy? Las cosas pue<strong>de</strong>n<br />
ser bonitas y útiles, los animales (por lo menos algunos)<br />
resultan simpáticos, pero los hombres lo que queremos ser es<br />
humanos, no herramientas ni bichos. Y queremos también ser<br />
tratados como humanos, porque eso <strong>de</strong> la humanidad <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />
en buena medida <strong>de</strong> lo que los unos hacemos con los otros.<br />
Me explico: el melocotón nace melocotón, el leopardo viene ya<br />
al mundo como leopardo, pero el hombre no nace ya hombre<br />
<strong>de</strong>l todo ni nunca llega a serlo si los <strong>de</strong>más no le ayudan. ¿Por<br />
qué? Porque el hombre no es solamente una realidad biológica,<br />
natural (como los melocotones o los leopardos), sino también<br />
una realidad cultural. No hay humanidad sin aprendizaje cultural<br />
y para empezar sin la base <strong>de</strong> toda cultura (y fundamento por<br />
tanto <strong>de</strong> nuestra humanidad):el lenguaje. (…) Por eso hablar<br />
a alguien y escucharle es tratarle como a una persona, por lo<br />
menos empezar a darle un trato humano. Es sólo un primer<br />
paso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, porque la cultura <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual nos<br />
humanizamos unos a otros parte <strong>de</strong>l lenguaje pero no es<br />
simplemente lenguaje. (…)<br />
Lo más importante <strong>de</strong> todo esto me parece lo siguiente: que<br />
la humanización (es <strong>de</strong>cir, lo que nos convierte en humanos,<br />
en lo que queremos ser) es un proceso recíproco (como el<br />
propio lenguaje, ¿te dás cuenta?). Para que los <strong>de</strong>más puedan<br />
hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos; si<br />
para mí todos son como cosas o como bestias, yo no seré mejor<br />
que una cosa o una bestia tampoco. Por eso darse la buena<br />
vida no pue<strong>de</strong> ser algo muy distinto a n <strong>de</strong> cuentas <strong>de</strong> dar la<br />
buena vida. Piénsalo un poco, por favor.»<br />
Fernando Savater, Ética para Amador
Filosofía<br />
Esencia y Existencia<br />
La esencia en el sentido más tradicional es aquello que hace a<br />
una cosa ser lo que esa cosa es o sea aquello sin lo cual esa cosas<br />
no sería lo que es. La respuesta a la pregunta acerca <strong>de</strong> qué es algo<br />
encierra la esencia <strong>de</strong> ese algo, aquello en que ese algo consiste.<br />
La esencia expresada <strong>de</strong> manera correcta es la <strong>de</strong> nición.<br />
La existencia se distingue <strong>de</strong> la esencia, como el hecho <strong>de</strong> que<br />
esa cosa sea se distingue <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong> una cosa. La existencia<br />
parece algo así como un plus que se aña<strong>de</strong> a la esencia, una especie<br />
<strong>de</strong> complemento mediante el cual la cosa llega a ser real.<br />
Así contrapuestos, la esencia se presenta como lo abstracto frente a<br />
la existencia que se daría como algo más real y concreto. No po<strong>de</strong>mos<br />
concebir la existencia <strong>de</strong> algo sin pensar en ese algo como existente,<br />
pero po<strong>de</strong>mos concebir la esencia <strong>de</strong> una cosa que no existe.<br />
En el pensamiento contemporáneo se <strong>de</strong>signa con esencialismo<br />
a aquellas teorías losó cas que a rman el primado <strong>de</strong> la escencia<br />
(ya porque consi<strong>de</strong>ren éstas que la esencia es previa a la existencia,<br />
o porque en todo caso reduzcan ésta a aquella).<br />
En el caso <strong>de</strong> la pregunta por el hombre, trata <strong>de</strong> buscar la<br />
naturaleza <strong>de</strong>l hombre, la característica que lo <strong>de</strong> na <strong>de</strong> una vez y<br />
para siempre, una <strong>de</strong> nición <strong>de</strong> lo que el hombre sea, válida para<br />
todo tiempo y lugar.<br />
112<br />
Busca <strong>de</strong>scubrir una estructura ja, objetiva, permanente e<br />
inmutable, aquello que todos los hombres tengan en común y que<br />
nos sirva para reconocer qué es un hombre y que no lo es.<br />
Max Scheler en <strong>El</strong> puesto <strong>de</strong>l hombre en el cosmos, se opone a<br />
la concepción cienti cista <strong>de</strong>l hombre. En este trabajo a rma que en<br />
los seres vivos es posible establecer cuatro grados <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo.<br />
<strong>El</strong> primer grado es el impulso afectivo, sin conciencia, propio <strong>de</strong> las<br />
plantas. <strong>El</strong> segundo grado es el instinto. <strong>El</strong> tercer grado es la memoria<br />
asociativa, manifestada en una inteligencia práctica, presente en los<br />
mamíferos superiores.<br />
<strong>El</strong> último grado, es lo que Scheler llama espíritu, y que está en el<br />
hombre. No implica una diferencia <strong>de</strong> grado, sino que es una diferencia<br />
esencial. <strong>El</strong> espíritu es lo que diferencia al hombre <strong>de</strong> los animales.
