Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Travesía 2004<br />
Las abuelas voladoras
Travesía 2004<br />
Las abuelas voladoras
Alfredo Gaete Briseño<br />
Travesía 2004<br />
Las abuelas voladoras<br />
Historia de las aviadoras que en un<br />
avión monomotor convencional,<br />
desde Chile, realizaron la hazaña de<br />
cruzar el Atlántico Sur para regresar<br />
por el Círculo Polar Ártico, uniendo<br />
3 continentes.
Editorial APROC S.A.<br />
Valdepeñas 752<br />
Las Condes - Santiago - Chile<br />
Fono/fax: 2021179<br />
agaeteb@123mail.cl<br />
Diseño: Oscar Briceño<br />
Foto tapa: Thomas López<br />
Fotos interiores: Tomadas durante la Travesía 2004<br />
Primera edición<br />
Impreso en Imprenta Grafhika Copy Center<br />
1ª edición<br />
Agosto 2005<br />
Derechos reservados<br />
Inscripción Nº 148.732<br />
Oscar Alfredo Gaete Briseño<br />
Madeleine Dupont Dupont<br />
María Eliana Christen Jiménez<br />
Queda rigurosamente prohibida,<br />
sin la autorización escrita de los autores,<br />
bajo las sanciones establecidas en las leyes,<br />
la reproducción parcial o total de esta obra<br />
por cualquier medio o procedimiento,<br />
incluidos la reprografía y el tratamiento informático<br />
IMPRESO EN CHILE<br />
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723<br />
I.S.B.N. 956–7927–16–2
Agradecimientos<br />
Poema de Germán Casas<br />
La Hazaña<br />
Ruta de ida<br />
Alas para soñar<br />
A pesar de todo<br />
Unir tres continentes<br />
El drama andino Viña del Mar - Córdoba<br />
Córdoba, un oásis en el camino<br />
Último vuelo de prueba Córdoba - Porto Alegre<br />
A través de un túnel Porto Alegre - Salvador de Bahía<br />
Últimos preparativos Salvador de Bahía - Natal<br />
Lanzarse a lo desconocido Natal - Isla de Sal<br />
Una tierra diferente<br />
Socias honorarias del Real Aeroclub Isla de Sal - Isla Gran Canaria<br />
Reencuentro con el pasado Isla Gran Canaria - Cascais - Madrid<br />
Recibimiento histórico Madrid - Ginebra<br />
El regreso<br />
Ruta de vuelta<br />
Hace ya mucho tiempo<br />
La vida continúa<br />
Siempre pensé en el cielo<br />
Reminiscencias desde Arica Lima - Arica<br />
La ley de Murphy en acción Panamá - Guayaquil - Lima<br />
Aeródromo de Tobalaba Arica - Santiago<br />
Un nuevo desafío Ginebra - Stornoway - Reykjavik<br />
Hielos peligrosos Reykjavik - Kangerlussuaq - Iqaluit<br />
Decisiones con riesgo de vida Iqaluit - Kuujjuaq<br />
Tecnología en el cielo Montreal - Raleigh - Key West - Managua - Panamá<br />
ÍNDICE<br />
9<br />
10<br />
11<br />
12<br />
13<br />
25<br />
33<br />
41<br />
61<br />
73<br />
83<br />
93<br />
107<br />
123<br />
129<br />
139<br />
151<br />
165<br />
166<br />
167<br />
175<br />
179<br />
191<br />
207<br />
221<br />
225<br />
239<br />
255<br />
279
AGRADECIMIENTOS<br />
Queremos agradecer desde el fondo de nuestro corazón<br />
a todos quienes nos ayudaron en el logro de tan magna aventura,<br />
incluida su narración. La lista de amigas, amigos, familiares,<br />
personas anónimas, colaboradores, auspiciadores y<br />
pasajeros virtuales que nos acompañaron con extrema dedicación<br />
de tiempo y expresión de cariño a través de su apoyo<br />
moral, espiritual y material, es demasiado larga como para<br />
agregarla. En todo caso, se refleja a través de las páginas del<br />
<strong>libro</strong>.<br />
Deseamos destacar el aporte logístico continuo que el<br />
Comandante en Jefe de la Fach, General Osvaldo Saravia,<br />
hizo personalmente y a través de diversos miembros de la<br />
institución.<br />
Tanta generosidad y solidaridad fue parte importante de<br />
los cimientos que nos permitieron unir el comienzo con el<br />
fin. Gracias a todos ustedes logramos llevar a cabo nuestro<br />
desafiante y maravilloso sueño.<br />
Vaya un agradecimiento muy especial para nuestros<br />
maridos, Hans Böck y Valentín Daniels, quienes durante la<br />
Travesía 2004 nos apoyaron sin restricciones.<br />
Madeleine y María Eliana<br />
Agosto 2005<br />
AGRADECIMIENTOS<br />
9
Agradecemos también a nuestro amigo Germán Casas,<br />
quien al regresar de la Travesía nos obsequió un poema brotado<br />
de su generoso corazón. Emocionadas, deseamos compartirlo<br />
con nuestros lectores:<br />
10 TRAVESÍA 2004<br />
A Chile dieron gloria<br />
Con su frágil monomotor<br />
Las abuelas aviadoras<br />
De todo el mundo admiración<br />
Vencieron el macizo andino<br />
Con arrojo y decisión<br />
Confiando en Dios y su destino<br />
Cuando la turbulencia arreció<br />
Vencieron el gran charco<br />
Palpitante el corazón<br />
También mucho rezaron<br />
Para que no fallara el motor<br />
La vieja Europa enmudecida<br />
De la rubia y la morena<br />
Admiró la valentía<br />
Orgullo de la mujer chilena<br />
Madeleine y María Eliana<br />
La Patria entera las saluda<br />
Quedó grabada en la montaña<br />
Con letras de oro su gran hazaña
Primera Parte<br />
La Hazaña<br />
foto: Omar Contreras
TRAVESÍA 2004<br />
RUTA DE IDA<br />
FECHA<br />
09-Mar<br />
10-Mar<br />
12-Mar<br />
15-Mar<br />
17-Mar<br />
20-Mar<br />
23-Mar<br />
26-Mar<br />
31-Mar<br />
04-Abr<br />
CIUDAD DE<br />
DESPEGUE<br />
Santiago<br />
Viña del Mar<br />
Córdoba<br />
Porto Alegre<br />
Salvador Bahía<br />
Natal<br />
Isla Sal<br />
Isla Gran Canaria<br />
Cascais<br />
Madrid<br />
12 TRAVESÍA 2004<br />
CIUDAD DE<br />
ATERRIZAJE<br />
Viña del Mar<br />
Córdoba<br />
Porto Alegre<br />
Salvador Bahía<br />
Natal<br />
Isla de Sal<br />
Gran Canaria<br />
Cascais<br />
Madrid<br />
Ginebra<br />
PAÍS DE<br />
DESTINO<br />
Chile<br />
Argentina<br />
Brasil<br />
Brasil<br />
Brasil<br />
Cabo Verde<br />
España<br />
Portugal<br />
España<br />
Suiza<br />
CONTINENTE<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
África<br />
Europa<br />
Europa<br />
Europa<br />
Europa<br />
MILLAS<br />
NÁUTICAS<br />
350<br />
445<br />
734<br />
1.300<br />
483<br />
1.539<br />
820<br />
823<br />
282<br />
730<br />
HORAS<br />
DE VUELO<br />
04:06<br />
04:54<br />
05:48<br />
09:42<br />
04:06<br />
12:30<br />
06:42<br />
05:48<br />
02:18<br />
05:30<br />
10 ciudades 7 países 7.506 61:40
Alas para soñar<br />
Madeleine desvió la mirada de la nariz de su monomotor<br />
Bonanza, para dirigirla durante unos segundos hacia su<br />
amiga, mientras afirmaba:<br />
-Increíble todo lo que hemos pasado para llegar a este<br />
momento.<br />
En aquel instante las dificultades para sacar adelante ese<br />
magnífico proyecto, le parecieron más difíciles que al<br />
momento de resolverlas.<br />
-Sin embargo, lo logramos -agregó, junto con evocar el<br />
perfil de persona cuyos sueños nunca se diluyen en la imposibilidad,<br />
alimentados por una inmensa fe.<br />
La gran sonrisa que acompañó su chispeante voz, fue<br />
interpretada por María Eliana como carta de triunfo. Estuvo<br />
de acuerdo sin reservas y percibió que el espacio les abría<br />
sus fronteras.<br />
-Por fin aquí, en lo que nos gusta, como colgadas del cielo<br />
y con el mundo a nuestros pies. Pase lo que pase, ya pode-<br />
ALAS PARA SOÑAR<br />
13
mos sentirnos triunfadoras -comentó a modo de respuesta.<br />
Ambas rieron, a pesar de tripular una bomba voladora.<br />
Para muchas personas comunes y corrientes no era fácil<br />
comprender el valor de aquella aventura, incluso más de<br />
alguna pudo considerarlas locas. Otros, admirados leían la<br />
noticia y les parecían espléndidas, dignas de ser imitadas en<br />
los demás ámbitos del quehacer nacional.<br />
Por su parte, ya no era momento para preocuparse y con<br />
ello agregar una carga psicológica adicional. Varios meses<br />
antes habían determinado que realizar aquel sueño justificaba<br />
los riesgos con creces.<br />
Prosiguió un silencio en que Madeleine creyó adivinar<br />
las divagaciones de su amiga, de seguro relacionadas con su<br />
eterna disposición a la lucha y a vencer obstáculos. También<br />
con la esperanza de avistar un platillo volador.<br />
“Quién sabe si esta vez le resulte, tal vez hasta le permitan<br />
subir a uno” se dijo, consciente de su buen humor.<br />
Regresó los ojos hacia la nariz y a través del círculo formado<br />
por la veloz hélice observó el horizonte, que abierto,<br />
les invitaba a continuar el ascenso en busca de la altitud<br />
requerida para cruzar la cordillera.<br />
-Por aquí se han avistado muchos ovnis -no demoró en<br />
comentar María Eliana.<br />
Su compañera esbozó una complaciente sonrisa y de<br />
inmediato regresó la mente a sus obligaciones.<br />
No había turbulencia ni nubes; sin embargo, a pesar de ello<br />
y aunque los informes meteorológicos recopilados por la<br />
Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) fueron favorables,<br />
sabía que no era la hora más apropiada. El despegue<br />
estaba contemplado para bastante más temprano, pero muy a su<br />
pesar, se vieron obligadas a esperar hasta que disipara la niebla.<br />
Miró el reloj. Era casi mediodía y frunció el ceño, consciente<br />
del riesgo que enfrentaban.<br />
María Eliana la observó y presa de la misma inquietud<br />
consideró adecuado hacerse parte:<br />
-Imagino que piensas en la posibilidad de una intensificación<br />
de los vientos...<br />
Todo piloto sabe que ello implica la consecuente apari-<br />
14 TRAVESÍA 2004
ción de peligrosas turbulencias y la respuesta fue un afirmativo<br />
silencio.<br />
-Sin embargo, no es condición imperativa que ello suceda<br />
-expresó para animarla y compartir la responsabilidad.<br />
-Yo lo sé, pero no deja de preocuparme.<br />
María Eliana prefirió callar sus aprensiones respecto a<br />
los riesgos en la cordillera y se limitó a agregar:<br />
-Necesitamos una corriente que nos dé un empujoncito.<br />
Y continuaron. Era fuerte el anhelo que las movía a realizar<br />
aquella aventura. Ambas tenían clara la importancia de<br />
no dudar e insistir aún acechadas por el peligro. Era parte<br />
del desafío: prudentes, pero gallardas...<br />
“Aunque nunca tan descocadas ¿o sí?” se dice<br />
Madeleine en la habitación del hotel, mientras termina de<br />
sacarse la ropa.<br />
Entra al baño y abrazada por el agua tibia de la ducha,<br />
sonríe por las ironías del destino. Se pregunta qué les depara<br />
y piensa en la incertidumbre como condición básica:<br />
“La maravilla más grande que nos entrega la vida”, se<br />
dice. Siente que una vez más se ha lanzado de piquero sin<br />
temor a nadar.<br />
-Un poco de magia, eso es lo que necesitamos para ser felices<br />
-agrega en voz alta contra los pulidos cerámicos del muro.<br />
Le divierte pensar que un vuelo entre Santiago y Viña<br />
del Mar, por lo general demora menos de cuarenta minutos.<br />
Ellas, lo han hecho en más de cuatro horas. Entonces, cede a<br />
la necesidad de soltar una carcajada.<br />
Evoca el amanecer, la nubosidad y la losa de Los<br />
Cerrillos llena de sorpresas: familiares, amigos, diversas<br />
autoridades, la prensa con una interesante variedad de<br />
periodistas y cámaras de televisión, que interfiere sin piedad<br />
con sus preparativos a través de una persecución propia<br />
de su actividad.<br />
Ahí se detiene unos instantes. Hace una mueca, aún<br />
poco convencida de que tuviera que mediar tanta distracción,<br />
mientras su seguridad estaba en juego.<br />
Las imágenes adquieren movimiento y sonido, como si<br />
se tratara de una película que ha comenzado a rodar:<br />
ALAS PARA SOÑAR 15
-No puede ser que a esta hora ya estén instalados -le<br />
comentó a su amiga, apenas vio el inusual ajetreo sobre la losa.<br />
-Es la televisión -opinó ésta en un intento por justificarles,<br />
consciente de la importancia aportada por su presencia-.<br />
Así funcionan y en buena hora, aunque estoy de acuerdo,<br />
podrían ser un poco menos invasores.<br />
-Sí, claro, es natural que estén preocupados de su programación.<br />
Yo trato de entenderlos, pero ni piensan que<br />
necesitamos concentración para ordenar la salida.<br />
-Déjamelos a mí mientras te ocupas del avión, el informe<br />
meteorológico y los últimos trámites. Yo me haré cargo<br />
de ellos. Están haciendo su trabajo y para nosotras es importante<br />
que lo hagan bien.<br />
-De acuerdo, pero mira, están todos los canales de televisión.<br />
Hasta el matinal de la Universidad Católica está instalado<br />
desde antes que llegáramos, como si pensaran transmitir<br />
un programa completo en vivo...<br />
“Y es precisamente lo que hicieron -se dice-. Aun ahora,<br />
apenas lo creo”.<br />
La recuerda ir, en medio del bullicio, hacia las cámaras<br />
y los periodistas para satisfacer sus requerimientos.<br />
Mientras, ella se abocó diligente al Bonanza y su revisión<br />
de pre vuelo. La hizo parte por parte, lista en mano y la<br />
vista aguzada con especial esmero debido al encandilamiento<br />
originado por los potentes focos de la televisión. Observó<br />
el nivel del aceite, verificó que el combustible no estuviera<br />
contaminado ni hubiera alguna fuga, probó el funcionamiento<br />
de las luces...<br />
Sus manos acariciaron el metal de los alerones y de los<br />
nuevos estanques adosados a las puntas de las alas, pendiente<br />
de cada remache, con ternura, como si se tratara de<br />
un ser vivo y muy querido. Pensó en la ley de las coincidencias:<br />
Julie es el diminutivo de JULIETT, las letras de la<br />
matrícula del avión, entregada por la DGAC, que de manera<br />
fortuita coincidió con el nombre de su bisabuela materna,<br />
Julie Arnous.<br />
Luego se dedicó a la estiba, convertida por la necesidad<br />
en una obra de ingeniería. Distribuyó con profesionalismo el<br />
16 TRAVESÍA 2004
peso para no afectar el centro de gravedad y amarró cada<br />
cosa en el lugar asignado...<br />
“Pues nunca se sabe -piensa-. Si nos pilla una turbulencia<br />
no será momento de ponerse a ordenar, menos para recibir<br />
un golpe en la cabeza”.<br />
El agua la envuelve mientras imagina que le cae un<br />
bulto encima. Emite un ruido seco y ríe. Enfoca unos<br />
segundos sus pensamientos en el Julie, como si tuviera<br />
alma y al mismo tiempo fuera parte de ella. Lo visualiza<br />
generosamente invitado por el Grupo Nueve para pernoctar<br />
la noche del lunes. Recuerda a Guillermo Munizaga, quien<br />
la fuera a buscar en su Piper Arrow para llevarla de vuelta<br />
a Tobalaba. Al llegar le entregó un pequeño cojín que guardaba<br />
en su avión, diciendo:<br />
-Es para el Julie, para la Travesía.<br />
Generaliza aquella ternura y consideración hacia tantos<br />
amigos y conocidos, pensando que es un buen augurio que<br />
les ayudará a enfilar por el camino de aquella misión.<br />
Descuelga la toalla para secar su cuerpo y cambia de<br />
escenario. Retrocede a la celebración del Día Internacional<br />
de la Mujer en la Moneda y rueda otra película, esta vez<br />
montada en el Patio de los Naranjos.<br />
Evoca al Presidente de la República, quien a modo de<br />
despedida les entregó la bandera de Chile y el mensaje de<br />
ser llevada como muestra de amistad a todos los lugares<br />
donde tocaran suelo. De inmediato piensa en el modelo a<br />
escala del Julie, preparado por el Servicio Nacional de la<br />
Mujer (SERNAM), que juntas le regalaran. Le parece oírse<br />
dando a conocer los propósitos de tan inusual vuelo ante la<br />
diversidad de autoridades y desde el fondo de su corazón<br />
agradece la colaboración con el proyecto Travesía 2004. Por<br />
su mente pasan raudas la Primera Dama, la Ministra de<br />
Defensa y la del SERNAM...<br />
A medida que el acto avanzó, las dos aviadoras se sintieron<br />
cada vez más fuera de lugar, pues aparte de mantener<br />
en espera los últimos preparativos para el viaje, aún no<br />
resolvían el asunto del seguro contra terceros exigido para<br />
despegar: pocos días antes, a pesar de haber iniciado ella<br />
ALAS PARA SOÑAR 17
misma los trámites con varios meses de anticipación, la<br />
compañía le informó que sólo era posible contratarlo anexado<br />
al del avión, con un costo tan exorbitante que prefirió ni<br />
pensar en cuántos dólares significaba, que además debían<br />
ser pagados al contado... Y a veinte horas de la partida, aún<br />
les faltaba conseguir una buena parte. Eso, sin considerar<br />
que ya habían tenido que pedir un préstamo bancario fuera<br />
de programa.<br />
Las arcas estaban demasiado disminuidas, y por fallarles<br />
los aportes de un sinnúmero de empresas que en principio<br />
creyeron interesadas, tenían que continuar endeudándose.<br />
Sus mentes eran unos torbellinos. Despedidas por las<br />
máximas autoridades del país y su aventura en boca de todos<br />
los chilenos, se sentían metidas hasta el cuello y luchaban por<br />
imaginar una solución que evitara la suspensión del vuelo.<br />
Otra vez ríe con ganas. Luego agrega en voz alta,<br />
sabiendo que nadie puede escucharle:<br />
-¡Y ahora aquí, en Viña, apenas a cien kilómetros de<br />
Santiago, cuando debiéramos estar en Porto Alegre!<br />
Medita unos instantes y agrega convencida:<br />
-Pero nada nos detendrá.<br />
Gira la manecilla del despertador para programarlo a las<br />
cinco treinta y entra en la cama. Agradecida del relajo que<br />
siente, deja que un profundo suspiro lleve de nuevo sus pensamientos<br />
a la mañana, al Julie y a la cordillera. Por instantes<br />
fija su mente en el estanque interior instalado tras los respaldos.<br />
Luego, en los adosados a las puntas de las alas.<br />
Agregados a los originales, ubicados en el interior de éstas,<br />
permiten cargar un total de seiscientos sesenta y un litros de<br />
avgas, combustible que usa el Julie... Percibe que un escalofrío<br />
le recorre el cuerpo.<br />
De inmediato piensa en el rugir del motor y se visualiza<br />
en el sector cordillerano, exigiéndole al máximo en el<br />
intento por alcanzar los 14.000 pies necesarios para estabilizarse<br />
y cruzar con cierta seguridad hacia su primer destino,<br />
vía Mendoza.<br />
El Julie subió a 10.000, cruzó los 11.000 y llegó a<br />
12.000... Y como niño taimado, ahí se estancó. La cadena<br />
18 TRAVESÍA 2004
montañosa, perdida en la distancia, comenzó a transformarse<br />
en un grueso muro intraspasable.<br />
-Necesitamos subir más. ¡Vamos, Julie! -le animó.<br />
Percibió la mirada cariñosa de María Eliana y le obsequió<br />
una amplia sonrisa.<br />
Sus miradas convergieron en el altímetro: doce mil pies,<br />
doce mil cien, doce mil otra vez, once mil novecientos...<br />
Insistió en mantenerlo con su nariz arriba, pero el<br />
Continental comenzó a resentir la falta de aire para el buen<br />
funcionamiento de su sistema de enfriamiento. La aguja<br />
del instrumento que mide la temperatura en la cabeza de<br />
uno de los seis cilindros se acercaba al rojo... En eso escucharon<br />
el silbido del pito stall, avisando la inminente pérdida<br />
de sustentación. Para acallarlo, Madeleine puso un punto<br />
de flap. Los generadores de sustentación ubicados en las<br />
alas se desplegaron los grados requeridos para demorar<br />
aquella situación de peligro. Bajó ligeramente la nariz del<br />
Julie y aunque ya había compensado la mezcla de combustible-aire,<br />
según las tablas de performance, empujó un poco<br />
la palanca para aumentar en algo el flujo de gasolina y<br />
lograr un equilibrio que contribuyera al enfriamiento del<br />
motor sin ahogarlo, pues a esa altitud la densidad del aire<br />
disminuye... Observó el flujómetro y el EGT, constatando<br />
que sus cálculos eran correctos.<br />
Acto seguido, decidió nivelar el avión y bajó más la<br />
parte delantera con el fin de aumentar la velocidad. Al poco<br />
rato tiró la caña hacia el cuerpo para cambiarla por altura,<br />
con lo cual ganó 200 pies; sin embargo, de inmediato perdió<br />
400... Se encontró atorada en un dilema: subir la nariz y<br />
ganar altitud con la consecuente calentura del motor o agacharla<br />
para enfriarlo...<br />
La radio interrumpió sus cavilaciones y la sacó de aquel<br />
sin fin de trucos:<br />
-Papa Lima Juliett. ¿Intenciones?<br />
-Establecer nivel uno tres cinco como mínimo para iniciar<br />
cruce y seguir montando a uno cuatro cinco, con dificultades<br />
para lograrlo. Seguiré insistiendo -respondió.<br />
Pero el Julie no quiso remontar.<br />
ALAS PARA SOÑAR 19
-Intentemos más al norte -propuso a María Eliana y<br />
niveló para aumentar la velocidad y la refrigeración del<br />
motor.<br />
El Julie buscó por las laderas de los cerros a ver si<br />
encontraba una corriente ascendente que le ayudara, pero en<br />
vano: no pudo subir más.<br />
Madeleine insistió y el avión se desplazó otro buen trecho.<br />
Cumplidas tres horas de vuelo, bajo las alas observaron<br />
descansar pacífico el embalse La Paloma.<br />
-Llevamos demasiado peso -confesó.<br />
-Sí, con todo este combustible y el calor que hace... Tal<br />
vez debiéramos haber esperado hasta Mendoza para cargar<br />
el estanque grande.<br />
-No te olvides que en Chile nos apoyaron con el combustible<br />
para este tramo, mientras que en Mendoza lo tendríamos<br />
que pagar.<br />
Se produjo un silencio. No era necesario repetir lo cortas<br />
de fondos que andaban.<br />
-Tendremos que interrumpir el vuelo -advirtió por fin,<br />
dispuesta a maniobrar para cambiar el rumbo.<br />
-¿Interrumpirlo? -preguntó María Eliana como si ello la<br />
sorprendiera, pero sabía que era lo más cuerdo.<br />
-Sí, aunque nos duela el alma, será conveniente esperar<br />
hasta mañana y salir temprano. Después de todos los intentos<br />
que hemos hecho, ambas sabemos que cruzar la cordillera<br />
en estas condiciones es imposible. Reventaremos el motor<br />
y planear sobre las rocas no me hace gracia. Además, ten la<br />
bondad de recordar que llevamos algunos litros de líquido<br />
inflamable.<br />
-Sí, yo sé, pero no deja de molestarme la idea de tener<br />
que partir de nuevo... Pero está bien, tienes razón y más tarde<br />
será peor... ¿Pero dónde aterrizaremos?<br />
-Estamos bastante cerca de La Serena.<br />
-Ni pensarlo, allí tendríamos que gastar en hotel y comida.<br />
-Mmmh, es cierto. Entonces no queda más remedio que<br />
volver a Santiago.<br />
-¿A Santiago? ¡Ni locas!<br />
-¿Se te ocurre otra idea?<br />
20 TRAVESÍA 2004
-Sí, por supuesto, Viña. No te olvides que ahí vivo.<br />
-María Eliana ofreció una sonrisa para de inmediato continuar-.<br />
Tenemos mi departamento. Además, se notará menos<br />
y no tendremos a los periodistas encima. Por otro lado,<br />
recuerda que la Comandancia Aeronaval nos ha ofrecido<br />
tanto su ayuda. Es una buena oportunidad que no debemos<br />
despreciar.<br />
-Y nos guardarán el secreto.<br />
-Al menos hasta que volvamos a salir.<br />
Ambas sonrieron en complicidad y junto con pensar en<br />
iniciar el viraje, agregó:<br />
-Podremos aprovechar su invitación para hacer una<br />
práctica IFR en la pista aeronaval -estaba entusiasmada con<br />
la idea de practicar un aterrizaje con aproximación por instrumentos<br />
sin tener que pagar por ello, además de ahorrarse<br />
la tasa por la pista y el uso de las luces requeridas para tal<br />
maniobra-. No todos los aeródromos tienen las características<br />
necesarias.<br />
Su compañera accedió con gusto:<br />
-Muy bien, al aeródromo de Viña los boletos. Mañana<br />
saldremos más livianas. Cargaremos algo menos de avgas<br />
que en Los Cerrillos para no atorar al Julie y partiremos<br />
temprano.<br />
-Además, capaz que se conmuevan y nos lo regalen, ya<br />
que hasta ahora se han portado de maravilla.<br />
-Así se habla, mañana será otro día.<br />
El motor rugió, las alas se inclinaron y obediente, la<br />
nariz buscó la nueva ruta.<br />
A las dos y media de la tarde posaron las ruedas sobre la<br />
losa y a los pocos segundos fueron guiadas hasta estacionar.<br />
La visión de un individuo común y corriente supondría la<br />
postergación del vuelo, incluso más de alguien hubiera pensado<br />
en ponerle fin. Pero no ellas. A esas alturas, las cartas tiradas<br />
eran un compromiso indestructible: imposible pensar siquiera<br />
en echar pie atrás. De hecho, a ninguna se le pasó por la mente.<br />
Por el contrario, percibieron hasta en sus cuerpos las ansias por<br />
amanecer pronto, despegar y sentir aquella sensación inefable<br />
que las colma cada vez que se convierten en pájaros...<br />
ALAS PARA SOÑAR<br />
21
Madeleine no logra conciliar el sueño y evoca la llegada<br />
a la “Ciudad Jardín” en un automóvil dispuesto por el<br />
Comandante de la Base Aeronaval. El dificultoso tráfico<br />
producido por la enorme variedad de vehículos le pareció un<br />
profundo contrapunto con la soledad de los aires. Por fin llegaron<br />
a su destino: el edificio en que vive María Eliana.<br />
Mientras esperaban el ascensor, la observó hurguetear el<br />
interior de su cartera. El comentario que prosiguió se le hizo<br />
más grave que divertido:<br />
-No encuentro las llaves -de inmediato cayó en la cuenta-.<br />
Se las entregué a Valentín...<br />
Su amiga percibió un desasosiego que nada positivo<br />
aportaba a su humor y la escuchó agregar sin alterarse:<br />
-También tiene mi celular -y se dio el tiempo de hacer<br />
un comentario adicional-. Conociéndolo, no querrá estar<br />
solo, al menos no por hoy. De seguro volvió a tu casa con<br />
Hans... Pero no lo llamaré hasta antes de dormirnos, para no<br />
preocuparlo más de la cuenta.<br />
Transcurridos unos segundos silenciosos la volvió a<br />
oír, en un tono propio de quien cree encontrar una solución<br />
conveniente:<br />
-¿Pero sabes?, mi vecina tiene un duplicado de las llaves.<br />
Vamos a pedírselas.<br />
Sin embargo, no respondieron al timbre. Eran las seis de<br />
la tarde y habían salido quién sabe a dónde.<br />
Se acercaron al escritorio del conserje, mientras María<br />
Eliana aseguró con voz tranquilizadora:<br />
-No te preocupes, ya llegarán.<br />
-Veré si puedo ubicarlos -intervino el empleado con<br />
amabilidad, sorprendido de verla parada ante él.<br />
-Hemos tenido que volver, pero partiremos mañana temprano<br />
-abrevió ella, sin ánimo de dar más explicaciones.<br />
Él no respondió ni se atrevió a indagar, aunque le corroyó<br />
la curiosidad.<br />
-Estoy despierta desde antes de las tres de la mañana<br />
-interfirió Madeleine, salvándola de caer en la necesidad de<br />
dar más antecedentes. Se sintió víctima del cansancio, no<br />
sólo por el quehacer de esas últimas quince horas, sino tam-<br />
22 TRAVESÍA 2004
ién debido a la tensión de luchar contra la terquedad del<br />
Julie, que las obligó a devolverse para partir al día siguiente<br />
casi de cero. A ello se sumaba la presión general, incluido el<br />
reventón del neumático en el camino al aeródromo Los<br />
Cerrillos y la niebla que atrasó todo y en definitiva fue la<br />
gran culpable...<br />
“Porque todo el mundo sabe -se dice- que en un avión<br />
chico la cordillera se cruza temprano”.<br />
Deseosa de acostar sus huesos, pensó en un hotel,<br />
consciente de las exigencias que les deparaba la jornada<br />
del día siguiente.<br />
En consideración a mantener entre ellas una comunicación<br />
franca y fluida, incluso en muchas oportunidades a través<br />
del silencio, fue al grano:<br />
-No soy capaz de esperar. Anhelo una ducha y acostarme.<br />
Ha sido un día duro. Será mejor que nos vayamos a un hotel.<br />
-Pero Madeleine, no tiene sentido hacer tal gasto. Ten<br />
un poco de paciencia. Mis vecinos no demoran en llegar<br />
-protestó María Eliana y condujo la mirada hacia el conserje<br />
en busca de aprobación.<br />
-Sí tiene sentido, estoy muy cansada -objetó su amiga,<br />
haciendo caso omiso de lo que opinara el empleado y comprendió<br />
que su compañera, aunque también agotada, encontrara<br />
absurdo dejar su departamento para ir a un hotel.<br />
-Espérate, lo vamos a solucionar, es sólo cosa de un rato<br />
-insistió, pero la decisión estaba tomada y por lo tanto era<br />
imposible que transara.<br />
-Está bien, esperaré a mi vecina. Además, aprovecho de<br />
ver cómo están los gatos...<br />
-Ah, tu siamés y la gata...<br />
-Sí, les va a encantar verme entrar -continuó, con lo cual<br />
bajó el perfil al desacuerdo.<br />
-Llamemos un radio taxi -propuso Madeleine, que consideró<br />
inútil seguir ahí, ante la posibilidad de tomar su baño<br />
y descansar-. Mañana nos recogerán y nos juntaremos de<br />
