Estudios Revista Ecléctica. Número 106 - Christie Books
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A medida que se acentúa la decadencia<br />
del capitalismo, conviene revisar las armas<br />
con que cuenta el proletariado para la lucha<br />
final con él. La principal de estas armas es la<br />
huelga general. Aunque ya he tratado el<br />
tema, no sé si con fortuna o no, diferentes<br />
veces, no me parece inoportuno insistir, sobre<br />
todo si se tiene en cuenta la excelente<br />
lección que nos da sobre el particular lo sucedido<br />
en España desde la instauración de la<br />
República.<br />
En efecto, apenas hay provincia donde desde<br />
el 14 de abril de 1931 no se haya planteado<br />
alguna huelga general, desde luego con sobrado<br />
motivo. No lo dudará nadie que conozca la<br />
situación de nuestro país. Las opiniones contrarias<br />
carecen de valor. El desarrollo de casi<br />
todas esas huelgas, en algunos aspectos realmente<br />
admirable, ha sido superior a los objetivos<br />
que se perseguían, y por esto mismo,<br />
por paradójico que parezca, no se lograron.<br />
Los resultados de una huelga general varían<br />
a tenor del carácter que ésta tenga. Si una<br />
huelga general pacífica, como han sido la mayoría<br />
de las que se han planteado en España<br />
desde abril de 1931, no ha logrado su objetiK)<br />
ál cabo de uno o dos días, puede asegurarse<br />
que su fracaso es seguro. Pasados los primeros<br />
momentos de estupor y de indecisión, la<br />
burguesía —y al decir la burguesía queda ya<br />
nombrado el Gobierno— prepara todos sus<br />
resortes represivos y de resistencia, contra<br />
los cuales se estrellará ya la fuerza misma<br />
de la huelga gneral. Poco a poco los obreros<br />
observan que se encuentran desarmados ante<br />
el enemigo; que su negativa a trabajar, si<br />
no es nada más que esto, deja en manos del<br />
adversario todos los medios de defensa y de<br />
'resistencia, en tanto que ellos, si la huelga<br />
continúa, carecerán hasta de alimentos. Si<br />
no se percatan de todo esto, comprenden al<br />
menos que cuanto más dura el paro, más probabilidades<br />
de perderlo se advierten.<br />
Y así decae el espíritu de los huelguistas y<br />
se esfuman los primeros entusiasmos, hasta<br />
que la huelga, empezada con una grandeza<br />
admirable, termina por cansancio, por consunción.<br />
Cuando esto ocurre, se desacredita<br />
el arma de la huelga general, se da lugar a<br />
que pierda su prestigio de gran fuerza, de<br />
fuerza capaz, como se supone, de solucionarlo<br />
todo por sí sola.<br />
¿ No es esto lo que ha sucedido con la mayor<br />
parte de las huelgas generales planteadas<br />
en los últimos trece meses ? El error consiste<br />
en esperar de la huelga genera! pacífica<br />
resultados que no puede dar. La huelga<br />
ACTUALIDAD<br />
general pacífica no es más que un arma de<br />
protesta, con tiempo fijado previamente.<br />
Cualquier otro objetivo está por encima de<br />
su poder. No lo logrará sino en circunstancias<br />
excepcionales. •<br />
Inversamente a lo que suele ocurrir, y ha<br />
ocurrido en España desde abril de 1931, si<br />
la huelga general pacífica se sostiene demasiado<br />
tiempo, cuando sea revolucionaria, tanto<br />
cnanto más tiempo dure, más probabilidades<br />
habrá de que termine con un triunfo completo.<br />
Claro está que porque, en ese caso,<br />
desde el primer día se empezarán a debilitar<br />
las fuerzas del adversario, atacándolas directamente<br />
y por todas partes, y porque cuanto<br />
más persista esa actitud, más fácilmente irá<br />
cediendo el enemigo sus posiciones, que no<br />
son tan fuertes como parece. Es tan frágil el<br />
actual orden social, que haría falta bien poco<br />
para que se desmoronara.<br />
Sabido es que la organización obrera española<br />
no estaba suficientemente preparada, ail<br />
advenir la República, para un movimiento<br />
revolucionario. Sobre ella se había cebado<br />
particularmente la dictadura. Lo que acaudilla<br />
el partido socialista no puede- llamarse<br />
una organización obrera, aunque todavía queden<br />
en ella algunos trabajadores. No creo que<br />
sea necesario argumentar sobre esto.<br />
Los conatos, pues, de huelga general revolucionaria,<br />
surgidos aquí y alia, no han pasado<br />
por lo mismo de eso : de conatos ; enseguida<br />
han derivado a huelga general pasífica,<br />
o sea a un paro que de ningún modo<br />
podrá alcanzar el objetivo que persiguiera.<br />
La (lección de estos hechos, para lo sucesivo,<br />
me parece clara : nada de huelgas generales<br />
pacíficas, excepto cuando se trate de<br />
una protesta por X horas, a fin de no desacreditar<br />
el prestigio de fuerza única de la<br />
huelga general, a no ser que se tenga la seguridad<br />
de poder trocarla, llegado el caso, en<br />
revolucionaria. Claro está que si se tiene esta»<br />
seguridad, lo mejor es empezar por ahí. Habrá<br />
que empezar, queramos o no, en el tiempo<br />
que se avecina. La lucha final con el capitalismo<br />
está cercana. Xo es posible esperar<br />
a que se hunda solo. Antes de hundirse hundiría<br />
a ia Humanidad entera. Ya la está hundiendo.<br />
Es preciso reaccionar y prepararse.<br />
Prepararse adecuadamente. No se habla aquí<br />
sólo de la preparación material. No basta.<br />
Aunque exista, si no existe la moral, la ideológica,<br />
nada importaría que se produjera el<br />
hecho de fuerza. Con preparación únicamente<br />
material pueden hacerse tal vez revueltas,<br />
pero no revoluciones. Y lo que se aproxima<br />
© faximil edicions digitals 2006