El platense pasional El platense pasional Gatos y ... - Diario Hoy

Textos: U.R. - Fotos: Javier Brusco
Figura pasional
del tango
Platense de cuna, el poeta Mario
Soto fue el primer glosador de
orquestas, aquel que presentaba
y comentaba antes de cada pieza.
Ocupó ese lugar junto a maestros
como Angel D’Agostino, Pedro
Laurenz y Osvaldo Pugliese. Pero
la inmortalidad se la ganó con su
obra cumbre: Pasional, un tema
grabado por cientos de
intérpretes de las más diversas
latitudes y géneros. Mañana
cumpliría 95 años. El recuerdo de
su mujer, Alda
8 - CULTURA Y SOCIEDAD
Se dice que cuando la obra de un artista
trasciende por su belleza y lo que representa
para el público, el autor queda
tapado -y hasta olvidado- por la importancia
de su creación. Uno de los tantos ejemplos es
Mario Soto, autor del tango Pasional, ese
que dice: No sabrás, nunca sabrás / lo que
es morir mil veces de ansiedad.
Sus versos escritos en 1951 y que fueron
musicalizados por el maestro Jorge Caldara
tuvieron el honor de ser grabados en más de
400 oportunidades por intérpretes de los
géneros más diversos. Versiones que incluyen
el tango en su máxima expresión (una de las
más recordadas es la de Alberto Morán) y el
bolero, y que también cruzó las fronteras con
grabaciones en Chile, México o Japón, por
nombrar sólo algunos países.
Poeta desde su más temprana juventud,
Soto abrazó el decir del tango en La Plata, ciudad
que lo vio nacer un 20 de agosto de 1920.
Hijo de un comerciante que falleció con apenas
35 años, junto a su madre María
Antonia y sus dos hermanos -Perfecto y
María Elena- sobrellevó una niñez de trabajo
para ayudar a sostener un hogar sin padre.
Eso no impidió que se aferrara a los libros y
despuntara sus primeras poesías cuando
cursaba la primaria en la escuela nº 13. De
adolescente deambulaba por las redacciones
del diario El Argentino de La Plata, y de revistas
como El Hogar y Mundo Argentino, que
le publicaban sus versos.
“Con sólo 20 años fundó la primera escuela
de teatro de la ciudad, una compañía para afi-
cionados que actuaba en
las veladas de “Función y
baile”, típicas de aquellos
años”, añade Alda, viuda
de Soto, con quien el poeta
compartió los últimos años
de su vida en La Plata. Ella
se encarga de cuidar su
obra, sus fotos, sus discos, y
de mantener viva la memoria
de este admirado letrista de
tango.
El glosador
A los 23, a Mario Soto le
sobraba calidad para
enfrentarse a la Buenos Aires
del tango y las grandes orquestas.
Su idea era probar suerte
primero con el radioteatro,
género de consumo masivo en la
década del ‘30, pero el destino le
cruzó en su camino al maestro
Angel D’Agostino, una de las principales figuras
tangueras de esos tiempos.
Con Angel Vargas como cantor de la
orquesta, Soto se convirtió -a pedido del director-
en el glosador y presentador del conjunto.
“Hasta la aparición de Mario no existía en el
tango la figura del glosador (el que se encargaba
de comentar, aclarar, presentar), con
escritos salidos de su puño y letra”, cuenta su
compañera.
Su función en la orquesta tuvo buena
aceptación en el público, por lo que el resto