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Por un Feminismo sin Mujeres – CUDS - Biblioteca Fragmentada

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24 Escuchar el dolor, oír el goce<br />

Se cansan las dos, las abruma la biología (es <strong>un</strong> decir) el cuerpo que son. Se<br />

quejan. Las dos. Se enferman. Las dos.<br />

Ese circuito del cuerpo, ese instante en que los pulmones se manifiestan<br />

o el hígado se inflama o irrita, no puede ser de<strong>sin</strong>corporado. Si se de<strong>sin</strong>corpora<br />

se incurre en <strong>un</strong> error histórico o simplemente histérico. No se puede ren<strong>un</strong>ciar,<br />

pienso, a esa escritura que nos legó Mistral (ella en el momento de esas cartas ya<br />

vivía en Estados Unidos), ese exacto escenario en que escribe como hombre pero<br />

le duele la mujer. Le duele la mujer más presente y más biológica que es (en el<br />

entendido que la biología es <strong>un</strong> tipo de ficción).<br />

Su cuerpo, ese cuerpo que dirige la mano corporal que tiene, la mano<br />

mistraliana para escribir que le duele todo y entre los dolores constantes, ama como<br />

sólo puede amar (siguiendo la lógica de la “dominación masculina” como diría<br />

Bourdieu), repito, como sólo puede amar por escrito <strong>un</strong> hombre a <strong>un</strong>a mujer: “soy<br />

arrebatado, recuérdalo, y colérico”, escribe el hombre en ella. Escribe el hombre en<br />

<strong>un</strong>a de sus cartas de amor.<br />

Gabriela Mistral, hace ya más de cincuenta años transitó <strong>un</strong> circuito radical,<br />

el circuito del cuerpo o de los cuerpos o de la historia del dolor. Y la del goce. Vio<br />

<strong>un</strong> dolor inexcusable y su otra (la última) Doris Dana, compartía similar manera de<br />

hablar de la mujer: les duele todo. Sus órganos. Pero Mistral se fugaba de sí misma<br />

y por el angosto túnel de su salida (de sí misma) ingresaba a jugar consigo misma,<br />

a jugar como hombre. Pero encima, sobrevolando el juego y la fuga, estaba ese<br />

cuerpo que no dejaba de enfermarse de todo. Acoto: las mujeres nos enfermamos<br />

de todo. Me enfermé dice la adolescente, ya me enfermé. Siempre.<br />

Mistral hace ya más de cincuenta años escribió con <strong>un</strong>a claridad sorprendente,<br />

en el mismo suelo de Judith Butler, la permanencia, la fuga y la errancia como<br />

estrategias. Escribió esa fuga y esa errancia con <strong>un</strong>a intensidad lúdica pero con <strong>un</strong>a

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