Las características <strong>de</strong>l espíritu son la libertad, que lo convierte<br />
en un ser moral y la objetividad, que lo hace capaz <strong>de</strong> conocer el<br />
mundo y a sí mismo. Pero la consecuencia más signi cativa es que<br />
tener espíritu, hace al hombre un ser religioso.<br />
Scheler nos dice que ser hombre es tener espíritu, es ser capaz<br />
<strong>de</strong> un pensamiento religioso. Esto pone al hombre en un lugar <strong>de</strong><br />
privilegio en el cosmos.<br />
Ernst Cassirer en su libro Antropología Filosófica trataba lo<br />
especí co <strong>de</strong>l hombre como el resultado <strong>de</strong> procesos <strong>de</strong> adaptación a<br />
su medio ambiente. <strong>El</strong> hombre (al igual que el resto <strong>de</strong> los animales)<br />
respon<strong>de</strong> a los estímulos <strong>de</strong>l medio y así <strong>de</strong>scubrió que es capaz <strong>de</strong><br />
un sistema <strong>de</strong> símbolos.<br />
Es el lenguaje un sistema simbólico que se encuentra mediando<br />
la relación <strong>de</strong>l hombre con el mundo y con los otros hombres.<br />
En un intento por completar la <strong>de</strong> nición clásica <strong>de</strong>l hombre como<br />
un ser racional, Cassirer propone pensarlo como un animal simbólico.<br />
Es que la <strong>de</strong> nición <strong>de</strong> racional es insu ciente para expresar toda la<br />
originalidad <strong>de</strong> la existencia humana.<br />
<strong>El</strong> hombre es capaz <strong>de</strong> ciencia, <strong>de</strong> religión, <strong>de</strong> arte, <strong>de</strong> cultura y<br />
todos estos quehaceres humanos, tienen en común ser expresados<br />
en sistemas <strong>de</strong> símbolos. Porque el hombre ha quebrado su<br />
relación directa con el mundo, y estas prácticas son una instancia<br />
<strong>de</strong> mediación entre él y el universo.<br />
<strong>El</strong> término existencialismo alu<strong>de</strong> a aquellas concepciones losó cas<br />
contemporáneas que sostienen que la existencia es anterior a la<br />
esencia, entendiendo que la existencia es únicamente humana.<br />
Existir <strong>de</strong>riva <strong>de</strong>l latín ex-sistere, sistere signi ca mantenerse,<br />
estar colocado y ex <strong>de</strong>signa la proce<strong>de</strong>ncia, el afuera. Para<br />
Kierkegaard (como para casi todos los existencialistas) la existencia<br />
<strong>de</strong>signa al individuo concreto y único, no como algo acabado, sino<br />
como una tarea a realizar.<br />
113<br />
Filosofía<br />
Para Hei<strong>de</strong>gger el rasgo fundamental <strong>de</strong>l hombre es su ser abierto,<br />
el hombre es apertura. <strong>El</strong> hombre no necesita entrar en relación con<br />
el mundo: es esa relación. <strong>El</strong> hombre es ser-en-el-mundo.<br />
La existencia para Hei<strong>de</strong>gger es ese ser-fuera-<strong>de</strong>-sí que es la<br />
existencia humana, el ser un proyecto, una X vacía, el estar inacabado,<br />
ese estar siempre por hacerse, estar abierto a un mundo.
