Estudios Revista Ecléctica. Número 106 - Christie Books

Es una realidad —y bien notoria— la
injusta repartición de las cosas y la paradoja
cruel —como señalaba el camarada Palomo—
del hombre proclamado libre por las constituciones
estatales, pero esclavo de una tierra
que no le pertenece y a la que está unido
por ley de vida y de gravedad.
Y como realidad que es, ha de tener algo
que quiera ser su fundamento, que procuraremos
examinar.
Desde luego, prescindimos de aquellos derechos
innatos, divinos o aristocráticos que
se fundan en una distinción biológica o en
una concesión inadmisible.
Precisamente el gran pecado del Estagirita
es el de fundamentar la esclavitud —la
quintaesencia de la desigualdad— en una
diferencia anímica o corporal a todas luces
absurda. Recordemos simplemente el genio
de los esclavos griegos —Planto... Terencio—
que enseñaron a sus amos ,las exquisiteces
del teatro y de la literatura.
El fundamento, pues, de la desigualdad
no es éste.
Y como no es éste, los propugnadores de
su eternización diéronse a la ardua tarea de
buscar otros más sólidos y positivos.
Y entonces surgió el actual basamento
de la desigualdad humana. Es que —dijeron—
el valor de los servicios humanos es de
distinta calidad, y al ser de distinta calidad
éon de distinto precio.
He aquí el origen de la organización actual,
y a esto decimos :
¿Por qué el valor de los servicios humanos
es diferente ?
Y nos dicen :
El interés del capital es justo, porque el
prestamista renuncia a una ganancia o a
un goce posible.
E] provecho industrial, porque se expone
a un riesgo considerable.
Los «hombres de carrera» ganan más porque
están largos años sacrificándose sin frnto
alguno.
Y Adam Smith llega a !o ridículo a! deci