Desperté en ese mismo instante. Empapado en mi propio sudor y al girar me encontré con los ojos inmensamente abiertos de Candy y una expresión de intriga con unos tiritones espasmódicos de pánico. Su cuerpo se estremecía y unos labios temblorosos, se movían sin que palabra alguna brotara de está. La abracé, dulce y fuertemente, y le susurre al oído. Tranquila ya tengo la solución. Me miró y buscó refugio en mi pecho, y dijo. Lo sabia. Sabía que encontrarías la solución. Sabía que podía confiar en ti y sabia que te quería antes de verte. Con una fuerte y larga exhalación, cerró sus ojos y se quedo dormida. Vi como salía el sol. Admiré la riqueza de tonalidades que el cielo fresco y claro me ofrecía, vi como se reflejaban los rayos matinales en los cabellos de Candy, proporcionando mil destellos diferentes y lo serena y tranquila que tenía ahora la cara, pensé entonces en el motivo por el que Candy tenía esa expresión, cuando desperté, ese miedo que vi en sus ojos, ¿ Habría hablado, durante mi sueño, y eso la despertó sobresaltándola?. De pronto en mi cabeza, las palabras del mago aparecieron. Resonaban frescas en mi memoria, tan claras como hacía una horas, durante mi sueño. Esto me produjo un escalofrío, con el resultado de que desperté a Candy, y con la sonrisa más brillante que jamás me ofrecieron dijo.... Buenos días tenga mi señor, espero que tu descanso fuera placentero. Mi amor, he soñado contigo, soñé que éramos propietarios de una casita, que el Rey nos perdonaba a mi hermano y a Mí, e imponía al tirano justo castigo en justicia, soñé que era tu mujer y me sentí el ser mas feliz del mundo. ¿ Crees que algún día mi sueño será realidad, amor mío?. Yo creo que sí. Claro que si cariño, le contesté, mientras aliviado pensaba que no recordaba nada de mí sueño e indudablemente esto me libraba de molestas explicaciones. Nos incorporamos y saludamos al nuevo día con un buen desayuno, tras el cual me dispuse a hacer los pertinentes acomodos, para mi nuevo papel, el de extranjero. Me cambié de ropas y mi nueva vestimenta produjo más de una carcajada por parte de los hermanos y algún que otro comentario gracioso sobre mi sastre y mi exquisito gusto a la hora de elegir los colores. Finalmente la hora de partir hizo su aparición, junto con el dolor en mi corazón, intenté que no se notara ni esté, ni ningún otro sentimiento que no fuera la esperanza y la fe que tenía en realizar con éxito mi misión. Candy me dio un largo y cálido beso y se alejó llorando. Rudolf, dijo Diatros, tengo confianza en ti, pues sé que si fracasaras con el mago y no lograras sacarle de su encierro, en consecuencia Yo tendría que actuar y sabes muy bien lo que tengo que hacer y sin embargo estoy tranquilo pues se que mi hermana no quedara sola, que hay una persona que cuidará de ella y que por demás es una persona a la que he llegado a querer y admirar, no puedo pensar en mejor persona para mi querida hermana que tú, amigo Rudolf, Página - 31
me alegro de haberte conocido y de que te enamoraras de Candy, aunque me apena el castigo que contraes con ese amor. ¡ Suerte amigo mío, suerte!. Gritaba mientras me alejaba sin querer mirar atrás, sin querer ver como me alejaba de mi amada. Espoleé mi caballo y corrí, corrí, corrí. Página - 32
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