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Dragón Dorado

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Cuando la realidad es un sueño,<br />

Procura ser su dueño,<br />

O te tragará,<br />

Te llevara a un lugar<br />

Donde ya,<br />

No podrás escapar.<br />

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INTRODUCCIÓN<br />

Mi afán es que utilicéis la imaginación. Quisiera lograr que viajarais hasta que os<br />

sumergierais dentro, pero quiero echaros una mano dado que en el libro aparecerán una<br />

serie de animales de los que no sabéis nada por que me los he inventado yo, están, digamos<br />

los de siempre y los míos. Por este motivo os proporciono un pequeño mapa y una descripción<br />

de los animales que a lo largo de esta y otras historias os iréis encontrando poco a poco.<br />

En primer lugar estará, una pequeña descripción de cada animal que habita los<br />

diferentes parajes, catalogados por zonas o ciudades. Después encontraréis un mapa para<br />

que os podáis orientar mejor dentro de la historia.<br />

Dejo de Daros la lata y empiezo, con la descripción.<br />

MONTE NEGRO<br />

Cenit :-) Se trata de unos caballos de alza media, unos 150 cm para los machos y unos<br />

160 cm para las hembras, por lo que al montarlos los pies casi tocaban el suelo. Otra de sus<br />

características era que no tenían cola y que pese a su menudencia, eran incasables y fuertes.<br />

Pastaban libres por el Valle Oscuro.<br />

Zhotes :-) De cornamenta corta, pero afilada como hoja de barbero. Es una especie de<br />

venado, de un gran tamaño en ciertos adultos, en ocasiones más grande que un Alazán. En<br />

sus pezuñas traseras cuenta con un espolón que utiliza diestramente para su defensa o<br />

ataque.<br />

Chok~Chok :-) Se trata de un pequeño roedor del tamaño de una ardilla. Su carne es<br />

extremadamente dulce, por lo que es muy apreciada, sobre todo por los Montenegreses más<br />

jóvenes. Plato principal en la mesa de esos futuros y furiosos Bárbaros.<br />

Dingos :-) Son unos perros de caza, aunque adiestrados son también utilizados como<br />

perros de la guerra. Del tamaño de un gran danés, pero con la musculatura de un mastín y<br />

con una mandíbula, característica de esta raza, que se desencajaba a voluntad, por lo que era<br />

capaz de seccionar a una persona en dos, limpiamente. Viven en estado salvaje y hay que<br />

cogerlos de cachorros. Una vez adultos son fieles hasta la muerte a la persona que ellos<br />

eligen como amo.<br />

Archos :-) Ave de la familia de las águilas, pero de la envergadura de un cóndor, moran<br />

en los picos más altos del Valle Oscuro y son capaces de elevar a un Duno de Didram, sin<br />

problemas. No hay que decir que eran muy temidos, más de una vez se llevaron a un pastor<br />

despistado.<br />

EL PANTANO<br />

Soas :-) Serpientes de hasta cinco metros de longitud. Las que llegan a ser adultas,<br />

viven en continua disputa con sus semejantes y demás seres, son tremendamente<br />

territoriales. Su hábitat esta en las orillas del Lago Negro, donde escondidas esperan a sus<br />

presas cuando éstas van a saciar su sed.<br />

Ducos :-) Sapos del tamaño de un puño grande. Feos y contrahechos se apelotonan en<br />

las orillas de las arenas movedizas de la zona Sur del pantano. Escupen un fuerte veneno. Una<br />

sola gota es capaz de bloquear todo el sistema nervioso de un guerrero y morir entre<br />

espasmos al bloquearse los pulmones.<br />

Pes :-) Pez de escamas verdosas, con una mandíbula que es utilizada por los<br />

carpinteros para lijar la madera. Está compuesta por cuatro filas de dientes en cada una,<br />

capaces de destrozar un miembro de un solo bocado. Viven en el Lago Verde al Noroeste del<br />

Pantano. Su carne es fina y blanca, pero dado su peligro, es extremadamente caro. De ahí<br />

que se aproveche todo de el.<br />

Cimarrón :-) Insecto del tamaño de un escarabajo, dotado de un aguijón que produce<br />

una leve quemadura. Vuela en pequeñas manadas por todo el Pantano y les encanta picar a<br />

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las caballerizas, con lo que el jinete suele terminar en el suelo y picoteado al igual que su<br />

montura.<br />

TERRAVERDE<br />

Ircinios :-) Ave de tamaño medio, como es costumbre en ciertas especies animales,<br />

eligen a una persona como compañero. No se les puede cazar, por considerar un honor el ser<br />

elegido por uno de estas aves. Sin contar con su reputación en la caza, estos animales<br />

poseen la virtud de hablar de una manera inteligente y viven sus primeros años en las orillas<br />

del Río Azud, en el Valle del Río.<br />

Alazanes :-) Caballo de pelaje negro intenso, con brillos azulados. Ojos profundos y<br />

fieros de color rojo. Inteligentes y cariñosos nunca abandonan a su dueño, aún habiendo<br />

muerto esté se quedan a su lado hasta morir de hambre.<br />

Cokis :-) Peces de colores llamativos que viven en el Delta de los Tres Ojos, son de<br />

pequeño tamaño, por lo que suele ser el juguete de todos los chiquillos del Delta.<br />

Cangrejo Negro :-) Su carne es del color de su nombre, por lo que a primera vista es<br />

desagradables y lo son, tienen mal carácter y una pinzas capaces de hacerte mucho daño.<br />

Aparte de la gastronomía, son utilizados como cebo por los pescadores de alta mar.<br />

DIRDAM<br />

Dunos :-) Pareciéndose a un toro, éste es con diferencia más fuerte y robusto. No solo se<br />

aprovecha de el su carne, todo de él es aprovechado para algún tipo de ornamento o<br />

utensilio.<br />

Drakers :-) Es un cerdo salvaje, con tres tremendos colmillos. Difíciles de ver y de<br />

cazar suelen vivir desde el Valle antes de los Montes Pelaos, en Terrafuego. Hasta los<br />

pastizales del Norte.<br />

Gaviola :-) Ave marina que anida en los acantilados que van desde el faro hasta un<br />

poco más adentro de la frontera de Terrafuego. Sus huevos son recogidos y utilizados como<br />

alimento en fiestas de corte religioso.<br />

TERRAFUEGO<br />

Lagarto de Fuego :-) Pequeño reptil, totalmente acorazado por duras escamas, de un<br />

metro de longitud y un palmo de altura. Molesto como una mosca veraniega, posee una carne<br />

tan correosa que ni animal ni hombre la come, por lo que no tiene depredadores fijos. Vive<br />

confinado en Terrafuego pues necesita el calor para sobrevivir.<br />

Dragones :-) Habiéndolos de diferentes tipos y tamaños, viven más o menos tranquilos<br />

en su duro hábitat de donde obtienen todo lo que necesitan y tan solo son molestados por<br />

algún inconsciente caza dragones mercenario. En alguna ocasión han realizado excursiones<br />

fuera de su territorio y han cazado algún Duno que otro, pero rara vez.<br />

Saltarines :-) Peces de color plateado muy brillante. Viven tan solo en las<br />

inmediaciones de las Islas Negras. Su carne es muy sabrosa y de su vejiga se saca un aceite<br />

que es muy utilizado en diversas medicinas. Los marinos paran sus faenas para verlos en alta<br />

mar saltar y realizar increíbles piruetas en el aire.<br />

Bueno espero que todo esto os sirva para recrear una mejor dimensión de esta<br />

historia.<br />

Aquí tenéis al <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />

Todo mi alrededor es tan árido y hostil. Colores rojizos, negros y grises me envuelven.<br />

Por doquier hay rocas, rocas que me enseñan sus afiladas aristas como colmillos de Dingos,<br />

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en espera de un buen trozo de carne que desgarrar. El sendero por el que camino esta<br />

repleto de piedras sueltas, de diferente tamaño sembrando el camino, por lo que hace más de<br />

tres horas que camino junto mi Alazán, mi fiel Thor.<br />

La coraza ayuda poco ahora, tan solo me proporciona incomodidad, el sudor esta<br />

produciéndome llagas y rozaduras. Hace ya seis días que camino por Terrafuego, esta tierra<br />

sin Dioses, donde tan solo un puñado de Lagartos del Fuego viven y son más un incordio que<br />

otra cosa, no son ni comestibles, su carne es mas dura incluso que mis botas.<br />

Unos cuantos matorrales y hierbajos junto con algo que quizás en su día pudo ser hasta un<br />

árbol y ahora solo son una especie de escultura en lava retorcida. Es todo lo que he visto en<br />

estos últimos días. Mi entorno está repleto de volcanes y agujeros por donde el aire brota y es<br />

capaz de quemarte la piel al instante. Suelos tan frágiles que bajo el peso de cualquier cosa<br />

se abren para enseñarte su mortal lengua de fuego.<br />

Por cierto, es curioso que este sitio sea el preferido de los Dragones para saciar su sed. Sí,<br />

ellos beben de este fuego y luego son capaces de escupirlo cuando se encuentran en peligro.<br />

El furioso rugir de los volcanes en plena erupción es él único ruido que escucho desde que<br />

llegué, tan solo roto por los estridentes gritos de los Dragones. Es un pobre consuelo<br />

teniendo en cuenta mi misión, y es que en ocasiones las tareas encomendadas no son tan<br />

gratificantes como uno quisiera, tornándose tediosas y eternas. Ésta era una de esas<br />

ocasiones.<br />

Mis pensamientos se dispersan y vuelan hacia un pasado cercano, tan solo unos<br />

pocos días atrás, estaba en mi casa, preparándome el almuerzo. Llamaron a la puerta. La abrí<br />

para ver a un mensajero del Rey. Me extendió un pergamino. El Rey requería mi presencia<br />

inmediata en palacio. Ni almorzar tranquilo le dejan a uno. ¡ Dioses!. Salí con un buen trozo de<br />

queso en una mano y un tarugo de pan de centeno en la otra. Ensille a Thor y junto con el<br />

mensajero partimos hacia el castillo.<br />

Terminaba de comerme el último trozo de queso, cuando tras un pequeño montículo,<br />

se empezaba a ver el arco superior de la entrada a la Ciudadela. Tras esta primera entrada<br />

hay un gran patio, sitio este destinado a las fiestas populares. A continuación otra porticada<br />

da paso al patio de caballerizas situado justo antes del portalón que da paso al Castillo Real.<br />

Ya dentro del Castillo, cruce todo lo rápido que pude el largo pasillo, otra puerta, otro<br />

pasillo y por fin la puerta del Salón Real flanqueada por dos soldados, que abrieron<br />

inmediatamente al verme, dejándome el paso libre, ahí encontré a mi Rey, sentado en su<br />

enorme sillón de madera de roble y cuero repujado. Mi Señor estaba con aire distraído. Me<br />

incliné ante Él.<br />

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Levantaos Rudof, Cazador Real. Hay una urgente misión para vos. Implica peligros y<br />

penalidades, más solo tú estás capacitado para tal misión. Mirándome fijamente a los ojos, me<br />

dijo: Has de dar caza a un terrible <strong>Dragón</strong>. Un <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>, el cual astutamente aprovechó<br />

esta última noche sin Luna pasada y entre la oscuridad se movió con sigilo, raptando a la<br />

tercera mujer del Canciller.<br />

Como ya sabes, él pertenece al Círculo Interior. Allí todos se tapan y protegen los unos<br />

a otros. ¡ Malditos bastardos!. En fin, como supongo que sabrás, El Canciller tiene un pequeño<br />

feudo que gobierna de forma caprichosa y es que la riqueza heredada no se aprecia,<br />

simplemente se tiene y él la usa. No conoce otra forma, es lo que aprendió desde pequeño, y<br />

de lo que ejerce en la actualidad, de pequeño tirano pero eso sí, siempre dentro de su feudo.<br />

Poca cosa puedo hacer Yo.<br />

En resumen, me presiona, el Círculo esta en pie de guerra y si no quiero que esto<br />

termine en rebelión tendrás que partir lo antes posible a dar caza a ese <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong> y<br />

rescatar a la mujer del Canciller. Por cierto Rudolf, ¿ Cuantos Dragones van ya?. Siete, le<br />

respondí, y he de decir, mi Señor, que ninguno fue igual que el otro, ni en su rastreo, ni en su<br />

muerte. Lo cual hace que siempre sea una difícil caza. Pero, como sabéis, soy persistente y<br />

tarde o temprano cumplo con mi deber, mi Rey.<br />

Caminamos juntos en dirección a la puerta, unos metros antes se paró y me entrego<br />

un camafeo con el retrato de una Dama en su interior. Esta es la Dama que tenéis que<br />

rescatar, Daos prisa antes de que esto termine con un golpe de estado. Salude a mi Rey con<br />

una inclinación y dejé a esté en el interior del gran salón. Otra vez recorrí a la inversa el<br />

mismo camino que hacia unos instantes, dirigiéndome esta vez a la salida. Un mozo me<br />

esperaba en la puerta sujetando con dificultad a mi Alazán. Mucho brío para tan pequeño<br />

zagal.<br />

Ya en casa, comencé a preparar todo lo necesario. Lo primero un saco con comida<br />

para una Luna, eso por lo menos, nunca se sabe. En otro introduje cuerdas de diferentes<br />

grosores, el garfio, varias pequeñas antorchas, una aguja del Norte, se llama así, por que<br />

siempre mira en esa dirección.<br />

Descolgué mi vieja capa de piel de oso. Me enfundé la plateada armadura y ajusté bien<br />

fuerte los correajes. Al cinto, mi espada y mi daga de doble filo, colgando del otro lado, un<br />

saquito hecho de tripa de cerdo impermeable, con la yesca, el pedernal y el eslabón de<br />

hierro. A la espalda la doble ballesta. El resto distribuido en las alforjas y bien atado no<br />

ocupaba mucho, no era trabajo pesado para Thor, estaba acostumbrado incluso a más peso.<br />

territorio.<br />

Partí hacia Terrafuego, era lo más lógico, donde iría un dragón sino, que a su propio<br />

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Un nuevo rugir del volcán y un tirón de las riendas me transportan a la realidad, justo<br />

para escuchar un silbido en el cielo y ver como pasaba por encima de mi cabeza una gran<br />

roca llameante que se estrelló a poco menos de un centenar de pasos de donde Thor y Yo nos<br />

encontrábamos. El impacto fue tan violento que la gran roca se fraccionó en una multitud de<br />

piedras al rojo vivo, volando por doquier. Esta imagen hizo que los cabellos de la nuca se me<br />

erizaran. Un escalofrío recorrió como un rayo toda la longitud de mi espinazo. Mis ojos, de<br />

forma instintiva, otearon los alrededores en busca de refugio. Antes me pareció ver una grieta<br />

en un montículo cercano y sin pensarlo dos veces, salí corriendo, tirando de las correas de mi<br />

caballo. En efecto, mis ojos no me engañaron, había una grieta pero un tanto angosta para<br />

que entráramos a la carrera, por lo que tuve que parar ante la grieta y cortar<br />

apresuradamente las cuerdas que sujetaban las alforjas a ambos costados de Thor.<br />

El Alazán entró mientras yo recogía las alforjas del suelo, tirándolas al interior de la<br />

cueva. A los pocos pasos la entrada se hacia más grande y por la negrura del entorno, tenía<br />

que ser bastante grande. El aire era fresco y limpio en su interior. Al fondo se escuchaba un<br />

tintinear de agua cayendo gota a gota, saque una de las antorchas y del saquito el pedernal,<br />

el eslabón y…, ¡ Por fin un poco de luz!, mostrándome con todo lujo la grandiosidad de la<br />

cueva, a juzgar por las enormes columnas formadas por el eterno gotear, databa de cuando el<br />

hombre era tan solo un pensamiento vano en la cabeza de los Dioses. Y aquí estaba,<br />

abrigando a todo ese montón de ojitos rojizos, que me observan desde las sombras, huyendo<br />

de la cegadora luz de la antorcha. Intrigantes moradores, pensé, espero que no den<br />

problemas.<br />

Recorro la cueva con los ojos y veo que a mi derecha hay cinco túneles, negros como<br />

boca de Dingo. Bueno esperaremos un poco antes de decidir que es lo que haré a<br />

continuación. Thor había tomado posición en la entrada donde crecía unos matorrales<br />

amarronados que al parecer no le disgustaba del todo y los había en abundancia. La rumiaba<br />

tranquilamente, sintiéndose seguro dentro de la gran cueva, esto me proporcionaba a mí la<br />

tranquilidad de no tener que preocuparme de la entrada, si algo pasaba, el caballo me lo haría<br />

saber con sus relinchos.<br />

En vista de que el volcán continuaba con sus vómitos y rugidos, decidir ponerme a<br />

comer yo también un poco de carne sazonada. Haría una hoguera con esos mismos<br />

matorrales y me prepararía un poco de te mientras se calentaba la carne, luego después de<br />

comer me relajaría con una buena pipa de Ot~soc y decidiría que hacer.<br />

Con la primera bocanada de humo, sentí el bienestar que proporciona este polen de<br />

los países del Sur, tras el Mar de la Tranquilidad, en aquel país donde el suelo es siempre de<br />

arena. Otra calada más larga y profunda, otra ola que se estrella en mi mente. Lentamente me<br />

levanto, apurando la pipa, me encamino hacia los túneles y empiezo a obsérvalos. Entre otras<br />

peculiaridades el Ot~soc te despierta los sentidos, agudizándolos hasta sus propios limites,<br />

esto en ocasiones era una necesidad, sobre todo a la hora de perseguir ciertos animales,<br />

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durante su caza. Cierto es que para sus detractores, esto era una mera excusa que intentaba<br />

defender lo que para ellos era un vicio pernicioso.<br />

Miré el primer túnel, para matar el tiempo mientras durara la irritación del volcán. El<br />

primero era tan pequeño que entraba solo la oscuridad. El segundo se veía que era de<br />

descenso, luego desechado, en el tercero mi cabello se agitó, por lo que tenía salida. El<br />

cuarto túnel, estaba taponado por un derrumbamiento unos pasos más adelante. En el quinto<br />

también note una corriente de aire, luego dos de cinco, quizás luego les echara un vistazo.<br />

Mientras me giraba en dirección de la hoguera, creí escuchar lo que parecía un grito y<br />

era de horror, surgiendo del quinto túnel. Aun resonaba el eco del grito por las paredes. En<br />

dos zancadas me plante ante las alforjas, saque el paquete que contenía las cuerdas y cogí<br />

una bobina de un hilo muy fino pero muy resistente y el garfio junto con su correspondiente<br />

soga.<br />

Até el extremo del hilo fino a una de las estalactitas, metiéndome la bobina en uno de<br />

los pliegues de mis ropas, esto me iría bien en caso de desorientarme y perderme en su<br />

interior. La soga con el garfio la coloque enrollada y cruzaba mi pecho. La ballesta ya armada<br />

en una mano y la antorcha en la otra. Ya estaba preparado y me adentré...., no se cuanto<br />

tiempo transcurrió, pero de pronto note que empezaba una pequeña pendiente ascendente,<br />

tras la cual y al doblar un recodo me encontré con una gran cueva.<br />

Ésta estaba abierta al cielo en su cúpula, dando muestras sus bordes de haber sufrido<br />

duros impacto de las piedras llameantes de los volcanes. Otro grito. Giré la cabeza para ver<br />

algo que me dejó petrificado. Un <strong>Dragón</strong> se batía en mortal duelo con un Lagarto de Fuego,<br />

pero esté era incluso más grande que el propio <strong>Dragón</strong>. ¿ Será esté el Gran Padre de los<br />

Lagartos de Fuego?.<br />

Otro grito más a mi derecha y al girar, vi a la Mujer a la que vine a rescatar. Estaba<br />

escondida tras una roca. Tras Ella había algo que me llamo mucho la atención, había un<br />

camastro, una mesa, unas sillas, un trípode de hierro del que pendía un enorme puchero y<br />

otros aparejos de cocina. Sigilosamente me acercaba a donde se encontraba la dama, me<br />

acerque en sigilo y la tome por su brazo izquierdo con mi mano izquierda, la derecha la use<br />

para taparla la boca.<br />

Cuando su primera reacción de asombro se borró de sus ojos, retiré lentamente la<br />

mano de la boca, al tiempo que le hacia una seña de que guardara silencio. Lejos de hacerme<br />

caso, me contesto. ¡ Por Dios, ayúdele!, ante mi expresión de asombro, continuo gritando,<br />

salvad al <strong>Dragón</strong> y juro contestar después a todas vuestra preguntas, la sinceridad de sus<br />

ojos se clavaron en los míos, giré sobre mis talones y me encaminé hacia el círculo central de<br />

la cueva.<br />

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Delante de mí, la contienda entre los dos colosos continuaban, pero el <strong>Dragón</strong> estaba<br />

en peores condiciones, en muchos aspectos. Se encontraba en una postura en la cual el<br />

