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Vidas y lenguas de Janet Núñez Por: Eloy Santos

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<strong>Vidas</strong> y <strong>lenguas</strong> <strong>de</strong> <strong>Janet</strong> <strong>Núñez</strong><br />

<strong>Por</strong>: <strong>Eloy</strong> <strong>Santos</strong><br />

Recientemente en Italia se publicó un libro <strong>de</strong> poemas <strong>de</strong> la barranquillera <strong>Janet</strong> <strong>Núñez</strong>,<br />

traducidos al italiano por <strong>Eloy</strong> <strong>Santos</strong>. Les presentamos una reseña <strong>de</strong>l mismo y un poema<br />

<strong>de</strong> la autora.


En contra <strong>de</strong> lo que sostiene un antiguo prejuicio, bastante generalizado en todas<br />

las épocas, las personas que escriben, leen o practican poesía en cualquiera <strong>de</strong> sus<br />

formas no viven más apartadas <strong>de</strong> la realidad que aquellas a quienes la expresión<br />

poética <strong>de</strong>ja indiferentes. Esta elección vital no es tampoco el fruto inconfesado <strong>de</strong><br />

una claudicación, ni un pretexto para refugiarse en mundos inaccesibles, a salvo <strong>de</strong><br />

las dificulta<strong>de</strong>s y contradicciones propias <strong>de</strong> la vida común. Basta una mirada<br />

mejor dispuesta para <strong>de</strong>smentir el prejuicio y llegar a la conclusión <strong>de</strong> que estos<br />

pocos solitarios no huyen <strong>de</strong> la tormenta, sino que caminan <strong>de</strong>rechos a su corazón<br />

violento. <strong>Por</strong>que cuando una sociedad no está a la altura <strong>de</strong> sus aspiraciones<br />

profundas, <strong>de</strong> su i<strong>de</strong>al, <strong>de</strong> su verda<strong>de</strong>ra naturaleza, cuando, hipnotizados por las<br />

pseudoculturas <strong>de</strong> cada época, los hombres se resignan a una versión falseada <strong>de</strong> sí<br />

mismos, la poesía es la última ancla con la vida real que nos queda. Y ahí está, en<br />

cada uno, al alcance <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> todo aquel que tenga valor para aferrarse a ella<br />

en su <strong>de</strong>scenso vertiginoso a lo hondo, hacia la insondable raíz <strong>de</strong> lo real.<br />

La realidad es pues el territorio comanche <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro poeta. Y el realismo, hoy<br />

como siempre, no se correspon<strong>de</strong> con esa versión sucedánea y materialista <strong>de</strong> la<br />

vida que proclaman a los cuatro vientos los cuervos <strong>de</strong>l “sentido común”. El<br />

verda<strong>de</strong>ro realista se asoma con valor al vértigo <strong>de</strong> la incertidumbre, se atreve a<br />

buscarse en el laberinto <strong>de</strong>l hombre ausente, se juega la vida reclamando un<br />

sentido y un <strong>de</strong>stino. Estas me parecen también las apuestas personales <strong>de</strong> <strong>Janet</strong><br />

<strong>Núñez</strong>, las coor<strong>de</strong>nadas implícitas <strong>de</strong> su poesía escrita. <strong>Janet</strong> es poeta verda<strong>de</strong>ra<br />

tanto por la <strong>de</strong>terminación sin reservas con que se implica en la aventura, como<br />

por la espontánea generosidad humana que sentimos en sus mejores poemas. Se<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellos una sentida vibración que conserva algo <strong>de</strong> la herida, <strong>de</strong> la veta<br />

<strong>de</strong>l dolor en que fueron recogidos, algo que atraviesa el aire con tacto <strong>de</strong> oro recién<br />

hallado, tibio aún, que perdura un instante y se hace nuestro gracias a esa ley <strong>de</strong><br />

vasos comunicantes que mantiene en pie el árbol <strong>de</strong> la poesía.<br />

“Non sono qui” <strong>de</strong>clara con lúcida candi<strong>de</strong>z la poeta colombiana en el primer verso<br />

<strong>de</strong> una <strong>de</strong> estas composiciones, asumiendo sin adornos la inconsistencia <strong>de</strong>l yo que<br />

da el primer paso en la tierra incógnita <strong>de</strong>l poema, y lo imprevisible <strong>de</strong> su<br />

peregrinación. En otro lugar <strong>de</strong>l libro venimos a conocer sus intenciones,<br />

expuestas con análoga <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z: …per incontrarmi / scrivo. El resto es viaje. Y<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> estos poemas <strong>Janet</strong> <strong>Núñez</strong> se convierte en avatar <strong>de</strong> la Alicia <strong>de</strong> Carroll,<br />

igualmente animosa a la hora <strong>de</strong> atravesar los umbrales <strong>de</strong> la apariencia. De su<br />

mano entramos en temibles paisajes interiores, vemos mejor lo que no se ve.<br />

Seguimos sus pasos en ciuda<strong>de</strong>s bajo cuyo suelo se extien<strong>de</strong> el reverso <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s<br />

idénticas, tanteamos en la tierra el paso hacia el otro lado, don<strong>de</strong> tal vez la está<br />

buscando su ser verda<strong>de</strong>ro, el que le correspon<strong>de</strong> en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las cosas.<br />

