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1997 - Puente Genil

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José Luís Borrego Ligero – Pregón <strong>1997</strong><br />

Del murmullo surge el dulce tintineo que brota del ósculo singular entre metal y<br />

vidrio. Es el Presidente, quién, apropiándose de una botella de rico néctar dorado, la acaricia<br />

con el cubierto que, -paradójicamente-, se torna en eficaz badajo... Respetuoso silencio!.<br />

El Presidente de la Corporación abre el fuego de la palabra, dando la bienvenida a los<br />

reunidos, y ofreciendo, solemne y sinceramente, el cuartel a los hermanos que están invitados.<br />

Y a partir de ese instante vibran las gargantas de quienes, al son del ronco eco del<br />

tambor, pugnan por impregnar el ambiente con el agradable aroma de las cuarteleras que,<br />

vigorosamente, interpretan.<br />

La Cuartelera es un diálogo entre hermanos, salmodia singular de nuestro pueblo, que<br />

sobrecoge el ánimo...como una fuerza desatada de la naturaleza.<br />

Y, además, todos interpretan esta impetuosa oración, sin que retraiga su ánimo el estar<br />

escasamente dotados, en algunos casos, del armonioso equilibrio oído-voz que fija belleza al<br />

sentimiento así manifestado.<br />

Lo que importa es el derroche de entusiasmo por rememorar, al compás del tambor y<br />

al calor de la hermandad, los más diversos pasajes de la Pasión, como diciéndole a Jesús:<br />

¡Qué no nos olvidamos de Ti, de Tu mensaje, de Tu sacrificio!.<br />

Como tampoco descuidamos la gloria que merece la Rosa Mística, Bendito hechizo e<br />

imán, Madre, Virgen protectora, que, con su Amor, colma de dicha nuestra mansión de paz.<br />

Siempre hay quien, aprovechando la mínima tregua que se produce en esta incruenta y<br />

maravillosa batalla, nos dirige su plática de hondo calado sentimental, en alusión a algún<br />

acontecimiento relacionado con el devenir de nuestro transcurrir manantero.<br />

Las risas y las lágrimas aparecen y desaparecen casi instantáneamente.<br />

El corazón se inflama y no cabe en nuestro pecho, que se ensancha para, a la vez,<br />

dejar espacio donde poder albergar al espíritu que nos acompaña, ofreciéndole el hogar<br />

necesario para que desarrolle su labor divina de embargar nuestro ser con el Amor que sólo El<br />

sabe darnos.<br />

Inesperadamente, otro hermanito deleita a las expectantes almas, que ansían salir en<br />

busca de los Romanos, ofreciéndoles los versos que, regalo de la inspiración de uno de tantos<br />

poetas como felizmente cantan nuestras tradiciones, en ese preciso instante piden en alta voz<br />

hacerse presentes.<br />

Y, ¿cómo no…, se brinda, se recuerda, se reza, se corea, se abraza.<br />

Y a la hora señalada: ¡Vamos al Calvario!.<br />

Toda la familia manantera se adueña del Gran Cuartel que es <strong>Puente</strong>-<strong>Genil</strong>.<br />

Página: 9

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