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atención y diligencia. “Seis días trabajarás<br />
y harás toda tu obra”<br />
(Exodo 20:9). Para el cabeza de<br />
familia está escrito: “Con el sudor<br />
de tu rostro comerás el pan”<br />
(Génesis 3:19). Y sobre su ayudante,<br />
la esposa, está escrito: “Es<br />
como nave de mercader, trae su pan<br />
de lejos. Se levanta aun de noche, y<br />
provee comida a su familia, y labor<br />
a sus criadas” (Proverbios 31:14,<br />
15). Así enseña la Palabra de Dios.<br />
Pablo dice: “El que robaba, no<br />
robe más; antes trabaje y haga algo<br />
útil con sus propias manos, para<br />
tener con que ayudar al necesitado”<br />
(Efesios 4:28). Aquí dice claramente<br />
que sin el ejercicio de la laboriosidad<br />
no podremos dar vida y ayuda al que<br />
lo necesite. Algunos asumen equivocadamente<br />
que las palabras de Jesús<br />
—“Así no os afanéis, diciendo:<br />
‘¿Qué comeremos, qué beberemos,<br />
o qué vestiremos?”— significan que<br />
no necesitamos ser diligentes para<br />
tener todo lo necesario para nuestra<br />
vida, que todas esas cosas serán de<br />
alguna manera provistas por un divino<br />
milagro. Este es un gran engaño.<br />
“Has bendecido el trabajo de sus<br />
manos” (Job 1:10), esto es, el trabajo<br />
de las manos”, y no de su pereza.<br />
“Si el Eterno no edifica la casa, en<br />
vano trabajan los edificadores. Si el<br />
Eterno no guarda la ciudad, en vano<br />
vela la guardia” (Salmo 127:1). Por<br />
lo tanto, deberíamos trabajar y construir<br />
la casa, y el Señor nos ayudará.<br />
Pero si no construimos ni trabajamos,<br />
el Señor tampoco hará el trabajo<br />
por nosotros.<br />
El apóstol Pablo dice claramente<br />
que la felicidad familiar<br />
requiere cuidado y atención. Y es<br />
exactamente lo mismo en la familia<br />
de la iglesia. El que no puede cuidar<br />
de su propia familia y proveer para<br />
ella, no podrá cuidar de una nueva<br />
iglesia y ministrarla. La Palabra de<br />
Dios declara, “Si alguno no cuida<br />
de los suyos, mayormente de sus<br />
familiares, niega la fe y es peor que<br />
un incrédulo” (1 Timoteo 5:8). Este<br />
es un requisito del evangelio. No<br />
nos enseña nada insensato, más bien<br />
nos ayuda a tener un concepto claro<br />
de la vida. Amar a tu esposa, a tu<br />
marido, a tus hijos, honrar a tus<br />
padres y cuidar de ellos, estos son<br />
los requerimientos de Dios.<br />
“Procurad tener tranquilidad, ocupaos<br />
en vuestros asuntos, y trabajad<br />
con vuestras manos de la manera<br />
que os hemos encargado, a fin de<br />
que os conduzcáis honradamente<br />
con los de afuera, y no necesitéis de<br />
nada” (1 Tesalonicenses 4:11, 12).<br />
Una clara distinción<br />
En Lucas capítulo 21, Jesús profetizó<br />
la condición de las cosas en<br />
los últimos días antes de su retorno,<br />
explicando que “habrá señales en el<br />
sol, en la luna y en las estrellas. En<br />
la tierra las naciones estarán en<br />
angustia, perplejas, por el bramido<br />
del mar y de las ondas. Los hombres<br />
desfallecerán por el temor y la<br />
ansiedad de lo que vendrá sobre la<br />
tierra, porque las virtudes del cielo<br />
serán conmovidas”. El continúa con<br />
una advertencia específica, “Mirad<br />
por vosotros mismos, que vuestro<br />
corazón no se cargue de glotonería<br />
y embriaguez, y de las preocupaciones<br />
de esta vida, y aquel día<br />
venga de repente sobre vosotros”<br />
(Versículos 25, 26, 34). ¿A qué “pre-<br />
ocupaciones” se está él refiriendo?<br />
El las llama distintivamente las preocupaciones<br />
“de esta vida”, en<br />
contraste directo con aquellas<br />
preocupaciones que pertenecen a<br />
la eternidad. El apóstol Pablo<br />
describe, “porque esta leve y<br />
momentánea tribulación, produce<br />
una eterna gloria, que supera toda<br />
comparación. Así, fijamos nuestros<br />
ojos, no en lo que se ve, sino en lo<br />
que no se ve. Porque lo que se ve es<br />
temporal, pero lo que no se ve es<br />
eterno” (2 Corintios 4:17, 18). Al<br />
enfocar las cosas eternas, el<br />
cuidado de aquellos asuntos que<br />
son de valor eterno, cumplimos<br />
con la instrucción del Señor. Sí,<br />
tendremos problemas, aunque “estamos<br />
atribulados en todo, pero no<br />
angustiados; en apuros, pero no<br />
desesperamos; perseguidos, pero no<br />
desamparados; abatidos, pero no<br />
destruidos. Llevamos siempre en<br />
nuestro cuerpo la muerte de Jesús,<br />
para que también su vida se manifieste<br />
en nuestro cuerpo. Porque<br />
nosotros que vivimos, siempre estamos<br />
entregados a muerte por Jesús,<br />
para que también la vida de Jesús se<br />
manifieste en nuestra carne mortal”<br />
(2 Corintios 4:8-11).<br />
“Muchas aflicciones puede<br />
tener el justo, pero de todas lo libra<br />
el Señor” (Salmo 34:19).<br />
La vida cristiana incluye preocupación,<br />
perplejidades y ansiedades,<br />
pero con nuestro Señor podemos<br />
sobrellevarlas y tener un futuro brillante,<br />
incluso la vida eterna. Amén.<br />
Referencias:<br />
1 Primeros escritos, pág. 270.<br />
2 Patriarcas y profetas, pág. 216.<br />
THE REFORMATION HERALD, VOLUMEN XLIII, EDICION ESPECIAL 11