Filosofía<br />
Para Jean Paul Sartre (1905-1980)<br />
el hombre nace libre, responsable y sin excusas<br />
114<br />
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser arrojado en el<br />
mundo que lo prece<strong>de</strong>, en un tiempo y lugar que no elige, pero vive<br />
en un mar <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s que lo hacen irremediablemente libre. <strong>El</strong><br />
hombre comienza por no ser nada.<br />
Es proyecto, echa disparada en el ujo temporal. No pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>tenerse, ni volver atrás. No permanece inmóvil, es siempre<br />
distinto.<br />
<strong>El</strong> hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia, empieza por<br />
no ser nada. <strong>El</strong> hombre nace siendo nada, lo único que tiene es la<br />
existencia y <strong>de</strong>be en la vida lograr su esencia. Para el existencialista<br />
la existencia prece<strong>de</strong> a la esencia. <strong>El</strong> hombre <strong>de</strong>be inventarse a sí<br />
mismo.<br />
Su único carácter es el <strong>de</strong> la libertad. Como contrapartida a esta<br />
in<strong>de</strong>terminación, a esta extrema libertad, el hombre es también el<br />
único responsable <strong>de</strong> lo que haga con su vida. Esta conciencia <strong>de</strong><br />
libertad y ante la obligación <strong>de</strong> hacerse a cada paso, generan en el<br />
hombre el sentimiento <strong>de</strong> angustia.<br />
Es la conciencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>samparo, <strong>de</strong>l vacío, <strong>de</strong> la responsabilidad<br />
<strong>de</strong> tener que <strong>de</strong>cidir qué hombre queremos ser. Ya no hay <strong>de</strong>stino que<br />
nos libere <strong>de</strong> tomar <strong>de</strong>cisiones, ni <strong>de</strong> responsabilida<strong>de</strong>s. <strong>El</strong> hombre<br />
se da su esencia en cada caso.
Persona<br />
La palabra hombre sugiere un conjunto <strong>de</strong> imágenes, <strong>de</strong> rasgos y<br />
caracteres morfológicos, que no sólo se apartan <strong>de</strong>l concepto animal,<br />
sino que lo oponen a éste.<br />
Ser humano expresa una unidad entre instancias interiores y<br />
exteriores, sicobiológicas y suprasíquicas. Pero al igual que hombre,<br />
ser humano, hace referencia a la pertenencia a un especie. Señalan<br />
lo que tenemos en común, lo que nos hace iguales, casi siempre<br />
referido a propieda<strong>de</strong>s observables.<br />
¿Cómo respon<strong>de</strong>rías a esta pregunta, aplicada a vos mismo?<br />
115<br />
Filosofía<br />
La palabra individuo tiene origen latino, proviene <strong>de</strong>l término<br />
griego átomon, que signi ca, lo indivisible. Históricamente adquiere<br />
relevancia en la Mo<strong>de</strong>rnidad, cuando se piensa en el hombre como<br />
un microcosmos, autosu ciente, una unidad in<strong>de</strong>pendiente, dotada<br />
<strong>de</strong> razón y <strong>de</strong> libertad y <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>terminación.<br />
<strong>El</strong> <strong>problema</strong> con la expresión individuo, es que es extremadamente<br />
monádica. En su acepción el otro y el mundo quedan<br />
fuera <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración. No expresa ninguna instancia <strong>de</strong> apertura,<br />
ni <strong>de</strong> relación. Es una herencia <strong>de</strong> una visión sicalista <strong>de</strong>l hombre,<br />
en la que se pensaba la vida como un juego <strong>de</strong> fuerzas, don<strong>de</strong> los<br />
hombres se relacionaban según sus movimientos <strong>de</strong> atracción y<br />
