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Cuando la realidad es un sueño,<br />
Procura ser su dueño,<br />
O te tragará,<br />
Te llevara a un lugar<br />
Donde ya,<br />
No podrás escapar.<br />
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INTRODUCCIÓN<br />
Mi afán es que utilicéis la imaginación. Quisiera lograr que viajarais hasta que os<br />
sumergierais dentro, pero quiero echaros una mano dado que en el libro aparecerán una<br />
serie de animales de los que no sabéis nada por que me los he inventado yo, están, digamos<br />
los de siempre y los míos. Por este motivo os proporciono un pequeño mapa y una descripción<br />
de los animales que a lo largo de esta y otras historias os iréis encontrando poco a poco.<br />
En primer lugar estará, una pequeña descripción de cada animal que habita los<br />
diferentes parajes, catalogados por zonas o ciudades. Después encontraréis un mapa para<br />
que os podáis orientar mejor dentro de la historia.<br />
Dejo de Daros la lata y empiezo, con la descripción.<br />
MONTE NEGRO<br />
Cenit :-) Se trata de unos caballos de alza media, unos 150 cm para los machos y unos<br />
160 cm para las hembras, por lo que al montarlos los pies casi tocaban el suelo. Otra de sus<br />
características era que no tenían cola y que pese a su menudencia, eran incasables y fuertes.<br />
Pastaban libres por el Valle Oscuro.<br />
Zhotes :-) De cornamenta corta, pero afilada como hoja de barbero. Es una especie de<br />
venado, de un gran tamaño en ciertos adultos, en ocasiones más grande que un Alazán. En<br />
sus pezuñas traseras cuenta con un espolón que utiliza diestramente para su defensa o<br />
ataque.<br />
Chok~Chok :-) Se trata de un pequeño roedor del tamaño de una ardilla. Su carne es<br />
extremadamente dulce, por lo que es muy apreciada, sobre todo por los Montenegreses más<br />
jóvenes. Plato principal en la mesa de esos futuros y furiosos Bárbaros.<br />
Dingos :-) Son unos perros de caza, aunque adiestrados son también utilizados como<br />
perros de la guerra. Del tamaño de un gran danés, pero con la musculatura de un mastín y<br />
con una mandíbula, característica de esta raza, que se desencajaba a voluntad, por lo que era<br />
capaz de seccionar a una persona en dos, limpiamente. Viven en estado salvaje y hay que<br />
cogerlos de cachorros. Una vez adultos son fieles hasta la muerte a la persona que ellos<br />
eligen como amo.<br />
Archos :-) Ave de la familia de las águilas, pero de la envergadura de un cóndor, moran<br />
en los picos más altos del Valle Oscuro y son capaces de elevar a un Duno de Didram, sin<br />
problemas. No hay que decir que eran muy temidos, más de una vez se llevaron a un pastor<br />
despistado.<br />
EL PANTANO<br />
Soas :-) Serpientes de hasta cinco metros de longitud. Las que llegan a ser adultas,<br />
viven en continua disputa con sus semejantes y demás seres, son tremendamente<br />
territoriales. Su hábitat esta en las orillas del Lago Negro, donde escondidas esperan a sus<br />
presas cuando éstas van a saciar su sed.<br />
Ducos :-) Sapos del tamaño de un puño grande. Feos y contrahechos se apelotonan en<br />
las orillas de las arenas movedizas de la zona Sur del pantano. Escupen un fuerte veneno. Una<br />
sola gota es capaz de bloquear todo el sistema nervioso de un guerrero y morir entre<br />
espasmos al bloquearse los pulmones.<br />
Pes :-) Pez de escamas verdosas, con una mandíbula que es utilizada por los<br />
carpinteros para lijar la madera. Está compuesta por cuatro filas de dientes en cada una,<br />
capaces de destrozar un miembro de un solo bocado. Viven en el Lago Verde al Noroeste del<br />
Pantano. Su carne es fina y blanca, pero dado su peligro, es extremadamente caro. De ahí<br />
que se aproveche todo de el.<br />
Cimarrón :-) Insecto del tamaño de un escarabajo, dotado de un aguijón que produce<br />
una leve quemadura. Vuela en pequeñas manadas por todo el Pantano y les encanta picar a<br />
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las caballerizas, con lo que el jinete suele terminar en el suelo y picoteado al igual que su<br />
montura.<br />
TERRAVERDE<br />
Ircinios :-) Ave de tamaño medio, como es costumbre en ciertas especies animales,<br />
eligen a una persona como compañero. No se les puede cazar, por considerar un honor el ser<br />
elegido por uno de estas aves. Sin contar con su reputación en la caza, estos animales<br />
poseen la virtud de hablar de una manera inteligente y viven sus primeros años en las orillas<br />
del Río Azud, en el Valle del Río.<br />
Alazanes :-) Caballo de pelaje negro intenso, con brillos azulados. Ojos profundos y<br />
fieros de color rojo. Inteligentes y cariñosos nunca abandonan a su dueño, aún habiendo<br />
muerto esté se quedan a su lado hasta morir de hambre.<br />
Cokis :-) Peces de colores llamativos que viven en el Delta de los Tres Ojos, son de<br />
pequeño tamaño, por lo que suele ser el juguete de todos los chiquillos del Delta.<br />
Cangrejo Negro :-) Su carne es del color de su nombre, por lo que a primera vista es<br />
desagradables y lo son, tienen mal carácter y una pinzas capaces de hacerte mucho daño.<br />
Aparte de la gastronomía, son utilizados como cebo por los pescadores de alta mar.<br />
DIRDAM<br />
Dunos :-) Pareciéndose a un toro, éste es con diferencia más fuerte y robusto. No solo se<br />
aprovecha de el su carne, todo de él es aprovechado para algún tipo de ornamento o<br />
utensilio.<br />
Drakers :-) Es un cerdo salvaje, con tres tremendos colmillos. Difíciles de ver y de<br />
cazar suelen vivir desde el Valle antes de los Montes Pelaos, en Terrafuego. Hasta los<br />
pastizales del Norte.<br />
Gaviola :-) Ave marina que anida en los acantilados que van desde el faro hasta un<br />
poco más adentro de la frontera de Terrafuego. Sus huevos son recogidos y utilizados como<br />
alimento en fiestas de corte religioso.<br />
TERRAFUEGO<br />
Lagarto de Fuego :-) Pequeño reptil, totalmente acorazado por duras escamas, de un<br />
metro de longitud y un palmo de altura. Molesto como una mosca veraniega, posee una carne<br />
tan correosa que ni animal ni hombre la come, por lo que no tiene depredadores fijos. Vive<br />
confinado en Terrafuego pues necesita el calor para sobrevivir.<br />
Dragones :-) Habiéndolos de diferentes tipos y tamaños, viven más o menos tranquilos<br />
en su duro hábitat de donde obtienen todo lo que necesitan y tan solo son molestados por<br />
algún inconsciente caza dragones mercenario. En alguna ocasión han realizado excursiones<br />
fuera de su territorio y han cazado algún Duno que otro, pero rara vez.<br />
Saltarines :-) Peces de color plateado muy brillante. Viven tan solo en las<br />
inmediaciones de las Islas Negras. Su carne es muy sabrosa y de su vejiga se saca un aceite<br />
que es muy utilizado en diversas medicinas. Los marinos paran sus faenas para verlos en alta<br />
mar saltar y realizar increíbles piruetas en el aire.<br />
Bueno espero que todo esto os sirva para recrear una mejor dimensión de esta<br />
historia.<br />
Aquí tenéis al <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />
Todo mi alrededor es tan árido y hostil. Colores rojizos, negros y grises me envuelven.<br />
Por doquier hay rocas, rocas que me enseñan sus afiladas aristas como colmillos de Dingos,<br />
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en espera de un buen trozo de carne que desgarrar. El sendero por el que camino esta<br />
repleto de piedras sueltas, de diferente tamaño sembrando el camino, por lo que hace más de<br />
tres horas que camino junto mi Alazán, mi fiel Thor.<br />
La coraza ayuda poco ahora, tan solo me proporciona incomodidad, el sudor esta<br />
produciéndome llagas y rozaduras. Hace ya seis días que camino por Terrafuego, esta tierra<br />
sin Dioses, donde tan solo un puñado de Lagartos del Fuego viven y son más un incordio que<br />
otra cosa, no son ni comestibles, su carne es mas dura incluso que mis botas.<br />
Unos cuantos matorrales y hierbajos junto con algo que quizás en su día pudo ser hasta un<br />
árbol y ahora solo son una especie de escultura en lava retorcida. Es todo lo que he visto en<br />
estos últimos días. Mi entorno está repleto de volcanes y agujeros por donde el aire brota y es<br />
capaz de quemarte la piel al instante. Suelos tan frágiles que bajo el peso de cualquier cosa<br />
se abren para enseñarte su mortal lengua de fuego.<br />
Por cierto, es curioso que este sitio sea el preferido de los Dragones para saciar su sed. Sí,<br />
ellos beben de este fuego y luego son capaces de escupirlo cuando se encuentran en peligro.<br />
El furioso rugir de los volcanes en plena erupción es él único ruido que escucho desde que<br />
llegué, tan solo roto por los estridentes gritos de los Dragones. Es un pobre consuelo<br />
teniendo en cuenta mi misión, y es que en ocasiones las tareas encomendadas no son tan<br />
gratificantes como uno quisiera, tornándose tediosas y eternas. Ésta era una de esas<br />
ocasiones.<br />
Mis pensamientos se dispersan y vuelan hacia un pasado cercano, tan solo unos<br />
pocos días atrás, estaba en mi casa, preparándome el almuerzo. Llamaron a la puerta. La abrí<br />
para ver a un mensajero del Rey. Me extendió un pergamino. El Rey requería mi presencia<br />
inmediata en palacio. Ni almorzar tranquilo le dejan a uno. ¡ Dioses!. Salí con un buen trozo de<br />
queso en una mano y un tarugo de pan de centeno en la otra. Ensille a Thor y junto con el<br />
mensajero partimos hacia el castillo.<br />
Terminaba de comerme el último trozo de queso, cuando tras un pequeño montículo,<br />
se empezaba a ver el arco superior de la entrada a la Ciudadela. Tras esta primera entrada<br />
hay un gran patio, sitio este destinado a las fiestas populares. A continuación otra porticada<br />
da paso al patio de caballerizas situado justo antes del portalón que da paso al Castillo Real.<br />
Ya dentro del Castillo, cruce todo lo rápido que pude el largo pasillo, otra puerta, otro<br />
pasillo y por fin la puerta del Salón Real flanqueada por dos soldados, que abrieron<br />
inmediatamente al verme, dejándome el paso libre, ahí encontré a mi Rey, sentado en su<br />
enorme sillón de madera de roble y cuero repujado. Mi Señor estaba con aire distraído. Me<br />
incliné ante Él.<br />
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Levantaos Rudof, Cazador Real. Hay una urgente misión para vos. Implica peligros y<br />
penalidades, más solo tú estás capacitado para tal misión. Mirándome fijamente a los ojos, me<br />
dijo: Has de dar caza a un terrible <strong>Dragón</strong>. Un <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>, el cual astutamente aprovechó<br />
esta última noche sin Luna pasada y entre la oscuridad se movió con sigilo, raptando a la<br />
tercera mujer del Canciller.<br />
Como ya sabes, él pertenece al Círculo Interior. Allí todos se tapan y protegen los unos<br />
a otros. ¡ Malditos bastardos!. En fin, como supongo que sabrás, El Canciller tiene un pequeño<br />
feudo que gobierna de forma caprichosa y es que la riqueza heredada no se aprecia,<br />
simplemente se tiene y él la usa. No conoce otra forma, es lo que aprendió desde pequeño, y<br />
de lo que ejerce en la actualidad, de pequeño tirano pero eso sí, siempre dentro de su feudo.<br />
Poca cosa puedo hacer Yo.<br />
En resumen, me presiona, el Círculo esta en pie de guerra y si no quiero que esto<br />
termine en rebelión tendrás que partir lo antes posible a dar caza a ese <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong> y<br />
rescatar a la mujer del Canciller. Por cierto Rudolf, ¿ Cuantos Dragones van ya?. Siete, le<br />
respondí, y he de decir, mi Señor, que ninguno fue igual que el otro, ni en su rastreo, ni en su<br />
muerte. Lo cual hace que siempre sea una difícil caza. Pero, como sabéis, soy persistente y<br />
tarde o temprano cumplo con mi deber, mi Rey.<br />
Caminamos juntos en dirección a la puerta, unos metros antes se paró y me entrego<br />
un camafeo con el retrato de una Dama en su interior. Esta es la Dama que tenéis que<br />
rescatar, Daos prisa antes de que esto termine con un golpe de estado. Salude a mi Rey con<br />
una inclinación y dejé a esté en el interior del gran salón. Otra vez recorrí a la inversa el<br />
mismo camino que hacia unos instantes, dirigiéndome esta vez a la salida. Un mozo me<br />
esperaba en la puerta sujetando con dificultad a mi Alazán. Mucho brío para tan pequeño<br />
zagal.<br />
Ya en casa, comencé a preparar todo lo necesario. Lo primero un saco con comida<br />
para una Luna, eso por lo menos, nunca se sabe. En otro introduje cuerdas de diferentes<br />
grosores, el garfio, varias pequeñas antorchas, una aguja del Norte, se llama así, por que<br />
siempre mira en esa dirección.<br />
Descolgué mi vieja capa de piel de oso. Me enfundé la plateada armadura y ajusté bien<br />
fuerte los correajes. Al cinto, mi espada y mi daga de doble filo, colgando del otro lado, un<br />
saquito hecho de tripa de cerdo impermeable, con la yesca, el pedernal y el eslabón de<br />
hierro. A la espalda la doble ballesta. El resto distribuido en las alforjas y bien atado no<br />
ocupaba mucho, no era trabajo pesado para Thor, estaba acostumbrado incluso a más peso.<br />
territorio.<br />
Partí hacia Terrafuego, era lo más lógico, donde iría un dragón sino, que a su propio<br />
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Un nuevo rugir del volcán y un tirón de las riendas me transportan a la realidad, justo<br />
para escuchar un silbido en el cielo y ver como pasaba por encima de mi cabeza una gran<br />
roca llameante que se estrelló a poco menos de un centenar de pasos de donde Thor y Yo nos<br />
encontrábamos. El impacto fue tan violento que la gran roca se fraccionó en una multitud de<br />
piedras al rojo vivo, volando por doquier. Esta imagen hizo que los cabellos de la nuca se me<br />
erizaran. Un escalofrío recorrió como un rayo toda la longitud de mi espinazo. Mis ojos, de<br />
forma instintiva, otearon los alrededores en busca de refugio. Antes me pareció ver una grieta<br />
en un montículo cercano y sin pensarlo dos veces, salí corriendo, tirando de las correas de mi<br />
caballo. En efecto, mis ojos no me engañaron, había una grieta pero un tanto angosta para<br />
que entráramos a la carrera, por lo que tuve que parar ante la grieta y cortar<br />
apresuradamente las cuerdas que sujetaban las alforjas a ambos costados de Thor.<br />
El Alazán entró mientras yo recogía las alforjas del suelo, tirándolas al interior de la<br />
cueva. A los pocos pasos la entrada se hacia más grande y por la negrura del entorno, tenía<br />
que ser bastante grande. El aire era fresco y limpio en su interior. Al fondo se escuchaba un<br />
tintinear de agua cayendo gota a gota, saque una de las antorchas y del saquito el pedernal,<br />
el eslabón y…, ¡ Por fin un poco de luz!, mostrándome con todo lujo la grandiosidad de la<br />
cueva, a juzgar por las enormes columnas formadas por el eterno gotear, databa de cuando el<br />
hombre era tan solo un pensamiento vano en la cabeza de los Dioses. Y aquí estaba,<br />
abrigando a todo ese montón de ojitos rojizos, que me observan desde las sombras, huyendo<br />
de la cegadora luz de la antorcha. Intrigantes moradores, pensé, espero que no den<br />
problemas.<br />
Recorro la cueva con los ojos y veo que a mi derecha hay cinco túneles, negros como<br />
boca de Dingo. Bueno esperaremos un poco antes de decidir que es lo que haré a<br />
continuación. Thor había tomado posición en la entrada donde crecía unos matorrales<br />
amarronados que al parecer no le disgustaba del todo y los había en abundancia. La rumiaba<br />
tranquilamente, sintiéndose seguro dentro de la gran cueva, esto me proporcionaba a mí la<br />
tranquilidad de no tener que preocuparme de la entrada, si algo pasaba, el caballo me lo haría<br />
saber con sus relinchos.<br />
En vista de que el volcán continuaba con sus vómitos y rugidos, decidir ponerme a<br />
comer yo también un poco de carne sazonada. Haría una hoguera con esos mismos<br />
matorrales y me prepararía un poco de te mientras se calentaba la carne, luego después de<br />
comer me relajaría con una buena pipa de Ot~soc y decidiría que hacer.<br />
Con la primera bocanada de humo, sentí el bienestar que proporciona este polen de<br />
los países del Sur, tras el Mar de la Tranquilidad, en aquel país donde el suelo es siempre de<br />
arena. Otra calada más larga y profunda, otra ola que se estrella en mi mente. Lentamente me<br />
levanto, apurando la pipa, me encamino hacia los túneles y empiezo a obsérvalos. Entre otras<br />
peculiaridades el Ot~soc te despierta los sentidos, agudizándolos hasta sus propios limites,<br />
esto en ocasiones era una necesidad, sobre todo a la hora de perseguir ciertos animales,<br />
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durante su caza. Cierto es que para sus detractores, esto era una mera excusa que intentaba<br />
defender lo que para ellos era un vicio pernicioso.<br />
Miré el primer túnel, para matar el tiempo mientras durara la irritación del volcán. El<br />
primero era tan pequeño que entraba solo la oscuridad. El segundo se veía que era de<br />
descenso, luego desechado, en el tercero mi cabello se agitó, por lo que tenía salida. El<br />
cuarto túnel, estaba taponado por un derrumbamiento unos pasos más adelante. En el quinto<br />
también note una corriente de aire, luego dos de cinco, quizás luego les echara un vistazo.<br />
Mientras me giraba en dirección de la hoguera, creí escuchar lo que parecía un grito y<br />
era de horror, surgiendo del quinto túnel. Aun resonaba el eco del grito por las paredes. En<br />
dos zancadas me plante ante las alforjas, saque el paquete que contenía las cuerdas y cogí<br />
una bobina de un hilo muy fino pero muy resistente y el garfio junto con su correspondiente<br />
soga.<br />
Até el extremo del hilo fino a una de las estalactitas, metiéndome la bobina en uno de<br />
los pliegues de mis ropas, esto me iría bien en caso de desorientarme y perderme en su<br />
interior. La soga con el garfio la coloque enrollada y cruzaba mi pecho. La ballesta ya armada<br />
en una mano y la antorcha en la otra. Ya estaba preparado y me adentré...., no se cuanto<br />
tiempo transcurrió, pero de pronto note que empezaba una pequeña pendiente ascendente,<br />
tras la cual y al doblar un recodo me encontré con una gran cueva.<br />
Ésta estaba abierta al cielo en su cúpula, dando muestras sus bordes de haber sufrido<br />
duros impacto de las piedras llameantes de los volcanes. Otro grito. Giré la cabeza para ver<br />
algo que me dejó petrificado. Un <strong>Dragón</strong> se batía en mortal duelo con un Lagarto de Fuego,<br />
pero esté era incluso más grande que el propio <strong>Dragón</strong>. ¿ Será esté el Gran Padre de los<br />
Lagartos de Fuego?.<br />
Otro grito más a mi derecha y al girar, vi a la Mujer a la que vine a rescatar. Estaba<br />
escondida tras una roca. Tras Ella había algo que me llamo mucho la atención, había un<br />
camastro, una mesa, unas sillas, un trípode de hierro del que pendía un enorme puchero y<br />
otros aparejos de cocina. Sigilosamente me acercaba a donde se encontraba la dama, me<br />
acerque en sigilo y la tome por su brazo izquierdo con mi mano izquierda, la derecha la use<br />
para taparla la boca.<br />
Cuando su primera reacción de asombro se borró de sus ojos, retiré lentamente la<br />
mano de la boca, al tiempo que le hacia una seña de que guardara silencio. Lejos de hacerme<br />
