los libros de las gaviotas 18. froilán escobar. tocar ... - Nueva Agenda

pueden ser catalogados de ratones porque comparecen pequeñitos y con el
jocico botado finito para alante, o los que por ser desproporcionados del pes-
cuezo concuerdan con jirafas, o los que comportan algo tenido de camello por
causa de abultársele una joroba? Pues bien, ellos concordaban gemelos, no en
el parecerse, sino en el procederse con que se conducían en el aire.
El caso es que, por ser tan mellizamente distintos, les puse Eve y Avo,
para que por lo menos en sus nombres estuvieran un poco similares. Eve por-
que veía, y Avo porque volaba. Esa fue mi conclusión. La gente en este lugar
se llama Caquía o Torcuato, Toribio o Pancracia, pero yo no quería que pade-
cieran las tales fealdades de los nombres. Mejor les hubiera puesto Cundiamor
y Baría, o cualquier cosa que me asomara bonita en la punta de la lengua. No
congeniaba con la idea de acuñarles padecimiento para que tropezaran lo
mismo con las piedras que me estuvieron a mí en el camino.
Tal vez por eso en todos los Confines empezaron a murmurarlos. A Eve
porque, siendo mujer, estaba tan atisbante que no la sujetaba detenida al piso
de la casa. A Avo porque, siendo hombre, aunque no acostumbraba remilgos
de delicadezas, era un pájaro escamado de plumas.
De los dos, por tales diferencias distintas, hablaban vituperaciones. Pero
de ella más, fíjense qué cosa: en ella procuraban mayor ensañamiento, porque
no abjuraba de sus ojos ni buscaba tapárselos con hojas para que no palpara
su ver las lejanías.
Pero yo estaba feliz con los dos. A Eve, cuando empezaron a abultársele
las teticas, los ojos se le pusieron más aún de hermosura. Era algo que daba
susto, por las maneras tenidas en su vista, que incluso hasta las lagartijas le ca-
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