Cubillo de la Recta del Machorro (en Karaitxa nº 9, 2000).

ces intermitentes) alcanzando finalmente diversas fracturas
calcáreas convirtiéndose en desagües de alimentación del sistema.
Existen también otras cavidades que antiguamente cumplieron
este papel de sumideros, pero que hoy se han visto
descolgadas del sistema.
Endokarst
Sin profundizar en el tema citar la no excesiva proliferación de
fenómenos endokársticos en la banda calcárea prospectada, si bien
se han localizado media docena de simas y 2 perdidas estudiadas
en conjunto, siendo Basanberro una de ellas. A pesar de ello en el
interior del karst se ha constatado la existencia de una antigua y
bien jerarquizada red de conductos, con zonas activas y otras fósiles
que evidencian otras condiciones de drenaje distintas de las
actuales. La elevada fracturación da un aspecto laberíntico a la red
y es la principal característica en la génesis de galerías y conductos.
Hay que recalcar la importancia que ha tenido el nivel del río
Irati en sus diferentes fases de excavación en la espeleogénesis del
sistema, que evidencia marcados niveles horizontales de asentamiento
del nivel de base.
Entre las simas cabe resaltar la variedad en su morfología; alternando
verticales de distintas medidas tanto en terrenos calizos (tipo
huso) como en los terrenos margosos de distintas medidas. Los
entramados de galería están formados principalmente en los contactos
de materiales del Triásico con los del Santoniense, aunque
también existen cañones plenamente calizos y grandes volúmenes
que corresponden a la disolución y desmantelamiento de las margas
cretácicas, formando verdaderas salas en distintos sectores del sistema
de Basanberro, evidenciando su potencial de karstificación.
Los cauces activos actúan principalmente en galerías entalladas
en las calizas santonienses, alcanzando puntos de elevada
belleza debido a sus tonalidades amarillo rosáceas por la presen-
cia de dolomías. Sobre estos niveles se han desarrollado “huellas
de corriente” o los llamados “golpes de gubia” (CURL, 1966),
hendiduras talladas en la roca producidas por la velocidad del
agua. También la circulación ha dejado patente la huella de la
erosión a lo largo de todo el eje principal (Basanberro), en su
discurrir sobre el zócalo areniscoso del trías, excavándolo incluso
más de 2 m, de espesor en algunos puntos.
Diversos depósitos se hallan en la cavidad, siendo los autóctonos
los más abundantes. En Basanberro se dan con frecuencia en el
ramal E de la gran red fósil grandes bloques de origen clástico en
la zona del Maastrichtiense (margocalizas). Estos son producto del
desmantelamiento de techos y paredes y recubiertos de arcilla con
tamaños desiguales y aristas vivas. En la red activa (0 hasta –180 m)
cantos rodados de pequeño y mediano tamaño alternan con arenas
y limos. Estos son producto principalmente de la erosión de las
areniscas rojas (zócalo impermeable) y se unen a algunos depósitos
alóctonos arrastrados por el cauce activo de los mismos materiales.
Los procesos de reconstrucción química están ampliamente
representados en diferentes puntos del sistema, especialmente
en zonas fósiles con contactos en margocalizas, siendo estalactitas
y excéntricas los más abundantes. Se reconocen en alguna
galería (suelo y techos) espeleotemas con precipitados de
yesos, unidos a la sequedad del entorno y a la óptima ventilación,
llegando incluso a su crecimiento sobre concrecciones
de calcita. En puntos concretos existen azuritas y aragonitos
con tonalidades azul-verdosas producto de su disolución con
minerales de cobre y otros. Coladas, banderas y diversas costras
calcáreas salpican la zona activa del río en todo su recorrido
formando vistosos conjuntos.
Por tratarse de una zona de uso ganadero, se encuentran frascos
y plásticos de productos químicos con relativa facilidad así como
restos de animales, vertidos o arrastrados en diferentes sumideros
y/o cavidades.
Sala de origen clástico en el contacto Santoniense-Maastrichtiense en la gran red fósil superior. Foto G.E. Satorrak.
Karaitza (9) 2000 • 19