caso, me contesto. ¡ Por Dios, ayúdele!, ante mi expresión de asombro, continuo gritando,<br />
salvad al <strong>Dragón</strong> y juro contestar después a todas vuestra preguntas, la sinceridad de sus<br />
ojos se clavaron en los míos, giré sobre mis talones y me encaminé hacia el círculo central de<br />
la cueva.<br />
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Delante de mí, la contienda entre los dos colosos continuaban, pero el <strong>Dragón</strong> estaba<br />
en peores condiciones, en muchos aspectos. Se encontraba en una postura en la cual el<br />
Lagarto le tenía medio inmovilizado con una de sus potentes garras, mientras el <strong>Dragón</strong>, se<br />
defendía lanzándole bocanadas de vapor a la cara, cegándole y así desviar con certeros<br />
zarpazos, de su única garra libre, las dentelladas ciegas del enemigo, pero pronto no habría<br />
más vapor que lanzar y entonces.....<br />
Enseguida comprendí que no podía usar la ballesta, se movían demasiado para tener<br />
un blanco seguro, por lo que mi única oportunidad era el garfio, lo gire sobre mi cabeza. El<br />
zumbido que produjo esta acción, distrajo el tiempo necesario para que el Lagarto desviará<br />
momentáneamente la atención, sin darse cuenta, dejando la garganta al descubierto.<br />
Oportunidad que el <strong>Dragón</strong> aprovechó, hincándole sus poderosos colmillos en la carne del<br />
cuello, no era mortal la dentellada. El Lagarto contaba con grandes escamas que cubrían la<br />
casi totalidad de su cuerpo, pero sí lo inmovilizó lo suficiente, como para poder apuntar al<br />
sobaco izquierdo. Esta es la única zona en ellos que esta desprotegida.<br />
La saeta cruzó el aire silbando su canto de muerte, para hendirse hasta el corazón de<br />
la bestia. Dio un rugido que provocó pequeños desprendimientos en algunos puntos de la<br />
cueva y con un espasmo convulsivo se desplomó pesadamente. Mis ojos se encontraron de<br />
frente con los del <strong>Dragón</strong>, su mirada era inteligente y con un parpadeo lento, ceremonioso,<br />
me comunicó toda su gratitud. La mujer estaba ya delante del <strong>Dragón</strong> y le examinaba las<br />
heridas, al tiempo que le consolaba con caricias intentando desesperadamente borrar el<br />
dolor de la bestia.<br />
Los ojos de la mujer buscaron los míos para mostrarme todo su dolor y miedo, unas<br />
lágrimas cubrían sus mejillas y un hilo de voz surgió de sus pálidos labios, temblorosa,<br />
diciéndome. ¡ Es mi hermano mayor, ayúdame por favor!.<br />
Ahí estaba Yo. Me di cuenta de que estaba petrificado y tenía la boca abierta. Con un<br />
rápido parpadeo y un meneo de cabeza, regresé a la realidad. Me acerqué cauteloso y le<br />
pregunte a la dama, que si sabía como podía llegar lo más rápido posible hasta mi alazán.<br />
Fue el <strong>Dragón</strong> quién me miró lentamente y para mi asombro, abriendo sus fauces, me<br />
dijo...., Lo primero es lo primero. Me llamo Diatros y esta es mi hermana Candy. Ahora, ¿<br />
Cual es tu nombre?.... - Tragando saliva, logré responder. Rudolf - Muy bien Rudof, para que<br />
quieres ir hasta vuestra montura.<br />
Mirándole ya fijamente a los ojos, le respondí. En los paquetes que dejé en la otra<br />
cueva, tengo hierbas medicinales, que calmarán tu dolor y ayudarán, considerablemente, a la<br />
sanación de tus heridas. No temas, tu hermana prometió contestar a todas y cada una de mis<br />
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preguntas. Hasta entonces consideradme vuestro amigo y no temáis nada de mí, os doy mi<br />
palabra de honor.<br />
El <strong>Dragón</strong>, Diatros, pareció meditarlo, tras un silencio, señaló con un dedo de su<br />
maltrecha garra, un túnel. Ve por ese, te llevará directamente, verás que tiene altura<br />
suficiente para que pueda pasar tu montura hasta llegar aquí. Giré en dirección al punto<br />
señalado y otra vez, la oscuridad me abrazó.<br />
Por el camino mi cabeza, alentada por el silencio y la oscuridad, era un remolino de<br />
preguntas a las que no podía responder, esto agitaba aún más mi materia gris. Antes de lo<br />
esperado me encontré del lado izquierdo de la cueva, recordé que esta zona no la había<br />
explorado. Thor miró hacia mí, alertado por el ruido que produje al salir. Un fuerte resoplar<br />
fue la contestación de indignación que me dedicó por saludo. Vamos Thor, no seas así, ya te<br />
contaré y además dentro de un rato lo comprenderás mejor.<br />
Coloqué las alforjas a cada flanco de Thor, y otra vez al túnel, esto se estaba<br />
convirtiendo en una rutina, tan solo el cálido aliento de Thor en mi nuca, hacia de esta<br />
travesía, algo diferente. Por fin otra vez la luz, mi vista empieza a protestar ante tanto cambio.<br />
Al salir descubrí a un <strong>Dragón</strong>, más relajado y con un aspecto indudablemente más<br />
humano. O era que tan solo que lo veía ahora con ojos diferentes desde que me hablo.<br />
Bueno, calma. Lo primero es curar tus heridas. Thor al ver al <strong>Dragón</strong>, se asustó,<br />
poniéndose de manos y lanzando unas poderosas coces por doquier, me costó largo rato el<br />
hacer que ser portara de una forma civilizada, dentro de lo se espera de un caballo. El <strong>Dragón</strong><br />
emitió un agudo sonido y las orejas del caballo se estiraron de forma inusual, pero tras eso, se<br />
tranquilizo del todo, parecía como si Diatros le hubiera comunicado algo, en algún extraño<br />
idioma.<br />
Logré por fin encontrar el saco de las medicinas. Eran una serie de pequeños sacos,<br />
metidos dentro de otro más grande. Escogí meticulosamente las hierbas que iba a necesitar y<br />
me dispuse a encender la hoguera, para calentar un poco de agua. Mientras se calentaba,<br />
tendría tiempo de sobra para preparar todos los emplastes e infusiones necesarios.<br />
Mientras trabajaba, no dejaba de mirar a la extraña pareja y en la historia que me<br />
contarían. He de admitir que mi curiosidad iba en aumento. Ella se había despojado de una de<br />
sus enaguas y las estaba cortando en tiras, sin duda preparaba vendas para, ¿ Su hermano?<br />
Esto era algo que no terminaba de asimilar mi cabeza, baje la vista aun meditabundo<br />
para comprobar la fluidez del emplaste que tenia dentro del cuenco. Le hacia falta un poco<br />
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más de aplastamiento y un pellizco más de amapola, para el dolor. Unos pasos suaves, casi<br />
ingrávidos, hicieron que mi vista se alzara para encontrarme de frente con la mujer.<br />
Su contorno se desdibujaba a través de sus ropas, no tenía tantas enaguas como<br />
parecía. El fuego a su espalda, me mostraba los delicados contornos de su cuerpo,<br />
revelándome la hermosura que escondían los ropajes y capas. Candy se hecho a un lado y fue<br />
cuando fui consciente de mi propio rubor, sin duda esto fue lo que alerto a la dama, pero una<br />
carcajada fue su única respuesta.<br />
Perdóname Rudolf, no quería alterar ni interrumpir tus pensamientos en modo alguno,<br />
mucho menos apartarte de tu trabajo..... Yo... solo quería....., ahora era ella la ruborizada,<br />
como empujada por una mano invisible se abalanzó hacia mi y beso mi mejilla, saliendo<br />
corriendo hacia donde el hermano descansaba, no sin dedicarme otra mirada esta vez<br />
disimulada. Diablos de muchacha, ha logrado desorientarme del todo, así era, sí antes tenía<br />
dudas, ahora se sumaba otra más.<br />
Por fin terminé, de preparar todo lo necesario. Me encaminé hasta donde yacía<br />
Diatros, lentamente. Esté giro su cabeza al sentir mí movimiento, su faz era tranquila aunque<br />
de vez en cuando se le escapara una mueca, reflejo del dolor que estaba sufriendo en<br />
silencio. Di otro vistazo a las heridas una vez lavadas y limpias de sangre, confirmaron que la<br />
mayoría eran arañazos y que tan solo la del pecho y otra en un costado serían las que darían<br />
más problemas. Le di a beber la infusión, aún humeante. Tómate esto, te calmará el dolor y<br />
hará que no te suba la temperatura más de lo normal. Claro que en un dragón no sé cuál es la<br />
temperatura normal, pero por lo menos te aliviará.<br />
Examiné primero su costado, la herida era un poco fea. Dejaba ver los tejidos<br />
carnosos e incluso parecía haber perdido parte de estos tejidos en algún punto. Con cuidado,<br />
pues sabia que le iba a doler, espolvoreé la semilla de la flor del Loto negro, cuyo poder<br />
antibiótico y sedante eran bien conocido por todo el mundo. Miré al dragón instintivamente,<br />
observando que no realizo ni una sola mueca durante todo el proceso. Era valiente sin duda.<br />
Muchos hombres habrían derrumbado el techo con sus gritos y espasmos, y se llamaban<br />
asimismos guerreros. Esto tranquilizó mi pulso y pude así aplicar la pasta resultante de mi<br />
trabajo, con las vendas fabricadas por Candy, fijé el emplaste y con unas hojas del árbol de la<br />
goma pegué las vendas con el fin de que no se desplazaran.<br />
Le mire y él me dedico lo que parecía una sonrisa, diciéndome de esta forma que<br />
estaba bien, comprendí que no quería alarmar a Candy más de lo necesario, me dispuse a<br />
observar la herida del pecho. Esto era más complicado. Dado el tamaño del dragón iba a ser<br />
complicada la tarea. En mitad de mi cábalas, sentí una garra que cogiéndome, y con<br />
delicadeza me posó sobre su vientre. Lo ves ahora mejor. Asentí con la cabeza y lentamente<br />
me arrastre literalmente por su poderoso torso. Mientras pensaba que sin duda la peor era la<br />
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del costado, me fijé en su pecho. Presentaba unos orificios más profundos que el resto, sin<br />
duda, las afiladas uñas hicieron el trabajo, por lo que existe un muy posible foco de infección<br />
mayor en éstas heridas que en el resto.<br />
Apliqué el mismo procedimiento de anestesia, cura y vendaje y salté al suelo. Ahora<br />
hay que esperar, mañana sabremos si todo marcha bien, creo que lo mejor ahora mismo es<br />
dormir y descansar un poco. Thor nos avisará si hay algún peligro cerca. Candy arrastró el<br />
camastro hasta estar cerca de su hermano. Yo me acurruqué en mi piel de oso, junto al fuego,<br />
no quería pensar nada de momento, mañana sería otro día y quizás entendería un poco más<br />
todo esto.<br />
Desperté con los primeros rayos de sol, tonos rojizo anaranjados cubrían ya gran<br />
parte de los rincones de la cueva, dándole un carácter cálido al entorno. Candy y Diatros<br />
dormitan aun plácidamente. Thor me dio los buenos días a su manera, golpeando levemente<br />
el suelo con uno de sus cascos, me acerqué a él y acariciándole el cuello le susurré, no hagas<br />
ruido, están durmiendo.<br />
Mi nariz, me indica que el Gran Lagarto empezaba a impregnar el aire con el hedor de<br />
la muerte, esto suponía un doble problema, por un lado, de continuar con su ciclo de<br />
putrefacción, al medio día sería del todo insoportable y nocivo. Por otro lado, algún dragón<br />
menor podría olisquear este denso olor y desear comer digamos gratis, con el consecuente<br />
peligro. Esto implica poner una pronta atención al problema antes de que se añadan más.<br />
El rugir de mi estómago, me aconseja desayunar primero. La cabeza regresa al<br />
problema, ¿ Cómo sacaré al lagarto?, una nueva protesta escandalosa, diría yo, de mi<br />
estomago me hace decidirme del todo. En las alforjas, tenía guardada algo de leche de Duna,<br />
que recogí antes de cruzar la frontera, en los pastizales del Este de Dridam. Avivé el fuego,<br />
añadiendo un poco de leña, de la que se apilaba en un rincón, detrás de la mesa.<br />
Buenos Días, escuché la voz dulce de Candy, tras de mí, me giré mientras le<br />
contestaba, que así sean Candy; era tan hermosa, poseía una belleza, que no puedo, no<br />
encuentro palabras en esta tozuda cabeza mía pero.., ¿Qué estas preparando? - Dijo ella -, un<br />
poco de leche de Duna, le contesté lo más dulcemente que pude, su cara se transformó en la<br />
de una niña, mientras emitía un sonoro ¡ UUUMMM !, hace tanto tiempo que no la tomo. Tras<br />
unos minutos, que a juzgar por el nerviosismo de ella, parecieron eternos, le ofrecí mi vaso de<br />
plata con la leche humeante, Yo dispuse de mi plato de madera para servirme el resto. Candy<br />
se sentó delante mía, con la mirada fija en las volutas de humo que surgían lentamente del<br />
vaso y sin apartar la mirada del mismo. Me imagino que tendrás preguntas que hacerme, estoy<br />
preparada para contestar... a todas..., hubo un silencio, alzó su mirada hasta enfrentarla con<br />
la mía. Note como intentaba esconder el rubor que afloraba en sus mejillas, sonreí y con voz<br />
tranquila le dije. Ahora lo primero es ver como están las heridas de Diatros, si todo sale bien,<br />
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en tres días estará en perfectas condiciones, por lo que no hay prisa para preguntas y<br />
contestaciones, tenemos mucho tiempo y seguro que momentos mejores.<br />
La curiosidad me estaba matando, quería saber la verdad de todo este extraño asunto,<br />
tenía tres días para averiguar, meditar y calcular el siguiente movimiento. Diatros despertaba<br />
en ese momento. ¿ Qué es lo que huele tan bien ?, no había duda, el resonar de su voz por la<br />
cueva indicaba que su estado era mejor, las hierbas realizaban su trabajo perfectamente, el<br />
apetito así lo demostraba. Me alegro que te encuentres bien Diatros. Gracias Rudof, me<br />
contesto afablemente, mi gratitud será algo que pronto podré demostrarte. Mira Diatros si me<br />
quieres pagar lo que hice de buena fe, no te lo puedo impedir, más es la verdad la moneda<br />
que ahora me interesa. Pero creo que hay problemas más apremiantes que remediar. El<br />
hedor creciente que emana del lagarto es para nosotros mortal, Diatros asintió con la cabeza,<br />
era obvio que las heridas del pecho no le permitían hablar durante mucho tiempo seguido, por<br />
cierto, todavía me resulta chocante el oír a un dragón hablar, esta era la primera vez, aunque<br />
era en apariencia un dragón no dejaba de ser un humano... ¿Transformado?.<br />
Transcurridos unos momentos, Diatros me hizo una señal con su ¿ pata?, ¿ mano?,<br />
acudí presto. Rudof en la salida Norte, a la derecha, a unos cincuenta pasos, hay una lengua<br />
de fuego subterránea, es la única opción que encuentro, más no me encuentro lo<br />
suficientemente bien para poder ayudar, mi hermana, poco podrá ayudar, pero sé que no se<br />
quedará quieta. La verdad para ser la única posibilidad, era complicada de realizar, podía<br />
contar con la fortaleza de Thor, pero con todo y con eso..., bueno dejaremos eso para más<br />
tarde.<br />
El segundo punto a tratar en la mañana eran las heridas, el costado continuaba<br />
inflamado, pero el poder de recuperación de Diatros era asombroso, prácticamente estaba ya<br />
la cicatriz formada en su mayor totalidad. Lavé y cambié el emplaste y coloqué nuevos<br />
vendajes. Otra vez me elevó, con su garra, hasta su torso, no dejaba de pasarme por la<br />
cabeza, que si calculaba mal la presión a ejercer, podría aplastarme en mi totalidad por un<br />
mal cálculo<br />
Repté por el torso, las heridas del pecho tenían la misma apariencia que las del<br />
costado, me dejé caer, deslizándome hasta el suelo. ¿ Qué tal Doctor?, pregunto Candy, en<br />
cuanto aterricé. Bueno pues la verdad, estimada señorita, es que como su querido hermano<br />
continúe así, esta tarde nos da una paliza a los dos; una carcajada de felicidad brotó desde lo<br />
más profundo de la muchacha, era tal su alegría que resultaba contagiosa y al rato estábamos<br />
casi tirados por el suelo, todos menos Diatros, que ya lo estaba desde un principio, lo cual no<br />
le salvó de sufrir los mismos dolores estomacales y de mandíbula que el resto.<br />
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Pasa el tiempo, y el olor es cada vez más agobiante, un gemido, hace que mire hacia<br />
atrás, para ver como Diatros se incorporaba, hasta sentarse, ¡ Es impresionante !, tanto por<br />
su altura, como por su belleza, sí, he de admitir que para ser un dragón, no estaba nada mal.<br />
Sí, en verdad era hermoso.<br />
Veo que te encuentras mejor, ¡ Indudablemente!, respondió. Es más, creo tener la<br />
solución al problema del lagarto. Habla pues, le repliqué. Verás esto es lo que he pensado.<br />
Como te dije a pocos metros hay una lengua de fuego, el problema es el transporte del bicho, -<br />
Lo de bicho será bajo su punto de vista, claro -, creo que con la soga que tienes, será<br />
suficiente. Se trata de aprovechar correctamente la fuerza del río de fuego; has de lanzar la<br />
soga por encima de la cueva, para que saliendo por el techo, se clave en el exterior, en el<br />
extremo exterior lo atas a una o dos de las patas de la mesa, mientras que el otro extremo,<br />
será lazado al cuello del bicho. Si eres luego capaz de lanzar la mesa a la corriente de lava,<br />
ésta hará el resto.<br />
El plan no era malo, pero no estaba seguro de que la longitud de la cuerda fuera<br />
suficiente, como para librar la cantidad de metros que le pediríamos, por precaución até a la<br />
saeta la cuerda fina y al otro extremo de la misma, a la soga. La saeta voló hasta desaparecer<br />
tras la pared rocosa, salí y no muy lejos encontré la saeta, erguida, clavada y sin un solo<br />
rasguño. El acero Montenegrés no dejaba nunca de sorprenderme. Corrí otra vez a la cueva,<br />
efectivamente era corta, como sospeché, esto era un problema y tan solo por un par de<br />
metros.<br />
Me senté en el suelo un poco desesperado, no había más cuerdas, la fina no era<br />
suficiente para ése, como decía Diatros, bicho, recordé de pronto las cuerdas que utilicé para<br />
atar las alforjas a Thor, esa era la solución, ya disponía de más de dos metros. Las utilicé para<br />
atar el cuello, según las indicaciones de Diatros. Mientras Candy como no veía donde podía<br />
ayudar, se resignó no de buen grado a quedarse, mirando las evoluciones.<br />
Dando los últimos retoques a los nudos, la vi patear una piedra. Candy, me puedes<br />
acercar un poco de agua, tengo la garganta seca. La cara de ella otra vez se torno iluminada<br />
y antes de que me diera cuenta, la tenía delante de mí con un cuenco hecho de calabaza<br />
silvestre. Su mirada era como ver el sol reflejado sobre el mar, igual de azules, igual de<br />
delicados los toques dorados, brillantes. Su sonrisa. Habéis visto un amanecer en invierno, en<br />
los acantilados de Terraverde, pues su sonrisa es igual de brillante y su piel me recuerda<br />
a....., mejor ni lo pienso.<br />
Gracias, estaba seca esta pobre garganta, entrecerrando los ojos le repetí, gracias.<br />
Me encamine hacia Thor, amigo ahora te toca a ti el trabajo duro. Thor relinchó un poco<br />
hosco, cuando tire de las riendas, no por el trabajo, más bien era que acababa de descubrir<br />
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unas pequeñas flores detrás de una columna que rezumaba agua por sus poros y tenía<br />
hambre. Acomodé la mesa sobre los lomos de Thor y salí fuera, até la cuerda a la pesada<br />
mesa y la dispuse de tal modo que Thor pudiera cocearla e introducirla así en el río de fuego.<br />
El golpe del Alazán fue certero, ya lo creo, la mesa surcó el aire para estrellarse en el<br />
mismo centro del río. En cuanto se hundió fue arrastrada por la fuerte corriente<br />
