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| EMEEQUIS | 06 de abril de 2009<br />
18<br />
¿En qué <strong>se</strong> parecen un sacerdote dominico,<br />
un jesuita, uno del Sagrado Corazón de<br />
Cristo y otro diocesano? Al menos en lo<br />
que respecta a <strong>los</strong> personajes entrevistados,<br />
en tres cosas: todos fueron tocados por el<br />
Concilio Vaticano II, aquel que planteaba<br />
regresar la Iglesia católica a su comunidad y<br />
buscar para <strong>los</strong> fieles el gozo y la esperanza<br />
en la Tierra y no en el cielo; todos <strong>se</strong> sintieron<br />
profundamente decepcionados ante la<br />
injusticia, la inmovilidad y la incongruencia<br />
de la mayor parte de la jerarquía, y ninguno<br />
renunció, tras su retorno a la vida laica, a<br />
su vocación y creencias. Ninguno vive sin<br />
Dios, sólo que lo hacen fuera de Roma.<br />
Pocos como el<strong>los</strong> para hablar, con autoridad,<br />
de cómo lucen, qué tan sólidos o<br />
porosos están <strong>los</strong> cimientos y la estructura<br />
de una institución cercana a su <strong>se</strong>gundo<br />
milenio, que esta <strong>se</strong>mana recuerda el sufrimiento<br />
y muerte de su maestro, de Jesús.<br />
Luis de Tavira, dramaturgo; el filósofo<br />
Alberto Athié; Pablo Romo, especialista en<br />
procesos de paz, y Salvador Segura, educador,<br />
hablan a emeequis del estado actual<br />
de la Iglesia sin la imposición del silencio. El<br />
primero estuvo a punto de ordenar<strong>se</strong> como<br />
sacerdote, <strong>los</strong> tres restantes lo fueron. Y,<br />
después de un doloroso proceso personal,<br />
decidieron renunciar a la Iglesia.<br />
Son tiempos oscuros, dicen palabras<br />
más, palabras menos. También creen que<br />
la Iglesia no es la estructura de poder de<br />
su jerarquía y, en con<strong>se</strong>cuencia, que hay<br />
esperanza.<br />
“Sí, son tiempos oscuros, pero <strong>los</strong> ha<br />
habido más oscuros”, dice en contraparte<br />
Alfredo Vargas, rector de la Universidad<br />
Pontificia de México. “Y la Iglesia sí cumple<br />
con su cometido”.<br />
Pero <strong>los</strong> <strong>padres</strong>, <strong>los</strong> sacerdotes que<br />
<strong>se</strong> <strong>van</strong>, dicen que no, que ha sido todo lo<br />
contrario.<br />
1. La Compañía (teatraL)<br />
de Jesús<br />
Es uno de <strong>los</strong> más importantes hombres<br />
de teatro en México. Es filósofo, pedagogo,<br />
ensayista, escritor, traductor. Y es un<br />
jesuita que <strong>se</strong> excluyó de la orden religiosa<br />
por no dejar una vocación que conoció en<br />
el ejercicio de la otra: el teatro.<br />
Luis de Tavira decidió buscar el sacerdocio<br />
luego de crecer en una familia cristiana,<br />
recibir educación católica y ver<strong>se</strong> alentado<br />
“por una profundad amistad con Jesús”.<br />
Ingresó a la Compañía de Jesús a la mitad<br />
de <strong>los</strong> años 60, cuando ocurría el Concilio<br />
Vaticano II, una reunión de todos <strong>los</strong> obispos<br />
del mundo realizada en Roma a instancias del papa Juan<br />
XXIII para discutir y definir el rumbo de la Iglesia católica<br />
en momentos en que el mundo estaba inmerso en la<br />
Guerra Fría y <strong>se</strong> hacía necesario actualizar el modelo para<br />
construir una Iglesia más cercana a las necesidades de una<br />
humanidad empobrecida, ávida de justicia social.<br />
