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mi papel y ya me encontraba bastante molesto con tener que engañar a Rosa. Ella había<br />
confiado en mi y yo la estaba hablando con una mascara, que cada vez aprieta más.<br />
Sin mediar palabra el grasiento hombre se alejo farfullando consuelos a su fiel espada.<br />
Al instante una mujer joven trajo la jarra de vino y esperando de pie sin decir nada espero a<br />
que le pagara la misma. Sus temblores aumentaron cuando Rosa la miró a los ojos de una<br />
forma, que tan solo se aprende en la batalla. Una vez pagué, desapareció tan rápido como<br />
pudo controlando sus temblorosas piernas.<br />
Rosa soltó una carcajada de satisfacción ante la reacción de la joven, me di cuenta<br />
que era precisamente lo que buscaba. Mirándole ahora Yo a los ojos le dije a la par de una<br />
sonrisa. Me esta dando miedo el compartir la habitación. Los dos solos entre esas cuatro<br />
paredes estrechas, sabiendo que esta a mi lado mujer tan perversa. ¿ Qué es lo que harías,<br />
Rudolf?, Depende. ¿ De que dependería?. Del carácter o la postura. ¿ A que postura te<br />
refieres?. ¿ Y sobre todo, donde he de hacer o como he de estar en esa postura determinada?.<br />
Ves a lo que me refiero. Hago bien en tener miedo, creo que dormiré abrazado a ti para estar<br />
seguro de que tus movimientos no sean ni bruscos ni aletargados por el sopor del sueño.<br />
Los dos empezamos a reír como dos camaradas que se cuentan un chiste, eso es lo<br />
que los demás parroquianos veían, pero en nuestros ojos había un brillo de complicidad. En<br />
nosotros había algo que a cada momento sorprendía a mi mente de una forma alarmante y<br />
confortable, intrigante y con un toque de seducción hacia la especie de juego en el que los<br />
dos nos manteníamos.<br />
Apuramos las últimas gotas de vino y apoyándonos el uno en el otro encaminamos<br />
nuestros tambaleantes pasos por la escalera, por el pasillo y por fin hasta un camastro en un<br />
perímetro de tres metros que llamaban habitación. Cerré la puerta de una patada y con el<br />
desequilibrio producido por esta acción, terminamos de cabeza en el destartalado camastro<br />
en medio de risas y gestos de silencio que provocaban más risa.<br />
Solo se hizo el silencio cuando nos dimos cuenta que estábamos abrazados y tan<br />
cerca que nuestros labios ya casi se rozaban. Nos separamos rápidamente, sintiendo un<br />
rubor que tan solo recuerdo en mi infancia cuando era pillado en algún acto de pillaje. Nos<br />
dimos la vuelta y dormimos la borrachera.<br />
Al amanecer me encontré agradablemente abrazado por Rosa. No quise moverme<br />
para no despertarla, pero en ese mismo instante su voz sonó dulce y clara. Buenos días,<br />
descansasteis tan bien como Yo. Desperezándose y estirando sus brazos. La observé desde<br />
el camastro mientras se incorporaba y caminaba por el poco espacio libre de la habitación.<br />
Una figura ahora más esbelta, o eso me parecía, desfilando delante de mi, mostrándome<br />
todos sus ángulos, mostrándome sus oquedades y salientes, las curvas de sus caderas y unos<br />
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