Por un Feminismo sin Mujeres – CUDS - Biblioteca Fragmentada
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28 Escuchar el dolor, oír el goce<br />
Nadie podría decir que Caffarena no tenía <strong>un</strong>a muy buena salud, por no decir<br />
excelente, pero habría que comprender de manera fina y precisa que esa (buena)<br />
salud estaba severamente quebrantada, que los años que ya habían pasado por ella<br />
se constituían no como años biográficos, <strong>sin</strong>o especialmente como años históricos,<br />
<strong>un</strong>os años que pesaban por la violencia de <strong>un</strong> conj<strong>un</strong>to más que angustioso de<br />
prácticas antifemeninas y que esa salud quebrantada hablaba de <strong>un</strong>a fractura en ella<br />
que la misma emancipación, a la que tanto apeló, no pudo entablillar enteramente.<br />
Quebrantada. Pero aún así, Caffarena transita la emancipación a la que se<br />
filió, <strong>un</strong>a emancipación que fuera definida por Rancière como “<strong>un</strong> fenómeno que<br />
se desarrolla en los espacios intersticiales: los espacios del tiempo dividido y los<br />
de las fronteras inciertas entre los modos de vida y las culturas”. <strong>Por</strong>que en <strong>un</strong><br />
lugar, su salud quebrantada no la privó de la vida (después de todo ella vivió cien<br />
años) y el peligroso quebrantamiento que puede y quizás está allí para matar, era<br />
<strong>un</strong> quebranto que pudo ser combatido o resistido, ya no se sabe, porque algo en<br />
ella, parcialmente o focalmente, se había emancipado del mismo quebranto que le<br />
pesaba año a año.<br />
Busqué traer pedazos de cuerpos a esta re<strong>un</strong>ión de disidencias sexuales.<br />
He buscado recordarles los dolores del cuerpo local. Los dolores de las mujeres. De<br />
esas precisas mujeres ya históricas y que no obstante nos aguardan en los múltiples<br />
espacios de nuestro porvenir. De los 100 años o más, de los cien mil, ya no se sabe,<br />
que nos esperan o quizás debería decir que les esperan a ustedes, los disidentes<br />
del porvenir. Tal vez, así lo pienso, ya les duela algo o todo. O debería dolerles el<br />
cuerpo que tienen para alcanzar los umbrales del feminismo y transitarlo como<br />
mujeres en la necesaria fuga que nos permiten las categorías, inmersas en la<br />
materialidad misma de la fuga. No lo sé. Puede ser que estén escribiendo la misma<br />
carta utópica de las provincianas chilenas de los años 30 y 40. Sí, puede ser que