El evento fue vivido con más intensidad por <strong>los</strong> jesuitas,<br />
quienes plantearon que era necesario un cambio radical<br />
para colocar a su comunidad en coherencia con el momento<br />
histórico, el mundo y sus inquietudes.<br />
Luis de Tavira iniciaba la <strong>se</strong>gunda parte del proceso<br />
jesuita de “juniorado”, equivalente a un bachillerato en<br />
letras clásicas. Ahí, en el <strong>se</strong>minario, conoció el griego<br />
en las obras de Esquilo y Sófocles y fue cuando recibió el<br />
<strong>se</strong>gundo llamado, el del teatro. Su examen de griego fue un<br />
montaje de Antígona de Sófocles. Sus maestros entendieron<br />
“su vocación, su misión teatral”.<br />
Los jesuitas decidieron que sus <strong>se</strong>minaristas salieran de<br />
<strong>los</strong> muros de <strong>los</strong> conventos para palpar la realidad social.<br />
Así que De Tavira y otros no fueron enviados a un claustro,<br />
sino a las universidades.<br />
Así llegó al Centro Universitario de Teatro, en la efervescente<br />
Facultad de Fi<strong>los</strong>ofía y Letras, a la vez que continuó<br />
la formación eclesiástica en el Instituto Libre de Estudios<br />
Fi<strong>los</strong>óficos de la Compañía de Jesús, “lo cual repre<strong>se</strong>ntó para<br />
mí un momento difícil. Entre <strong>los</strong> jesuitas, yo era el hombre<br />
de teatro y entre <strong>los</strong> hombres de teatro, era el jesuita”.<br />
De Tavira debía entrar a la Facultad de Fi<strong>los</strong>ofía de<br />
la UNAM en <strong>se</strong>ptiembre de 1968, pero antes llegaron <strong>los</strong><br />
tanques y poco después ocurrió Tlatelolco. Todo esto fue<br />
un sacudimiento. “Venía del encierro conventual y me<br />
encuentro con <strong>los</strong> jóvenes de mi edad incorporados a esta<br />
prodigiosa y terrible dinámica del movimiento estudiantil,<br />
enormemente concientizador, que plantea una militancia<br />
de cambio para el país, para el mundo.<br />
–¿Su condición de jesuita, su fe religiosa, era confrontada<br />
por esos estudiantes, por el movimiento?<br />
–Lo cuestionaban profundamente. Era difícil decir<br />
en la universidad que uno era creyente, pero <strong>se</strong> trataba de<br />
vivir en libertad y la libertad de conciencia es lo primero.<br />
Y yo no encontraba objeción alguna, sino preguntas acuciantes.<br />
También ocurrió el encuentro con el marxismo y<br />
fue importante tratar de entender como cristiano las prerrogativas<br />
de la utopía socialista. Esto implicaba siempre<br />
caminos alternativos frente a posiciones cerradas, frente<br />
a dogmatismos, de un lado y del otro, para conciliar el<br />
de<strong>se</strong>o de un cambio en el mundo. El final del mal llamado<br />
socialismo real no resuelve, no nos jubila de la necesaria<br />
crítica al capitalismo y a su atrocidad.<br />
–¿Y cuando le tocaba <strong>se</strong>r el jesuita con nuevas visiones<br />
entre <strong>los</strong> otros jesuitas?<br />
–Se vivía otro combate, otra lucha, generacional también.<br />
Teníamos claro, después del Concilio, que <strong>se</strong> debían<br />
reinventar las estructuras, que el espíritu soplaba fuera de<br />
la Iglesia, que no estaba en <strong>los</strong> claustros ni en <strong>los</strong> púlpitos.<br />
Que estaba afuera y hablaba más poderosamente en el<br />
teatro que en el templo, en mi caso. El camino del arte es<br />
un camino de privilegio para formular<strong>se</strong> estas preguntas<br />
y encontrar sus respuestas.