Lagarto le tenía medio inmovilizado con una de sus potentes garras, mientras el <strong>Dragón</strong>, se<br />

defendía lanzándole bocanadas de vapor a la cara, cegándole y así desviar con certeros<br />

zarpazos, de su única garra libre, las dentelladas ciegas del enemigo, pero pronto no habría<br />

más vapor que lanzar y entonces.....<br />

Enseguida comprendí que no podía usar la ballesta, se movían demasiado para tener<br />

un blanco seguro, por lo que mi única oportunidad era el garfio, lo gire sobre mi cabeza. El<br />

zumbido que produjo esta acción, distrajo el tiempo necesario para que el Lagarto desviará<br />

momentáneamente la atención, sin darse cuenta, dejando la garganta al descubierto.<br />

Oportunidad que el <strong>Dragón</strong> aprovechó, hincándole sus poderosos colmillos en la carne del<br />

cuello, no era mortal la dentellada. El Lagarto contaba con grandes escamas que cubrían la<br />

casi totalidad de su cuerpo, pero sí lo inmovilizó lo suficiente, como para poder apuntar al<br />

sobaco izquierdo. Esta es la única zona en ellos que esta desprotegida.<br />

La saeta cruzó el aire silbando su canto de muerte, para hendirse hasta el corazón de<br />

la bestia. Dio un rugido que provocó pequeños desprendimientos en algunos puntos de la<br />

cueva y con un espasmo convulsivo se desplomó pesadamente. Mis ojos se encontraron de<br />

frente con los del <strong>Dragón</strong>, su mirada era inteligente y con un parpadeo lento, ceremonioso,<br />

me comunicó toda su gratitud. La mujer estaba ya delante del <strong>Dragón</strong> y le examinaba las<br />

heridas, al tiempo que le consolaba con caricias intentando desesperadamente borrar el<br />

dolor de la bestia.<br />

Los ojos de la mujer buscaron los míos para mostrarme todo su dolor y miedo, unas<br />

lágrimas cubrían sus mejillas y un hilo de voz surgió de sus pálidos labios, temblorosa,<br />

diciéndome. ¡ Es mi hermano mayor, ayúdame por favor!.<br />

Ahí estaba Yo. Me di cuenta de que estaba petrificado y tenía la boca abierta. Con un<br />

rápido parpadeo y un meneo de cabeza, regresé a la realidad. Me acerqué cauteloso y le<br />

pregunte a la dama, que si sabía como podía llegar lo más rápido posible hasta mi alazán.<br />

Fue el <strong>Dragón</strong> quién me miró lentamente y para mi asombro, abriendo sus fauces, me<br />

dijo...., Lo primero es lo primero. Me llamo Diatros y esta es mi hermana Candy. Ahora, ¿<br />

Cual es tu nombre?.... - Tragando saliva, logré responder. Rudolf - Muy bien Rudof, para que<br />

quieres ir hasta vuestra montura.<br />

Mirándole ya fijamente a los ojos, le respondí. En los paquetes que dejé en la otra<br />

cueva, tengo hierbas medicinales, que calmarán tu dolor y ayudarán, considerablemente, a la<br />

sanación de tus heridas. No temas, tu hermana prometió contestar a todas y cada una de mis<br />

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preguntas. Hasta entonces consideradme vuestro amigo y no temáis nada de mí, os doy mi<br />

palabra de honor.<br />

El <strong>Dragón</strong>, Diatros, pareció meditarlo, tras un silencio, señaló con un dedo de su<br />

maltrecha garra, un túnel. Ve por ese, te llevará directamente, verás que tiene altura<br />

suficiente para que pueda pasar tu montura hasta llegar aquí. Giré en dirección al punto<br />

señalado y otra vez, la oscuridad me abrazó.<br />

Por el camino mi cabeza, alentada por el silencio y la oscuridad, era un remolino de<br />

preguntas a las que no podía responder, esto agitaba aún más mi materia gris. Antes de lo<br />

esperado me encontré del lado izquierdo de la cueva, recordé que esta zona no la había<br />

explorado. Thor miró hacia mí, alertado por el ruido que produje al salir. Un fuerte resoplar<br />

fue la contestación de indignación que me dedicó por saludo. Vamos Thor, no seas así, ya te<br />

contaré y además dentro de un rato lo comprenderás mejor.<br />

Coloqué las alforjas a cada flanco de Thor, y otra vez al túnel, esto se estaba<br />

convirtiendo en una rutina, tan solo el cálido aliento de Thor en mi nuca, hacia de esta<br />

travesía, algo diferente. Por fin otra vez la luz, mi vista empieza a protestar ante tanto cambio.<br />

Al salir descubrí a un <strong>Dragón</strong>, más relajado y con un aspecto indudablemente más<br />

humano. O era que tan solo que lo veía ahora con ojos diferentes desde que me hablo.<br />

Bueno, calma. Lo primero es curar tus heridas. Thor al ver al <strong>Dragón</strong>, se asustó,<br />

poniéndose de manos y lanzando unas poderosas coces por doquier, me costó largo rato el<br />

hacer que ser portara de una forma civilizada, dentro de lo se espera de un caballo. El <strong>Dragón</strong><br />

emitió un agudo sonido y las orejas del caballo se estiraron de forma inusual, pero tras eso, se<br />

tranquilizo del todo, parecía como si Diatros le hubiera comunicado algo, en algún extraño<br />

idioma.<br />

Logré por fin encontrar el saco de las medicinas. Eran una serie de pequeños sacos,<br />

metidos dentro de otro más grande. Escogí meticulosamente las hierbas que iba a necesitar y<br />

me dispuse a encender la hoguera, para calentar un poco de agua. Mientras se calentaba,<br />

tendría tiempo de sobra para preparar todos los emplastes e infusiones necesarios.<br />

Mientras trabajaba, no dejaba de mirar a la extraña pareja y en la historia que me<br />

contarían. He de admitir que mi curiosidad iba en aumento. Ella se había despojado de una de<br />

sus enaguas y las estaba cortando en tiras, sin duda preparaba vendas para, ¿ Su hermano?<br />

Esto era algo que no terminaba de asimilar mi cabeza, baje la vista aun meditabundo<br />

para comprobar la fluidez del emplaste que tenia dentro del cuenco. Le hacia falta un poco<br />

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más de aplastamiento y un pellizco más de amapola, para el dolor. Unos pasos suaves, casi<br />

ingrávidos, hicieron que mi vista se alzara para encontrarme de frente con la mujer.<br />

Su contorno se desdibujaba a través de sus ropas, no tenía tantas enaguas como<br />

parecía. El fuego a su espalda, me mostraba los delicados contornos de su cuerpo,<br />

revelándome la hermosura que escondían los ropajes y capas. Candy se hecho a un lado y fue<br />

cuando fui consciente de mi propio rubor, sin duda esto fue lo que alerto a la dama, pero una<br />

carcajada fue su única respuesta.<br />

Perdóname Rudolf, no quería alterar ni interrumpir tus pensamientos en modo alguno,<br />

mucho menos apartarte de tu trabajo..... Yo... solo quería....., ahora era ella la ruborizada,<br />

como empujada por una mano invisible se abalanzó hacia mi y beso mi mejilla, saliendo<br />

corriendo hacia donde el hermano descansaba, no sin dedicarme otra mirada esta vez<br />

disimulada. Diablos de muchacha, ha logrado desorientarme del todo, así era, sí antes tenía<br />

dudas, ahora se sumaba otra más.<br />

Por fin terminé, de preparar todo lo necesario. Me encaminé hasta donde yacía<br />

Diatros, lentamente. Esté giro su cabeza al sentir mí movimiento, su faz era tranquila aunque<br />

de vez en cuando se le escapara una mueca, reflejo del dolor que estaba sufriendo en<br />

silencio. Di otro vistazo a las heridas una vez lavadas y limpias de sangre, confirmaron que la<br />

mayoría eran arañazos y que tan solo la del pecho y otra en un costado serían las que darían<br />

más problemas. Le di a beber la infusión, aún humeante. Tómate esto, te calmará el dolor y<br />

hará que no te suba la temperatura más de lo normal. Claro que en un dragón no sé cuál es la<br />

temperatura normal, pero por lo menos te aliviará.<br />

Examiné primero su costado, la herida era un poco fea. Dejaba ver los tejidos<br />

carnosos e incluso parecía haber perdido parte de estos tejidos en algún punto. Con cuidado,<br />

pues sabia que le iba a doler, espolvoreé la semilla de la flor del Loto negro, cuyo poder<br />

antibiótico y sedante eran bien conocido por todo el mundo. Miré al dragón instintivamente,<br />

observando que no realizo ni una sola mueca durante todo el proceso. Era valiente sin duda.<br />

Muchos hombres habrían derrumbado el techo con sus gritos y espasmos, y se llamaban<br />

asimismos guerreros. Esto tranquilizó mi pulso y pude así aplicar la pasta resultante de mi<br />

trabajo, con las vendas fabricadas por Candy, fijé el emplaste y con unas hojas del árbol de la<br />

goma pegué las vendas con el fin de que no se desplazaran.<br />

Le mire y él me dedico lo que parecía una sonrisa, diciéndome de esta forma que<br />

estaba bien, comprendí que no quería alarmar a Candy más de lo necesario, me dispuse a<br />

observar la herida del pecho. Esto era más complicado. Dado el tamaño del dragón iba a ser<br />

complicada la tarea. En mitad de mi cábalas, sentí una garra que cogiéndome, y con<br />

delicadeza me posó sobre su vientre. Lo ves ahora mejor. Asentí con la cabeza y lentamente<br />

me arrastre literalmente por su poderoso torso. Mientras pensaba que sin duda la peor era la<br />

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del costado, me fijé en su pecho. Presentaba unos orificios más profundos que el resto, sin<br />

duda, las afiladas uñas hicieron el trabajo, por lo que existe un muy posible foco de infección<br />

mayor en éstas heridas que en el resto.<br />

Apliqué el mismo procedimiento de anestesia, cura y vendaje y salté al suelo. Ahora<br />

hay que esperar, mañana sabremos si todo marcha bien, creo que lo mejor ahora mismo es<br />

dormir y descansar un poco. Thor nos avisará si hay algún peligro cerca. Candy arrastró el<br />

camastro hasta estar cerca de su hermano. Yo me acurruqué en mi piel de oso, junto al fuego,<br />

no quería pensar nada de momento, mañana sería otro día y quizás entendería un poco más<br />

todo esto.<br />

Desperté con los primeros rayos de sol, tonos rojizo anaranjados cubrían ya gran<br />

parte de los rincones de la cueva, dándole un carácter cálido al entorno. Candy y Diatros<br />

dormitan aun plácidamente. Thor me dio los buenos días a su manera, golpeando levemente<br />

el suelo con uno de sus cascos, me acerqué a él y acariciándole el cuello le susurré, no hagas<br />

ruido, están durmiendo.<br />

Mi nariz, me indica que el Gran Lagarto empezaba a impregnar el aire con el hedor de<br />

la muerte, esto suponía un doble problema, por un lado, de continuar con su ciclo de<br />

putrefacción, al medio día sería del todo insoportable y nocivo. Por otro lado, algún dragón<br />

menor podría olisquear este denso olor y desear comer digamos gratis, con el consecuente<br />

peligro. Esto implica poner una pronta atención al problema antes de que se añadan más.<br />

El rugir de mi estómago, me aconseja desayunar primero. La cabeza regresa al<br />

problema, ¿ Cómo sacaré al lagarto?, una nueva protesta escandalosa, diría yo, de mi<br />

estomago me hace decidirme del todo. En las alforjas, tenía guardada algo de leche de Duna,<br />

que recogí antes de cruzar la frontera, en los pastizales del Este de Dridam. Avivé el fuego,<br />

añadiendo un poco de leña, de la que se apilaba en un rincón, detrás de la mesa.<br />

Buenos Días, escuché la voz dulce de Candy, tras de mí, me giré mientras le<br />

contestaba, que así sean Candy; era tan hermosa, poseía una belleza, que no puedo, no<br />

encuentro palabras en esta tozuda cabeza mía pero.., ¿Qué estas preparando? - Dijo ella -, un<br />

poco de leche de Duna, le contesté lo más dulcemente que pude, su cara se transformó en la<br />

de una niña, mientras emitía un sonoro ¡ UUUMMM !, hace tanto tiempo que no la tomo. Tras<br />

unos minutos, que a juzgar por el nerviosismo de ella, parecieron eternos, le ofrecí mi vaso de<br />

plata con la leche humeante, Yo dispuse de mi plato de madera para servirme el resto. Candy<br />

se sentó delante mía, con la mirada fija en las volutas de humo que surgían lentamente del<br />

vaso y sin apartar la mirada del mismo. Me imagino que tendrás preguntas que hacerme, estoy<br />

preparada para contestar... a todas..., hubo un silencio, alzó su mirada hasta enfrentarla con<br />

la mía. Note como intentaba esconder el rubor que afloraba en sus mejillas, sonreí y con voz<br />

tranquila le dije. Ahora lo primero es ver como están las heridas de Diatros, si todo sale bien,<br />

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en tres días estará en perfectas condiciones, por lo que no hay prisa para preguntas y<br />

contestaciones, tenemos mucho tiempo y seguro que momentos mejores.<br />

La curiosidad me estaba matando, quería saber la verdad de todo este extraño asunto,<br />

tenía tres días para averiguar, meditar y calcular el siguiente movimiento. Diatros despertaba<br />

en ese momento. ¿ Qué es lo que huele tan bien ?, no había duda, el resonar de su voz por la<br />

cueva indicaba que su estado era mejor, las hierbas realizaban su trabajo perfectamente, el<br />

apetito así lo demostraba. Me alegro que te encuentres bien Diatros. Gracias Rudof, me<br />

contesto afablemente, mi gratitud será algo que pronto podré demostrarte. Mira Diatros si me<br />

quieres pagar lo que hice de buena fe, no te lo puedo impedir, más es la verdad la moneda<br />

que ahora me interesa. Pero creo que hay problemas más apremiantes que remediar. El<br />

hedor creciente que emana del lagarto es para nosotros mortal, Diatros asintió con la cabeza,<br />

era obvio que las heridas del pecho no le permitían hablar durante mucho tiempo seguido, por<br />

cierto, todavía me resulta chocante el oír a un dragón hablar, esta era la primera vez, aunque<br />

era en apariencia un dragón no dejaba de ser un humano... ¿Transformado?.<br />

Transcurridos unos momentos, Diatros me hizo una señal con su ¿ pata?, ¿ mano?,<br />

acudí presto. Rudof en la salida Norte, a la derecha, a unos cincuenta pasos, hay una lengua<br />

de fuego subterránea, es la única opción que encuentro, más no me encuentro lo<br />

suficientemente bien para poder ayudar, mi hermana, poco podrá ayudar, pero sé que no se<br />

quedará quieta. La verdad para ser la única posibilidad, era complicada de realizar, podía<br />

contar con la fortaleza de Thor, pero con todo y con eso..., bueno dejaremos eso para más<br />

tarde.<br />

El segundo punto a tratar en la mañana eran las heridas, el costado continuaba<br />

inflamado, pero el poder de recuperación de Diatros era asombroso, prácticamente estaba ya<br />

la cicatriz formada en su mayor totalidad. Lavé y cambié el emplaste y coloqué nuevos<br />

vendajes. Otra vez me elevó, con su garra, hasta su torso, no dejaba de pasarme por la<br />

cabeza, que si calculaba mal la presión a ejercer, podría aplastarme en mi totalidad por un<br />

mal cálculo<br />

Repté por el torso, las heridas del pecho tenían la misma apariencia que las del<br />

costado, me dejé caer, deslizándome hasta el suelo. ¿ Qué tal Doctor?, pregunto Candy, en<br />

cuanto aterricé. Bueno pues la verdad, estimada señorita, es que como su querido hermano<br />

continúe así, esta tarde nos da una paliza a los dos; una carcajada de felicidad brotó desde lo<br />

más profundo de la muchacha, era tal su alegría que resultaba contagiosa y al rato estábamos<br />

casi tirados por el suelo, todos menos Diatros, que ya lo estaba desde un principio, lo cual no<br />

le salvó de sufrir los mismos dolores estomacales y de mandíbula que el resto.<br />

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Pasa el tiempo, y el olor es cada vez más agobiante, un gemido, hace que mire hacia<br />

atrás, para ver como Diatros se incorporaba, hasta sentarse, ¡ Es impresionante !, tanto por<br />

su altura, como por su belleza, sí, he de admitir que para ser un dragón, no estaba nada mal.<br />

Sí, en verdad era hermoso.<br />

Veo que te encuentras mejor, ¡ Indudablemente!, respondió. Es más, creo tener la<br />

solución al problema del lagarto. Habla pues, le repliqué. Verás esto es lo que he pensado.<br />

Como te dije a pocos metros hay una lengua de fuego, el problema es el transporte del bicho, -<br />

Lo de bicho será bajo su punto de vista, claro -, creo que con la soga que tienes, será<br />

suficiente. Se trata de aprovechar correctamente la fuerza del río de fuego; has de lanzar la<br />

soga por encima de la cueva, para que saliendo por el techo, se clave en el exterior, en el<br />

extremo exterior lo atas a una o dos de las patas de la mesa, mientras que el otro extremo,<br />

será lazado al cuello del bicho. Si eres luego capaz de lanzar la mesa a la corriente de lava,<br />

ésta hará el resto.<br />

El plan no era malo, pero no estaba seguro de que la longitud de la cuerda fuera<br />

suficiente, como para librar la cantidad de metros que le pediríamos, por precaución até a la<br />

saeta la cuerda fina y al otro extremo de la misma, a la soga. La saeta voló hasta desaparecer<br />

tras la pared rocosa, salí y no muy lejos encontré la saeta, erguida, clavada y sin un solo<br />

rasguño. El acero Montenegrés no dejaba nunca de sorprenderme. Corrí otra vez a la cueva,<br />

efectivamente era corta, como sospeché, esto era un problema y tan solo por un par de<br />

metros.<br />

Me senté en el suelo un poco desesperado, no había más cuerdas, la fina no era<br />

suficiente para ése, como decía Diatros, bicho, recordé de pronto las cuerdas que utilicé para<br />

atar las alforjas a Thor, esa era la solución, ya disponía de más de dos metros. Las utilicé para<br />

atar el cuello, según las indicaciones de Diatros. Mientras Candy como no veía donde podía<br />

ayudar, se resignó no de buen grado a quedarse, mirando las evoluciones.<br />

Dando los últimos retoques a los nudos, la vi patear una piedra. Candy, me puedes<br />

acercar un poco de agua, tengo la garganta seca. La cara de ella otra vez se torno iluminada<br />

y antes de que me diera cuenta, la tenía delante de mí con un cuenco hecho de calabaza<br />

silvestre. Su mirada era como ver el sol reflejado sobre el mar, igual de azules, igual de<br />

delicados los toques dorados, brillantes. Su sonrisa. Habéis visto un amanecer en invierno, en<br />

los acantilados de Terraverde, pues su sonrisa es igual de brillante y su piel me recuerda<br />

a....., mejor ni lo pienso.<br />

Gracias, estaba seca esta pobre garganta, entrecerrando los ojos le repetí, gracias.<br />

Me encamine hacia Thor, amigo ahora te toca a ti el trabajo duro. Thor relinchó un poco<br />

hosco, cuando tire de las riendas, no por el trabajo, más bien era que acababa de descubrir<br />

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unas pequeñas flores detrás de una columna que rezumaba agua por sus poros y tenía<br />

hambre. Acomodé la mesa sobre los lomos de Thor y salí fuera, até la cuerda a la pesada<br />

mesa y la dispuse de tal modo que Thor pudiera cocearla e introducirla así en el río de fuego.<br />

