E - Hemeroteca Virtual de Betanzos

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AL SERVICIO DE LA INDUSTRIA
DE LA MADERA
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viajeros solitarios, los camareros y los encargados de los restaurantes,
tienen la fea costumbre de dar a esos clientes que llegan esporádica-
mente, los peores sitios, al igual que las mesas más pequeñas y peor
ubicadas.
A mi, siempre me han mortificado esas mesas para uno o dos
comensales que se encuentran justo en medio del comedor, o pegadas
a una columna, o en algún otro lugar en el que no coge apenas nada,
pero se hace sitio para colocar «esa mesa raquítica» en la que a uno le
sientan, y donde se tiene la impresión, de que todos los comensales
nos están mirando.
Esa odiosa mesa, es incapaz de acoger confortablemente a nin-
gún mortal, salvo eso si, que el parroquiano de turno sea liliputiense.
Además, esas mesas no difieren en nada con las otras mesas más am-
plias, en todo lo relativo a los servicios que una mesa de superiores
dimensiones tiene, a saber; florero, cenicero, copas, platos, servilleta,
platillo para el pan, cubiertos, servicio de café incluida la cucharilla, y
en muchos casos dos terrones de azúcar debajo del pocillo.
Cuando ya se ha sentado uno y se pide un aperitivo, le traen
además del pan; la mantequilla junto con la carta, y en mi caso concre-
to, una botella de agua o una cerveza, o bien las dos cosas a la vez.
Dependiendo de lo que se haya pedido de comer, el camarero intentará
poner a toda costa encima de la mesa, una botella de vino u otra cerve-
za. Ante la indiferencia del camarero, da la sensación de que solo uno
se da cuenta de que ya no coge absolutamente nada más sobre aquella
raquítica mesa camilla, pero nadie dice nada.
Si por casualidad se pide una ensalada para acompañar con algo,
resulta imposible conseguir ubicarla sobre un espacio libre. La superfi-
cie de la mesa es la que es, y lo que hay sobre ella rebasa con creces sus
posibilidades. Obtener la cuadratura del círculo, puede resultar más
sencillo que colocar la ensalada sobre esa mesa. No digamos ya, si el
menú solicitado lo traen en una fuente o sopera para servirse de ella.
Entonces es cuando se puede entender mejor la realidad de la distancia
en años luz de los espacios siderales.
En estos casos, uno se ve abocado a utilizar la mesa de al lado, si
esta vacía claro. Si esta hazaña se logra, será con el consiguiente cabreo