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Número 3 (Diciembre de 2006) - Biblioteca Digital Leonesa

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iba a llevar a cabo. No me podía <strong>de</strong>jar<br />

impresionar por la magia <strong>de</strong>l momento.<br />

Así que le invité a un par <strong>de</strong> rayas.<br />

A todas las tormentas <strong>de</strong>l mundo las<br />

anuncia una nave <strong>de</strong> papel charol acostumbrada<br />

al pulso <strong>de</strong>l cielo y al negro<br />

<strong>de</strong> los océanos. Sin embargo, el día que<br />

ella se precipitó al vacío <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ventana<br />

<strong>de</strong> mi apartamento, no llovía.<br />

Cuando llegó, tenía la cara <strong>de</strong>scompuesta.<br />

Se <strong>de</strong>shizo en lágrimas con la<br />

velocidad <strong>de</strong> un hielo que se <strong>de</strong>rrite en<br />

una mano. Intenté tranquilizarla.<br />

Descorché una botella <strong>de</strong> vino, puse<br />

música suave, bajé la luz, y si hubiera<br />

sido un prestidigitador, si hubiera<br />

podido meterme la mano en el pecho y<br />

sacar la paloma blanca <strong>de</strong>l consuelo, lo<br />

habría hecho sin dudarlo.<br />

A ella le crecía el llanto más y más,<br />

hasta hacerse una bestia acuática que le<br />

cortaba las palabras en la garganta, con<br />

el tajo <strong>de</strong> un suspiro hondo. La besé y<br />

me besó en un instante <strong>de</strong> tregua. Le<br />

acaricié la cara con mis <strong>de</strong>dos que olían<br />

a tabaco. Y <strong>de</strong> nuevo, dos gotas diáfanas<br />

le hincharon los párpados.<br />

¿Qué te pasa?<br />

Ella no contestaba. Noté en su mirada<br />

un angustia terrible. Una sombra veló<br />

sus pupilas, les restó luz, bailó con pasos<br />

tétricos por el negro radiante <strong>de</strong> sus ojos.<br />

V y yo seguíamos bebiendo <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong>l abrazo. El polvito blanco que dignifica<br />

los baños públicos hacía brillar<br />

nuestras palabras. Entonces V me habló<br />

<strong>de</strong> ella <strong>de</strong> nuevo, y ahora, la conversación<br />

me dolía entre el cinturón y el<br />

ombligo. Pensé pedirle que se callara,<br />

que cerrara la puta boca, pero hubiera<br />

sido un grave error: téngase en cuenta<br />

que no éramos dos borrachos que la<br />

noche había juntado, sino una víctima<br />

y un <strong>de</strong>predador, y se acercaba el<br />

momento <strong>de</strong> ejecutar el plan.<br />

El otro día me estaba follando a mi<br />

novia y tardé más <strong>de</strong> una hora y media<br />

en correrme. ¡Una hora y media!<br />

Imaginar a V tocándola me resultaba<br />

nocivo, igual que ver a una niñita con<br />

las nalgas tiznadas <strong>de</strong> hollín, o un pájaro<br />

chapoteando en un charco <strong>de</strong> petróleo,<br />

o el fino humo que sale cada cuarenta<br />

años <strong>de</strong> la biblioteca <strong>de</strong> Alejandría. Abad<br />

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