<strong>de</strong> repulsión.<br />
La cuestión queda salvada cuando se comienza a hablar <strong>de</strong><br />
persona, ocasión en la que se ven todas las limitaciones <strong>de</strong> la<br />
pregunta original. Persona, proviene <strong>de</strong>l latín y signi ca máscara<br />
<strong>de</strong> teatro.<br />
En tanto hombre o ser humano se es miembro <strong>de</strong> la especie, el<br />
hombre participa <strong>de</strong>l ámbito natural; pero en tanto persona, participa<br />
<strong>de</strong>l ámbito cultural.<br />
La noción <strong>de</strong> persona, tres notas que la caracterizan y se relacionan<br />
entre sí:<br />
1. Singularidad: a diferencia <strong>de</strong> la expresión <strong>de</strong> hombre, que expresa lo<br />
que los seres humanos tienen en común, persona, <strong>de</strong>signa lo que tienen<br />
<strong>de</strong> único. La persona siempre es en situación, siempre es persona para<br />
alguien, frente a alguien, junto a alguien y la manera en que esto se da, será<br />
siempre irrepetible. Y pue<strong>de</strong> ser único porque no tiene una esencia que lo<br />
<strong>de</strong>termine (aunque sí tiene condicionamientos históricos, socio-culturales<br />
que limitan sus posibilida<strong>de</strong>s, pero no son un <strong>de</strong>stino absoluto).
Filosofía<br />
2. Autonomía: la persona es libre, en tanto es principio <strong>de</strong> sus acciones.<br />
Tiene la facultad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir sobre sus actos y, en consecuencia, <strong>de</strong>be<br />
ser responsable <strong>de</strong> ellos. Y en su accionar libre se irá a rmando como<br />
persona, <strong>de</strong>splegando en el transcurso <strong>de</strong> su vida sus posibilida<strong>de</strong>s.<br />
3. Apertura: esta característica tiene dos aspectos:<br />
- La persona y su modo <strong>de</strong> ser inacabado: la apertura es esta ausencia<br />
<strong>de</strong> cierre <strong>de</strong> la vida humana, siempre a punto <strong>de</strong> realizarse, siempre por<br />
hacerse, por llevarse a cabo. La vida<br />
como un proyecto permanente.<br />
- La persona y su modo <strong>de</strong> ser abierto:<br />
vive en relación consigo misma, con<br />
los otros y con el mundo, y esto la<br />
constituye como tal. <strong>El</strong> solipsismo<br />
enajena y aísla. La persona es en<br />
un mundo, existe en el mundo, es<br />
el mundo.<br />
Estampa antigua <strong>de</strong> Aristóteles (384-<br />
322 a.C.), el gran filósofo griego.<br />
¿Pensaría en el sentido<br />
<strong>de</strong> la existencia humana?<br />
<strong>El</strong> sentido <strong>de</strong> la vida humana<br />
<strong>El</strong> <strong>problema</strong> <strong>de</strong> lo que el hombre sea se nos muestra en todas sus<br />
caras. Parece que la cuestión es <strong>de</strong>cidir entre una <strong>de</strong> nición a priori,<br />
abstracta, muerta, eleática <strong>de</strong> lo humano y una captación insu ciente,<br />
ini<strong>de</strong>nti cable, a posteriori, contingente, siempre cambiante y uyente.<br />
La <strong>de</strong>cisión está entre establecer necesariamente lo que el hombre es o<br />
dar una respuesta sometida a toda contingencia. Una vez más el <strong>problema</strong>:<br />
¿es posible <strong>de</strong>cir que tenemos conocimiento <strong>de</strong> algo contingente?<br />
Las opciones son: el hombre es siempre el mismo o el hombre es<br />
siempre otro.<br />
Esta di cultad evi<strong>de</strong>ncia que para pensar lo humano se necesitan<br />
categorías distintas que las utilizadas para el estudio <strong>de</strong>l mundo físico.<br />
En este error cae el Esencialismo.<br />
