SegundaEdicion2012

eían mucho, lo mismo que mi hermano.
Luego mis papás contrataron una ruta para transportar a mi hermanito a la guardería ahí fue peor porque
lloró hasta la mitad del año hasta que por fin dejó de llorar. A los 8 años nos mudamos nuevamente a nuestra
casa, donde llevamos viviendo 5 años, al principio jugábamos y pasábamos mucho tiempo juntos, con los
muebles de la casa hacíamos un carro y una casa con las sabanas, chozas y lo que nuestra imaginación nos
alcanzara.
Ahora que estamos más grandes no jugamos como antes, pero compartimos algún tiempo juntos. Vemos
películas y nos colaboramos en lo que podemos. Eso si nos seguimos queriendo mucho, porque mis papas
nos insisten mucho en que sólo nos tenemos el uno al otro. Hemos tenido altibajos pero los hemos superado
con amor, diálogo y sobre todo con los consejos de nuestros padres.
POCO A POCO LO SACÓ DE SU CORAZON
Todo comenzó un día cerca a mi casa, donde
vivía una familia: Carlos, el papá, la mamá y
su hija Johana. Carlos venía de una familia
campesina humilde, vivió en una finca antes de llegar
a Armenia con su esposa Inés. Carlos intentando
ayudar a su familia llevó a su sobrina Eliana a vivir
en su casa y se hizo buena amiga de su prima Johana.
En las tardes salían y se sentaban en un andén
frente a su casa para tomar aire. Sentadas allí, conocieron
poco a poco a Mary una vecina quien se hizo
muy amiga de ambas. Mary decidió invitarlas a conocer
su casa. Allí fue donde ellas dos tuvieron la
oportunidad de conocer al hijo de Mary y a su esposo
Arbey. Al conocerlo Eliana se deslumbró por este
señor hasta al punto de pedirle el favor a su prima
Johana de conseguir el número del celular de Arbey
para llamarlo; claro a escondidas de Mary. Johana
aunque no muy convencida logró tomar el número.
Por: Daniela Barbosa González
Eliana salió con este hombre hasta que simplemente
se cansó de ser la mujer “clandestina”.
Arbey en su desconsuelo de haber perdido su aventurilla,
pidió un consejo y busco consuelo y ayuda
en brazos de Johana, formándose una gran amistad;
que poco tiempo después se convirtió en amor por
ambas partes. Un día empezamos a escuchar gritos
y regaños que provenían de la casa de Carlos, por lo
que en mi curiosidad decidí acercarme a la pared que
conectaba con la casa de ellos para entender mejor
que era lo que sucedía. Por lo que escuché, Inés la
madre de Johana estaba muy molesta, pues había
descubierto a su hija saliendo con este hombre al verlos
en la discoteca El Bartolo, abrazados en forma
cariñosa. Entre grito y grito, se decidió que ella terminaría
esta situación clandestina con este señor que
fuera de ser casado, era su vecino.