nuevo. Por lo demás, con el cansancio que tenemos, dudo<br />
que hablemos mucho.<br />
María Eliana no hizo más comentarios y solicitó al con-<br />
ALAS PARA SOÑAR<br />
23
serje que consiguiera un auto.<br />
Su amiga, deseosa de retirarse lo antes posible, sonrió<br />
agradecida por la comprensión...<br />
No ha pasado mucho tiempo cuando se encuentra bajo<br />
la cálida lluvia que cubre su corto pelo. Le cae sobre los<br />
hombros y escurre por el cuerpo...<br />
24 TRAVESÍA 2004
A pesar de todo<br />
Luego de acostarse, María Eliana evoca al sonriente<br />
hombre que les abrió la puerta del avión. No lo había tratado<br />
tanto como Madeleine y sin su acostumbrada gorra, la<br />
cara le resultó desconocida.<br />
Esperaban la recepción de un uniformado aeronaval y<br />
sus instrucciones para estacionar el avión, de manera que<br />
no comprendió quién podría recibirlas en forma tan personalizada.<br />
Por ir sentada al lado de la puerta, lo vio primero<br />
y la camisa celeste aumentó su curiosidad, pues era propia<br />
del uniforme de la Fuerza Aérea de Chile, mientras los<br />
navales la llevan blanca.<br />
A PESAR DE TODO<br />
25
Al escuchar el tono de su voz, la figura se le hizo familiar<br />
y cayó en la cuenta...<br />
-¡Increíble! -exclama en voz alta.<br />
Perpleja por la sorpresa, observó al mismísimo<br />
Director General de Aeronáutica, quien sólo unas horas<br />
antes las despidiera en Los Cerrillos. Se preguntó en qué<br />
momento había llegado ahí.<br />
Él, mientras le tendía la mano para bajar, dijo con tono<br />
festivo:<br />
-Pero chiquillas, ¡cuánto se demoraron en llegar a<br />
Viña!<br />
-General Rosende, ¿usted aquí? Veo que no nos deja a<br />
sol ni a sombra -atinó a decirle con su particular encanto.<br />
-Y las seguiré cuidando, chiquillas -no demoró en responder-.<br />
Haré venir de Santiago a dos inspectores de la<br />
DGAC para que mañana les ayuden con el papeleo y las<br />
escolten hasta el Cristo Redentor...<br />
Deja esos pensamientos atrás, para recorrer algunos<br />
acontecimientos ocurridos desde que se levantara en la<br />
mañana, cerca de las cuatro. No como Madeleine, que por<br />
cumplir con su ritual matutino estuvo dispuesta a abrir los<br />
ojos antes de las tres.<br />
Aprovechó para conversar un poco con Valentín y calmarlo,<br />
pues a medida que estuvo más cerca la “hora cero”,<br />
aumentó su inquietud. Y ella para no entrar en conflicto<br />
durante los días previos, evitó tanto el tema, que sin proponérselo<br />
tuvo oídos sordos para cualquier sugerencia que<br />
planteara, sin saber en aquel momento que después se arrepentiría<br />
por no haberlo escuchado.<br />
Medita respecto a la habilidad que ha desarrollado para<br />
manejar situaciones con personas presas de estados emocionales.<br />
Tiene plena conciencia del vacío, la soledad y el<br />
temor que significó para él quedarse. Le parece que, sin<br />
duda, fue más insostenible que para ella partir. Porque en<br />
realidad partir no era nada de insostenible, sino por el contrario,<br />
correspondía al inicio de una aventura fantástica, sin<br />
espacio para fantasmas. Y de haber alguno, era la oportunidad<br />
de espantarlo, según su costumbre: enfrentar sus mie-<br />
26 TRAVESÍA 2004
dos con la decisión propia de los valientes...<br />
Sonríe satisfecha y su mente da un salto brusco para<br />
enfocar el camino que conduce desde la casa de Madeleine,<br />
donde habían alojado, hasta el aeródromo Los Cerrillos.<br />
“Serían como las cinco” se dice y continúa con sus<br />
pensamientos. Rememora la noche estrellada y la soledad<br />
del lugar. Seguían de cerca el automóvil en que viajaba su<br />
amiga y el marido, este último al volante. Con lo bien que<br />
la conoce, la imaginó repasar en su mente cada detalle<br />
sobre lo necesario para el vuelo.<br />
También recuerda que inició una oración para rogar a<br />
Dios que las protegiera. Miró el perfil de su esposo y le<br />
asaltó la siniestra duda de tal vez no volver a verlo. Pero<br />
no se dejó arrastrar por aquella oleada de pesimismo. De<br />
inmediato giró la mente hacia la posibilidad de éxito. Era<br />
más atractivo pensar en eso. Tal vez dejaran una huella<br />
eterna para la historia de la aviación... Con la mirada aún<br />
puesta en él se acordó de algo muy importante y, sin sopesar<br />
cómo le pudieran llegar sus palabras, le recordó:<br />
-No te olvides de darle comida a los gatitos.<br />
Él sonrió y puso su mano sobre la de ella.<br />
Ese tierno gesto la hizo pensar en lo feliz de aquel<br />
segundo matrimonio y volvió a preguntarse por la influencia<br />
del destino en sus futuros.<br />
Su esposo anterior, con quien mantenía una buena relación<br />
de amistad, entró a su cabeza por algunos instantes.<br />
Tendría la oportunidad de despedirse en Los Cerrillos.<br />
¿Sería para siempre?...<br />
De pronto sus pensamientos fueron interferidos, pues<br />
Valentín echó el auto hacia la derecha para estacionar tras<br />
el de Hans que recién se detuviera. Calculó encontrarse en<br />
las cercanías de la población La Legua.<br />
Casi de inmediato vio a Madeleine abrir la puerta de su<br />
auto y acercarse. Mientras terminaba de bajar el vidrio,<br />
escuchó su voz:<br />
-Es increíble, no me vas a creer, no hemos tenido una<br />
pana de rueda en años y ahora, aquí, se nos pincha un neumático.<br />
No pudimos escoger peor momento ni lugar menos<br />
A PESAR DE TODO<br />
27
apropiado... ¿Qué vamos a hacer?<br />
-Cambiarlo -respondió María Eliana con naturalidad.<br />
Su amiga meditó unos instantes y advirtió con acento<br />
categórico:<br />
-No, no tenemos tiempo para eso. Dejemos que los<br />
hombres solucionen el problema y nosotras seguimos en tu<br />
auto. Allá nos encontraremos con ellos.<br />
-Váyanse, no demoren, aún tienen mucho que hacer<br />
-indicó afable Hans-. Nosotros podemos llevar el bolso con<br />
tus cosas personales.<br />
-No, gracias, lo haremos nosotras, porque tenemos que<br />
hacer la estiba. Allá los esperamos -terminó la conversación<br />
y trasladó su cartera, el maletín de vuelo y sus cosas<br />
personales.<br />
Apenas su amiga cerró la puerta, María Eliana encendió<br />
el motor y puso el automóvil en movimiento.<br />
Ambos maridos quedaron atrás y en el espejo retrovisor<br />
desaparecieron envueltos por la niebla.<br />
-¿Tú crees que los volvamos a ver? -preguntó Madeleine<br />
con un negro sentido del humor.<br />
La observó en silencio. Su sentimentalismo no le daba<br />
pase para bromas.<br />
-¡No puede ser, esta condición meteorológica nos atrasará<br />
para despegar! -recuerda haberla escuchado decir.<br />
Apenas podían distinguir las luminarias más cercanas, pero<br />
al momento la oyó mostrar su vena positiva:<br />
-No importa, tendremos más tiempo para organizar<br />
todo bien.<br />
Detiene sus pensamientos para revisar estas señales y<br />
una vez más se deja llevar por la importancia que para ella<br />
tiene aventurar una interpretación:<br />
“Hay un sentido, una razón para que ocurran las cosas -se<br />
dice-. Y éstas, era claro que apuntaban a postergar el vuelo”.<br />
Aunque sin el ánimo de aplazar el asunto, propuso<br />
por prudencia:<br />
-¿No crees que sería mejor partir mañana? La niebla<br />
no va a disipar antes del medio día y será muy tarde para<br />
cruzar la cordillera.<br />
28 TRAVESÍA 2004
Madeleine la observó sin mostrar inquietud y aseguró<br />
con voz firme:<br />
-No, sólo saldremos un poco más tarde. Nos dará tiempo<br />
-repitió- para organizar mejor las cosas. Este tipo de niebla es<br />
habitual en este sector de la ciudad y nunca tiene mucha altura.<br />
Además, podremos salir instrumental o VFR especial.<br />
Le pareció atractiva la idea de hacer un vuelo visual<br />
bajo esa condición especial, en que sólo se permite un<br />
avión a la vez en las inmediaciones del aeródromo...<br />
Sonríe al reconocer que ama todo lo que implica salir<br />
de la rutina, convencida que la luz de la vida tiene sentido<br />
a partir de la oscuridad. Más despierta de lo que desea,<br />
continúa con sus recuerdos: rodearon el aeropuerto por el<br />
Sur para dirigirse a las instalaciones del Grupo Nueve de la<br />
Fuerza Aérea...<br />
Agradece en silencio al coronel García por haber facilitado<br />
las dependencias para alojar el avión durante la<br />
noche anterior a la partida.<br />
A las siete y media, policía internacional, constituida<br />
expresamente allí para facilitar los trámites, les dio la autorización<br />
para salir del país; sin embargo, aún tenían que<br />
esperar a que disipara la niebla.<br />
En la cabina el espacio disponible era mínimo. Ni<br />
siquiera cupieron ambas carteras. El lugar preferencial fue<br />
para el maletín de vuelo con las cartas de navegación, el<br />
Dalton para hacer cálculos aéreos, los repuestos de planes<br />
de vuelo, las calculadoras, un GPS portátil y varios accesorios<br />
útiles como lápices a mina con goma, una linterna,<br />
pilas de repuesto y fósforos.<br />
Luego de acomodar los tres balones de oxígeno echaron<br />
algunas nueces y pasas para nutrirse, un cartucho de<br />
caramelos para mantener el nivel de azúcar en la sangre y<br />
dos botellas de tres cuartos de litro con agua y tabletas<br />
efervescentes de vitaminas y minerales, necesarias para<br />
mantener el equilibrio electrolítico de las células y no deshidratarse,<br />
auspicio estas últimas de una empresa norteamericana<br />
formada por dos pilotos comerciales mujeres,<br />
quienes al igual que nuestras pilotos, son socias de las<br />
A PESAR DE TODO<br />
29
Ninety Nines, una asociación internacional de aviadoras<br />
cuya sede principal está en Estados Unidos. Su fundadora<br />
y primera presidenta fue, en 1929, la conocida piloto<br />
Amelia Earhart.<br />
Todo el resto fue a parar atrás: los salvavidas, innecesarios<br />
por el momento; sus reducidas cosas personales;<br />
aceite de repuesto para el motor; más alimentos de supervivencia<br />
seleccionados, o sea más nueces, pasas y caramelos;<br />
el resto de las tabletas efervescentes; otro poco de agua en<br />
donde disolverlas... Todo organizado a la perfección.<br />
“Y mi cartera” se dice, aún poco convencida por tener<br />
que despegarse de tan noble compañera.<br />
Recuerda al General Osvaldo Sarabia, Comandante en<br />
Jefe de la FACH, quien luego de un breve discurso, junto a<br />
las ministras Michelle Bachelet y Cecilia Pérez, con asistencia<br />
de autoridades de la Base Grupo Nueve, les obsequió<br />
dos grandes cajas que contenían una delicada bufanda<br />
de seda roja estampada con la leyenda “Travesía Atlántica<br />
2004” y un gorro de vuelo con el mismo mensaje bordado<br />
delante y sus nombres atrás.<br />
Además, les entregó dos chalecos salvavidas certificados<br />
con que reemplazaron los que llevaban. Lamentaron<br />
haber gastado en aquella acreditación innecesaria, pero<br />
éstos eran mejores y su empaque más pequeño.<br />
Fija la mente durante unos segundos en el General<br />
Enrique Rosende: jamás olvidará su calurosa despedida y<br />
sabe que Madeleine tampoco. Deja salir una suave risa al<br />
pensar en la sorpresa que les diera al aterrizar en el aeropuerto<br />
de Viña del Mar. De paso le agradece por tantos gestos<br />
amables hacia ellas, incluidos los dos pilotos de la Dirección<br />
de Seguridad Operacional, ambos de nombre Fernando.<br />
Regresa a Los Cerrillos y se emociona: la niebla<br />
comenzó a disipar y por petición de la Ministra Bachelet a<br />
la Comandancia en Jefe, tendrían el honor de ser escoltadas<br />
por dos aviones Pillán con un detalle muy especial: la tripulación<br />
incluía dos mujeres recién graduadas del primer<br />
curso mixto en la historia de la FACH.<br />
Las tiene en la retina. Hermosas y jóvenes en extremo,<br />
30 TRAVESÍA 2004
orgullosas con sus uniformes verdes y las gorras sobre los<br />
cabellos recogidos.<br />
Estuvieron juntas en el improvisado set de televisión,<br />
luego quisieron ver el interior del avión y tomarse algunas<br />
fotografías con ellas.<br />
Después desplegaron la bandera chilena con la ayuda de<br />
las ministras Michelle Bachelet y Cecilia Pérez, y se despidieron.<br />
Madeleine entró para tomar posesión del mando y<br />
María Eliana parada sobre el ala del Bonanza agitó su mano.<br />
Antes de cerrar la puerta exhibió una vez más la bandera<br />
chilena bajo su contagiosa sonrisa y volvió a saludar<br />
con la mano, clavando sus ojos en los de su marido al tiempo<br />
que le decía:<br />
-No te preocupes, volveremos.<br />
A las diez con cuarenta, apenas resistiendo la emoción,<br />
solicitaron permiso para rodar al cabezal dos uno.<br />
Ocho minutos después, completada la última lista de<br />
chequeo instrumental y hecha la prueba de motor, recibieron<br />
la autorización que les permitió correr por la pista.<br />
Fueron momentos de gran sensibilidad. A la altura del<br />
Estadio Nacional escucharon, proveniente de uno de los<br />
Pillán escolta, una dulce voz. Era una de las muchachas<br />
pilotos, quien les transmitía un mensaje oficial de despedida<br />
por encargo de la Alta Comandancia:<br />
-En nombre del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea<br />
de Chile, deseamos brindarles unas palabras de despedida...<br />
Las aviadoras respondieron conmovidas por la fineza<br />
del gesto, pues ya habían recibido todos los honores de la<br />
partida.<br />
Los Pillán regresaron a la base y el Julie continuó solitario<br />
con su peculiar tripulación. Viraron a la izquierda y<br />
sobrevolaron de cortesía la base de operaciones del aeródromo<br />
Tobalaba, donde funciona el Club Aéreo de<br />
Santiago, del cual son socias activas. Además, allí tiene su<br />
hangar el avión.<br />
Conversaron sobre cómo sería aterrizar al regreso y<br />
convinieron que, sin duda, un momento sublime.<br />
Sobrecogidas por la emoción entregaron a la torre un<br />
A PESAR DE TODO<br />
31
último adiós y escucharon por radio su respuesta:<br />
-¡Buen vuelo, hasta la vuelta!<br />
-Es para nunca olvidarlo -comentaron las aviadoras.<br />
“Es cierto, nunca lo olvidaré” piensa María Eliana,<br />
mientras el sueño la atrapa.<br />
Aparece borrosa la escena en ese pequeño pedazo de<br />
cielo: un helicóptero montado con cámaras de televisión y<br />
un avión sobrevolándolas, repleto de periodistas...<br />
32 TRAVESÍA 2004
Unir tres continentes<br />
Madeleine no sabe en qué momento se durmió. Dirige<br />
los ojos hacia el reloj y se percata de que faltan cinco minutos<br />
para que suene la campanilla. Son las cinco veinticinco.<br />
Estira el brazo y lo apaga.<br />
Recuerda que optó por alojar en un hotel y adivina que<br />
es hora de despabilarse, lo que hace sin apuro, agradecida por<br />
su costumbre de despertar una hora y media antes de salir.<br />
Esto le permite meditar un rato, abandonar la cama sin prisa,<br />
tomar desayuno, terminar de arreglar sus cosas e ir al baño<br />
con calma. Serán muchas horas en el aire y ninguna la posibilidad<br />
de contar con uno.<br />
-¡Bien, manos a la obra, ahora partiremos de amanecida!<br />
-exclama, mientras observa por la ventana la tímida luna,<br />
empotrada en el oscuro cielo y centra la mente en el aeródromo<br />
de la Base Aeronaval de Viña del Mar.<br />
Falta aún bastante para que la recojan. Será a las siete.<br />
Hora sin tráfico, por lo cual el recorrido se les hará corto.<br />
Casi se siente pasando por Con Con y unos pocos kilómetros<br />
UNIR TRES CONTINENTES<br />
33
al Este, ahí, en todo su esplendor, esperándolas, su querido<br />
Julie a punto de rodar.<br />
-Brasil -susurra, como si fuera un secreto entre la noche<br />
y ella-. Esta vez sí será nuestro primer destino.<br />
Vuelve a sonreír y finaliza la frase:<br />
-Porto Alegre.<br />
De inmediato piensa en la travesía del Atlántico y el<br />
objetivo final. El júbilo que siente la obliga a acentuar en voz<br />
alta, expectante:<br />
-¡Ginebra!<br />
Acto seguido piensa en América, África y Europa:<br />
“Unir en amistad tres continentes a bordo de un pequeño<br />
monomotor” se dice y visualiza lo inusitado de aterrizar en<br />
tantos lugares lejanos y desconocidos, en muchos de los cuales<br />
ya se han posado muchos amigos. “En alguna parte estarán<br />
esperándonos” piensa y percibe algo del placer que presiente,<br />
emocionada con el privilegio que significa la oportunidad<br />
de realizar un vuelo de tal magnitud, especialmente en<br />
su calidad de piloto, enfrentada a miles de incógnitas, peligros<br />
y obstáculos que habrá que vencer; una osadía, sin<br />
duda, pero bien planificada. Siente que los motivos para realizar<br />
el esfuerzo sobran, entre éstos, la incalculable recompensa<br />
interior de convertir otro de sus sueños en realidad.<br />
“Con la gracia de Dios” se dice para terminar la reflexión.<br />
Sonríe una vez más, pues piensa en todo lo que significa<br />
el regreso, lo que incluye repetirse el plato.<br />
-Ahora no habrá contratiempo -protesta-. Aunque con el clima<br />
nunca se sabe -recapacita y de inmediato agrega en voz alta:<br />
-En esta actividad siempre es igual, una nunca puede<br />
estar segura. Por más que proponga, Dios dispone...<br />
Los oficiales encargados de atenderlas recogen a María<br />
Eliana en su departamento y el automóvil abandona el condominio<br />
para bajar por El Sauce de Recreo. Toma por la avenida<br />
España y bordea la costa.<br />
Se conmueve con la tranquilidad del ambiente. Observa<br />
al costado el hermoso reloj de flores enclavado en el césped,<br />
de seguro húmedo por el rocío. Al quedar atrás aparece en su<br />
mente Valentín acompañado de sus aprensiones. Recuerda<br />
34 TRAVESÍA 2004
que para evitar un conflicto, en diversas ocasiones aparentó<br />
no darles importancia. Muy en especial cuando él le recomendó<br />
cruzar la cordillera con el estanque interior vacío.<br />
Era la voz de un ingeniero que, aunque no aeronáutico,<br />
tuvo muchos años de experiencia para formar su criterio<br />
profesional. Pero ahorrar unos pesos en avgas era demasiada<br />
tentación: “Total, entre volar con dos, cuatro o cinco<br />
estanques es la misma cosa. Además, tendríamos que hacer<br />
escala para cargar y eso también cuesta -se dice, convencida<br />
de hacer lo correcto-. Y si los ingenieros de Aeronáutica<br />
lo certificaron y es su especialidad... Menos mal que no le<br />
hice caso”...<br />
Uno de los oficiales interrumpe sus pensamientos, ella<br />
responde y el otro hace un comentario. Así entablan una<br />
entretenida conversación que dura mientras hacen el camino<br />
que conduce a las instalaciones del hotel San Martín, donde<br />
les espera Madeleine.<br />
Pronto continúan, pasan por el Mall Marina Arauco y<br />
algo más al Este doblan a la izquierda para entrar al camino<br />
internacional que lleva a la ciudad de Quillota.<br />
Contrario a la situación diurna, tal como lo presumieron,<br />
es una hora de muy poco tráfico, de manera que no demorarán<br />
en llegar y sienten que el camino será agradable, relajo que les<br />
parece conveniente antes de iniciar el cruce por la cordillera.<br />
Se produce un silencio y María Eliana, sin darse cuenta,<br />
otra vez comienza a navegar en un mar de pensamientos.<br />
Esta vez quien aparece es el General Osvaldo Sarabia y<br />
aquella pregunta que les hiciera con un humor que en ese<br />
momento les pareció poco divertido:<br />
-¿Por qué no se quedan sentadas en sus casas?...<br />
Observa el perfil de su amiga y sonríe al pensar en lo<br />
poco que la convence el apodo “Abuelas Voladoras” y, aunque<br />
a ella no le incomoda, encuentra que en cierta forma tiene<br />
razón.<br />
Lo han conversado en variadas ocasiones y su amiga<br />
opina que le parece discriminatorio respecto del sexo masculino,<br />
que puede brillar independiente de la edad o de su condición<br />
familiar. A los varones simplemente se les considera<br />
UNIR TRES CONTINENTES<br />
35
su talento: no son hombre presidente, padre parlamentario,<br />
abuelo profesional o lo que sea; en cambio, la mujer es<br />
madre y presidente o abuela profesional. Sabe que las mujeres<br />
tienen tanto que aportar como los hombres, sin perjuicio<br />
de lo interesante y útil que resulta ser cualquiera de los dos.<br />
Considera que los géneros son equivalentes y se complementan.<br />
No se debe mezclar datos biográficos con habilidades<br />
profesionales. Respetado esto, no tiene inconveniente que por<br />
cariño le digan “Abuela Voladora”, pues considera que ser<br />
abuela, así como madre, sin duda son unos tremendos valores<br />
agregados. De hecho se siente enriquecida y feliz de serlo,<br />
como imagina que le ocurrirá a cada padre y a los abuelos.<br />
“Sin duda uno es tan atractivo como el otro, todo depende<br />
de los zapatos en que se está” medita María Eliana.<br />
Su compañera le dirige la mirada durante algunos segundos,<br />
con curiosidad. Sabe lo buena que es para armar madejas<br />
y luego entretenerse en desenrollarlas. Prefiere no preguntar<br />
y junto con pasear la vista alrededor del vehículo, se atiene<br />
a continuar con la revisión mental de todo lo necesario<br />
para tener un buen despegue y un trayecto de vuelo seguro.<br />
María Eliana se da cuenta y sonríe, pues sabe lo que ella<br />
piensa. Pero lo que le hace más gracia es que ignora ser la<br />
escogida para la última parte de sus divagaciones.<br />
En la bifurcación el automóvil toma la dirección que lo<br />
aleja de Con Con, pues el aeródromo está hacia Quillota, y<br />
sus ojos quedan fijos en la ventanilla, mientras pasan veloces<br />
los postes del alumbrado público y continúa con sus<br />
pensamientos:<br />
Al principio muchos no tomaron en serio su inquietud<br />
por hacerse protagonistas de una hazaña de tal envergadura,<br />
pero el profesionalismo con que actuaron les permitió ablandar<br />
el terreno.<br />
Aparte de presentar formalmente su proyecto a la FACH<br />
y a diversas autoridades, comenzaron una preparación que les<br />
tomaría nueve meses.<br />
“Igual que la gestación de un hijo” se dice, intrigada por<br />
lo que ello pueda significar. Cruza fugaz por su mente la imagen<br />
de la joven de su edificio, quien a punto de dar a luz, la<br />
36 TRAVESÍA 2004
acogió la tarde anterior con tanto cariño...<br />
Su último cumpleaños, el diecinueve de julio, fue la ocasión<br />
escogida para contar sus planes: luego de apagar las<br />
velas de la torta, en un gesto de complicidad las dos aviadoras<br />
se miraron. Habían escogido ése como el momento oportuno<br />
para expresar su decisión. Entonces, hablaron a sus<br />
familiares y amigos sobre la investigación realizada y las<br />
profundas motivaciones que las indujeron a decidir tan<br />
arriesgada empresa.<br />
Cada vez que lo recuerda se molesta por la falta de confianza<br />
que algunos tuvieron respecto a sus intenciones.<br />
Incluso Valentín no las tomó en serio... Se queda pensando.<br />
Espera que haya sido por lo que emocionalmente le significaría<br />
hacerlo. Con eso lo justifica y zanja el asunto sin<br />
entrar en conflicto.<br />
Por algunos instantes fijó su mirada en el colorido de los<br />
cuadros que decoran el muro del comedor, todos de su autoría,<br />
tras Madeleine, sentada al otro lado de la mesa...<br />
Cae en la cuenta de no haber vuelto a pintar desde que<br />
dejaron Portugal. Estas imágenes le hacen evocar su reciente<br />
estada en el departamento, el desacuerdo con que su amiga<br />
alojara en un hotel y los gatos, que funcionan en calidad de<br />
hijos adoptivos. Piensa que por ello es conveniente que<br />
Valentín vuelva lo antes posible a Viña del Mar.<br />
Regresa a las circunstancias del viaje. Nada les ha resultado<br />
fácil. Tuvieron que tomar complicadas decisiones, desde la misma<br />
elección del itinerario, donde se contraponían la seguridad y<br />
la falta de recursos. Mandó la plata y decidieron cruzar por el<br />
Atlántico Sur, aunque era bastante más peligroso que ir por el<br />
Norte. También influyó en su decisión el hecho de que esta travesía<br />
era más exclusiva y hubo una tercera razón a tomar en<br />
cuenta: el deseo de hacer un homenaje a los cien años de la aviación<br />
a motor y a la memoria de Jean Mermoz, piloto francés de<br />
“Aeropostal”, quien junto a otros pioneros, luego de vencer gran<br />
cantidad de dificultades, permitió que en 1929 se inaugurara la<br />
distribución de correo vía aérea, enlazando por la ruta del<br />
Atlántico Sur, Touluse en Francia con América del Sur, hasta la<br />
lejana ciudad de Santiago, en Chile.<br />
UNIR TRES CONTINENTES<br />
37
Se posa en su mente la Ministra Bachelet, gracias a<br />
quien tuvieron oportunidad de experimentar en una cámara<br />
hipobárica. Allí realizaron difíciles pruebas para conocer sus<br />
respuestas y reacciones ante la falta de oxígeno, diferentes en<br />
cada cuerpo humano.<br />
Rememora aquello: sentadas en una cabina con cupo<br />
para ocho pilotos, con un guante de cirugía colgado al frente,<br />
acompañadas de dos oficiales de la FACH y observadas desde<br />
el exterior por médicos especializados, con quienes mantenían<br />
contacto a través de los micrófonos.<br />
Las ascendieron a veintitrés mil pies y vieron cómo la<br />
prenda se inflaba debido a la disminución de la densidad del<br />
aire, con la consecuente baja de presión, lo que produjo insuficiencia<br />
de oxígeno.<br />
A esa altitud las instruyeron de sacarse las máscaras para<br />
percibir los efectos de la falta de tan preciado elemento.<br />
Madeleine siempre había querido hacerlo, así que estuvo<br />
muy contenta con la experiencia y lo toma con mucho<br />
humor cada vez que recuerda que a la tercera de una secuencia<br />
de sencillas preguntas formuladas por los médicos a través<br />
del micrófono, comenzó a sentirse próxima a perder el<br />
conocimiento, por lo cual de inmediato le volvieron a colocar<br />
la mascarilla.<br />
María Eliana, por su parte, también lo recuerda con<br />
diversión, además de sorpresa. Su respuesta fue diferente,<br />
con un comportamiento del todo desconocido en ella: atacada<br />
de la risa y completamente desinteresada en buscar respuesta<br />
para aquellas simples interrogaciones.<br />
Ambas reacciones eran catastróficas en caso de suceder<br />
en pleno vuelo. Fue una experiencia irremplazable para<br />
jamás descuidarse del oxígeno.<br />
La regulación de su régimen alimenticio también fue<br />
importante: asesoradas por una médico fisiatra, trabajaron<br />
con sesiones de quinesioterapia. Además hicieron largas<br />
caminatas, así como yoga y pilates, para fortalecer los<br />
músculos. Es algo que están obligadas a realizar periódicamente:<br />
Madeleine para mantener su licencia comercial que<br />
debe ser renovada cada seis meses, sometiéndose a un rigu-<br />
38 TRAVESÍA 2004
oso examen en Medicina Aeroespacial del hospital de la<br />
Fach, y María Eliana una vez al año, para renovar la suya<br />
de piloto privado.<br />
Y cuando por fin comenzaron a creerles, el Comandante<br />
en Jefe de la FACH las enfrentó a la exigencia de completar<br />
un vuelo de prueba con diez horas de duración sobre territorio<br />
chileno, pues era un requerimiento aeronáutico para comprobar<br />
el funcionamiento adecuado del alterado suministro<br />
de combustible.<br />
Hace una pausa y mira a su compañera de reojo, quien<br />
rememora los diversos trámites y actividades: conseguir los<br />
tres estanques auxiliares y su certificación, los chalecos salvavidas<br />
y la balsa, también la documentación técnica y legal,<br />
calcular peso y balance para diferentes configuraciones, elaborar<br />
los planes de vuelo IFR de las rutas, contratar el seguro<br />
obligatorio por daños a terceros que las obligó a incluir el<br />
casco del avión, de lo cual aún no se reponen, obtener y estudiar<br />
las cartas de navegación y aproximaciones...<br />
A estas cavilaciones agrega el alivio que fue la enorme<br />
ayuda resultante del ofrecimiento del General Rosende, quien<br />
instruyó al departamento encabezado por el Comandante<br />
Astorga, para que ellos se encargaran de conseguir los permisos<br />
de sobrevuelo y aterrizaje en los países extranjeros.<br />
Otro notorio apoyo en que piensa, fue el dado por la oficina<br />