Asistimos a encuentros ambiguos con otros que la <strong>de</strong>sean, y que tienen tal vez<br />

planes diferentes a los suyos, aunque los camuflen bajo el nombre compartido <strong>de</strong>l<br />

amor, y allí, <strong>de</strong>tenidos con ella al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l abismo <strong>de</strong>l otro, sentimos el placer en<br />

el peligro, el peligro en el placer. Compartimos su <strong>de</strong>sesperación ante las citas<br />

fallidas, esperamos pacientemente el viento que pronuncie su nombre, el<br />

relámpago <strong>de</strong> un conejo blanco en la distancia. Won<strong>de</strong>rland no se acaba nunca.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esta que, con pulcritud visionaria e inspiración vagamente surrealista,<br />

nos guía (y nos extravía) en los laberintos <strong>de</strong>l alma, hay otra voz en la poesía <strong>de</strong><br />

<strong>Janet</strong> <strong>Núñez</strong>, una voz más íntima y femenina, enraizada en el ámbito <strong>de</strong> lo familiar,


una voz casi suprapersonal que asiste como un oráculo al paso <strong>de</strong> las generaciones,<br />

y sanciona la misteriosa continuidad <strong>de</strong> la vida. Aunque en sus libros este registro<br />

poético aparece en contadas ocasiones (por lo que se refiere a A volte muoio,<br />

po<strong>de</strong>mos citar “Nell’infinita estate <strong>de</strong>l 67”, “Ogni volta che torno a visitarlo” y la<br />

extraordinaria “Celebro”, inédita hasta su publicación en esta selección italiana),<br />

sus frutos son notables, y nos permiten intuir un sustrato <strong>de</strong> tensión en los niveles<br />

profundos don<strong>de</strong> lo lingüístico y lo vivido se fun<strong>de</strong>n y constituyen la columna<br />

vertebral <strong>de</strong> la presencia en el mundo. Las <strong>lenguas</strong> que la habitan parecen<br />

sometidas a una convivencia agónica, a una secreta pugna <strong>de</strong> temperaturas y<br />

legitimida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la que surge su notable impulso creativo. En este sentido suenan<br />

reveladores los versos que aparecen en el poema “Oggi”: el dilema <strong>de</strong> salvar la casa<br />

/ el territorio doliente que no te pertenece.<br />

<strong>Janet</strong> <strong>Núñez</strong> nació en Barranquilla, y su infancia y su i<strong>de</strong>ntidad colombianas<br />

permanecen sin duda vivas y fértiles en su experiencia vital. Puesto que su valentía<br />

y su fi<strong>de</strong>lidad a la poesía nunca se limitaron a la escritura, hace tiempo que asumió<br />

y que practica activamente su condición emigrante. Hoy vive en Gijón, en el norte<br />

<strong>de</strong> España, <strong>de</strong>dicada a la talla <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y a su enseñanza. Subrayar que su<br />

aventura humana es indivisible <strong>de</strong> la que le llevó a escribir estos valiosos poemas<br />

me parece el mejor elogio que se le pue<strong>de</strong> hacer.<br />

A veces muero<br />

y es la sensación<br />

más dulce<br />

que puedo regalar a mis amigos.<br />

En esa minúscula fracción <strong>de</strong> segundo<br />

todo se torna apacible y distante<br />

cada imagen<br />

cada rostro conocido<br />

carece <strong>de</strong> importancia:<br />

no cuenta para nada<br />

si fue bueno o malo conmigo.<br />

¿Existe eso?<br />

¡Pobres!<br />

Al principio<br />

algunos quisieron ser...<br />

no digamos buenos.<br />

Hicieron lo posible por hacerme feliz<br />

pero no les importaba<br />

qué me hacía feliz<br />

(y yo tampoco lo sabía).<br />

Otros quisieron ser...<br />

no digamos malos.<br />

Me engañaron


para hacerme creer que era feliz<br />

y yo les creí.<br />

A veces quise sentir<br />

que era buena y ellos<br />

a menudo<br />

me hicieron sentir que era mala<br />

pero que estaba buena<br />

y eso era suficiente.<br />

A veces asumí ser mala<br />

pero en esto me pasa<br />

como le pasa a los hombres buenos<br />

que intentan ser malos:<br />

se les olvida.<br />

Ahora muero<br />

<strong>de</strong> vez en cuando<br />

para darle a cada uno<br />

su justa hora <strong>de</strong> gloria<br />

en la memoria<br />

apacible <strong>de</strong> los muertos<br />

y saber que por ellos<br />

−y a pesar <strong>de</strong> todos ellos−<br />

es posible amar.<br />

<strong>Por</strong> ellos<br />

tengo ahora<br />

por costumbre morir;<br />

por ellos<br />

suelo morir <strong>de</strong> vez en cuando.<br />

(A volte muoio<br />

ed è la sensazione<br />

più dolce<br />

che posso regalare ai miei amici.<br />

In quella minuscola frazione di secondo<br />

tutto torna mite e distante<br />

ogni immagine<br />

ogni volto conosciuto<br />

per<strong>de</strong> d’importanza:<br />

non conta nulla<br />

se fu buono o cattivo con me.)

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