Ya que la existencia es un hecho que reclama un <strong>de</strong>cir que re eje su<br />
peculiar forma <strong>de</strong> ser-en-el-mundo, que el hombre en tanto proyecto no<br />
permanece inmóvil en él, sino que es un ir-siendo (Ortega y Gasset), en<br />
una permanente huida <strong>de</strong> sí mismo y a eso es lo que llamamos vivir.<br />
Pero entonces, ¿es imposible hablar <strong>de</strong>l hombre, porque siempre<br />
será uno distinto?<br />
Hay algo que po<strong>de</strong>mos a rmar, y sin temor a equivocarnos, y es que<br />
así como tenemos la capacidad para <strong>de</strong> nirnos, también poseemos<br />
la capacidad <strong>de</strong> extrañarnos <strong>de</strong> nosotros mismos. Po<strong>de</strong>mos vernos<br />
<strong>de</strong> muchas formas.<br />
Pensemos, por ejemplo, en nuestra experiencia al contemplarnos en<br />
las fotografías, que en su capacidad <strong>de</strong> jar un momento, evi<strong>de</strong>ncian a<br />
su vez, <strong>de</strong> manera <strong>de</strong>scarada la fatuidad <strong>de</strong>l instante, ante la voracidad<br />
<strong>de</strong>l cambio. <strong>El</strong> cambio no pue<strong>de</strong> sino darse en el tiempo.<br />
116
Si se generalizara,<br />
la re exión losó ca cambiaría algunas conductas humanas<br />
117<br />
Filosofía<br />
Los yo se suce<strong>de</strong>n, parcelados, escorzados, en la línea temporal <strong>de</strong> la vida.<br />
La vida que es cambiante, en su uir constante, genera un juego <strong>de</strong> tensiones,<br />
<strong>de</strong> la que resulta la contingencia y relatividad <strong>de</strong> las cosas humanas.<br />
Esto genera también, la di cultad <strong>de</strong> cristalizarlas <strong>de</strong> nitivamente, no al<br />
menos sin sacri car en ello, lo que parece ser propiamente humano. Pero<br />
¿constituye este testimonio <strong>de</strong> extrañamiento ante mi yo pasado y presente,<br />
la prueba irrefutable <strong>de</strong> que realmente no tenemos <strong>de</strong>recho a hablar <strong>de</strong> una<br />
misma persona?<br />
Aquí es don<strong>de</strong> la pregunta por el hombre, se vuelve la pregunta por la<br />
i<strong>de</strong>ntidad. La pregunta por la i<strong>de</strong>ntidad es la pregunta por la vida <strong>de</strong>l hombre.<br />
Preciso es, entonces, que la vida humana sea comprendida en su<br />
peculiaridad. Y para ello, en primer lugar, hay que alejar en el fantasma<br />
racionalista, porque la perplejidad <strong>de</strong> lo humano, no es susceptible <strong>de</strong> ser<br />
resuelta exclusivamente por la razón. Ya que cuando <strong>de</strong> lo humano se trata,<br />
busca poner al <strong>de</strong>scubierto una esencia que <strong>de</strong> antemano, supone como<br />
una estructura ja y dada.<br />
Gran parte <strong>de</strong> la tradición buscaba una respuesta a la pregunta formulada<br />
por Kant: ¿qué es el hombre? Pero gran parte <strong>de</strong>l <strong>problema</strong> estaba en el<br />
modo <strong>de</strong> preguntar. La pregunta por el qué exige como respuesta una cosa.<br />
Es una pregunta cosi cadora y sustancialista, esencialista.<br />
<strong>El</strong> modo apropiado <strong>de</strong> preguntar es ¿quién es el hombre? En su respuesta<br />
está contenida la i<strong>de</strong>ntidad y respon<strong>de</strong>r a la pregunta por un ¿quién? es<br />
contar una historia. Ya no se da una <strong>de</strong> nición, sino una i<strong>de</strong>nti cación.<br />
Porque <strong>de</strong>cir la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> alguien es respon<strong>de</strong>r a la pregunta: ¿quién ha<br />
realizado tal acción?