de planificación de vuelo del Grupo Diez de la FACH,<br />
ubicada en el aeropuerto Arturo Merino Benítez. Con un fajo<br />
de planes confeccionados en su casa y provista de las cartas<br />
de ruta Jeppesen, fue atendida durante varios días por amables<br />
y eficientes oficiales, verificando sus trabajos a través de<br />
un programa computacional.<br />
A pesar de sus muchas obligaciones, nunca perdieron el<br />
humor ni la paciencia. Además, completaron el set de cartas<br />
obtenidas a través de otros pilotos, tanto chilenos como<br />
extranjeros. Algunas no eran muy nuevas y otras fotocopias,<br />
pero sin duda fue un gran material que sirvió para plasmar<br />
los detalles de la ruta. Contenta, les manda unas vibraciones<br />
mentales de agradecimiento.<br />
Considera también que durante varios meses anteriores a<br />
UNIR TRES CONTINENTES<br />
39
la partida tuvo que dedicarse a repasar materias como aerodinámica,<br />
peso y balance, navegación, profundizar conocimientos<br />
de meteorología y familiarizarse con la reglamentación<br />
aeronáutica extranjera, además del lenguaje de comunicación<br />
entre el avión y los controladores aéreos en el ámbito<br />
internacional.<br />
María Eliana, por su parte, hace memoria de la inmensa<br />
cantidad de cartas escritas y llamadas telefónicas para conseguir<br />
audiencia con diversas autoridades civiles y uniformadas,<br />
chilenas y extranjeras, lo que le significó hacer muchos<br />
viajes a Santiago para reunirse con personas claves, sin dejar<br />
de cumplir con la atención de sus pacientes que bajo ningún<br />
motivo debían ser postergados. Todo esto entreverado con la<br />
confección de sus propios planes de vuelo, muchas sesiones<br />
de audio para reentrenar el oído al inglés usado por los controladores<br />
de tráfico aéreo europeos y un profundo repaso de<br />
sus conocimientos de IFR, incluido el trabajo en simulador<br />
por si en algún momento se hacía necesario.<br />
Su mente cambia de dirección para recordar lo complicado<br />
que resultó determinar el costo de aquella empresa, que<br />
sólo estimaron en sesenta mil dólares, así como las gestiones<br />
para conseguir algún financiamiento, acompañadas de grandes<br />
decepciones por la nula respuesta de importantes empresas.<br />
Rescatan, eso sí, el apoyo de unos pocos empresarios, en<br />
su mayoría pilotos, quienes entusiastas, hicieron grandes<br />
esfuerzos para ayudarles en lo que pudieron.<br />
-Hemos llegado a la base -informa el oficial que va al<br />
volante.<br />
María Eliana apenas cree lo corto que se le hizo el trayecto<br />
y frunce el ceño al observar las condiciones meteorológicas<br />
reinantes. Madeleine se ve muy seria. Imagina que por<br />
el mismo motivo. Están ansiosas por hacer los trámites, la<br />
última revisión al Julie y despegar.<br />
-Tenemos niebla baja -comenta.<br />
-Su amiga se limita a responder con un murmullo.<br />
40 TRAVESÍA 2004
El drama andino<br />
Viña del Mar - Córdoba<br />
La salida vuelve a ser aplazada.<br />
De pronto, mientras hacen los trámites y las revisiones<br />
de rigor, se declara una emergencia: un avión naval en vuelo<br />
de inspección técnica, que intenta aterrizar, ha informado a<br />
la torre de control estar en dificultades.<br />
Toda la atención se vuelve al despliegue dirigido para<br />
evitar un posible siniestro. Aparecen carros bomba y ambulancias<br />
con sirenas, gente que corre, órdenes que retumban<br />
por los parlantes...<br />
Y las damas aventureras, transformadas en meras espec-<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
41
tadoras, no tienen más remedio que esperar el desenlace de<br />
aquello, con la inconformidad de estar por completo fuera<br />
del acceso a la información.<br />
La aeronave en apuros aterriza y todo no ha sido más<br />
que alarma, de manera que pronto el lugar vuelve a su actividad<br />
normal y ellas pueden terminar sus trámites.<br />
María Eliana, acostumbrada a masticar los mensajes desprendidos<br />
de las situaciones extraordinarias, percibe que<br />
ambos hechos convergen en un aviso premonitorio; sin embargo,<br />
dichas creencias nada tienen que ver con la idea de demorar<br />
más el vuelo y por tanto decide callarse. De todos modos,<br />
presiente que tendrán más aventura de la que imaginan.<br />
Al abordar el avión agradecen tanta gentileza desplegada<br />
por los oficiales navales encabezados por el Capitán de<br />
Navío Luis Fuentealba y se despiden de Fernando Calvo y<br />
Fernando Bianchi, los pilotos de la Dirección General de<br />
Aeronáutica Civil que las escoltarán hasta la cordillera. Este<br />
último traslada su piocha de piloto de aeronáutica desde su<br />
casaca a la de María Eliana, con lo cual manifiesta sus buenos<br />
augurios y el deseo de acompañarlas.<br />
-¡Por fin! -exclama ella misma, cuando reciben la autorización<br />
para despegar y mira a su compañera, imaginando<br />
las ansias que tiene por levantar la nariz del Julie. Sabe que<br />
su silencio va dirigido a él.<br />
“Pórtate bien” le transmite Madeleine con el pensamiento,<br />
mientras sus ruedas inician la carrera. El peso de la gasolina<br />
se nota. Es la razón de por qué el día anterior salieron de<br />
Los Cerrillos, pues dicha pista es bastante más larga que la<br />
de Tobalaba. Pero están tranquilas. Su confianza, conocimientos<br />
y experiencia, les dicen que pronto se elevarán...<br />
-Son simpáticos -comenta María Eliana, mientras gira el<br />
cuerpo lo que más puede para hacerles una seña juguetona<br />
con la mano, como una niña que viaja en el asiento de atrás<br />
del automóvil de sus padres.<br />
-Sí, es inusual ser escoltadas por dos inspectores de<br />
Aeronáutica.<br />
-Esta vez, en un gesto de cortesía.<br />
Ambas se miran contentas.<br />
42 TRAVESÍA 2004
El Séneca bimotor de la DGAC avanza por el flanco<br />
izquierdo.<br />
-¡Mira, nos están fotografiando! -exclama María Eliana,<br />
que apenas lo cree.<br />
-Sí, han sido encantadores -dice Madeleine, mientras<br />
configura el avión para iniciar una montada.<br />
El Séneca está ahora por el otro lado y sus pilotos se dan<br />
la licencia de tratarlas con informalidad:<br />
-Córranse un poco, chiquillas, para sacarles una foto<br />
desde este ángulo.<br />
Para dolor de sus bolsillos, llevan veinte galones menos<br />
de combustible que el día anterior. Un pequeño precio pagado<br />
para lograr pronto los 14.000 pies de altitud recomendables<br />
y cruzar con holgura el macizo andino hacia la<br />
República Argentina.<br />
-La compañía de ustedes ha sido muy grata -comunica<br />
María Eliana a los pilotos inspectores que las escoltan, agradecida<br />
porque desde un comienzo hicieron caso omiso de su<br />
investidura y se portaron como buenos amigos. Mantiene en<br />
su mano el micrófono que ha sacado de su soporte ubicado<br />
entre los asientos.<br />
Madeleine observa satisfecha la prudencia de ellos, al<br />
respetar todo el tiempo las distancias para no poner en riesgo<br />
la seguridad.<br />
Sobre la ciudad de Los Andes se ponen las nariceras conectadas<br />
a uno de los balones de oxígeno y continúan el ascenso.<br />
Irrumpe la radio en la frecuencia interna previamente<br />
acordada:<br />
-Papa Lima Juliett, Aeronáutico Dos.<br />
-Adelante Aeronáutico Dos, Papa Lima Juliett.<br />
-Estamos sobre El Cristo y las condiciones son buenas.<br />
Madeleine observa el aire claro con visibilidad ilimitada<br />
que ello significa, mientras los escucha continuar:<br />
-Hemos calculado viento a favor de treinta nudos a catorce<br />
mil pies. No estamos autorizados para cruzar la frontera,<br />
así que retornamos a Santiago. Buena suerte y buen vuelo.<br />
María Eliana se despide con la misma informalidad usada<br />
por ellos:<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
43
-Muy agradecidas estamos, Fernandos, por toda la ayuda<br />
y su grata compañía. También les deseamos buen vuelo y<br />
esperamos verlos pronto, Lima Juliett.<br />
Madeleine repite:<br />
-Mil gracias por todas las atenciones y que tengan un<br />
buen regreso.<br />
Más allá de la nariz del Julie, observan el Aconcagua<br />
nevado. Esa parte está tan despejada, que alcanzan a apreciar<br />
cómo el viento levanta la nieve y forma con el sol una resplandeciente<br />
estela blanca en dirección Este sobre territorio<br />
trasandino.<br />
-Santiago Radar, Papa Lima Juliett, al Este de Los<br />
Andes, por nivelar uno cuatro cinco para iniciar cruce visual<br />
por El Cristo -avisa Madeleine al control radar ubicado en<br />
Cerro Colorado, para enterarlos de que están por alcanzar<br />
los 14.500 pies.<br />
-Recibido, Papa Lima Juliett, notifique abandonando<br />
zona y frecuencia.<br />
Algunas nubes se forman sobre la cordillera, que no<br />
implican obstáculo. Son muy blancas y parecen reposar<br />
sobre las cumbres.<br />
El Julie se interna con dirección a Argentina y esta vez<br />
demuestra estar de buen humor, por lo que no pone inconveniente<br />
en subir.<br />
Algo relajadas, aprecian el panorama. Madeleine anota<br />
en su hoja de planificación el paso por El Cristo, alcanzando<br />
la frontera con Argentina.<br />
María Eliana sonríe, pues evoca la escena del día anterior,<br />
específicamente la cara de espanto de sus vecinos al<br />
verla sentada en el recibo del edificio donde está su departamento,<br />
en un sillón frente a los ascensores. Revive la diversión<br />
producida por las expresiones de quienes salían del elevador,<br />
al verla de cuerpo presente, luego de haber aparecido<br />
su partida en todos los noticieros de la televisión.<br />
-¿Usted aquí? -le interrogaban, como si estuvieran ante<br />
un fantasma.<br />
De pronto apareció Rodrigo González, un joven vecino,<br />
quien también sorprendido le hizo la misma pregunta; sin<br />
44 TRAVESÍA 2004
embargo, atinó a ofrecer algo más que una actitud curiosa:<br />
-Vamos a mi departamento, la invito a tomar un té mientras<br />
espera. Allí fue recibida por Lorena, su esposa, quien<br />
estaba a punto de dar a luz. Aun así, la atendió con sumo<br />
cariño durante más de media hora.<br />
Otra vez medita acerca de aquella tierna coincidencia:<br />
ambas a punto de dar a luz.<br />
El avión continúa sin dificultad. Todo a pedir de boca.<br />
La piloto ha abandonado su comunicación con el Centro de<br />
Control de Chile y antes de llamar al de Mendoza, considera<br />
oportuno sacar algunas fotografías. Apunta su cámara hacia<br />
atrás para hacer unas tomas al monumental cerro Aconcagua<br />
y la deja entre los asientos, consciente de la importancia que<br />
tiene no distraerse más de la cuenta.<br />
De pronto sienten una vibración y, de inmediato, un<br />
inesperado y descomunal golpe de viento las voltea.<br />
Por las ventanas ven los relucientes estanques color<br />
terracota ubicados en los extremos de las alas, que parecen<br />
estar por todas partes: arriba, debajo, de lado a lado... En la<br />
cabina ocurre lo mismo con el tablero y el piso, donde todo<br />
se revuelve en forma caótica.<br />
María Eliana no alcanza a introducir el micrófono en el<br />
soporte y salta de su mano. Siente el estómago en la boca y sus<br />
pensamientos, desordenados, aparecen y se van sin control. Su<br />
miedo es tan grande que los incrusta en un posible desastre.<br />
Paralelo al panorama que observa en el exterior, aparece<br />
Valentín como una foto al paso. Luego sus dispersos hijos,<br />
incluida la pequeña de tres años que no alcanzó a crecer.<br />
Como golpes de flash cruzan los destinos en donde ellos<br />
habitan: Santiago, Suiza, Hawai y la sepultura... Recuerda<br />
los gatos, el departamento, el testamento... Aparece la idea<br />
de Dios y la oración rezada antes de salir, con su disposición<br />
para entregarse a Él aunque le significara no volver y nunca<br />
más ver a los suyos.<br />
También pasan los hijos de Valentín. En ese instante los<br />
ama a todos. Sus ojos no cesan de mirar los estanques de<br />
punta de ala que suben y bajan.<br />
El Julie hace un roll girando sobre su eje longitudinal.<br />
EL DRAMA ANDINO 45
Parece rozar con las alas las paredes de los cercanos cerros.<br />
La vibración continúa, en comparsa con el ruido sordo que<br />
se origina en el interior del estanque de cabina.<br />
No dejan de ver los brillantes depósitos agregados a las<br />
alas, situados en diversas direcciones, donde no les corresponde<br />
estar. Parecen multiplicarse igual que tentáculos y se preguntan<br />
cómo normalizar aquella inesperada e implacable situación.<br />
El Julie comienza a precipitarse descontrolado desde los<br />
14.300 pies que logró alcanzar, altura correspondiente a<br />
4.360 metros.<br />
El roll se convierte en un spin. Madeleine, en un flash,<br />
repasa la maniobra y trata de corregir para sacar el avión de<br />
esa condición. Aplica todo el pedal en sentido opuesto a la<br />
rotación. Al mismo tiempo acciona la caña full hacia delante<br />
y reduce la potencia. Centra los alerones en espera de que<br />
cese la rotación, salir del spin con los controles neutros y<br />
poder reanudar el vuelo...<br />
Pero la gasolina del estanque interior sumada a la de los<br />
de punta de ala hacen de péndulo, lo que no permite al<br />
Bonanza estabilizarse, por lo cual continúa sin control.<br />
Mientras dura el fuerte viento rotor, sus esfuerzos son<br />
infructuosos. En poco más de dos minutos cae a 10.600 pies.<br />
El suelo se acerca y la aeronave gira, vertiginosa, instantes<br />
en picada, otros en círculos, sin pretensiones de enderezarse.<br />
Parece chocar con las laderas, mientras la distancia con la<br />
tierra se acorta amenazante. En tan poco tiempo ha perdido<br />
3.700 pies, o sea, 1.128 metros.<br />
Experimentar esta falta de dominio en que el avión no<br />
responde a la manipulación de los mandos tiene a Madeleine<br />
en máxima alerta, a pesar del miedo que siente. Y, consciente<br />
de ser la comandante, percibe aumentar su angustia. Piensa<br />
en la responsabilidad que lleva a cuestas: María Eliana, ella<br />
misma, el Julie... Con su corazón galopante, lucha con todas<br />
sus fuerzas por no perder la cordura. Interiormente se repite:<br />
“aplicar procedimientos, tengo que obtener el control”... Pero<br />
nada. Necesita desahogarse y grita:<br />
-¡Nos vamos a estrellar! -está pálida y el rostro expresa<br />
su temor.<br />
46 TRAVESÍA 2004
Su compañera le ofrece toda la atención con el interés<br />
de apoyarla. A la vez, ella también lucha por mantener su<br />
cordura. Aplica cada recurso que tiene a mano: su experiencia<br />
en psicoterapia, los conocimientos ganados con tantas<br />
horas de vuelo, la instrucción en carabineros para volar en<br />
condiciones de alto riesgo y la sangre fría adquirida en la<br />
práctica del paracaidismo. Teme que pueda entrar en pánico<br />
y regula la respiración con la suya para acoplarla, pues de<br />
este modo quiere tranquilizarla.<br />
-No, no nos vamos a estrellar, tranquila... Madeleine...<br />
Tranquila... -la alienta. Su voz suena calma y las palabras se<br />
alargan como si trabajara con hipnosis.<br />
Madeleine percibe su miedo como algo concreto, pero a<br />
la vez no puede aceptar que todo termine de manera tan<br />
miserable y continúa la batalla sin dar tregua.<br />
“Debo dominarlo, no puedo entregarme tan fácil” se<br />
dice; sin embargo, mientras dure el fenómeno meteorológico<br />
resulta imposible hacer algo útil para lograr el control. Ni<br />
siquiera puede con la movilidad de sus manos y pies.<br />
En medio del torbellino aparece en su mente, como trágica<br />
premonición, la fotografía del Julie destruido, en la primera<br />
plana de un periódico del día siguiente. Bajo titulares<br />
con grandes letras lee: “Las aviadoras de la Travesía 2004<br />
perecieron en la cordillera de Los Andes”.<br />
Escucha golpetear el combustible contra las paredes del<br />
estanque recostado tras el asiento. Acaba de comprender lo<br />
que ha sucedido y por primera vez advierte el peso de ir en<br />
una bomba... Más bien de volar una bomba que no puede<br />
controlar.<br />
Y cae, cae, cae...<br />
De pronto el motor suena disparejo...<br />
-¡No, eso no, ahora no! -exclama.<br />
En medio del lío de la cabina y la visión de los estanques<br />
que aparecen y desaparecen de su vista, aquello<br />
resulta patético.<br />
-El motor! -grita-. No puede ser...<br />
Ha comenzado a ratear.<br />
El cuerpo le tiembla.<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
47
María Eliana entiende la situación: con las piruetas el ala<br />
quedó en una postura que no permite alimentarlo con combustible<br />
y se requiere del procedimiento habitual cuando ratea.<br />
Como cree que su amiga puede estar haciendo un cuadro de<br />
pánico, aterrada de que el Continental se detenga, vocifera:<br />
-¡Cambia estanque!<br />
Madeleine reacciona de inmediato. Agacha la cabeza y<br />
lleva su mano temblorosa hasta cerca del pie izquierdo, a la<br />
válvula para cambiar el suministro de bencina del estanque<br />
principal izquierdo al principal derecho.<br />
María Eliana aprieta sus manos a la caña y comienza a<br />
vivir la tragedia desde los controles...<br />
Si el motor se para, echarlo a andar será tarea imposible.<br />
Entonces estrellarse dependerá sólo de algunos segundos.<br />
Pero de inmediato responde. Su andar se hace parejo y<br />
dentro del drama les permite sentir cierto alivio.<br />
Madeleine retoma el mando. “Gracias, motorcito” piensa.<br />
Su mente continúa la lucha por sobreponerse al pánico<br />
que siente su corazón. El avión no responde a las correcciones<br />
y por tanto ella no logra el control por la fuerza del rotor,<br />
el efecto péndulo de la gasolina en los estanques adicionales<br />
y la alterada condición general de la aeronave.<br />
María Eliana está consciente de la importancia que en<br />
ese momento tiene su experiencia para salvar situaciones<br />
difíciles, la costumbre de volar visual a baja altura y la tranquilidad<br />
para no paralizarse, ganada con sus más de trescientos<br />
saltos en paracaídas y otras situaciones límites en que le<br />
ha tocado estar envuelta.<br />
El Julie se encuentra a merced de una turbulencia de<br />
aire claro. Saben que nada pueden hacer hasta pasar a una<br />
condición más estable. En esta situación, cualquier intento<br />
de control es infructuoso. Sus brazos, piernas y manos parecen<br />
pertenecer a otras personas. Por el parabrisas divisan<br />
alternarse las rocas y el cielo. El avión a merced del viento<br />
parece retroceder, luego entra en picada. Las rocas se acercan.<br />
El golpeteo interior contra las paredes del estanque de<br />
cabina es horripilante. Su efecto péndulo continúa sin permitir<br />
el equilibrio de la aeronave... Las pilotos, conscientes de<br />
48 TRAVESÍA 2004
que el Julie no está construido para soportar estas acrobacias<br />
involuntarias, temen por alguna fatiga de material. No saben<br />
cuánto resistirá; los aviones que califican para ello requieren<br />
de un diseño y refuerzos especiales que soporten condiciones<br />
extremas. No dejan de pensar en la gran cantidad de<br />
bencina que llevan a bordo.<br />
El Bonanza no es una hoja zamarreada por el viento,<br />
más bien se trata de una bomba en un huracán. La proximidad<br />
del fin parece inminente. Se preguntan cómo será estrellarse<br />
y explotar de inmediato.<br />
-Dios, ten piedad -implora Madeleine, afligida.<br />
Y una presencia invisible se hace presente. Sienten que<br />
Su infinita compasión cubre al Julie con todos sus componentes<br />
y mandos, colmándoles el alma.<br />
Se miran entre esa súplica de última esperanza y la<br />
incredulidad. Se sienten resucitadas. El Julie ha dejado de<br />
corcovear y la vibración desaparece. Todas sus partes<br />
parecen continuar en el lugar que les corresponde: la nariz<br />
va delante, las alas debajo, el estruendo del estanque ha<br />
cesado... Rezan, cada una en su propio silencio, para agradecer.<br />
Apenas creen lo que sucede. La pesadilla parece<br />
haber pasado.<br />
-Todo en su lugar -informa María Eliana-. Veo que la<br />
estiba ha sido un éxito.<br />
Madeleine no contesta. Su sentido del humor aún permanece<br />
oculto. Respira profundo. La infernal situación vivida<br />
le ha parecido una eternidad. No para de agradecer con<br />
fervor haber salido sanas y salvas de tamaño peligro.<br />
También siente gratitud por la compañía de su amiga, una<br />
piloto bien entrenada. Sin duda dos expertas aportan más<br />
que una. Le reconoce sus habilidades y cualidades. Piensa<br />
que la crisis recién sufrida las sometió a una dura prueba y<br />
cree que la dupla ha sido una providencial combinación: a<br />
pesar del miedo que invadió sus vísceras, mantuvo la cabeza<br />
puesta en su lugar y nunca abandonó los esfuerzos por controlar<br />
el avión, mientras su compañera supo sobreponerse al<br />
suyo, imbuyendo tranquilidad al caótico ambiente.<br />
También María Eliana confía en las habilidades de<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
49
Madeleine, por lo cual no duda en seguir adelante con la aventura.<br />
Miran a su alrededor y se percatan que ha desaparecido<br />
la carretera a Uspallata y Mendoza. La corriente les empujó<br />
a un lugar que no reconocen. Intentan encontrar una respuesta<br />
en los instrumentos empotrados al tablero, pero las agujas<br />
giran sin sentido. Comprenden que tardarán un rato en volver<br />
a dar indicaciones confiables. Sus miradas convergen al<br />
centro del panel, hacia el más primitivo de los aparatos: el<br />
compás magnético. Indica dirección Sur. Significa que se<br />
han desfasado noventa grados. Van paralelas a la cadena<br />
montañosa en lugar de perpendicular, por un cañón que<br />
comienza a estrecharse. Habrá que dar una vuelta en 180º.<br />
-Trataré de subir -informa Madeleine. “Volar, no desesperar”<br />
se dice, mientras siente que su cuerpo aún tiembla por<br />
el susto recién experimentado.<br />
El motor ruge, pero el Julie no puede superar los 10.600 pies.<br />
-Trata de dar la vuelta.<br />
-Está muy cerrado.<br />
-Devolvámonos aquí -insiste María Eliana, tratando de<br />
no parecer totalitaria, pues no es momento para entrar en<br />
una discusión.<br />
-No, en este punto está demasiado angosto.<br />
Pasan algunos segundos y se produce un distanciamiento<br />
momentáneo entre los cerros. Madeleine decide que ése<br />
es el instante preciso para realizar el viraje. Pone un punto<br />
de flap, con lo cual disminuye la velocidad stall, lo que aminora<br />
el riesgo a que se produzca una pérdida de sustentación.<br />
Además, aumenta la potencia.<br />
Las alas casi perpendiculares permiten que el avión se<br />
aleje de las rocas, para acercarse a las del lado opuesto con<br />
el peligro que ello implica.<br />
Se entrega por completo en aquella maniobra. Sus movimientos<br />
son cuidadosos. Verifica el flap para sustentar el<br />
avión en el viraje. Echa un vistazo al pequeño GPS adicional<br />
fijado en la caña, donde lleva la ruta grabada. Se pregunta<br />
para qué, pues no es relevante en ese instante. De inmediato<br />
se reconviene: “No es momento para distraerme. Lo importante<br />
es volar el avión, mantener el control, estar alerta”.<br />
50 TRAVESÍA 2004
Por fin logran el rumbo deseado, pero ninguna canta<br />
victoria. Intuyen que las sorpresas desagradables acechan.<br />
Y no se equivocan. Pocos instantes después fruncen el<br />
ceño. La nariz del avión busca apresurada el Norte, pero<br />
aparecen unas nubes amenazantes que descienden por los<br />
faldeos del angosto desfiladero y envuelven el territorio<br />
hacia delante.<br />
Agotada, Madeleine acota:<br />
-Después de habernos salvado por milagro de la reciente<br />
desgracia, terminaremos como tantos otros pilotos, incrustadas<br />
en la cordillera.<br />
Y agrega con ironía:<br />
-Ella, majestuosa y sin misericordia, silenciando para<br />
siempre los últimos gritos de las aviadoras. Su avión, una<br />
bola de fuego...<br />
A María Eliana tampoco le hace gracia enfrentar este<br />
nuevo peligro, con sus poco alentadoras perspectivas. En<br />
aquella situación no es viable volar con instrumentos y su<br />
vista no servirá de mucho adentro de aquellas nubes: en tales<br />
circunstancias, perder la orientación y chocar contra una<br />
ladera es sólo cuestión de instantes.<br />
Los estanques de combustible regresan a su mente, en<br />
especial el que va a sus espaldas y la idea de bomba voladora<br />
vuelve a tomar forma.<br />
Acuerdan bajar más, confiadas en su pericia. Es imperioso<br />
no penetrar la formación nubosa.<br />
-Anda, vuela, encuentra el camino antes que sea demasiado<br />
tarde -lo anima Madeleine, como si el Julie pudiera<br />
escuchar y darle en el gusto.<br />
-Podríamos aterrizar de emergencia -indaga María<br />
Eliana y agrega:<br />
-¿Qué hay abajo?<br />
Los ojos de ambas buscan, pero el panorama les provoca<br />
escalofríos. Sólo ven rocas gigantes en un lecho de río seco.<br />
-Tratar de bajar ahí no nos garantiza más que una tremenda<br />
explosión -responde Madeleine.<br />
Están atrapadas sin radar ni radio. Las ondas no pueden<br />
atravesar aquellos cerros y las nubes aumentan.<br />
EL DRAMA ANDINO 51
-¿Por qué no aparece el camino?... ¿Cuándo?...<br />
De pronto, en la frecuencia escuchan al piloto del jet de<br />
una aerolínea argentina dando su posición. La comunicación<br />
les llega clara, pues está justo sobre ellas, aunque muchísimo<br />
más alto.<br />
Resignadas piensan en sus familias y reflexionan sobre<br />
la importancia de entregar señales que permitan la búsqueda<br />
de sus restos. Entonces aprovechan la oportunidad y<br />
Madeleine declara emergencia.<br />
María Eliana, por mientras, pone en el “transponder” la<br />
clave de emergencia.<br />
Aclarada la situación, deciden luchar hasta el final y<br />
centran la atención en su tarea. Mueven la vista de un lugar<br />
a otro, añorando reconocer la ruta a Mendoza. Sus venas<br />
parecen un hervidero de adrenalina...<br />
-¡Allí se divisa una entrada! -gritan casi al unísono-. Por<br />
ahí podremos tomar nuestra ruta.<br />
Como de milagro, el cerro baja a la altura del avión.<br />
Madeleine exige al motor todo su potencial.<br />
-Sube, Julie, sólo un poco...<br />
-Sí, Julie, sólo un poco -remeda María Eliana.<br />
El Continental ruge.<br />
Les parece que la parte inferior del avión puede raspar...<br />
Las rocas pasan amenazantes.<br />
El avión avanza y casi roza el suelo.<br />
-¡El camino! ¡Es nuestra salvación!<br />
-¡Es nuestra ruta, estamos salvadas!<br />
-Ahora es cuestión de dejarnos llevar por la carretera.<br />
-Anularé el aviso al jet argentino.<br />
-Está bien, hazlo de inmediato.<br />
Pasado un rato, divisan el pueblo de Uspallata.<br />
Se miran. Están muy cansadas. Les cuesta discernir el<br />
trayecto adecuado para proseguir, pero sus sonrisas son<br />
amplias.<br />
María Eliana toma el mapa y lo tiende sobre la falda.<br />
-Creo que es por allí -indica Madeleine, mientras alarga<br />
el dedo.<br />
-¿Estás segura?<br />
52 TRAVESÍA 2004
Se apoyan en otro mapa, pues están un tanto confundidas.<br />
-Estamos fatigadas -declara María Eliana.<br />
Su compañera sabe que es cierto. Aún temblorosa observa<br />
bajo el ala un pequeño salvavidas, siempre que lo quisieran:<br />
la pista de tierra de Uspallata.<br />
-Qué bien hace reconocer un lugar definido.<br />
Siguen vacilando sin decidir cuál es la ruta a Cacheuta.<br />
Para tranquilizarse comienzan a volar en círculos sobre<br />
Uspallata.<br />
Hay un enorme cerro entre esta localidad y Mendoza.<br />
Con la altitud que el Julie había logrado antes del incidente,<br />
hubiera podido cruzar directo, pero con los 10.600 pies actuales,<br />
la única opción es enfilar rumbo a Cacheuta, la ruta tradicional<br />
para los aviones chicos que atraviesan la cordillera.<br />
María Eliana ha trabajado con situaciones de fatiga.<br />
Investigó y colaboró en la redacción de las normas psicológicas<br />
para la selección de pilotos. También se desempeñó en el<br />
departamento de psicología dentro del Servicio de Medicina<br />
Aeroespacial, que depende de la DGAC, para lo cual fue<br />
enviada a estudiar y experimentar a la NASA, de manera que<br />
