Cuando los padres se van - Emeequis

El plano de Meckenheim, cerca de Bonn,
destaca el sitio de la sinagoga en el gueto
donde, en 1440, nació Israhel Van Meckenem.
La flamenquización del nombre de
su ciudad natal deja pensar que Bocholt,
donde murió en 1503, está en algún lugar
de Flandes.
Israhel se autorretrató en 1490 con su
esposa Ida; hasta entonces ningún artista
había hecho un autorretrato en pareja.
Algunos grabados de Van Meckenem
fueron adaptados en el siglo XVI para
transformarlos en los bajorrelieves de la
escalera que sube a la biblioteca antigua
de la Universidad de Salamanca. Es la metáfora
del camino ascendente que lleva del
ras del suelo, dejados la cotidianidad y los
ritmos de la calle, hacia el firmamento de la
sapiencia y la sabiduría. La bóveda alargada
del recinto fue concebida como el cielo
estrellado en que las serpientes clásicas del
saber destacan entre las constelaciones.
El ritual de la lectura, actividad fundamental
del gremio de los intelectuales
apoyados por el rey y el papa, tuvo así
el espacio más solemne para su legiti-
mación.
Quien comenzó esta decoración de
la escalera pensó en que subirla es una
fiesta de erotismo, imaginación, aprendizaje
y creatividad. Para representarla,
nada más apropiado que las obras de Van
Meckenem: en el primer tramo de la balaustrada,
un gaitero remonta campos
floridos donde mujeres y hombres danzan
y cantan; la laboriosidad de un panal y de
una araña vigilan cómo la juventud toma
prestado lo necesario para adquirir lo que
natura non dat.
En el segundo tramo, dos parejas desnudas
gozan su encuentro en doble cabalgata.
En una, ella es amazona sobre el
corcel en que se ha convertido su amante;
en la otra, los papeles se invierten. Equus
eroticus es el nombre docto que recibió ahí
la imagen de Meckenem.
En lo que sigue, los dueños del saber olvidaron
a Israhel. Con ideas nada gozosas,
otro escultor puso al pie del tercer tramo a
un cupido mayor de edad con las alas cor-
Equus eroticus. Bajorrelieve
basado en un grabado del judío
flamenco Israhel
Van Meckenem.
tadas y atrapado por una red de gladiador.
El relieve siguiente es un torneo armado al
que las mujeres no asisten. Y en la columna
en que termina la subida, a unos pasos
de los libros, un hombre maduro, de ceño
fruncido y extrañamente descalzo, viste
toga y birrete.
Quienes así sepultan día a día el grabado
de Meckenheim ignoran —o desean
ignorar— que hay quienes hemos llegado
a la biblioteca sin recorrer la porción de la
escalera donde pretenden que se pierda la
libido del conocimiento, del pensamiento
y de la vida universitaria. Somos quienes
no hemos perdido el deseo sólo por tener
elevados grados de la academia.
| EMEEQUIS | 06 de abril de 2009
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