Filosofía<br />
Obtenemos como respuesta en <strong>de</strong>íctico, un señalamiento, aquel,<br />
un nombre propio, una individualidad. Y para ello contamos una<br />
historia: que será el recorrido <strong>de</strong> esa echa disparada: el trayecto<br />
que se <strong>de</strong>splegó en su que-hacer. <strong>El</strong> quién, tiene como contenido<br />
en su respuesta: la I<strong>de</strong>ntidad.<br />
En principio se respon<strong>de</strong> a esta pregunta nombrado a alguien, es<br />
<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>signándolo a través <strong>de</strong> un nombre propio. Pero ¿cuál es el<br />
soporte <strong>de</strong> la permanencia <strong>de</strong>l nombre propio? ¿Qué justi ca que<br />
consi<strong>de</strong>re que el <strong>de</strong>signado por el mismo nombre, sea el mismo a lo<br />
largo <strong>de</strong>l tiempo, que ha atravesado toda una vida? En tanto que la<br />
respuesta no pue<strong>de</strong> ser sino un relato, la i<strong>de</strong>ntidad, es en sí misma<br />
narrativa. Para compren<strong>de</strong>r algo humano, personal o colectivo, es<br />
preciso contar una historia.<br />
Esto pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse, en el sentido <strong>de</strong> que al llevar a cabo un<br />
recorrido en la vida, en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r hacer, saber hacer,<br />
querer hacer, <strong>de</strong>ber hacer, se <strong>de</strong>spliega inevitablemente, una historia,<br />
que en su ser narrada conformará la unidad <strong>de</strong> aquél que la vive.<br />
Si la pregunta por la i<strong>de</strong>ntidad, es la pregunta por la vida, y la<br />
vida es contradictoria, una forma <strong>de</strong> dar respuesta es un trabajo <strong>de</strong><br />
reconocimiento <strong>de</strong> esas imágenes, como propias.<br />
Pero he aquí la llave que abrirá la puerta al reencuentro <strong>de</strong> nuestro<br />
hombre fragmentado y disperso en el tiempo. <strong>El</strong> que para reconocerse<br />
<strong>de</strong>berá ir construyéndose con las imágenes que él y que los otros<br />
tienen <strong>de</strong> su yo, tejiéndolas una a una en una trama narrativa.<br />
Así y (según parece) sólo así será posible dar sustento a la<br />
diversidad, a la contingencia, a lo fugaz y anecdótico <strong>de</strong> su vida. Aquí<br />
tenemos a los personajes, como si fueran hombres arrojados en el<br />
118<br />
mundo, viviendo su drama, sin libreto previo, el cual posiblemente<br />
sea escrito luego <strong>de</strong> haber asistido al <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> su existencia.
Ricoeur entien<strong>de</strong> las acciones humanas como estructuras prenarrativas,<br />
que reclaman un relato que explicite su sentido en un<br />
todo organizado, el conocimiento <strong>de</strong>l hombre, no pue<strong>de</strong> más que<br />
estar con gurado narrativamente.<br />
<strong>El</strong> hombre también, al ser su vida un drama, pue<strong>de</strong> tener su<br />
lugar en la narración <strong>de</strong> su vida, <strong>de</strong> la cual él sea personaje, sea<br />
persona. Persona porque es representación, es el personaje <strong>de</strong> su<br />
relato y <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> los otros. No hay lugar para eleatismos, todo<br />
es representación.<br />
Sin este recurso el <strong>problema</strong> <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad se vería en una<br />
antinomia <strong>de</strong> difícil solución: entre la postulación <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ntidad<br />
abstracta, eleática, muerta (Descartes), y otra, que no es sino un<br />
constante uir, por ello ini<strong>de</strong>nti cable (Nietzsche). Totalidad temporal<br />
