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corro; v esta órden de quitar y poner las varas 'l hacer diputados. siguieron en Zamora y en las otras ciudades que tambien tomaron esta voz: de lo cual algunos caballeros y personas principales dellas mesmas se encargaron al principio, algunos, aunque pocos, con buena intención. pensando ser medio y camino por do la furia del pueblo se templase. Otros que ciegos 'l con malicia y ambician la aceptaron, queriendo gozar del tiempo, como arri ba se tocó, y no entendiendo ni considerando el suceso )' fin que podían esperar, y aun algunos que del temor de la muerte Ó de ser desterrados. lo hicieron, y los otros nobles y caballeros que sin cargos ni oficios quedaron en esta y en otras ciudades y villas que se alzaron, también fueron movidos por algunos destos respetos, aunque al cabo los más oeucs vinieron á ser tan sospechosos al pueblo y tan mal tratados dél. que si no fueron aquellos que desvergonzadamente consintieron en esta vanidad. casi todos los demás se desterraron de sus casas y patrias, y se fueron á aquellas partes y lugares donde pudieron estar seguros. La nueva destas cosas acaecidas en Zamora y Segavia tomó al cardenal gobernador, y al Presidente y á los del Consejo antes de llegar á Valladolid; y si no se dieran priesa á entrar en aquella villa. lo mesmo aconteciera luego en ella, segun andaba ya el pueblo bullicioso y desasosegado; pero venido el Consejo. y luego el Cardenal, bastó su presencia y acatamiento para diferirlo algun tiempo. que fué mucho para como estaban, Pero en otros lugares no hubo este respeto, y no tardó nada en prenderse el fuego y pestilencia: porque. como si se hubieran concertado para ello ó - 44-
espo ndió don Hemando Enri quez, hermano del almirante de Castilla, qu e ellos no estaban determinados de lo que hab ian de hacer ; y que allí ju ntos estaban para ello, y que en lo qu e se determinarian seria lo que fuese serv icio del Rey y bien de sus reinos; que ellos hiciesen lo que les pa reciese. Los mensajeros de Toledo, pare ciénd oles que no halla ban el recaudo qu e pensaban, desde all í se fueron derechos al palacio del Emperador, y después de haberle besado las man os, le suplica ron les mandase da r aud iencia . porque le qu erian suplica r é informa r de muchas cosas. El Emperador les respondió que él estaba de camino, como veian; qu e no habia tiempo pa ra le poder bien informar. ellos replicaron, señaladamente el don Pedro Lasso, que mucho mas iba en que su majestad les hiciese merced de oirlos, dilatando su partida, y mas siendo el dia qu e era, mu y llov ioso; y qu e le querian informar y suplicar algunas cosas que convenían mucho á su servicio y al bien de sus reinos; y así, insistió much o en pedir que no se partiese. El Emperador, qu e tenia ya entendido 10 que le venian á pedir, y no se ten ia por servido de la forma con que se 10 pedian. les respondió que no habia persona en el mundo que mas cuidado tuviese de lo que cumplia á sus reinos que él; que se fuesen al primer lugar adelante de Tordesillas, camino de Santiago, que allí les oiri a; y con esto se despidieron los mensajero s de Toledo. En tanto que esto pasaba, comenzóse á publicar por el pueblo que los embajado res habian otorgado ya allí el serv icio y pecho al Emperador, y qu e él se iba, y pensaba llevar á la Reina su madre consigo fuera del reino; y como el vulgo cree fácilmente lo que te me, andaban todos turbados y indignados des- - 21-
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CAPITULO XI Cómo el Emperador part
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CAPITU LO XIII De cómo el ejércit
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CAPITU LO XIV Oc lo Queel campo de
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CAPITULO XV De Jo que sucedió al C
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ju ntado y puesto asimesmo en arrna
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echasen fuera de la tierra; y ansim
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chos de los que habian de ser ejecu
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dicho. en aquel reino, procuró ser
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sin hallar en él defensa ninguna.
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ció al Conde que con venia, por la
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vino después á ser ocasion y ca m
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CAPITULO XVII Cómo pasada la tregu
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comarca le habian inviado, se puso
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ITas de las ciudades; los cuales ,
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CAPÍTULO XV III Del propósito y a
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otros. llegando cerca de un lugar q
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es muy señalado en estos reinos, p
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