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Ila. Fue un hombre de letras muy conocido en la
época. Aparte de sus cual idades literarias que no hacen
aquí al caso. nos interesa señalar su estrecha relación
y conocimiento con los más avanzados de la
intelectualidad de la época. Estudió en la efervescente
universidad de Salamanca y se carteaba y tuvo
tratos con Luis Vives. con Erasmo de Roterdam, con
Arias Monta no, etc. Así pués debió conocer los candentes
debates intelectuales del tiempo que no eran
sino los puntos de vista de las distintas fuerzas sociales
existentes. Estas fuerzas. no mucho después. se
enfrentaría n en las guerras «de religión» que asolaron
el Imperio, destruyendo el antiguo orden de cosas
y cimentando la Europa moderna. Por ello pudo
colocar su relato de la Guerra de las Comunidades
en la óptica precisa y tocar los temas principales, el
meollo de lo que en ella se debatía.
La relación mencionada no quiere decir seguimiento.
Nuestro cronista tuvo un activo papel en la
lucha teórica contra los protestantes de Sevilla. No
optó por la Europa naciente sino por la idea imperial
y la colonización americana (también en Sevilla
tuvo trato familiar con Fernando Colón, hijo de
Cristóbal Colón).
Pero Mejía escribió la presente relación en tanto
que cronista oficial de Carlos 1. No era pues partidario
de los comuneros. Pese a ello, y quizás por su
conocimiento de lo que se debatía, trató los hechos
con mucha mayor objetividad que historiadores
muy posteriores, por ejemplo el Padre Mariana que
en no pocas ocasiones falta aquí a la verdad histórica.
Pese al bando al que pertenecía y pese a estar en
desacuerdo con los comuneros, quiso y supo dejar
constancia de los hechos fundamentales, de sus im-
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