que vence a la fugacidad <strong>de</strong>l tiempo. <strong>El</strong> azar se retorna <strong>de</strong>stino porque<br />
pone or<strong>de</strong>n en el caos.<br />
Escaparía la humanidad <strong>de</strong>l dilema <strong>de</strong> ser siempre la misma o<br />
<strong>de</strong> ser siempre un otro, por medio <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ntidad narrativa. Ya<br />
que la narración en su dinamismo, pue<strong>de</strong> incluir (a diferencia <strong>de</strong> la<br />
i<strong>de</strong>ntidad abstracta), el cambio, la mutabilidad y pue<strong>de</strong> (a diferencia<br />
<strong>de</strong> la no i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> lo siempre uyente), darle unidad en un todo<br />
organizado retrospectivamente.<br />
Marcel Proust en En busca <strong>de</strong>l tiempo perdido presenta el relato<br />
<strong>de</strong> quien busca el sentido <strong>de</strong> la vida, comienza a escribir su vida<br />
para hallarlo y nalmente se da cuenta que ese era el sentido <strong>de</strong> su<br />
vida, escribirla.<br />
<strong>El</strong> <strong>problema</strong> es que la experiencia viva no da conocimiento <strong>de</strong>l<br />
yo. <strong>El</strong> conocimiento lo obtenemos a través <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> una vida,<br />
119<br />
Filosofía<br />
que se convierte en un referente primordial. Porque reorganiza<br />
retrospectivamente los acontecimientos, haciendo posible una<br />
inteligibilidad que antes no tenían. Si no tuviéramos un lenguaje<br />
narrativo que nos permita dar cuenta <strong>de</strong>l tiempo humano, hay cosas<br />
<strong>de</strong> las que no podríamos hablar.<br />
Antropología<br />
Filosó ca<br />
<strong>El</strong> hombre<br />
¿Qué es el hombre? ¿Quién es el hombre?<br />
ESENCIALISMO<br />
Cosificación<br />
Determinismo<br />
Universal<br />
A priori<br />
Definición cerrada<br />
EXISTENCIALISMO<br />
Personificación<br />
Libertad<br />
Particular<br />
A posteriori<br />
Apertura
Filosofía<br />
«¿Qué es lo más importante en la vida? Si preguntamos<br />
a una persona que se encuentra en el límite <strong>de</strong>l hambre,<br />
la respuesta será comida. Si dirigimos la misma pregunta<br />
a alguien que tiene frío, la respuesta será calor. Y si<br />
preguntamos a una persona que se siente sola, la<br />
respuesta seguramente será estar con otras personas.<br />
Pero con todas esas necesida<strong>de</strong>s cubiertas, ¿hay todavía<br />
algo que todo el mundo necesite? Los lósofos opinan<br />
que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo <strong>de</strong> pan. Es<br />
evi<strong>de</strong>nte que todo el mundo necesita comer. Todo el mundo<br />
necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más<br />
que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una<br />
respuesta a quién somos y por qué vivimos.»<br />
Jostein Gaar<strong>de</strong>r, <strong>El</strong> mundo <strong>de</strong> Sofía<br />
1. ¿Pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse necesaria la pregunta por el<br />
hombre? ¿Por qué?<br />
2. Supongamos que nos encontramos con un ser <strong>de</strong><br />
otro planeta, ¿Cómo explicarle quienes somos? Ensaya<br />
una respuesta.<br />
Activida<strong>de</strong>s<br />
120<br />
3. Completa el cuadro con las características <strong>de</strong> las concepciones<br />
<strong>de</strong>l hombre y también ejempli ca.<br />
Concepción Ju<strong>de</strong>o- Cristiana Clásica Cientí ca<br />
Características<br />
Ejemplo<br />
4. Lee atentamente y respon<strong>de</strong>: ¿Qué respuesta da cada<br />
filósofo a la pregunta por el hombre? ¿A qué postura<br />
antropológica correspon<strong>de</strong>?
