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Forzando un poco el destino, pudo <strong>se</strong>r un sacerdote<br />
acomodado o habría sido jesuita. Pero fue un sacerdote de<br />
la orden de <strong>los</strong> dominicos y ahí no terminó la cosa, porque<br />
hasta donde su historia va, ahora es nuevamente laico.<br />
Pero eso no lo aleja del propósito de su ministerio: la paz<br />
y <strong>los</strong> derechos humanos. Entró a la orden en 1979, año en<br />
que <strong>los</strong> obispos que <strong>se</strong> asumieron en la opción por <strong>los</strong> pobres<br />
escribieron una carta abierta para definir la condición de<br />
la jerarquía: “Los obispos estamos divididos”.<br />
“Estábamos en la ruptura con quienes mantenían una<br />
idea de privilegios, alienante, desligados del compromiso<br />
social con <strong>los</strong> menos favorecidos. Y del otro lado quienes<br />
descubrían a Cristo sufriendo en <strong>los</strong> pobres y marginados,<br />
en <strong>los</strong> indios, en <strong>los</strong> negros, en las mujeres”.<br />
“De pronto <strong>se</strong> abre un horizonte novedoso en un país<br />
fracturado por la mi<strong>se</strong>ria”, dice hoy Pablo Romo, que en<br />
e<strong>se</strong> tiempo cursaba el noviciado a las faldas del volcán<br />
Popocatépetl.<br />
Romo, nacido en 1961, tenía 20 años. Estudió fi<strong>los</strong>ofía<br />
en la UNAM como oyente y siguió estudios de teología con<br />
<strong>los</strong> dominicos. En tanto, trabajó en el Centro de Derechos<br />
Humanos Fray Francisco de Victoria, fundado con la pre<strong>se</strong>ncia<br />
de <strong>los</strong> salvadoreños asilados políticos en México,<br />
particularmente del <strong>se</strong>ctor jurídico-cristiano. Poco debió<br />
usar la sotana y el alzacuel<strong>los</strong>.<br />
A e<strong>se</strong> grupo llegaron <strong>los</strong> abogados del arzobispo salvadoreño,<br />
Óscar Arnulfo Romero, predicador e impulsor de<br />
<strong>los</strong> derechos humanos a<strong>se</strong>sinado poco antes. Romo pasaría<br />
<strong>los</strong> veranos en <strong>los</strong> campos para refugiados guatemaltecos en<br />
Chiapas y <strong>se</strong> <strong>se</strong>mbraría en él la idea de ejercer un ministerio<br />
religioso en favor de <strong>los</strong> derechos humanos complementada<br />
con el estudio de la teología en un ambiente, el dominico,<br />
de grandes intere<strong>se</strong>s intelectuales.<br />
Partió a Suiza a estudiar en la Universidad de Fribourg.<br />
Obtuvo cierta mirada distante de México y comprendió de<br />
cerca la vida de <strong>los</strong> migrantes provenientes de África.<br />
Se ordenó en México en 1990 y fue enviado a la diócesis<br />
de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a menos de cuatro<br />
años del le<strong>van</strong>tamiento zapatista. Se incorporó al Centro<br />
de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, cuya<br />
coordinación asumiría poco tiempo después.<br />
Miró de cerca y de frente las represiones políticas, incluida<br />
la prisión de un compañero suyo sacerdote. El trabajo<br />
<strong>se</strong> tensó. Aparecieron pintas en la fachada de la iglesia de<br />
Santo Domingo contra <strong>los</strong> “curas comunistas”, “<strong>los</strong> curas<br />
rojos”. Recibían amenazas telefónicas a la medianoche y<br />
cuando caminaba llegó a encontrar<strong>se</strong> de frente, y de manera<br />
imprevista, con una cámara fotográfica.<br />
“Me <strong>se</strong>ñalaron, dijeron que yo era el subcomandante<br />