conoce muy bien aquel síndrome. Recuerda otra circunstancia<br />
del pasado en que le ocurrió y para aterrizar tuvo que ser<br />
dirigida, incapaz de tomar las decisiones más simples... Lo<br />
recuerda como un fogonazo, pero tan claro como si hubiera<br />
ocurrido recién, a pesar de haber sido en el año 1975.<br />
Todo comenzó en el lago Vichuquén, donde veraneaba<br />
junto a su familia.<br />
Rodrigo, el menor de los tres hijos, fue atacado por una<br />
fuerte otitis. Al percibir que se hacía crítica, decidió trasladarlo<br />
a Santiago, lo que hizo desde el aeródromo Torca, acompañada<br />
por el marido, en su Cessna 172, el Papa Mike Bravo.<br />
Al llegar a Rapel vio avanzar una neblina desde la costa.<br />
Como en aquellos tiempos no había controles radar ni otros<br />
sistemas de ubicación, obedeció sin dudar a las recomendaciones<br />
hechas por su instructor de vuelo:<br />
“Sí alguna vez las nubes te cierran la ruta, debes seguir<br />
el curso de algún río. Recuerda que van de la cordillera al<br />
mar y, por tanto, encontrarás fácil la carretera, que será tu<br />
EL DRAMA ANDINO 53
punto de referencia y podrás volar sobre ella”.<br />
Ubicó uno y convencida de que era el Cachapoal, sobrevoló<br />
con la intención de salir a Rancagua; sin embargo, era<br />
de aquellos pocos que nacen en la cordillera de la costa y sin<br />
preverlo, pronto se encontró atrapada por una neblina, como<br />
“el jamón de un sándwich”. Desapareció el río y debió volar<br />
entre las dos capas de nubes, con una visibilidad básica que<br />
le sirvió sólo para saber que al frente no había un cerro con<br />
el cual chocar.<br />
Volando a 4.000 pies, con el techo de la capa de nubes<br />
baja a 3.800 y la base de la alta a 5.000 y según sus cálculos<br />
sobre la cadena de cerros de Angostura, sin ninguna posibilidad<br />
de aterrizar, decidió abandonar aquel negativo escenario<br />
y regresar a Torca.<br />
Voló durante veinte minutos y la nubosidad aumentó al<br />
punto que debió devolverse e insistir en la dirección inicial,<br />
siempre por el corredor, que se hizo cada vez más estrecho.<br />
Luego de tres intentos, a raíz de los cuales se desplazaba<br />
un poco en cada uno, comprendió que no era capaz de salir<br />
por sus propios medios. Consciente de ir con uno de los<br />
hijos y su marido, habiendo dejado a los otros dos niños en<br />
Vichuquén, decidió tragarse el orgullo y llamó a la torre de<br />
control para decir que estaba perdida, aunque dijeran:<br />
“Típico, tenía que ser una mujer...”.<br />
Inicialmente, la torre cometió una serie de errores al<br />
hacerla cambiar entre frecuencias en lugar de mantener una<br />
con exclusividad, lo que agregó estrés a la difícil situación,<br />
pues implicaba repetir a nuevos controladores su condición,<br />
además del peligro de romper, por el nerviosismo acumulado,<br />
la perilla del único equipo de radio que tenía a bordo.<br />
Después de mucho, le preguntaron si sabía su ubicación. No<br />
le pareció extraño aquel desconocimiento, pues en esos<br />
tiempos la torre no contaba con un radar primario que permitiera<br />
captar el avión, sin un transmisor instalado en éste<br />
para ser reconocido, transponder que el suyo no tenía.<br />
Ella respondió que, según sus cálculos, estaba sobre los<br />
cerros de Angostura.<br />
De inmediato le informaron que de ser así, en un par de<br />
54 TRAVESÍA 2004
segundos, debiera avistar un avión de la línea aérea chilena<br />
Ladeco que iba en trayectoria de descenso.<br />
-¡Mamá! -gritó al instante Rodrigo, mostrando con el<br />
dedo a la distancia-, ahí está el avión.<br />
María Eliana y el piloto se comunicaron de inmediato y<br />
él le indicó que encendiera todas las luces, lo que ya había<br />
hecho. Y para mayor desconcierto de ella, en una conducta<br />
inusitada, en lugar de socorrerla continuó su ruta.<br />
Enterado por María Eliana, el controlador le llamó la<br />
atención por su inexplicable actitud.<br />
El piloto del jet comercial mostró intenciones de volver,<br />
pero el Papa Mike Bravo ya estaba fuera de su vista, de<br />
manera que le señalaron que siguiera su trayectoria.<br />
En ese momento apareció la voz de otro piloto desde un<br />
avión pequeño, que María Eliana confundió con el controlador<br />
de la torre. A esas alturas, debido a la fatiga, todas las<br />
voces comenzaron a sonarle iguales. Le indicó que descendiera,<br />
pues bajo los 3.000 pies estaba despejado. Junto con<br />
iniciar las acciones para obedecer, escuchó a otro aviador,<br />
cuya voz también le pareció idéntica a las anteriores, gritar<br />
que la detuvieran; que por ningún motivo perdiera altitud,<br />
porque se estrellaría.<br />
El controlador corroboró la instrucción y María Eliana<br />
mantuvo el avión en la misma posición.<br />
Cabe destacar que si le hubiera hecho caso al piloto que<br />
le sugirió descender, se habría incrustado...<br />
Sus pensamientos se detienen ahí durante unos segundos:<br />
aquel aviador era vecino suyo. Él, a la semana siguiente,<br />
voló con su nieto y se encontró en una situación similar.<br />
Fiel a las instrucciones que diera a María Eliana, descendió...<br />
Y se estrelló. Ambos murieron.<br />
Sucedió, también, otro hecho providencial: siempre que<br />
podían, con su marido trasladaban a algún lugareño o veraneante<br />
que esperaba en el aeródromo, a ver si algún aviador<br />
se compadecía. En esta ocasión un individuo se acercó a él y<br />
supuso, como de costumbre, que era el piloto. Le pidió que<br />
lo llevara hasta Santiago y él, en lugar de conversarlo con<br />
María Eliana, a pesar de haber un asiento disponible, se<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
55
negó, probablemente por la situación de su hijo.<br />
Al momento de vivir la experiencia sobre los cerros de<br />
Angostura, la calma del esposo y su hijo, que confiaban plenamente<br />
en la piloto, fue decisiva. Quién sabe si un extraño<br />
aterrorizado en la cabina se hubiera puesto histérico y alterándoles<br />
a ellos, habría complicado la situación. Pudo ser la<br />
diferencia entre la vida y la muerte.<br />
Regresa a sus recientes pensamientos:<br />
La torre le pidió que volara al rumbo 270, o sea hacia el<br />
poniente, en dirección opuesta a la cordillera.<br />
Luego de eternos veinte minutos, de pronto, en el colchón<br />
inferior de nubes, descubrió un pequeño claro, un hueco<br />
como hecho con una broca en el cielo. Sin pensar más<br />
decidió lanzarse de piquero en espiral y descendió 1.500<br />
pies, hasta salir de la nubosidad, muy cerca del suelo.<br />
Apenas alcanzó a estabilizar el avión y pudo observar<br />
Cuatro Diablos, una pista de aterrizaje cerca de Melipilla,<br />
lugar donde acostumbraba a saltar en paracaídas.<br />
Por estar tras los cerros de Talagante, perdió la comunicación<br />
con la torre, aunque sí podía escuchar al controlador,<br />
desesperado, tratando de comunicarse con insistencia. Tal<br />
era su angustia que, en lugar de llamarle por su matrícula<br />
Papa Mike Bravo, comenzó a gritar su nombre: “¡María<br />
Eliana, María Eliana...!”, lo que significaba salirse de todas<br />
las normas de control aéreo. Ese lazo afectivo la hizo sentir<br />
una mano tendida y le dio fuerzas para continuar la lucha.<br />
Viró hacia el oriente con dirección a Isla de Maipo y tomó<br />
conciencia de su agotamiento y la incapacidad de aterrizar.<br />
Logró comunicarse con la torre y pidió que la fuera a buscar<br />
alguno de los tantos pilotos pendientes de lo que sucedía.<br />
Apareció, de pronto, ante sus ojos, un cerro hacia el cual<br />
iba directo. Pero tras ella, ya estaba situado el avión que<br />
habían enviado a rescatarla. El piloto de éste la hizo reaccionar.<br />
Piensa que le debe la vida y nunca se lo agradeció de<br />
manera suficiente. De no ser por él se hubiera estrellado,<br />
pues a pesar de ver y estar consciente de todo, no atinaba a<br />
tomar una decisión, ni siquiera la básica de desviar el avión.<br />
Cada vez que lo recuerda, la piel se le pone áspera. Piensa<br />
56 TRAVESÍA 2004
que no es para menos: parece imposible que a un ser inteligente<br />
le pueda pasar algo tan tonto; sin embargo, así es la fatiga.<br />
Vuelve al presente. Sabe que ambas la padecen y por eso<br />
mismo no atinan a responder como se supone que debieran.<br />
Las escenas que ha revivido se le hacen todavía más actuales.<br />
Similar a entonces, dudan sobre la ruta que deben tomar.<br />
“Aunque no hay mal que por bien no venga” se dice,<br />
pensando que gracias a ello decidió hacer el curso para volar<br />
por instrumentos (IFR), un recurso valioso para tener una<br />
vía de escapatoria en caso de volver a vivir algo parecido.<br />
Corre el reloj, dan más vueltas y no pueden decidir el<br />
camino adecuado.<br />
Conversan por cuál ir. Tienen visiones diferentes. No se<br />
ponen de acuerdo y otra vez asumen estar rendidas.<br />
Sobre el cerro observan nubes blancas y grises que<br />
corresponden a un frente de mal tiempo procedente de<br />
Mendoza. Llevan veinte minutos y aún se mantienen en el<br />
mismo círculo, sin coordinar sus ideas con las decisiones.<br />
Ahora es importante no equivocar el curso, pues en tal caso<br />
una mala elección las puede llevar a un nuevo cajón.<br />
Por fin los argumentos de Madeleine son más convincentes<br />
y María Eliana acepta la proposición de seguir el<br />
camino que pasa por Cacheuta.<br />
Salen del circuito y avanzan sin contratiempos, hasta<br />
llegar vertical a la pista de Mendoza. Allí Madeleine pide<br />
autorización al control aéreo para abandonar el vuelo visual<br />
e interceptar la aerovía A 307. Les permiten continuar bajo<br />
las reglas de vuelo IFR, con un nivel mínimo de siete cero, o<br />
sea 7.000 pies, que con posterioridad se convierte en uno<br />
uno cero, es decir, 11.000.<br />
Cada cierto rato el avión vibra y Madeleine piensa en él<br />
como si fuera un niño asustado.<br />
-Tranquilízate Julie -le dice en uno de los remezones.<br />
María Eliana la mira y trata de sonreír.<br />
Ambas recuerdan que aún están colgadas del cielo.<br />
Además, el ruido de la bencina en el estanque interior lo<br />
mantienen incrustado en sus mentes.<br />
Encuentran nuevas nubes y pronto están envueltas en<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
57
ellas... “Gajes del oficio IFR -piensa Madeleine-. Magnífica<br />
herramienta, pero hay que estar muy alerta”.<br />
Avanzan por la aerovía y en general las nubes no representan<br />
peligro; sin embargo, es preciso observar la temperatura<br />
exterior y hacer lo posible para evitar la formación de<br />
hielo. Además, pueden encontrar turbulencia. A Madeleine<br />
siempre le gustó una dosis de ésta, pero por el momento está<br />
saturada de zangoloteo. Además, nunca es aconsejable entrar<br />
en nubes de un frente activo o de tormenta.<br />
El vuelo IFR permite, aparte de proveer mayor seguridad,<br />
el ahorro de gasolina. En el Bonanza, dependiendo de<br />
diversos factores, recién a partir de los 9.000 pies hacia arriba,<br />
idealmente entre 12.000 y 14.000, se reduce con notoriedad<br />
la razón aire/combustible con que se alimenta el motor.<br />
Al ascender el aire es menos denso, por consiguiente la piloto<br />
tiene que reducir la cantidad de avgas con la palanca de la<br />
mezcla. Para alcanzar esas altitudes provechosas para el<br />
menor consumo, puede ser necesario cruzar una capa de<br />
nubes o de frentón volar dentro de la formación nubosa con<br />
las precauciones mencionadas, opciones autorizadas sólo<br />
para vuelo IFR.<br />
Los planes de las pilotos eran volar diez horas en dichas<br />
condiciones, como práctica antes de cruzar el Atlántico, pero<br />
lo recién ocurrido en la cordillera ha sido demasiado fuerte,<br />
de manera que cambian su itinerario:<br />
-Creo que estamos muy cansadas. ¿Qué te parece hacer<br />
escala en Córdoba? -propone Madeleine.<br />
-Estoy de acuerdo -responde María Eliana, sin dudarlo.<br />
-Aunque no tenemos autorización para aterrizar en<br />
Argentina.<br />
-Ni carta de aproximación.<br />
Ninguna comenta que ha sido por falta de recursos.<br />
Pero ambas saben que la decisión está tomada.<br />
-De algo que nos sirva la experiencia -comenta<br />
Madeleine.<br />
-Digo lo mismo, echémosle no más para adelante.<br />
-Sabes que los aeropuertos tienen el tránsito reglamentado<br />
según sus propias condiciones ¿no?<br />
58 TRAVESÍA 2004
-Bueno, sí, por algo difieren uno de otro. Son distintos<br />
los lugares de espera, así como el tránsito aéreo... ¿Por qué<br />
no pides que el radar te vectoree?<br />
La proposición de María Eliana, a sabiendas de meter la<br />
mano en la llaga, es censurada por la mirada de su compañera.<br />
Por ello no insiste. Sabe que no se dejará guiar por el<br />
control aéreo en calidad de principiante.<br />
Y tiene razón. La escucha comunicarle con tono certero:<br />
-No, pediré información a otro avión que encuentre en<br />
la frecuencia interna.<br />
Así lo hace y ubica un jet comercial que una vez planteada<br />
la situación y su necesidad de realizar descenso y aterrizaje<br />
imprevistos, se muestra bien dispuesto para colaborar.<br />
Madeleine copia las instrucciones en un papel y después<br />
repasan juntas el dibujo. Con ello se ha producido una carta<br />
de aproximación hecha literalmente a mano.<br />
-Artesanal, pero cumplirá con su función -comenta<br />
Madeleine, divertida por tan insólita manera de llegar.<br />
Acto seguido, solicita al control de aproximación que le<br />
informe acerca de la dirección del tránsito del circuito de<br />
espera que se encuentra sobre la radioayuda, “detalle” que<br />
no preguntó al piloto del jet.<br />
Sucede algo asombroso: la controladora de tránsito<br />
aéreo que tienen en la radio no sabe con certeza y pide unos<br />
segundos para consultar.<br />
-A la dereeecha -indica exasperado un piloto de línea<br />
aérea que está en la frecuencia de aproximación.<br />
El Julie comienza a girar en este sentido y aparece la<br />
voz de la controladora de tráfico que alarmada grita:<br />
-¡El circuito de espera ha cambiado, es a la izquierda! -y<br />
continúa con su explicación-, porque está activada una zona<br />
restringida justo debajo del circuito de espera. Normalmente<br />
es a la derecha, pero ahora está en ejercicio la Fuerza Aérea,<br />
así que deben hacerlo a su izquierda.<br />
Madeleine, entonces, acciona los comandos para cambiar<br />
de inmediato la dirección, mientras su colega observa, entre<br />
nubes, cómo una combinación de granizo y lluvia golpea contra<br />
el parabrisas. Piensa en la gran cantidad de dificultades,<br />
EL DRAMA ANDINO<br />
59
aunque apenas han iniciado su aventura. Medita unos segundos,<br />
convencida que ese tipo de experiencias son las que<br />
sacan de la rutina y permiten crecer interiormente. Así,<br />
enfrentar los desafíos permite crear nuevos recursos para desarrollar<br />
mejor la aventura que se tenga por delante... “Porque<br />
la vida sin riesgo no tiene gusto ni sentido” se dice convencida,<br />
a sabiendas que su amiga armoniza con esta reflexión.<br />
Entonces, a pesar de todo, muestra una gran sonrisa.<br />
Lateral a la pista, durante el consabido alejamiento, gracias<br />
a que por ratos se despeja, pueden verla, pero de inmediato<br />
entran en otro cúmulo de nubes.<br />
-Bien, Córdoba, allá vamos -dice Madeleine, mientras<br />
sus manos manipulan la caña, la potencia para mantener una<br />
razón de descenso y la velocidad precisa a cada momento.<br />
Las ruedas han salido de su escondite y esperan ser recibidas<br />
por el asfalto.<br />
60 TRAVESÍA 2004
Córdoba, un<br />
oasis en el camino<br />
Transcurridas alrededor de tres horas de trámites y<br />
pagos en el aeropuerto, abordan un taxi para trasladarse a la<br />
ciudad. Luego de acordar que se merecían un buen hotel y<br />
elegir el Sheraton, que les ofreció una tarifa económica por<br />
la habitación compartida, se sienten satisfechas, pues han<br />
conseguido una estadía de lujo a precio moderado, necesitadas<br />
de un lugar cómodo donde descansar y distraerse.<br />
Allí intercambian algunas palabras sobre lo ocurrido en<br />
la cordillera y Madeleine, consciente del miedo que sintió,<br />
muestra un honrado gesto de fragilidad humana:<br />
-Yo, ahora, necesito llorar y dejar salir la tensión. Me<br />
hará bien y me sentiré liberada.<br />
-Sí, será bueno -consiente María Eliana, que lo considera<br />
una gran opción para expulsar los fantasmas acumulados<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO 61
y recuperar el equilibrio-. Saldré a caminar un rato para<br />
dejarte tranquila.<br />
Madeleine agradece aquella demostración de respeto,<br />
mientras refriega con sus nudillos los ojos.<br />
Aún está incrédula de haber experimentado en persona<br />
la fuerza virulenta de un rotor en la cordillera. Sabía de su<br />
existencia. En diversas ocasiones leyó y escuchó relatos<br />
sobre ellos, incluso conoció casos con resultados fatales,<br />
pero jamás imaginó que les pudiera ocurrir a ellas...<br />
Su amiga abandona la habitación y cruza hasta el Mall<br />
que se encuentra unido al hotel a través de un paso interior.<br />
De una vitrina en otra, cae de pronto en un ciber-café que le<br />
parece de suma utilidad para enviar un e-mail a Jorge<br />
Montes, Presidente del Club Aéreo de Santiago. Él, antes de<br />
iniciar la aventura, les había pedido que a través del correo<br />
electrónico le mantuvieran informado sobre los progresos<br />
del viaje.<br />
Ubica en el rincón un sitio vacío y sentada frente a la<br />
pantalla deposita su mano sobre el mouse.<br />
Le cuenta algunos detalles sobre el traumático vuelo en<br />
la cordillera y la decisión de abreviar el trayecto aterrizando<br />
en suelo argentino. A continuación le recuerda que el<br />
Comodoro de ese país, en Chile, había lamentado que no<br />
pasaran por su tierra para apoyarlas y le pide que lo contacte,<br />
le explique su situación actual y le diga que gustosas<br />
aceptan aquel gentil ofrecimiento.<br />
Luego aprovecha la oportunidad para leer sus correos y<br />
enviar algunas respuestas.<br />
Satisfecha con aquella gestión que le ha quitado un<br />
buen rato, pues la cantidad de mails es descomunal, decide<br />
volver a la habitación para acompañar a su amiga, que de<br />
seguro se ha relajado un buen poco.<br />
En efecto, la encuentra con su cara bastante despejada.<br />
Ha logrado desperfilar sus emociones y accede de buena<br />
gana a la invitación de ir a la piscina temperada para disfrutar<br />
de un buen remojón.<br />
Tendidas sobre las sillas para reposar, observan a<br />
través de las inmensas ventanas la fuerte lluvia, cons-<br />
62 TRAVESÍA 2004
cientes de su necesidad de reponer fuerzas.<br />
-Los informes indican que se mantendrá cerrado<br />
-advierte Madeleine, sin percatarse que su amiga otorga con la<br />
cabeza, pues ha bajado los párpados para descansar sus ojos.<br />
-Después de todo lo sucedido, tal vez sea lo mejor quedarnos<br />
otro día -agrega María Eliana.<br />
-Sí, pasamos un buen susto.<br />
-Más que un buen susto. Yo creo que nos salvó un milagro.<br />
-Sí, es maravilloso que estemos aquí.<br />
-Algo me dice que si no nos matamos en la cordillera,<br />
ya no ocurrirá... Aunque por otro lado presiento que no se<br />
nos hará fácil el resto del camino.<br />
-Y esto recién comienza, ni siquiera hemos llegado a<br />
nuestro primer destino. Es curioso que los dos primeros días<br />
hayamos terminado en lugares que nunca estuvieron en<br />
nuestros planes. Pero por otra parte, es tan propio de la<br />
aviación -Madeleine sonríe al pensar que aun siendo algo<br />
metódica, siempre le ha gustado salirse de la rutina y tener<br />
que improvisar.<br />
Por momentos pareciera que alguien o algo insinuara<br />
que no deben seguir.<br />
-El hecho es que estamos aquí y vivas -insiste María<br />
Eliana-. Si tener éxito en una misión fuera tan fácil, todo el<br />
mundo sería aventurero. Creo que son, precisamente las<br />
dificultades, lo que hace la diferencia entre los que se atreven<br />
y los que no.<br />
-Estoy plenamente de acuerdo.<br />
-Creo que debiéramos comer algo y acostarnos temprano.<br />
-Me parece bien, pero déjame entrar un rato en la piscina<br />
antes de vestirnos.<br />
-Está bien, te acompaño...<br />
Mientras cenan, retoman la conversación sobre la cordillera:<br />
-El combustible en los estanques fue el culpable de todo.<br />
-Sí, especialmente el de la cabina.<br />
En sus mentes está vivo el golpeteo contra las paredes...<br />
Al entrar el Julie en un vacío cayó unos pies y como<br />
llevaba cargada sólo la mitad de su capacidad, la bencina<br />
subió, azotó los costados y afectó el punto de equilibrio,<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO<br />
63
con lo cual perdió la sustentación. Su efecto péndulo, intensificado<br />
por los estanques de punta de ala llenos y las<br />
maniobras involuntarias, lo transformaron en un potro indómito.<br />
Madeleine repasa circunstancias de la escena: su Bonanza<br />
había cambiado. Cargado con un peso superior al original y el<br />
centro de gravedad corrido a una posición posterior implicaba<br />
que sus características de performance ya no estuvieran dentro<br />
de los límites establecidos por el fabricante. Por otra parte,<br />
con los estanques de punta de ala agregados, sufrió un cambio<br />
de categoría aerodinámica, lo que hizo aun más válida la prohibición<br />
del manual de vuelo para realizar spin o cualquier<br />
tipo de maniobra acrobática.<br />
-Casi nos matamos -repiten las dos pilotos al mismo<br />
tiempo y se miran a los ojos. Ambas sienten la importancia<br />
de mantener esa complicidad que equilibra los momentos<br />
de dificultad.<br />
-Todavía nos queda el Atlántico -advierte Madeleine.<br />
-Nos queda casi todo -añade María Eliana.<br />
-Se nos ha ido el día. ¿Te parece si nos paramos de la<br />
mesa?<br />
-De acuerdo, nos hará bien dormir, aunque con la sobre<br />
excitación, no sé si podamos conseguirlo tan pronto.<br />
-Hagamos la prueba.<br />
-Está bien, vamos.<br />
Fieles a sus deseos están de regreso en la habitación y<br />
presas del relajo producido por el baño, se ponen a disposición<br />
de Morfeo.<br />
María Eliana, antes de perder la conciencia, alcanza a<br />
evocar algunas prácticas realizadas como parte de la preparación<br />
física y mental para la Travesía:<br />
Tuvieron la oportunidad de hacer un entrenamiento en<br />
el Centro de Medicina Aeroespacial, bajo la tutela del<br />
Comandante y piloto instructor FACH, Luis Castillo. Allí<br />
enfrentaron diversas situaciones originadas por fallas humanas<br />
que pudieran ocurrir en pleno vuelo, relacionadas con<br />
distorsiones en la percepción, como las ilusiones. Piensa<br />
durante unos momentos en el efecto “coriolis”, que consiste<br />
64 TRAVESÍA 2004
en la pérdida del equilibrio a nivel del oído medio, producida<br />
por agacharse con brusquedad. El peligro, entonces,<br />
radica en que quien conduce cree estar al revés y, por corregir<br />
tal situación, da vuelta el avión...<br />
También tuvieron acceso a un simulador de vuelo individual,<br />
donde cada una contó con el apoyo de un entrenador<br />
personalizado.<br />
En su caso particular trabajaron una tarde completa<br />
bajo la presunción de que Madeleine tuviera algún problema<br />
imprevisto, como un calambre, un desmayo o un golpe<br />
inesperado contra el techo, de tal manera que preparada,<br />
supiera qué hacer, como desactivar el piloto automático o<br />
guiarse por vectores.<br />
Cruza una vez más por su memoria el percance en la cordillera<br />
que casi les costó la vida y agradece sus cuarenta y dos<br />
años de psicóloga, así como haberse especializado en hipnosis<br />
para aliviar enfermos terminales y depresiones. También el<br />
intenso trabajo desarrollado con personas víctimas de crisis de<br />
pánico. Considera que en aquellos difíciles momentos, eso le<br />
permitió alejarse de la experiencia para vivirla desde afuera.<br />
Así, estuvo en condiciones de mantener una actitud de calma<br />
y apoyo frente a las reacciones de Madeleine.<br />
Piensa en su fe, sin duda la mejor ayuda, pues le permitió<br />
entregarse de manera incondicional a los designios de Dios.<br />
Siente, en todo momento, que la muerte es parte integral de la<br />
vida y por tanto no le teme. Está preparada para que ocurra en<br />
cualquier minuto y eso la tranquilizó lo suficiente como para<br />
no dejarse arrastrar por emociones negativas.<br />
Evoca los instantes en que consideró verla entrar en<br />
pánico, temerosa de que se agarrotara; también el rateo del<br />
motor, su advertencia para que hiciera el cambio de estanque<br />
y el momento en que estuvo dispuesta a noquearla si<br />
perdía el control e intentaba aferrarse a los controles.<br />
Se detiene allí durante unos segundos. El entrenamiento<br />
fue tan riguroso, que hasta incluía la manera de controlar<br />
una situación por la fuerza si había riesgo de muerte.<br />
Pero no fue el caso. A pesar del evidente miedo que<br />
Madeleine sintió y expresó, supo sobreponerse. Luchó con<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO 65
todas sus fuerzas y conocimientos para controlar la aeronave.<br />
Su pericia, así como la tranquilidad y experiencia de su<br />
compañera se acoplaron de manera magistral, haciendo prevalecer<br />
el trabajo en equipo y su calidad de profesionales.<br />
María Eliana piensa en sus propios miedos y el gran<br />
respeto que desde siempre tiene a la cordillera. La ha cruzado<br />
muchas veces piloteando aviones pequeños y le atrae<br />
con fuerza, incluso siente que la ama, aunque la encuentra<br />
peligrosa y traicionera. Evoca las veces en que se internó a<br />
bordo de su avión por el Cajón del Maipo hacia Lagunillas,<br />
donde planeaba sobre sus pequeños hijos en clase de esquí.<br />
Luego de soltar kilos de coloridos caramelos, divertida les<br />
observaba recogerlos y mirar hacia arriba por si caían más.<br />
Recuerda que más adelante el profesor llamaba su atención<br />
por el desorden armado... Uno de sus grandes deseos es que<br />
al morir sus cenizas sean esparcidas allí, lo que no corresponde<br />
a un antojo arbitrario: su familia paterna es suiza, de<br />
un pequeño pueblo enclavado en Los Alpes.<br />
Hace un giro brusco en sus pensamientos para repasar<br />
sus más de ochocientas horas de vuelo en Europa y África.<br />
Incluso voló allá con Madeleine. Cuando vivía en París, la<br />
invitó en una oportunidad para conocer su club en Saint Cyr<br />
L’Ecole, cerca de Versailles, y en dos ocasiones, ya radicada<br />
en Portugal, la convidó a volar a su club en Tires, Cascais.<br />
Uno de esos vuelos tuvo como destino África.<br />
Voló todo el tiempo durante los casi tres años que vivió<br />
en Francia y los ocho que estuvo en Portugal. Lo primero<br />
que hizo al llegar a ambas partes, fue revalidar la licencia e<br />
integrarse a un club aéreo.<br />
Sin darse cuenta entra en un sueño tan profundo que la<br />
mañana llega como si la noche no hubiera existido.<br />
Madeleine ha despertado hace rato. La hora y media que<br />
se toma todas las mañanas es una costumbre adquirida desde<br />
hace muchos años. Inicialmente era un tiempo destinado a<br />
sus ejercicios de yoga, meditar y rezar, como ella dice al<br />
hablar del tema: “para entonarme con Dios y conmigo”.<br />
En la actualidad no ocupa más de quince minutos en<br />
meditar, ritual que repite luego de acostarse. Es una buena<br />
66 TRAVESÍA 2004
forma de relajarse y contribuir a su paz interior, además de<br />
un excelente recurso para dormir bien.<br />
Entre 1966 y 1993 iba con regularidad a un lugar enclavado<br />
en un tupido bosque alemán, junto al lago Constanz.<br />
Ahí se permitía descansar a través del ayuno, la meditación<br />
y el ejercicio. Era un acierto para recuperar fuerzas, renovar<br />
células, incrementar las defensas inmunológicas y continuar<br />
con su movido camino.<br />
La primera vez que disfrutó de ese lugar fue gracias a<br />
una retribución con parte de una estadía que le hicieran los<br />
dueños del lugar, por realizar el trabajo de intérprete alemán-castellano<br />
