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Antonio Fernán<strong>de</strong>z Ferrer<br />
Los poemas <strong>de</strong> Emily <strong>Dickinson</strong> tienen la cualidad <strong>de</strong> llegar al lector<br />
como recién creados. Nos sitúan en el umbral <strong>de</strong>l canto y nos invitan, con<br />
su cierta apariencia <strong>de</strong> fragmentariedad, a completar nosotros la ruta que<br />
<strong>Dickinson</strong> nos marca con su pluma. En su lírica no hay elementos superfluos<br />
o retóricos, el poema se asienta sobre una o dos palabras que estructuran<br />
todo su contenido. A<strong>de</strong>más, los espacios en blanco y las sugerencias<br />
tienen tanto valor en sus escritos como los elementos explícitos. La naturaleza<br />
es, para la escritora, un ente abstracto tan importante como Dios o<br />
como el amor. Lo interesante es que para alcanzar su conocimiento no<br />
necesita recurrir a gran<strong>de</strong>s palabras abstractas, ni ampulosas: una brizna <strong>de</strong><br />
hierba, un grillo, una flor, un pájaro, pue<strong>de</strong> ser el pretexto cotidiano sobre<br />
el que edificar esa especie <strong>de</strong> mística doméstica que es su poesía.<br />
<strong>Dickinson</strong> se sentía fascinada por la naturaleza en todas sus manifestaciones,<br />
pero lo que más le seducía eran los constantes cambios en su<br />
apariencia, las estaciones…, todo ello muy en consonancia con la visión<br />
trascen<strong>de</strong>ntalista, cercana a lo reverencial: la naturaleza como símbolo <strong>de</strong><br />
lo eterno. Por otra parte encontramos una muy diferente i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la naturaleza<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su corpus poético, con una <strong>de</strong>tallada y emotiva autenticidad<br />
acerca <strong>de</strong> las numerosas formas y pormenores <strong>de</strong>l ambiente natural que<br />
ro<strong>de</strong>a a la poeta. Estos poemas, liberados <strong>de</strong> toda especulación filosófica<br />
o intelectual, abarcan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sencillas «puestas en escena» (performances)<br />
sobre flores, pájaros e insectos, hasta <strong>de</strong>licadas <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> una tormenta<br />
veraniega, el cambio estacional, el amanecer o el ocaso. Algunos poemas<br />
po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rarlos como verda<strong>de</strong>ras obras maestras <strong>de</strong> imaginería<br />
simbolista, con una calidad expresiva fuera <strong>de</strong> lo común.<br />
Tanto la prosa como la obra poética <strong>de</strong> <strong>Dickinson</strong> son la consecuencia<br />
<strong>de</strong> innumerables pruebas, revisiones y borradores. Emily<br />
estableció un mo<strong>de</strong>lo estético al que ningún otro poeta se ha aproximado.<br />
Es un punto final: El «Nobody!» como emblema <strong>de</strong> lo absolutamente<br />
inviolable, el «yo-mismo» incomparable. Lo que uno absorbe <strong>de</strong> la poesía<br />
dickinsoniana es algo más valioso que un método artístico: la abundancia<br />
paradójica <strong>de</strong>l arte.