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paz de tu mirada. Una fatiga espesa como la niebla de los bosques de Gozon me despertaba<br />
cuando anduve en pos de los absurdos ídolos que la cristiandad también adora: la<br />
dominación, la soberbia: sueños tan vacuos como los del Profeta. Dios mío, lo que tú<br />
designes para mí, para tu pueblo. Santa Margarita, ruega por mí.<br />
San Felipe, ruega por mí.<br />
San Patricio, ruega por mí.<br />
Madre de Dios, protégeme”.<br />
Gozon salió de la iglesia; <strong>sin</strong>tió el frío en el rostro, oyó el primer canto de los pájaros<br />
y se dejó estremecer por un vago temor, como un dejo de tristeza, como si sospechara que<br />
era ese su último día sobre esa tierra. Pero prefería ese sufrimiento y la muerte a la<br />
indiferencia <strong>fin</strong>gida con que debía resignarse ante la masacre de sus hermanos y los<br />
padecimientos de la buena gente de Rodas. No podía soportar la ignominia sobre él ni sobre<br />
su orden.<br />
Dieudonné de Gozon sonrió al darse cuenta de que en lo más íntimo de su<br />
pensamiento admiraba al viejo Jaques de Molay por las mismas razones. Sabía bien la historia.<br />
Guillaume de Villaret, que había sido testigo de su ejecución, la había contado con detalle:<br />
"Molay murió dichoso, como sus cofrades, por haber exaltado sobre la muerte la honra y la<br />
gloria del Temple."<br />
Y Villaret afirmaba –mientras el Mediterráneo los rodeaba durante la lenta travesía de<br />
Marsella hacia Rodas– que había sido testigo de innumerables muertes; y que él, Guillaume<br />
de Villaret, caballero de la orden hospitalaria de san Juan de Acre, también había matado, <strong>sin</strong><br />
encontrar jamás a nadie que muriera con felicidad semejante a la de Molay. La leyenda se<br />
iniciaba veinte años atrás; pero Gozon se emocionaba como Villaret, imaginando el relato<br />
vívidamente, como si estuvieran en París en 1313 y no rumbo a Rodas para luchar contra los<br />
corsarios y los turcos.<br />
Y ambos caballeros suspiraban con profunda nostalgia por los tiempos idos, esas<br />
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