Las aventuras del bachiller Trapaza - IPFW
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30 ALONSO DE CASTILLO SOLÓRZANO<br />
con una arpa, a cuyo son, después de haber hecho algunas diferencias<br />
en ella, mostrando su destreza, cantó este romance:<br />
La prisión de un jirguerillo<br />
dilatan redes menudas,<br />
adonde sin libertad<br />
llega a sentir su clausura.<br />
Ni amor ni celos le afligen,<br />
que no son penas de burlas 151,<br />
cuando en la prisión cantando<br />
con esto las disimula.<br />
Rompió Lisardo la jaula<br />
que su libertad usurpa,<br />
y dándosela, ligero,<br />
el aire peinan sus plumas.<br />
Pajarillo que libre te miras<br />
de prisiones de acero y marfil,<br />
vuela, vuela, rompe los aires<br />
y mira por ti;<br />
que si vuelves a verte cautivo,<br />
como yo, volverás a sentir.<br />
Acabó esta letra con sonorosos pasos 152 de garganta, de modo que<br />
para el prendado amante que la escuchaba fue aumentar cadenas a su<br />
prisión, con aquella gracia más que en su adorado objeto conoció.<br />
Quiso festejarla una noche con darla una música, considerándola<br />
aficionada a esto, y así, previno para allí a dos noches un músico a<br />
que escribió esta letra, que a una bien templada guitarra cantó,<br />
alabando la superior gracia que tenía 153 en cantar; que también quiso<br />
que conociese que tenía él la <strong>del</strong> saber hacer versos, en que mostraba<br />
un fácil natural. Dijo, pues, el músico así, oyéndole la dama:<br />
La dulzura de tu canto,<br />
las cuerdas de tu instrumento,<br />
hechizos son de las almas,<br />
prisiones son de los cuerpos.<br />
Ocioso se mira el arco<br />
151<br />
Ligeras.<br />
152<br />
Sonoros, agradables inflexiones, gorgoritos.<br />
153<br />
Ella tenía.