El golpe del Alazán fue certero, ya lo creo, la mesa surcó el aire para estrellarse en el<br />

mismo centro del río. En cuanto se hundió fue arrastrada por la fuerte corriente<br />

incandescente y antes de que me diera cuenta la cabeza, el torso y por fin la cola, cayó fuera<br />

provocando un gran ruido, pero continuando su arrastrada marcha hasta desaparecer en las<br />

profundidades del río de fuego.<br />

Tras el espectáculo y dándole unas palmaditas en el cuello a Thor en agradecimiento<br />

por su trabajo, me encamine hacia la cueva. Nada más traspasar el umbral, Thor corrió al<br />

lugar de donde le arranqué de mala gana.<br />

Las caras de Candy y Diatros, eran todo un cuadro de expectación, añadí un poco más<br />

de intriga, andando despacio, con aire distraído, podía sentir el nerviosismo hasta que no<br />

pude más y grité. ¡ Todo salió perfecto!, como vos predijisteis Diatros y solté una gran y<br />

sonora carcajada.<br />

Bajando la cabeza Diatros, en un hilo de voz dijo... Creo que ya es hora de que sepas<br />

muestra historia, nuestra triste historia. Bien verás, nosotros teníamos una pequeña granja<br />

donde Padre, Madre, Candy y Yo vivíamos más o menos bien. Vivíamos de una poca cebada,<br />

unas patatas, frutas, huevos y una vez al año, algo de carne de cerdo. Un día vendiendo en el<br />

Zoco, en muestro pequeño puesto, que no era otra cosa que nuestra carreta, apareció el<br />

Canciller junto con tres miembros más del circulo y otros amigos. Se paró delante de<br />

nuestro puesto y gritó.. ¡ La quiero para mí!, y diciendo esto arrojo un saco de cuero que con<br />

el impacto se abrió mostrando cien piezas de oro, Yo no comprendía nada, todo el carro no<br />

tenía más valor que treinta piezas, con el carro incluido por supuesto.<br />

No le entiendo bien Canciller, que es lo que queréis. Con voz burlona, pero directa<br />

dijo, A la perra que se esconde detrás de ti, tráela esta tarde a mi casa. Si me hace la noche,<br />

corta y quedase satisfecho, puede que la recoja como mi tercera mujer, pero de no ser así,<br />

como la perra que es, la apalearé y tiraré a la calle, con los ropajes propios de una perra....<br />

¡ Ninguno !. Tras el grito, giró en redondo y se marchó con los amigos riendo ostentosamente.<br />

Todo el mundo tenía que saber lo malo que era, no dejaba de ser una defensa, la del miedo,<br />

tenia a toda la comarca que regentaba tan agarrotada, que hacía mucho que ni lloraban.<br />

Nos fuimos a casa atemorizados, con deseos de contárselo todo a Padre y que él nos<br />

diera una solución, al llegar nos encontramos a Padre y Madre juntos, pálidos,... sonrientes,<br />

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fríos,... felices, muertos. Mi dolor, mi amargura anterior se transformo en un gusano, al ver tal<br />

escena. Una nota en la mano de Padre.<br />

“ Perdonadnos hijos, os queremos demasiado para ser una carga en tan largos y<br />

amargos días. La hambruna llama tímidamente a la puerta, pronto, de una patada, entrará y el<br />

dolor en nuestros cuerpos hasta que nos llegue la muerte sería largo, seria penosos para<br />

todos. Nosotros, nuestro dolor de muerte. Vosotros, sufriendo nuestro dolor.<br />

Sea pues ésta, la decisión de tu Madre y la Mía propia y algo muy importante, que no<br />

tenéis que olvidar nunca, esto es el resultado de nuestro amor hacia vosotros, hacednos<br />

felices queriéndonos y respectándonos de igual forma que nosotros a vosotros.... Adiós “.<br />

El dolor fue más lejos que la razón, volé por la puerta, rompiendo, gritando, aullando<br />

mi dolor. Continúe corriendo hasta que me di cuenta que estaba cerca de la ciudadela. Entré<br />

y busque la primera taberna, no sé cual, entre y bebí toda la cerveza amarga que pude, hasta<br />

olvidar. Me encontré a la mañana siguiente a medio camino de mi casa, mi cabeza era un<br />

zumbar continuo, notaba como no se podía quedar quietos los pensamientos, al igual que mi<br />

visión, al intentar incorporarme, una nube multicolor explotó en mis ojos y dio el estallido<br />

final en mi cabeza.<br />

Fue cuando me di cuenta de que la cabeza de una mujer reposaba sobre mis piernas.<br />

Centré la vista y vi el resto del cuerpo, vestimentas arrugadas y a medio poner o quitar, no lo<br />

sé en que orden. No reconocía a la mujer, por lo que decidí dejarla dormir, en ese mismo<br />

sitio.<br />

Llegué a mi casa cuando el sol empezaba a estar en lo más alto, la puerta estaba<br />

abierta, no comprendía por qué. Mis sentidos estaban todavía en la bruma de la espuma de<br />

esa cerveza Montenegrés. Entré en casa, todo estaba oscuro, por lo que mis ojos<br />

acostumbrados a la claridad del día, no vieron al entrar más que sombras y oscuridad. Llame<br />

a Candy y solo escuche un ruido sordo, entrecerré los ojos para intentar ver mejor y cuando<br />

empezaba a vislumbrar a mi hermana, la vi amordazada y atada. A continuación sentí un<br />

golpe en la cabeza y todo fue poniéndose negro otra vez, caí al suelo golpeándome el hombro<br />

pero antes de desvanecerme del todo, recuerdo que noté llenarse mi boca de un líquido,<br />

espeso, con olor a...., no lo recuerdo. Lo siguiente que recuerdo es una voz estridente y el<br />

grito de un ¡ DRAGÓN!.<br />

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Cuando desperté del todo, la casa era una ruina, mi hermana, no estaba, me incorporé<br />

sintiéndome raro, muy raro y pesado, pensé otra vez en la cerveza, maldita cerveza<br />

Montenegrés. El sol daño mis ojos al salir cegándome. La garganta me ardía al igual que el<br />

estómago, con la cabeza baja, desorientado, doliéndome todo el cuerpo, di el primer paso,<br />

¡Dioses!.... mi pie era garra. No lo entendía, ese efecto no era de la cerveza, miré a mí<br />

alrededor y empecé a darme cuenta de que veía las cosas desde otro punto de vista... más alto.<br />

Corrí hacia el río Arco, extrañamente tardé bastante menos de lo normal.<br />

¿ Qué extraño era todo?. Cuando mí reflejo asomó en el cristalino río, me mostró mi<br />

nueva identidad. Tras la primera impresión de terror. Un torrente de preguntas cruzaron de<br />

golpe por mi mente. La primera de ellas era. ¿ Dónde estaba mi hermana?, ¿ Qué hago Yo<br />

así?.<br />

Escuché el ruido de muchas voces que corrían vociferando hacia donde me<br />

encontraba. Eran granjeros, a la mayoría los conocía y sin embargo gritaban. ! Muerte al<br />

dragón¡, ! Acabemos con él¡. Sentí el miedo más irracional que jamás experimenté. Giré, pero<br />

tan solo conseguí un rugido. Salí corriendo, a la tercera zancada me encontré por encima de<br />

mí destruida casa!. Podía..., ¡ Estaba volando¡. Olvidé que ahora era un dragón y por lo tanto<br />

un ser odiado por los humanos, que intentarían darme caza a partir del mismo momento en<br />

que nuestros caminos se cruzaran.<br />

Dos años más tarde, fue cuando encontré la pista de mi hermana. Se había desposado<br />

obligada con el Canciller y el recuerdo, olvidado en un rincón de mi cabeza explotó dando luz<br />

a mi ignorancia, eso era. Fue el Canciller el causante de este caos, todo tenía sentido, recordé<br />

la muerte de nuestros Padres, recordé escenas turbias en un antro lleno de humo, rameras,<br />

marineros, ladrones y todos hermanados en la borrachera. La mujer también la recuerdo, el<br />

dolor de cabeza y la resaca, la palabra <strong>Dragón</strong> continua resonando como un eco continuo,<br />

eterno.<br />

Solo una persona tenía tal poder en este mundo, el Mago Devils el Señor de los<br />

Pantanos, al Noroeste del país. Eso suponía que el Canciller hacia tiempo que planeaba el<br />

ataque, seguramente sería la alternativa a la posible negativa por mi parte, como así fue y el<br />

resultado.... Maldito tirano, caprichoso, engreído ser iracundo, ¿ Cuando llegará el día de mi<br />

venganza?.<br />

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Dos años tarde en planear todo meticulosamente. Visitaba en las noches sin luna a mi<br />

hermana, en silencio, en las sombras, sin atreverme a ser visto. Hasta que una noche<br />

escondido en un árbol muy alto, escuché la conversación de dos sirvientes, comentaban la<br />

tiranía y el desprecio a las que la tercera mujer estaba sometida. no solo por las dos primeras<br />

mujeres, si no por el propio Canciller, que disfrutaba ridiculizándola en público y en privado.<br />

Salí del escondite con una sola idea y ocultándome en las sombras lo hice, rescaté a mi<br />

hermana.<br />

El silencio se apoderó de toda la estancia, mis ojos atónitos no dejaban de observar a<br />

la muchacha y mí corazón se encogía con el dolor de los hermanos, aunque en mi gesto no se<br />

notara nada.<br />

¿ Pareces incrédulo? dijo Candy como si me hubiera leído el pensamiento... Yo,<br />

respondí con voz grave. Necesito más elementos de juicio, para poder dar una opinión que<br />

sea certera.<br />

Crees que será bastante con esto - replicó Candy - y quitándose la blusa, mostrando su<br />

figura desnuda, vi sus pechos erguidos y firmes. ¿ Pero?... ¿Esos puntos negros cerca de los<br />

pezones?. ! Señor, son quemaduras¡. Empezó a girar lentamente, como si quisiera que viera<br />

detenidamente la veintena de puntos que por todo su pecho formaban un pasillo de horror, la<br />

espalda empieza a ser visible, mostrando largas y resecas cicatrices y otras nuevas, encima<br />

de las viejas, haciendo de tal superficie de piel blanca un caos de blanco, rojo y dolor. Sin<br />

darme la cara se vistió y esta vez con una voz de vergüenza, dolor y odio dijo... ¿ Ahora nos<br />

crees?.<br />

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Necesité bastante tiempo para que de mi boca brotara palabra alguna. Mis<br />

pensamientos volaron, imaginándome las torturas aplicadas a tan frágil ser. La cara de<br />

miedo, de horror, de odio, de asco, de Candy tendría en tal situación y la cara retorcida,<br />

gozosa, babeante de Canciller aplicando tales macabras artes y sentir.... Lo siento, es lo<br />

único que se me ocurrió decir y callé.<br />

Trate de cortar cortésmente con esta situación tan tirante, la atmósfera se había<br />

tornado, densa, cargada de odios y maldiciones acallados en los corazones de los dos<br />

hermanos, que ahora se consolaban en un mutuo abrazo, en un mutuo llanto.<br />

Me dispuse a cepillar a Thor, hacía esto siempre que quería pensar y esta era una<br />

ocasión para hacerlo y durante largo, largo tiempo. ¿ Cuantas cosas más tendría descubrir?.<br />

¿ Cuantas cosas más escondía el Canciller?. ¿ Cuantas preguntas quedaran sin contestar?.<br />

¡ Por los Dioses!, ¿ Estará el Rey, al tanto de todo esto, o será ajeno a los manejos del villano?.<br />

Thor, miraba mis bríos en el cepillado, extrañado sin duda, soltó un relincho de queja.<br />

Me di cuenta, entonces, del estado hipnótico en el que me encontraba, mire a mi alrededor,<br />

con cierto rubor, no había problema, Candy y Diatros no me habían visto, eran ajenos a mi<br />

preocupación, continuaban con sus consuelos a modo de caricias y abrazos, como los<br />

hermanos latentes que eran.<br />

Estaba claro que la magia del Brujo Devils, era la causante, de la transformación,<br />

había como un sello personal, presente, en toda la historia. También sabia que tan solo el<br />

poder del Mago Leafar, sería capaz de contrarrestar el hechizo, más, ¿ Cómo convencer al<br />

Mago?, esto era otra cuestión, su retiro era severo, duraba ya varios años. Por otro lado el<br />

trayecto hasta su retiro era en demasiado largo.<br />

¡Rudof! - Gritó Diatros -, ven, únete a nosotros; disculpa a mi hermana, pero suele<br />

confundir la ira de venganza, con otros sentimientos, el resultado no suele ser predecible,<br />

hasta a mí me asombra, en ocasiones - dijo esto último, intentando dar un tono de voz jovial.<br />

Me senté en el suelo, junto a ellos, al calor del fuego y adopté una postura recogida,<br />

casi fetal. La barbilla, apoyada en mis rodillas, abrazando mis piernas, fuertemente, la mirada<br />

perdida en las llamas.<br />

Dinos, ¿ Qué es lo que harás?, - continuo Diatros -, En ese momento sentí dos pares<br />

de ojos mirándome fijamente, y me sentía incapaz de alzar la cabeza, por lo que desde esta<br />

postura y sin dejar de observar el fuego dije....<br />

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Creo en vuestra historia, lo cual, me hace pensar en muchas más cosas, de las que<br />

quisiera. Se plantean varias y serias preguntas, a las que no poseo contestación, por el<br />

momento. El esquema básico de actuación lo tengo claro, ¿ Cómo?, preguntó Candy. Bueno<br />

quiero decir, que sé que es lo que tengo que hacer, pero hay ciertas circunstancias, que<br />

retrasaran inevitablemente la misión. La única forma de que se pueda volver a Diatros a su<br />

forma humana, es hablar con el Mago Leafar, él conoce tanta magia o más que el Brujo Devils.<br />

Dicen que Devils fue alumno de Leafar, pero fue expulsado por ejercer la magia para<br />

un beneficio propio, por lo que Leafar le expulso del templo, Devils se internó en las sombras<br />

de la noche, de donde ya no salió jamás. Buscó la zona más negra y maligna construyendo su<br />

santuario en la zona de los Pantanos. Al mismo tiempo que Leafar clausuro sus puertas a todo<br />

lo relacionado con el exterior, desde el mismo instante en que le expulso.<br />

El primer problema se plantea, con el nombre de..., Tiempo. Desde aquí hasta el<br />

santuario hay un largo camino y es seguro que en todos los caminos conocidos habrá<br />

apostados espías del Canciller. Otro elemento más a tener en cuenta pues esto implica que,<br />

para sortear “esos” ojos curiosos, tendría que irme hasta la fronteras del Norte de<br />

Terrafuego, cruzar el río Agua Negra y desde ese punto, atravesar Terraverde hasta el<br />

Santuario.<br />

Es la única forma, no encuentro otra. Por otro lado y esperando que todo salga bien<br />

hay que ser realista y ver que todo esto implica demasiado tiempo. Por otro lado, el Rey<br />

podría pesar, que fracase en la misión y mandar a una tropa en mi busca, o algo por el estilo,<br />

además hay que sumar el tiempo que tarde en poder hablar con el Mago y convencerlo, si<br />

esto ocurriese, nos quedaría el regreso, luego, más tiempo.<br />

Por mucho que esforzara a Thor tardaría una luna por lo menos. Es demasiado tiempo,<br />

¡ Lo sé !, pero no encuentro otra forma.<br />

Un gran silencio arropó al mismo tiempo a la cueva y a nosotros. En cierto momento<br />

sentí la ausencia de esas miradas como puñales, clavados en mí, para darme cuenta, de que<br />

estaban tan perdidas en el fuego como la mía propia. Tal silencio, me hacía imaginar un<br />

montón de ruedas y engranajes girando, chirriando trabajosamente, en pos de una solución.<br />

Esto me alegró y me dio confianza, no era el único en buscar una solución a todo este enorme<br />

entuerto.<br />

Por la tarde, me dispuse a repasar las heridas de Diatros. No salía de mi asombro con<br />

el poder de recuperación de un <strong>Dragón</strong> o de este hombre en concreto, continuaba sin tener<br />

muy claro, esté punto, el caso es que las heridas del costado estaban ya en perfecto estado<br />

de cicatrización y las del pecho no eran ya más que una pequeña molestia para un ser de esas<br />

dimensiones.<br />

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La verdad es que era hermoso. Jamás observé en ningún animal tal porte y dominio,<br />

no se si seria su carácter humano lo que le proporcionaba tal porte, o que simplemente dentro<br />

del reino animal, también había galanes. ¡ Pero por los Dioses, este si que lo era!. Al mismo<br />

tiempo que crecía mi curiosidad por verle en su aspecto humano... otro mecanismo más para<br />

alimentar mi inquietud.<br />

Era evidente que Diatros podía defender a su hermana de lo que pudiera ocurrir, pero<br />

el tiempo era en esta ocasión nuestro peor enemigo. Sabía que pronto el Rey daría la orden.<br />

No es que no confiara en mí, más bien lo haría por mi seguridad, y en esta ocasión, era un<br />

perjuicio más que un apoyo; ¿ Qué hacer?. No podía dejar de pensar. Eran tantas cosas que<br />

formaban un torbellino y nunca tenia nada claro, era como una soga apretándome el cuello,<br />

cortándome la respiración. ¿ Qué sensación es está que no deja a mi mente, despejada?.<br />

¿ Qué es esto que entorpece mi lucidez?.<br />

¡ Dioses!, la respuesta estaba surgiendo, agitándose desde lo más profundo de mi ser.<br />

Estaba enamorándome de Candy, lo sentía dentro de mis entrañas. ¿ Cómo podía ser esto<br />

posible? y ¿ Por qué Ahora precisamente?.<br />

Rudolf. Resonó la voz de Diatros en toda la cueva. Había que reconocer que cuando<br />

Diatros, ponía énfasis a la hora de dar seriedad a la conversación futura, era único. ¿ Dime?,<br />

contesté. Rudolf, estoy aquí discutiendo con la cabezota de mi hermana. Tengo una idea,<br />

pero ella se empeña en que si no sé que, que sin no sé cuantos... y claro estoy harto. Danos tu<br />

opinión, sobre mi idea...<br />

Veo que tú primordial problema es el tiempo. Calculas que una luna por lo menos es lo<br />

que necesitas y en verdad es demasiado tiempo para que no den la alarma. Mi plan es el<br />

siguiente: Si reposo y me alimento bien, en un par de días más, me creo capaz de volar, hasta<br />

el río Agua Negra, con tu peso o lo que necesitaseis sin muchos problemas. Pero se quedaría<br />

solos mi hermana y el caballo, el cual y no lo dudo, llevaría felizmente a Candy hasta el río<br />

donde la esperaríamos.<br />

Pero sopeso que nosotros estaríamos pensando demasiado en como le iría la travesía,<br />

como para estar lucidos a la hora de actuar... y de todos modos tendríamos que esperar, pues<br />

necesitaras a Thor.<br />

Si fueran tres los días que pudiera descansar, podría llevaros a ti y a mi hermana, pero<br />

entonces Thor, se quedaría solo, lo cual tampoco es factible pues continuaríamos sin caballo.<br />

Más si el reposo fuera lo suficientemente largo y mi alimentación fuera un poco mejor, creo<br />

que sería capaz de transportaros a los dos y a Thor. Mi vuelo será lento y tendré que<br />

descansar a menudo, pero siempre en el peor de los casos ahorraríamos como mínimo la<br />

mitad del tiempo. Eso nos daría una gran ventaja. En lo que los soldados rastrearan tus pasos,<br />

Página - 21


nosotros estaríamos casi al final de nuestro viaje. Entonces tendríamos tiempo para<br />

descansar tranquilamente, hasta que regresaras con una la solución, pues si el Mago Leafar<br />

no atiende a tus ruegos o no es capaz de disolver el encantamiento, solo quedaría una<br />

solución al problema y esa solución solo me atañe solo a mí y al Canciller a nadie más, por lo<br />

tanto y os lo digo, nadie me detendrá en mi venganza. ¡ NADIE!.<br />

Otro silencio espeso nos rodeó, pero esté lo rompió Thor con un relincho de temor. Se<br />

alertaron mis sentidos, los músculos se tensaron, miré a mi alrededor, girando sobre mi<br />

mismo, llevando mis ojos hasta donde estaba Thor coceando el suelo muy nervioso, mirando<br />

fijamente hacia unos de los muchos túneles que desembocaban en la cueva. Una sombra<br />

empezaba a aparecer por una de las bocas de la derecha. Cargué mi ballesta y puse dos<br />

saetas más en mi boca. Busqué una roca que me proporcionara coraza y escondite.<br />