incandescente y antes de que me diera cuenta la cabeza, el torso y por fin la cola, cayó fuera<br />
provocando un gran ruido, pero continuando su arrastrada marcha hasta desaparecer en las<br />
profundidades del río de fuego.<br />
Tras el espectáculo y dándole unas palmaditas en el cuello a Thor en agradecimiento<br />
por su trabajo, me encamine hacia la cueva. Nada más traspasar el umbral, Thor corrió al<br />
lugar de donde le arranqué de mala gana.<br />
Las caras de Candy y Diatros, eran todo un cuadro de expectación, añadí un poco más<br />
de intriga, andando despacio, con aire distraído, podía sentir el nerviosismo hasta que no<br />
pude más y grité. ¡ Todo salió perfecto!, como vos predijisteis Diatros y solté una gran y<br />
sonora carcajada.<br />
Bajando la cabeza Diatros, en un hilo de voz dijo... Creo que ya es hora de que sepas<br />
muestra historia, nuestra triste historia. Bien verás, nosotros teníamos una pequeña granja<br />
donde Padre, Madre, Candy y Yo vivíamos más o menos bien. Vivíamos de una poca cebada,<br />
unas patatas, frutas, huevos y una vez al año, algo de carne de cerdo. Un día vendiendo en el<br />
Zoco, en muestro pequeño puesto, que no era otra cosa que nuestra carreta, apareció el<br />
Canciller junto con tres miembros más del circulo y otros amigos. Se paró delante de<br />
nuestro puesto y gritó.. ¡ La quiero para mí!, y diciendo esto arrojo un saco de cuero que con<br />
el impacto se abrió mostrando cien piezas de oro, Yo no comprendía nada, todo el carro no<br />
tenía más valor que treinta piezas, con el carro incluido por supuesto.<br />
No le entiendo bien Canciller, que es lo que queréis. Con voz burlona, pero directa<br />
dijo, A la perra que se esconde detrás de ti, tráela esta tarde a mi casa. Si me hace la noche,<br />
corta y quedase satisfecho, puede que la recoja como mi tercera mujer, pero de no ser así,<br />
como la perra que es, la apalearé y tiraré a la calle, con los ropajes propios de una perra....<br />
¡ Ninguno !. Tras el grito, giró en redondo y se marchó con los amigos riendo ostentosamente.<br />
Todo el mundo tenía que saber lo malo que era, no dejaba de ser una defensa, la del miedo,<br />
tenia a toda la comarca que regentaba tan agarrotada, que hacía mucho que ni lloraban.<br />
Nos fuimos a casa atemorizados, con deseos de contárselo todo a Padre y que él nos<br />
diera una solución, al llegar nos encontramos a Padre y Madre juntos, pálidos,... sonrientes,<br />
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fríos,... felices, muertos. Mi dolor, mi amargura anterior se transformo en un gusano, al ver tal<br />
escena. Una nota en la mano de Padre.<br />
“ Perdonadnos hijos, os queremos demasiado para ser una carga en tan largos y<br />
amargos días. La hambruna llama tímidamente a la puerta, pronto, de una patada, entrará y el<br />
dolor en nuestros cuerpos hasta que nos llegue la muerte sería largo, seria penosos para<br />
todos. Nosotros, nuestro dolor de muerte. Vosotros, sufriendo nuestro dolor.<br />
Sea pues ésta, la decisión de tu Madre y la Mía propia y algo muy importante, que no<br />
tenéis que olvidar nunca, esto es el resultado de nuestro amor hacia vosotros, hacednos<br />
felices queriéndonos y respectándonos de igual forma que nosotros a vosotros.... Adiós “.<br />
El dolor fue más lejos que la razón, volé por la puerta, rompiendo, gritando, aullando<br />
mi dolor. Continúe corriendo hasta que me di cuenta que estaba cerca de la ciudadela. Entré<br />
y busque la primera taberna, no sé cual, entre y bebí toda la cerveza amarga que pude, hasta<br />
olvidar. Me encontré a la mañana siguiente a medio camino de mi casa, mi cabeza era un<br />
zumbar continuo, notaba como no se podía quedar quietos los pensamientos, al igual que mi<br />
visión, al intentar incorporarme, una nube multicolor explotó en mis ojos y dio el estallido<br />
final en mi cabeza.<br />
Fue cuando me di cuenta de que la cabeza de una mujer reposaba sobre mis piernas.<br />
Centré la vista y vi el resto del cuerpo, vestimentas arrugadas y a medio poner o quitar, no lo<br />
sé en que orden. No reconocía a la mujer, por lo que decidí dejarla dormir, en ese mismo<br />
sitio.<br />
Llegué a mi casa cuando el sol empezaba a estar en lo más alto, la puerta estaba<br />
abierta, no comprendía por qué. Mis sentidos estaban todavía en la bruma de la espuma de<br />
esa cerveza Montenegrés. Entré en casa, todo estaba oscuro, por lo que mis ojos<br />
acostumbrados a la claridad del día, no vieron al entrar más que sombras y oscuridad. Llame<br />
a Candy y solo escuche un ruido sordo, entrecerré los ojos para intentar ver mejor y cuando<br />
empezaba a vislumbrar a mi hermana, la vi amordazada y atada. A continuación sentí un<br />
golpe en la cabeza y todo fue poniéndose negro otra vez, caí al suelo golpeándome el hombro<br />
pero antes de desvanecerme del todo, recuerdo que noté llenarse mi boca de un líquido,<br />
espeso, con olor a...., no lo recuerdo. Lo siguiente que recuerdo es una voz estridente y el<br />
grito de un ¡ DRAGÓN!.<br />
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Cuando desperté del todo, la casa era una ruina, mi hermana, no estaba, me incorporé<br />
sintiéndome raro, muy raro y pesado, pensé otra vez en la cerveza, maldita cerveza<br />
Montenegrés. El sol daño mis ojos al salir cegándome. La garganta me ardía al igual que el<br />
estómago, con la cabeza baja, desorientado, doliéndome todo el cuerpo, di el primer paso,<br />
¡Dioses!.... mi pie era garra. No lo entendía, ese efecto no era de la cerveza, miré a mí<br />
alrededor y empecé a darme cuenta de que veía las cosas desde otro punto de vista... más alto.<br />
Corrí hacia el río Arco, extrañamente tardé bastante menos de lo normal.<br />
¿ Qué extraño era todo?. Cuando mí reflejo asomó en el cristalino río, me mostró mi<br />
nueva identidad. Tras la primera impresión de terror. Un torrente de preguntas cruzaron de<br />
golpe por mi mente. La primera de ellas era. ¿ Dónde estaba mi hermana?, ¿ Qué hago Yo<br />
así?.<br />
Escuché el ruido de muchas voces que corrían vociferando hacia donde me<br />
encontraba. Eran granjeros, a la mayoría los conocía y sin embargo gritaban. ! Muerte al<br />
dragón¡, ! Acabemos con él¡. Sentí el miedo más irracional que jamás experimenté. Giré, pero<br />
tan solo conseguí un rugido. Salí corriendo, a la tercera zancada me encontré por encima de<br />
mí destruida casa!. Podía..., ¡ Estaba volando¡. Olvidé que ahora era un dragón y por lo tanto<br />
un ser odiado por los humanos, que intentarían darme caza a partir del mismo momento en<br />
que nuestros caminos se cruzaran.<br />
Dos años más tarde, fue cuando encontré la pista de mi hermana. Se había desposado<br />
obligada con el Canciller y el recuerdo, olvidado en un rincón de mi cabeza explotó dando luz<br />
a mi ignorancia, eso era. Fue el Canciller el causante de este caos, todo tenía sentido, recordé<br />
la muerte de nuestros Padres, recordé escenas turbias en un antro lleno de humo, rameras,<br />
marineros, ladrones y todos hermanados en la borrachera. La mujer también la recuerdo, el<br />
dolor de cabeza y la resaca, la palabra <strong>Dragón</strong> continua resonando como un eco continuo,<br />
eterno.<br />
Solo una persona tenía tal poder en este mundo, el Mago Devils el Señor de los<br />
Pantanos, al Noroeste del país. Eso suponía que el Canciller hacia tiempo que planeaba el<br />
ataque, seguramente sería la alternativa a la posible negativa por mi parte, como así fue y el<br />
resultado.... Maldito tirano, caprichoso, engreído ser iracundo, ¿ Cuando llegará el día de mi<br />
venganza?.<br />
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Dos años tarde en planear todo meticulosamente. Visitaba en las noches sin luna a mi<br />
hermana, en silencio, en las sombras, sin atreverme a ser visto. Hasta que una noche<br />
escondido en un árbol muy alto, escuché la conversación de dos sirvientes, comentaban la<br />
tiranía y el desprecio a las que la tercera mujer estaba sometida. no solo por las dos primeras<br />
mujeres, si no por el propio Canciller, que disfrutaba ridiculizándola en público y en privado.<br />
Salí del escondite con una sola idea y ocultándome en las sombras lo hice, rescaté a mi<br />
hermana.<br />
El silencio se apoderó de toda la estancia, mis ojos atónitos no dejaban de observar a<br />
la muchacha y mí corazón se encogía con el dolor de los hermanos, aunque en mi gesto no se<br />
notara nada.<br />
¿ Pareces incrédulo? dijo Candy como si me hubiera leído el pensamiento... Yo,<br />
respondí con voz grave. Necesito más elementos de juicio, para poder dar una opinión que<br />
sea certera.<br />
Crees que será bastante con esto - replicó Candy - y quitándose la blusa, mostrando su<br />
figura desnuda, vi sus pechos erguidos y firmes. ¿ Pero?... ¿Esos puntos negros cerca de los<br />
pezones?. ! Señor, son quemaduras¡. Empezó a girar lentamente, como si quisiera que viera<br />
detenidamente la veintena de puntos que por todo su pecho formaban un pasillo de horror, la<br />
espalda empieza a ser visible, mostrando largas y resecas cicatrices y otras nuevas, encima<br />
de las viejas, haciendo de tal superficie de piel blanca un caos de blanco, rojo y dolor. Sin<br />
darme la cara se vistió y esta vez con una voz de vergüenza, dolor y odio dijo... ¿ Ahora nos<br />
crees?.<br />
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Necesité bastante tiempo para que de mi boca brotara palabra alguna. Mis<br />
pensamientos volaron, imaginándome las torturas aplicadas a tan frágil ser. La cara de<br />
miedo, de horror, de odio, de asco, de Candy tendría en tal situación y la cara retorcida,<br />
gozosa, babeante de Canciller aplicando tales macabras artes y sentir.... Lo siento, es lo<br />
único que se me ocurrió decir y callé.<br />
Trate de cortar cortésmente con esta situación tan tirante, la atmósfera se había<br />
tornado, densa, cargada de odios y maldiciones acallados en los corazones de los dos<br />
hermanos, que ahora se consolaban en un mutuo abrazo, en un mutuo llanto.<br />
Me dispuse a cepillar a Thor, hacía esto siempre que quería pensar y esta era una<br />
ocasión para hacerlo y durante largo, largo tiempo. ¿ Cuantas cosas más tendría descubrir?.<br />
¿ Cuantas cosas más escondía el Canciller?. ¿ Cuantas preguntas quedaran sin contestar?.<br />
¡ Por los Dioses!, ¿ Estará el Rey, al tanto de todo esto, o será ajeno a los manejos del villano?.<br />
Thor, miraba mis bríos en el cepillado, extrañado sin duda, soltó un relincho de queja.<br />
Me di cuenta, entonces, del estado hipnótico en el que me encontraba, mire a mi alrededor,<br />
con cierto rubor, no había problema, Candy y Diatros no me habían visto, eran ajenos a mi<br />
preocupación, continuaban con sus consuelos a modo de caricias y abrazos, como los<br />
hermanos latentes que eran.<br />
Estaba claro que la magia del Brujo Devils, era la causante, de la transformación,<br />
había como un sello personal, presente, en toda la historia. También sabia que tan solo el<br />
poder del Mago Leafar, sería capaz de contrarrestar el hechizo, más, ¿ Cómo convencer al<br />
Mago?, esto era otra cuestión, su retiro era severo, duraba ya varios años. Por otro lado el<br />
trayecto hasta su retiro era en demasiado largo.<br />
¡Rudof! - Gritó Diatros -, ven, únete a nosotros; disculpa a mi hermana, pero suele<br />
confundir la ira de venganza, con otros sentimientos, el resultado no suele ser predecible,<br />
hasta a mí me asombra, en ocasiones - dijo esto último, intentando dar un tono de voz jovial.<br />
Me senté en el suelo, junto a ellos, al calor del fuego y adopté una postura recogida,<br />
casi fetal. La barbilla, apoyada en mis rodillas, abrazando mis piernas, fuertemente, la mirada<br />
perdida en las llamas.<br />
Dinos, ¿ Qué es lo que harás?, - continuo Diatros -, En ese momento sentí dos pares<br />
de ojos mirándome fijamente, y me sentía incapaz de alzar la cabeza, por lo que desde esta<br />
postura y sin dejar de observar el fuego dije....<br />
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Creo en vuestra historia, lo cual, me hace pensar en muchas más cosas, de las que<br />
quisiera. Se plantean varias y serias preguntas, a las que no poseo contestación, por el<br />
momento. El esquema básico de actuación lo tengo claro, ¿ Cómo?, preguntó Candy. Bueno<br />
quiero decir, que sé que es lo que tengo que hacer, pero hay ciertas circunstancias, que<br />
retrasaran inevitablemente la misión. La única forma de que se pueda volver a Diatros a su<br />
forma humana, es hablar con el Mago Leafar, él conoce tanta magia o más que el Brujo Devils.<br />
Dicen que Devils fue alumno de Leafar, pero fue expulsado por ejercer la magia para<br />
un beneficio propio, por lo que Leafar le expulso del templo, Devils se internó en las sombras<br />
de la noche, de donde ya no salió jamás. Buscó la zona más negra y maligna construyendo su<br />
santuario en la zona de los Pantanos. Al mismo tiempo que Leafar clausuro sus puertas a todo<br />
lo relacionado con el exterior, desde el mismo instante en que le expulso.<br />
El primer problema se plantea, con el nombre de..., Tiempo. Desde aquí hasta el<br />
santuario hay un largo camino y es seguro que en todos los caminos conocidos habrá<br />
apostados espías del Canciller. Otro elemento más a tener en cuenta pues esto implica que,<br />
para sortear “esos” ojos curiosos, tendría que irme hasta la fronteras del Norte de<br />
Terrafuego, cruzar el río Agua Negra y desde ese punto, atravesar Terraverde hasta el<br />
Santuario.<br />
Es la única forma, no encuentro otra. Por otro lado y esperando que todo salga bien<br />
hay que ser realista y ver que todo esto implica demasiado tiempo. Por otro lado, el Rey<br />
podría pesar, que fracase en la misión y mandar a una tropa en mi busca, o algo por el estilo,<br />
además hay que sumar el tiempo que tarde en poder hablar con el Mago y convencerlo, si<br />
esto ocurriese, nos quedaría el regreso, luego, más tiempo.<br />
Por mucho que esforzara a Thor tardaría una luna por lo menos. Es demasiado tiempo,<br />
¡ Lo sé !, pero no encuentro otra forma.<br />
Un gran silencio arropó al mismo tiempo a la cueva y a nosotros. En cierto momento<br />
sentí la ausencia de esas miradas como puñales, clavados en mí, para darme cuenta, de que<br />
estaban tan perdidas en el fuego como la mía propia. Tal silencio, me hacía imaginar un<br />
montón de ruedas y engranajes girando, chirriando trabajosamente, en pos de una solución.<br />
Esto me alegró y me dio confianza, no era el único en buscar una solución a todo este enorme<br />
entuerto.<br />
Por la tarde, me dispuse a repasar las heridas de Diatros. No salía de mi asombro con<br />
el poder de recuperación de un <strong>Dragón</strong> o de este hombre en concreto, continuaba sin tener<br />
muy claro, esté punto, el caso es que las heridas del costado estaban ya en perfecto estado<br />
de cicatrización y las del pecho no eran ya más que una pequeña molestia para un ser de esas<br />
dimensiones.<br />
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La verdad es que era hermoso. Jamás observé en ningún animal tal porte y dominio,<br />
no se si seria su carácter humano lo que le proporcionaba tal porte, o que simplemente dentro<br />
del reino animal, también había galanes. ¡ Pero por los Dioses, este si que lo era!. Al mismo<br />
tiempo que crecía mi curiosidad por verle en su aspecto humano... otro mecanismo más para<br />
alimentar mi inquietud.<br />
Era evidente que Diatros podía defender a su hermana de lo que pudiera ocurrir, pero<br />
el tiempo era en esta ocasión nuestro peor enemigo. Sabía que pronto el Rey daría la orden.<br />
No es que no confiara en mí, más bien lo haría por mi seguridad, y en esta ocasión, era un<br />
perjuicio más que un apoyo; ¿ Qué hacer?. No podía dejar de pensar. Eran tantas cosas que<br />
formaban un torbellino y nunca tenia nada claro, era como una soga apretándome el cuello,<br />
cortándome la respiración. ¿ Qué sensación es está que no deja a mi mente, despejada?.<br />
¿ Qué es esto que entorpece mi lucidez?.<br />
¡ Dioses!, la respuesta estaba surgiendo, agitándose desde lo más profundo de mi ser.<br />
Estaba enamorándome de Candy, lo sentía dentro de mis entrañas. ¿ Cómo podía ser esto<br />
posible? y ¿ Por qué Ahora precisamente?.<br />
Rudolf. Resonó la voz de Diatros en toda la cueva. Había que reconocer que cuando<br />
Diatros, ponía énfasis a la hora de dar seriedad a la conversación futura, era único. ¿ Dime?,<br />
contesté. Rudolf, estoy aquí discutiendo con la cabezota de mi hermana. Tengo una idea,<br />
pero ella se empeña en que si no sé que, que sin no sé cuantos... y claro estoy harto. Danos tu<br />
opinión, sobre mi idea...<br />
Veo que tú primordial problema es el tiempo. Calculas que una luna por lo menos es lo<br />
que necesitas y en verdad es demasiado tiempo para que no den la alarma. Mi plan es el<br />
siguiente: Si reposo y me alimento bien, en un par de días más, me creo capaz de volar, hasta<br />
el río Agua Negra, con tu peso o lo que necesitaseis sin muchos problemas. Pero se quedaría<br />
solos mi hermana y el caballo, el cual y no lo dudo, llevaría felizmente a Candy hasta el río<br />
donde la esperaríamos.<br />
Pero sopeso que nosotros estaríamos pensando demasiado en como le iría la travesía,<br />
como para estar lucidos a la hora de actuar... y de todos modos tendríamos que esperar, pues<br />
necesitaras a Thor.<br />
Si fueran tres los días que pudiera descansar, podría llevaros a ti y a mi hermana, pero<br />
entonces Thor, se quedaría solo, lo cual tampoco es factible pues continuaríamos sin caballo.<br />
Más si el reposo fuera lo suficientemente largo y mi alimentación fuera un poco mejor, creo<br />
que sería capaz de transportaros a los dos y a Thor. Mi vuelo será lento y tendré que<br />
descansar a menudo, pero siempre en el peor de los casos ahorraríamos como mínimo la<br />
mitad del tiempo. Eso nos daría una gran ventaja. En lo que los soldados rastrearan tus pasos,<br />
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nosotros estaríamos casi al final de nuestro viaje. Entonces tendríamos tiempo para<br />
descansar tranquilamente, hasta que regresaras con una la solución, pues si el Mago Leafar<br />
no atiende a tus ruegos o no es capaz de disolver el encantamiento, solo quedaría una<br />
solución al problema y esa solución solo me atañe solo a mí y al Canciller a nadie más, por lo<br />
tanto y os lo digo, nadie me detendrá en mi venganza. ¡ NADIE!.<br />
Otro silencio espeso nos rodeó, pero esté lo rompió Thor con un relincho de temor. Se<br />
alertaron mis sentidos, los músculos se tensaron, miré a mi alrededor, girando sobre mi<br />
mismo, llevando mis ojos hasta donde estaba Thor coceando el suelo muy nervioso, mirando<br />
fijamente hacia unos de los muchos túneles que desembocaban en la cueva. Una sombra<br />
empezaba a aparecer por una de las bocas de la derecha. Cargué mi ballesta y puse dos<br />
saetas más en mi boca. Busqué una roca que me proporcionara coraza y escondite.<br />
Con una señal le dije a Diatros, que se escondiera junto con su hermana, tras otro<br />
enorme promontorio. Con la mirada ya fija en la boca del túnel, sintiendo la sangre recorrer mi<br />
cuerpo a tal velocidad que los sudores empezaron a empapar mi frente. Sentí temblar el<br />
suelo. Fuera lo que fuera era grande y por la cabeza me pasó la duda de sí seria suficiente mi<br />
ballesta.<br />
Asomó una grisácea cabezota. Era un dragón de tamaño medio. De su hocico<br />
