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REVISTA JMV 87 - Juventudes Marianas Vicencianas - Juventudes ...

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jmj 2011<br />

encuentro jóvenes vicencianos<br />

Los vicencianos comenzaron el domingo con la Eucaristía,<br />

en la iglesia de San Juan de la Cruz. El mejor de los escenarios<br />

para arrancar un día en el que el lema iba a golpear con<br />

fuerza todos los corazones: “Arraigados en Cristo a ejemplo<br />

de San Vicente”. Se recordó el deber de tender la mano<br />

al necesitado en la lectura del día. Cristo no dio la espalda<br />

a los que no eran judíos, sino que supo poner sobre la mesa<br />

no aquello que separa y enfrenta a los pueblos, sino más<br />

bien lo que les une: el amor.<br />

Desempleo, hambre, soledad, terrorismo e inmigración<br />

fueron algunas de las realidades que los jóvenes se llevaron<br />

representadas en cajas de cartón de la Eucaristía para trabajar<br />

a largo del día. Un propósito se erigió sobre los<br />

demás al final de este día: “responder con los frutos que<br />

nos da el amor de Dios”, es decir, uno de esos “imposibles”<br />

que el revolucionario corazón de Jesús pide a sus amigos:<br />

poner al mal tiempo buena cara.<br />

“Cuando se comparte la misión se superan todos los obstáculos”.<br />

Son palabras de Vivi, una de las organizadoras del<br />

taller sobre “Misión Compartida” del domingo. Sobre<br />

todas las demás, para los vicencianos ésta es una premisa<br />

irrenunciable: el responder sí a la llamada a la misión desde<br />

la comunidad cristiana.<br />

La Vigilia Mariana de la noche fue el colofón de una gran<br />

jornada. En una atestada Basílica de La Milagrosa, la totalidad<br />

de los peregrinos acudieron para rezar junto a la<br />

Madre, que acompañó la oración compartida de hombres<br />

y mujeres de diversas lenguas. Acompañando a la exposición<br />

del Santísimo Sacramento en el altar, la actuación del<br />

mimo que acompañó a los vicencianos desde el día anterior<br />

implicó a todo el mundo en su personal proceso de apertura<br />

a Dios y a los demás. Un microscopio representó la vigilancia<br />

propia de la oración, las estrellas iluminaron la<br />

noche y María resplandeció en lo más alto para acoger la<br />

oración de sus hijos.<br />

Y el último día de EJV, el lunes 15 de agosto, tras recibir al<br />

Señor en la Eucaristía el P. Ástor Rodríguez desveló para<br />

todos los presentes la fórmula de la felicidad. ¿Quién dijo<br />

que la tenía Coca-cola? Como cualquier receta en condiciones,<br />

necesitaba de varios ingredientes: encontrarle el<br />

sentido al dolor humano, no perder nunca la fe en Dios y<br />

alimentar la esperanza en que todo puede cambiar. El día<br />

20<br />

cambió tras este descubrimiento, pero aún quedaba el fin<br />

de fiestas. El Festival de Clausura de la noche rompió todos<br />

los esquemas.<br />

“La acogida ha sido grandiosa” aseguraba uno de los peregrinos<br />

no españoles que disfrutaron del Encuentro de Jóvenes<br />

Vicencianos en Madrid, previo a la Jornada Mundial de<br />

la Juventud. La despedida no pudo ser más espectacular. Si<br />

alguien quería conocer España pudo hacerlo en el Festival<br />

de Clausura que ponía el punto final a tres días inolvidables.<br />

En los recoletos pasillos de la Casa Provincial de las Hijas de<br />

la Caridad de San Vicente, casi una veintena de stands se levantaban<br />

mostrando al público foráneo la cultura y gastronomía<br />

española en un recorrido por sus diecisiete<br />

comunidades autónomas y la ciudad autónoma de Melilla.<br />

Ataviados con los trajes típicos de cada región, jóvenes voluntarios<br />

y peregrinos, recibían a las casi dos mil personas<br />

que se dieron cita en este evento de la Familia Vicenciana.<br />

Ahora es inevitable la nostalgia al alzar la mirada sobre el<br />

pasado mes de agosto. Ya no sólo por la JMJ. Es necesario<br />

resaltar que el EJV caló en muchos corazones. Tantas oraciones<br />

y sacrificios dirigidos a que saliera bien, cantidad de<br />

pequeños detalles de cariño para acabar bien el trabajo<br />

antes, durante y después de los eventos o la buena voluntad<br />

puesta en cada grupo de trabajo. Son la semilla de los<br />

frutos que florecerán algún día y que, sobre todo, a la organización<br />

de los eventos ha permitido ponerse al servicio<br />

de los demás. El Espíritu Santo se valió de todas estas buenas<br />

tendencias para tirar de todos para arriba y hacernos<br />

volar muy alto. Sin duda, gracias a los acontecimientos vividos<br />

en Madrid este verano hemos conseguido por lo menos<br />

aparcar varios días el “yo” y cambiarlo, aunque fuera a regañadientes,<br />

por el “tú”; ese “tú” que se encarnó en miles<br />

de personas procedentes de cientos de nacionalidades.<br />

Y el EJV pasó en un suspiro. Ahora estamos en la misión,<br />

hemos vuelto a la vida cotidiana. El carisma vicenciano nos<br />

mueve a seguir esparciendo la semilla del amor de Dios y a<br />

cuidar de los brotes que van naciendo, plantando cara a los<br />

nuevos retos de este siglo. ¿Cómo hacer esto? Enfrentando<br />

con valor las adversidades, sin perder de vista que para que<br />

el mundo cambie siempre los primeros en cambiar tenemos<br />

que ser tú y yo.<br />

Subcomisión de comunicación del EJV-JMJ, Madrid 2011

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