Descargar pdf - Diputación Provincial de Almería
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Francisco López Moya<br />
en las que los <strong>de</strong>scui<strong>de</strong>ros, rufianes y esbirros aprovechaban<br />
cualquier oportunidad para hacerse con la bolsa <strong>de</strong> los distraídos.<br />
Los ven<strong>de</strong>dores, junto a sus ten<strong>de</strong>retes, pregonaban las excelencias<br />
<strong>de</strong> sus merca<strong>de</strong>rías mientras lisiados y menesterosos hacían sonar<br />
sus escudillas sin atreverse a acercarse a las puertas <strong>de</strong> la Real<br />
Chancillería por si algún guardia <strong>de</strong>saprensivo empleaba el asta <strong>de</strong><br />
la lanza en su trasero.<br />
Una interminable procesión <strong>de</strong> caballeros, militares <strong>de</strong> rango<br />
superior, secretarios, picapleitos e infanzones, accedían sin parar al<br />
regio edificio. También se veían canónigos, frailes y sacristanes, que<br />
buscaban ser nombrados párrocos o beneficiados <strong>de</strong> los pueblos<br />
que en breve serían repoblados.<br />
Entre todos ellos se abría paso don Luis <strong>de</strong> Granada y lo hacía<br />
acompañado <strong>de</strong> su tío, el marqués <strong>de</strong> Íniza. El que pasaran por<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los que esperaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía horas creó cierto malestar,<br />
pero el noble y su sobrino ignoraron los murmullos y siguieron<br />
avanzando.<br />
El oficial <strong>de</strong> la guardia, que conocía al personaje, le facilitó el<br />
paso y, sin necesidad <strong>de</strong> hacer ninguna espera, se encontraron ante<br />
la escalinata que conducía hasta el ante<strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> su amigo. El<br />
pasante, sabedor <strong>de</strong> la amistad que les unía, avisó a su superior, que<br />
en cuanto terminó <strong>de</strong> <strong>de</strong>spachar con el señor obispo lo recibió con<br />
gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong> afecto. Don Pedro, Alguacil Mayor <strong>de</strong> Granada,<br />
se alegró <strong>de</strong> ver a los visitantes.<br />
—Llevo toda la mañana tan atareado que unos momentos <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>scanso en compañía <strong>de</strong> un viejo amigo me vienen muy bien —les<br />
indicó que se sentaran y ya más distendidos le preguntó—, ¿en qué<br />
puedo servirte?<br />
El marqués se sonrió y mirando a su pupilo dijo:<br />
—Éste es el joven <strong>de</strong>l que te hablé.<br />
El mancebo era espigado, <strong>de</strong> buen porte y agradable presencia.<br />
El Alguacil Mayor lo saludó y aprovechó para fijarse en él algo más<br />
<strong>de</strong> lo que lo había hecho al saludarlo. Enseguida advirtió que era<br />
correcto en el vestir, algo natural en un caballero, y reparó también<br />
en su semblante, que al pronto parecía serio pero que irradiaba<br />
franqueza.<br />
—Es el hijo mayor <strong>de</strong> mi hermana Isabel.<br />
—Cómo pasan los años —su tono era nostálgico—, así que eres<br />
hijo <strong>de</strong> Isabelita.