a ciertos corredores de propiedades y unos<br />
arquitectos, pues estaban interesados en fundar una sucursal<br />
en España.<br />
También estuvo en la India varias semanas, con la finalidad<br />
de conocer algo de la riqueza envuelta en la espiritualidad<br />
oriental. Tuvo, entonces, la oportunidad de compartir<br />
cerca del Swami, quien en una sagrada ocasión le dirigió<br />
sus palabras, lo que la marcó de manera indeleble. Piensa<br />
que de 1985 a 1995 vivió una época de contundentes experiencias<br />
espirituales.<br />
En su mente se cuela la cordillera de Los Andes.<br />
Revive una vez más la escena y repasa con minuciosidad lo<br />
ocurrido. A diferencia de María Eliana, no le tiene más respeto<br />
que el de actuar con profesionalismo respecto a las distancias<br />
que debe mantener con la tierra, por las corrientes<br />
descendentes que acechan. La ha cruzado varias veces en el<br />
Julie por el Cristo Redentor y por El Plomo frente a<br />
Santiago; también por El Planchón frente a Curicó, por<br />
Chaitén y, lo hizo desde Pucón, saliendo por San Martín de<br />
Los Andes. Además, realizó el paso Bariloche en el pequeño<br />
avión Piper Cherokee 140 que tenía en aquella época.<br />
De paso recuerda algunos de sus vuelos en Europa<br />
y Estados Unidos, donde tuvo ocasión de practicar la<br />
modalidad IFR. También el efectuado desde Santiago<br />
ida y vuelta por el Canal Beagle a la lejana Ushuaia en<br />
la Patagonia Argentina, la ciudad más austral del mundo,<br />
lo que hizo llevando a una pareja amiga que nunca<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO<br />
67
se habían subido a un avión chico.<br />
“Y justo les tocó en esa zona de grandes distancias con<br />
condiciones de viento y un clima tan cambiante” se dice,<br />
divertida.<br />
Observa el reloj y le parece que es hora de levantarse,<br />
lo que hace con su acostumbrada parsimonia matutina.<br />
Llama al aeropuerto y se entera de la imposibilidad de<br />
despegar, lo que no las toma desprevenidas, pues como lo<br />
supusieran, el frente de mal tiempo se ha cerrado sobre<br />
Córdoba.<br />
-Podremos distraernos aquí -sugiere Madeleine.<br />
María Eliana no responde. Piensa que es una buena<br />
oportunidad para hacer turismo, pero prefiere no plantearlo,<br />
pues cree que su colega tiene todos los sentidos puestos en<br />
el vuelo. En todo caso, reconoce que están cansadas y no<br />
les caerá mal pasar un día de tranquilidad.<br />
Aprovechan para instalarse en la sala de Internet del<br />
hotel a revisar y responder los cientos de mails que les han<br />
llegado.<br />
El e-mail del día anterior a Jorge Montes da resultados<br />
positivos, pues Roberto Hugo Perrotto, el Comodoro en<br />
Córdoba, Jefe de la Región Aérea Noreste, las llama por<br />
teléfono y les propone encontrarse en el hotel para compartir<br />
un rato juntos.<br />
Se entera de los sucesos recientes y qué planes tienen para<br />
los próximos días. Comprende bien sus sentimientos y se<br />
esmera en que les sea acogedora la tierra trasandina. Sin regateos<br />
les ofrece ayuda en los trámites del aeropuerto e intercede<br />
para que tengan algunas garantías, como una tarifa más baja.<br />
-El combustible corre por cuenta nuestra -les informa<br />
con el rostro encendido por una gran sonrisa.<br />
Ellas se miran, sorprendidas y conmovidas.<br />
-Es lo menos que puedo hacer luego de lo que han<br />
pasado y no olvido que eran las intenciones cuando lamenté<br />
que no fueran a hacer escala en la Argentina.<br />
-En verdad sus atenciones y delicadeza nos han calado<br />
hondo, Comodoro, estamos más que agradecidas. Esto es<br />
como decimos en Chile, “la guinda del postre”.<br />
68 TRAVESÍA 2004
Luego de ese agradable rato con él, regresan a la habitación<br />
y se preparan para ir a tomar un relajador sauna.<br />
En la noche deciden darse el gusto de cenar aquella<br />
comida conocida en Argentina como “locro” y que en Chile<br />
el matrimonio de Cecilia Bolocco y Carlos Menem hiciera<br />
famosa. Es una extraña mazamorra muy condimentada, que<br />
les parece trabajada en base a papa, choclo molido y pan<br />
remojado. Convienen en que es deliciosa.<br />
Una vez en la habitación, suena el teléfono. María<br />
Eliana es quien levanta el auricular.<br />
Madeleine la nota seria en extremo.<br />
Del otro lado de la línea está Valentín, que se refiere al<br />
deceso de su padre.<br />
-Estoy preocupada por él -comenta al colgar.<br />
-Sí, te comprendo.<br />
-Me necesita a su lado y es triste no poder acompañarlo.<br />
-Bueno, él percibirá que desde aquí lo haces.<br />
-Si sé, pero no es lo mismo. Debe sentirse muy solo.<br />
Tenía una relación muy especial con él... De indiferencia<br />
-agrega, apenas audible.<br />
-Sé que es duro no compartir con él un momento como<br />
éste -dice Madeleine y con empatía continúa en silencio.<br />
María Eliana lo recuerda, una semana antes de partir,<br />
a sus noventa años, en un asado, como siempre de pocas<br />
palabras.<br />
A los tres o cuatro días cayó enfermo de gravedad y fue<br />
trasladado al Hospital Militar, donde lo acompañó pese a<br />
todo el ajetreo relacionado con el vuelo.<br />
Hay un hecho en particular que la conmueve:<br />
Se encontraba junto a la hermana y los dos hermanos<br />
de Valentín, cuando llegó un sacerdote. El papá no era católico<br />
y estaba en estado de semi coma. El prelado propuso<br />
bautizarlo a lo que ellos asintieron de inmediato. Le habló,<br />
entonces, para proponerle convertirse al cristianismo, lo que<br />
pareció acomodarle. Así, el cura procedió:<br />
-En el nombre del padre...<br />
María Eliana recuerda haber permanecido tomándole<br />
una de las manos hasta que terminó la sencilla ceremonia...<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO 69
Dos días después de iniciada la Travesía, murió.<br />
Piensa en las cuentas pendientes que, pese a su esfuerzo,<br />
Valentín no pudo saldar. Siempre quiso conquistarlo,<br />
pero él, a causa de reminiscencias del pasado, no se dejó.<br />
Los intentos del hijo fueron tan intensos, que hasta incluyeron<br />
estudiar la misma profesión...<br />
Madeleine siente deseos de conversar sobre los sucesos<br />
en la cordillera, pero intuye que no es el momento y<br />
decide acostarse.<br />
Su amiga la imita y ambas, pronto, caen en un profundo<br />
sueño.<br />
Al día siguiente, María Eliana paga el pecado culinario:<br />
abre los ojos y siente el estómago a punto de arrancar por su<br />
boca. Apenas alcanza a llegar al baño y comienza a vomitar.<br />
Luego de unos minutos que le parecen eternos, vuelve a<br />
la cama. Son ya casi las siete de la mañana.<br />
Madeleine traquetea desde hace bastante rato, pero su amiga<br />
no la involucra. Y ella no interviene, pues sabe que tiene el<br />
poder para reponerse, lo que hará sin generar complicaciones.<br />
María Eliana hace un ejercicio de relajación y a los<br />
pocos minutos se encuentra repuesta, orgullosa de sí misma.<br />
Aunque el mal tiempo no cede y sus sistemas nerviosos<br />
están afectados, son muchas las razones que las mueven a<br />
continuar pronto el viaje: para empezar, sus permisos de<br />
sobrevuelo y las pólizas del seguro tienen fecha tope de<br />
regreso. Por otro lado, han alterado su itinerario, por lo cual<br />
lo más probable es que las autoridades y los medios de<br />
comunicación estén un tanto desconcertados, lo que puede<br />
afectar los preparativos para recibirlas en los aeropuertos,<br />
atenderlas y cubrir la gran noticia. También deben cuidar de<br />
no elevar los gastos. Sin embargo, el argumento de mayor<br />
peso tiene que ver con el Atlántico Sur, el paso por la ITCZ<br />
y la protección de sus vidas.<br />
La ITCZ es la zona inter tropical de convergencia, cerca<br />
del Ecuador, donde los vientos provenientes del hemisferio<br />
Norte y los que corren desde el Sur chocan, originando<br />
tempestades, tormentas tropicales y turbulencias. Se dice<br />
que entre marzo y abril disminuye su violencia.<br />
70 TRAVESÍA 2004
Esta condición climática menos maligna es fundamental<br />
para el cruce que harán sobre el océano, en un monomotor<br />
que no tiene una autonomía de vuelo suficiente que le<br />
permita ocupar combustible extra para esquivar situaciones<br />
meteorológicas de peligro.<br />
Suena la campanilla del aparato telefónico. Es el recepcionista<br />
para avisarles que un enviado del Comodoro,<br />
encargado de trasladarlas al aeropuerto, las espera en la<br />
planta baja.<br />
Abandonan la habitación con calma, pues aún es temprano.<br />
Ante el mesón de la recepción revisan la cuenta y<br />
pagan, mientras el emisario aguarda, dispuesto a salir en el<br />
momento que consideren conveniente.<br />
El viaje al aeropuerto es tranquilo; sin embargo, al<br />
bajar del vehículo al chofer le parece extraño que se queden<br />
paradas junto al auto.<br />
Ellas lo observan acercarse con curiosidad.<br />
-Esperamos nuestro equipaje -dice por fin Madeleine.<br />
-Buenos días, queridas amigas -saluda el Comodoro,<br />
que ha salido a recibirlas-. ¿Sucede algo?<br />
-El equipaje de las señoras... -se adelanta el chofer.<br />
-Se ha quedado en el lobby del hotel -completa María<br />
Eliana.<br />
El Comodoro pide de inmediato, al mismo hombre, que<br />
regrese a buscarlo.<br />
-El chofer sonríe para mostrar su buena disposición,<br />
aborda el auto y lo pone en movimiento.<br />
-No se preocupen -dice el Comodoro con amabilidad-.<br />
Pronto estará de vuelta. Por mientras, las invito a mi oficina.<br />
Durante la espera Madeleine aprovecha para entrar en<br />
Internet y enviar un pésame a Valentín.<br />
Luego, el Comodoro las acompaña en los trámites propios<br />
de la salida.<br />
En la oficina de meteorología encuentran personal<br />
sumamente colaborador. Además, en la Oficina de<br />
Notificación de Servicios de Tránsito, denominada ARO,<br />
Madeleine solicita una fotocopia de las cartas SID<br />
(Standard Instrument Departure), que se puede traducir<br />
CÓRDOBA, UN OASIS EN EL CAMINO 71
como las salidas normalizadas por instrumentos. De inmediato<br />
comienza a memorizarlas, pues aunque un piloto IFR<br />
tiene la obligación de tenerlas a la vista, es de ayuda para la<br />
ejecución de las maniobras impregnar la mente con todo lo<br />
relacionado a éstas.<br />
La próxima tarea consiste en trasladar el avión al lugar<br />
apropiado para cargar combustible.<br />
Algo después de las diez de la mañana, reciben la autorización<br />
para despegar con destino a Porto Alegre. Los neumáticos<br />
del Julie ruedan por la pista y Madeleine acerca con<br />
lentitud la caña hacia su cuerpo.<br />
72 TRAVESÍA 2004
Último vuelo de prueba<br />
Córdoba - Porto Alegre<br />
María Eliana esparce la mirada por el exterior, mientras<br />
sus pensamientos también vuelan. Está consciente del riesgo<br />
que implica cruzar el Atlántico y la importancia de saber en<br />
qué condiciones hacerlo.<br />
“Todo tiene su tiempo preciso” se dice y medita sobre lo<br />
que hasta el momento les ha ocurrido. Le parece insólito<br />
estar allí, cumpliendo aquella tremenda hazaña o...<br />
Ahí se detiene. Su cabeza no quiere pensar en eso y se<br />
concentra en los instrumentos.<br />
Mientras, su compañera esquiva con destreza, en la<br />
medida de lo posible, la actividad eléctrica y los vientos producidos<br />
al interior de las nubes.<br />
María Eliana piensa en una de las pocas cosas del viaje que<br />
le incomodan: durante el vuelo sólo ha piloteado Madeleine, a<br />
pesar que en muchas ocasiones hubiera podido hacerlo ella.<br />
ÚLTIMO VUELO DE PRUEBA<br />
73
Pero Madeleine optó por volar toda la Travesía IFR,<br />
habilitación que por seguridad usa periódicamente. Tomó la<br />
decisión luego de varias reuniones con personal de la DGAC,<br />
con quienes concordaron que era lo aconsejable.<br />
María Eliana hizo el curso, aunque hace mucho tiempo y<br />
como le gusta volar visual (VFR), sólo realiza algunas prácticas<br />
IFR en simuladores. Lo que le interesa es tener el recurso<br />
en caso de verse acorralada por las nubes, porque para ella la<br />
aviación es un deporte donde sentirse pájaro y recrear la vista.<br />
Le gusta volar bajo, contemplar los campos, dejarse llevar<br />
por la brisa como Juan Salvador Gaviota o como la magistral<br />
descripción que Saint Exupéry hace en sus <strong>libro</strong>s cuando<br />
habla de los vuelos sobre los techos de los graneros o las<br />
siembras de trigo.<br />
No busca desplazarse de un punto a otro en forma rápida<br />
y económica, como lo haría un piloto comercial, sino que le<br />
interesa la sensualidad y el placer de sentir la magia de volar.<br />
Se consideró que bajo las reglas VFR en muchas ocasiones<br />
no podrían llegar, despegar, incluso volar, pues los requerimientos<br />
meteorológicos entre los dos reglamentos difieren<br />
bastante en la distancia a la cual debe estar el techo de las<br />
nubes y cuántos metros de visibilidad se necesitan para un<br />
arribo o una salida.<br />
Aun así, María Eliana lamenta que Madeleine haya<br />
sido tan estricta, pues varias veces se dieron las condiciones<br />
para volar VFR. No puede dejar de considerar que si el<br />
avión hubiese sido de su propiedad, ella habría actuado de<br />
manera distinta.<br />
Pero no lo habían conversado: Madeleine siempre dio<br />
por entendido que María Eliana estaba de acuerdo con la<br />
decisión y a la vez, para evitar un conflicto, ésta no quiso<br />
plantear la cuestión.<br />
Madeleine, por su parte, guarda reservas respecto al vuelo<br />
visual, en especial si se trata de la envergadura de la<br />
Travesía 2004, pues recuerda su experiencia de 800 horas<br />
como piloto VFR en pequeños aviones equipados sólo con<br />
instrumentos básicos, como vuela la mayoría de los aficionados.<br />
Entonces recorrió Chile desde Arica, incluso subiendo a<br />
74 TRAVESÍA 2004
Calama, hasta Quellón y Chaitén por el Sur. Muchas veces la<br />
nubosidad la obligó a volar bajo, con la consiguiente disminución<br />
del campo visual, que reduce las opciones de planeo<br />
en caso de falla del motor. En diversas ocasiones debió interrumpir<br />
el vuelo y buscar un aeródromo cercano donde aterrizar<br />
o devolverse a condiciones más favorables, con el peligro<br />
de que la meteorología empeorara también hacia atrás y quedar<br />
encerrada entre nubes.<br />
Al interior de éstas, un piloto sin entrenamiento IFR suele<br />
perder la orientación en cuestión de segundos, porque su<br />
sistema vestibular y propioceptivo le transfiere falsas percepciones<br />
al no estar el horizonte natural como referencia. En<br />
esas condiciones es alta la probabilidad de entrar en vértigo y<br />
chocar contra una ladera o con el suelo, con la falsa creencia<br />
de que el avión va estabilizado.<br />
A ella le parece muy atractivo combinar el deleite del<br />
vuelo visual con la exigencia y precisión inherentes al vuelo<br />
por instrumentos.<br />
María Eliana, cada vez que echa de menos no pilotear,<br />
piensa en el objetivo que quieren alcanzar y en aras de ese<br />
logro está dispuesta a sacrificar aquella pasión. Considera<br />
que para un buen funcionamiento en equipo es requisito<br />
actuar subordinando los impulsos emocionales al intelecto.<br />
Uno no siempre logra lo que quiere y en ese sentido debe<br />
saber adaptarse y validar los motivos que tengan los demás<br />
miembros del grupo. En este caso Madeleine tuvo sus razones<br />
y en parte se produjo un lamentable mal entendido.<br />
María Eliana da un toque de optimismo a sus cavilaciones<br />
y medita sobre la riqueza de aquella aventura, segura que<br />
va mucho más allá del desafío como aviadoras. El verdadero<br />
alcance está en su desarrollo de individuos: trabajar sus capacidades<br />
para enfrentar las crisis, despertar las habilidades que<br />
permiten hacer equipo, valorar su relación y la comunicación<br />
establecida con otras personas... Aparece en primer plano la<br />
idea de amistad, luego el amor, el compañerismo, la confianza...<br />
Y no puede dejar de comentarlo:<br />
-Será una experiencia incalculable. Con esto aprenderemos<br />
mucho más de lo que imaginamos.<br />
ÚLTIMO VUELO DE PRUEBA<br />
75
-¡Es una experiencia incalculable! -repite su compañera<br />
en forma imperativa, para acentuar que su amiga está en lo<br />
cierto.<br />
-Esta tormenta es muy bella, pero al mismo tiempo<br />
espantosa -dice María Eliana, cambiando el tema-. ¿No te<br />
agrada volar IFR? -agrega con tono irónico, aunque afectuoso,<br />
pues sabe que en condiciones normales su amiga lo<br />
disfruta.<br />
Madeleine se limita a sonreír por no más de un segundo,<br />
incómoda por una tensión impropia en ella. Aún no logra<br />
zafarse del susto cordillerano y calcula que le tomará un<br />
tiempo asimilarlo del todo.<br />
“Le gusta hacerse la intocable” piensa María Eliana<br />
mientras la observa de perfil.<br />
El Julie continúa impertérrito su ruta, hasta dejar atrás<br />
las nubes.<br />
Agradecen en silencio ese cambio de perspectiva. Con<br />
agrado observan el paisaje de la planicie argentina: un panorama<br />
abierto y con gran diversidad de colorido, que les permite<br />
sentir el placer de reencontrarse con aquellos sentimientos<br />
tan propios de los amantes del cielo.<br />
A medio camino sobrevuelan Uruguay y tres horas después<br />
aparecen algunas nubes, aunque muy dispersas. La vista<br />
es algo brumosa. Bajo el ala se extiende la ciudad repleta de<br />
edificios, muchas casas blancas y alrededor amplias áreas<br />
verdes. Grandes lengüetas de refrescante vegetación se<br />
recuestan a lo largo del ancho río.<br />
Luego de cruzarlo inician las actividades propias de la<br />
aproximación, deseando que no las hagan esperar demasiado,<br />
pues están cansadas, con hambre y muchos deseos de entrar a<br />
un baño.<br />
Animadas reciben la autorización para aproximar de<br />
inmediato y directo.<br />
En el aeropuerto de Porto Alegre las recibe una uniformada<br />
de la Força Aérea Brasileira. También es psicóloga y<br />
las saluda con alegría, emocionada por la oportunidad que le<br />
han dado de acoger a tan admirables mujeres.<br />
Las acompaña a inmigración y hechos los trámites<br />
76 TRAVESÍA 2004
entran en una sala donde las espera un séquito de periodistas<br />
y cámaras de televisión que las sigue hacia donde dirigen sus<br />
movimientos. Además, se acercan a saludarlas algunas personas,<br />
todas muy cordiales.<br />
La psicóloga las aparta un poco del gentío y susurra:<br />
-Me han pedido que les solicite algunas fotos junto al<br />
avión.<br />
Las aviadoras se miran y a pesar del cansancio, coinciden<br />
que no pueden ni quieren negarse.<br />
-Está bien -responden-, pero tendremos que pedir autorización<br />
para volver a la losa.<br />
-Yo las acompaño para simplificar el trámite -ofrece la<br />
uniformada.<br />
Al salir del edificio comprueban que atardece.<br />
-¿Te das cuenta de lo rápido que ha trascendido la noticia?<br />
-comenta María Eliana.<br />
-Sí, ojalá no nos tomen demasiado tiempo.<br />
-En todo caso, acuérdate que mientras más bulla, mejor<br />
para nosotras.<br />
-Está bien, pero ojalá no sea demasiada. O sea, que<br />
podamos hacer tranquilas nuestros trámites, descansar un<br />
poco, hacer bien la estiba y al momento de salir revisar el<br />
avión como corresponde.<br />
Un fotógrafo levanta su cámara.<br />
Madeleine se da cuenta y le obsequia una de sus mejores<br />
sonrisas.<br />
La luz del flash la envuelve.<br />
-Me alegro que comiences a acostumbrarte -le dice su<br />
amiga y piensa “más bien a no molestarte”.<br />
Al mismo tiempo Madeleine se dice: “tendré que acostumbrarme,<br />
pero creo que nunca me gustará mucho”.<br />
Se detiene para meditar un poco más sobre eso: no le<br />
atrae la popularidad y defiende su espacio íntimo, aunque no<br />
es un problema relacionado con la gente; por el contrario, las<br />
personas le encantan; sin embargo, de a una o en grupos<br />
reducidos. Reconoce que no ha superado su timidez, pero<br />
evoluciona gracias a esta aventura. Le desagrada expresar sus<br />
sentimientos ante muchas personas y admira en María Eliana<br />
ÚLTIMO VUELO DE PRUEBA 77
esa facilidad para entregar su visión de manera tan fluida, sin<br />
importarle cuántos ni quiénes estén sentados al frente.<br />
Le intimida la algarabía que se produce cuando hay<br />
demasiadas personas mezcladas con periodistas y cámaras,<br />
pero al mismo tiempo le parece divertido que la reconozcan<br />
en la calle o en un supermercado.<br />
“Definitivamente las cámaras y los micrófonos no son<br />
mi medio, pero ya lo superaré. Si antes era impensable que<br />
me parara ante una muchedumbre, de a poco aprendo a<br />
hacerlo. Entonces, quiere decir que lo lograré. Ya podré ser<br />
más espontánea. Como todo, es cuestión de entrenamiento.<br />
Llegará el momento en que no me cueste exponer lo que<br />
quiera ante una multitud”.<br />
Sonríe, satisfecha con estos últimos pensamientos procedentes<br />
de su conveniente disposición.<br />
Cargado el combustible y hecho el trámite de información<br />
meteorológica, para entrar al país sólo les falta entregar<br />
los documentos que informan sobre el avión y la tripulación:<br />
pasaporte, datos personales, justificación del vuelo, tipo de<br />
carga... Para ello van a la oficina de Aviación General.<br />
Han pasado algo más de tres horas cuando por fin ponen<br />
los pies en la calle. Con cierta aprensión, se ocupan personalmente<br />
de que el equipaje sea cargado en el automóvil de la<br />
gentil uniformada. Ella misma las trasladará al hotel.<br />
Esta vez, por los mismos motivos que la anterior, han<br />
elegido otro Sheraton. Les parece bien que esté ubicado en la<br />
ciudad, junto a un mall, con el cual están unidos por un lado<br />
del segundo piso.<br />
Allí María Eliana busca un ciber café para revisar su<br />
correo y averiguar si allí o en otro lugar es posible vaciar el<br />
chip de su máquina fotográfica.<br />
Su colega se ha quedado en la habitación y entre otras<br />
tareas llena las cuatro bitácoras y recalcula peso y balance,<br />
con la intención de hacer cambios en la estiba que les permita<br />
cargar un poco más de combustible para el cruce del<br />
Atlántico Sur. Sabe que tendrá una pista larga para despegar<br />
y a poco volar el exceso de bencina será consumido. Eso les<br />
reportará gran utilidad si durante el trayecto la velocidad es<br />
78 TRAVESÍA 2004
más baja que la estimada. Es un riesgo menor en comparación<br />
a la enorme ayuda que les prestará en caso de hacerse<br />
necesario.<br />
María Eliana queda impresionada por la cantidad de gente<br />
que la reconoce. Y a diferencia de la personalidad chilena,<br />
de inmediato, sin vergüenza y con mucho cariño, se le acercan<br />
para felicitarla por la hazaña.<br />
Luego de responder algunos e-mail conversa con el dueño<br />
del ciber café, quien no está en condiciones técnicas para<br />
vaciar el chip, pero deja su rutina y la acompaña entre la<br />
diversidad de tiendas, a ver si encuentran el repuesto. La<br />
cámara resulta ser demasiado moderna y sólo existe la posibilidad<br />
de una pieza cuyo precio es mayor al de la máquina<br />
completa, así que se resigna a esperar hasta estar en Europa.<br />
Al fin y al cabo todavía tiene su filmadora y Madeleine una<br />
cámara convencional.<br />
En aquella ciudad sucede un fenómeno meteorológico<br />
similar al acontecido en Córdoba: hay un frente de mal tiempo<br />
que, en este caso, abarca los cielos de São Paulo y Río de<br />
Janeiro.<br />
Por esto deciden, también, esperar dos noches. Necesitan<br />
un clima benigno, ya que usarán el tramo, que dura diez<br />
horas, para hacer su último vuelo de prueba, como complemento<br />
al efectuado hacia el Sur de Chile por exigencia de la<br />
Dirección General de Aeronáutica Civil y el ingeniero aeronáutico<br />
Jorge Traub, que inicialmente Madeleine había planificado,<br />
ida y vuelta a Quellón, sin aterrizajes intermedios.<br />
Prueba gracias a la cual salvaron sus vidas, pues les permitió<br />
resolver un inconveniente en el uso de los estanques, que si<br />
no, se les hubiera presentado sobre el Atlántico.<br />
Equipar el monomotor con tres estanques adicionales significó<br />
la osadía de una sobrecarga superior al doble del combustible<br />
soportado por los dos originales, por certificados que<br />
estuvieran. De hecho, la odisea vivida en el cruce de la cordillera<br />
de Los Andes fue una demostración inequívoca de ello.<br />
Los pilotos saben muy bien que en su oficio los errores<br />
son imperdonables y ellas no son la excepción. Esta máxima<br />
es la primera regla de la seguridad. Nada debe quedar al<br />
ÚLTIMO VUELO DE PRUEBA<br />
79
azar. La falta de exactitud debe ser reducida a la mínima<br />
expresión, de manera que no distorsione el programa. Una<br />
equivocación puede llegar a nunca ser contada. Sabido es<br />
que la generalidad de los accidentes son producidos por<br />
fallas humanas.<br />
Así, previo al cruce del Atlántico, eran y siguen siendo<br />
recomendables todas las pruebas posibles.<br />
Iniciaron ese vuelo de ida y vuelta a Quellón con una<br />
arrancada previa hacia los cielos de Los Andes, donde hacer<br />
una montada hasta 13.000 pies para comprobar la potencia del<br />
avión con el peso de todos los estanques cargados. De ahí<br />
continuaron hacia el Sur; sin embargo, bastante antes de su<br />
destino, algo más allá de Puerto Montt, escucharon un cambio<br />
en el ronroneo del motor y casi de inmediato empezó a fallar.<br />
Reconocieron aquel típico síntoma de falta de alimentación<br />
y se miraron. Madeleine accionó de inmediato la llave<br />
para conectar un estanque principal.<br />
El Continental no demoró en recuperar su acostumbrada<br />
suavidad.<br />
-¿Se agotó? -preguntó María Eliana.<br />
-No puede ser -respondió Madeleine-. Según los cálculos,<br />
este tremendo estanque que llevamos de pasajero debió<br />
haber durado una hora y media más.<br />
-Sí, pero se acabó.<br />
-Algo anda mal, devolvámonos...<br />
En efecto, lo ocurrido era del todo anormal, pues la<br />
autonomía de vuelo había sido extendida de cinco horas y<br />
cuarenta minutos a trece con dieciocho, en consideración a<br />
que para cruzar el Atlántico calcularon alrededor de once,<br />
más los imprevistos provocados por las posibles condiciones<br />
climáticas; sin embargo, el combustible apenas les alcanzó<br />
para nueve y media.<br />
Abortado su destino, volaron con dirección a Santiago y<br />
mantuvieron constante atención en el consumo, para aterrizar<br />
con suficiente reserva en los estanques principales. Vaciados<br />
el depósito de la cabina, los de punta de ala, así como parte<br />
de los principales, aterrizaron en Tobalaba. Al poner los pies<br />
sobre la losa, sus ojos incrédulos vieron chorreada toda la<br />
80 TRAVESÍA 2004
parte lateral inferior izquierda.<br />
Luego de un análisis técnico, comprendieron la situación:<br />
Todas las recomendaciones hechas por ingenieros aeronáuticos,<br />
mecánicos y pilotos, apuntaban a usar primero el<br />
combustible del estanque instalado en la cabina, lo que les<br />
pareció muy razonable, tanto por motivos psicológicos como<br />
técnicos. Llevar una bomba a bordo era ya una inquietud y en<br />
nada ayudaba que el golpeteo de la bencina contra las paredes<br />
les recordara esto a cada instante. Tampoco tenía sentido<br />
arriesgarse a una posible filtración con la consecuente emanación<br />
de gas.<br />
La rutina que siguieron, entonces, fue obvia: usar primero<br />
el interior, después los adosados a la punta de las alas y<br />
por último los principales ubicados al interior de éstas.<br />
Sin embargo, pasaron por alto un importante detalle: el<br />
motor del Bonanza tiene la particularidad de formar en los<br />
conductos por donde circula el combustible, burbujas de gas<br />
que pueden producir un bloqueo. Dicho problema fue superado<br />
por la fábrica a través de la acción de la bomba del motor,<br />
programada para enviar un excedente importante de bencina<br />
que las arrastra. Este fluido adicional, luego de cumplir su<br />
función, vuelve a cualquiera de los dos estanques principales<br />