Marcos. Salí en la televisión, <strong>se</strong>guramente la información<br />
la filtró el ejército, y salí a desmentirla. Participábamos en<br />
<strong>los</strong> Diálogos de Catedral y de San Andrés, éramos parte<br />
del equipo de mediación de don Samuel Ruiz, entonces<br />
conocíamos bien a la Comandancia General del EZLN y a<br />
<strong>los</strong> repre<strong>se</strong>ntantes del gobierno federal”.<br />
✱✱✱<br />
En 1999, Pablo Romo fue llamado para <strong>se</strong>rvir a su orden<br />
en Roma, en el área de justicia y paz. Viajó por el mundo<br />
conociendo proyectos de derechos humanos<br />
en lugares consumidos por conflictos<br />
armados, como Congo, Pakistán e Irak,<br />
donde hombres y mujeres religiosos trabajaban<br />
al <strong>se</strong>rvicio de <strong>los</strong> otros. En Ginebra<br />
tuvo contacto con la Comisión de Derechos<br />
Humanos de las Naciones Unidas.<br />
Y volvió a México, a Chiapas.<br />
–¿En qué momento <strong>se</strong> comenzó a gestar<br />
la posibilidad de abandonar el sacerdocio?<br />
–Regresé pensando que debía tomar<br />
decisiones dentro de mi vida. Había una<br />
Iglesia fracturada, lejana del sufrimiento de<br />
la realidad del mundo, de las necesidades de<br />
la gente, abandonando las inquietudes más<br />
profundas y las discusiones más <strong>se</strong>rias. Me<br />
refiero a la jerarquía. Lo estamos viendo hoy<br />
claramente. Esto fue parte de mi motivación<br />
para decir: “Hasta aquí llegué en el acompañamiento<br />
al ministerio”.<br />
Romo tuvo contacto con Timothy Radcliffe,<br />
teólogo dominico inglés ocupado,<br />
entre otros asuntos, de la vocación cristiana,<br />
“extraordinariamente audaz y visionario<br />
y a quien cuando yo le comentaba que me<br />
<strong>se</strong>ntía cada vez más lejano de este tipo de<br />
Iglesia y de <strong>los</strong> personajes que había en la<br />
Iglesia, él me dijo: ‘Es que esto hace más<br />
grande a la Iglesia’”.<br />
Y, así, Pablo Romo abandonó el ministerio<br />
religioso en 2004.<br />
“Fue una decisión necesaria e importante<br />
en mi búsqueda de <strong>se</strong>guir creciendo,<br />
sin detrimento de aquel<strong>los</strong> que están dentro<br />
de la orden, profundamente comprometidos<br />
al interior de la Iglesia. No comparto<br />
esta estructura, menos con una jerarquía<br />
vaticana tan tristemente con<strong>se</strong>rvadora,<br />
lejana del anhelo de <strong>los</strong> creyentes y del<br />
sufrimiento de <strong>los</strong> pobres, de las mujeres,<br />
de las lesbianas y <strong>los</strong> homo<strong>se</strong>xuales, tan<br />
tristemente lejana del sufrimiento de Jesús<br />
abandonado en la cruz”.<br />
–¿Qué significó dejar el laicismo para<br />
entrar al ministerio y qué repre<strong>se</strong>ntó salir<br />
del ministerio a la vida laica?<br />
–Para mí –comenta Romo, hoy integrante<br />
de Servicios y A<strong>se</strong>soría para la<br />
Paz, una organización civil dedicada a <strong>los</strong><br />
derechos humanos– entrar a la orden fue<br />
abrir <strong>los</strong> ojos a una realidad muy nueva y<br />
muy fresca. Dejar el ministerio, aunque<br />
no mi fe ni <strong>los</strong> principios que aprendí de<br />
la Iglesia, significó una nueva apertura de<br />
ojos. Ya no con la misma frescura, pero sí<br />
a una situación difícil, muy complicada y<br />
a veces dolorosa, porque es una especie de<br />
<strong>se</strong>paración.<br />
Y toda <strong>se</strong>paración es dolorosa. <br />
| EMEEQUIS | 06 de abril de 2009<br />
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