Cubillo de la Recta del Machorro (en Karaitxa nº 9, 2000).

Detalle de cascada originada a favor de juntas de estratificación en el eje principal de Basanberro. Foto G.E. Satorrak
grupo Leize Mendi. Este alcanza la zona más profunda de la red a
–252 m con la existencia de cierta circulación de agua y la observación
de subidas ocasionales de nivel en más de veinte m, que
colmatan de arcilla los conductos.
En un lugar donde la corriente de aire se perdía sin solución de
continuidad, se descubrió un paso ínfimo que conectaba con un conducto
amplio y ventilado, denominado galería Guarralda por las condiciones
cada vez más arcillosas del conducto, que evidencian la
cercanía del contacto con las margas maastrichtienses. Efectivamente
esta galería discurre paralela al contacto y termina en una sala
claramente margosa en la que se desprenden grandes lajas del techo
que le dan un aspecto caótico. Aquí se complica la continuación de la
cavidad, muy cerca de la zona del desplazamiento tectónico en las
inmediaciones del pueblo y unos 100 m por debajo de este. Se ha
descendido por varios puntos 20 m de gran diaclasa colmatada, siendo
el punto final de las exploraciones es este sector.
La gran red fósil superior
Se trata quizás de la zona más compleja e interesante del sistema,
que atestigua la gran antigüedad de su espeleogénesis, con
grandes y amplios tramos fósiles horizontales y un enrejado de
galerías, con niveles freáticos y estadios de sedimentación y relleno.
Algunos aportes atestiguan antiguos puntos de alimentación
en relación con cavidades existentes más al noroeste, cuyo desarrollo
hacia la surgencia ha sido posteriormente captado por el actual
nivel activo.
Para una mejor interpretación de la zona es necesario sectorizarla
en:
Sector E
Partiendo de la sala caótica del monolito, en el nivel activo a –70
m, el acceso a esta red se puede realizar desde varios puntos de esta
sala. Se puede observar en el techo un meandro perfecto que atesti-
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gua como antiguamente el cauce actual continuaba por aquí hacia el
que llamaremos “sector N”. La horizontalidad casi perfecta del entramado
de galerías es sorprendente, formándose diferentes ramales
a su vez, después de haber dejado el cauce activo. Una gran fractura
(N 125º) es quien conduce al entramado cerca de 350 m rectilíneos
hacia el NW, en una sucesión de morfologías variadas y caprichosas.
La rectitud de las paredes esculpidas por cúpulas de erosión, está
perturbada por una fracturación transversal que origina una serie de
galerías paralelas. La bóveda no es fácil de divisar en algunos puntos
ya que se estrecha insensiblemente a más de diez metros. El piso está
cubierto de arcilla blanca agrietada en placas poliédricas como consecuencia
del estancamiento y desecado de los últimos y escasos
flujos de agua. Una difluencia del río original, ocasionada por el
desdoblamiento de la fractura principal ha provocado el aislamiento
de un enorme bloque de bóveda que se descolgó dejando sólo un
estrecho paso contra la pared N.
Sector N
En este sector convergían el cauce de Basanberro y la zona fósil
del sector W. Superado el gran bloque descolgado, una galería espaciosa
de 100 m de longitud se transforma progresivamente en
un laminador con suelo arenoso que evoca un antiguo conducto
forzado. Desemboca en una escombrera de bloques arcillosos, situándonos
en las capas inferiores de las calizas margosas (Maastrichtiense).
Tras dejar un pozo lateral de -35 m de desnivel y ascender
los bloques, la galería prosigue salpicada de espeleotemas
hasta desembocar a media altura de una basta sala con bóveda en
arco mitral de 25 m de altura y 20 m de diámetro. Ocupada en su
fondo por grandes bloques desmantelados del techo donde el antiguo
cauce se perdía a niveles inferiores, se puede afirmar su origen
en la disolución kárstica de las calizas arcillosas (Maastrichtiense).
En su extremo opuesto se alcanza el prolongamiento de una
gran galería, que conserva unas medidas de 20x15x75 m que finaliza
en suave pendiente ascendente fusionándose con el techo. La