Mitos y leyendas del Agua en el Peru: Recopilados por ... - WSP
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Recopilado <strong>por</strong> escolares peruanos para las g<strong>en</strong>eraciones pres<strong>en</strong>tes y futuras<br />
luces <strong>d<strong>el</strong></strong> amanecer, agobiante <strong>por</strong> la falta de rocío, <strong>el</strong> pimpollo se despr<strong>en</strong>dió <strong>d<strong>el</strong></strong> tallo, y <strong>en</strong><br />
lugar de caer al su<strong>el</strong>o reseco salió volando, convertido <strong>en</strong> colibrí. Zumbando se dirigió a la cordillera.<br />
Pasó sobre la laguna de Wacracocha, mirando sedi<strong>en</strong>to la superficie de las aguas, pero<br />
no se detuvo a beber ni una gota. Siguió volando, cada vez más alto, cada vez más lejos, con sus<br />
alas diminutas. Su destino era la cumbre <strong>d<strong>el</strong></strong> monte donde vivía <strong>el</strong> dios Waitapallana.<br />
Waitapallana se <strong>en</strong>contraba contemplando <strong>el</strong> amanecer, cuando olió <strong>el</strong> perfume de la flor<br />
<strong>d<strong>el</strong></strong> qantu, su preferida, la que usaba para adornar sus trajes y sus fiestas. Pero no había ninguna<br />
planta a su alrededor. Sólo vio al pequeño y vali<strong>en</strong>te colibrí, oli<strong>en</strong>do a qantu, que murió de<br />
agotami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> sus manos, luego de pedirle piedad para la tierra agostada.<br />
El Dios miró hacia abajo, y descubrió <strong>el</strong> daño que la sequía le estaba produci<strong>en</strong>do a la<br />
tierra de los quechuas. Dejó con ternura al colibrí sobre una piedra. Triste, no pudo evitar que<br />
dos <strong>en</strong>ormes lágrimas de cristal de roca brotaran de sus ojos y cayeran rodando montaña abajo.<br />
Todo <strong>el</strong> mundo se sacudió mi<strong>en</strong>tras caían, despr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do grandes trozos de montaña.<br />
Las lágrimas <strong>d<strong>el</strong></strong> dios Waitapallana cayeron <strong>en</strong> <strong>el</strong> lago Wacracocha, despertando a la serpi<strong>en</strong>te<br />
Amaru (1) . Allí, <strong>en</strong> <strong>el</strong> fondo <strong>d<strong>el</strong></strong> lago, descansaba su cabeza, mi<strong>en</strong>tras que su cuerpo imposible<br />
se <strong>en</strong>roscaba <strong>en</strong> torno a la cordillera <strong>por</strong> kilómetros y kilómetros.<br />
Sus alas podían hacer sombra sobre <strong>el</strong> mundo. T<strong>en</strong>ía cola de pez y escamas de todos los<br />
colores; cabeza llameante, con unos ojos cristalinos y un hocico rojo.<br />
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