los libros de las gaviotas 18. froilán escobar. tocar ... - Nueva Agenda
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No sé si soy intérprete <strong>de</strong>safinado o virtuoso. Lo cierto es que, en mi<br />
novela Ella estaba don<strong>de</strong> no se sabía, quise, como recuperación <strong>de</strong> lo social<br />
y lo humano, mostrar la historia <strong>de</strong> una mujer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ella y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un laberinto<br />
<strong>de</strong> voces que la cercan, la acusan, la lisonjean y la vituperan. La historia <strong>de</strong> una<br />
mujer que <strong>de</strong> alguna manera, simbólica o tangencial, pue<strong>de</strong> ser la historia <strong>de</strong><br />
mi propia madre. Con sus múltiples personajes he querido hacer –perdona la<br />
petulancia– una novela hablable. Así como oyes: una novela que fuera –como<br />
quería Roa Bastos– “audible más que legible”, en cuya oralidad –que es la<br />
marca <strong>de</strong> <strong>los</strong> pobres y marginados– también cupiera, sin oposición a mi afán<br />
incorporativo, la “escritura letrada”. Una novela que me permitiera integrar,<br />
unitivamente, en una suerte <strong>de</strong> conversación sin fronteras: <strong>los</strong> mitos<br />
reconstruidos que cargo sobre mi espalda, <strong>las</strong> pobladas Soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
Góngora, <strong>las</strong> huracanadas <strong>de</strong>solaciones verbales <strong>de</strong> Bekett, y ese “yo vengo<br />
<strong>de</strong> todas partes y hacia todas partes voy” con que José Martí, como secreta<br />
continuidad, nos enseñó un punto <strong>de</strong> partida hacia lo universal.<br />
El lenguaje entonces, para mí, se vuelve alguien. Pero no alguien <strong>de</strong><br />
quien digo, sino alguien con quien digo, o sobre todo, con quien me digo. Me<br />
encanta poner a comer en un mismo plato mundos aparentemente querellados<br />
por viejas oposiciones. Vericuetear un camino <strong>de</strong> antinomias superpuestas<br />
y palabras mordisqueadas por un lado, porque como nos advierten Vallejo y<br />
Lezama, un hombre pue<strong>de</strong> estar parado <strong>de</strong> tanto andar en esta realidad<br />
nuestra en que nos concertamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconciertos.<br />
La palabra que yo escribo está llena <strong>de</strong> barruntos. Es, está, respira. Está<br />
go<strong>los</strong>a <strong>de</strong> imágenes y sabores que se entremezclan. Todo convive con todo. Lo<br />
bello con lo feo. Lo <strong>de</strong>sechado con lo grandioso. Lo grotesco con lo sublime.<br />
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