en uso. Con las nuevas conexiones de combustible instaladas<br />
en los estanques auxiliares, este sobrante se devuelve exclusivamente<br />
al estanque principal izquierdo.<br />
Por tal motivo, antes de vaciar los auxiliares, debe ser<br />
usado el principal del ala izquierda durante un par de horas.<br />
Ello permite que al conectar el de cabina, el exceso de bencina<br />
devuelto encuentre espacio. Una vez utilizado éste, de<br />
nuevo debe hacerse hueco en el principal izquierdo, para usar<br />
los auxiliares de punta de ala. Terminada esta rutina, se utilizan<br />
los principales en forma normal.<br />
A la luz de estos antecedentes, el asunto quedó aclarado:<br />
Al usar primero la bencina de los estanques auxiliares,<br />
todo el excedente lanzado por la bomba no encontró lugar<br />
para volver a ser almacenado y se perdió por el rebalse del<br />
estanque principal del ala izquierda.<br />
Unos días después, Madeleine hizo un vuelo de prueba en<br />
ÚLTIMO VUELO DE PRUEBA<br />
81
solitario, durante cinco horas, para asegurarse del funcionamiento<br />
adecuado de esta importante operación. Con alegría y<br />
alivio constató, al igual que el ingeniero Jorge Traub, el supervisor<br />
Juan Videla y los mecánicos del centro de mantenimiento<br />
aeronáutico, que todo funcionaba de manera adecuada.<br />
Durante los días de espera en Porto Alegre, las pilotos<br />
van en varias oportunidades al aeropuerto a revisar el tiempo,<br />
inquietas, pues el frente estacionario no se mueve; por el contrario,<br />
amenaza con aumentar su intensidad y extenderse.<br />
-No podemos seguir estancadas más días, sin saber ni<br />
siquiera cuántos -opina Madeleine-. Si nos internamos mar<br />
adentro será más largo el trayecto, pero podremos esquivar lo<br />
más activo de la tormenta -no duda en continuar y lo antes<br />
posible, a pesar de tener grabada la traumática experiencia<br />
del spin involuntario en la cordillera.<br />
Hace una rápida comparación con su curso de acrobacia<br />
básica que disfrutara tanto, así como las veces que hizo de<br />
acompañante en fascinantes vuelos acrobáticos. Sin duda en<br />
las montañas de Los Andes fue del todo diferente, cuando el<br />
pesado avión, que no respondía a las correcciones, prosiguió<br />
su peligrosa caída preso en el implacable viento rotor sumado<br />
al efecto péndulo de los tres estanques adicionales, impidiéndole<br />
recuperar el control. Vivió una sensación de impotencia<br />
nunca sentida antes. De momento quisiera evitar nuevos remezones<br />
del Julie que desafíen al fantasma del recuerdo. Sabe<br />
que paulatinamente retomará el gusto al meneo originado por<br />
el viento, pero en este instante necesita aceptar que el miedo ha<br />
sido real, para confrontarlo y vencerle con su acostumbrado<br />
optimismo, confianza en sí y sobre todo en Dios y su ángel de<br />
la guarda, a quien siente que la guía como a una niña.<br />
María Eliana, igual que todo aviador, sabe que para un<br />
monomotor se recomienda volar sobre tierra, pues puede<br />
planear; sin embargo, dadas las circunstancias, está completamente<br />
de acuerdo con salir cuanto antes, para lo cual<br />
hacen los trámites necesarios.<br />
82 TRAVESÍA 2004
A través de un túnel<br />
Porto Alegre - Salvador de Bahía<br />
Han volado un par de horas entre nubes, con los<br />
vidrios azotados por la lluvia.<br />
Madeleine hace algunos ejercicios isométricos, consciente<br />
de ser los únicos que permite el reducido espacio,<br />
con el fin de aminorar el riesgo a sufrir un síndrome de<br />
cabina, o sea, una trombosis producida por la falta de movimiento.<br />
Pero pronto los abandona para dedicar toda su atención<br />
a pilotear, ya que el avión se mueve y vibra demasiado.<br />
La tormenta les parece muy bella, pero a la vez espantosa.<br />
Por eso, lo que en otra oportunidad hubieran considerado<br />
una entretención, ahora coinciden en darle la calificación<br />
de “un vuelo muy interesante”. Es tan dura, que inclu-<br />
A TRAVÉS DE UN TÚNEL<br />
83
so los aviones comerciales acusan problemas.<br />
Madeleine piensa en su esposo Hans, quien va de pasajero<br />
en uno de ellos. Sabe que en algún momento las sobrevolará<br />
y trata de adivinar sus sentimientos, al imaginar en<br />
medio de aquella tormenta el casco del Julie, zamarreado,<br />
justo bajo él. Acaricia con sus dedos la pequeña cruz de<br />
oro que le regalara antes de salir y recuerda sus palabras:<br />
“Simboliza mi amor. Espero que Dios te proteja”.<br />
Él va, en efecto, muchos pies más arriba y muy cómodo<br />
gracias a ella. Mientras bebe un sorbo de agua mineral,<br />
recuerda su chequeo en el aeropuerto de Santiago, ante el<br />
mesón de Lufthansa:<br />
-Usted es el marido de Madeleine Dupont, una de las<br />
aviadoras que cruzarán el Atlántico -afirmó la joven que lo<br />
atendió.<br />
-Está en lo correcto, señorita, y viajo para acompañarla<br />
-respondió, junto con ofrecerle una cálida sonrisa para<br />
agradecer ese reconocimiento que más bien iba dirigido a<br />
Madeleine-. Creo que en algún momento, sobre Brasil, nos<br />
cruzaremos: el enorme airbus 340 de Lufthansa volando a<br />
unos 38.000 pies y el Bonanza, quién sabe, tal vez a<br />
10.000, quizás a 15.000...<br />
-Qué hermoso gesto. He seguido la noticia y sé que<br />
usted la ha apoyado mucho... Veo que viaja en clase turista...<br />
Déjeme ver si puedo hacer algo al respecto.<br />
Hans la vio desaparecer por una puerta y muy pronto<br />
regresó con cara de haber tenido éxito en su diligencia.<br />
-Creo que irá un poco más cómodo en clase ejecutiva,<br />
usted se lo merece y mi jefe no ha puesto objeción. Tómelo<br />
como un pequeño gesto solidario de Lufthansa.<br />
Hans, sin salir de la sorpresa, cruzó Policía Internacional<br />
y esperó hasta el llamado para abordar.<br />
El jet hace escala en Buenos Aires y una vez estabilizado,<br />
ya sobre cielo brasileño, el piloto de relevo se sienta<br />
junto a él.<br />
-Sabemos que su esposa vuela bajo nosotros y queremos<br />
darle a usted la bienvenida. Es un honor, tanto para la<br />
tripulación como para Lufthansa.<br />
84 TRAVESÍA 2004
-Nos ha tocado una tremenda turbulencia -comenta<br />
Hans, tratando de visualizar cómo irá el pequeño Bonanza.<br />
-Pero a 15.000 pies no es tan dura como aquí -le asegura<br />
el piloto para calmar su intranquilidad.<br />
-Ojalá sea así, en todo caso, espero que salgamos pronto...<br />
Al rato el tripulante se despide, pues debe volver a la<br />
cabina. Insiste en que la tormenta no es para preocuparse<br />
por ellas y lo deja. Hans, aunque agradecido por su deferencia,<br />
mantiene vigente la inquietud. Confía en Madeleine,<br />
pero la condición climática no deja de preocuparle.<br />
Las dos aventureras, por su parte, continúan por la<br />
aerovía escogida en su plan de vuelo y evitan los peores<br />
cúmulos y las tormentas excesivas. Son cuatro horas sobre<br />
agua, parte de ellas en altamar. De pronto, en la frecuencia<br />
escuchan al piloto del Lufthansa notificar su posición al<br />
centro de control.<br />
-Mira, es el vuelo en que debe ir Hans -comenta<br />
Madeleine como flash, pues va muy ocupada, ya que es área<br />
de mucho tráfico y debe mantener la comunicación radial<br />
sin interferencia.<br />
María Eliana, por lo mismo, se limita a afirmar con un<br />
ligero movimiento de cabeza.<br />
Entre los cúmulos de nubes deben seguir con exactitud<br />
lo que dice la carta, atentas a instrucciones que en cualquier<br />
momento puedan recibir por el radar del centro,<br />
como cambiar de aerovía, variar de nivel o cualquier otra<br />
indicación conveniente para la seguridad de todos.<br />
Al sobrevolar la bahía, entre Florianópolis y Río de<br />
Janeiro, observan centellear por todos lados, con amenazantes<br />
rayos alrededor. Tienen la intranquilidad de haber<br />
perdido el contacto radial con tierra, por lo cual están aisladas,<br />
además deben estar alertas a la presencia de algún<br />
cúmulo potente, que por ser de fuerte desarrollo con la tormenta<br />
en su etapa de maduración, desencadena corrientes<br />
ascendentes y descendentes con mucha actividad eléctrica,<br />
que pueden desintegrar cualquier objeto que lo atraviese.<br />
Peor aun sería encontrar una turbonada, que corresponde a<br />
una especie de pared eléctrica.<br />
A TRAVÉS DE UN TÚNEL<br />
85
El avión no dispone de radar, pero sí de un stormscope,<br />
instrumento que da una visión en 360° de los núcleos de la<br />
tormenta y detecta dicha actividad entre 25 hasta 200<br />
millas alrededor del avión, según seleccione el piloto. Es<br />
como un juego de computador, en que la aeronave al centro<br />
de la pantalla debe ir haciendo el quite a los destellos.<br />
Es recomendable mantenerse alejado al menos por 20<br />
millas, ya que los efectos severos repercuten a distancia.<br />
Además, la tormenta se moviliza y puede acercarse o alejarse<br />
independiente a la velocidad del Julie. Por esto la<br />
importancia que tiene no dejar de observar los instrumentos<br />
y el comportamiento exterior.<br />
De pronto salen de esa peligrosa zona y entran en<br />
nubes con mucha lluvia, pero sin actividad eléctrica.<br />
Lamentan no tener visibilidad en un lugar tan lindo. Han<br />
llegado al cruce con São Paulo y Río de Janeiro, que tiene<br />
mucho tráfico aéreo. El primer indicio es la gran cantidad<br />
de mensajes en Portugués o inglés con una diversidad de<br />
acentos que les permite reconocer la procedencia de los<br />
pilotos que hablan.<br />
Apoyadas en el control aéreo, la atención también debe<br />
ser máxima, esta vez porque los jet comerciales tienen que<br />
cruzarlas para aterrizar, pero no se intranquilizan, pues<br />
confían en la buena organización del sistema. Es el principio<br />
de toda organización que trabaja en base a la confianza,<br />
ejemplarizada por aquellos que al actuar arriesgan la vida<br />
y, al mismo tiempo, donde la de cada uno del grupo depende<br />
de la prudente astucia de sus compañeros.<br />
Al salir de aquel tráfico infernal, intercambian algunas<br />
frases relacionadas con el paso por la reciente tormenta:<br />
-Parece que la Virgen escuchó la oración de tu peluquera<br />
-comenta Madeleine.<br />
-Sí, fue como volar por un túnel -agrega María Eliana<br />
y evoca el día antes de salir de Viña del Mar a Santiago:<br />
Fue a peinarse al local de su peluquera de muchos<br />
años, quien emocionada se hizo parte de la aventura al<br />
regalarle una oración que calzó en forma increíble con la<br />
travesía de aquel tramo, como si contuviera una fuerza<br />
86 TRAVESÍA 2004
oculta dispuesta a protegerlas.<br />
Sin pedir permiso, se le viene a la memoria:<br />
“Bendita Madre Santa / bendito sea tu altar / bendito<br />
sea el camino / por donde este avión va a pasar”.<br />
Esboza una mueca de agradecimiento: a la Virgen... Y<br />
a Luciana, la peluquera.<br />
-No la voy a comparar con la Virgen, pero también nos<br />
ayudó la brujita verde que me regaló Mariana Mesa, la amiga<br />
de la Agrupación de Mujeres Pilotos de Chile -acota<br />
Madeleine, recordando su leyenda: “Brujita de abre camino”.<br />
Perciben un buen aporte en aquel trayecto de diez<br />
horas, cuatro sobre mar y seis por la costa, aunque saben<br />
que en nada se compara con la travesía del Atlántico Sur,<br />
donde tal vez no tendrán durante mucho tiempo la compañía<br />
de la radio ni comunicación con el control aéreo, sobrevoladas<br />
por una diversidad de aviones que irán a mucha<br />
más altura.<br />
Aprovechan para chequear el uso adecuado de los<br />
selectores de combustible y llegado el momento evitar el<br />
riesgo de que se pare el motor, que por sus características y<br />
ser a inyección, estando caliente resulta muy difícil de<br />
encender otra vez.<br />
El clima cambia y aparece un panorama majestuoso:<br />
colores esmeralda y azules profundos. Playas solitarias y<br />
aisladas. El verde sobre la tierra...<br />
Falta alrededor de una hora y media para llegar a<br />
Salvador y María Eliana siente ganas de bajar y tirarse<br />
sobre aquellas arenas rojizas.<br />
“Menos mal que no voy sola, porque capaz que me<br />
quedara aquí” piensa. Se visualiza aterrizando ni siquiera<br />
en una de las excelentes pistas disponibles, sino en directo<br />
contacto con la cálida superficie de alguna de aquellas<br />
enormes playas.<br />
Madeleine siente algo parecido, pero desde su perspectiva:<br />
aterrizaría en uno de aquellos atractivos aeródromos,<br />
para luego caminar y conocer los alrededores.<br />
Observan, más allá, los gaseoductos a orillas de playa<br />
rodeados de barcos petroleros en plena actividad, que les<br />
A TRAVÉS DE UN TÚNEL<br />
87
permite percibir una muestra rápida de la fuerza industrial<br />
de aquel inmenso país.<br />
Esta parte del trayecto se les ha hecho muy liviana y se<br />
acercan rápido a Salvador Bahía, con una llegada que promete<br />
ser espectacular. Sucede al atardecer. El sol se pone y<br />
la ciudad prende sus luces.<br />
El Centro de Control les da vectores para interceptar el<br />
localizador del ILS en un circuito muy lindo.<br />
La ciudad se ve majestuosa, cruzada por el ancho río y<br />
a la vez ambas orillas unidas por un imponente puente.<br />
María Eliana se pregunta otra vez cómo arreglárselas<br />
para hacer un poco de turismo; abandonar por un rato la<br />
idea de misión y dejarse llevar por las calles y la vista,<br />
pero de inmediato recapacita, pues tiene muy claro que no<br />
es la ocasión.<br />
A su compañera también le gustaría y en lo más profundo<br />
sueña con una próxima oportunidad.<br />
Ambas saben que no deben abusar de su condición<br />
física. Para cumplir con éxito lo que se han propuesto es<br />
imprescindible estar descansadas al momento de abordar el<br />
avión, porque los tramos son largos. Son muchas las horas<br />
de inmovilidad y tensión, más las dos o tres de trámites<br />
tanto en las llegadas como en las salidas.<br />
-Mira, ahí está -indica Madeleine.<br />
-Sí, la veo. Me encanta aterrizar con esta visibilidad.<br />
-Qué lindas se ven las luces de la ciudad en combinación<br />
con los rayos del sol.<br />
-Sí, recién se ha puesto... Y mira las luces de la pista.<br />
Son un complemento magnífico.<br />
Hay pequeñas nubes alrededor y bastante turbulencia<br />
debido a la alta temperatura, a pesar de la hora.<br />
Madeleine ha bajado el tren de aterrizaje y mantiene la<br />
concentración sobre la pista, mientras María Eliana hace<br />
un rápido chequeo visual a los instrumentos.<br />
Las ruedas chirrean contra el asfalto y el Julie comienza<br />
a disminuir su carrera...<br />
El encargado las dirige para estacionar el avión y al<br />
bajar, nadie las espera. Sin embargo, no les llama la atención,<br />
88 TRAVESÍA 2004
conscientes de estar muy desfasadas con el itinerario inicial.<br />
Perciben el agrado de mover las piernas y María Eliana<br />
averigua sobre algún hotel. Sólo les interesa que sea confortable<br />
y tenga una gran bañera. No desean piscina, tampoco<br />
playa tropical ni grandes restoranes; sin embargo, las<br />
mandan al Catussaba, un típico hotel baiano a orillas de la<br />
playa, dirigido a turistas que buscan esos servicios, con<br />
varias piscinas y una inacabable hilera de sillas para reposar,<br />
además de diversos lugares donde poner a prueba la<br />
gastronomía.<br />
Por la mañana, luego de un buen desayuno, se cambian<br />
a un hotel tranquilo cerca de la ciudad. Sueñan con una<br />
gran tina para darse un relajador baño y luego gozar de una<br />
caminata.<br />
Tienen oportunidad de recorrerla durante la tarde.<br />
Emplazada en una loma, es de arquitectura colonial, con<br />
sus calles empedradas y casas blancas, en su mayoría<br />
revestidas con azulejos. Llama su atención la curiosa urbanización,<br />
con árboles emplazados en las calzadas, que interrumpen<br />
los estacionamientos y el tráfico.<br />
Cruzan el puente que vieran desde el cielo y dan un<br />
corto paseo en bus por la costanera, a ratos demoradas por<br />
la congestión vehicular, lo que les permite mirar con mayor<br />
detención. Madeleine saca fotos de hermosos lugares,<br />
consciente de estar contra el tiempo y por lo tanto no se<br />
entera a qué corresponden.<br />
Esta pequeña licencia obedece a una treta de María<br />
Eliana, desesperada por hacer un poco de turismo:<br />
Salieron del hotel con dirección al aeropuerto para ubicar<br />
un lugar donde cambiar algunos dólares, además comprar<br />
un <strong>libro</strong> de un escritor peruano traducido al portugués,<br />
para Nicole, la hija de Madeleine que vive en Hamburgo.<br />
No encontraron el encargo ni dónde cambiar y regresaron<br />
en bus. Al momento de bajar, María Eliana porfió en<br />
que ése no era su paradero, con lo cual siguieron hasta llegar<br />
al centro. Ahí, haciéndose la perdida, reconoció su<br />
equivocación.<br />
Pero regresar era un problema, pues no tenían reales.<br />
A TRAVÉS DE UN TÚNEL<br />
89
Entonces, obligadas entraron a buscar una casa de cambio.<br />
Madeleine ha disfrutado mucho con este inesperado<br />
paseo, aunque no pierde de vista que todavía tiene que<br />
informarse sobre las condiciones meteorológicas, estudiar<br />
las cartas de salida normalizada de instrumentos SID y las<br />
de aproximación para el próximo destino. Cambian unos<br />
pocos dólares y vuelven al hotel.<br />
Son las seis diez. Pasan unos minutos por la habitación<br />
y bajan para comer en un restaurante aledaño a la tranquila<br />
piscina. De inmediato vuelven, pues deben arreglar las<br />
cosas, lo que incluye estudiar las cartas, los notams...<br />
Programan el reloj despertador a las cinco y apagan la luz.<br />
Llegada la mañana viajan al aeropuerto, hacen los trámites<br />
de rigor y están listas para despegar.<br />
El avión preparado, en la losa, se encuentra junto a<br />
diversas aeronaves de aviación general, incluidos algunos<br />
grandes jets privados.<br />
Al verlo tan pequeño frente a éstos, Madeleine recuerda<br />
uno de sus vuelos a territorio argentino, cuando la aviación<br />
general no tenía su estacionamiento aparte de la<br />
comercial. Visualiza el tráfico en el aeropuerto internacional<br />
Ezeiza de Buenos Aires y le parece oír las instrucciones<br />
de la torre, que la mandó a estacionar al lado de un inmenso<br />
DC-10 de la línea aérea Alitalia...<br />
Algo después de las ocho pide la rutinaria autorización<br />
para dirigirse al cabezal, habiendo escuchado el ATIS, que<br />
ofrece información continua, actualizada cada hora, sobre<br />
la dirección e intensidad del viento, la visibilidad horizontal,<br />
alguna formación de nubes significativa, la presión<br />
barométrica, la temperatura ambiente y la temperatura del<br />
rocío. Es importante este último dato para saber la diferencia<br />
entre ambas temperaturas, pues cuando se juntan, se<br />
forma niebla. También da instrucciones sobre la pista que<br />
deben usar.<br />
-Salvador terrestre, buenos días, Charlie Charlie Papa<br />
Lima Juliett.<br />
-Buenos días, Charlie Charlie Papa Lima Juliett, prosiga.<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett en plataforma avia-<br />
90 TRAVESÍA 2004
ción general, con información “D”, activando plan de vuelo,<br />
instrucciones de carreteo y copiar autorización IFR.<br />
Control terrestre autoriza el carreteo, dando la secuencia<br />
de las calles de rodaje.<br />
Mientras el avión rueda hacia el cabezal, irrumpe control<br />
terrestre:<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, autorización IFR.<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, listo copiar.<br />
Control terrestre le dicta la autorización IFR.<br />
Madeleine la repite al centro, cumpliendo con la costumbre<br />
obligatoria para evitar errores.<br />
Una vez que todo está correcto, escuchan:<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, autorización IFR<br />
correcta, contacte Salvador torre, listo para despegar.<br />
Carretean hasta instalarse en el lugar destinado a las<br />
pruebas de motor.<br />
Ante todo, Madeleine examina el funcionamiento<br />
correcto de los controles exteriores. Luego, las posiciones de<br />
los flaps y se asegura de la respuesta del piloto automático.<br />
Después realiza las pruebas de instrumentos de navegación<br />
y de motor, para lo cual acelera hasta 1.700 revoluciones<br />
por minuto. Prueba la hélice que es de paso variable y<br />
RPM constantes, y efectúa la prueba de magnetos que suministran<br />
la corriente para el encendido. Acto seguido verifica<br />
los instrumentos de motor y el de succión en rango verde.<br />
Por último reduce las RPM a 1.200. Contacta la torre de<br />
control y avisa que están en condiciones:<br />
-Salvador torre, buenos días, Charlie Charlie Papa<br />
Lima Juliett, listo para despegar.<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, autorizado despegar.<br />
Le indica la pista y nuevamente el origen del viento y<br />
su intensidad.<br />
Se posiciona en el eje de la pista y María Eliana cambia<br />
el transponder de stand by a ALT.<br />
Simultáneamente Madeleine enciende las luces de aterrizaje,<br />
verifica el giro direccional y anota la hora de despegue.<br />
Deben esperar a que desaparezca la estela turbulenta<br />
causada por un jet que acaba de aterrizar, pues de lo contra-<br />
A TRAVÉS DE UN TÚNEL<br />
91
io puede voltearlas. La piloto sabe que el despegue seguro<br />
se produce posterior a la posada del jet. Recién entonces,<br />
toma velocidad y saca el avión después de ese punto.<br />
Son las ocho con veinte minutos del 17 de marzo.<br />
92 TRAVESÍA 2004
Últimos preparativos<br />
Salvador de Bahía - Natal<br />
El vuelo es con bastante turbulencia y la mayor parte<br />
entre nubarrones que como grandes manchas se alternan con<br />
el fuerte azul del cielo. Gigantescas formaciones de cúmulos<br />
que parecen cincelados en sus contornos se desplazan en un<br />
espectáculo espléndido. A la altura de Recife despeja un poco<br />
y entre pequeñas nubes observan la ciudad: un gran manchón<br />
verde y en el centro destaca la población en una tonalidad<br />
café bastante pareja.<br />
Un rato después, sin más inconvenientes que algunos<br />
zamarrones, aterrizan en Natal, luego de volar durante cuatro<br />
horas y seis minutos.<br />
A punto de cruzar el Atlántico Sur, no tienen previsto el<br />
momento exacto del despegue, pues para tomar la decisión<br />
necesitan monitorear el tiempo.<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
93
María Eliana observa a su amiga, empecinada en hacer<br />
de inmediato las tareas de medición y carga de bencina, sin<br />
considerar que son más de las tres de la tarde y el sol golpea<br />
sin misericordia, con una elevada temperatura acompañada<br />
de tan insoportable humedad.<br />
Pero Madeleine piensa en el avión: dejar para después la<br />
tarea de llenar los estanques implica un alto riesgo de condensación<br />
en sus paredes y, previo a ello, deben asegurarse<br />
de cuánto queda en el situado en la cabina. Como carece de<br />
marcador, para determinar la cantidad exacta no queda más<br />
remedio que vaciarlo.<br />
-¿No te parece que hace demasiado calor como para<br />
hacerlo ahora? -pregunta María Eliana, a sabiendas que<br />
Madeleine ya tomó la decisión. Y no se equivoca:<br />
-Cuanto antes salgamos de esto, tanto mejor, además<br />
debemos impedir que se produzca condensación -aclara, sin<br />
dar espacio a otra opción.<br />
-Pero hacen más de cuarenta grados, nos derretiremos<br />
-insiste María Eliana.<br />
-No nos demoraremos nada -dice Madeleine y antes que<br />
su amiga vuelva a reclamar, encorva el cuerpo con una agilidad<br />
sorprendente para movilizarse como una rana bajo el ala,<br />
llevando un balde metálico que recién ha conseguido.<br />
Apoyada por un mecánico, el único dispuesto a prestar<br />
su ayuda en tales condiciones, sentados sobre el pavimento,<br />
con las cabezas rozando el ala izquierda, sacan el tapón y<br />
observan correr el líquido.<br />
María Eliana huele los vapores emanados del combustible,<br />
apenas convencida de estar ahí, con aquel endemoniado<br />
calor.<br />
Resulta inusual observar en la losa a dos pilotos junto a<br />
su monomotor, que por culpa del estanque interior parece<br />
cargado como carretela. Una bajo el ala drena un estanque,<br />
mientras la otra conversa con los encargados de echar el<br />
combustible para que tengan paciencia, comprendan las razones<br />
de Madeleine y esperen para cargar.<br />
Entremedio aprovecha de tomar fotografías para plasmar<br />
el recuerdo de aquella insólita situación. Más pintoresca, aun,<br />
94 TRAVESÍA 2004
por el hecho de que las protagonistas son mujeres.<br />
Aunque es una escena propia de serial cómica, a María<br />
Eliana, pese al buen humor demostrado, no le parece gracioso<br />
y cree que tampoco a las demás personas que las ven, en<br />
especial a quienes se hicieron a un lado para ayudarles. No le<br />
cabe duda que es una situación fuera de lo común.<br />
Sin darse cuenta cambia de escenario y comienza a pensar<br />
en diversos detalles y cada peligro: el síndrome de cabina,<br />
por ejemplo, que acecha sus cuerpos casi rígidos, pues resulta<br />
imposible reclinar los respaldos. No quiere imaginar cómo<br />
estarán de hinchados sus tobillos al llegar... si es que lo<br />
logran. Ni pensar en un trombito que se le ocurra descolgarse<br />
para ir a tapar quizás qué arteria...<br />
Medita acerca de la maravilla que significa usar la mente<br />
para entrenar el cuerpo: estarán alrededor de doce horas sin ir<br />
al baño... ¿y si son más?... Podría significar llegar a cero<br />
combustible... La autonomía de vuelo varía según a qué altitud<br />
se puedan desplazar y cuánto sean retenidas por el clima<br />
y el viento en contra, que puede hacerlas disminuir la velocidad.<br />
Apenas podrán esquivar cualquier tormenta que se presente.<br />
Deberán calcular todo el tiempo. Será un trabajo agotador.<br />
Ello, suponiendo que los 285 caballos de fuerza del<br />
motor se porten a la altura y el estanque de cabina no les juegue<br />
otra mala pasada...<br />
Aparece un policía de gran tamaño y cabellera rubia, que<br />
las increpa de manera impertinente:<br />
-Señoras, no pueden estar aquí, salgan de inmediato.<br />
-Somos pilotos y tenemos mucho qué hacer -responde<br />
Madeleine, mientras saca del bolsillo su licencia, con tono<br />
hosco, molesta por el modo y la absurda orden.<br />
-No sé qué tendrán que hacer, pero salgan.<br />
-Tenemos que drenar el estanque de nuestro avión.<br />
Al desconcierto suma su enojo, pues cree que se burlan.<br />
-No estoy para bromas, señoras, menos en circunstancias<br />
de que el grueso de los policías está en huelga...<br />
Un funcionario del aeropuerto se acerca al uniformado y<br />
le explica que en efecto son pilotos y deben sacar el combustible<br />
para medirlo, por absurdo que parezca; que necesitan<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
95
saber con exactitud cuánto quedó en el estanque interior para<br />
calcular el consumo de cada uno.<br />
Entonces, no contento con haber perdido su tiempo y<br />
dejar las cosas hasta ahí, les pide los papeles, suyos y del<br />
avión, que revisa con acuciosidad en el intento por detectar<br />
alguna anomalía.<br />
Le cuesta comprender que no estén timbrados en el aeropuerto<br />
de Natal. Interpreta que vienen de Europa, mientras<br />
ellas tratan de hacerle entender que es al revés. Procedentes<br />
de Salvador de Bahía, en un trayecto nacional, van a salir al<br />
día subsiguiente hacia Cabo Verde. Han escogido ese aeropuerto<br />
por ser el más nororiental de Brasil...<br />
Por fin el hombre se da a la razón. Comprobado que todo<br />
está en regla, no le queda más remedio que devolver los<br />
documentos, lo que hace con tal energía que están a punto de<br />
desprenderse de sus manos y caer al suelo.<br />
Dice adiós entre dientes y se aleja refunfuñando, con<br />
paso marcial.<br />
María Eliana conversa con otro funcionario, quien luego<br />
de un rato accede a conseguir un segundo balde, pues el que<br />
Madeleine tiene no es suficiente. Entonces monta uno sobre<br />
el otro para hacer una especie de copa, de manera que el<br />