Con una señal le dije a Diatros, que se escondiera junto con su hermana, tras otro<br />

enorme promontorio. Con la mirada ya fija en la boca del túnel, sintiendo la sangre recorrer mi<br />

cuerpo a tal velocidad que los sudores empezaron a empapar mi frente. Sentí temblar el<br />

suelo. Fuera lo que fuera era grande y por la cabeza me pasó la duda de sí seria suficiente mi<br />

ballesta.<br />

Asomó una grisácea cabezota. Era un dragón de tamaño medio. De su hocico<br />

asomaban pequeñas columnas de humo, luego, su especialidad era el fuego y que su único<br />

punto débil era el paladar, o el estómago, pero, no había tiempo para preparar una trampa<br />

con la que reventarle el estomago a esté paticorto.<br />

Tan solo había una oportunidad y Thor tendría que hacer de cebo en esta ocasión, no<br />

había más remedio. El dragón olisqueó el aire sin asomar del todo su cuerpo, hasta que un<br />

nuevo relincho de Thor, hizo que la localización de la víctima fuera inmediata. Se encamino<br />

lentamente seguro de su triunfo, le vi abrir la boca en una especie de sonrisa y dispuesto a<br />

cocinar y comerse de un solo golpe al buen Thor, el cual sabiendo lo que ocurría se quedó<br />

quieto sin hacer ningún movimiento.<br />

Grité todo lo fuerte que pude. El dragón con la boca aun abierta giró su cabeza,<br />

sorprendido por el grito y cuándo sus ojos se centraron en los míos la primera flecha ya corría<br />

hacia su destino. Un poco desviada por la premura del disparo, pero dio en el blanco.<br />

Se produjo un gesto de sorpresa y dolor en la cara del dragón. Mientras la otra saeta<br />

ya estaba dispuesta a volar y así lo hizo, dando otra vez en el blanco, una llamarada surgió<br />

esta vez de la ensangrentada boca mezclado con el grito de dolor que produjo al clavarse la<br />

segunda saeta. Tuve el tiempo justo para parapetarme de espaldas contra la roca y ver como<br />

lenguas de fuego lamían toda la superficie de mi pétreo escudo, envolviéndome, pero sin<br />

tocarme.<br />

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Armé la ballesta por tercera vez y tras respirar profundamente, me icé dispuesto a<br />

disparar. ¡ Por los Dioses!, le tenia justo enfrente, con su bocota abierta y dispuesta a<br />

tragarse mi escudo de roca y a un servidor de un solo bocado. Dispare instintivamente la<br />

ballesta mientras retrocedía. La saeta esta vez, desapareció dentro de la carne rosácea del<br />

paladar, al instante siguiente, los ojos del dragón se quedaron en blanco y se desplomo<br />

encima de mi. Me salve de nuevo gracias a la piedra.<br />

Efectivamente, tú si que sabes elegir refugios. Se oyó la voz de Diatros mientras, me<br />

arrastraba como podía por debajo de los ahora flojos pliegues de dragón. Me desgarré las<br />

vestiduras y mi propia carnes con los bordes afilados de sus escamas, dando a mi aspecto un<br />

tono de maltrecho y ensangrentado.<br />

Con una sonrisa, le contesté. La próxima vez haces tu la compra, ¿ De acuerdo? y reí<br />

tan a gusto como hacia mucho tiempo que no me reía, con tantas ganas que… bueno a no ser<br />

que estuviera borracho, claro.<br />

Un grito histérico, cortó mi risa de golpe, era Candy, que con la cara desencajada y<br />

pálida como la luna, venia corriendo hacia mí. ¿ Que te ha pasado, estas bien?. Mientras me<br />

miraba y tocaba por todos los lados de mi cuerpo. Tranquila mujer, que es más aparatoso de<br />

lo que en realidad es. Solo mis ropas has sufrido más daño que Yo, pero me alegra ver que te<br />

preocupas por mi. En las mejillas que antes estaban pálidas, apareció un color rojizo, que<br />

lleno su cara y sus ojos con un brillo asesino me miraron, degollándome en el acto.<br />

Salió en dirección al fuego. Diatros me miró, la miró y en voz baja me susurró, ¡ Cómo<br />

se te ocurre!, ¡ Estas loco!, ¿ O es que tu, la quieres también?. Ahora fui Yo el que enrojeció.<br />

Me arranqué las maltrechas vestiduras y observé mi pecho, estaba cubierto de sangre<br />

proveniente de los cortes ocasionados por las afiladas escamas. No eran profundas pero sí<br />

abundantes.<br />

Una vez muerto el dragón y en su flacidez, era fácil de despellejar. Conservaría la<br />

cabeza y las garras, por si acaso, siempre podría presentar ante mi Rey un cráneo pelado y<br />

unas garras huesudas y decirle que eran los restos del <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />

Comencé a descuartizar al dragón. La sangre saltaba con cada golpe de mandoble,<br />

mezclándose su sangre con la mía. Había oído de ciertos países del Norte, que tenían la<br />

creencia de que al mezclar tu sangre con la de tu enemigo muerto, le robabas su valor y<br />

fuerza y a mí su sangre ya me cubría por todos los lados, goteando, cubriendo el suelo que<br />

pisaba. Por fin termine y la verdad no me sentía ni más valiente, ni más fuerte. Pero toda esta<br />

carne nos daría fuerzas, nos alimentaría por unos cuantos días.<br />

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Me acerqué hasta donde tenia las alforjas, saqué una camisa limpia, unos pantalones y<br />

un chaleco. Me fui hacia el manantial, lavé la sangre que me cubría, de paso vería la<br />

profundidad de los cortes, tal y como me había imaginado, la peor parte fue para las<br />

vestiduras.<br />

Cuando terminé de asearme recogí un buen trozo de carne de los que corte dos<br />

buenos filetes, ensarté las tres piezas en un palo y lo puse al fuego. Mientras miraba como se<br />

hacia la carne, le dejé caer la idea del cráneo a Diatros, esté alabó la idea, mientras dábamos<br />

cuenta de lo que para nosotros eran enorme trozo de carne, Diatros hizo, que de un bocado<br />

desapareciera, miró al montón de carne roja, se levantó y cogió un trozo dos veces más<br />

grande que el que Yo le llevé, se sentó otra vez como si nada y ensartó el trozo en el palo, nos<br />

miró y con cara bobalicona dijo. ¡ Oh, perdón! , ¿ Por donde íbamos?.<br />

Comprendí que lo que él quería era retomar la conversación del viaje, lo del dragón fue<br />

una mera pausa. Había que retornar al asunto primario y tenía razón.<br />

Bueno, creo que dado lo acontecido, y gracias al dragón, tenemos comida aunque no<br />

conté con tu apetito Diatros. Creo que la de las opciones sería en este caso la tercera, esto<br />

haría que continuáramos todos juntos. Hoy tuvimos suerte, quizás mañana nos cueste más,<br />

por lo que creo que mientras terminas de recuperarte, pondré unas cuantas trampas, para<br />

ver si nos hacemos con una buena despensa. Diatros asintió con la cabeza, pues creo que<br />

solo queda descansar y recuperar fuerzas, todos necesitaremos estar bien y fuertes.<br />

Me levante y con paso calmo, caminé hasta el camastro asignado, dejé caer mi cuerpo<br />

como si fuera un saco de piedras, cerré los ojos y... soñé, soñé con Candy.<br />

Por la mañana, cuando desperté, quedaban en mi las secuelas de dolor. Los brazos y<br />

las piernas los sentía pesados, tanto que se negaban a obedecer mis mandatos. Con gran<br />

esfuerzo me encaminé hacia Thor, éste golpeó el suelo con su casco delantero, como tenía<br />

por costumbre a la hora de darme los buenos días. Acaricié su suave cuello, delicadamente,<br />

despacio, aspirando profundamente por la nariz al tiempo que lo hacía, esto nos relajaba a los<br />

dos de modo sumamente grato. Con dos palmaditas en el cuello le dije que ya estaba bien de<br />

sentimentalismos y que había que trabajar.<br />

Cuando me disponía a salir, Diatros abrió uno de sus enormes ojos azules, descansa, -<br />

le dije - voy a poner unas cuantas trampas, tanto para cazar, para asegurar el perímetro de<br />

las visitas, digamos inoportunas.<br />

Hacía un par de horas que me marché de la cueva y aunque no estaba muy lejos, cada<br />

dos por tres, mis ojos buscaban la boca de la cueva, para cerciorarme de que todo marcha<br />

bien. La cabeza no paraba de pensar en los preparativos para la marcha,... en Candy, en si el<br />

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hermano podría con los tres,... en Candy, en que le diría al Mago,... en Candy, en sí tendría<br />

solución el encantamiento de Diatros,... en Candy, en que haríamos con el Canciller, en...<br />

¡ Por los Dioses!...., ¡ En Candy!.<br />

Me di cuenta de lo obsesionado que me encontraba, la imagen en mi cabeza de Candy,<br />

estaba ocupando la mitad de mis pensamientos. Cuando no los interrumpía con una imagen<br />

de su cara, o aquel cuerpo recortado a contraluz en la hoguera. Necesitaba despejar la<br />

cabeza. Me senté a la sombra de una piedra, miré a mi alrededor, esta vez no buscaba a un<br />

posible enemigo, era la mirada cómplice, de cuando te dispones a realizar un acto, que no es<br />

bien visto por cierto sector humano.<br />

Saqué de mi macuto, la pipa y la piedra de Ot~soc, lo preparé todo con sumo<br />

cuidado..., despacio..., esmerando y disfrutando de cada detalle. La encendí y otra vez<br />

ocurrió. Con esa primera calada, que te hace cerrar los ojos, para admirar más la magnitud,<br />

la multitud, la danza sin par, de esa espesa marea de colores y destellos, elevando el cuerpo,<br />

fuera de las cadenas, de los muros de nuestro inconsciente. En ése punto. La segunda<br />

calada. Otra oleada, pero esta te abre los ojos, mostrándote todo en otro ángulo de visión, en<br />

otro plano de la existencia misma. La tercera y última calada. Te desenreda el cerebro para<br />

poder comprender lo que a continuación pueda ocurrir..... y así ocurre... y así ocurrió.<br />

Visualicé en instantes todo. Mi mente ágil y rápida, sopesando, eliminando, aportando<br />

datos que en el otro plano, en el normal, se escaparon a mi control y que ahora daban nuevas<br />

luces o más sombras al problema. Caí rendido en un sueño, que se deslizó en mi, como la<br />

húmeda niebla del invierno.<br />

Soñé con una pequeña, pero acogedora, casita. Vi a unos críos correr por un prado<br />

repleto de trigo, con un cielo enrojecido por el ocaso y una figura recortada a contraluz, que<br />

me era tan conocida, aún no la podía ver, pues el sol tras ella, solo me mostraba una sombra,<br />

un contorno. Era Candy, pero con el pelo mas blanco y la piel también más castigada por el<br />

tiempo, pero su porte era de serena en su madurez, su hermosura continuaba tan fresca y<br />

sentí otra vez el galopar de mi corazón, admitiendo el amor que sentía por esa mujer. Los<br />

niños corrían hacia mí gritando ¡ Padre, Padre! y Ella se reía.<br />

Desperté de un sobresalto, al escuchar el relincho de Thor. De un salto me incorporé<br />

con la daga ya en la mano, mirando hacia todos los lados, buscando lo que motivó el relincho<br />

y allí estaba caminando directamente hacia mí, paso lento y la mirada fija en mí. Me di cuenta<br />

de que la pipa descansaba en el suelo, junto con la piedra de Ot~soc, disimuladamente me<br />

agache y recogí todo de un solo golpe de mano, introduciéndolo en mi macuto, cuando alcé<br />

de nuevo la vista, ya estaba casi delante, lo suficiente como para poder ver el color azul<br />

intenso de sus ojos, la tersura de la piel que rodeaba a dichos ojos y el rojo intenso de esos<br />

labios, enmarcando la hilera más perfecta de perlas blancas que nunca vi. Todo el conjunto,<br />

en sí, era la mayor obra de arte que jamás supe imaginar. Sacudí la cabeza, con la intención<br />

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de arrancarme de tales pensamientos, pues parte de mi anatomía, empezaba a manifestarse y<br />

a engrandecerse gratamente, ante las imágenes que le proporcionaba mi cabeza.<br />

¿ Que hacías, que de tal modo te sobresalté?, ¡ Oh, nada, nada!. Me di cuenta de que<br />

mi voz sonó, como la de un niño, al que han sorprendido en una mala acción. Sentí como mis<br />

mejillas elevaban su temperatura y agradecí, que ella, estuviera mirando al suelo.<br />

Veras Rudolf, hay algo... que me perturba de manera..... no sé como decírtelo, pues ni<br />

Yo conozco muy bien el significado de lo que me esta pasando. Solo puedo decir que mí mente<br />

esta confusa. Que mi corazón se altera cuando estas cerca. Cuando un simple roce, casual,<br />

dispara el palpitar de mi pecho, envolviéndome en unas sensaciones que jamás experimenté y<br />

que solo se ven aplacadas cuando estamos juntos. Que cuando estamos...... ¿ Qué es esto. Qué<br />

es lo que por ti siento... Rudolf?.<br />

¡ Dioses!, ¿ Qué contestar a tal pregunta, encontrándome tan implicado como ella?.<br />

Candy, veras, creo poder entender por lo que estas pasando, pues Yo mismo me encuentro<br />

en tal situación, mi alma, está pasando por el mismo torbellino que describes... y a eso, lo<br />

llaman Amor. Muestras miradas se unieron, al igual que nuestros cuerpos, abrazándonos y<br />

besándonos, de tal modo, que parecía como si quisiéramos que el otro se introdujera dentro<br />

de nuestro propio cuerpo.<br />

Nos montamos en Thor. Ella, a mi espalda, abrazaba mi cintura, mientras descansaba<br />

su cabeza en mi espalda. Mi pecho crecía por momentos ante las sensaciones que se<br />

agolpaban, por entrar en mí. Nos encaminamos hacia la cueva, no estaba lejos. Ante<br />

nosotros, en la boca de la cueva, estaba Diatros esperándonos y entre risotada y risotada,<br />

gritaba..… ¡ Bueno, bueno, bueno !, ¿ Qué tenemos aquí?, ¿ Una feliz pareja, quizás?. Una<br />

larga y estruendosa risotada rellenó todo el aire.<br />

Como continúes riéndote así te mato, grito indignadísima, Candy. El semblante de<br />

Diatros, cambió radicalmente, a lo más serio que pudo, pero tuvo que adentrarse en la cueva<br />

al no poder aguantar más las ganas de soltar otra estruendosa carcajada, y esta vez la<br />

remató con un ¡ Bien!. Final éste, que hizo que Candy y Yo nos mirásemos con caras de<br />

asombro. Significaba claramente, su aprobación a nuestro amor, una nueva sonrisa iluminó la<br />

faz de Candy, que en un largo abrazo, desapareció tras mi espalda, como el sol lo hace en el<br />

horizonte.<br />

Me costó trabajo desmontar, pues no fue nada fácil escapar de la presa con la que<br />

Candy me tenía inmovilizado, era como si no quisiera separarse, por si despertaba de este<br />

sueño, ¿ o era lo que Yo estaba sintiendo?.<br />

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Cuando por fin entramos, nos sentamos junto al fuego y Diatros se dirigió a mí. ¿ Que<br />

tal las trampas?, ¿ Las colocaste todas?. Efectivamente, le contesté. Pues bien, continuó<br />

Diatros, Calculo que en dos días más, estaré en perfectas condiciones, para iniciar el viaje,<br />

eso, claro, si mi doctor particular esta de acuerdo, como confío que estará; por lo que creo<br />

oportuno el que si tenemos que contarnos alguna procuración o aportar alguna idea nueva a<br />

la empresa, sea éste el mejor momento para exponerlo y buscar una solución juntos. ¿ No os<br />

parece?.<br />

Hubo un silencio... Diatros, hermano, como has observado Rudolf y Yo compartimos<br />

un sentimiento. Creo entender que lo apruebas, pero tengo mucho miedo, no sé como<br />

terminará todo esto. Yo continuo siendo la mujer del Canciller y solo el Rey puede interceder<br />

ante los Sacerdotes para que se anulase el matrimonio y todo esto seria posible si primero el<br />

Mago Leafar accede y logra tu transformación. Dime hermano, ¿ Qué es lo que pasará?,<br />

¿ Qué futuro me espera?. Ahora su mirada se dirigía hacia mí, ¿ Qué es lo que pasara?. Un<br />

silencio de preocupación y melancolía, envolvió cada rincón del espacio que nos rodeaba. No<br />

hubo palabras. No hubo miradas. Tan solo el espeso sonido del silencio.<br />

Un estruendo cubrió todo lo que nos rodeaba. El despertar de un cercano volcán lo<br />

produjo y con el despertar, una serie de temblores, muy alarmantes por la relativa cercanía<br />

del volcán. Thor estaba hecho un histérico. Diatros intentaba calmarlo, pero su miedo era<br />

mayor que el respeto. Candy recogía todos los pertrechos, atando los sacos, en manojos.<br />

Diatros me miró y dijo. Por fin, ya no sabía que hacer con él. Quería a toda costa salir de la<br />

cueva. Por cierto, ¿ Seguro que no será un problema su transporte?. No te preocupes Diatros,<br />

tengo una planta, que lo dopará lo suficiente para que no de problemas y creo que este es un<br />

buen momento para partir, si te parece bien.<br />

Otra explosión fue suficiente motivo como para decidir al unísono la partida. El darle la<br />

dosis a Thor no fue fácil, dado que estábamos a cielo abierto, a unos veinte metros de la<br />

cueva. Su nerviosismo crecía junto con el del volcán, pero el efecto de la planta no tardo en<br />

aparecer. Dejé a Thor en el suelo, asegure los correajes especiales para su transporte,<br />

hechos de piel de lagarto del fuego. Candy ya estaba montaba sobre la espalda de Diatros,<br />

esperándome.<br />

Me reuní con ellos y Diatros comenzó una potente carrera, batiendo las alas, creando<br />

cortinas de arena tras de nosotros. Noté como se tensaban progresivamente sus músculos y<br />

cuando me quise dar cuenta ya estábamos en el aire, volando, viendo mi alrededor desde un<br />

plano... tan diferente, todo parecía tan pequeño, que apenas se notaba el peligro. Un pequeño<br />

punto negro en el rojizo suelo, eso es Thor, un pequeño punto negro, al cual, Diatros se<br />

encamina en un semipicado.<br />

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Un golpe seco, hace que gire la cabeza, para cerciórame que el punto negro había<br />

desaparecido, vi entonces como Thor era transportado en los poderosos brazos de Diatros.<br />

El viento azotaba mis cabellos, proporcionándome un agradable y relajante masaje en el<br />

cuero cabelludo. Sentir a Candy abrazada a mi cintura acentuaba la sensación de paz y<br />

disfruté del espectáculo, del paisaje, del aire limpio que nos rodeaba.<br />

Anochecía y ver desde el cielo el atardecer, fue para mí la mayor explosión de colores,<br />

emociones y belleza que jamás sentí. Diatros giró su cabeza y dijo. Bueno cuñado, creo que va<br />

siendo hora de descansar, hemos recorrido algo más de dos tercios del Valle de los Dragones,<br />

creo que es una buena jornada para ser el primer día. Y dicho esto, empezó a describir<br />

círculos descendentes. Dejó a Thor en el suelo con una delicadeza y precisión envidiable y a<br />

unos pocos metros tomó tierra con igual estilo. Thor se encontraba bien, todavía dopado,<br />

dormía plácidamente, le duraría hasta mañana por la mañana.<br />

Encendimos una pequeña hoguera, donde asamos unos trozos de carne. Una vez<br />

saliéramos de Terrafuego, la comida no sería problema. Comimos callados, sumidos en<br />

nuestros propios enigmas y sin decir nada nos acostamos. Candy se acurrucó junto a mí y la<br />

arropé con mi vieja piel de oso, lo último que recuerdo fue su abrazo y un beso en el cuello.<br />

Los relinchos de Thor me despertaron, ésta vez no hubo saludo matinal, creo que<br />

estaba disgustado conmigo. Intente apaciguar su mal humor ofreciéndole las mejores de mis<br />

caricias y besos en el hocico. Hasta le ofrecí una manzana que guardaba para cierta ocasión<br />

y esta parecía la más oportuna. Tendré que ponerme celosa, ya, par de mañana, Buenos días<br />

mi amor. Buenos días. Observe que el gran Diatros despertaba, a los gritos de su hermana.<br />

Que tal Diatros como te encuentras hoy, le grité. Menos mal que alguien se preocupa por mí -<br />

Diatros eres ¡ Odioso!, grito Candy. Prepárate Rudolf. Admira el carácter matinal de mi<br />

hermanita. Prepárate para soportarlo el resto de tus días.. Ja, ja, ja, ja.<br />

Recogimos raudos el campamento, borrando toda huella. Mientras Candy le ofrecía a<br />