asomaban pequeñas columnas de humo, luego, su especialidad era el fuego y que su único<br />
punto débil era el paladar, o el estómago, pero, no había tiempo para preparar una trampa<br />
con la que reventarle el estomago a esté paticorto.<br />
Tan solo había una oportunidad y Thor tendría que hacer de cebo en esta ocasión, no<br />
había más remedio. El dragón olisqueó el aire sin asomar del todo su cuerpo, hasta que un<br />
nuevo relincho de Thor, hizo que la localización de la víctima fuera inmediata. Se encamino<br />
lentamente seguro de su triunfo, le vi abrir la boca en una especie de sonrisa y dispuesto a<br />
cocinar y comerse de un solo golpe al buen Thor, el cual sabiendo lo que ocurría se quedó<br />
quieto sin hacer ningún movimiento.<br />
Grité todo lo fuerte que pude. El dragón con la boca aun abierta giró su cabeza,<br />
sorprendido por el grito y cuándo sus ojos se centraron en los míos la primera flecha ya corría<br />
hacia su destino. Un poco desviada por la premura del disparo, pero dio en el blanco.<br />
Se produjo un gesto de sorpresa y dolor en la cara del dragón. Mientras la otra saeta<br />
ya estaba dispuesta a volar y así lo hizo, dando otra vez en el blanco, una llamarada surgió<br />
esta vez de la ensangrentada boca mezclado con el grito de dolor que produjo al clavarse la<br />
segunda saeta. Tuve el tiempo justo para parapetarme de espaldas contra la roca y ver como<br />
lenguas de fuego lamían toda la superficie de mi pétreo escudo, envolviéndome, pero sin<br />
tocarme.<br />
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Armé la ballesta por tercera vez y tras respirar profundamente, me icé dispuesto a<br />
disparar. ¡ Por los Dioses!, le tenia justo enfrente, con su bocota abierta y dispuesta a<br />
tragarse mi escudo de roca y a un servidor de un solo bocado. Dispare instintivamente la<br />
ballesta mientras retrocedía. La saeta esta vez, desapareció dentro de la carne rosácea del<br />
paladar, al instante siguiente, los ojos del dragón se quedaron en blanco y se desplomo<br />
encima de mi. Me salve de nuevo gracias a la piedra.<br />
Efectivamente, tú si que sabes elegir refugios. Se oyó la voz de Diatros mientras, me<br />
arrastraba como podía por debajo de los ahora flojos pliegues de dragón. Me desgarré las<br />
vestiduras y mi propia carnes con los bordes afilados de sus escamas, dando a mi aspecto un<br />
tono de maltrecho y ensangrentado.<br />
Con una sonrisa, le contesté. La próxima vez haces tu la compra, ¿ De acuerdo? y reí<br />
tan a gusto como hacia mucho tiempo que no me reía, con tantas ganas que… bueno a no ser<br />
que estuviera borracho, claro.<br />
Un grito histérico, cortó mi risa de golpe, era Candy, que con la cara desencajada y<br />
pálida como la luna, venia corriendo hacia mí. ¿ Que te ha pasado, estas bien?. Mientras me<br />
miraba y tocaba por todos los lados de mi cuerpo. Tranquila mujer, que es más aparatoso de<br />
lo que en realidad es. Solo mis ropas has sufrido más daño que Yo, pero me alegra ver que te<br />
preocupas por mi. En las mejillas que antes estaban pálidas, apareció un color rojizo, que<br />
lleno su cara y sus ojos con un brillo asesino me miraron, degollándome en el acto.<br />
Salió en dirección al fuego. Diatros me miró, la miró y en voz baja me susurró, ¡ Cómo<br />
se te ocurre!, ¡ Estas loco!, ¿ O es que tu, la quieres también?. Ahora fui Yo el que enrojeció.<br />
Me arranqué las maltrechas vestiduras y observé mi pecho, estaba cubierto de sangre<br />
proveniente de los cortes ocasionados por las afiladas escamas. No eran profundas pero sí<br />
abundantes.<br />
Una vez muerto el dragón y en su flacidez, era fácil de despellejar. Conservaría la<br />
cabeza y las garras, por si acaso, siempre podría presentar ante mi Rey un cráneo pelado y<br />
unas garras huesudas y decirle que eran los restos del <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />
Comencé a descuartizar al dragón. La sangre saltaba con cada golpe de mandoble,<br />
mezclándose su sangre con la mía. Había oído de ciertos países del Norte, que tenían la<br />
creencia de que al mezclar tu sangre con la de tu enemigo muerto, le robabas su valor y<br />
fuerza y a mí su sangre ya me cubría por todos los lados, goteando, cubriendo el suelo que<br />
pisaba. Por fin termine y la verdad no me sentía ni más valiente, ni más fuerte. Pero toda esta<br />
carne nos daría fuerzas, nos alimentaría por unos cuantos días.<br />
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Me acerqué hasta donde tenia las alforjas, saqué una camisa limpia, unos pantalones y<br />
un chaleco. Me fui hacia el manantial, lavé la sangre que me cubría, de paso vería la<br />
profundidad de los cortes, tal y como me había imaginado, la peor parte fue para las<br />
vestiduras.<br />
Cuando terminé de asearme recogí un buen trozo de carne de los que corte dos<br />
buenos filetes, ensarté las tres piezas en un palo y lo puse al fuego. Mientras miraba como se<br />
hacia la carne, le dejé caer la idea del cráneo a Diatros, esté alabó la idea, mientras dábamos<br />
cuenta de lo que para nosotros eran enorme trozo de carne, Diatros hizo, que de un bocado<br />
desapareciera, miró al montón de carne roja, se levantó y cogió un trozo dos veces más<br />
grande que el que Yo le llevé, se sentó otra vez como si nada y ensartó el trozo en el palo, nos<br />
miró y con cara bobalicona dijo. ¡ Oh, perdón! , ¿ Por donde íbamos?.<br />
Comprendí que lo que él quería era retomar la conversación del viaje, lo del dragón fue<br />
una mera pausa. Había que retornar al asunto primario y tenía razón.<br />
Bueno, creo que dado lo acontecido, y gracias al dragón, tenemos comida aunque no<br />
conté con tu apetito Diatros. Creo que la de las opciones sería en este caso la tercera, esto<br />
haría que continuáramos todos juntos. Hoy tuvimos suerte, quizás mañana nos cueste más,<br />
por lo que creo que mientras terminas de recuperarte, pondré unas cuantas trampas, para<br />
ver si nos hacemos con una buena despensa. Diatros asintió con la cabeza, pues creo que<br />
solo queda descansar y recuperar fuerzas, todos necesitaremos estar bien y fuertes.<br />
Me levante y con paso calmo, caminé hasta el camastro asignado, dejé caer mi cuerpo<br />
como si fuera un saco de piedras, cerré los ojos y... soñé, soñé con Candy.<br />
Por la mañana, cuando desperté, quedaban en mi las secuelas de dolor. Los brazos y<br />
las piernas los sentía pesados, tanto que se negaban a obedecer mis mandatos. Con gran<br />
esfuerzo me encaminé hacia Thor, éste golpeó el suelo con su casco delantero, como tenía<br />
por costumbre a la hora de darme los buenos días. Acaricié su suave cuello, delicadamente,<br />
despacio, aspirando profundamente por la nariz al tiempo que lo hacía, esto nos relajaba a los<br />
dos de modo sumamente grato. Con dos palmaditas en el cuello le dije que ya estaba bien de<br />
sentimentalismos y que había que trabajar.<br />
Cuando me disponía a salir, Diatros abrió uno de sus enormes ojos azules, descansa, -<br />
le dije - voy a poner unas cuantas trampas, tanto para cazar, para asegurar el perímetro de<br />
las visitas, digamos inoportunas.<br />
Hacía un par de horas que me marché de la cueva y aunque no estaba muy lejos, cada<br />
dos por tres, mis ojos buscaban la boca de la cueva, para cerciorarme de que todo marcha<br />
bien. La cabeza no paraba de pensar en los preparativos para la marcha,... en Candy, en si el<br />
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hermano podría con los tres,... en Candy, en que le diría al Mago,... en Candy, en sí tendría<br />
solución el encantamiento de Diatros,... en Candy, en que haríamos con el Canciller, en...<br />
¡ Por los Dioses!...., ¡ En Candy!.<br />
Me di cuenta de lo obsesionado que me encontraba, la imagen en mi cabeza de Candy,<br />
estaba ocupando la mitad de mis pensamientos. Cuando no los interrumpía con una imagen<br />
de su cara, o aquel cuerpo recortado a contraluz en la hoguera. Necesitaba despejar la<br />
cabeza. Me senté a la sombra de una piedra, miré a mi alrededor, esta vez no buscaba a un<br />
posible enemigo, era la mirada cómplice, de cuando te dispones a realizar un acto, que no es<br />
bien visto por cierto sector humano.<br />
Saqué de mi macuto, la pipa y la piedra de Ot~soc, lo preparé todo con sumo<br />
cuidado..., despacio..., esmerando y disfrutando de cada detalle. La encendí y otra vez<br />
ocurrió. Con esa primera calada, que te hace cerrar los ojos, para admirar más la magnitud,<br />
la multitud, la danza sin par, de esa espesa marea de colores y destellos, elevando el cuerpo,<br />
fuera de las cadenas, de los muros de nuestro inconsciente. En ése punto. La segunda<br />
calada. Otra oleada, pero esta te abre los ojos, mostrándote todo en otro ángulo de visión, en<br />
otro plano de la existencia misma. La tercera y última calada. Te desenreda el cerebro para<br />
poder comprender lo que a continuación pueda ocurrir..... y así ocurre... y así ocurrió.<br />
Visualicé en instantes todo. Mi mente ágil y rápida, sopesando, eliminando, aportando<br />
datos que en el otro plano, en el normal, se escaparon a mi control y que ahora daban nuevas<br />
luces o más sombras al problema. Caí rendido en un sueño, que se deslizó en mi, como la<br />
húmeda niebla del invierno.<br />
Soñé con una pequeña, pero acogedora, casita. Vi a unos críos correr por un prado<br />
repleto de trigo, con un cielo enrojecido por el ocaso y una figura recortada a contraluz, que<br />
me era tan conocida, aún no la podía ver, pues el sol tras ella, solo me mostraba una sombra,<br />
un contorno. Era Candy, pero con el pelo mas blanco y la piel también más castigada por el<br />
tiempo, pero su porte era de serena en su madurez, su hermosura continuaba tan fresca y<br />
sentí otra vez el galopar de mi corazón, admitiendo el amor que sentía por esa mujer. Los<br />
niños corrían hacia mí gritando ¡ Padre, Padre! y Ella se reía.<br />
Desperté de un sobresalto, al escuchar el relincho de Thor. De un salto me incorporé<br />
con la daga ya en la mano, mirando hacia todos los lados, buscando lo que motivó el relincho<br />
y allí estaba caminando directamente hacia mí, paso lento y la mirada fija en mí. Me di cuenta<br />
de que la pipa descansaba en el suelo, junto con la piedra de Ot~soc, disimuladamente me<br />
agache y recogí todo de un solo golpe de mano, introduciéndolo en mi macuto, cuando alcé<br />
de nuevo la vista, ya estaba casi delante, lo suficiente como para poder ver el color azul<br />
intenso de sus ojos, la tersura de la piel que rodeaba a dichos ojos y el rojo intenso de esos<br />
labios, enmarcando la hilera más perfecta de perlas blancas que nunca vi. Todo el conjunto,<br />
en sí, era la mayor obra de arte que jamás supe imaginar. Sacudí la cabeza, con la intención<br />
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de arrancarme de tales pensamientos, pues parte de mi anatomía, empezaba a manifestarse y<br />
a engrandecerse gratamente, ante las imágenes que le proporcionaba mi cabeza.<br />
¿ Que hacías, que de tal modo te sobresalté?, ¡ Oh, nada, nada!. Me di cuenta de que<br />
mi voz sonó, como la de un niño, al que han sorprendido en una mala acción. Sentí como mis<br />
mejillas elevaban su temperatura y agradecí, que ella, estuviera mirando al suelo.<br />
Veras Rudolf, hay algo... que me perturba de manera..... no sé como decírtelo, pues ni<br />
Yo conozco muy bien el significado de lo que me esta pasando. Solo puedo decir que mí mente<br />
esta confusa. Que mi corazón se altera cuando estas cerca. Cuando un simple roce, casual,<br />
dispara el palpitar de mi pecho, envolviéndome en unas sensaciones que jamás experimenté y<br />
que solo se ven aplacadas cuando estamos juntos. Que cuando estamos...... ¿ Qué es esto. Qué<br />
es lo que por ti siento... Rudolf?.<br />
¡ Dioses!, ¿ Qué contestar a tal pregunta, encontrándome tan implicado como ella?.<br />
Candy, veras, creo poder entender por lo que estas pasando, pues Yo mismo me encuentro<br />
en tal situación, mi alma, está pasando por el mismo torbellino que describes... y a eso, lo<br />
llaman Amor. Muestras miradas se unieron, al igual que nuestros cuerpos, abrazándonos y<br />
besándonos, de tal modo, que parecía como si quisiéramos que el otro se introdujera dentro<br />
de nuestro propio cuerpo.<br />
Nos montamos en Thor. Ella, a mi espalda, abrazaba mi cintura, mientras descansaba<br />
su cabeza en mi espalda. Mi pecho crecía por momentos ante las sensaciones que se<br />
agolpaban, por entrar en mí. Nos encaminamos hacia la cueva, no estaba lejos. Ante<br />
nosotros, en la boca de la cueva, estaba Diatros esperándonos y entre risotada y risotada,<br />
gritaba..… ¡ Bueno, bueno, bueno !, ¿ Qué tenemos aquí?, ¿ Una feliz pareja, quizás?. Una<br />
larga y estruendosa risotada rellenó todo el aire.<br />
Como continúes riéndote así te mato, grito indignadísima, Candy. El semblante de<br />
Diatros, cambió radicalmente, a lo más serio que pudo, pero tuvo que adentrarse en la cueva<br />
al no poder aguantar más las ganas de soltar otra estruendosa carcajada, y esta vez la<br />
remató con un ¡ Bien!. Final éste, que hizo que Candy y Yo nos mirásemos con caras de<br />
asombro. Significaba claramente, su aprobación a nuestro amor, una nueva sonrisa iluminó la<br />
faz de Candy, que en un largo abrazo, desapareció tras mi espalda, como el sol lo hace en el<br />
horizonte.<br />
Me costó trabajo desmontar, pues no fue nada fácil escapar de la presa con la que<br />
Candy me tenía inmovilizado, era como si no quisiera separarse, por si despertaba de este<br />
sueño, ¿ o era lo que Yo estaba sintiendo?.<br />
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Cuando por fin entramos, nos sentamos junto al fuego y Diatros se dirigió a mí. ¿ Que<br />
tal las trampas?, ¿ Las colocaste todas?. Efectivamente, le contesté. Pues bien, continuó<br />
Diatros, Calculo que en dos días más, estaré en perfectas condiciones, para iniciar el viaje,<br />
eso, claro, si mi doctor particular esta de acuerdo, como confío que estará; por lo que creo<br />
oportuno el que si tenemos que contarnos alguna procuración o aportar alguna idea nueva a<br />
la empresa, sea éste el mejor momento para exponerlo y buscar una solución juntos. ¿ No os<br />
parece?.<br />
Hubo un silencio... Diatros, hermano, como has observado Rudolf y Yo compartimos<br />
un sentimiento. Creo entender que lo apruebas, pero tengo mucho miedo, no sé como<br />
terminará todo esto. Yo continuo siendo la mujer del Canciller y solo el Rey puede interceder<br />
ante los Sacerdotes para que se anulase el matrimonio y todo esto seria posible si primero el<br />
Mago Leafar accede y logra tu transformación. Dime hermano, ¿ Qué es lo que pasará?,<br />
¿ Qué futuro me espera?. Ahora su mirada se dirigía hacia mí, ¿ Qué es lo que pasara?. Un<br />
silencio de preocupación y melancolía, envolvió cada rincón del espacio que nos rodeaba. No<br />
hubo palabras. No hubo miradas. Tan solo el espeso sonido del silencio.<br />
Un estruendo cubrió todo lo que nos rodeaba. El despertar de un cercano volcán lo<br />
produjo y con el despertar, una serie de temblores, muy alarmantes por la relativa cercanía<br />
del volcán. Thor estaba hecho un histérico. Diatros intentaba calmarlo, pero su miedo era<br />
mayor que el respeto. Candy recogía todos los pertrechos, atando los sacos, en manojos.<br />
Diatros me miró y dijo. Por fin, ya no sabía que hacer con él. Quería a toda costa salir de la<br />
cueva. Por cierto, ¿ Seguro que no será un problema su transporte?. No te preocupes Diatros,<br />
tengo una planta, que lo dopará lo suficiente para que no de problemas y creo que este es un<br />
buen momento para partir, si te parece bien.<br />
Otra explosión fue suficiente motivo como para decidir al unísono la partida. El darle la<br />
dosis a Thor no fue fácil, dado que estábamos a cielo abierto, a unos veinte metros de la<br />
cueva. Su nerviosismo crecía junto con el del volcán, pero el efecto de la planta no tardo en<br />
aparecer. Dejé a Thor en el suelo, asegure los correajes especiales para su transporte,<br />
hechos de piel de lagarto del fuego. Candy ya estaba montaba sobre la espalda de Diatros,<br />
esperándome.<br />
Me reuní con ellos y Diatros comenzó una potente carrera, batiendo las alas, creando<br />
cortinas de arena tras de nosotros. Noté como se tensaban progresivamente sus músculos y<br />
cuando me quise dar cuenta ya estábamos en el aire, volando, viendo mi alrededor desde un<br />
plano... tan diferente, todo parecía tan pequeño, que apenas se notaba el peligro. Un pequeño<br />
punto negro en el rojizo suelo, eso es Thor, un pequeño punto negro, al cual, Diatros se<br />
encamina en un semipicado.<br />
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Un golpe seco, hace que gire la cabeza, para cerciórame que el punto negro había<br />
desaparecido, vi entonces como Thor era transportado en los poderosos brazos de Diatros.<br />
El viento azotaba mis cabellos, proporcionándome un agradable y relajante masaje en el<br />
cuero cabelludo. Sentir a Candy abrazada a mi cintura acentuaba la sensación de paz y<br />
disfruté del espectáculo, del paisaje, del aire limpio que nos rodeaba.<br />
Anochecía y ver desde el cielo el atardecer, fue para mí la mayor explosión de colores,<br />
emociones y belleza que jamás sentí. Diatros giró su cabeza y dijo. Bueno cuñado, creo que va<br />
siendo hora de descansar, hemos recorrido algo más de dos tercios del Valle de los Dragones,<br />
creo que es una buena jornada para ser el primer día. Y dicho esto, empezó a describir<br />
círculos descendentes. Dejó a Thor en el suelo con una delicadeza y precisión envidiable y a<br />
unos pocos metros tomó tierra con igual estilo. Thor se encontraba bien, todavía dopado,<br />
dormía plácidamente, le duraría hasta mañana por la mañana.<br />
Encendimos una pequeña hoguera, donde asamos unos trozos de carne. Una vez<br />
saliéramos de Terrafuego, la comida no sería problema. Comimos callados, sumidos en<br />
nuestros propios enigmas y sin decir nada nos acostamos. Candy se acurrucó junto a mí y la<br />
arropé con mi vieja piel de oso, lo último que recuerdo fue su abrazo y un beso en el cuello.<br />
Los relinchos de Thor me despertaron, ésta vez no hubo saludo matinal, creo que<br />
estaba disgustado conmigo. Intente apaciguar su mal humor ofreciéndole las mejores de mis<br />
caricias y besos en el hocico. Hasta le ofrecí una manzana que guardaba para cierta ocasión<br />
y esta parecía la más oportuna. Tendré que ponerme celosa, ya, par de mañana, Buenos días<br />
mi amor. Buenos días. Observe que el gran Diatros despertaba, a los gritos de su hermana.<br />
Que tal Diatros como te encuentras hoy, le grité. Menos mal que alguien se preocupa por mí -<br />
Diatros eres ¡ Odioso!, grito Candy. Prepárate Rudolf. Admira el carácter matinal de mi<br />
hermanita. Prepárate para soportarlo el resto de tus días.. Ja, ja, ja, ja.<br />
Recogimos raudos el campamento, borrando toda huella. Mientras Candy le ofrecía a<br />
Thor otra manzana que estaba rellena de la planta adormecedora. Pronto Thor descansaba<br />
plácidamente, otra vez. Pobre animal, aunque sabía que no había efectos secundarios, me<br />
dolía en cierto modo tratarle así, pero no había otra solución y hoy dado que era temprano<br />
terminaríamos la travesía en vuelo dando por concluida la primera etapa del viaje.<br />
Otra vez la sensación de libertad, esto de volar era magnífico. Ahorraba cantidad de<br />