avgas caiga de inmediato desde la abertura.<br />
Ahora las botellas de oxígeno son el motivo que las<br />
complica:<br />
En Santiago cargaron tres, luego de ciertas dificultades,<br />
pues la persona encargada de tales menesteres, de la confianza<br />
de Madeleine, había salido de vacaciones. Donde su habitual<br />
proveedor, Madeleine arrienda permanentemente una<br />
botella de oxígeno, ya que a menudo vuela a altitudes donde<br />
se requiere su uso. El dueño, en la oportunidad, tuvo la buena<br />
disposición de prestarle, a modo de auspicio, otras dos.<br />
Usaron parte de una en el cruce de la cordillera y el sobrante<br />
de la misma con posterioridad.<br />
Terminado el asunto de drenar, medir y chequear la carga<br />
del combustible, reabastecen el faltante desde un camión cisterna<br />
y efectúan una revisión general a los implementos.<br />
Al momento de sostener los dos tanques de oxígeno que<br />
96 TRAVESÍA 2004
hasta ese momento no tocaban, perciben lo mismo y se miran:<br />
-¿No te parecen muy livianos? -interroga María Eliana.<br />
Madeleine gira la perilla de uno, que topa sin resultado.<br />
Afirma con una voz que evidencia su incredulidad:<br />
-Estas cosas están vacías.<br />
-Bueno, ya solucionaremos eso. Ahora, por favor entremos<br />
al edificio, porque necesito ir con urgencia al baño.<br />
Después se dirigen a una oficina para cumplir con algunos<br />
formulismos y Madeleine se retaca.<br />
-Me siento mal -dice con dificultad.<br />
María Eliana observa su palidez y deduce que está pronta<br />
a desmayarse.<br />
-Sí, con este calor y el olor a bencina no me extraña...<br />
Siéntate aquí un rato -le ayuda a caer con suavidad sobre un<br />
banco en el recinto donde venden alimentos y bebidas al paso-.<br />
Iré a buscarte un café. ¿Crees que puedas quedarte sola?<br />
-Sí, anda, un café cargado y caliente me pondrá bien,<br />
deben ser los vapores de la bencina, además de estos más de<br />
cuarenta grados de calor... Por favor, esta vez no lo cortes y<br />
que sea con mucha azúcar.<br />
Al volver, mientras Madeleine toma cortos tragos, María<br />
Eliana se da cuenta que está parada frente a la placa conmemorativa<br />
de la travesía de Jean Mermoz por el Atlántico, la<br />
que inmortaliza el primer traslado del correo desde Toulouse<br />
en Francia.<br />
Madeleine también se emociona al observarla y sentirse<br />
realizando su propia hazaña en la misma ruta.<br />
Una vez repuesta, fotografía el texto y la imagen que<br />
están grabados en bronce. Después caminan hacia la oficina<br />
de operaciones para revisar la meteorología.<br />
Los brasileños resultan muy afables y, apenas se enteran<br />
del problema relacionado con el oxígeno, llaman a un oficial<br />
para que les ayude a resolverlo.<br />
Mientras Madeleine ejecuta el monitoreo del tiempo, el<br />
uniformado, amable y comprensivo, guía a María Eliana hasta<br />
la base donde cargan los estanques de oxígeno.<br />
Saluda con formalidad a un soldado y le solicita:<br />
-Por favor, cargue estas botellas para que las damas pue-<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
97
dan despegar con su equipo completo.<br />
El hombre lo mira con una sonrisa socarrona, dispuesto a<br />
aprovechar la oportunidad y reírse por la ignorancia del joven<br />
aviador.<br />
-Llénelo usted, si quiere, mi teniente, pero antes deme<br />
tiempo para arrancar.<br />
El oficial no entiende la impertinencia y molesto abre la<br />
boca para hacerle notar su actitud insubordinada, pero antes<br />
que eso ocurra, el subalterno agrega:<br />
-Mire a su alrededor, mi teniente.<br />
Por doquier hay inmensos tubos cargados o en espera de<br />
serlo.<br />
-Ahora, observe los que trae la señora.<br />
La ve sostener las pequeñas botellas entre sus brazos.<br />
-Aquí, señor, se llenan tanques de cuarenta y cinco kilos<br />
y estos hacen sólo tres... Yo no pondré en riesgo la base por<br />
agradar a estas señoras, así que si usted quiere...<br />
Hace una pausa y continúa:<br />
-No tenemos adaptador para esas botellas. Tendríamos<br />
que cargarlas con uno de los nuestros y calcular la presión,<br />
con el consecuente peligro. ¿Se da cuenta?<br />
El oficial asume de inmediato su falta de conocimiento y<br />
prefiere no polemizar.<br />
En otras circunstancias hubiera reído con ganas, pero<br />
ante aquel indigno deterioro de su imagen se lleva la mano a<br />
la visera y gira en ciento ochenta grados para salir con rapidez,<br />
seguido por la piloto.<br />
-Lo lamento, señora, pero como ve, tendrán que solucionar<br />
su problema fuera del recinto -sin perder su amabilidad,<br />
es el único comentario que hace.<br />
-No se preocupe, teniente, entiendo perfectamente la<br />
situación. De todos modos, mi compañera y yo le estamos<br />
muy agradecidas.<br />
Regresa donde ella con la noticia:<br />
-Lo siento, pero tendremos que cargar las botellas en<br />
algún lugar fuera de aquí.<br />
Madeleine la observa sin comprender.<br />
-Se necesita un adaptador especial y aquí no lo tienen,<br />
98 TRAVESÍA 2004
porque cargan unos tremendos tanques, así que tendremos<br />
que buscar un lugar adecuado fuera del aeropuerto.<br />
Madeleine consulta su reloj y comenta:<br />
-Está bien, pero no sé quién lo podrá hacer a esta hora,<br />
tal vez en un hospital...<br />
-Será mañana. Pidamos un taxi para que nos lleve al<br />
hotel y buscaremos el lugar adecuado a través de la guía telefónica.<br />
-Y capaz que el chofer sepa...<br />
En efecto, el taxista conoce un lugar y las lleva para averiguar<br />
desde qué hora atienden al día siguiente; sin embargo,<br />
nadie abre y continúan al hotel.<br />
Alrededor de las siete un cuarto se registran, dejan sus<br />
cosas en la habitación y recorren el recinto para encontrar<br />
dónde cenar.<br />
Llegan a un comedor tipo Buffet con la decepción de<br />
encontrarlo cerrado hasta las ocho, a pesar de estar todo preparado.<br />
Es tal su hambre, que piden hablar con el encargado,<br />
quien se comporta muy amable y les permite entrar.<br />
Apenas terminan se dirigen a una sala de Internet para<br />
revisar sus correos y vuelven a la habitación.<br />
Madeleine intenta ubicar por teléfono a Hans, pero no lo<br />
encuentra y debe conformarse con dejarle recado.<br />
Casi de inmediato suena la campanilla. Es Valentín,<br />
quien a diario hace de puente entre ellas y el General Sarabia,<br />
para informarle y ver en qué las puede ayudar.<br />
Luego apagan la luz y no demoran en quedarse dormidas.<br />
En la mañana se levantan sin apuro, desayunan y María<br />
Eliana aprovecha para caminar por la orilla de la playa y nadar<br />
durante un rato. Después se instala frente a Internet para encontrar<br />
la manera de resolver el asunto de las botellas de oxígeno.<br />
Mientras, Madeleine, que ha subido a la habitación,<br />
ordena el maletín de vuelo que como de costumbre, después<br />
de cada tramo, está muy desordenado. Prepara el próximo<br />
trayecto y llena la bitácora personal y las tres del avión: la del<br />
casco, la de la hélice y la del motor. El casco tiene 4.244<br />
horas de vuelo desde el año de su fabricación, en 1981; 185<br />
el motor, nuevo desde marzo del 2003; y 295 la hélice.<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
99
Su tarea es premiada por partida doble: repiquetea el<br />
teléfono y se encuentra con la voz de Hans. Apenas cuelga<br />
vuelve a sonar y esta vez es el Comandante José Miguel<br />
Astorga, de la DGAC, avisándole que el Coronel Oscar Saa,<br />
agregado aéreo de Chile en Brasil, ha salido de su base en<br />
Brasilia, comisionado para asistirlas en todo lo que necesiten.<br />
Su avión debe llegar a Natal a las dos cuarenta de la tarde.<br />
Baja a la piscina para encontrarse con su amiga, contarle<br />
las últimas novedades y nadar un rato.<br />
En la tarde, el Coronel recién llegado las pasa a buscar<br />
en un automóvil arrendado y las acompaña a la dirección que<br />
encontraron cerrada el día anterior, donde supuestamente les<br />
solucionarán el asunto de los tanques de oxígeno.<br />
Pero ahí tampoco tienen la válvula requerida y les sugieren<br />
dirigirse a la Casa del Oxígeno, donde cargan balones<br />
para hospitales. Para simplificarles el quehacer, ponen a su<br />
servicio un muchacho que las guíe y presente, de manera que<br />
reciban pronta atención.<br />
El empleado de este nuevo lugar les pide que lo esperen<br />
unos momentos y desaparece con las botellas en sus manos.<br />
Al rato regresa sonriente y les dice:<br />
-Señoras, no hay necesidad de cargarlas.<br />
Ellas se miran, confundidas.<br />
-Despegaremos mañana a medianoche y no podemos<br />
cruzar el Atlántico sin oxígeno -protesta María Eliana.<br />
-Exacto, no podemos salir sin ellos -apoya Madeleine.<br />
Él agranda su sonrisa:<br />
-Temo que no me han entendido...<br />
Ellas vuelven a enfrentar sus miradas cómplices.<br />
Proyectan incomodidad y preocupación. Necesitan hacer aún<br />
una serie de diligencias, distraerse un poco y descansar. En<br />
lugar de eso van y vienen en busca de cargar los tanques. Y<br />
para colmo, esta aparente broma.<br />
-Las botellas están llenas, señoras.<br />
Las pilotos se miran una vez más, del todo sorprendidas.<br />
El dependiente continúa:<br />
-La llave tiene un primer tope. Debe girarse un poco<br />
más y abre.<br />
100 TRAVESÍA 2004
-Pero están muy livianas -acota de inmediato Madeleine.<br />
-No, señora, tienen el peso exacto. Simplemente son<br />
estanques pequeños y por lo tanto...<br />
-Livianos -interrumpe María Eliana, avergonzada.<br />
El hombre asiente con la cabeza.<br />
Ellas, dentro de todo contentas, regresan al auto y viajan<br />
rumbo al aeropuerto a monitorear el tiempo. Allí se enteran<br />
que la mejor hora para despegar serían las once de la noche<br />
del día siguiente, de manera que en ese instante toman la<br />
decisión. De ahí se dirigen a la plataforma donde está estacionado<br />
el Julie, pues su gentil acompañante quiere conocerlo<br />
y conversar sobre la estiba.<br />
Satisfecho las traslada al hotel, donde comparten algunos<br />
alimentos y se despiden para descansar.<br />
El viernes 19, luego de tomar desayuno, van a la sala de<br />
Internet y pasadas las nueve se encuentran con el Coronel Saa,<br />
quien las lleva nuevamente a la oficina AIS, donde revisan la<br />
meteorología y presentan el plan de vuelo para la noche.<br />
De ahí hacen algunas diligencias: compran rollos fotográficos<br />
y cosas de última hora.<br />
-Ahora las pasearé un poco -ofrece amable el Coronel.<br />
Ambas asienten, dispuestas a airearse.<br />
-Si les parece, las llevaré a conocer la costa.<br />
También están de acuerdo con aquella propuesta.<br />
Les impresiona la combinación de cerro, vegetación, playa<br />
y mar, con hermosas palmeras, grandes edificios y un<br />
agradable aroma a humedad salina.<br />
Pasan junto a un impresionante parque de dunas naturales<br />
que les parece un verdadero santuario de la naturaleza.<br />
-Qué ganas de conocer más a fondo estos lugares -esta<br />
vez es Madeleine quien se lamenta-, pero ya habrá una próxima<br />
oportunidad -agrega a modo de consuelo.<br />
María Eliana murmura no muy convencida.<br />
Regresan al hotel para almorzar y visitan la sala de<br />
Internet. Revisados los últimos correos, suben a la habitación<br />
con la intención de dormir el tiempo que les queda<br />
disponible, vale decir hasta las siete, pues han quedado de<br />
reunirse con el Coronel a las ocho, alojado en el mismo<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS 101
ecinto, para ser llevadas al aeropuerto.<br />
Pero suena el teléfono.<br />
-Era Rodrigo -explica María Eliana apenas cuelga.<br />
-¿Cómo está? ¿En Suiza? -pregunta Madeleine, a sabiendas<br />
de la excelente relación que mantiene con aquel hijo menor,<br />
al que siempre ha considerado como un regalo del cielo.<br />
El aparato vuelve a repiquetear: esta vez es su hijo Luis<br />
Alejandro que llama desde Maui en Hawai. Su voz suena<br />
realmente preocupada:<br />
-Mamá, ¿estás segura de lo que vas a hacer?<br />
En la respuesta de María Eliana no hay muestras de vacilación.<br />
Él la conoce y decide no insistir. Cambia el tema para<br />
trasmitirle los saludos de los miembros de su Iglesia en<br />
Hawai y agrega:<br />
-Todos aquí han querido reunirse para orar por ustedes -y<br />
para terminar, su voz adquiere tono de advertencia-.<br />
Recuerda que esta Travesía sólo tiene sentido y tendrá éxito<br />
si buscan la gloria de Dios...<br />
Apenas corta, como si se hubieran puesto de acuerdo,<br />
campanillea de nuevo y aparece en el auricular la voz de su<br />
hijo mayor, Marcelo, quien junto a Benjamín y Nathalie, desde<br />
Santiago, siguen las alternativas del viaje. Le cuenta que<br />
sus nietos marcan en un mapa la trayectoria del vuelo, lo que<br />
de paso ha sido muy instructivo, pues van descubriendo nuevos<br />
países y lejanas ciudades.<br />
Al poco rato suena otra vez. Ella misma contesta.<br />
-Es la Ministra Cecilia Pérez -susurra a Madeleine.<br />
Luego de terminar la comunicación le comenta la conversación:<br />
-Ha sido muy deferente. Sabe que necesitamos apoyo y<br />
por eso llamó. Nos desea el mejor de los éxitos.<br />
-Es muy amorosa en llamar -reconoce Madeleine y<br />
muestra una de sus sonrisas relámpago.<br />
Otra vez suena el teléfono. Ahora es Valentín. María<br />
Eliana percibe en su tono de voz, más que el deseo de darles<br />
buenos augurios, una última despedida que tiene características<br />
de ser para siempre.<br />
102 TRAVESÍA 2004
La siguiente llamada está dirigida a Madeleine.<br />
-Es Hans -dice María Eliana, mientras le pasa el auricular.<br />
-Ya era hora que me tocara -dice en broma y recoge la<br />
llamada.<br />
Después de tanta despedida, la habitación queda en<br />
silencio y deciden tratar de dormir un poco.<br />
María Eliana percibe algo muy fuerte y profundo. Es<br />
cierto que confía en que tendrán éxito, pero al mismo tiempo<br />
está consciente de las dificultades para lograrlo. Y esto, sin<br />
pensar en problemas mayores como ser tomadas de sorpresa<br />
por alguna tormenta eléctrica y mucho menos una falla en el<br />
único motor del avión.<br />
Siente lanzarse a lo desconocido, una experiencia nueva<br />
más allá de todo lo que había probado. Centra la mente en su<br />
primer salto en paracaídas, también cuando por primera vez<br />
se subió a un avión...<br />
Pero esto va mucho más allá. El desafío es mayúsculo y<br />
la empresa gigante. Reconoce el duro trabajo efectuado, con<br />
una larga y concienzuda preparación. Dieron lo mejor de sí,<br />
han hecho los estudios necesarios y analizado todas las variables.<br />
Ahora les queda el último paso y entregarse en las<br />
manos de Dios.<br />
Se estremece al pensar que lograron vencer todos los<br />
obstáculos y salir por la puerta ancha, con el beneplácito de<br />
todo el mundo: maridos, familias, Fuerza Aérea, amigos por<br />
doquier... Y el apoyo moral de todos los chilenos.<br />
“Es fantástico” se dice y hace un esfuerzo para no dejar<br />
salir una exclamación que interfiera con el aparente sueño de<br />
su compañera.<br />
Más despierta que lo deseado, evoca la losa, el avión,<br />
el estanque interior, los golpeteos de la bencina contra las<br />
paredes, la odisea en la cordillera e imagina lo que se les<br />
viene encima. De inmediato visualiza las aguas del<br />
Atlántico bajo las alas.<br />
Da un salto mental para evocar que su vida siempre ha<br />
estado plagada de desafíos y aventuras. Recorre algunas de<br />
ellas: el curso de acrobacia que hiciera en Mentor; también<br />
rememora la invitación de Los Halcones, el famoso grupo de<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
103
acrobacia de la FACH. Jamás olvidará aquel vuelo con ellos.<br />
Sonríe al pensar en tan sorprendente vivencia y lo que experimentó<br />
al volar invertida, así como la sensación de caer<br />
como hoja seca, o cómo las fuerzas G, vale decir de gravedad,<br />
afectaban el cuerpo y producían sensaciones inefables.<br />
Visualiza Portugal, el Bonanza de Antonio Faria e Melho<br />
y los vuelos juntos sobre el Atlántico haciendo rolles. Su sonrisa<br />
se agranda al recordar la cara de espanto de Valentín que<br />
la miraba desde otro avión... Pero es tan diferente cuando se<br />
tiene el control y la práctica es efectuada en lugares adecuados.<br />
Otra cosa ocurre cuando ello sobreviene de manera inesperada...<br />
Ha recordado la situación de máximo riesgo vivida<br />
en medio de la cordillera, cargadas de combustible hasta en<br />
el lugar para los asientos traseros.<br />
Sus pensamientos cambian de rumbo y recuerda las diligencias<br />
previas, más bien las peripecias que tuvieron que realizar,<br />
convencidas de que los sueños pueden ser convertidos<br />
en realidad.<br />
“Ojalá todo el mundo así lo creyera” se dice, mientras<br />
echa una rápida ojeada a sus pacientes: los que han salido<br />
adelante y aquellos que aún se encuentran pegados en sus<br />
frustraciones, temores e incapacidades.<br />
“Si todo el mundo -se repite- tuviera la valentía de desafiar<br />
y desafiarse... Si la gente aceptara salirse de la zona de<br />
comodidad para dar un paso a lo desconocido. Entonces,<br />
cómo se ampliaría nuestro mundo. Cuánto más fácil sería<br />
adquirir nuevos aprendizajes y sacar desde lo más profundo<br />
los mejores recursos”...<br />
Madeleine tampoco logra conciliar el sueño. Piensa en<br />
los preparativos, esas largas noches de cálculos durante<br />
varios meses y las interminables comunicaciones con cada<br />
uno de los diversos destinos donde debían hacer escala.<br />
Una organización responsable aseguraba disminuir las<br />
dificultades a nivel de los imprevistos, donde por cierto se<br />
producía la mayor concentración de peligro.<br />
“Sólo podemos influir en su disminución, pero en ningún<br />
caso erradicarlo. Por lo demás, sin éste, el desafío perdería<br />
todo su sabor” piensa convencida.<br />
104 TRAVESÍA 2004
Se pregunta si su compañera, vuelta hacia la otra pared,<br />
se habrá dormido.<br />
Observa el GPS que descansa sobre el velador y decide<br />
ingresarle la ruta, a pesar de lo mal que se ha portado, pues<br />
nunca tomó satélite alguno.<br />
Lo devuelve a su lugar original y repasa el fantasma nacido<br />
en la cordillera de Los Andes. Otra vez hace una comparación<br />
entre lo sucedido y las piruetas de ese curso de acrobacia<br />
básica tomado años atrás. Detiene unos momentos sus ideas en<br />
la gran diferencia existente entre el terror sentido en aquella<br />
caída y lo mucho que disfrutaba esa modalidad de vuelo.<br />
La diferencia parece sutil y, sin embargo, al vivirla se<br />
hace profunda.<br />
Sin duda fueron experiencias muy distintas: mientras en<br />
el rotor de la cordillera el Julie se negó a responder, causando<br />
la consecuente sensación de impotencia de la piloto, en el<br />
otro caso lo divertido consistía en manejar las circunstancias<br />
aplicando la pericia adquirida, con el incentivo adicional producido<br />
por la sensación de riesgo controlado.<br />
Suspira al recordar que el manual del Julie prohíbe hacer<br />
spin intencional. Reconsidera que sus alas carecen de la viga<br />
de refuerzo existente en el Bonanza acrobático. A diferencia<br />
de uno de ese tipo, no puede soportar todas las fuerzas G,<br />
menos esta versión con tres estanques adicionales.<br />
Cambia de escenario. Se siente llena de entusiasmo y<br />
su corazón vibra de emoción. Le parece subyugante la<br />
expectativa de cruzar y desafiar la inmensidad del Atlántico<br />
Sur en un monomotor. Son 1.539 millas náuticas. La cifra<br />
revolotea en su mente. Un trayecto en el que no habrá lugares<br />
o pistas que tienten a un piloto para aterrizar; sólo olas<br />
gigantescas y más de algún tiburón ávido de tragarse a dos<br />
intrépidas mujeres. Piensa en dirigir la mirada firme hacia<br />
delante y vislumbrar un feliz aterrizaje en el destino: Isla de<br />
Sal. Se regocija con la idea de conocer a las amables personas<br />
con que estuviera en contacto por e-mail durante los<br />
últimos cuatro meses.<br />
Mira de nuevo a su amiga y le pregunta en voz baja, por<br />
si acaso:<br />
ÚLTIMOS PREPARATIVOS<br />
105
-¿Estás dormida?<br />
-No, no he pegado un ojo -responde de inmediato.<br />
-Yo tampoco. ¿No crees que sería buena idea levantarnos?<br />
-De todas maneras y así tendremos más tiempo. Tal vez<br />
hasta podamos despegar un poco antes.<br />
-Sí, porque además, acuérdate que los policías están en<br />
huelga.<br />
Avisan al Coronel su decisión y a las siete veinte bajan<br />
con su disminuido equipaje, para encontrarlo en la recepción.<br />
El uniformado, a pesar de su sacrificio personal, les ha<br />
tomado cariño. Eso permite que su labor se haga placentera.<br />
-Cuando ustedes digan -dice apenas las encuentra.<br />
-Como ve, estamos listas.<br />
En el aeropuerto aprovechan que aún hay luz natural<br />
para revisar la estiba del avión.<br />
Luego se acercan a la oficina de operaciones para echar<br />
una última mirada a la meteorología, ver los notams y hacer<br />
los trámites de emigración, muy agradadas con los empleados,<br />
quienes desde que las conocieron se portaron deferentes,<br />
incluso vibraron junto a ellas por la Travesía.<br />
Acompañadas por mucha gente y la infaltable prensa,<br />
luego de una gran demora abordan el avión. Agradecen al<br />
Coronel y le solicitan extender los agradecimientos al<br />
General Sarabia.<br />
-Las echaré de menos, buen viaje.<br />
-Buen regreso, Coronel y muchas gracias por todo.<br />
Estaremos agradecidas para siempre.<br />
-Sí, jamás olvidaremos todo lo que hizo por nosotras. Ha<br />
sido una gran compañía.<br />
Cierran la puerta y con sus chalecos salvavidas puestos<br />
carretean, dispuestas a efectuar la prueba de motores.<br />
106 TRAVESÍA 2004
Lanzarse a lo desconocido<br />
Natal - Isla de Sal<br />
El Julie, cargado de combustible al máximo de lo permitido<br />
por los ingenieros aeronáuticos más unos pocos galones<br />
extra por proposición de Madeleine a María Eliana, corre un<br />
largo trecho antes de elevarse. Ellas esperan pacientes, a<br />
sabiendas que en su condición eso es normal. Desbordan optimismo.<br />
Sus rostros reflejan el alto grado de disposición alcanzado<br />
para realizar sus planes.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO 107
La nariz del Julie se levanta un tanto y comienzan a<br />
tomar altura.<br />
-Mira la luna, qué hermosa está -dice María Eliana, mientras<br />
percibe en el estómago un cosquilleo, propio de la sensación<br />
de jugarse el todo por el todo.<br />
-Y el millar de estrellas que nos acompaña -agrega<br />
Madeleine.<br />
El pájaro metálico guarda sus ruedas y avanza veloz en<br />
busca de la altura deseada por sus peculiares tripulantes.<br />
-Mira las luces de la ciudad reflejadas en el agua -indica<br />
Madeleine, que las observa alejarse.<br />
-Sí, la vista es bellísima. Y la calma que se siente es fantástica...<br />
de momento -agrega María Eliana.<br />
Ambas saben que aquella grata condición climática cambiará<br />
en cualquier momento y sin aviso.<br />
-¿Qué te parece a la hora que terminamos saliendo? Son<br />
casi las dos.<br />
María Eliana piensa en la gran demora y responde:<br />
-No quiero ni acordarme que nos hayan puesto a la cola de<br />
cuatrocientas personas.<br />
-Y ellos, además, andaban de turistas.<br />
-Exacto, mientras nosotras viajaremos durante toda la<br />
noche por encima del agua.<br />
-Sí, justo nos tocó la huelga de policía.<br />
María Eliana insiste una vez más:<br />
-Realmente hemos vivido hartas dificultades; no nos<br />
hemos saltado prácticamente ninguna. Es como si las inventáramos<br />
para hacer más impactante el desafío.<br />
-Sí, pero también hemos conocido a tantas bellas personas<br />
que han dado lo mejor de sí para ayudarnos.<br />
-Ah, bueno, no me cabe duda; es el principal aliciente de<br />
la Travesía.<br />
Se produce un silencio que interrumpen para hacer un<br />
corto comentario sobre la isla Fernando de Noronha, que se<br />
encuentra a no mucha distancia, lo que las deja pensando en<br />
lo mismo:<br />
En un comienzo fue el lugar escogido para hacer su última<br />
escala y cargar combustible antes de cruzar el Atlántico Sur, lo<br />
108 TRAVESÍA 2004
que resultaba complicado pues allí no hay Oficina de<br />
Inmigración y, por tanto, los trámites de salida había que realizarlos<br />
en Recife. Tampoco le era posible proveer combustible<br />
del octanaje que usa el avión, lo que significaba tener que<br />
pedirlo por barco con el consecuente aumento de su precio.<br />
Despegar desde Fernando de Noronha acortaba la travesía en<br />
más de dos horas; sin embargo, el aumento de combustible<br />
logrado gracias a la enorme capacidad del estanque interior les<br />
permitió partir desde Natal. Fue el único que Madeleine<br />
encontró en Estados Unidos durante meses de búsqueda por<br />
Internet y preguntando a diversos pilotos.<br />
-Hasta ahora hemos salido triunfantes de todas -dice con<br />
optimismo y ofrece otra de sus veloces sonrisas.<br />
-Y así seguiremos. Mira qué vista más hermosa.<br />
-¿Esto es lo que llaman tan terrible? -dice en broma, a<br />
sabiendas que pronto terminará la tregua.<br />
A sus espaldas desaparece la costa y al poco rato pierden<br />
la comunicación con el continente, lo que está en el libreto,<br />
pues debido a sus reducidos recursos económicos no cuentan<br />
con equipo de largo alcance.<br />
Llevan en su lugar un teléfono satelital que fue de gran<br />
ayuda en algunos lugares; sin embargo, la empresa que lo<br />
prestó les había advertido que en ciertas latitudes no tendría<br />
cobertura.<br />
-Veo que no has filmado nada -dice Madeleine.<br />
María Eliana abre unos tremendos ojos. Recuerda haber<br />
tenido la filmadora en sus manos. De pronto se le acercó un<br />
grupo de pilotos con sus familias, quienes con inmenso cariño<br />
querían decirles adiós. Para abrazarles la dejó en el piso del<br />
maletero y después, conmovida, cerró la puerta.<br />
-Es que... la filmadora se me quedó atrás -balbucea, consternada.<br />
Durante unos segundos permanecen calladas, en actitud<br />
de asumir el golpe.<br />
-¿Ves que tengo razón cuando digo lo molesto que es que<br />
a una la desconcentren de lo que está haciendo? Ahora no<br />
podremos filmar y perderemos una oportunidad maravillosa<br />
-reclama Madeleine.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
109
María Eliana sabe que tiene razón y guarda silencio, pues<br />
debido al estanque de cabina no hay modo de llegar.<br />
-Bueno, nada sacamos con darle más vueltas -dice-.<br />
Aprovechemos el vuelo y grabémoslo en nuestras mentes. Esto<br />
es lo que nos gusta. Mira, la vista es majestuosa.<br />
Gozan durante un rato el reflejo de la luna, pero el panorama<br />
amenaza con cambiar.<br />
-No nos malacostumbremos, observa la sorpresa que tenemos<br />
al frente -advierte de pronto Madeleine.<br />
-Mmmh, vamos directas hacia ese oscuro cúmulo.<br />
Se acaba el recreo y entran en una oscuridad total. El<br />
avión es recibido por un fuerte sacudón, para que no les quepa<br />
duda de estar en medio de una turbulencia.<br />
Se miran. Están habituadas a cambios repentinos en el clima,<br />
pero no a aquella tropical manera de llover: sobre las alas<br />
y los vidrios rebotan grandes y tupidos goterones que golpean<br />
como raras veces habían escuchado.<br />
-Me recuerda el vuelo ferry, cuando compré el Bonanza y<br />
lo tuve que llevar de Caracas a Santiago. Sobre Buenaventura<br />
me tocó una lluvia torrencial con tormenta y fuerte actividad<br />
eléctrica, también de noche -observa Madeleine.<br />
-Parecen pelotas de golf -comenta su compañera.<br />
-Son magníficos, aunque habrá que sacrificar algo de la<br />
pintura del valiente Julie -agrega Madeleine, con humor, a<br />
pesar que aún no se repone del todo de las vivencias en la cordillera<br />
de Los Andes.<br />
El optimismo no las ha abandonado y se atreven a<br />
exclamar:<br />
-¡Esto es vivir! -y lo hacen a coro, como si se hubieran<br />
puesto de acuerdo, por lo cual de inmediato se largan a reír.<br />