Thor otra manzana que estaba rellena de la planta adormecedora. Pronto Thor descansaba<br />

plácidamente, otra vez. Pobre animal, aunque sabía que no había efectos secundarios, me<br />

dolía en cierto modo tratarle así, pero no había otra solución y hoy dado que era temprano<br />

terminaríamos la travesía en vuelo dando por concluida la primera etapa del viaje.<br />

Otra vez la sensación de libertad, esto de volar era magnífico. Ahorraba cantidad de<br />

tiempo viajar de esta forma. Habíamos decidido no parar hasta bien pasado el mediodía, por<br />

lo que pude disfrutar del cambio tan radical que en el paisaje existía entre Terrafuego y Monte<br />

Negro. Su frontera desde el cielo era todo un espectáculo. Un cambio de color, del rojo<br />

muerte, al verde vida. En verdad era un espectáculo digno de un Dios y Yo lo estaba<br />

observando todo desde un lugar de privilegio.<br />

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Estaba el sol bien en lo alto del cielo, cuando empezamos a divisar el curvilíneo cauce<br />

del Río Agua Negra. Una alegría nos acompañó hasta que aterrizamos en un pequeño claro,<br />

junto al río.<br />

Desde el aire había divisado un pequeño acantilado, sin duda un antiguo cauce de río.<br />

Era el mejor lugar donde poder esconder a Diatros. No había que olvidar su gran tamaño, al<br />

mismo tiempo, no quedaba demasiado lejos del actual cauce del río, seguramente algún<br />

animal iría a beber en sus márgenes, por lo que la caza no sería gran problema.<br />

Habíamos ahorrado bastante tiempo, en el viaje, tanto como para que me pudiera<br />

permitir el ir a cazar y descansar lo suficiente y emprender el nuevo camino hacia otra misión,<br />

misión sí cabe, más alocada que la anterior, pero mucho más justa la que ahora emprendía.<br />

Aunque no menos peligrosa, pues tenía que pasar a ser un desconocido en mi propio país, en<br />

mi propia casa.<br />

El ocaso no tardó en aparecer en el horizonte, la tarde había sido apacible y cada uno<br />

de nosotros estuvo atento a sus propios quehaceres. Diatros, encontró una especie de cueva,<br />

tallada por el pasar del antiguo río. Era lo suficientemente amplia para acomodarse ambos<br />

hermanos y se entregó afanosamente a limpiar su interior con sus poderosas garras. Arrancó<br />

unas cuantas rocas del suelo para no tropezar, sobre todo él, en las paredes hizo un similar<br />

trabajo alisando su superficie con gran esmero. Lo más llamativo fue cuando se colocó al<br />

fondo de la cueva e hizo batir sus poderosas alas, creando tal torbellino en el interior que toda<br />

la arena y pequeños escombros producidos por su anterior trabajo, salieron despedidos al<br />

exterior acomodándose en el paisaje, como si siempre hubieran estado en ese lugar en<br />

concreto.<br />

Salió de la cueva dando unas sonoras palmadas y con una sonrisa de satisfacción,<br />

ante un trabajo bien hecho en el rostro. Candy, había estado recogiendo leña y hierba para<br />

hacer unos lechos donde poder dormir los próximos días. Cuando regresé de mi cacería, traía<br />

conmigo unos conejos, unos cuantos peces y una especie de ciervo, que la verdad me salió al<br />

paso y del susto que me dio, desenvainé mi espada. Más cuando reaccioné del susto, vi que le<br />

había dado un profundo corte en el cuello. Pensé en ese momento que no era nada bueno<br />

tener los nervios en tal estado, podía haber sido Candy, u otra persona ajena a nosotros o<br />

cualquier cosa, que se Yo. El caso es que no es bueno. La cabeza ha de permanecer fría si<br />

quieres vivir en estos tiempos tan extraños, tan duros y desagradables en la mayoría de las<br />

cosas.<br />

¿ Será por esto mismo, que lo que siento por Candy, es a la vez tan desconcertante<br />

como placentero?. Solo sé que me gustaría pasar hasta el ultimo de mis días junto a Ella y que<br />

imagino que sería la mejor madre del mundo para mis hijos, nuestros hijos.<br />

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La cena se estaba terminando de cocinar lentamente sobre el fuego, mientras, Diatros<br />

comentaba sarcásticamente que podría dedicarse a la construcción de castillos y viviendas,<br />

dado que no se le daba nada mal y además era rápido y limpio en el trabajo. Candy nos avisó.<br />

La primera parte de la cena ya estaba terminada y nos acercamos. La verdad es que olía muy<br />

bien.<br />

No tardó mucho tiempo en dar cuenta del ciervo, el amigo Diatros, Candy y Yo<br />

habíamos dado buena cuenta de los peces y ahora esperábamos impacientemente a que los<br />

conejos estuvieran en su punto, ante la atenta mirada de Diatros, que naturalmente se había<br />

quedado con hambre, pero solo se limitaba a relamerse y a ver como empezábamos a<br />

comernos un muslo ahora, un trozo de costillar después, dándole cierta lentitud a nuestros<br />

movimientos y exagerando el placer de la degustación, haciendo solo una pausa para tomar<br />

un trago de la ultima garrafa de excelente vino que quedaba.<br />

Dándose cuenta de nuestro juego bufo y salió al exterior donde juró y perjuró lo dura<br />

de su venganza ante el tirano Canciller, que por medio de malas artes le transformó en tan<br />

desgraciado y hambriento ser.<br />

La noche fue tranquila, aunque tardé mucho en poder dormir, en mi cabeza había<br />

tantas cosas por querer salir, que en ocasiones creía que se estorbaban las unas a las otras.<br />

Patosas ideas queriendo salir al trote, todas juntas. ¿ Cómo haría para que Leafar me<br />

escuchara?.<br />

Tenía que elegir bien mis palabras pues solo había una oportunidad. Era consciente de<br />

la reacción de Diatros si fracasaba en mi intento. De lo que sería capaz de hacer por liberar a<br />

su hermana del tirano y encontrar al mismo tiempo una solución a su encantamiento, pues era<br />

muy probable que muriera en el desempeño de su tan deseada venganza. No era nada fácil el<br />

futuro cercano, no, y con este pensamiento me quedé dormido.<br />

Durante toda la noche mi sueño se vio invadido por imágenes que no comprendía en<br />

un principio, una música sonaba por todos los rincones de ni cabeza, luces que se encendían<br />

y apagaban, mezclándose con las imágenes de rostros que nunca había visto y me hablaban<br />

en una lengua que no entendía, sin duda, más antigua en el tiempo que los primeros hombres.<br />

Poco a poco todo empezó a dejar de girar, a hacerse más claro. Los rostros se fundían en una<br />

sola cara, lentamente, y la voz iba cambiando, no de tono, pero empecé a entender una<br />

palabra, después otra más y al tiempo que la cara y la voz y las luces se pararon, vi la cara de<br />

Leafar.<br />

Con una calmada voz me dijo - Rudolf, la llave es una palabra, la palabra, una verdad,<br />

la verdad, un sentimiento. Esté sentimiento se encierra, casi siempre, en un pequeño cofre el<br />

cual no siempre se abre, ni en una vida entera; encuentra el significado dentro de ti mismo. -.<br />

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Desperté en ese mismo instante. Empapado en mi propio sudor y al girar me encontré<br />

con los ojos inmensamente abiertos de Candy y una expresión de intriga con unos tiritones<br />

espasmódicos de pánico. Su cuerpo se estremecía y unos labios temblorosos, se movían sin<br />

que palabra alguna brotara de está. La abracé, dulce y fuertemente, y le susurre al oído.<br />

Tranquila ya tengo la solución. Me miró y buscó refugio en mi pecho, y dijo. Lo sabia. Sabía<br />

que encontrarías la solución. Sabía que podía confiar en ti y sabia que te quería antes de<br />

verte. Con una fuerte y larga exhalación, cerró sus ojos y se quedo dormida.<br />

Vi como salía el sol. Admiré la riqueza de tonalidades que el cielo fresco y claro me<br />

ofrecía, vi como se reflejaban los rayos matinales en los cabellos de Candy, proporcionando<br />

mil destellos diferentes y lo serena y tranquila que tenía ahora la cara, pensé entonces en el<br />

motivo por el que Candy tenía esa expresión, cuando desperté, ese miedo que vi en sus ojos,<br />

¿ Habría hablado, durante mi sueño, y eso la despertó sobresaltándola?. De pronto en mi<br />

cabeza, las palabras del mago aparecieron. Resonaban frescas en mi memoria, tan claras<br />

como hacía una horas, durante mi sueño.<br />

Esto me produjo un escalofrío, con el resultado de que desperté a Candy, y con la<br />

sonrisa más brillante que jamás me ofrecieron dijo.... Buenos días tenga mi señor, espero que<br />

tu descanso fuera placentero. Mi amor, he soñado contigo, soñé que éramos propietarios de<br />

una casita, que el Rey nos perdonaba a mi hermano y a Mí, e imponía al tirano justo castigo<br />

en justicia, soñé que era tu mujer y me sentí el ser mas feliz del mundo. ¿ Crees que algún día<br />

mi sueño será realidad, amor mío?. Yo creo que sí. Claro que si cariño, le contesté, mientras<br />

aliviado pensaba que no recordaba nada de mí sueño e indudablemente esto me libraba de<br />

molestas explicaciones.<br />

Nos incorporamos y saludamos al nuevo día con un buen desayuno, tras el cual me<br />

dispuse a hacer los pertinentes acomodos, para mi nuevo papel, el de extranjero. Me cambié<br />

de ropas y mi nueva vestimenta produjo más de una carcajada por parte de los hermanos y<br />

algún que otro comentario gracioso sobre mi sastre y mi exquisito gusto a la hora de elegir los<br />

colores.<br />

Finalmente la hora de partir hizo su aparición, junto con el dolor en mi corazón, intenté<br />

que no se notara ni esté, ni ningún otro sentimiento que no fuera la esperanza y la fe que tenía<br />

en realizar con éxito mi misión. Candy me dio un largo y cálido beso y se alejó llorando.<br />

Rudolf, dijo Diatros, tengo confianza en ti, pues sé que si fracasaras con el mago y no lograras<br />

sacarle de su encierro, en consecuencia Yo tendría que actuar y sabes muy bien lo que tengo<br />

que hacer y sin embargo estoy tranquilo pues se que mi hermana no quedara sola, que hay<br />

una persona que cuidará de ella y que por demás es una persona a la que he llegado a querer<br />

y admirar, no puedo pensar en mejor persona para mi querida hermana que tú, amigo Rudolf,<br />

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me alegro de haberte conocido y de que te enamoraras de Candy, aunque me apena el castigo<br />

que contraes con ese amor.<br />

¡ Suerte amigo mío, suerte!. Gritaba mientras me alejaba sin querer mirar atrás, sin<br />

querer ver como me alejaba de mi amada. Espoleé mi caballo y corrí, corrí, corrí.<br />

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Era ya casi medio día. Thor estaba resoplando por el cansancio, le había exigido<br />

mucho, la verdad es que hubiera querido volar. Alejarme todo lo que pudiera, con la<br />

esperanza, de que con la distancia mi recuerdo también se alejara. Pero sabía que era inútil.<br />

Ya solo la muerte podía alejarme de Candy.<br />

Me encontraba en un bosque. La tranquilidad parecía invitar a disfrutar de todo lo que<br />

te rodeaba. Los viejos olmos elevándose con el orgullo propio. Los rayos de sol, filtrándose,<br />

dando a todo el entorno unos claroscuros, que proporcionarían más de un fantasma a una<br />

mente ligera. Olores de un frescor limpio, mezclados con los aromas de tanta flor y<br />

naturaleza, olores.... ¿ Olor a hombre?.<br />

Alerté a mis sentidos. Armé la ballesta dejándola colgada del pomo de la silla de<br />

montar, preparada, al fin y al cabo todavía estaba en Montenegro y me faltaba media jornada<br />

para llegar a la frontera de Terraverde. Mis vestiduras eran propias de este país, pero por la<br />

proximidad, siempre había disputas entre estos dos pueblos. No estaría seguro hasta llegar<br />

donde el Río Agua Negra, pierde su nombre, para llamarse Río Azud, al Sur de Valle Oscuro y<br />

eso no ocurriría hasta el anochecer, eso si no había complicaciones.<br />

En un claro cerca del río, siempre marchaba continuando el margen del río, me<br />

dispuse a comer algo. Éste era un sitio perfecto, la hierba era abundante, Thor se daría un<br />

buen festín. Creo que le hace falta después de estos últimos días, buena comida y un poco de<br />

tranquilidad nos vendrán bien a los dos.<br />

Junto a un gran olmo recogí un buen montón de ramas secas. Las había por doquier.<br />

Reuní unas cuantas y encendí una pequeña hoguera y con trozos más pequeños, esparcí el<br />

perímetro a modo de alarma, contaba con el oído de Thor seguro que él si lo escucharía sin<br />

problemas y esta bien adiestrado, me avisaría de inmediato del peligro. Le quite la silla de<br />

montar, para que estuviera más libre y la apoyé en el árbol, junto con la ballesta, aún armada.<br />

Extendí mi vieja piel de oso en el suelo y me senté, apoyando mi espalda en la silla. Comencé a<br />

calentar un poco una tira de carne seca. De pronto el olor que hacía unas horas llego hasta<br />

mi, regresaba para invadir mis fosas nasales. El olor parecía más de un animal que de una<br />

persona. Ese olor tenía que ser un Montenegrés.<br />

Cogí la ballesta y cerré los ojos. Me concentré en mi alrededor, fundiéndome con las<br />

hojas, la hierba, los pequeños trozos de ramas secas comenzaban a crujir en un intento torpe<br />

de silenciar las pisadas, dándome su situación con cada paso. Eran tres. Dos caminaban por<br />

ambos flancos y otro venía de frente.<br />

Continúe con los ojos entrecerrados, aparentando que dormía. Vi aparecer a un<br />

fornido ser, armado con un hacha de doble filo con una piqueta, coronando el eje. Con un<br />

mango adornado con tiras de cuero y que terminaba en un gran pomo, que hacia de<br />

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contrapeso. Con un movimiento tan rápido como el rayo, lanzó su hacha que describía<br />

círculos de muerte con el destino marcado hacia mi ser.<br />

Me dejé caer a mi derecha, para notar una ráfaga de aire frío y un tremendo golpe<br />

acompañado de una gran vibración. El hacha había mordido fuertemente en el tronco del viejo<br />

olmo, de haber estado dormido, me encontraría partido en dos, desde del omoplato hasta la<br />

cadera, limpiamente.<br />

De rodillas disparé una de las saetas, que voló hasta alcanzar el cuello del asombrado<br />

Montenegrés que en un grito ahogado por su propia sangre se desplomó hacia atrás como un<br />

tronco recién talado. A mi izquierda surgió un rugiente ser embutido en pieles con una espada<br />

corta y una alocada carrera. La segunda saeta voló hasta el pecho del intrépido, pero<br />

estúpido Montenegrés. Ya eran dos. ¿ Dónde está el tercero?.<br />

Desenvainé mi espada, cogiéndola con ambas manos, su punta al frente. Comencé a<br />

describir un círculo, despacio, mientras estudiaba mi entorno. ¡ A mi derecha!. Unos ojos de<br />

un rojizo odio, una cara desfigurada reclamando venganza, unos músculos en unos brazos<br />

que gritaban, que palpitaban. Que en ciega cólera se lanzó al ataque. Un giro de muñeca y<br />

desvió su estocada. Aprovecho la inercia de mi contrincante, para que se golpeé fuertemente<br />

con la cara plana de mi hoja en su nariz, rompiéndole su tabique nasal con el impacto.<br />

Llenando los ojos de enemigo de lágrimas, que siempre brotan de forma instintiva y ciegan los<br />

ojos al instante, aprovechándome otra vez para darle un fuerte golpe en la cabeza, con el<br />

mango de mi espada, para provocar su pérdida de sentido, no quería matar sin necesidad.<br />

Até fuertemente al prisionero, que continuaría sin sentido un buen rato a pesar de la<br />

dureza de su cráneo. Mientras intenté desincrustar el hacha, cosa que no logré hasta pasado<br />

un buen rato. La hermosura de sus líneas, el perfecto equilibrio, el gran filo que ni se inmutó<br />

con el impacto, su sencillez, la hacían una terrible herramienta de destrucción en manos<br />

expertas.<br />

Por desgracia los Montenegreses, no dejaban de ser un pueblo bárbaro. Cuya fuerza<br />

de combate, era sin duda, su valor injustificado, alocado y su gran número. Era como luchar<br />

contra oleadas humanas, que arrasaban, pero por separado o en pequeños grupos eran<br />

presa fácil de su propia estrategia de ataque para cualquier guerrero experimentado, o<br />

contra un Cazador Real. Despertó en ese instante, con movimientos bruscos en un intento de<br />

soltarse de sus ataduras. En el fondo eran como animales.<br />

Le miré fijamente a los ojos hasta que dejó de dar tumbos y saltos, convencido de la<br />

fortaleza de las ataduras que ya habían mordido la carne de sus muñecas en el forcejeo. Con<br />

la respiración acelerada, haciendo que sus pelos enmarañados se agitaran con cada<br />

resoplido o bufido, no lo sé.<br />

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Por fin se tranquilizó y pude empezar el interrogatorio. ¿ Por qué vuestro ataque?.<br />

¡¡ Grrr!!, Fue su contestación. No quiero hacerte daño, pero exijo respuesta a mis<br />

preguntas.… ¡¡ Grrr!!. Otra vez. Me senté y continúe comiendo un poco de carne más<br />

mientras observaba como me observaba él, silencio. ¿ Que es lo que haces en nuestro<br />

territorio?. Por fin gruñó de mala gana. Tan solo pretendo cruzar la frontera y llegar a mi país<br />

con el menor de los problemas posibles. No tengo la culpa de encontrarme con personajes<br />

como vosotros, me entiendes. ¡¡ Grrr!!. Desátame inmediatamente. ! Te lo ordeno¡ - Ja, ja, ja,<br />

ja, - no pude contenerme ante la impresionante soberbia de este pueblo, que aún estando<br />

prisionero eran capaces de berrearte órdenes. No es un buen comienzo el que adoptas<br />

cuando te estoy ofreciendo una razón por la que no matarte, pero creo que no debes darme<br />

demasiados motivos para que cambie de idea, ¿ No te parece?, él Montenegrés me miró con<br />

unos ojos que paulatinamente cambiaban de color, del color de la ira a un profundo y sereno<br />

negro. Puedes darme algo de comer. Sus modales continuaban siendo rudos hasta en la<br />

calma. Me incorporé y le introduje una tira de carne en la boca que rumió en silencio, sin dejar<br />

de mirarme, pero sin emitir ruido alguno. Revisé las ataduras y le até las piernas a la rienda de<br />

Thor, por si por la noche se ponía nervioso.<br />

Me desperté con el amanecer, el Montenegrés acurrucado, me observaba en silencio.<br />

Buenos días, espero que hoy estés más sociable, no hubo contestación. Verás como te dije<br />

tengo prisa, por lo que tranquilamente montaré en mi Alazán y me marcharé, sé que no<br />

tardaras en dar con algún cuchillo de tus compañeros y desatarte, por lo que te deseo que<br />

tengas un buen día.<br />

Me encamine a Thor y le coloqué la manta y la silla, ajusté los correajes y le puse las<br />

bridas de plata labrada, que pertenecieron a mi Padre. Monté y dedicando la ultima mirada al<br />

Montenegrés. Espero que la próxima vez que nos veamos, sea tomando una de esa excelente<br />

cerveza que fabricáis, en vuestro país, mientas tanto, te repito mi saludo, que pases un buen<br />

día.<br />

Espoleé a Thor, que elevando sus manos soltó un potente relincho, saliendo al galope<br />

del lugar, poniendo tierra por medio. Dos horas más tarde di por zanjado el asunto. Era el<br />

tiempo que calculé en que tardaría en desatarse y ponerse en camino a mi encuentro. Sé que<br />

son vengativos. En el horizonte se apreciaba una fina columna de humo de color grisáceo. Es<br />

el que proviene de una casa donde se calienta la comida del día. Continúe por el sendero<br />

dejando atrás el bosque y dando paso a las praderas verdes y ricas de Terraverde, el río<br />

empezaba a hacerse visible, junto con la pequeña cabaña que era la vivienda del barqueo<br />

encargado de cruzar a quien lo requiera y pagué la pieza de plata que cuesta el impuesto<br />

fronterizo.<br />

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Un hombre con las cicatrices del tiempo en su cara, de piel morena y curtida, de<br />

fornidos brazos acostumbrados a tirar de una soga durante años, luchando contra la<br />

corriente del río, pasando su carga de una orilla a otra. Buenos días tenga maese barquero,<br />