tiempo viajar de esta forma. Habíamos decidido no parar hasta bien pasado el mediodía, por<br />
lo que pude disfrutar del cambio tan radical que en el paisaje existía entre Terrafuego y Monte<br />
Negro. Su frontera desde el cielo era todo un espectáculo. Un cambio de color, del rojo<br />
muerte, al verde vida. En verdad era un espectáculo digno de un Dios y Yo lo estaba<br />
observando todo desde un lugar de privilegio.<br />
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Estaba el sol bien en lo alto del cielo, cuando empezamos a divisar el curvilíneo cauce<br />
del Río Agua Negra. Una alegría nos acompañó hasta que aterrizamos en un pequeño claro,<br />
junto al río.<br />
Desde el aire había divisado un pequeño acantilado, sin duda un antiguo cauce de río.<br />
Era el mejor lugar donde poder esconder a Diatros. No había que olvidar su gran tamaño, al<br />
mismo tiempo, no quedaba demasiado lejos del actual cauce del río, seguramente algún<br />
animal iría a beber en sus márgenes, por lo que la caza no sería gran problema.<br />
Habíamos ahorrado bastante tiempo, en el viaje, tanto como para que me pudiera<br />
permitir el ir a cazar y descansar lo suficiente y emprender el nuevo camino hacia otra misión,<br />
misión sí cabe, más alocada que la anterior, pero mucho más justa la que ahora emprendía.<br />
Aunque no menos peligrosa, pues tenía que pasar a ser un desconocido en mi propio país, en<br />
mi propia casa.<br />
El ocaso no tardó en aparecer en el horizonte, la tarde había sido apacible y cada uno<br />
de nosotros estuvo atento a sus propios quehaceres. Diatros, encontró una especie de cueva,<br />
tallada por el pasar del antiguo río. Era lo suficientemente amplia para acomodarse ambos<br />
hermanos y se entregó afanosamente a limpiar su interior con sus poderosas garras. Arrancó<br />
unas cuantas rocas del suelo para no tropezar, sobre todo él, en las paredes hizo un similar<br />
trabajo alisando su superficie con gran esmero. Lo más llamativo fue cuando se colocó al<br />
fondo de la cueva e hizo batir sus poderosas alas, creando tal torbellino en el interior que toda<br />
la arena y pequeños escombros producidos por su anterior trabajo, salieron despedidos al<br />
exterior acomodándose en el paisaje, como si siempre hubieran estado en ese lugar en<br />
concreto.<br />
Salió de la cueva dando unas sonoras palmadas y con una sonrisa de satisfacción,<br />
ante un trabajo bien hecho en el rostro. Candy, había estado recogiendo leña y hierba para<br />
hacer unos lechos donde poder dormir los próximos días. Cuando regresé de mi cacería, traía<br />
conmigo unos conejos, unos cuantos peces y una especie de ciervo, que la verdad me salió al<br />
paso y del susto que me dio, desenvainé mi espada. Más cuando reaccioné del susto, vi que le<br />
había dado un profundo corte en el cuello. Pensé en ese momento que no era nada bueno<br />
tener los nervios en tal estado, podía haber sido Candy, u otra persona ajena a nosotros o<br />
cualquier cosa, que se Yo. El caso es que no es bueno. La cabeza ha de permanecer fría si<br />
quieres vivir en estos tiempos tan extraños, tan duros y desagradables en la mayoría de las<br />
cosas.<br />
¿ Será por esto mismo, que lo que siento por Candy, es a la vez tan desconcertante<br />
como placentero?. Solo sé que me gustaría pasar hasta el ultimo de mis días junto a Ella y que<br />
imagino que sería la mejor madre del mundo para mis hijos, nuestros hijos.<br />
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La cena se estaba terminando de cocinar lentamente sobre el fuego, mientras, Diatros<br />
comentaba sarcásticamente que podría dedicarse a la construcción de castillos y viviendas,<br />
dado que no se le daba nada mal y además era rápido y limpio en el trabajo. Candy nos avisó.<br />
La primera parte de la cena ya estaba terminada y nos acercamos. La verdad es que olía muy<br />
bien.<br />
No tardó mucho tiempo en dar cuenta del ciervo, el amigo Diatros, Candy y Yo<br />
habíamos dado buena cuenta de los peces y ahora esperábamos impacientemente a que los<br />
conejos estuvieran en su punto, ante la atenta mirada de Diatros, que naturalmente se había<br />
quedado con hambre, pero solo se limitaba a relamerse y a ver como empezábamos a<br />
comernos un muslo ahora, un trozo de costillar después, dándole cierta lentitud a nuestros<br />
movimientos y exagerando el placer de la degustación, haciendo solo una pausa para tomar<br />
un trago de la ultima garrafa de excelente vino que quedaba.<br />
Dándose cuenta de nuestro juego bufo y salió al exterior donde juró y perjuró lo dura<br />
de su venganza ante el tirano Canciller, que por medio de malas artes le transformó en tan<br />
desgraciado y hambriento ser.<br />
La noche fue tranquila, aunque tardé mucho en poder dormir, en mi cabeza había<br />
tantas cosas por querer salir, que en ocasiones creía que se estorbaban las unas a las otras.<br />
Patosas ideas queriendo salir al trote, todas juntas. ¿ Cómo haría para que Leafar me<br />
escuchara?.<br />
Tenía que elegir bien mis palabras pues solo había una oportunidad. Era consciente de<br />
la reacción de Diatros si fracasaba en mi intento. De lo que sería capaz de hacer por liberar a<br />
su hermana del tirano y encontrar al mismo tiempo una solución a su encantamiento, pues era<br />
muy probable que muriera en el desempeño de su tan deseada venganza. No era nada fácil el<br />
futuro cercano, no, y con este pensamiento me quedé dormido.<br />
Durante toda la noche mi sueño se vio invadido por imágenes que no comprendía en<br />
un principio, una música sonaba por todos los rincones de ni cabeza, luces que se encendían<br />
y apagaban, mezclándose con las imágenes de rostros que nunca había visto y me hablaban<br />
en una lengua que no entendía, sin duda, más antigua en el tiempo que los primeros hombres.<br />
Poco a poco todo empezó a dejar de girar, a hacerse más claro. Los rostros se fundían en una<br />
sola cara, lentamente, y la voz iba cambiando, no de tono, pero empecé a entender una<br />
palabra, después otra más y al tiempo que la cara y la voz y las luces se pararon, vi la cara de<br />
Leafar.<br />
Con una calmada voz me dijo - Rudolf, la llave es una palabra, la palabra, una verdad,<br />
la verdad, un sentimiento. Esté sentimiento se encierra, casi siempre, en un pequeño cofre el<br />
cual no siempre se abre, ni en una vida entera; encuentra el significado dentro de ti mismo. -.<br />
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Desperté en ese mismo instante. Empapado en mi propio sudor y al girar me encontré<br />
con los ojos inmensamente abiertos de Candy y una expresión de intriga con unos tiritones<br />
espasmódicos de pánico. Su cuerpo se estremecía y unos labios temblorosos, se movían sin<br />
que palabra alguna brotara de está. La abracé, dulce y fuertemente, y le susurre al oído.<br />
Tranquila ya tengo la solución. Me miró y buscó refugio en mi pecho, y dijo. Lo sabia. Sabía<br />
que encontrarías la solución. Sabía que podía confiar en ti y sabia que te quería antes de<br />
verte. Con una fuerte y larga exhalación, cerró sus ojos y se quedo dormida.<br />
Vi como salía el sol. Admiré la riqueza de tonalidades que el cielo fresco y claro me<br />
ofrecía, vi como se reflejaban los rayos matinales en los cabellos de Candy, proporcionando<br />
mil destellos diferentes y lo serena y tranquila que tenía ahora la cara, pensé entonces en el<br />
motivo por el que Candy tenía esa expresión, cuando desperté, ese miedo que vi en sus ojos,<br />
¿ Habría hablado, durante mi sueño, y eso la despertó sobresaltándola?. De pronto en mi<br />
cabeza, las palabras del mago aparecieron. Resonaban frescas en mi memoria, tan claras<br />
como hacía una horas, durante mi sueño.<br />
Esto me produjo un escalofrío, con el resultado de que desperté a Candy, y con la<br />
sonrisa más brillante que jamás me ofrecieron dijo.... Buenos días tenga mi señor, espero que<br />
tu descanso fuera placentero. Mi amor, he soñado contigo, soñé que éramos propietarios de<br />
una casita, que el Rey nos perdonaba a mi hermano y a Mí, e imponía al tirano justo castigo<br />
en justicia, soñé que era tu mujer y me sentí el ser mas feliz del mundo. ¿ Crees que algún día<br />
mi sueño será realidad, amor mío?. Yo creo que sí. Claro que si cariño, le contesté, mientras<br />
aliviado pensaba que no recordaba nada de mí sueño e indudablemente esto me libraba de<br />
molestas explicaciones.<br />
Nos incorporamos y saludamos al nuevo día con un buen desayuno, tras el cual me<br />
dispuse a hacer los pertinentes acomodos, para mi nuevo papel, el de extranjero. Me cambié<br />
de ropas y mi nueva vestimenta produjo más de una carcajada por parte de los hermanos y<br />
algún que otro comentario gracioso sobre mi sastre y mi exquisito gusto a la hora de elegir los<br />
colores.<br />
Finalmente la hora de partir hizo su aparición, junto con el dolor en mi corazón, intenté<br />
que no se notara ni esté, ni ningún otro sentimiento que no fuera la esperanza y la fe que tenía<br />
en realizar con éxito mi misión. Candy me dio un largo y cálido beso y se alejó llorando.<br />
Rudolf, dijo Diatros, tengo confianza en ti, pues sé que si fracasaras con el mago y no lograras<br />
sacarle de su encierro, en consecuencia Yo tendría que actuar y sabes muy bien lo que tengo<br />
que hacer y sin embargo estoy tranquilo pues se que mi hermana no quedara sola, que hay<br />
una persona que cuidará de ella y que por demás es una persona a la que he llegado a querer<br />
y admirar, no puedo pensar en mejor persona para mi querida hermana que tú, amigo Rudolf,<br />
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me alegro de haberte conocido y de que te enamoraras de Candy, aunque me apena el castigo<br />
que contraes con ese amor.<br />
¡ Suerte amigo mío, suerte!. Gritaba mientras me alejaba sin querer mirar atrás, sin<br />
querer ver como me alejaba de mi amada. Espoleé mi caballo y corrí, corrí, corrí.<br />
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Era ya casi medio día. Thor estaba resoplando por el cansancio, le había exigido<br />
mucho, la verdad es que hubiera querido volar. Alejarme todo lo que pudiera, con la<br />
esperanza, de que con la distancia mi recuerdo también se alejara. Pero sabía que era inútil.<br />
Ya solo la muerte podía alejarme de Candy.<br />
Me encontraba en un bosque. La tranquilidad parecía invitar a disfrutar de todo lo que<br />
te rodeaba. Los viejos olmos elevándose con el orgullo propio. Los rayos de sol, filtrándose,<br />
dando a todo el entorno unos claroscuros, que proporcionarían más de un fantasma a una<br />
mente ligera. Olores de un frescor limpio, mezclados con los aromas de tanta flor y<br />
naturaleza, olores.... ¿ Olor a hombre?.<br />
Alerté a mis sentidos. Armé la ballesta dejándola colgada del pomo de la silla de<br />
montar, preparada, al fin y al cabo todavía estaba en Montenegro y me faltaba media jornada<br />
para llegar a la frontera de Terraverde. Mis vestiduras eran propias de este país, pero por la<br />
proximidad, siempre había disputas entre estos dos pueblos. No estaría seguro hasta llegar<br />
donde el Río Agua Negra, pierde su nombre, para llamarse Río Azud, al Sur de Valle Oscuro y<br />
eso no ocurriría hasta el anochecer, eso si no había complicaciones.<br />
En un claro cerca del río, siempre marchaba continuando el margen del río, me<br />
dispuse a comer algo. Éste era un sitio perfecto, la hierba era abundante, Thor se daría un<br />
buen festín. Creo que le hace falta después de estos últimos días, buena comida y un poco de<br />
tranquilidad nos vendrán bien a los dos.<br />
Junto a un gran olmo recogí un buen montón de ramas secas. Las había por doquier.<br />
Reuní unas cuantas y encendí una pequeña hoguera y con trozos más pequeños, esparcí el<br />
perímetro a modo de alarma, contaba con el oído de Thor seguro que él si lo escucharía sin<br />
problemas y esta bien adiestrado, me avisaría de inmediato del peligro. Le quite la silla de<br />
montar, para que estuviera más libre y la apoyé en el árbol, junto con la ballesta, aún armada.<br />
Extendí mi vieja piel de oso en el suelo y me senté, apoyando mi espalda en la silla. Comencé a<br />
calentar un poco una tira de carne seca. De pronto el olor que hacía unas horas llego hasta<br />
mi, regresaba para invadir mis fosas nasales. El olor parecía más de un animal que de una<br />
persona. Ese olor tenía que ser un Montenegrés.<br />
Cogí la ballesta y cerré los ojos. Me concentré en mi alrededor, fundiéndome con las<br />
hojas, la hierba, los pequeños trozos de ramas secas comenzaban a crujir en un intento torpe<br />
de silenciar las pisadas, dándome su situación con cada paso. Eran tres. Dos caminaban por<br />
ambos flancos y otro venía de frente.<br />
Continúe con los ojos entrecerrados, aparentando que dormía. Vi aparecer a un<br />
fornido ser, armado con un hacha de doble filo con una piqueta, coronando el eje. Con un<br />
mango adornado con tiras de cuero y que terminaba en un gran pomo, que hacia de<br />
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contrapeso. Con un movimiento tan rápido como el rayo, lanzó su hacha que describía<br />
círculos de muerte con el destino marcado hacia mi ser.<br />
Me dejé caer a mi derecha, para notar una ráfaga de aire frío y un tremendo golpe<br />
acompañado de una gran vibración. El hacha había mordido fuertemente en el tronco del viejo<br />
olmo, de haber estado dormido, me encontraría partido en dos, desde del omoplato hasta la<br />
cadera, limpiamente.<br />
De rodillas disparé una de las saetas, que voló hasta alcanzar el cuello del asombrado<br />
Montenegrés que en un grito ahogado por su propia sangre se desplomó hacia atrás como un<br />
tronco recién talado. A mi izquierda surgió un rugiente ser embutido en pieles con una espada<br />
corta y una alocada carrera. La segunda saeta voló hasta el pecho del intrépido, pero<br />
estúpido Montenegrés. Ya eran dos. ¿ Dónde está el tercero?.<br />
Desenvainé mi espada, cogiéndola con ambas manos, su punta al frente. Comencé a<br />
describir un círculo, despacio, mientras estudiaba mi entorno. ¡ A mi derecha!. Unos ojos de<br />
un rojizo odio, una cara desfigurada reclamando venganza, unos músculos en unos brazos<br />
que gritaban, que palpitaban. Que en ciega cólera se lanzó al ataque. Un giro de muñeca y<br />
desvió su estocada. Aprovecho la inercia de mi contrincante, para que se golpeé fuertemente<br />
con la cara plana de mi hoja en su nariz, rompiéndole su tabique nasal con el impacto.<br />
Llenando los ojos de enemigo de lágrimas, que siempre brotan de forma instintiva y ciegan los<br />
ojos al instante, aprovechándome otra vez para darle un fuerte golpe en la cabeza, con el<br />
mango de mi espada, para provocar su pérdida de sentido, no quería matar sin necesidad.<br />
Até fuertemente al prisionero, que continuaría sin sentido un buen rato a pesar de la<br />
dureza de su cráneo. Mientras intenté desincrustar el hacha, cosa que no logré hasta pasado<br />
un buen rato. La hermosura de sus líneas, el perfecto equilibrio, el gran filo que ni se inmutó<br />
con el impacto, su sencillez, la hacían una terrible herramienta de destrucción en manos<br />
expertas.<br />
Por desgracia los Montenegreses, no dejaban de ser un pueblo bárbaro. Cuya fuerza<br />
de combate, era sin duda, su valor injustificado, alocado y su gran número. Era como luchar<br />
contra oleadas humanas, que arrasaban, pero por separado o en pequeños grupos eran<br />
presa fácil de su propia estrategia de ataque para cualquier guerrero experimentado, o<br />
contra un Cazador Real. Despertó en ese instante, con movimientos bruscos en un intento de<br />
soltarse de sus ataduras. En el fondo eran como animales.<br />
Le miré fijamente a los ojos hasta que dejó de dar tumbos y saltos, convencido de la<br />
fortaleza de las ataduras que ya habían mordido la carne de sus muñecas en el forcejeo. Con<br />
la respiración acelerada, haciendo que sus pelos enmarañados se agitaran con cada<br />
resoplido o bufido, no lo sé.<br />
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Por fin se tranquilizó y pude empezar el interrogatorio. ¿ Por qué vuestro ataque?.<br />
¡¡ Grrr!!, Fue su contestación. No quiero hacerte daño, pero exijo respuesta a mis<br />
preguntas.… ¡¡ Grrr!!. Otra vez. Me senté y continúe comiendo un poco de carne más<br />
mientras observaba como me observaba él, silencio. ¿ Que es lo que haces en nuestro<br />
territorio?. Por fin gruñó de mala gana. Tan solo pretendo cruzar la frontera y llegar a mi país<br />
con el menor de los problemas posibles. No tengo la culpa de encontrarme con personajes<br />
como vosotros, me entiendes. ¡¡ Grrr!!. Desátame inmediatamente. ! Te lo ordeno¡ - Ja, ja, ja,<br />
ja, - no pude contenerme ante la impresionante soberbia de este pueblo, que aún estando<br />
prisionero eran capaces de berrearte órdenes. No es un buen comienzo el que adoptas<br />
cuando te estoy ofreciendo una razón por la que no matarte, pero creo que no debes darme<br />
demasiados motivos para que cambie de idea, ¿ No te parece?, él Montenegrés me miró con<br />
unos ojos que paulatinamente cambiaban de color, del color de la ira a un profundo y sereno<br />
negro. Puedes darme algo de comer. Sus modales continuaban siendo rudos hasta en la<br />
calma. Me incorporé y le introduje una tira de carne en la boca que rumió en silencio, sin dejar<br />
de mirarme, pero sin emitir ruido alguno. Revisé las ataduras y le até las piernas a la rienda de<br />
Thor, por si por la noche se ponía nervioso.<br />
Me desperté con el amanecer, el Montenegrés acurrucado, me observaba en silencio.<br />
Buenos días, espero que hoy estés más sociable, no hubo contestación. Verás como te dije<br />
tengo prisa, por lo que tranquilamente montaré en mi Alazán y me marcharé, sé que no<br />
tardaras en dar con algún cuchillo de tus compañeros y desatarte, por lo que te deseo que<br />
tengas un buen día.<br />
Me encamine a Thor y le coloqué la manta y la silla, ajusté los correajes y le puse las<br />
bridas de plata labrada, que pertenecieron a mi Padre. Monté y dedicando la ultima mirada al<br />
Montenegrés. Espero que la próxima vez que nos veamos, sea tomando una de esa excelente<br />
cerveza que fabricáis, en vuestro país, mientas tanto, te repito mi saludo, que pases un buen<br />
día.<br />
Espoleé a Thor, que elevando sus manos soltó un potente relincho, saliendo al galope<br />
del lugar, poniendo tierra por medio. Dos horas más tarde di por zanjado el asunto. Era el<br />
tiempo que calculé en que tardaría en desatarse y ponerse en camino a mi encuentro. Sé que<br />
son vengativos. En el horizonte se apreciaba una fina columna de humo de color grisáceo. Es<br />
el que proviene de una casa donde se calienta la comida del día. Continúe por el sendero<br />
dejando atrás el bosque y dando paso a las praderas verdes y ricas de Terraverde, el río<br />
empezaba a hacerse visible, junto con la pequeña cabaña que era la vivienda del barqueo<br />
encargado de cruzar a quien lo requiera y pagué la pieza de plata que cuesta el impuesto<br />
fronterizo.<br />
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Un hombre con las cicatrices del tiempo en su cara, de piel morena y curtida, de<br />
fornidos brazos acostumbrados a tirar de una soga durante años, luchando contra la<br />
corriente del río, pasando su carga de una orilla a otra. Buenos días tenga maese barquero,<br />
