Estudios Revista Ecléctica. Número 106 - Christie Books

IX
El cuerpo amarillo en el embarazo.—La implantación.
— La placenta. — Alteraciones
fisiológicas del organismo durante el embarazo.
— El «.altruismo fisiológico!» de la
mujer embarazada.
Ya hemos visto que la reunión de los gametos
masculinos y femeninos tiene una importancia
grandísima, iniciándose con este
acto el nuevo, el misterioso, el enigmático
porvenir. Para la mujer significa este fenómeno
una transformación completa de su
organismo en favor de la fusión de los caracteres
hereditarios que se ha verificado.
Consideremos con algún detenimiento cómo
se desarrolla todo esto.
Dijimos ya anteriormente que al llegar el
gameto femenino a la trompa, en él lugar
de la vesícula de Graaf que se ha abierto
para dejar paso al óvulo, se forma el cuerpo
amarillo, el cual se encarga ahora de cuidar
de su destino Por medio de sus hormonas
impide la formación de nuevas vesículas ovígenas
que ya no tienen sentido y «sensibiliza»
la mucosa del útero, es decir, prepara la
recepción del germen.
El gameto fecundado empieza enseguida
a dividirse y va creciendo según se aproxima
al útero, y formando un conglomerado de
células. Entre ellas ciertas particularidades
por lo que respecta a la división del trabajo.
Por esta razón puede calificarse ya al gameto
de pequeño feto. Como productos de su actividad
vital pueden considerarse ciertas sustancias
que por mediación de la sangre llegan
hasta el cuerpo amarillo y forman con
él combinaciones químicas.
Bajo el influjo de estas materias dicho cuerpo
crece cada vez más y se convierte en el peculiar
del embarazo. Al no verificarse la fecundación
el cuerpo amarillo se marchita y
desaparece por completo en. dos o tres semanas
; pero, en caso de fecundación, no solamente
aumenta de volumen bajo la influencia
excitadora de las hormonas de! germen, sino
que sigue existiendo durante los primeros
meses del embarazo. Su increción detiene por
algún tiempo la ovulación, que tn este caso
no sería más que un djrroche inútil de gametos,
Sólo se conseguiría ahora crear gér-
La tragedia biológica
y social de la mujer
© faximil edicions digitals 2006
menes nuevos y jóvenes que entrarían etx
competencia con los aatiguos (i).
En la mucosa del útero, los incretos del
cuerpo amarillo verifican ciertos cambios necesarios
para la implantación del germen. Sirviéndose
del borde exterior de stfs células
implántase en la mucosa del útero, preparada
ya al efecto.
Al mismo tiempo, bajo la influencia combinada
de sus excitadores mecánicos y los.
químicos del cuerpo amarillo, se hace que los
tejidos del útero produzcan un nuevo órgano,
la placenta ; proceso en el que también toma
parte la capa superior del germen.
De este modo la fecundación origina, en
primer término, considerables alteraciones
químicas en el organismo. En el cpmplicado
juego de excitaciones de esta índole e influencias
nerviosas que se entrecruzan, las
ondas inerttoras del cnerpo amarillo intervienen
como excitaciones químicas de los tejidos
del útero.
Ese malestar que siente la mujer en cuanto
comienza el embarazo, se explica por los cambios
que origina en la circulación sanguínea
la implantación del huevo (2).
La extraordinaria potencia fisiológica de
los incretos del organismo embarazado y su
gran influjo sobre todos los procesos orgánicos
se debe a que, por regla general, las hormonas
masculinas predominan sobre las femeninas.
Haciendo investigaciones con crías gemelas
de vacas, Lilli descubrió que en los
casos en que los gemelos eran de diferente
sexo y existía entre ellos un intercambio sanguíneo,
los incretos masculinos anulaban el
desarrollo de la glándula sexual de la hembra,
la cual adquiría las características de los
hermafroditas.
Matsuyama (3) observó los casos de parabiosis,
es decir, fusión artificial de machos y
hembras de ratas, que bajo el inflnjo de las
hormonas que se difundían por la sangre del
(1) La superfetación, o fecundación de nuevos gérmenes
después de verificada la concepción, no se
produce nunca. Todas las suposiciones de esta índole
son equivocadas y no pueden fundamentarse científicamente.
(2) W. Mollendorff. TJberdie ersten Entwicklungstufen
des Menschen Die Natutwissenschaften,
10, 1922.
(31 Matsuyama. Frankfur, Zeitschr., Pathol., it,,
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