Mensajes - Revelaciones Marianas

ojos que reparan,
oídos que reparan,
manos que reparan,
pies que reparan,
pensamiento que repara,
corazón que repara.
Reparen por cuantas ofensas recibe Mi Hijo; es ésta la razón de Mi llamado, para que sean
conscientes del regalo tan infinito que tienen en el Sacramento de la Eucaristía; SEAN CONSCIENTES
DE LA PRESENCIA REAL Y VERDADERA DE MI HIJO EN LA EUCARISTÍA.
Hoy les llamo a
que se levanten,
a despegarse de todo lo terreno, momentáneo y superfluo, para que se apeguen a la ´verdad
infinita´, a la verdadera felicidad;
les invito a negarse a sí mismos, con todas sus fuerzas, auxiliados por la fuerza de la Luz Divina
que poseen en su interior; Mi Hijo desea hermosearles.
Mis amados: bien saben que el mismo hombre está generando la prontitud del cumplimiento de
grandes catástrofes, castigos que él mismo se genera para sí. La persecución de Mis hijos no está
lejana, la violencia crece aceleradamente, ante un hombre endurecido por el deseo de asemejarse a
su Creador, y entregado al placer en toda su magnitud. Es ésta la razón de Mi urgente llamado para
que se acerquen a Mi Hijo presente en la Eucaristía, pero con la debida preparación, para que no le
ofendan más.
EN ÉL SOLO EN ÉL ENCONTRARÁN LA FUERZA PARA SER FIELES.
Acudan al verdadero alimento, no olviden que el “Tesoro permanece en vasos frágiles”, salgan del
engaño tan común en este tiempo y que se proclama a viva voz, afirmando que ya Mi Hijo padeció
por todos, y el hombre está en la tierra para ser feliz aun sumergido en el pecado. Venzan la carne,
son hijos del Rey, vénzanla con la penitencia y el ayuno, venzan el mal con la verdad, porque el mal
procede del maligno, mediante el engaño.
El dueño de la mentira se ensañó en contra del hombre borrando de su corazón el gran don de la
humildad, y debo decirles que EL HUMILDE POSEE POR AÑADIDURA TODOS LOS DONES, y es que la
humildad en el hombre es sello indeleble, que como cera se impregna en el ser, dando paso a una
cierta inmunidad, ante tanto contagio que anda en el aire buscando a quién envenenar por medio
de la envidia y de la vanagloria.
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