¿ Está disponible para una travesía?. Tanto como tu estómago por un buen plato de estofado<br />
casero. Replicó en tono sereno y jovial. Pues no lo pensemos y pasemos.<br />
Entramos en la modesta pero confortable cabaña. Una mesa alargada en el centro de<br />
la casa y unos taburetes a su alrededor. Una figura envuelta en una capa con capucha, que<br />
tapaba en su totalidad, la cara de la persona que la portaba. Un brazo con una mano<br />
enguatada portaba una cuchara de madera, comía de forma tranquila, llevándose lentamente<br />
la comida a la boca. El otro brazo lo mantenía oculto bajo la capa, pero el pequeño bulto<br />
delataba a la mano que agarraba la espada.<br />
Me senté en el otro extremo de la mesa, frente a él y comencé a comer la ración<br />
humeante, antes de que cogiera la cuchara ya había una mano extendida pidiendo la tasa.<br />
Dándole la moneda se la llevo a los dientes para morderla y comprobar su autenticidad. Con<br />
maestría hizo desaparecer la moneda entre uno de los múltiples pliegues del inmenso fajín<br />
rojo que se cernía en su cintura, protegiéndole los riñones.<br />
Viajeros sin nombre, llegó el momento de cruzar el río. Los dos nos levantamos en<br />
silencio de nuestros respectivos asientos y no encaminamos a la puesta, fue entonces cuando<br />
le vi el rostro. Era una mujer, con vestimentas de mercenaria. Pantalón de cuero negro,<br />
camisa de seda blanca y chaleco también de cuero negro con remaches plateados. Espada y<br />
daga al cinturón y la mirada penetrante y fría. De cabellos dorados, sujetados con una tira de<br />
cuero, alrededor de la frente y una larga trenza reposando en su hombro derecho. Quizás de<br />
unos veintiocho años o quizás menos, no era fácil de calcular.<br />
Le cedí el paso y me dedicó una mirada examinadora y una leve inclinación de su<br />
cabeza en agradecimiento. Mientras caminamos hacia los caballos, se despoja de la capa<br />
metiéndola en una alforja de su montura, una hermosa yegua blanca de crines y cola<br />
plateada, tan alta y fornida como el propio Thor.<br />
No sé cual es el motivo que hace que me sienta atraído por la intrigante mujer, ¿ Será<br />
quizás?. No sé ni que decir, pero la sensación está presente y noto cierta inquietud en ella,<br />
quizás sienta ella lo mismo que yo. Giró sobre mí agarrándome al pasamanos de la barcaza<br />
mientras esta se alejaba de la orilla provocando pequeños remolinos en la corriente tranquila<br />
del río. ¿ A donde os dirigís, caballero?. La voz de la mujer era templada pero sin entonación<br />
ni emoción. A la Casa de la Cultura. He de ir a visitar a un hermano que en dicho lugar dejé<br />
hace cinco años y desde entonces no sé nada de Él, ¿ Y vos?. Donde la fortuna se encuentre<br />
o requieran mi brazo armado, quizás al Puerto Marítimo en Dridam y enrolarme en algún<br />
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arco en pos de nuevas batallas y aventuras en otras tierras, no hay en mi vida un destino<br />
fijado, ni ya lo habrá nunca. Esta vez su voz sonó distante, triste, amarga.<br />
El viejo marinero se nos acercaba con una garrafa de vino en una mano, y dos vasos<br />
de madera en la otra. Tomad, bebed, estamos a mitad del camino, dentro de poco posaremos<br />
nuestros pies en Terraverde estimados viajeros, brindemos por tan magnífico lugar de<br />
destino. Alzamos lo vasos y él bebió de la misma garrafa haciendo bailar su nuez en un rítmico<br />
subir y bajar, para terminar limpiándose con la escueta manga la chorreante barbilla. Nos<br />
miramos pero no hubo palabras hasta llegar a la otra orilla. Dejamos atrás al barquero que<br />
emprendía el regreso y dando grandes voces se despedía de nosotros con toda clase de<br />
buenos deseos y fortuna.<br />
Cabalgamos juntos hasta llegar a una pequeña posada. Nada más entrar un chaval se<br />
acercó corriendo cogiendo las riendas de los Alazanes. Yo me haré cargo de las monturas, no<br />
se preocupen. Desmontamos y nos encaminamos a la puerta donde el posadero nos esperaba<br />
bajo un gran cartel de madera tallada en el que se leía “ LA ATRONADORA “. ¡ Bienvenidos a<br />
mi negocio!, encantadora pareja. ¡ Bienvenidos!. Al pasar entre el posadero y la puerta, la<br />
mujer sin desviar la mirada dijo. No es mi pareja, ¿ Entendido?.<br />
Tras hablar escuetamente con el posadero en relación a los alojamientos y tras pagar<br />
las tres monedas de plata por una habitación que deberíamos de compartir, pasamos a<br />
degustar lo que llamó un manjar de Dioses, que en honor a la verdad era pura bazofia. Un<br />
caldo espeso en el que flotaban unos escasos y ennegrecidos trozos de lo que fuera carne de<br />
algún animal junto con un montón de zanahorias y patatas y otros trozos de materias<br />
identificables. Por lo menos el vino era un buen negro, con cuerpo y grados. Mientras<br />
comíamos, Ella dijo. Me llaman Rosa del Diablo y tú ¿ Cómo te llamas?. Diatros el Cazador.<br />
Hubo una pausa, de nuevo habló. Es extraño que un hermano cazador tenga un<br />
hermano estudioso de los antiguos pergaminos y al contrario. ¿ Cómo pueden dos hermanos<br />
tomar caminos tan diferentes en la vida?. Me temo que de eso se encargo mi Madre. Era a su<br />
modo una persona muy persuasiva y no permitió que su pequeñín fuera un bárbaro, con uno<br />
que se pasaba el tiempo corriendo tras la bestias, lanzándoles saetas, cuchillos, hachas y<br />
cualquier utensilio bastaba.<br />
La verdad es que mi Padre y Yo, pasábamos mucho tiempo en Bosque de la Muerte,<br />
entre los Montenegreses y sus montañas. Por desgracia un mal día, un mal entendimiento y el<br />
precio fue la vida de mi Padre y el odio de mi sangre hacia ese pueblo, que en mi niñez recorrí<br />
y donde aprendí los trucos de mi Padre y los de su pueblo. Puedo decir que los conozco<br />
demasiado bien, para su pesar. Me di cuenta que le estaba contando cosas que nadie había<br />
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escuchado hasta ahora y con una naturalidad que era precisamente lo que más me asustaba<br />
y callé.<br />
Rosa entonces tomó mi silencio como un momento de reflexión interna adecuada al<br />
sentimiento descubierto. Tomó un aire calculadamente tranquilo y cálido y dijo. La vida en<br />
ocasiones nos quita mucho más de lo que nos da. Yo también lo sé. Provengo de un país del<br />
que nunca habrás escuchado y del que yo casi ni me acuerdo. Éramos doce hermanos. Yo, la<br />
única chica, por lo que mis juegos de infancia eran peleas, carreras, para pasar de joven a las<br />
travesuras más propias de un mozo descontrolado que de una frágil mujer. Hecho este que<br />
trataba de ocultar siempre, camuflando con vestiduras y otros artilugios de lo más incómodos,<br />
hasta que un día en una taberna, escuché que en lo que fue mi pueblo, en una casa al pié de<br />
una de praderas al Norte, había acontecido una gran batalla, entre una familia de pastores y<br />
un grupo desconocido, pues sus rostros eran tapados por grandes turbantes y de largas<br />
túnicas, como los pueblos nómadas de las Dunas. Decían que los doce varones y los padres<br />
habían muerto en la pelea, la cual fue de ciento veintidós días, siendo famosa la batalla, por<br />
este hecho y por la peculiaridad de que era la única familia tan numerosa del condado.<br />
Se referían a mi familia, a mi gente. Desde entonces caminé en busca de los seres de<br />
negro, matando uno a uno, a todos ellos. Diciéndoles quién era antes de matarlos para ver el<br />
miedo en sus ojos mientras les cortaba sus asquerosos cuellos. Pero todo tiene un final y el<br />
mío fue que los maté a todos y mi venganza terminó, pero hizo de mi otro ser, un ser que solo<br />
sabía matar de mil y una forma. Terminé siendo soldado de fortuna hasta ahora.<br />
Bueno estaba claro habíamos compartido sentimientos y en ciertos sitios eso<br />
significaba una hermandad de armas y campañas. No estaba seguro de cuales eran las<br />
verdaderas razones de la Rosa del Diablo. Con una voz ronca y con un hedor añejo saliendo<br />
de esa boca sonrosada y brillante de grasa y vino, apareció el posadero gritando. ¡ La<br />
Tormentosa, no solo es el nombre de mi negocio, es también el nombre de mi espada!. Con la<br />
que en más de una ocasión he tenido que lamentar el haber partido en dos a una persona<br />
adulta, lamentar tener que limpiar todo el suelo de sangre, sesos y trozos de... en fin. Tanto lío<br />
tan solo por no pagar esto o aquello o provocar una pelea en mi local. Soltando una sonrisa<br />
tan irónica como la mirada. No se preocupe, le contesté, pues en este saco hay para pagar<br />
más de lo que tú me puedas proporcionar. Trae otra jarra de negro y déjanos, esta<br />
conversación es nuestra y el hierro mohoso que cuelga de tu cintura, ni me impresiona, ni me<br />
importa su gloriosa vida pasada, mi daga es superior y mi pulso está tan fresco que busca tan<br />
solo una excusa. Lo entendéis ¿ Verdad?. Odiaba ser tan rudo, pero tenia que interpretar bien<br />
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mi papel y ya me encontraba bastante molesto con tener que engañar a Rosa. Ella había<br />
confiado en mi y yo la estaba hablando con una mascara, que cada vez aprieta más.<br />
Sin mediar palabra el grasiento hombre se alejo farfullando consuelos a su fiel espada.<br />
Al instante una mujer joven trajo la jarra de vino y esperando de pie sin decir nada espero a<br />
que le pagara la misma. Sus temblores aumentaron cuando Rosa la miró a los ojos de una<br />
forma, que tan solo se aprende en la batalla. Una vez pagué, desapareció tan rápido como<br />
pudo controlando sus temblorosas piernas.<br />
Rosa soltó una carcajada de satisfacción ante la reacción de la joven, me di cuenta<br />
que era precisamente lo que buscaba. Mirándole ahora Yo a los ojos le dije a la par de una<br />
sonrisa. Me esta dando miedo el compartir la habitación. Los dos solos entre esas cuatro<br />
paredes estrechas, sabiendo que esta a mi lado mujer tan perversa. ¿ Qué es lo que harías,<br />
Rudolf?, Depende. ¿ De que dependería?. Del carácter o la postura. ¿ A que postura te<br />
refieres?. ¿ Y sobre todo, donde he de hacer o como he de estar en esa postura determinada?.<br />
Ves a lo que me refiero. Hago bien en tener miedo, creo que dormiré abrazado a ti para estar<br />
seguro de que tus movimientos no sean ni bruscos ni aletargados por el sopor del sueño.<br />
Los dos empezamos a reír como dos camaradas que se cuentan un chiste, eso es lo<br />
que los demás parroquianos veían, pero en nuestros ojos había un brillo de complicidad. En<br />
nosotros había algo que a cada momento sorprendía a mi mente de una forma alarmante y<br />
confortable, intrigante y con un toque de seducción hacia la especie de juego en el que los<br />
dos nos manteníamos.<br />
Apuramos las últimas gotas de vino y apoyándonos el uno en el otro encaminamos<br />
nuestros tambaleantes pasos por la escalera, por el pasillo y por fin hasta un camastro en un<br />
perímetro de tres metros que llamaban habitación. Cerré la puerta de una patada y con el<br />
desequilibrio producido por esta acción, terminamos de cabeza en el destartalado camastro<br />
en medio de risas y gestos de silencio que provocaban más risa.<br />
Solo se hizo el silencio cuando nos dimos cuenta que estábamos abrazados y tan<br />
cerca que nuestros labios ya casi se rozaban. Nos separamos rápidamente, sintiendo un<br />
rubor que tan solo recuerdo en mi infancia cuando era pillado en algún acto de pillaje. Nos<br />
dimos la vuelta y dormimos la borrachera.<br />
Al amanecer me encontré agradablemente abrazado por Rosa. No quise moverme<br />
para no despertarla, pero en ese mismo instante su voz sonó dulce y clara. Buenos días,<br />
descansasteis tan bien como Yo. Desperezándose y estirando sus brazos. La observé desde<br />
el camastro mientras se incorporaba y caminaba por el poco espacio libre de la habitación.<br />
Una figura ahora más esbelta, o eso me parecía, desfilando delante de mi, mostrándome<br />
todos sus ángulos, mostrándome sus oquedades y salientes, las curvas de sus caderas y unos<br />
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pechos que ya no se escondían tras un peto metálico. El pelo caía suelto, mitad a la espalda<br />
mitad al pecho, sus cabellos atrapaban los destellos del sol.<br />
Paré en mis pensamientos al darme cuenta de que ya no se paseaba y que permanecía<br />
de pie frente a mí, en el centro de la cama, mirando con curiosidad la expresión que mi rostro<br />
tenía en esos momentos de pensamientos tan ....<br />
Bueno, te decides ¿ O qué?. ¿ A qué te refieres, Rosa?. ¿ Serías capaz de realizar esos<br />
pensamientos, que tan absorto te tenían?. Mejor sería que no lo hiciera. ¿ Acaso eran malos<br />
pensamientos?. El juego verbal continuaba donde anoche lo dejáramos, por lo qué y<br />
admitiendo el reto contesté. Mis pensamientos nos harían sudar, más el resultado final,<br />
siendo como es lo mejor de desarrollo, es posible que contenga dos esencias, una maligna<br />
que nos separaría para siempre y otra benigna que haría de nuestros lazos un cordón de<br />
acero. Me miró en silencio, barrio la puerta, me miro otra vez y desapareció por el pasillo<br />
quedando solo el sonar de sus pasos al bajar las escaleras de madera.<br />
Cuando bajé se estaba terminado un gran tazón de leche. Esta vez no me miró, esta<br />
vez miraba el fondo del cuenco como buscando una respuesta a una pregunta. En silencio<br />
tomé un cuenco que llené también de leche, le añadí unas hierbas para la resaca que<br />
guardaba para estas ocasiones. El efecto es rápido y mi mente empieza a pensar en la tarea<br />
que hasta estos parajes me trajeron y claro el recuerdo de Candy y Diatros apareció unido y<br />
el Mago Leafar, por lo que me encaré a Rosa que continuaba sin decir nada mirando el fondo<br />
de un tazón vacío.<br />
Rosa he de irme, tengo una misión que hacer. Por fin empiezas a decir la verdad. Sé<br />
que no vas a ver a tu hermano, pues no tienes pinta de tener un hermano. No me interesas ni<br />
quien eres, ni tus fines, solo me interesa el aquí y ahora. No te acuerdas. No tengo pasado ni<br />
futuro y el presente se torna en ocasiones muy peligroso para una mujer que viaja sola, por<br />
eso acepte el cabalgar a tu lado, el compartir borrachera, cama y resaca... pero....<br />
Se levantó dejando caer el recipiente vacío sobre la mesa y caminó hasta ponerse a mi<br />
paso. Los caballos esperaban en la puerta, el muchacho mostraba una sonrisa en espera de<br />
una recompensa por los cuidados, había cepillado al los dos Alazanes y las barrigas se<br />
mostraban repletas y redondeadas, por lo que una moneda de plata voló hasta su mano libre.<br />
Montamos dejamos atrás algo más que una posada destartalada y mugrienta, pero no hubo<br />
ninguna palabra, ninguna mirada.<br />
Quedaban dos jornadas hasta llegar al castillo del Rey Ongro. Su reino se extendía a<br />
partir de ese punto y ése mismo punto sería el de nuestra despedida. Fue la primera vez que<br />
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deseé no llegar a mi destino. Fue la primera vez que al girarme y ver el perfil de Rosa, no vi a<br />
una mercenaria sino a una mujer de lo más hermosa y esto inquietaba mi espíritu.<br />
Llegamos a un pequeño claro donde había un puesto que ofrecía al viajero carne seca,<br />
pan, vino, queso y otras viandas. Paré para comprar queso, un trozo de pan, tres botellas de<br />
vino y un trozo de tocino que guardaba escondido debajo de la carne seca para mantener<br />
ésta un poco más fresca. Continuamos la marcha sin mediar palabra, la situación empezaba a<br />
incomodarme, a desconcertarme en su actitud, pero pensé que sería mejor dejar pasar el<br />
tiempo.<br />
Era ya hora de parar y comprobar que la compra era como parecía, en una pradera<br />
tan verde y amplia, como nuestra vista daba de sí, hicimos un alto, continuábamos sin hablar,<br />
tan solo, movimientos mecánicos en una situación tirante de la que no comprendía nada.<br />
Desenrollé la comida de la envoltura de piel en la que el mercader nos preparé. Ella se<br />
declaró voluntaria para recoger leña para la hoguera. Dejó caer pesadamente la carga de<br />
leña que en sus brazos transportaba, sin la mayor importancia, abstraída en unos<br />
pensamientos que alargaban su cara. Respeté su silencio y no fue hasta terminar de comer en<br />
que giró su cabeza y mirándome fríamente me dijo. Hay una cosa que me inquieta. Esta<br />
mañana he visto como me mirabas y desde entonces hay algo dentro de mí que no comprendo,<br />
que nunca he experimentado y que como algo desconocido me da mucho miedo. No sé que es,<br />
pero cada vez que te miro siento un nuevo latigazo dentro de mi y no sé que es eso..... ¿ Tú lo<br />
sabes?...... un silencio galopó cortando el aire a muestro alrededor. Sabia perfectamente lo<br />
que me quería decir y en cierto modo Yo tenia la misma sensación y también había en mi<br />
cabeza más tormentas de la que ella tenía, y sin embargo sentía lo mismo que ella, que<br />
dilema, jamás me había encontrado en una situación como ésta pero sentía que mi corazón<br />
estaba a punto de estallar, la cabeza me daba vueltas y sentía como mi estómago quería salir<br />
por mi boca.<br />
Cuando me quise dar cuenta estaba besándola y rodábamos por el suelo como dos<br />
tiernos zagales en un prado. Bueno por lo menos lo del prado era cierto y en cuanto al resto.<br />
¿ Cuanta culpa tenia la soledad y la distancia?, sin olvidar de que Rosa era una mujer de lo<br />
más hermosa y atractiva. Su cuerpo era tan insinuante y curvilíneo como uno de los más<br />
perfectos y en el fondo no era más que dar rienda suelta a una tensión mutua de la que<br />
ninguno encontraba explicación, por lo que lo más coherente, y esto lo sabíamos los dos, era<br />
dejar rienda suelta a la pasión y al calor que dentro anidaba. Y así ocurrió cuando fui otra vez<br />
consciente de mis actos, me encontraba desnudo, empapado en sudor y caído<br />
lánguidamente, boca abajo al lado de Rosa, por primera vez fui también de la totalidad y<br />
hermosura de su cuerpo desnudo, cerré los ojos y lloré.<br />
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Me incorporé con la intención de continuar mi camino lo antes posible. Rosa aun en su<br />
desnudez me miró y dijo. Sé que esto no ha tenido ni razón ni sentido, pero ocurrió y no me<br />
arrepiento. Has de saber, para tu orgullo o tu cuenta, que has sido el primero y que no me<br />
arrepiento de haberlo hecho, tan solo maldigo no haberlo hecho antes, no haberte conocido<br />
antes..... Un silencio tan largo como la propia existencia de las estrellas resumidas en un<br />
puño, hizo su aparición, rompiéndome el corazón, por primera vez en mi vida sentí una mano<br />
apretándome el cuello, queriéndome arrancar el aire que me rodeaba y deseé la muerte.<br />
Monté sobre Thor y me marché dejando atrás una parte de mi vida. De la que nadie sabrá<br />
nunca. De la que nadie será testigo ante el amor que de pronto sentía por la Rosa del Diablo.<br />
Al siguiente recodo espoleé a Thor con la inocente intención de salir corriendo, en el<br />
fondo me seguía comportando como un niño, huyendo del problema, pero confiaba en el<br />
tiempo, ése sanador de heridas internas. Ése mecanismo que es capaz de cicatrizar todo,<br />
pero que al mismo tiempo cobra el tributo de hacerte el corazón de piedra a cada trozo que<br />
encallece.<br />
El sol empezaba a acomodarse en el horizonte, dejando paso a las sombras que<br />