¿ Está disponible para una travesía?. Tanto como tu estómago por un buen plato de estofado<br />

casero. Replicó en tono sereno y jovial. Pues no lo pensemos y pasemos.<br />

Entramos en la modesta pero confortable cabaña. Una mesa alargada en el centro de<br />

la casa y unos taburetes a su alrededor. Una figura envuelta en una capa con capucha, que<br />

tapaba en su totalidad, la cara de la persona que la portaba. Un brazo con una mano<br />

enguatada portaba una cuchara de madera, comía de forma tranquila, llevándose lentamente<br />

la comida a la boca. El otro brazo lo mantenía oculto bajo la capa, pero el pequeño bulto<br />

delataba a la mano que agarraba la espada.<br />

Me senté en el otro extremo de la mesa, frente a él y comencé a comer la ración<br />

humeante, antes de que cogiera la cuchara ya había una mano extendida pidiendo la tasa.<br />

Dándole la moneda se la llevo a los dientes para morderla y comprobar su autenticidad. Con<br />

maestría hizo desaparecer la moneda entre uno de los múltiples pliegues del inmenso fajín<br />

rojo que se cernía en su cintura, protegiéndole los riñones.<br />

Viajeros sin nombre, llegó el momento de cruzar el río. Los dos nos levantamos en<br />

silencio de nuestros respectivos asientos y no encaminamos a la puesta, fue entonces cuando<br />

le vi el rostro. Era una mujer, con vestimentas de mercenaria. Pantalón de cuero negro,<br />

camisa de seda blanca y chaleco también de cuero negro con remaches plateados. Espada y<br />

daga al cinturón y la mirada penetrante y fría. De cabellos dorados, sujetados con una tira de<br />

cuero, alrededor de la frente y una larga trenza reposando en su hombro derecho. Quizás de<br />

unos veintiocho años o quizás menos, no era fácil de calcular.<br />

Le cedí el paso y me dedicó una mirada examinadora y una leve inclinación de su<br />

cabeza en agradecimiento. Mientras caminamos hacia los caballos, se despoja de la capa<br />

metiéndola en una alforja de su montura, una hermosa yegua blanca de crines y cola<br />

plateada, tan alta y fornida como el propio Thor.<br />

No sé cual es el motivo que hace que me sienta atraído por la intrigante mujer, ¿ Será<br />

quizás?. No sé ni que decir, pero la sensación está presente y noto cierta inquietud en ella,<br />

quizás sienta ella lo mismo que yo. Giró sobre mí agarrándome al pasamanos de la barcaza<br />

mientras esta se alejaba de la orilla provocando pequeños remolinos en la corriente tranquila<br />

del río. ¿ A donde os dirigís, caballero?. La voz de la mujer era templada pero sin entonación<br />

ni emoción. A la Casa de la Cultura. He de ir a visitar a un hermano que en dicho lugar dejé<br />

hace cinco años y desde entonces no sé nada de Él, ¿ Y vos?. Donde la fortuna se encuentre<br />

o requieran mi brazo armado, quizás al Puerto Marítimo en Dridam y enrolarme en algún<br />

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arco en pos de nuevas batallas y aventuras en otras tierras, no hay en mi vida un destino<br />

fijado, ni ya lo habrá nunca. Esta vez su voz sonó distante, triste, amarga.<br />

El viejo marinero se nos acercaba con una garrafa de vino en una mano, y dos vasos<br />

de madera en la otra. Tomad, bebed, estamos a mitad del camino, dentro de poco posaremos<br />

nuestros pies en Terraverde estimados viajeros, brindemos por tan magnífico lugar de<br />

destino. Alzamos lo vasos y él bebió de la misma garrafa haciendo bailar su nuez en un rítmico<br />

subir y bajar, para terminar limpiándose con la escueta manga la chorreante barbilla. Nos<br />

miramos pero no hubo palabras hasta llegar a la otra orilla. Dejamos atrás al barquero que<br />

emprendía el regreso y dando grandes voces se despedía de nosotros con toda clase de<br />

buenos deseos y fortuna.<br />

Cabalgamos juntos hasta llegar a una pequeña posada. Nada más entrar un chaval se<br />

acercó corriendo cogiendo las riendas de los Alazanes. Yo me haré cargo de las monturas, no<br />

se preocupen. Desmontamos y nos encaminamos a la puerta donde el posadero nos esperaba<br />

bajo un gran cartel de madera tallada en el que se leía “ LA ATRONADORA “. ¡ Bienvenidos a<br />

mi negocio!, encantadora pareja. ¡ Bienvenidos!. Al pasar entre el posadero y la puerta, la<br />

mujer sin desviar la mirada dijo. No es mi pareja, ¿ Entendido?.<br />

Tras hablar escuetamente con el posadero en relación a los alojamientos y tras pagar<br />

las tres monedas de plata por una habitación que deberíamos de compartir, pasamos a<br />

degustar lo que llamó un manjar de Dioses, que en honor a la verdad era pura bazofia. Un<br />

caldo espeso en el que flotaban unos escasos y ennegrecidos trozos de lo que fuera carne de<br />

algún animal junto con un montón de zanahorias y patatas y otros trozos de materias<br />

identificables. Por lo menos el vino era un buen negro, con cuerpo y grados. Mientras<br />

comíamos, Ella dijo. Me llaman Rosa del Diablo y tú ¿ Cómo te llamas?. Diatros el Cazador.<br />

Hubo una pausa, de nuevo habló. Es extraño que un hermano cazador tenga un<br />

hermano estudioso de los antiguos pergaminos y al contrario. ¿ Cómo pueden dos hermanos<br />

tomar caminos tan diferentes en la vida?. Me temo que de eso se encargo mi Madre. Era a su<br />

modo una persona muy persuasiva y no permitió que su pequeñín fuera un bárbaro, con uno<br />

que se pasaba el tiempo corriendo tras la bestias, lanzándoles saetas, cuchillos, hachas y<br />

cualquier utensilio bastaba.<br />

La verdad es que mi Padre y Yo, pasábamos mucho tiempo en Bosque de la Muerte,<br />

entre los Montenegreses y sus montañas. Por desgracia un mal día, un mal entendimiento y el<br />

precio fue la vida de mi Padre y el odio de mi sangre hacia ese pueblo, que en mi niñez recorrí<br />

y donde aprendí los trucos de mi Padre y los de su pueblo. Puedo decir que los conozco<br />

demasiado bien, para su pesar. Me di cuenta que le estaba contando cosas que nadie había<br />

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escuchado hasta ahora y con una naturalidad que era precisamente lo que más me asustaba<br />

y callé.<br />

Rosa entonces tomó mi silencio como un momento de reflexión interna adecuada al<br />

sentimiento descubierto. Tomó un aire calculadamente tranquilo y cálido y dijo. La vida en<br />

ocasiones nos quita mucho más de lo que nos da. Yo también lo sé. Provengo de un país del<br />

que nunca habrás escuchado y del que yo casi ni me acuerdo. Éramos doce hermanos. Yo, la<br />

única chica, por lo que mis juegos de infancia eran peleas, carreras, para pasar de joven a las<br />

travesuras más propias de un mozo descontrolado que de una frágil mujer. Hecho este que<br />

trataba de ocultar siempre, camuflando con vestiduras y otros artilugios de lo más incómodos,<br />

hasta que un día en una taberna, escuché que en lo que fue mi pueblo, en una casa al pié de<br />

una de praderas al Norte, había acontecido una gran batalla, entre una familia de pastores y<br />

un grupo desconocido, pues sus rostros eran tapados por grandes turbantes y de largas<br />

túnicas, como los pueblos nómadas de las Dunas. Decían que los doce varones y los padres<br />

habían muerto en la pelea, la cual fue de ciento veintidós días, siendo famosa la batalla, por<br />

este hecho y por la peculiaridad de que era la única familia tan numerosa del condado.<br />

Se referían a mi familia, a mi gente. Desde entonces caminé en busca de los seres de<br />

negro, matando uno a uno, a todos ellos. Diciéndoles quién era antes de matarlos para ver el<br />

miedo en sus ojos mientras les cortaba sus asquerosos cuellos. Pero todo tiene un final y el<br />

mío fue que los maté a todos y mi venganza terminó, pero hizo de mi otro ser, un ser que solo<br />

sabía matar de mil y una forma. Terminé siendo soldado de fortuna hasta ahora.<br />

Bueno estaba claro habíamos compartido sentimientos y en ciertos sitios eso<br />

significaba una hermandad de armas y campañas. No estaba seguro de cuales eran las<br />

verdaderas razones de la Rosa del Diablo. Con una voz ronca y con un hedor añejo saliendo<br />

de esa boca sonrosada y brillante de grasa y vino, apareció el posadero gritando. ¡ La<br />

Tormentosa, no solo es el nombre de mi negocio, es también el nombre de mi espada!. Con la<br />

que en más de una ocasión he tenido que lamentar el haber partido en dos a una persona<br />

adulta, lamentar tener que limpiar todo el suelo de sangre, sesos y trozos de... en fin. Tanto lío<br />

tan solo por no pagar esto o aquello o provocar una pelea en mi local. Soltando una sonrisa<br />

tan irónica como la mirada. No se preocupe, le contesté, pues en este saco hay para pagar<br />

más de lo que tú me puedas proporcionar. Trae otra jarra de negro y déjanos, esta<br />

conversación es nuestra y el hierro mohoso que cuelga de tu cintura, ni me impresiona, ni me<br />

importa su gloriosa vida pasada, mi daga es superior y mi pulso está tan fresco que busca tan<br />

solo una excusa. Lo entendéis ¿ Verdad?. Odiaba ser tan rudo, pero tenia que interpretar bien<br />

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mi papel y ya me encontraba bastante molesto con tener que engañar a Rosa. Ella había<br />

confiado en mi y yo la estaba hablando con una mascara, que cada vez aprieta más.<br />

Sin mediar palabra el grasiento hombre se alejo farfullando consuelos a su fiel espada.<br />

Al instante una mujer joven trajo la jarra de vino y esperando de pie sin decir nada espero a<br />

que le pagara la misma. Sus temblores aumentaron cuando Rosa la miró a los ojos de una<br />

forma, que tan solo se aprende en la batalla. Una vez pagué, desapareció tan rápido como<br />

pudo controlando sus temblorosas piernas.<br />

Rosa soltó una carcajada de satisfacción ante la reacción de la joven, me di cuenta<br />

que era precisamente lo que buscaba. Mirándole ahora Yo a los ojos le dije a la par de una<br />

sonrisa. Me esta dando miedo el compartir la habitación. Los dos solos entre esas cuatro<br />

paredes estrechas, sabiendo que esta a mi lado mujer tan perversa. ¿ Qué es lo que harías,<br />

Rudolf?, Depende. ¿ De que dependería?. Del carácter o la postura. ¿ A que postura te<br />

refieres?. ¿ Y sobre todo, donde he de hacer o como he de estar en esa postura determinada?.<br />

Ves a lo que me refiero. Hago bien en tener miedo, creo que dormiré abrazado a ti para estar<br />

seguro de que tus movimientos no sean ni bruscos ni aletargados por el sopor del sueño.<br />

Los dos empezamos a reír como dos camaradas que se cuentan un chiste, eso es lo<br />

que los demás parroquianos veían, pero en nuestros ojos había un brillo de complicidad. En<br />

nosotros había algo que a cada momento sorprendía a mi mente de una forma alarmante y<br />

confortable, intrigante y con un toque de seducción hacia la especie de juego en el que los<br />

dos nos manteníamos.<br />

Apuramos las últimas gotas de vino y apoyándonos el uno en el otro encaminamos<br />

nuestros tambaleantes pasos por la escalera, por el pasillo y por fin hasta un camastro en un<br />

perímetro de tres metros que llamaban habitación. Cerré la puerta de una patada y con el<br />

desequilibrio producido por esta acción, terminamos de cabeza en el destartalado camastro<br />

en medio de risas y gestos de silencio que provocaban más risa.<br />

Solo se hizo el silencio cuando nos dimos cuenta que estábamos abrazados y tan<br />

cerca que nuestros labios ya casi se rozaban. Nos separamos rápidamente, sintiendo un<br />

rubor que tan solo recuerdo en mi infancia cuando era pillado en algún acto de pillaje. Nos<br />

dimos la vuelta y dormimos la borrachera.<br />

Al amanecer me encontré agradablemente abrazado por Rosa. No quise moverme<br />

para no despertarla, pero en ese mismo instante su voz sonó dulce y clara. Buenos días,<br />

descansasteis tan bien como Yo. Desperezándose y estirando sus brazos. La observé desde<br />

el camastro mientras se incorporaba y caminaba por el poco espacio libre de la habitación.<br />

Una figura ahora más esbelta, o eso me parecía, desfilando delante de mi, mostrándome<br />

todos sus ángulos, mostrándome sus oquedades y salientes, las curvas de sus caderas y unos<br />

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pechos que ya no se escondían tras un peto metálico. El pelo caía suelto, mitad a la espalda<br />

mitad al pecho, sus cabellos atrapaban los destellos del sol.<br />

Paré en mis pensamientos al darme cuenta de que ya no se paseaba y que permanecía<br />

de pie frente a mí, en el centro de la cama, mirando con curiosidad la expresión que mi rostro<br />

tenía en esos momentos de pensamientos tan ....<br />

Bueno, te decides ¿ O qué?. ¿ A qué te refieres, Rosa?. ¿ Serías capaz de realizar esos<br />

pensamientos, que tan absorto te tenían?. Mejor sería que no lo hiciera. ¿ Acaso eran malos<br />

pensamientos?. El juego verbal continuaba donde anoche lo dejáramos, por lo qué y<br />

admitiendo el reto contesté. Mis pensamientos nos harían sudar, más el resultado final,<br />

siendo como es lo mejor de desarrollo, es posible que contenga dos esencias, una maligna<br />

que nos separaría para siempre y otra benigna que haría de nuestros lazos un cordón de<br />

acero. Me miró en silencio, barrio la puerta, me miro otra vez y desapareció por el pasillo<br />

quedando solo el sonar de sus pasos al bajar las escaleras de madera.<br />

Cuando bajé se estaba terminado un gran tazón de leche. Esta vez no me miró, esta<br />

vez miraba el fondo del cuenco como buscando una respuesta a una pregunta. En silencio<br />

tomé un cuenco que llené también de leche, le añadí unas hierbas para la resaca que<br />

guardaba para estas ocasiones. El efecto es rápido y mi mente empieza a pensar en la tarea<br />

que hasta estos parajes me trajeron y claro el recuerdo de Candy y Diatros apareció unido y<br />

el Mago Leafar, por lo que me encaré a Rosa que continuaba sin decir nada mirando el fondo<br />

de un tazón vacío.<br />

Rosa he de irme, tengo una misión que hacer. Por fin empiezas a decir la verdad. Sé<br />

que no vas a ver a tu hermano, pues no tienes pinta de tener un hermano. No me interesas ni<br />

quien eres, ni tus fines, solo me interesa el aquí y ahora. No te acuerdas. No tengo pasado ni<br />

futuro y el presente se torna en ocasiones muy peligroso para una mujer que viaja sola, por<br />

eso acepte el cabalgar a tu lado, el compartir borrachera, cama y resaca... pero....<br />

Se levantó dejando caer el recipiente vacío sobre la mesa y caminó hasta ponerse a mi<br />

paso. Los caballos esperaban en la puerta, el muchacho mostraba una sonrisa en espera de<br />

una recompensa por los cuidados, había cepillado al los dos Alazanes y las barrigas se<br />

mostraban repletas y redondeadas, por lo que una moneda de plata voló hasta su mano libre.<br />

Montamos dejamos atrás algo más que una posada destartalada y mugrienta, pero no hubo<br />

ninguna palabra, ninguna mirada.<br />

Quedaban dos jornadas hasta llegar al castillo del Rey Ongro. Su reino se extendía a<br />

partir de ese punto y ése mismo punto sería el de nuestra despedida. Fue la primera vez que<br />

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deseé no llegar a mi destino. Fue la primera vez que al girarme y ver el perfil de Rosa, no vi a<br />

una mercenaria sino a una mujer de lo más hermosa y esto inquietaba mi espíritu.<br />

Llegamos a un pequeño claro donde había un puesto que ofrecía al viajero carne seca,<br />

pan, vino, queso y otras viandas. Paré para comprar queso, un trozo de pan, tres botellas de<br />

vino y un trozo de tocino que guardaba escondido debajo de la carne seca para mantener<br />

ésta un poco más fresca. Continuamos la marcha sin mediar palabra, la situación empezaba a<br />

incomodarme, a desconcertarme en su actitud, pero pensé que sería mejor dejar pasar el<br />

tiempo.<br />

Era ya hora de parar y comprobar que la compra era como parecía, en una pradera<br />

tan verde y amplia, como nuestra vista daba de sí, hicimos un alto, continuábamos sin hablar,<br />

tan solo, movimientos mecánicos en una situación tirante de la que no comprendía nada.<br />

Desenrollé la comida de la envoltura de piel en la que el mercader nos preparé. Ella se<br />

declaró voluntaria para recoger leña para la hoguera. Dejó caer pesadamente la carga de<br />

leña que en sus brazos transportaba, sin la mayor importancia, abstraída en unos<br />

pensamientos que alargaban su cara. Respeté su silencio y no fue hasta terminar de comer en<br />

que giró su cabeza y mirándome fríamente me dijo. Hay una cosa que me inquieta. Esta<br />

mañana he visto como me mirabas y desde entonces hay algo dentro de mí que no comprendo,<br />

que nunca he experimentado y que como algo desconocido me da mucho miedo. No sé que es,<br />

pero cada vez que te miro siento un nuevo latigazo dentro de mi y no sé que es eso..... ¿ Tú lo<br />

sabes?...... un silencio galopó cortando el aire a muestro alrededor. Sabia perfectamente lo<br />

que me quería decir y en cierto modo Yo tenia la misma sensación y también había en mi<br />

cabeza más tormentas de la que ella tenía, y sin embargo sentía lo mismo que ella, que<br />

dilema, jamás me había encontrado en una situación como ésta pero sentía que mi corazón<br />

estaba a punto de estallar, la cabeza me daba vueltas y sentía como mi estómago quería salir<br />

por mi boca.<br />

Cuando me quise dar cuenta estaba besándola y rodábamos por el suelo como dos<br />

tiernos zagales en un prado. Bueno por lo menos lo del prado era cierto y en cuanto al resto.<br />

¿ Cuanta culpa tenia la soledad y la distancia?, sin olvidar de que Rosa era una mujer de lo<br />

más hermosa y atractiva. Su cuerpo era tan insinuante y curvilíneo como uno de los más<br />

perfectos y en el fondo no era más que dar rienda suelta a una tensión mutua de la que<br />

ninguno encontraba explicación, por lo que lo más coherente, y esto lo sabíamos los dos, era<br />

dejar rienda suelta a la pasión y al calor que dentro anidaba. Y así ocurrió cuando fui otra vez<br />

consciente de mis actos, me encontraba desnudo, empapado en sudor y caído<br />

lánguidamente, boca abajo al lado de Rosa, por primera vez fui también de la totalidad y<br />

hermosura de su cuerpo desnudo, cerré los ojos y lloré.<br />

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Me incorporé con la intención de continuar mi camino lo antes posible. Rosa aun en su<br />

desnudez me miró y dijo. Sé que esto no ha tenido ni razón ni sentido, pero ocurrió y no me<br />

arrepiento. Has de saber, para tu orgullo o tu cuenta, que has sido el primero y que no me<br />

arrepiento de haberlo hecho, tan solo maldigo no haberlo hecho antes, no haberte conocido<br />

antes..... Un silencio tan largo como la propia existencia de las estrellas resumidas en un<br />

puño, hizo su aparición, rompiéndome el corazón, por primera vez en mi vida sentí una mano<br />

apretándome el cuello, queriéndome arrancar el aire que me rodeaba y deseé la muerte.<br />

Monté sobre Thor y me marché dejando atrás una parte de mi vida. De la que nadie sabrá<br />

nunca. De la que nadie será testigo ante el amor que de pronto sentía por la Rosa del Diablo.<br />