«¿Qué signi ca aquí que la existencia prece<strong>de</strong> a la<br />
esencia? Signi ca que el hombre empieza por existir, se<br />
encuentra, surge en el mundo, y <strong>de</strong>spués se <strong>de</strong> ne. <strong>El</strong><br />
hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es<br />
<strong>de</strong> nible, es porque empieza por no ser nada.<br />
Porque queremos <strong>de</strong>cir que el hombre empieza por<br />
existir, es <strong>de</strong>cir, que empieza por ser algo que se lanza<br />
hacia un porvenir, y que es consciente <strong>de</strong> proyectarse<br />
hacia el porvenir. <strong>El</strong> hombre es ante todo un proyecto<br />
que se vive subjetivamente, en lugar <strong>de</strong> ser un musgo,<br />
una podredumbre o un coli or; nada existe previamente a<br />
este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre<br />
será ante todo lo que habrá proyectado ser.»<br />
Jean-Paul Sartre, <strong>El</strong> existencialismo es un humanismo<br />
«La razón es un término verda<strong>de</strong>ramente ina<strong>de</strong>cuado<br />
para abarcar las formas <strong>de</strong> la vida cultural humana en<br />
toda su riqueza y diversidad, pero todas estas formas<br />
son formas simbólicas. Por lo tanto, en lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong> nir<br />
al hombre como un animal racional lo <strong>de</strong> niremos como<br />
un animal simbólico. De este modo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>signar<br />
su diferencia especí ca y po<strong>de</strong>mos compren<strong>de</strong>r el<br />
nuevo camino abierto al hombre: el camino <strong>de</strong> la<br />
civilización.»<br />
Ernst Cassirer, Antropología Filosófica<br />
121<br />
Filosofía<br />
«Porque el hombre no tiene naturaleza. <strong>El</strong> hombre no es su<br />
cuerpo, que es una cosa; ni es su alma, psique, conciencia<br />
o espíritu, que es también una cosa. <strong>El</strong> hombre no es cosa<br />
ninguna, sino un drama, su vida es un puro y universal<br />
acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada<br />
cual no es, a su vez, sino acontecimiento.<br />
La vida es un gerundio y no un participio: un faciendum y<br />
no un factum. La vida es quehacer. La vida, en efecto, da<br />
mucho que hacer.»<br />
José Ortega y Gasset, Historia como sistema<br />
«<strong>El</strong> nuevo principio que hace <strong>de</strong>l hombre un hombre, es<br />
ajeno a todo lo que po<strong>de</strong>mos llamar vida, en el más amplio<br />
sentido, ya en el psíquico interno o en el vital externo. Lo<br />
que hace <strong>de</strong>l hombre un hombre es un principio que se<br />
opone a toda vida en general; un principio que, como tal,<br />
no pue<strong>de</strong> reducirse a la evolución natural <strong>de</strong> la vida (…).<br />
Ya los griegos sostuvieron la existencia <strong>de</strong> tal principio y<br />
lo llamaron la razón. Nosotros preferimos, para <strong>de</strong>signar<br />
esta X, una palabra más comprensiva, una palabra que<br />
compren<strong>de</strong> el concepto <strong>de</strong> la razón, pero que, junto al<br />
pensar i<strong>de</strong>as, compren<strong>de</strong> también una <strong>de</strong>terminada especie<br />
<strong>de</strong> intuición (…). Esa palabra es espíritu. Y <strong>de</strong>nominaremos<br />
persona, al centro activo en que el espíritu se mani esta<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las esferas <strong>de</strong>l ser nito, a rigurosa diferencia <strong>de</strong><br />
todods los centros funcionales <strong>de</strong> vida, que consi<strong>de</strong>rados<br />
por <strong>de</strong>ntro, se llaman también centros anímicos.»<br />
Max Scheler, <strong>El</strong> puesto <strong>de</strong>l hombre en el cosmos
Filosofía<br />
5. Imagina que se somete a juicio al Esencialismo. Vos sos el abogado <strong>de</strong>fensor:<br />
¿Qué ventajas <strong>de</strong>l Esencialismo usarías como <strong>de</strong>fensa?<br />
¿Qué <strong>de</strong>sventajas <strong>de</strong>l Esencialismo no confesarías al jurado?<br />
¿Qué lósofo esencialista usarías como testigo? ¿Por qué?<br />
6. Imagina que te sometes a juicio al Existencialismo. Vos sos el abogado <strong>de</strong>fensor:<br />
¿Qué ventajas <strong>de</strong>l Existencialismo usarías como <strong>de</strong>fensa?<br />
¿Qué <strong>de</strong>sventajas <strong>de</strong>l Existencialismo no confesarías al jurado?<br />
¿Qué lósofo existencialista usarías como testigo? ¿Por qué?<br />
7. Escribe una monografía cuyo tema sea «La libertad».<br />
122