empezaban a desperezarse y a recorrer sus dominios. Unas rocas me estaban brindando su<br />
refugio para pasar la noche, seguro, tranquilo o por lo menos era lo que deseaba encontrar<br />
en estos momento. Otra vez la cabeza llena de pensamientos, dudas y temores provocaban<br />
un palpitar en mis sienes produciendo un intenso dolor de cabeza, me acomodé de la forma<br />
más rápida, tanto como pude. Preparé un pequeño fuego donde calentar un poco del vino y<br />
añadirle unas hierbas, no disponía de agua y el vino era el único líquido a mano. En el peor de<br />
los casos potenciaría al sueño y esa noche dormiría placenteramente. Me importaba un<br />
comino la seguridad. Si he de morir, durmiendo es una buena forma, también tan solo no te<br />
despiertas nunca.<br />
Esa noche soñé. Sé que soñé, pero no me acuerdo de qué o con quien. Tan solo mis<br />
vestiduras empapadas me comunicaban que fue noche agitada. La piel de oso era una<br />
trampa, enrollada en mi cuerpo, atenazando mis brazos, inmovilizando mis actos. Tuve que<br />
rodar por el suelo para librarme del abrazo que tan cariñosamente me ofrecía mi vieja piel de<br />
oso.<br />
Thor con visible nerviosismo, golpeaba la tierra húmeda, con su casco delantero, con<br />
el rocío aún latente, acercando su cabezota a la mía para golpearme con su hocico en una<br />
caricia más que empujón. Buenos días querido Thor, estabas preocupado, ¿ Verdad?, Bueno<br />
ya pasó. Con el nuevo día, todo empieza y Tu y Yo tenemos deberes que hacer, hay que<br />
olvidar más que me pesé, pues hay otro destino, hay otra gente, hay otro compromiso.<br />
Pasaron las horas y mi mente se encontraba vacía. Era Thor quien conducía la misión<br />
y he de decir que extraordinariamente, por cierto, pues al medio día ya se divisaban las<br />
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columnas de humo que enmarcaban al castillo del Rey Ongro. En breve aparecerían las casas<br />
de los pastores y vaqueros.<br />
Entraré y me mezclaré con esa multitud de gente que recorre sus calles haciendo<br />
negocio, vendiéndote y ofreciéndote, hasta lo que en tu vida no habías visto. Un bullicio de<br />
voces coreando sus productos, era lo que me esperaba, eso y tener que estar alerta, como en<br />
toda gran ciudad, los ladrones, eran más numerosos que los propios habitantes,<br />
descansando en cualquier esquina, esperando al pardillo que se equivoque de calle y entre<br />
en sus dominios, entonces como una araña se abatirá sobre ti y en sus redes caerás y<br />
seguramente morirás. No les gusta dejar testigos de sus andanzas.<br />
Con la ciudad ya a la vista, dispuse de mi piel de oso como capa, aprovechando la<br />
parte de su cabeza para tapar la mía y con sus manos hacer un nudo al cuello, dejando caer<br />
sus garras sobre mi pecho. No quería que nadie me reconociera, no había que dar pie a<br />
ningún error, por lo que prácticamente bordeé la ciudad, por su lado Norte y evitando a la<br />
gente me encaminé sin detenerme hacia la casa santuario del Mago Leafar.<br />
Sentía cada vez más el palpitar mi corazón, cuanto más me acercaba a la meta más<br />
rápido era su ritmo. Pero en mi cabeza había demasiadas cosas. Tenia que tranquilizarla<br />
antes de presentarme ante el Mago. Soy perfectamente consciente de mi responsabilidad, de<br />
que solo tan tenia una oportunidad y un presentimiento. El sueño con el Mago. La solución se<br />
encontraba en sus palabras, intenten recordarlas, pero el sueño se encontraba por debajo de<br />
los recientes acontecimientos y me resultaba difícil recordarlos en su totalidad y eso me<br />
enfurecía, me enfurecía terriblemente, maldiciéndome ante mi estupidez.<br />
En la lejanía, casi en el pié del horizonte aprecié una construcción en semiruinas. Me<br />
dirigí hacia el lugar, era pronto para acampar, pero prefería llegar de mañana a casa del<br />
Mago. Por otro lado, me proporcionaría tiempo suficiente para aclarar mis pensamientos.<br />
Dejé a Thor trotar hasta el lugar sin medir tiempo ni espacio, tan solo me deje llevar hasta el<br />
lugar donde inconscientemente me encontré, al despertar de mis pensamientos. Thor ya<br />
estaba disfrutando de la abundante hierba que nos rodeaba, con su cuello agachado,<br />
comiendo plácidamente y Yo en lo alto de Él sin saber cuanto había permanecido así.<br />
Desmoté, le quité la silla y la manta. Él con un relincho agradeció la libertad de carga y<br />
trotó y saltó a mi alrededor. Dejé caer la silla con la flacidez que mis brazos ofrecieron y de<br />
igual modo, me deje caer yo mismo. Sentado sobre la hierba miré mi alrededor. Delante de mí<br />
estaba lo que debió ser la vivienda. A mi derecha una especie de cuadra, donde Thor había<br />
descubierto un poco de forraje del que ya estaba dando cuenta. A la izquierda, un corral<br />
donde tan solo unas cuantas estacas quedaban en pie, en demostración de lo que en su día<br />
fue.<br />
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Me levanté pesadamente y me encaminé a la choza que tenía la apariencia de haber<br />
sido partida en dos. En diagonal. Como por una monumental espada. La mitad de su techo, la<br />
mitad de sus paredes, la mitad de sus muebles yacían en el suelo y la otra mitad contemplaba<br />
en pie, la destrucción con melancolía.<br />
La suerte me acompañaba, el camastro estaba intacto junto con la mesa y un taburete.<br />
La chimenea era otra de las pocas piezas que continuaban de pie, junto con una lámpara de<br />
aceite que colgaba vestida de telarañas y tiempo, pero con la barriga llena de dorado líquido.<br />
Casi parecía medio hogar. Me senté sobre la mesa, en una de sus esquinas, quedándome al<br />
frente de la zona despejada de pared, desde ese punto parecía un cuadro pintado con colores<br />
brillantes, aceitosos, con destellos casi sobrenaturales, emanado una tranquilidad al entorno,<br />
contagiosa y Yo necesitaba de esa paz, para las próximas horas.<br />
Terminaba de comer un buen trozo de queso, con su pan y su vino negro. Recio y<br />
fuerte, como el mismo queso. Terminaba cuando los grillos empezaban con su cantar, con su<br />
seducir nocturno y como siempre, al final, el sincopas termino en melodía. Brotando de cada<br />
rincón, envolviéndome totalmente en su ritmo. Saqué mi pipa y comencé la ceremonia al son<br />
de los insectos, al ritmo de sus patas frotándose, gimiendo unos favores de seducción.<br />
Recogiendo una pequeña rama de la hoguera, encendí la pipa, para sentir las mismas<br />
sensaciones de siempre. La misma libertad aparente, que me desataba de las cadenas<br />
terrestres y que hace que mi mente y Yo seamos uno dentro del otro. Se repiten las mismas<br />
pautas, el mismo número de caladas, el mismo artificio de luces y destellos en mi cabeza y<br />
deportó con un sonido atronador escuché de nuevo las palabras del Mago.<br />
Rudolf, la llave es una palabra, la palabra, una verdad, la verdad, un sentimiento. Esté<br />
sentimiento se encierra, casi siempre, en un pequeño cofre el cual no siempre se abre, ni en<br />
una vida entera; encuentra el significado dentro de ti mismo.<br />
Del sobresalto caí de espaldas, golpeándome en la cabeza, perdiendo la consciencia<br />
viendo parte del cielo con sus estrellas. No antes de que una palabra empezara a tomar forma<br />
en mi mente, quedándome dormido con ella en mi pecho.<br />
A la mañana siguiente, mi cabeza tenía aun guardada la palabra, mi pecho continuaba<br />
sintiéndola y con esa fe me encaminé a ver al Mago de una vez por todas.<br />
Los pájaros empezaban con sus trinos cuando Thor, receloso, soportaba de nuevo la<br />
manta y la silla, resoplando al ajustar los correajes, como siempre hacía y esto me produjo la<br />
primera sonrisa desde que dejara a Rosa atrás, en el camino. Sereno, despacio monté y Thor<br />
comenzó a caminar de vuelta al camino, que sin duda nos llevaría a la gran casa.<br />
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La mañana transcurría apacible, el sol ya estaba lo suficientemente alto como para<br />
calentar, dejé caer la cabeza hacia atrás para que los haces de luz me dieran en los ojos<br />
cerrados y ver en la oscuridad de mis párpados los destellos que se producen con sus rayos.<br />
Recordándome a cuando era niño y me tiraba en una pradera, para cerrar los ojos y ver esa<br />
maravilla del universo.<br />
Un relincho unido a un cambio del paso de Thor, me devuelven a la realidad, la casa<br />
del Mago está frente a mí, la hora esta cercana tanto para el fracaso como para el éxito.<br />
De pie frente a un portón de vieja y oscura madera, reforzada por tiras de hierro<br />
remachadas, formando un dibujo. Dando cobijo al óxido más afianzado que jamás vi sobre<br />
metal alguno. Una enorme cabeza de león sujetaba en su mandíbula una argolla de igual<br />
proporción. Tomando ésta, llamé a la puerta.... Los primeros minutos pasaron sin respuesta.<br />
Otra vez acciono la argolla, provocando nuevos ecos de llamada, sin obtener contestación.<br />
Ya me disponía a recorrer el perímetro, cuando una voz como de ultratumba erizaba<br />
mis cabellos en un escalofrío de terror y sorpresa. ¿ Qué es lo que queréis?. ¿ Quién osa<br />
perturbar mi calma?. ¡¡ Por los Dioses!!, ¿ No tenéis nada mejor que dar estos sobresaltos a<br />
quien viene de buena fe y en busca de ayuda?, ¡ Por Dios!<br />
La voz que exigía una explicación por el importúnio producido con la llamada era de<br />
tono seco y áspero. Esto indicaba claramente su humor, al cual no estaba dispuesto a<br />
sucumbir, por muy amenazador que sonara, por lo que Yo también le grite.<br />
Por dos veces en mis sueños aparecisteis, para sembrar mi cabeza con una pregunta.<br />
Por dos veces violasteis esa intimidad propia del ser humano y todavía osas gritarme y<br />
amenazarme. Al que viene con la solución, con la respuesta, con la palabra. Revuélvete en tu<br />
castillo ante esta mi voz. La palabra es AMOR.<br />
Las piedras de los muros temblaron. El óxido de la puerta, saltó formando una nube de<br />
color marrón a mi alrededor y unas puertas adormecidas por el tiempo protestaron ante el<br />
esfuerzo de abrirse, dejando ver un corredor que conducía a un patio, donde de pié aguarda<br />
una figura delgada, cubierta de larga túnica lisa de color azul pálido, con las mangas anchas y<br />
bordadas en hilo de oro, ceñida a la cintura por un cordón dorado junto con unas sandalias de<br />
cuero cubriendo los huesudos pies.<br />
La cara provista de larga cabellera plateada y una barba no menos escasa, dejaba<br />
entrever una faz pálida y serena, surcada por multitud de finas arrugas, una sonrisa abierta<br />
ofreciendo unos amarillentos dientes completaba el cuadro.<br />
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Bueno hijo, por fin has llegado. Te estaba esperando, pasa y descansa pues tu viaje<br />
está llegando a su fin. Pasamos al interior de la casa. Una luz tenue envolvía su interior, pero<br />
que sin embargo era suficiente para apreciar al sencillez de todo. Era una gran estancia<br />
cuadrada, rodeada de enormes y sedosos cojines. Una chimenea en un lateral<br />
complementada por dos grandes mesas, dispuestas a derecha e izquierda. Una con platos<br />
repletos de frutas. La otra repleta de tubos y elementos de alquimia; Unos de cristal, otros de<br />
bronce o plata y todos, rodeados por libros antiguos y polvorientos, de frascos de mil colores.<br />
Su voz atrajo otra vez mi atención, cortando en seco mi curiosidad. Me invitaba a<br />
sentarme, con su gesto, ante una mesa en uno de los rincones de la estancia, y así lo hice.<br />
Sirvió un té de aroma suave y penetrante, con un toque a ¿ Rosas?, ¿ Obsesión?.<br />
Bien, cuéntame tu historia. Estoy impaciente por saber lo que te trajo hasta mí, los<br />
motivos por los que desafiaste, cualquier obstáculo, para gritar ante mi puerta la palabra<br />
amor.<br />
Miré fijamente a los ojos del Mago. Estudiando mentalmente mis palabras, antes de<br />
pronunciarlas, esculpiendo mi historia, para darme cuenta que al fin y al cabo Yo no sabia<br />
hablar con sutileza y no haría otra cosa que desorientar al Mago con explicaciones sobre las<br />
explicaciones. Decidí hablar directamente y sin apartar la mirada.<br />
¿ Por que me preguntas, lo que tan bien sabes?, ¿ Por qué niegas el hecho de haber<br />
participado de mis sueños?. Sabéis bien mis motivos, así como sabéis el porqué de mi partida<br />
a tierras inhóspitas y lo que encontré. Sabéis mis sentimientos y sabéis la tiranía del tirano, ¿<br />
Por qué si no abristeis las puertas?.<br />
Sé que es posible que detectaras la magia maligna de astuto Devils y quieras<br />
participar por fin en el juego, siendo éste un buen día para empezar. Puede que ya seáis<br />
mayor y no sepáis ni de que os estoy hablando y puede que me des una sola respuesta a<br />
pesar de ser varias las preguntas, pero ¿ Será tu ignorancia la causa de que no me<br />
respondas, o tan solo prudencia?.<br />
Continúe mirando fijamente a sus cristalinos ojos azules, perdiéndome en su<br />
inmensidad, intentando perforar la separación hasta su cerebro.<br />
El silencio lleno la estancia. Nuestras miradas continuaban fijas. Tras unos instantes el<br />
Mago sin decir palabra se encaminó hasta la mesa y repasó las páginas de un antiguo<br />
manuscrito rúnico, surgiendo sonidos guturales en alguna lengua perdida. Recogió un<br />
pequeño frasco, con un líquido de aspecto lechoso en el que introdujo un polvo violeta que al<br />
contacto con el líquido se convirtió en un verde intenso, para terminar en un rojo denso, como<br />
la propia sangre. Tapó con esmero el frasco introduciéndolo en un saquito de cuero.<br />
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Ojeó otro libro, para desdeñarlo al instante con una maldición. Enloqueció, apartando<br />
unos libros y otros hasta dar con uno. El más pequeño de todos. Miró con avidez el contenido<br />
de sus páginas mientras distraídamente cogía una manzana de la otra mesa y empezaba a<br />
morderla, mientras paseaba arriba y abajo. ¡ Esto es, lo encontré!. Y nerviosamente otra vez<br />
rebuscó entre los frascos de colores, en pos de otra extraña pócima que al encontrarla la<br />
introdujo en el saquito junto con el otro frasco. Se encamino directamente hacia mí.<br />
¡ En pie pequeño arrogante!. ¡Que equivocado estás si crees que este viejo esta<br />
acabado y senil!. Pronto tus ojos serán testigos de tus verdades y de tus mentiras, antes de lo<br />
que tu crees. Descarado cazador. Enamorado de la hermana de un dragón, ¡ Juventud!.<br />
Pasó por delante de mí como si yo no existiera. Rescató de un tumulto de telarañas, un<br />
largo pergamino, que extendió sobre la mesa en la que todavía, atónito, por las evoluciones<br />
aceleradas de viejo Mago me encontraba sentado.<br />
Señálame el lugar exacto donde los hermanos se esconden esperando nuestro<br />
regreso. Increpó con su huesudo dedo corazón, señalando al mapa. Examiné el plano, era<br />
muy antiguo, algunas de las puntualizaciones del cartógrafo ya no existían o sé habían<br />
cambiado de lugar, como pude apreciar al seguir el trazado del Río Azud o Agua Negra, pues<br />
dependiendo del país por donde pasara se llamaba de diferentes formas, pues también se le<br />
llama Río Arco en Dridam.<br />
Aquí le dije, señalando el lugar con la punta de mi daga, aunque ahora el río pasa por<br />
este otro lado para fundirse, por este otro. En el cauce seco, en una cueva esperan los<br />
hermanos. ¡ Pues bien!. Gritó animoso el Mago. Deja a tu Alazán en mi casa. Nosotros<br />
tomaremos otro transporte más seguro y rápido. Girando se encamino hacia una puerta, la<br />
abrió y sacó un descolorido manto con un color parecido al verde manzana. Acércate a este<br />
viejo y disponte a sentir lo que nadie excepto yo he visto. Conocerás lo que llamo un pliegue<br />
en el espacio. Esto nos permitirá estar en un instante al lado de tus amigos.<br />
Y así lo hizo, nos cubrió a los dos completamente con el manto y cuando volvió a<br />
destaparnos, nos encontrábamos a unos cuarenta pasos de la cueva. Retrocedí aterrado por<br />
el acto de brujería, no daba crédito a mis ojos, un escalofrío recorrió mi espinazo en toda su<br />
longitud, mis ojos parpadeaban alocadamente, queriendo comprender lo ocurrido y mi mente<br />
era un singular interrogante.<br />
Unos gritos de pelea resuenan en la cueva, mirando al viejo Mago y sin decir palabra,<br />
salí corriendo hacia los orígenes, que no eran otros que la cueva, al llegar a su entrada ya con<br />
la espada en la mano, vi como Diatros se entregaba en la lucha con... ¿ La Rosa del Diablo?. Sí<br />
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era Ella, pero con la cara transformada. El odio y la maldad afloraban por cada poro de su piel<br />
a cada gota perlada de sudor, a cada estocada que lanzaba contra Diatros.<br />
Por que no atacas a uno de tu tamaño, mujer del infierno. Ya nos conocemos y no creo<br />
que tengamos que hacer galanterías. Atácame si osas o si lo que busca es una muerte placida<br />
en su rapidez.<br />
Giró lentamente quedándose cara a cara conmigo con una mueca parecida a una<br />
sonrisa. Ataco, ataco con una furia que casi no pude controlar. El primer impacto de las<br />
espadas fue tan brutal que nos vimos cubiertos por las chispas despedidas por el metal de<br />
nuestras espadas, yo giré a mi vez, eludiendo la daga que en su mano izquierda buscaba<br />
ansiosa mi sangre. La golpeé en la espalda con una patada lateral, que la lanzó de bruces<br />
contra la pared. Se dio la vuelta sangrando por la nariz y la boca, mostrándome su sonrisa<br />
ahora teñida de rojo goteante.<br />
Afiancé mis pies en espera del nuevo ataque, cuando en ese momento apareció el<br />
Mago. Rosa al verle, gritó su canto de guerra, de muerte, mientras cargaba contra el anciano.<br />
Lancé mi daga de doble filo, que encontró acomodo en la yugular de Rosa, que se desmoronó<br />
a un metro escaso del paralizado Mago.<br />
Entre tanto caos y alboroto, entre jadeos y la visión de la mujer con la que tan solo<br />
hacía unos días, yacimos en el mismo lecho. Con la que crucé pactos de hermandad y ahora<br />
yacía en el centro de un charco de sangre que cubría el suelo.<br />
Candy había perdido el sentido y estaba en el suelo. Diatros maldecía una y otra vez la<br />
presencia de la mujer que ante ellos apareció pidiendo refugio y comida y que en un descuido<br />
golpeo a Candy en la cabeza y comenzó su terrible ataque en nombre de Brujo Devils, su<br />
amo y señor.<br />
Mientras el Mago atendía a Candy, Yo tranquilizaba a Diatros. Al tiempo intentaba<br />
interrogar al enorme dragón, para sacar la mayor información posible sobre los últimos<br />
acontecimientos. Logré por fin apaciguarlo y tras charlar con Diatros, comprendí que Rosa no<br />
había dicho nada, posiblemente, no asoció mi persona con los hermanos. Tan solo fui otro<br />
más en su camino.<br />
Comentó la fiereza de los ojos de la mujer, la expresión de su rostro, maldiciendo su<br />
nombre y el de sus ancianos y la oportuna aparición, pues en el fondo él no podía atacar a una<br />
mujer sin sentir una serie de perjuicios, quedando sus ataques en meras defensas.<br />
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¡ Pero dejaros de palabrerías!. Gritó Diatros. Es él. Es el Mago. Si, le contesté. Y he<br />
de decirte que ha sido toda una odisea el ir y venir hasta llegar a este lugar. Pero lo hemos<br />
conseguido. Me escuchas, lo logré.<br />