Al siguiente recodo espoleé a Thor con la inocente intención de salir corriendo, en el<br />

fondo me seguía comportando como un niño, huyendo del problema, pero confiaba en el<br />

tiempo, ése sanador de heridas internas. Ése mecanismo que es capaz de cicatrizar todo,<br />

pero que al mismo tiempo cobra el tributo de hacerte el corazón de piedra a cada trozo que<br />

encallece.<br />

El sol empezaba a acomodarse en el horizonte, dejando paso a las sombras que<br />

empezaban a desperezarse y a recorrer sus dominios. Unas rocas me estaban brindando su<br />

refugio para pasar la noche, seguro, tranquilo o por lo menos era lo que deseaba encontrar<br />

en estos momento. Otra vez la cabeza llena de pensamientos, dudas y temores provocaban<br />

un palpitar en mis sienes produciendo un intenso dolor de cabeza, me acomodé de la forma<br />

más rápida, tanto como pude. Preparé un pequeño fuego donde calentar un poco del vino y<br />

añadirle unas hierbas, no disponía de agua y el vino era el único líquido a mano. En el peor de<br />

los casos potenciaría al sueño y esa noche dormiría placenteramente. Me importaba un<br />

comino la seguridad. Si he de morir, durmiendo es una buena forma, también tan solo no te<br />

despiertas nunca.<br />

Esa noche soñé. Sé que soñé, pero no me acuerdo de qué o con quien. Tan solo mis<br />

vestiduras empapadas me comunicaban que fue noche agitada. La piel de oso era una<br />

trampa, enrollada en mi cuerpo, atenazando mis brazos, inmovilizando mis actos. Tuve que<br />

rodar por el suelo para librarme del abrazo que tan cariñosamente me ofrecía mi vieja piel de<br />

oso.<br />

Thor con visible nerviosismo, golpeaba la tierra húmeda, con su casco delantero, con<br />

el rocío aún latente, acercando su cabezota a la mía para golpearme con su hocico en una<br />

caricia más que empujón. Buenos días querido Thor, estabas preocupado, ¿ Verdad?, Bueno<br />

ya pasó. Con el nuevo día, todo empieza y Tu y Yo tenemos deberes que hacer, hay que<br />

olvidar más que me pesé, pues hay otro destino, hay otra gente, hay otro compromiso.<br />

Pasaron las horas y mi mente se encontraba vacía. Era Thor quien conducía la misión<br />

y he de decir que extraordinariamente, por cierto, pues al medio día ya se divisaban las<br />

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columnas de humo que enmarcaban al castillo del Rey Ongro. En breve aparecerían las casas<br />

de los pastores y vaqueros.<br />

Entraré y me mezclaré con esa multitud de gente que recorre sus calles haciendo<br />

negocio, vendiéndote y ofreciéndote, hasta lo que en tu vida no habías visto. Un bullicio de<br />

voces coreando sus productos, era lo que me esperaba, eso y tener que estar alerta, como en<br />

toda gran ciudad, los ladrones, eran más numerosos que los propios habitantes,<br />

descansando en cualquier esquina, esperando al pardillo que se equivoque de calle y entre<br />

en sus dominios, entonces como una araña se abatirá sobre ti y en sus redes caerás y<br />

seguramente morirás. No les gusta dejar testigos de sus andanzas.<br />

Con la ciudad ya a la vista, dispuse de mi piel de oso como capa, aprovechando la<br />

parte de su cabeza para tapar la mía y con sus manos hacer un nudo al cuello, dejando caer<br />

sus garras sobre mi pecho. No quería que nadie me reconociera, no había que dar pie a<br />

ningún error, por lo que prácticamente bordeé la ciudad, por su lado Norte y evitando a la<br />

gente me encaminé sin detenerme hacia la casa santuario del Mago Leafar.<br />

Sentía cada vez más el palpitar mi corazón, cuanto más me acercaba a la meta más<br />

rápido era su ritmo. Pero en mi cabeza había demasiadas cosas. Tenia que tranquilizarla<br />

antes de presentarme ante el Mago. Soy perfectamente consciente de mi responsabilidad, de<br />

que solo tan tenia una oportunidad y un presentimiento. El sueño con el Mago. La solución se<br />

encontraba en sus palabras, intenten recordarlas, pero el sueño se encontraba por debajo de<br />

los recientes acontecimientos y me resultaba difícil recordarlos en su totalidad y eso me<br />

enfurecía, me enfurecía terriblemente, maldiciéndome ante mi estupidez.<br />

En la lejanía, casi en el pié del horizonte aprecié una construcción en semiruinas. Me<br />

dirigí hacia el lugar, era pronto para acampar, pero prefería llegar de mañana a casa del<br />

Mago. Por otro lado, me proporcionaría tiempo suficiente para aclarar mis pensamientos.<br />

Dejé a Thor trotar hasta el lugar sin medir tiempo ni espacio, tan solo me deje llevar hasta el<br />

lugar donde inconscientemente me encontré, al despertar de mis pensamientos. Thor ya<br />

estaba disfrutando de la abundante hierba que nos rodeaba, con su cuello agachado,<br />

comiendo plácidamente y Yo en lo alto de Él sin saber cuanto había permanecido así.<br />

Desmoté, le quité la silla y la manta. Él con un relincho agradeció la libertad de carga y<br />

trotó y saltó a mi alrededor. Dejé caer la silla con la flacidez que mis brazos ofrecieron y de<br />

igual modo, me deje caer yo mismo. Sentado sobre la hierba miré mi alrededor. Delante de mí<br />

estaba lo que debió ser la vivienda. A mi derecha una especie de cuadra, donde Thor había<br />

descubierto un poco de forraje del que ya estaba dando cuenta. A la izquierda, un corral<br />

donde tan solo unas cuantas estacas quedaban en pie, en demostración de lo que en su día<br />

fue.<br />

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Me levanté pesadamente y me encaminé a la choza que tenía la apariencia de haber<br />

sido partida en dos. En diagonal. Como por una monumental espada. La mitad de su techo, la<br />

mitad de sus paredes, la mitad de sus muebles yacían en el suelo y la otra mitad contemplaba<br />

en pie, la destrucción con melancolía.<br />

La suerte me acompañaba, el camastro estaba intacto junto con la mesa y un taburete.<br />

La chimenea era otra de las pocas piezas que continuaban de pie, junto con una lámpara de<br />

aceite que colgaba vestida de telarañas y tiempo, pero con la barriga llena de dorado líquido.<br />

Casi parecía medio hogar. Me senté sobre la mesa, en una de sus esquinas, quedándome al<br />

frente de la zona despejada de pared, desde ese punto parecía un cuadro pintado con colores<br />

brillantes, aceitosos, con destellos casi sobrenaturales, emanado una tranquilidad al entorno,<br />

contagiosa y Yo necesitaba de esa paz, para las próximas horas.<br />

Terminaba de comer un buen trozo de queso, con su pan y su vino negro. Recio y<br />

fuerte, como el mismo queso. Terminaba cuando los grillos empezaban con su cantar, con su<br />

seducir nocturno y como siempre, al final, el sincopas termino en melodía. Brotando de cada<br />

rincón, envolviéndome totalmente en su ritmo. Saqué mi pipa y comencé la ceremonia al son<br />

de los insectos, al ritmo de sus patas frotándose, gimiendo unos favores de seducción.<br />

Recogiendo una pequeña rama de la hoguera, encendí la pipa, para sentir las mismas<br />

sensaciones de siempre. La misma libertad aparente, que me desataba de las cadenas<br />

terrestres y que hace que mi mente y Yo seamos uno dentro del otro. Se repiten las mismas<br />

pautas, el mismo número de caladas, el mismo artificio de luces y destellos en mi cabeza y<br />

deportó con un sonido atronador escuché de nuevo las palabras del Mago.<br />

Rudolf, la llave es una palabra, la palabra, una verdad, la verdad, un sentimiento. Esté<br />

sentimiento se encierra, casi siempre, en un pequeño cofre el cual no siempre se abre, ni en<br />

una vida entera; encuentra el significado dentro de ti mismo.<br />

Del sobresalto caí de espaldas, golpeándome en la cabeza, perdiendo la consciencia<br />

viendo parte del cielo con sus estrellas. No antes de que una palabra empezara a tomar forma<br />

en mi mente, quedándome dormido con ella en mi pecho.<br />

A la mañana siguiente, mi cabeza tenía aun guardada la palabra, mi pecho continuaba<br />

sintiéndola y con esa fe me encaminé a ver al Mago de una vez por todas.<br />

Los pájaros empezaban con sus trinos cuando Thor, receloso, soportaba de nuevo la<br />

manta y la silla, resoplando al ajustar los correajes, como siempre hacía y esto me produjo la<br />

primera sonrisa desde que dejara a Rosa atrás, en el camino. Sereno, despacio monté y Thor<br />

comenzó a caminar de vuelta al camino, que sin duda nos llevaría a la gran casa.<br />

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La mañana transcurría apacible, el sol ya estaba lo suficientemente alto como para<br />

calentar, dejé caer la cabeza hacia atrás para que los haces de luz me dieran en los ojos<br />

cerrados y ver en la oscuridad de mis párpados los destellos que se producen con sus rayos.<br />

Recordándome a cuando era niño y me tiraba en una pradera, para cerrar los ojos y ver esa<br />

maravilla del universo.<br />

Un relincho unido a un cambio del paso de Thor, me devuelven a la realidad, la casa<br />

del Mago está frente a mí, la hora esta cercana tanto para el fracaso como para el éxito.<br />

De pie frente a un portón de vieja y oscura madera, reforzada por tiras de hierro<br />

remachadas, formando un dibujo. Dando cobijo al óxido más afianzado que jamás vi sobre<br />

metal alguno. Una enorme cabeza de león sujetaba en su mandíbula una argolla de igual<br />

proporción. Tomando ésta, llamé a la puerta.... Los primeros minutos pasaron sin respuesta.<br />

Otra vez acciono la argolla, provocando nuevos ecos de llamada, sin obtener contestación.<br />

Ya me disponía a recorrer el perímetro, cuando una voz como de ultratumba erizaba<br />

mis cabellos en un escalofrío de terror y sorpresa. ¿ Qué es lo que queréis?. ¿ Quién osa<br />

perturbar mi calma?. ¡¡ Por los Dioses!!, ¿ No tenéis nada mejor que dar estos sobresaltos a<br />

quien viene de buena fe y en busca de ayuda?, ¡ Por Dios!<br />

La voz que exigía una explicación por el importúnio producido con la llamada era de<br />

tono seco y áspero. Esto indicaba claramente su humor, al cual no estaba dispuesto a<br />

sucumbir, por muy amenazador que sonara, por lo que Yo también le grite.<br />

Por dos veces en mis sueños aparecisteis, para sembrar mi cabeza con una pregunta.<br />

Por dos veces violasteis esa intimidad propia del ser humano y todavía osas gritarme y<br />

amenazarme. Al que viene con la solución, con la respuesta, con la palabra. Revuélvete en tu<br />

castillo ante esta mi voz. La palabra es AMOR.<br />

Las piedras de los muros temblaron. El óxido de la puerta, saltó formando una nube de<br />

color marrón a mi alrededor y unas puertas adormecidas por el tiempo protestaron ante el<br />

esfuerzo de abrirse, dejando ver un corredor que conducía a un patio, donde de pié aguarda<br />

una figura delgada, cubierta de larga túnica lisa de color azul pálido, con las mangas anchas y<br />

bordadas en hilo de oro, ceñida a la cintura por un cordón dorado junto con unas sandalias de<br />

cuero cubriendo los huesudos pies.<br />

La cara provista de larga cabellera plateada y una barba no menos escasa, dejaba<br />

entrever una faz pálida y serena, surcada por multitud de finas arrugas, una sonrisa abierta<br />

ofreciendo unos amarillentos dientes completaba el cuadro.<br />

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Bueno hijo, por fin has llegado. Te estaba esperando, pasa y descansa pues tu viaje<br />

está llegando a su fin. Pasamos al interior de la casa. Una luz tenue envolvía su interior, pero<br />

que sin embargo era suficiente para apreciar al sencillez de todo. Era una gran estancia<br />

cuadrada, rodeada de enormes y sedosos cojines. Una chimenea en un lateral<br />

complementada por dos grandes mesas, dispuestas a derecha e izquierda. Una con platos<br />

repletos de frutas. La otra repleta de tubos y elementos de alquimia; Unos de cristal, otros de<br />

bronce o plata y todos, rodeados por libros antiguos y polvorientos, de frascos de mil colores.<br />

Su voz atrajo otra vez mi atención, cortando en seco mi curiosidad. Me invitaba a<br />

sentarme, con su gesto, ante una mesa en uno de los rincones de la estancia, y así lo hice.<br />

Sirvió un té de aroma suave y penetrante, con un toque a ¿ Rosas?, ¿ Obsesión?.<br />

Bien, cuéntame tu historia. Estoy impaciente por saber lo que te trajo hasta mí, los<br />

motivos por los que desafiaste, cualquier obstáculo, para gritar ante mi puerta la palabra<br />

amor.<br />

Miré fijamente a los ojos del Mago. Estudiando mentalmente mis palabras, antes de<br />

pronunciarlas, esculpiendo mi historia, para darme cuenta que al fin y al cabo Yo no sabia<br />

hablar con sutileza y no haría otra cosa que desorientar al Mago con explicaciones sobre las<br />

explicaciones. Decidí hablar directamente y sin apartar la mirada.<br />

¿ Por que me preguntas, lo que tan bien sabes?, ¿ Por qué niegas el hecho de haber<br />

participado de mis sueños?. Sabéis bien mis motivos, así como sabéis el porqué de mi partida<br />

a tierras inhóspitas y lo que encontré. Sabéis mis sentimientos y sabéis la tiranía del tirano, ¿<br />

Por qué si no abristeis las puertas?.<br />

Sé que es posible que detectaras la magia maligna de astuto Devils y quieras<br />

participar por fin en el juego, siendo éste un buen día para empezar. Puede que ya seáis<br />

mayor y no sepáis ni de que os estoy hablando y puede que me des una sola respuesta a<br />

pesar de ser varias las preguntas, pero ¿ Será tu ignorancia la causa de que no me<br />

respondas, o tan solo prudencia?.<br />

Continúe mirando fijamente a sus cristalinos ojos azules, perdiéndome en su<br />

inmensidad, intentando perforar la separación hasta su cerebro.<br />

El silencio lleno la estancia. Nuestras miradas continuaban fijas. Tras unos instantes el<br />

Mago sin decir palabra se encaminó hasta la mesa y repasó las páginas de un antiguo<br />

manuscrito rúnico, surgiendo sonidos guturales en alguna lengua perdida. Recogió un<br />

pequeño frasco, con un líquido de aspecto lechoso en el que introdujo un polvo violeta que al<br />

contacto con el líquido se convirtió en un verde intenso, para terminar en un rojo denso, como<br />

la propia sangre. Tapó con esmero el frasco introduciéndolo en un saquito de cuero.<br />

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Ojeó otro libro, para desdeñarlo al instante con una maldición. Enloqueció, apartando<br />

unos libros y otros hasta dar con uno. El más pequeño de todos. Miró con avidez el contenido<br />

de sus páginas mientras distraídamente cogía una manzana de la otra mesa y empezaba a<br />

morderla, mientras paseaba arriba y abajo. ¡ Esto es, lo encontré!. Y nerviosamente otra vez<br />

rebuscó entre los frascos de colores, en pos de otra extraña pócima que al encontrarla la<br />

introdujo en el saquito junto con el otro frasco. Se encamino directamente hacia mí.<br />

¡ En pie pequeño arrogante!. ¡Que equivocado estás si crees que este viejo esta<br />

acabado y senil!. Pronto tus ojos serán testigos de tus verdades y de tus mentiras, antes de lo<br />

que tu crees. Descarado cazador. Enamorado de la hermana de un dragón, ¡ Juventud!.<br />

Pasó por delante de mí como si yo no existiera. Rescató de un tumulto de telarañas, un<br />

largo pergamino, que extendió sobre la mesa en la que todavía, atónito, por las evoluciones<br />

aceleradas de viejo Mago me encontraba sentado.<br />

Señálame el lugar exacto donde los hermanos se esconden esperando nuestro<br />

regreso. Increpó con su huesudo dedo corazón, señalando al mapa. Examiné el plano, era<br />

muy antiguo, algunas de las puntualizaciones del cartógrafo ya no existían o sé habían<br />

cambiado de lugar, como pude apreciar al seguir el trazado del Río Azud o Agua Negra, pues<br />

dependiendo del país por donde pasara se llamaba de diferentes formas, pues también se le<br />

llama Río Arco en Dridam.<br />

Aquí le dije, señalando el lugar con la punta de mi daga, aunque ahora el río pasa por<br />

este otro lado para fundirse, por este otro. En el cauce seco, en una cueva esperan los<br />

hermanos. ¡ Pues bien!. Gritó animoso el Mago. Deja a tu Alazán en mi casa. Nosotros<br />

tomaremos otro transporte más seguro y rápido. Girando se encamino hacia una puerta, la<br />

abrió y sacó un descolorido manto con un color parecido al verde manzana. Acércate a este<br />

viejo y disponte a sentir lo que nadie excepto yo he visto. Conocerás lo que llamo un pliegue<br />

en el espacio. Esto nos permitirá estar en un instante al lado de tus amigos.<br />

Y así lo hizo, nos cubrió a los dos completamente con el manto y cuando volvió a<br />

destaparnos, nos encontrábamos a unos cuarenta pasos de la cueva. Retrocedí aterrado por<br />

el acto de brujería, no daba crédito a mis ojos, un escalofrío recorrió mi espinazo en toda su<br />

longitud, mis ojos parpadeaban alocadamente, queriendo comprender lo ocurrido y mi mente<br />

era un singular interrogante.<br />

Unos gritos de pelea resuenan en la cueva, mirando al viejo Mago y sin decir palabra,<br />

salí corriendo hacia los orígenes, que no eran otros que la cueva, al llegar a su entrada ya con<br />

la espada en la mano, vi como Diatros se entregaba en la lucha con... ¿ La Rosa del Diablo?. Sí<br />

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era Ella, pero con la cara transformada. El odio y la maldad afloraban por cada poro de su piel<br />

a cada gota perlada de sudor, a cada estocada que lanzaba contra Diatros.<br />

Por que no atacas a uno de tu tamaño, mujer del infierno. Ya nos conocemos y no creo<br />

que tengamos que hacer galanterías. Atácame si osas o si lo que busca es una muerte placida<br />

en su rapidez.<br />

Giró lentamente quedándose cara a cara conmigo con una mueca parecida a una<br />

sonrisa. Ataco, ataco con una furia que casi no pude controlar. El primer impacto de las<br />

espadas fue tan brutal que nos vimos cubiertos por las chispas despedidas por el metal de<br />

nuestras espadas, yo giré a mi vez, eludiendo la daga que en su mano izquierda buscaba<br />

ansiosa mi sangre. La golpeé en la espalda con una patada lateral, que la lanzó de bruces<br />

contra la pared. Se dio la vuelta sangrando por la nariz y la boca, mostrándome su sonrisa<br />

ahora teñida de rojo goteante.<br />

Afiancé mis pies en espera del nuevo ataque, cuando en ese momento apareció el<br />

Mago. Rosa al verle, gritó su canto de guerra, de muerte, mientras cargaba contra el anciano.<br />

Lancé mi daga de doble filo, que encontró acomodo en la yugular de Rosa, que se desmoronó<br />

a un metro escaso del paralizado Mago.<br />

Entre tanto caos y alboroto, entre jadeos y la visión de la mujer con la que tan solo<br />

hacía unos días, yacimos en el mismo lecho. Con la que crucé pactos de hermandad y ahora<br />

yacía en el centro de un charco de sangre que cubría el suelo.<br />

Candy había perdido el sentido y estaba en el suelo. Diatros maldecía una y otra vez la<br />

presencia de la mujer que ante ellos apareció pidiendo refugio y comida y que en un descuido<br />

golpeo a Candy en la cabeza y comenzó su terrible ataque en nombre de Brujo Devils, su<br />

amo y señor.<br />

Mientras el Mago atendía a Candy, Yo tranquilizaba a Diatros. Al tiempo intentaba<br />

interrogar al enorme dragón, para sacar la mayor información posible sobre los últimos<br />

acontecimientos. Logré por fin apaciguarlo y tras charlar con Diatros, comprendí que Rosa no<br />

había dicho nada, posiblemente, no asoció mi persona con los hermanos. Tan solo fui otro<br />

más en su camino.<br />

Comentó la fiereza de los ojos de la mujer, la expresión de su rostro, maldiciendo su<br />

nombre y el de sus ancianos y la oportuna aparición, pues en el fondo él no podía atacar a una<br />

mujer sin sentir una serie de perjuicios, quedando sus ataques en meras defensas.<br />