En la cueva, el Mago incorporaba a Candy, que ya reaccionaba ante el olor de un flor<br />
que no tenía ni idea de donde la había sacado el viejo Mago. Candy al vernos nos dedico una<br />
sonrisa y me alargó su mano, para que se la estrechara, lo hice presto, postrándome a su<br />
lado.<br />
Diatros asomaba la cabeza por la entrada de la cueva, sin atreverse a entrar,<br />
receloso, con una sensación en el pecho que no le dejaba respirar y encogía su vacío<br />
estómago.<br />
El Mago se incorporó y muy solemne pronunció. Es hora de empezar a administrar<br />
justicia, es hora de enderezar los entuertos y comenzar el nuevo camino. Diatros a mí.<br />
¡ Presto te digo!. Diatros acudió no sin un punto de orgullo herido. Si Mago, que queréis que<br />
así me requerís, decid.<br />
El Mago le miro fijamente y serenamente dijo. Se nota que ya hace tiempo que eres<br />
<strong>Dragón</strong> y que tu sangre ya no es la misma de la que con que nacisteis, pero no es tarde para<br />
poner las cosas en su sitio. Acércate a mi, por favor y Diatros así lo hizo. ¡ Rudolf!. Increpo el<br />
Mago. Trae una manta, presto. Diatros escucha las palabras que en la lengua primaria<br />
escribieron nuestros antepasados a los que conocí en otros tiempos, con otras caras, en otras<br />
vidas.<br />
Era un murmullo lánguido en un principio, aumentando la carencia en disonantes<br />
tonos que no comprendía, que hicieron que Diatros cerrara sus ojos y entrara en una especie<br />
de trance, tambaleándose de un lado a otro y de la misma forma que el canto antiguo nació,<br />
murió en un silencio, tan solo roto por el ruido del cristal al estrellarse contra el suelo a los<br />
pies del <strong>Dragón</strong> dormido.<br />
Una densa nube de un verde intenso, empezó a envolver, a recorrer el cuerpo de<br />
Diatros, ocultando todo lo que en sí nos rodeaba. Un largo espacio indeterminado de tiempo,<br />
quizás una eternidad y una brisa apareció del centro de la cueva, del lugar donde vi por última<br />
vez al Mago alzando sus brazos.<br />
En la misma postura se encontraba, cuando la brisa despejó la cueva, doblegó sus<br />
rodillas y se dejo caer al suelo, exhausto por el conjuro. A su lado un Diatros, desnudo, nos<br />
miraba sin darse cuenta de su propia desnudez, mostrando un cuerpo humano en su<br />
totalidad, tan solo marcado por las mismas cicatrices que portaba el <strong>Dragón</strong> <strong>Dorado</strong>.<br />
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Por medio de un encantamiento menor, según Leafar, éste hizo aparecer unas<br />
vestiduras y unas armas para Diatros, el cual todavía torpemente intentaba vestirse lo más<br />
rápido posible. Todavía no se acostumbraba a caminar como un humano, a verse como un<br />
humano, a ser otra vez humano, sin garras ni escamas, sin colmillos, pero eso sí con el mismo<br />
hambre.<br />
Mientras el Mago ya recuperado, atendía en estricta audición a la historia que Candy le<br />
contaba, me retiré en silencio, salí al exterior y me encaminé hasta donde estaba el cuerpo de<br />
La Rosa del Diablo. Empecé a cavar un foso para darle sepultura. No consentiría que las<br />
alimañas tocaran un cuerpo que una vez fue mío. No permitiría que ultrajaran el cuerpo de un<br />
guerrero muerto en justa. Había honores hasta para el enemigo y con mis propios brazos la<br />
deposité dentro, junto a sus armas cruzadas en su pecho. Junto con mi daga que ahora,<br />
después de haberla partido en dos descansaría con ella y con mis manos tapé su cuerpo, y<br />
con mis manos puse roca sobre roca y con mis ojos dejando escapar lágrimas le dije adiós a<br />
la mujer que estaría siempre presente en mi corazón, a pesar de que..... no soy capaz de<br />
llamarla enemigo.<br />
Regresé a la cueva, estaban esperándome, Leafar quería exponer su decisión. Ahora<br />
estamos todos reunidos y partiremos a mi casa, donde descansaremos en la seguridad total<br />
mientras ultimamos las acciones a tomar en palacio, ante el Rey y toda la corte. Me encantará<br />
ver la cara del Canciller, cuando aparezcamos, pienso hacer la más espectacular puesta en<br />
escena que os podáis imaginar y todos nosotros apareceremos al unísono, para contemplar su<br />
cara, su miedo. Y rugirá la voz de la verdad, atemorizando su más oscuro ser y se dictará la<br />
sentencia más justa que se pueda encontrar, para que cada una de nuestras almas encuentren<br />
la paz negada durante estos cuatro largos años.<br />
Nos agrupamos en un círculo apretado y el Mago envolvió al grupo con su manto y el<br />
grupo apareció en la casa del Mago y otra vez la misma sensación de repulsa y miedo ante lo<br />
sobrenatural y lo desconocido.<br />
Esta vez la mesa no solo tenía fruta, había grandes cantidades de carne asada,<br />
humeante y un puchero con estofado de perdices, rellenas de nueces, piñones y pasas junto<br />
con una salsa al vino, cubriéndolo todo. Enormes hogazas de pan blanco y vino negro y<br />
blanco en hermosas jaras de cristal finamente trabajado.<br />
Diatros no perdió el tiempo y recogiendo un plato de plata, empezó a coger de aquí y<br />
de allí de esto y lo otro. En dificultoso equilibrio transporto aquella torre de comida hasta<br />
donde estaba el primer taburete y se dispuso a comérselo todo. Nosotros hicimos lo propio,<br />
pero con un poco más de orden. Todos comimos en silencio.<br />
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Cuando saciamos muestro apetito, nos retiramos a los aposentos que Leafar nos iba<br />
indicando a cada uno. Todos nos retiramos en silencio a descansar.<br />
La noche fue larga. Creo que en esta noche a todos nos traicionaron los nervios,<br />
retirándonos el merecido sueño. Las primeras luces aparecieron, descubriéndome sentado al<br />
borde de mi camastro. Con la mirada perdida en la belleza del amanecer intentando no<br />
pensar en Rosa ni en nada.<br />
Llaman a mi puerta y una voz anónima me comunica que el desayuno está preparado.<br />
Escuchó sus pasos pararse en la siguiente puerta, repitiendo su mensaje. Puerta tras<br />
puertas, para desaparecer en el silencio.<br />
Abrí mi puerta y cuando la estaba cerrando, Candy apareció y después Diatros. La<br />
sonrisa presente en los dos hermanos rivalizaba con el brillo de los primeros rayos del sol.<br />
Leafar nos esperaba. Terminándose su tazón de leche de un trago, dijo. Buenos días amigos,<br />
espero que os encontréis bien. Hoy es el gran día y dentro de poco será la hora. Esta mañana<br />
temprano mandé varios mensajes, uno al Rey, rogándole su presencia a las once en el Salón<br />
Real, a la misma hora he citado al Canciller y al resto de los personajes más o menos<br />
implicados. Tenéis tiempo suficiente para desayunar tranquilos antes de usar otra vez el<br />
manto.<br />
No comprendo por que no se ahorró el comentario del manto, pues logró quitarme<br />
toda gana de continuar desayunando. Los demás terminaron el gran tazón de leche, los hay<br />
que tienen estómago. Esperaríamos pacientemente la hora señalada para nuestra gran<br />
entrada en Palacio y como todo en esta vida, llegó.<br />
Otra vez formamos el círculo. Otra vez el manto cubrió nuestros cuerpos apiñados y<br />
otra vez el grupo, apareció a varios kilómetros de distancia de donde nos encontrábamos<br />
hacía tan solo unos instantes.<br />
El Gran Salón apareció ante nuestros ojos. El Rey no salía de su asombro, sentado<br />
boquiabierto en su Real Trono, agarrándose a los posabrazos de su trono. El Canciller no<br />
daba crédito alguno a lo que sus ojos le mostraban. Los dos hermanos miraban fijamente al<br />
acorralado y acongojado Canciller, que no dejaba de mentar a Dioses, pidiendo suplicante<br />
piedad.<br />
Leafar y Yo nos acercamos al soberano. Él muy digno en su asombro nos dio la<br />
bienvenida y ávido de respuestas empezó con su interrogatorio. Decidme algo, ¡ Por los<br />
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Dioses¡, sacarme de esta incertidumbre. Lo primero ha de ser lo primero, mi estimado<br />
Monarca y le relato al instante la historia por completo, con toda clase de detalles.<br />
En el gran Salón, sonó la voz del Rey. ¡ A mí la guardia Real, presto¡. Las grandes<br />
puertas de gruesa madera se abrieron dando paso a un destacamento con relucientes<br />
armaduras doradas y sus picas adornadas con los estandartes Reales. ¡ A la orden Majestad!.<br />
Gritó el Capitán de la Guardia. Apresad al Canciller, conducidlo a las mazmorras y llamad al<br />
escriba, he de dictar sentencia en contra del Canciller.<br />
A los pocos instantes apareció una figura, desastrada, con una pluma de ganso a<br />
modo de tocado en su negra y enredada cabellera, acarreando un sin fin de pergaminos en<br />
sus brazos dando la sensación de que transportaba leña en vez de papiros. Con una suave<br />
inclinación de cabeza primero, continuado por el espinazo. Se escucho una fina y<br />
desentonada voz. ¿ Me hicisteis llamar, Majestad?.<br />
Prepárate a dictar acto de sentencia en contra del Canciller. Por la presente y para<br />
que sirva de advertencia al resto del pueblo. Declaro en primer lugar nulo el matrimonio<br />
entre el Canciller y la Dama llamada Candy, que fue desposada contra su voluntad y bajo<br />
malas artes. Estas mismas artes desembocaron en unos agravios difíciles de deshacer ya, pero<br />
que en justicia tengo que reparar de la mejor forma que mi juicio me dicte, bajo el sabio<br />
consejo de mi nuevo consejero el Mago Leafar. Dicto la siguiente sentencia:<br />
Primero - De las posesiones del Canciller se buscara una casa, que pasara a ser<br />
propiedad de los hermanos Diatros y Candy.<br />
Segundo- Se tasaran los vienes materiales del Canciller. Dos tercios en concreto,<br />
serán destinados a los mencionados hermanos.<br />
Tercero - Por un periodo igual al que el Canciller mantuvo sometida a Candy,<br />
digamos que durante cinco años, el Canciller estará durante este mismo tiempo al servicio de<br />
la Dama.<br />
Cuarto - Todo título le será arrebatado de por vida, perdiendo de este modo su puesto<br />
en la corte que pasara a desempeñar el nuevo Canciller. El llamado Diatros.<br />
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Lo que firmo y etc. etc. Daros prisa en hacerlo público. Que se repita el mandato por<br />
todo mi reino. Que las gentes de mi reino, han de saber que hay justicia para todos, ricos o<br />
pobres.<br />
Los signos de alegría, corrían por todos los rincones del castillo. El Rey dio una gran<br />
fiesta, donde todos celebraban las buenas noticias, con alegres canciones, con felicitaciones<br />
hacia los dos hermanos, agradeciendo el final del periodo de tiranía, comentando lo justa que<br />
era la razón de nuestro monarca a la hora de dictar sus sentencias.<br />
Todo este alboroto, me estaba ensordeciendo, agobiando, por lo que busqué consuelo<br />
en una balconada. Respiré el fresco aire de la noche, mis recuerdos volaron hacia la Rosa del<br />
Diablo y en los oscuros motivos de ésta. En la inutilidad de su muerte y en como paso por mi<br />
vida. Deseaba unas largas vacaciones, en la paz de mi hogar, viendo salir el sol cada mañana<br />
desde mi ventana y trotar por los prados con Thor y quizás salir de caza con Diatros,<br />
adentrándonos en Monte Negro, acampando quizás en el Bosque de la Muerte, donde le<br />
enseñaría los pasos secretos que un día mi Padre me enseñara.<br />
En ese momento apareció Candy, abrazándome por la cintura y apoyando su cabeza<br />
en mi espalda. Amor mío ¿ No eres feliz?, no crees que a sido una suerte, el Rey nos ha dado<br />
más de lo que esperábamos y me siento tan feliz, que quiero compartirlo todo siempre<br />
contigo...... ¿ Todavía me quieres?.<br />
Me giré entre sus brazos para besarla tan largamente como pude. Mi cabeza dejó de<br />
pensar y mi corazón continuó latiendo, alejando a todos los fantasmas, a todas las penurias,<br />
quedándome en un confortable vacío, que se iba llenando paulatinamente a cada largo<br />
instante de ese beso.<br />
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Han pasado cinco años. Durante este tiempo han cambiado muchas cosas. Me casé<br />
con Candy y ahora tengo dos hijos, una chica Irky y un chico Wolf. Vivimos en un palacete muy<br />
cerca del castillo. Ahora tengo que llevar una vida más social que antes. El ser el cuñado del<br />
Canciller tiene sus desventajas demasiadas fiestas y recepciones. Añoro los días de caza.<br />
Ahora solo de vez en cuando salgo de escapada con Diatros. Recorremos los parajes de mi<br />
infancia y nos acercamos a Montenegro a degustar unas buenas jarras de cerveza y un buen<br />
plato de estofado montañés.<br />
Diatros regenta las tierras del antiguo Canciller con mano firme y justa a la par. Es<br />
reconocido por los otros cancilleres, que al verle pasar inclinan sus cabezas en gesto de<br />
respeto. En cuanto al anterior y desposeído canciller, hace tan solo una luna que embarcó<br />
rumbo a su destierro, hacia las tierras de arena, al otro lado del Mar.<br />
El Mago Leafar, ocupó de nuevo su puesto el de consejero y Mago Real, se trajo todos<br />
sus trastos y ahora vive en una de las torretas situadas al Norte.<br />
¡ Dios!. Como echo de menos las cacerías. Creo que hoy mismo hablaré con el Rey y le<br />
pediré mi antiguo puesto, el de Cazador Real. Dentro de poco mi hijo Wolf, estará en edad de<br />
aprender el oficio, como yo lo hice de mi padre y este del suyo. No me gustaría que<br />
desapareciera la Dinastía, Él ha de ser la cuarta generación de Cazadores Reales y eso es<br />
algo que me costará mucho de hacerle entender a Candy.<br />
Continua pensando que la caza de Dragones y otras alimañas es demasiado peligroso,<br />
claro que en vista de los que pasó hace unos años no me extraña. Pero ha de doblegarse ante<br />
el destino. Creo que tendré que llegar a un acuerdo con ella sobre la educación de nuestros<br />
hijos. Yo me ocuparé del muchacho, como se ha hecho siempre. Y ella que se ocupe de la<br />
chica, aunque Irky ha salido tan tozuda como su hermano Wolf. La verdad es que bien<br />
adiestrados ambos podrían ser grandes guerreros.<br />
En esos mismos instantes, aparece un mensajero en la sala. Con una inclinación me<br />
entrega un sobre con el sello real y sin levantarse retrocede hasta dejarme solo en la sala.<br />
Rudolf, ¿ Pasa algo?. He visto entrar a un mensajero Real. Sí. Trae un mandato de mi<br />
Rey. Me reclama urgentemente en el Salón Real para tratar un grave problema de estado.<br />
¿ Qué crees que pueda ser?. No lo sé pero presiento algo grave en todo esto. Parto<br />
inmediatamente.<br />
El viejo Thor pareció agradecer la cabalgada hasta el Castillo, Él también acusaba la<br />
falta de ejercicio y cualquier excusa era suficiente para demostrar que todavía tenía los<br />
suficientes bríos, como para derrotar al más joven corcel.<br />
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El castillo estaba totalmente iluminado por miles de antorchas, en los patios interiores<br />
se escuchaban las voces de los soldados, llamando a sus escuderos, llamando a armas a la<br />
guardia. Recorrí lo más rápido que pude el largo pasillo y entré directamente al Salón.<br />
El salón estaba lleno de personas. Por un lado estaban los generales, discutiendo ante<br />
una multitud de planos. Por otro lado, los Cancilleres, dando ordenes para los diferentes<br />
preparativos. Al fondo mi Rey acompañado de Leafar y Diatros. Cuando llegué a su altura,<br />
pude ver que también estudiaban cuidadosamente un mapa.<br />
Bienvenido, Rudolf. La situación es grave, muy grave. Nuestros espías han detectado<br />
una serie de correos clandestinos. Sabemos que existe una nueva conspiración en la que se<br />
encuentran implicados el Mago Devils y el desterrado Canciller. Creemos que se han aliado y<br />
han contratado a un gran número de mercenarios del otro lado del Mar de la Tranquilidad.<br />
Uno de los correos capturados llevaba una carta al Mago Devils. En ella confirma la<br />
llegada del barco con el oro y la plata al puerto de Bergam, donde los mercenarios esperan a<br />
embarcar en los navíos de guerra.<br />
Creemos que son unos veinte mil hombres los que componen las hordas enemigas,<br />
continuo Diatros. Un gran numero. Tan solo tenemos a nuestro favor el haber detectado a<br />
tiempo los planes de estos tiranos. Para no despertar sospechas un hombre de mi confianza<br />
ha llevado el mensaje al Mago. La única diferencia “ intervino Leafar”, es que he cambiado la<br />
fecha de embarque a las playas de la Isla de la Muerte. Dado que no tardara mucho Devils,<br />
en descubrir el engaño. No hay que olvidar que el también tiene su red de espionaje.<br />
Esto nos dará el tiempo necesario, poco pero ha de ser suficiente como para organizar<br />
nuestras defensas. Veo Diatros, que los diferentes Cancilleres ya están organizando las<br />
tareas relacionadas con los víveres y traslado. Así es Rudolf. Es lo primero que les encargue.<br />
Ya han partido diferentes mensajeros a los poblados para alertar a las gentes y para<br />
organizar el traslado de hombres y bestias hacia el Castillo.<br />
Quizás se avecinaba una nueva era. Quizá los días de gloria y tranquilidad habían<br />
llegado a su fin y ahora era un nuevo momento para luchar por la paz y la prosperidad. Quizá<br />
era la hora de rendir cuenta con los Dioses y eso me preocupaba. Ahora tendría que luchar<br />
por una familia y por su futuro y esta iba a ser una batalla cruenta.<br />
Poco a poco aparecen por el horizonte hileras interminables de personas. Acarrean<br />
sus enseres y animales. Algunos portan armas oxidadas y viejas, seguramente pertenecientes<br />
a algún antepasado. A estas alturas Devils ya tiene que estar informado y maldiciendo. No<br />
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tardara en hacer su movimiento, aunque esté fuera de sus planes el hacerlo ahora. Es astuto<br />
y sabe que precipitarse no es bueno, pero dejar que tu enemigo se afiance es peor.<br />
¿ En que piensas Rudolf? En nada Diatros, en la escasa ventaja que tenemos. Al<br />
anochecer los esbirros del Mago intentarán atacar a los campesinos. Les robarán. Les<br />
matarán. Y todo en esta noche que se nos echa encima.<br />
Morirán muchos antes de empezar la gran batalla, eso lo sabemos tú y yo. Y cualquier<br />
guerrero haya combatido. Los dos sabemos que también es inevitable. Siempre hay justos que<br />
caen primero.<br />
La noche proporcionaba un espectáculo escalofriante. Como ondulantes corrientes<br />
sanguíneas, las antorchas discurrían hacia el castillo. La torreta Norte continuaba iluminada,<br />
el Mago Leafar se afanaba en la preparación de pócimas curativas y conjuros de protección<br />
para el Rey y sus más directos fieles, entre los que me encuentro. Candy ya ha llegado al<br />
castillo y junto con las otras mujeres está preparando los diferentes salones como salas de<br />
curas para los heridos.<br />
Al amanecer, con las primeras luces empezara la batalla. Al amanecer el cielo y el<br />
suelo se teñirán de rojo y solo terminará cuando Mago o Rey muera. O cuando no haya a quien<br />
matar.<br />
Nunca creí que esto ocurriría. En mi interior esperaba que todo fuera normal. En toda<br />
historia existe un bueno y un malo. En toda historia hay un arriba y un abajo. Siempre me han<br />
contado que el bien vence al mal, pero en esta ocasión el propio Demonio empalidece ante el<br />
maestro de los Magos oscuros. Hasta Leafar le teme y mañana será nuestro enemigo.<br />
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