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¡ Pero dejaros de palabrerías!. Gritó Diatros. Es él. Es el Mago. Si, le contesté. Y he<br />

de decirte que ha sido toda una odisea el ir y venir hasta llegar a este lugar. Pero lo hemos<br />

conseguido. Me escuchas, lo logré.<br />

En la cueva, el Mago incorporaba a Candy, que ya reaccionaba ante el olor de un flor<br />

que no tenía ni idea de donde la había sacado el viejo Mago. Candy al vernos nos dedico una<br />

sonrisa y me alargó su mano, para que se la estrechara, lo hice presto, postrándome a su<br />

lado.<br />

Diatros asomaba la cabeza por la entrada de la cueva, sin atreverse a entrar,<br />

receloso, con una sensación en el pecho que no le dejaba respirar y encogía su vacío<br />

estómago.<br />

El Mago se incorporó y muy solemne pronunció. Es hora de empezar a administrar<br />

justicia, es hora de enderezar los entuertos y comenzar el nuevo camino. Diatros a mí.<br />

¡ Presto te digo!. Diatros acudió no sin un punto de orgullo herido. Si Mago, que queréis que<br />

así me requerís, decid.<br />

El Mago le miro fijamente y serenamente dijo. Se nota que ya hace tiempo que eres<br />

<strong>Dragón</strong> y que tu sangre ya no es la misma de la que con que nacisteis, pero no es tarde para<br />

poner las cosas en su sitio. Acércate a mi, por favor y Diatros así lo hizo. ¡ Rudolf!. Increpo el<br />

Mago. Trae una manta, presto. Diatros escucha las palabras que en la lengua primaria<br />

escribieron nuestros antepasados a los que conocí en otros tiempos, con otras caras, en otras<br />

vidas.<br />

Era un murmullo lánguido en un principio, aumentando la carencia en disonantes<br />

tonos que no comprendía, que hicieron que Diatros cerrara sus ojos y entrara en una especie<br />

de trance, tambaleándose de un lado a otro y de la misma forma que el canto antiguo nació,<br />

murió en un silencio, tan solo roto por el ruido del cristal al estrellarse contra el suelo a los<br />

pies del <strong>Dragón</strong> dormido.<br />

Una densa nube de un verde intenso, empezó a envolver, a recorrer el cuerpo de<br />

Diatros, ocultando todo lo que en sí nos rodeaba. Un largo espacio indeterminado de tiempo,<br />

quizás una eternidad y una brisa apareció del centro de la cueva, del lugar donde vi por última<br />

vez al Mago alzando sus brazos.<br />

En la misma postura se encontraba, cuando la brisa despejó la cueva, doblegó sus<br />

rodillas y se dejo caer al suelo, exhausto por el conjuro. A su lado un Diatros, desnudo, nos<br />

miraba sin darse cuenta de su propia desnudez, mostrando un cuerpo humano en su<br />

totalidad, tan solo marcado por las mismas cicatrices que portaba el <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />

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Por medio de un encantamiento menor, según Leafar, éste hizo aparecer unas<br />

vestiduras y unas armas para Diatros, el cual todavía torpemente intentaba vestirse lo más<br />

rápido posible. Todavía no se acostumbraba a caminar como un humano, a verse como un<br />

humano, a ser otra vez humano, sin garras ni escamas, sin colmillos, pero eso sí con el mismo<br />

hambre.<br />

Mientras el Mago ya recuperado, atendía en estricta audición a la historia que Candy le<br />

contaba, me retiré en silencio, salí al exterior y me encaminé hasta donde estaba el cuerpo de<br />

La Rosa del Diablo. Empecé a cavar un foso para darle sepultura. No consentiría que las<br />

alimañas tocaran un cuerpo que una vez fue mío. No permitiría que ultrajaran el cuerpo de un<br />

guerrero muerto en justa. Había honores hasta para el enemigo y con mis propios brazos la<br />

deposité dentro, junto a sus armas cruzadas en su pecho. Junto con mi daga que ahora,<br />

después de haberla partido en dos descansaría con ella y con mis manos tapé su cuerpo, y<br />

con mis manos puse roca sobre roca y con mis ojos dejando escapar lágrimas le dije adiós a<br />

la mujer que estaría siempre presente en mi corazón, a pesar de que..... no soy capaz de<br />

llamarla enemigo.<br />

Regresé a la cueva, estaban esperándome, Leafar quería exponer su decisión. Ahora<br />

estamos todos reunidos y partiremos a mi casa, donde descansaremos en la seguridad total<br />

mientras ultimamos las acciones a tomar en palacio, ante el Rey y toda la corte. Me encantará<br />

ver la cara del Canciller, cuando aparezcamos, pienso hacer la más espectacular puesta en<br />

escena que os podáis imaginar y todos nosotros apareceremos al unísono, para contemplar su<br />

cara, su miedo. Y rugirá la voz de la verdad, atemorizando su más oscuro ser y se dictará la<br />

sentencia más justa que se pueda encontrar, para que cada una de nuestras almas encuentren<br />

la paz negada durante estos cuatro largos años.<br />

Nos agrupamos en un círculo apretado y el Mago envolvió al grupo con su manto y el<br />

grupo apareció en la casa del Mago y otra vez la misma sensación de repulsa y miedo ante lo<br />

sobrenatural y lo desconocido.<br />

Esta vez la mesa no solo tenía fruta, había grandes cantidades de carne asada,<br />

humeante y un puchero con estofado de perdices, rellenas de nueces, piñones y pasas junto<br />

con una salsa al vino, cubriéndolo todo. Enormes hogazas de pan blanco y vino negro y<br />

blanco en hermosas jaras de cristal finamente trabajado.<br />

Diatros no perdió el tiempo y recogiendo un plato de plata, empezó a coger de aquí y<br />

de allí de esto y lo otro. En dificultoso equilibrio transporto aquella torre de comida hasta<br />

donde estaba el primer taburete y se dispuso a comérselo todo. Nosotros hicimos lo propio,<br />

pero con un poco más de orden. Todos comimos en silencio.<br />

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Cuando saciamos muestro apetito, nos retiramos a los aposentos que Leafar nos iba<br />

indicando a cada uno. Todos nos retiramos en silencio a descansar.<br />

La noche fue larga. Creo que en esta noche a todos nos traicionaron los nervios,<br />

retirándonos el merecido sueño. Las primeras luces aparecieron, descubriéndome sentado al<br />

borde de mi camastro. Con la mirada perdida en la belleza del amanecer intentando no<br />

pensar en Rosa ni en nada.<br />

Llaman a mi puerta y una voz anónima me comunica que el desayuno está preparado.<br />

Escuchó sus pasos pararse en la siguiente puerta, repitiendo su mensaje. Puerta tras<br />

puertas, para desaparecer en el silencio.<br />

Abrí mi puerta y cuando la estaba cerrando, Candy apareció y después Diatros. La<br />

sonrisa presente en los dos hermanos rivalizaba con el brillo de los primeros rayos del sol.<br />

Leafar nos esperaba. Terminándose su tazón de leche de un trago, dijo. Buenos días amigos,<br />

espero que os encontréis bien. Hoy es el gran día y dentro de poco será la hora. Esta mañana<br />

temprano mandé varios mensajes, uno al Rey, rogándole su presencia a las once en el Salón<br />

Real, a la misma hora he citado al Canciller y al resto de los personajes más o menos<br />

implicados. Tenéis tiempo suficiente para desayunar tranquilos antes de usar otra vez el<br />

manto.<br />

No comprendo por que no se ahorró el comentario del manto, pues logró quitarme<br />

toda gana de continuar desayunando. Los demás terminaron el gran tazón de leche, los hay<br />

que tienen estómago. Esperaríamos pacientemente la hora señalada para nuestra gran<br />

entrada en Palacio y como todo en esta vida, llegó.<br />

Otra vez formamos el círculo. Otra vez el manto cubrió nuestros cuerpos apiñados y<br />

otra vez el grupo, apareció a varios kilómetros de distancia de donde nos encontrábamos<br />

hacía tan solo unos instantes.<br />

El Gran Salón apareció ante nuestros ojos. El Rey no salía de su asombro, sentado<br />

boquiabierto en su Real Trono, agarrándose a los posabrazos de su trono. El Canciller no<br />

daba crédito alguno a lo que sus ojos le mostraban. Los dos hermanos miraban fijamente al<br />

acorralado y acongojado Canciller, que no dejaba de mentar a Dioses, pidiendo suplicante<br />

piedad.<br />

Leafar y Yo nos acercamos al soberano. Él muy digno en su asombro nos dio la<br />

bienvenida y ávido de respuestas empezó con su interrogatorio. Decidme algo, ¡ Por los<br />

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Dioses¡, sacarme de esta incertidumbre. Lo primero ha de ser lo primero, mi estimado<br />

Monarca y le relato al instante la historia por completo, con toda clase de detalles.<br />

En el gran Salón, sonó la voz del Rey. ¡ A mí la guardia Real, presto¡. Las grandes<br />

puertas de gruesa madera se abrieron dando paso a un destacamento con relucientes<br />

armaduras doradas y sus picas adornadas con los estandartes Reales. ¡ A la orden Majestad!.<br />

Gritó el Capitán de la Guardia. Apresad al Canciller, conducidlo a las mazmorras y llamad al<br />

escriba, he de dictar sentencia en contra del Canciller.<br />

A los pocos instantes apareció una figura, desastrada, con una pluma de ganso a<br />

modo de tocado en su negra y enredada cabellera, acarreando un sin fin de pergaminos en<br />

sus brazos dando la sensación de que transportaba leña en vez de papiros. Con una suave<br />

inclinación de cabeza primero, continuado por el espinazo. Se escucho una fina y<br />

desentonada voz. ¿ Me hicisteis llamar, Majestad?.<br />

Prepárate a dictar acto de sentencia en contra del Canciller. Por la presente y para<br />

que sirva de advertencia al resto del pueblo. Declaro en primer lugar nulo el matrimonio<br />

entre el Canciller y la Dama llamada Candy, que fue desposada contra su voluntad y bajo<br />

malas artes. Estas mismas artes desembocaron en unos agravios difíciles de deshacer ya, pero<br />

que en justicia tengo que reparar de la mejor forma que mi juicio me dicte, bajo el sabio<br />

consejo de mi nuevo consejero el Mago Leafar. Dicto la siguiente sentencia:<br />

Primero - De las posesiones del Canciller se buscara una casa, que pasara a ser<br />

propiedad de los hermanos Diatros y Candy.<br />

Segundo- Se tasaran los vienes materiales del Canciller. Dos tercios en concreto,<br />

serán destinados a los mencionados hermanos.<br />

Tercero - Por un periodo igual al que el Canciller mantuvo sometida a Candy,<br />

digamos que durante cinco años, el Canciller estará durante este mismo tiempo al servicio de<br />

la Dama.<br />

Cuarto - Todo título le será arrebatado de por vida, perdiendo de este modo su puesto<br />

en la corte que pasara a desempeñar el nuevo Canciller. El llamado Diatros.<br />

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Lo que firmo y etc. etc. Daros prisa en hacerlo público. Que se repita el mandato por<br />

todo mi reino. Que las gentes de mi reino, han de saber que hay justicia para todos, ricos o<br />

pobres.<br />

Los signos de alegría, corrían por todos los rincones del castillo. El Rey dio una gran<br />

fiesta, donde todos celebraban las buenas noticias, con alegres canciones, con felicitaciones<br />

hacia los dos hermanos, agradeciendo el final del periodo de tiranía, comentando lo justa que<br />

era la razón de nuestro monarca a la hora de dictar sus sentencias.<br />

Todo este alboroto, me estaba ensordeciendo, agobiando, por lo que busqué consuelo<br />

en una balconada. Respiré el fresco aire de la noche, mis recuerdos volaron hacia la Rosa del<br />

Diablo y en los oscuros motivos de ésta. En la inutilidad de su muerte y en como paso por mi<br />

vida. Deseaba unas largas vacaciones, en la paz de mi hogar, viendo salir el sol cada mañana<br />

desde mi ventana y trotar por los prados con Thor y quizás salir de caza con Diatros,<br />

adentrándonos en Monte Negro, acampando quizás en el Bosque de la Muerte, donde le<br />

enseñaría los pasos secretos que un día mi Padre me enseñara.<br />

En ese momento apareció Candy, abrazándome por la cintura y apoyando su cabeza<br />

en mi espalda. Amor mío ¿ No eres feliz?, no crees que a sido una suerte, el Rey nos ha dado<br />

más de lo que esperábamos y me siento tan feliz, que quiero compartirlo todo siempre<br />

contigo...... ¿ Todavía me quieres?.<br />

Me giré entre sus brazos para besarla tan largamente como pude. Mi cabeza dejó de<br />

pensar y mi corazón continuó latiendo, alejando a todos los fantasmas, a todas las penurias,<br />

quedándome en un confortable vacío, que se iba llenando paulatinamente a cada largo<br />

instante de ese beso.<br />

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Han pasado cinco años. Durante este tiempo han cambiado muchas cosas. Me casé<br />

con Candy y ahora tengo dos hijos, una chica Irky y un chico Wolf. Vivimos en un palacete muy<br />

cerca del castillo. Ahora tengo que llevar una vida más social que antes. El ser el cuñado del<br />

Canciller tiene sus desventajas demasiadas fiestas y recepciones. Añoro los días de caza.<br />

Ahora solo de vez en cuando salgo de escapada con Diatros. Recorremos los parajes de mi<br />

infancia y nos acercamos a Montenegro a degustar unas buenas jarras de cerveza y un buen<br />

plato de estofado montañés.<br />

Diatros regenta las tierras del antiguo Canciller con mano firme y justa a la par. Es<br />

reconocido por los otros cancilleres, que al verle pasar inclinan sus cabezas en gesto de<br />

respeto. En cuanto al anterior y desposeído canciller, hace tan solo una luna que embarcó<br />

rumbo a su destierro, hacia las tierras de arena, al otro lado del Mar.<br />

El Mago Leafar, ocupó de nuevo su puesto el de consejero y Mago Real, se trajo todos<br />

sus trastos y ahora vive en una de las torretas situadas al Norte.<br />

¡ Dios!. Como echo de menos las cacerías. Creo que hoy mismo hablaré con el Rey y le<br />

pediré mi antiguo puesto, el de Cazador Real. Dentro de poco mi hijo Wolf, estará en edad de<br />

aprender el oficio, como yo lo hice de mi padre y este del suyo. No me gustaría que<br />

desapareciera la Dinastía, Él ha de ser la cuarta generación de Cazadores Reales y eso es<br />

algo que me costará mucho de hacerle entender a Candy.<br />

Continua pensando que la caza de Dragones y otras alimañas es demasiado peligroso,<br />

claro que en vista de los que pasó hace unos años no me extraña. Pero ha de doblegarse ante<br />

el destino. Creo que tendré que llegar a un acuerdo con ella sobre la educación de nuestros<br />

hijos. Yo me ocuparé del muchacho, como se ha hecho siempre. Y ella que se ocupe de la<br />

chica, aunque Irky ha salido tan tozuda como su hermano Wolf. La verdad es que bien<br />

adiestrados ambos podrían ser grandes guerreros.<br />

En esos mismos instantes, aparece un mensajero en la sala. Con una inclinación me<br />

entrega un sobre con el sello real y sin levantarse retrocede hasta dejarme solo en la sala.<br />

Rudolf, ¿ Pasa algo?. He visto entrar a un mensajero Real. Sí. Trae un mandato de mi<br />

Rey. Me reclama urgentemente en el Salón Real para tratar un grave problema de estado.<br />

¿ Qué crees que pueda ser?. No lo sé pero presiento algo grave en todo esto. Parto<br />

inmediatamente.<br />

El viejo Thor pareció agradecer la cabalgada hasta el Castillo, Él también acusaba la<br />

falta de ejercicio y cualquier excusa era suficiente para demostrar que todavía tenía los<br />

suficientes bríos, como para derrotar al más joven corcel.<br />

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El castillo estaba totalmente iluminado por miles de antorchas, en los patios interiores<br />

se escuchaban las voces de los soldados, llamando a sus escuderos, llamando a armas a la<br />

guardia. Recorrí lo más rápido que pude el largo pasillo y entré directamente al Salón.<br />

El salón estaba lleno de personas. Por un lado estaban los generales, discutiendo ante<br />

una multitud de planos. Por otro lado, los Cancilleres, dando ordenes para los diferentes<br />

preparativos. Al fondo mi Rey acompañado de Leafar y Diatros. Cuando llegué a su altura,<br />

pude ver que también estudiaban cuidadosamente un mapa.<br />

Bienvenido, Rudolf. La situación es grave, muy grave. Nuestros espías han detectado<br />

una serie de correos clandestinos. Sabemos que existe una nueva conspiración en la que se<br />

encuentran implicados el Mago Devils y el desterrado Canciller. Creemos que se han aliado y<br />

han contratado a un gran número de mercenarios del otro lado del Mar de la Tranquilidad.<br />

Uno de los correos capturados llevaba una carta al Mago Devils. En ella confirma la<br />

llegada del barco con el oro y la plata al puerto de Bergam, donde los mercenarios esperan a<br />

embarcar en los navíos de guerra.<br />

Creemos que son unos veinte mil hombres los que componen las hordas enemigas,<br />

continuo Diatros. Un gran numero. Tan solo tenemos a nuestro favor el haber detectado a<br />

tiempo los planes de estos tiranos. Para no despertar sospechas un hombre de mi confianza<br />

ha llevado el mensaje al Mago. La única diferencia “ intervino Leafar”, es que he cambiado la<br />

fecha de embarque a las playas de la Isla de la Muerte. Dado que no tardara mucho Devils,<br />

en descubrir el engaño. No hay que olvidar que el también tiene su red de espionaje.<br />

Esto nos dará el tiempo necesario, poco pero ha de ser suficiente como para organizar<br />

nuestras defensas. Veo Diatros, que los diferentes Cancilleres ya están organizando las<br />

tareas relacionadas con los víveres y traslado. Así es Rudolf. Es lo primero que les encargue.<br />

Ya han partido diferentes mensajeros a los poblados para alertar a las gentes y para<br />

organizar el traslado de hombres y bestias hacia el Castillo.<br />

Quizás se avecinaba una nueva era. Quizá los días de gloria y tranquilidad habían<br />

llegado a su fin y ahora era un nuevo momento para luchar por la paz y la prosperidad. Quizá<br />

era la hora de rendir cuenta con los Dioses y eso me preocupaba. Ahora tendría que luchar<br />

por una familia y por su futuro y esta iba a ser una batalla cruenta.<br />

Poco a poco aparecen por el horizonte hileras interminables de personas. Acarrean<br />

sus enseres y animales. Algunos portan armas oxidadas y viejas, seguramente pertenecientes<br />

a algún antepasado. A estas alturas Devils ya tiene que estar informado y maldiciendo. No<br />

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tardara en hacer su movimiento, aunque esté fuera de sus planes el hacerlo ahora. Es astuto<br />

y sabe que precipitarse no es bueno, pero dejar que tu enemigo se afiance es peor.<br />

¿ En que piensas Rudolf? En nada Diatros, en la escasa ventaja que tenemos. Al<br />

anochecer los esbirros del Mago intentarán atacar a los campesinos. Les robarán. Les<br />

matarán. Y todo en esta noche que se nos echa encima.<br />

Morirán muchos antes de empezar la gran batalla, eso lo sabemos tú y yo. Y cualquier<br />

guerrero haya combatido. Los dos sabemos que también es inevitable. Siempre hay justos que<br />

caen primero.<br />

La noche proporcionaba un espectáculo escalofriante. Como ondulantes corrientes<br />

sanguíneas, las antorchas discurrían hacia el castillo. La torreta Norte continuaba iluminada,<br />

el Mago Leafar se afanaba en la preparación de pócimas curativas y conjuros de protección<br />

para el Rey y sus más directos fieles, entre los que me encuentro. Candy ya ha llegado al<br />

castillo y junto con las otras mujeres está preparando los diferentes salones como salas de<br />

curas para los heridos.<br />

Al amanecer, con las primeras luces empezara la batalla. Al amanecer el cielo y el<br />

suelo se teñirán de rojo y solo terminará cuando Mago o Rey muera. O cuando no haya a quien<br />

matar.<br />

Nunca creí que esto ocurriría. En mi interior esperaba que todo fuera normal. En toda<br />

historia existe un bueno y un malo. En toda historia hay un arriba y un abajo. Siempre me han<br />

contado que el bien vence al mal, pero en esta ocasión el propio Demonio empalidece ante el<br />

maestro de los Magos oscuros. Hasta Leafar le teme y mañana será nuestro enemigo.<br />

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