Vuelven a concentrarse en sus tareas de cálculo, conscientes<br />
que ha comenzado la odisea, mientras el Bonanza avanza,<br />
finalmente estabilizado a 10.000 pies.<br />
-Somos un pájaro solitario -comenta María Eliana.<br />
Madeleine asiente con un rápido movimiento de cabeza.<br />
En efecto, cualquier avión comercial que pueda estar por<br />
ahí, va al menos a 35.000.<br />
-Hay mucho viento -indica Madeleine.<br />
110 TRAVESÍA 2004
-Debemos cuidar la bencina.<br />
Madeleine usa un computador Shadin, de flujo de combustible,<br />
recibido como auspicio. Resulta de suma utilidad para<br />
los cálculos de consumo durante los trayectos, especial para el<br />
que realizan.<br />
Observa la indicación del instrumento, luego registra la<br />
velocidad terrestre indicada en el GPS y las millas que faltan<br />
por recorrer. Con estos tres elementos y el dato de cuanto combustible<br />
queda, calcula hasta qué punto les alcanzará.<br />
Este recálculo de la autonomía de vuelo lo harán durante<br />
todo el viaje y con mayor frecuencia cada vez que la velocidad<br />
baje, pues no hay lugar para cometer equivocaciones.<br />
El viento en contra es tan fuerte que obliga al Julie a reducirla<br />
de 140 nudos a sólo 90, incluso llega a 85. Ambas fruncen<br />
el ceño. No es un panorama alentador.<br />
Se miran permanentemente, calculan y en sus rostros se<br />
refleja la decisión por cumplir la hazaña.<br />
-¿Qué te parece si tratamos de alcanzar 14.000 pies? Allí<br />
el viento en contra debiera ser menos intenso -propone<br />
Madeleine, basada en las interpolaciones que hiciera, con pronósticos<br />
de vientos de ruta no cada 3.000 pies como en Chile,<br />
sino cada 5.000, 10.000 y que de allí saltan a 18.000.<br />
Con lo pesado que va, el Julie tarda un buen rato en subir<br />
y el panorama empeora: los zamarrones que sufren son atroces,<br />
el avión vibra, la puerta cruje y el líquido en el estanque<br />
interior azota las paredes.<br />
-Esto es venir por lana y salir trasquilada -comenta María<br />
Eliana.<br />
-Sí, será mejor volver a bajar.<br />
Así, llegan a 13.000 pies. La hélice parece cortar los goterones<br />
y da la sensación de trancarse, en medio de una oscuridad<br />
sobrecogedora. Apenas distinguen sus siluetas, y eso, gracias<br />
al tablero de instrumentos, iluminado con luces muy<br />
tenues diseñadas para que los ojos, acostumbrados a la oscuridad,<br />
no se encandilen.<br />
Continúan su rutina, conscientes de que no deben distraerse.<br />
Tienen todavía un buen trozo de noche por delante y saben<br />
que no pueden ni pensar en la posibilidad de dormir.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
111
Por las ventanas sólo ven negrura y se siente el golpeteo<br />
de la bencina.<br />
-Por favor, aprovecha de mirar cómo estamos de oxígeno<br />
-pide Madeleine.<br />
Entonces, María Eliana alumbra con la linterna el<br />
manómetro de la botella que yace sobre el estanque,<br />
tras los asientos.<br />
-Hay que cambiarla.<br />
-La conexión de la nueva está del lado tuyo, en el piso -el<br />
tanque descansa tras los pies de las pilotos.<br />
María Eliana saca con dificultad las mangueras del que va<br />
tendido sobre el depósito de combustible y trata de conectarlas<br />
en el de abajo, pero luego de un prolongado intento advierte<br />
que tiene dificultades para lograrlo.<br />
Madeleine se inclina sobre ella para probar, pero no llega.<br />
Entonces le pide que se eche hacia delante e intenta por atrás.<br />
-No puedo -dice-, no tengo los brazos tan largos como<br />
un mono.<br />
Otra vez trata por el frente y mientras se entierra la caña<br />
arrastra y retuerce el cuerpo igual que un reptil, hasta que<br />
hecha una mazamorra con su amiga, consigue llegar. Están<br />
dadas todas las condiciones para acalambrarse y sería, sin<br />
duda, el peor momento.<br />
-¡Por fin! -exclama y comienza a recogerse tratando de<br />
ordenar sus partes corporales para volver a sentarse, mientras<br />
ríen como si estuvieran en una fiesta.<br />
El Julie, entretanto, continúa con los remezones y los<br />
crujidos.<br />
Una vez en posición normal, Madeleine toma la botella de<br />
agua para beber un sorbo y descubre que está vacía. En algún<br />
momento el tubo la golpeó y se destapó.<br />
-No te importe -dice María Eliana-, compartamos la mía.<br />
Han apagado la linterna y sus ojos demorarán una media<br />
hora en volver a acomodarse para percibir con más nitidez en<br />
la penumbra de la cabina.<br />
Son tan fuertes los remezones, que María Eliana dirige los<br />
ojos hacia las alas para percatarse de que siguen en su lugar. La<br />
vibración de la puerta parece haber aumentado y da la impre-<br />
112 TRAVESÍA 2004
sión de que en cualquier momento pudiera abrirse y ser arrancada<br />
de cuajo. Por otra parte, parece milagroso que las aspas<br />
de la hélice sigan en su lugar.<br />
A ratos el estanque de cabina cruje como si el avión rodara<br />
sobre calamina y la bencina no deja de golpear contra las<br />
paredes.<br />
Llevan seis horas de vuelo y están por el punto de no<br />
retorno.<br />
-Todavía podemos volver a la isla Fernando de Noronha<br />
-comenta Madeleine, inquieta porque han gastado más tiempo<br />
y combustible de lo calculado.<br />
-Sí, es la última oportunidad, pero acuérdate que ahí no<br />
hay avgas ni Oficina de Inmigración.<br />
María Eliana traga saliva y siente como si sus moléculas<br />
de adrenalina hubieran adquirido vida propia. Medita y se da el<br />
tiempo de consultar con su hija María Verónica, que la acompaña<br />
a todas partes.<br />
La rapidez de sus pensamientos es impresionante. En<br />
pocos segundos pasa por su mente la dureza de aquellos años:<br />
A los tres meses de embarazo, respaldados por una serie<br />
de radiografías, los médicos diagnosticaron una hidrocefalia en<br />
la pequeña. Al mes de nacida le instalaron una válvula para<br />
drenar el líquido del cerebro y tres años y medio después, con<br />
su esposo consiguieron que el Hospital de Niños de Rhode<br />
Island, en Boston, se encargara de tratarla. A cambio, María<br />
Eliana se desempeñaría como psicóloga. Por otro lado, a su<br />
marido le consiguieron trabajo en la clínica de un dentista norteamericano,<br />
mientras se preparaba para revalidar su título.<br />
Viajaron a Estados Unidos con el fin de hacer los preparativos<br />
y regresaron a Chile para recoger a los niños y empacar<br />
sus cosas, con el alma llena de esperanzas por aquella nueva<br />
oportunidad para María Verónica.<br />
En la misma pista de aterrizaje de Los Cerrillos, apenas<br />
detenido el avión, divisaron a sus parientes cercanos y<br />
al doctor de cabecera de la pequeña. A María Eliana le<br />
extrañó que les autorizaran entrar a la losa y de inmediato<br />
reconoció a su amigo, el Edecán Naval del Presidente de la<br />
República, Comandante Víctor Henríquez. Entonces, un<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
113
mal presentimiento se apoderó de su mente.<br />
Él la acogió con un abrazo firme y prolongado que hizo<br />
innecesarias las palabras. Ella comprendió que ya nada de lo<br />
planeado tendría sentido.<br />
La noticia fue trágica: luego de morir, el día anterior,<br />
María Verónica había sido enterrada, lo que ni siquiera les permitió<br />
el consuelo de verla por última vez.<br />
Con los ojos marcados por una tristeza infinita, puestos<br />
sobre la noche que le parece eterna, se hace una vez más las<br />
mismas inquietantes preguntas: ¿De qué murió?, ¿cómo?,<br />
¿quién estaba con ella en ese último momento?<br />
La sobrecoge pensar que todas quedaron sin respuesta.<br />
Con su marido el tema se convirtió en tabú. Al comienzo,<br />
él consideró masoquismo dar vueltas al asunto y después<br />
le pareció que era reabrir la herida. Así, el silencio creció<br />
entre ellos, infranqueable, como una inmensa pared. Nunca<br />
se permitieron llorar juntos y buscaron consuelo cada uno<br />
por su lado, sumergidos en las actividades propias de sus<br />
profesiones. Por lo mismo no hubo roces importantes y en<br />
apariencia hacían un buen matrimonio, pero el muro desgastó<br />
la sensualidad y la relación se hizo insostenible. Veintitrés<br />
años demoró en tomar la decisión de separarse, luego de<br />
permanecer casada durante veintiocho.<br />
Para no continuar con aquellos tristes recuerdos, elabora<br />
una corta oración: “Dios, me entrego en tus manos y que sea lo<br />
que tú quieras”.<br />
Mira a Madeleine y plantea con tono firme:<br />
-Volver es una locura. Si lo hacemos, estoy segura que<br />
la aventura se acaba ahí mismo. Al partir sabíamos que no<br />
iba a ser fácil; si no estábamos dispuestas a arriesgarnos no<br />
debiéramos haber salido de Chile. Estamos en camino y no<br />
hay vuelta atrás.<br />
-La verdad es que ya no la hay -informa Madeleine, con<br />
los ojos puestos en la hélice de tres aspas que corta la nada y la<br />
mente en su brujita de abre camino, que descansa en la cartera,<br />
después de haberse caído una decena de veces de cada lugar<br />
donde pretendió sujetarla. Recuerda que ahí va también un<br />
dibujo sobre la Travesía que sus nietos hicieran bajo su percep-<br />
114 TRAVESÍA 2004
ción de niños de 6 y 8 años, que impresionados veían a su<br />
abuela ante una aventura inédita.<br />
Siguen con los cálculos. Los recientes permiten pensar<br />
que a duras penas alcanzarían a llegar a la isla de Santiago,<br />
perteneciente al archipiélago de la República de Cabo Verde.<br />
Las pilotos la han considerado su alternativa, aunque corresponde<br />
a un caso parecido al de Fernando de Noronha; es decir,<br />
no ofrece combustible ni hay Oficina de Inmigración. La única<br />
ventaja es que tiene una pista de aterrizaje que se encuentra<br />
aproximadamente a dos horas de vuelo al sur de su destino inicial,<br />
la isla de Sal, que ofrece una entrada internacional.<br />
-Bien, a Cabo Verde, entonces -anuncia María Eliana, que<br />
piensa en cómo será ver África desde el aire.<br />
“Si es que lo vemos” se dice y su boca marca una mueca<br />
con expresión indefinida, mientras los vientos remecen al<br />
pequeño Julie, que continúa sus quejidos sin vergüenza.<br />
Mientras otra vez sacan cálculos, perciben un gran<br />
remezón.<br />
-¡Éste sí que fue fuerte! -exclama María Eliana.<br />
-Sí, ¿quién nos mandó estar aquí? -pregunta Madeleine.<br />
La respuesta de María Eliana no se hace esperar:<br />
-Si pudiera, me bajo. Nunca pensé que sería tan atroz. No<br />
sé cuánto más resistiré.<br />
-Bueno, en todo caso no nos queda más remedio que apechugar.<br />
Es preferible seguir volando en vez de bañarnos en alta<br />
mar junto a los tiburones -agrega Madeleine.<br />
Se lo toman con humor, conscientes de que necesitan más<br />
que nunca desplegar todo el valor que puedan acopiar. Su<br />
resistencia está en juego y no tienen derecho a fallar, pues<br />
hacerlo puede ser fatal.<br />
Advierten que la componente de viento en contra otra vez<br />
aumenta y no abandonan la meticulosidad de sus cálculos.<br />
Luego de un largo silencio, Madeleine se da una licencia para<br />
hacer un rápido recuerdo de la salida en el aeropuerto de Natal:<br />
-Me cuesta enfrentar los tumultos, especialmente cuando<br />
hay que preparar el avión. Ya ves que nos distrajimos y la<br />
filmadora quedó atrás.<br />
-Pero eran simpáticos.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
115
-Sí, estoy de acuerdo, eran super amorosos, pero no era precisamente<br />
un momento ideal para posar, no antes de una travesía<br />
como ésta. Es un desafío inmenso y no tiene nada de broma.<br />
Callan para recordar lo mismo: el grupo de pilotos civiles<br />
que apareció con sus familias para despedirlas, insistiendo en<br />
que se tomaran unas últimas fotografías con ellos...<br />
Las sobresalta un fuerte crujido y el estanque de cabina<br />
regresa a sus mentes. Sobre éste descansa el bote salvavidas,<br />
casi pegado al techo y se esfuerzan por esquivar la idea de un<br />
amarizaje, que trata de acaparar sus pensamientos. Para lograrlo<br />
cambian radicalmente de tema:<br />
-¿Cómo habrá sido la llegada del primer correo aéreo<br />
entre Europa y América? Es emocionante hacer la misma ruta<br />
setenta y seis años después.<br />
-Y somos las primeras mujeres aviadoras en realizarlo<br />
desde Chile.<br />
-Y un año después, luego de vencer gran cantidad de dificultades,<br />
se inauguró la distribución de correo vía aérea por el<br />
Atlántico Sur, enlazando desde Toulouse en Francia hasta<br />
Santiago de Chile.<br />
-Un saludo a Jean Mermoz y esos valientes pioneros de<br />
aquella histórica realización, piloteando el primer avión con la<br />
correspondencia de Europa para ser repartida en Sudamérica.<br />
Y en esos tiempos era puro vuelo visual, muchas veces en<br />
aviones descubiertos, incluso hidroaviones. Deben haberse<br />
demorado una eternidad... Y aterrizado en cualquier parte...<br />
Claro que estaba permitido.<br />
-Sí, un saludo también para Saint Exupéry.<br />
-Saludos al Principito.<br />
Ríen y regresan al tema anterior:<br />
-En todo caso tienes razón, la gente en Natal fue muy<br />
cariñosa.<br />
-Lástima que debimos dejar allá los regalos.<br />
-Sí, sobretodo esas frutas trabajadas a mano en madera<br />
que nos regalaron los del servicio de aviación, a pesar de no<br />
contratarlos.<br />
-Las recuperaremos al regreso, total han quedado seguras<br />
guardadas en la bodega del hotel.<br />
116 TRAVESÍA 2004
-Eran maravillosas -recalca.<br />
Su atención vuelve al momento actual: el cansancio<br />
adquiere presencia en sus cuerpos y lamentan ir tan estrechas<br />
sin poder reclinar un poco los respaldos. Sienten los tobillos<br />
gruesos y a ratos se les duermen las nalgas. Están tensas y adoloridas.<br />
Es tanto el trabajo a bordo, que incluso han olvidado<br />
hacer sus ejercicios isométricos.<br />
Madeleine rememora las innumerables veces que recorrió<br />
con la imaginación las posibles rutas. En particular las del<br />
Atlántico Sur. Con el dedo en la carta repasó las aerovías y los<br />
misteriosos nombres, siempre de cinco letras, de los puntos de<br />
intersecciones donde los pilotos notifican su posición, la hora<br />
del paso sobre éstos y la estimada para el que sigue.<br />
Dudan sobre la posibilidad de tener comunicación durante<br />
aquel largo trayecto en que bajo las alas sólo habrá agua. 1.539<br />
millas náuticas, equivalentes a 2.850 kilómetros, donde las<br />
ondas de radio VHF no tienen suficiente alcance. Ni siquiera<br />
podrán contactarse con jets de líneas aéreas, pues éstos vuelan<br />
a más o menos 12.000 metros, mientras para un monomotor<br />
convencional a pistón como el Julie la altitud máxima anda por<br />
los 4.500.<br />
A Madeleine le parece casi inverosímil que toda la<br />
planificación hecha con tanto esmero se esté transformando<br />
en realidad.<br />
Ingresa las coordenadas de un GPS al otro. “Mejor contar<br />
con dos indicaciones simultáneas” se dice y piensa en el tercero,<br />
obsequio de una empresa a modo de colaboración, que destinado<br />
a ser la estrella por sus sobresalientes características,<br />
jamás tomó los satélites. En cada escala se lo entregaron a un<br />
experto y, aun así, nunca funcionó.<br />
“Qué pena” piensa y la voz de María Eliana interfiere:<br />
-En todo caso, si Dios nos salvó en la cordillera y después,<br />
en la tormenta entre Porto Alegre y Salvador de Bahía la<br />
Virgen nos protegió al interior de un túnel, resulta absurdo que<br />
no lo hagan ahora.<br />
Madeleine asiente con su silencio. Tiene absoluta seguridad<br />
de esa garantía y también agradece por el resultado de la misión<br />
a su ángel de la guarda, con quien tiene una relación muy íntima.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
117
Las fuertes corrientes de aire que amenazan con desviarlas<br />
de la ruta y el viento que arrecia, implican un esfuerzo adicional<br />
del motor que también les hace temer por la duración del<br />
combustible; sin embargo, asumen que de mutuo acuerdo decidieron<br />
continuar con la Travesía y ahora deben apechugar.<br />
-Si continuamos así, podremos ver Cabo Verde -advierte<br />
Madeleine-. Seguiré enfilando rumbo a la isla de Santiago.<br />
-Mejor, porque de mantenerse estas condiciones no nos<br />
alcanzará el combustible hasta la de Sal.<br />
-Y si la velocidad terrestre disminuye más, los cálculos<br />
indican que quedaríamos cortas de bencina también para la de<br />
Santiago, incluso variando los porcentajes de potencia...<br />
Las distrae la aparición de los primeros indicios del<br />
amanecer reflejados en unos tímidos rayos provenientes del<br />
horizonte. A pesar de lo atareadas que van, no pueden dejar<br />
de emocionarse al percibir que la negrura se convierte en<br />
oscuros cúmulos de nubes entre los cuales se cuela la luz del<br />
sol, que se cobriza a medida que asciende hacia el cenit,<br />
mientras da la impresión de que el cielo a la altura del horizonte<br />
se incendiará.<br />
Madeleine se regocija con el panorama y no resiste la tentación<br />
de aprovechar que los vidrios están secos para registrar<br />
con su cámara fotográfica aquel impresionante colorido.<br />
Aparece el mar con un tono café dorado y los estanques<br />
de punta de ala recuperan su color terracota, mientras las nubes<br />
varían su aspecto gris para tomar diversas tonalidades a medida<br />
que la luminosidad avanza. Algunas se ponen rojizas, otras<br />
verdes y degradan con rapidez hacia el blanco. Ya se ven las<br />
alas en su color real y el agua comienza a tomar un tono azul<br />
muy oscuro.<br />
El cielo continúa abriéndose y ellas regresan a sus cálculos,<br />
lo que las distrae de la nostalgia y la soledad, acompañadas<br />
sólo por el ruido del motor.<br />
Tratan de establecer comunicación, pero la radio no emite<br />
más que silencio. Sintonizan la frecuencia de emergencia, pero<br />
tampoco hay quien responda.<br />
Llevan diez horas de vuelo y sienten con mucha fuerza el<br />
desgaste físico y emocional.<br />
118 TRAVESÍA 2004
Los pensamientos de María Eliana la llevan a tierra, a<br />
una empresa en el puerto de Valparaíso, donde recurrió para<br />
certificar la balsa que llevarían, prestada por el amigo y piloto<br />
Günter Mund.<br />
Un primer presupuesto de cuatro mil dólares fue rebajado<br />
por esta compañía a setenta y cinco mil pesos y, luego de un<br />
regateo, lo dejaron en cincuenta mil.<br />
Recuerda que con posterioridad se enteró que los marinos<br />
lo hubieran hecho gratis. Entonces reconoce la importancia<br />
que tiene cotizar diferentes opciones.<br />
Por su mente cruza el ensayo que hicieron de abrirla y<br />
armarla:<br />
“Eso sí fue un chiste” se dice y piensa en las condiciones<br />
reales de un amarizaje: entre saltos y golpes del avión contra el<br />
oleaje, antes que se hundiera tendrían que soltar sus cinturones,<br />
abrir la puerta que está a su lado para bajar al ala, echar los<br />
asientos hacia delante, sacar la botella de oxígeno instalada<br />
arriba del estanque de bencina, retirar la balsa, echarla al agua<br />
cuidando que no se les soltara de las manos con olas de seis a<br />
siete metros de altura, abrirla, armarla... Y eso sin considerar<br />
que llevan los chalecos salvavidas desinflados, pues el aire se<br />
les debe echar afuera de la cabina.<br />
Percibe un tanto absurda la certificación y haber tenido<br />
que pagar por ella; sin embargo, prefiere no comentarlo con<br />
Madeleine. Lo que menos necesitan en aquellos momentos<br />
es agregar negativismo. La observa y no le cabe duda que va<br />
tan incómoda como ella.<br />
El GPS indica a cien millas náuticas la isla de Santiago<br />
y continúan con sus cálculos. El viento en contra hace rato<br />
que mermó, lo que les ha permitido aumentar la velocidad y<br />
lograr un mejor aprovechamiento del combustible, que al ser<br />
muy poco aliviana el avión, que sube ágil a las alturas deseables<br />
para un menor consumo.<br />
Los últimos cálculos son positivos, al punto que deciden<br />
enfilar con rumbo directo al destino original: la isla de Sal.<br />
Han pasado diez horas incomunicadas sin recibir noticias ni<br />
tener a quien notificar, después de haberlo hecho por última vez<br />
con las intersecciones Fémur e Intol, al sumergirse en la ITCZ.<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
119
Intentan una vez más con la radio.<br />
Pero no hay respuesta y cambian de frecuencia. Entonces,<br />
su suerte varía al escuchar:<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, Dakar control, adelante.<br />
Sus semblantes parecen despertar desde las profundidades<br />
del cansancio.<br />
-Dakar control, buenos días, Charlie Charlie Papa Lima<br />
Juliett -responde de inmediato Madeleine-. Posición POMAT a<br />
las uno tres cinco cero, estimando Sal a las uno cinco uno cuatro.<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, Dakar control, copiada<br />
su información...<br />
Ocurre una interrupción de frecuencia y la transmisión<br />
se cae.<br />
Ellas insisten varias veces.<br />
Han salido de la región de información de vuelo de Dakar<br />
y entrado a la de Sal.<br />
Madeleine toma su cámara para fotografiar la pista de aterrizaje<br />
Francisco Mendes ubicada en la ciudad de Praia, en la<br />
isla de Santiago.<br />
Su amiga no se perdona haber dejado la filmadora atrás.<br />
“Tal vez en otra ocasión pase por aquí -se dice-, pero nunca<br />
será lo mismo”.<br />
Madeleine se siente como una verdadera extraterrestre con<br />
los anteojos de sol sobre los ópticos que usa para leer, además<br />
de la naricera y los fonos con el micrófono.<br />
-Hay mucha bruma. Es por culpa de esa tempestad de arena<br />
-comenta<br />
Las dos saben que viene del continente africano y a medida<br />
que se acerquen reducirá la visibilidad. Aún median casi<br />
trescientos kilómetros.<br />
Perpendicular a la isla logran divisarla con más claridad.<br />
Madeleine vuelve a accionar su cámara y agrega:<br />
-En todo caso, después de muchas millas de pura noche<br />
y otras tantas de sólo ver agua y nubes, es una revelación<br />
avistar tierra.<br />
-Sí, a pesar de lo pelada que se ve. Da la impresión de<br />
120 TRAVESÍA 2004
poca vegetación y mucha roca.<br />
No han vuelto a comentar lo de la filmadora, pero ambas<br />
la imaginan descansando atrás, entre los bultos.<br />
Guardan silencio y Madeleine aprovecha para recordar<br />
sus idas a la isla de Juan Fernández en un bimotor Piper<br />
Navajo, invitada de copiloto por el aviador Ricardo<br />
Schaefer, como entrenamiento para acostumbrarse a volar<br />
ratos largos sobre el mar.<br />
Una vez más tiene la oportunidad de sentir la impresión<br />
que produce observar tierra después de tanta agua.<br />
De repente la radio revive y aparece Sal control.<br />
Se sorprenden con el mensaje que reciben:<br />
-El combustible está disponible según lo acordado.<br />
¿Cargarán de inmediato?<br />
Les parece curiosa la pregunta. A punto de cumplir<br />
una hazaña que será hito en la historia de la aviación,<br />
lo que más les interesa es saber si lo primero<br />
que harán será cargar los estanques. Conversan sobre<br />
el asunto y no demoran en comprender: para las autoridades<br />
del aeropuerto Almilcar Cabral de Sal, esperarlas<br />
con un camión cargado con avgas forma parte<br />
de una magnífica recepción, sobretodo que corresponde<br />
a una reserva de origen español, especialmente dispuesta<br />
para el Julie.<br />
Hay que tener en cuenta, además, su demora en llegar,<br />
pues las fechas de arribo a los diferentes aeropuertos se habían<br />
corrido, por lo que no concordaban con las solicitadas originalmente.<br />
Fuera de programa, los países otorgan un período de<br />
validez que varía según el lugar: pueden ser veinticuatro horas<br />
y hasta dos o tres días. Pasados esos tiempos, hay que presentar<br />
solicitud de prórroga. Madeleine lo hizo la tarde anterior.<br />
Antes de emprender el arriesgado cruce llamó por el teléfono<br />
satelital a Paulino Brito, subdirector del aeropuerto en Cabo<br />
Verde, para asegurarse de la prórroga de su permiso de llegada.<br />
Ellos, por su parte, pudieron organizarse para recibirlas con el<br />
máximo de honores al alcance de sus posibilidades, o sea, listos<br />
para cargar el combustible...<br />
Como su avión es el único que vuela en las cercanías, son<br />
LANZARSE A LO DESCONOCIDO<br />
121
autorizadas para aterrizar sin entrar al circuito de espera.<br />
-Aquí vamos -advierte Madeleine.<br />
Los ojos de María Eliana miran al frente. Están muy<br />
abiertos y brillan.<br />
Al acercarse a la isla la visibilidad es completa y más allá<br />
de la nariz del Julie aparece la aridez de Sal, bordeada por una<br />
ancha franja de agua color turquesa que contrasta con el azul<br />
oscuro del resto del gran océano.<br />
-Mira, es fascinante ver tierra, aunque sea pelada. Apenas<br />
puedo creer que estemos llegando.<br />
-Sí, y después de doce horas y media sobre el mar.<br />
-Tengo todo cuadrado.<br />
-Los tobillos me pulsan.<br />
-Pero lo logramos.<br />
-¡Felicitaciones, eres la primera!<br />
-¡Somos las primeras! Y lo tenemos bien merecido.<br />
-¿Qué te parece si dedicamos este tramo a la FACH, que a<br />
fin de cuentas se jugó de una manera increíble?<br />
-¿Para su setenta y cuatro cumpleaños?... Excelente.<br />
-¡Feliz cumpleaños, entonces, Fuerza Aérea de Chile! -gritan<br />
a coro y ríen.<br />
El viento en la aproximación es muy fuerte; sin embargo,<br />
las pilotos están tan entusiasmadas con la llegada que no las<br />
inquieta y el cansancio ha desaparecido por completo.<br />
Se acercan a tierra y las ruedas toman contacto con la pista,<br />
por donde corren con suavidad hasta detenerse ante un funcionario<br />
del aeropuerto que las guía al lugar donde el Julie descansará<br />
hasta su próximo despegue. Abren la puerta deseosas<br />
de pisar la losa. Aterrizar en suelo africano arriba de un avión<br />
tan pequeño, sin duda tiene una inefable connotación.<br />
Nunca imaginaron que la sensación de volver a poner los<br />
pies sobre terreno firme iba a ser tan impresionante. Superar<br />
todos los escollos con éxito les resulta indescriptible y sus rostros,<br />
que se han relajado de manera impresionante, exhiben<br />
sendas sonrisas.<br />
122 TRAVESÍA 2004
Una tierra diferente<br />
Aún con los chalecos salvavidas puestos, son recibidas<br />
con mucho cariño por una delegación que preside Paulino<br />
Brito. Les acompaña el camión cisterna, para que ellas lo<br />
vean. Están listos para llenar de inmediato los estanques.<br />
María Eliana lo único que desea es no mirar al avión y<br />
entrar a un baño, pero ellos insisten en echar bencina de<br />
inmediato y por mientras sacarse fotos con la famosa aeronave<br />
y con ellas.<br />
Madeleine saborea aquella combinación de emociones:<br />
haber cumplido esa meta, sentir una especie de simbiosis<br />
avión-humana y experimentar una gratitud desbordante por<br />
la protección divina que las ha acompañado. Echa una mirada<br />
al motor que funcionó de maravilla y aún despide su<br />
UNA TIERRA DIFERENTE<br />
123
calor. Lo recompensa con un par de suaves palmadas, como<br />
si fuera su fiel caballo. Ha olvidado por completo la tensión<br />
y el cansancio producido por el desvelo, así como saciar las<br />
necesidades inmediatas.<br />
Agradece la gentileza del personal y les explica que<br />
antes de echar bencina debe calcular con precisión el consumo<br />
de cada estanque. Esta vez, contra su costumbre de cargar<br />
al llegar, quiere postergarlo. Ellos comprenden y de<br />
inmediato son trasladadas en un auto hasta las oficinas.<br />
Lamentan la ausencia de Américo Medina, director del<br />
aeropuerto y muy amigo de un hermano de Hans que fue<br />
cónsul honorario de Cabo Verde en Alemania, pero hay elecciones<br />
locales y su mujer participa como candidata.<br />
Madeleine tiene muchas ganas de conocerlo, pues había<br />
mantenido contacto vía e-mail y por teléfono desde agosto<br />
del año anterior. Siente no poder agradecerle en persona<br />
todo lo que durante meses hizo por ellas. La llamó varias<br />
veces a Santiago para ayudarles con su importante proyecto<br />
de vuelo y contestó en detalle las preguntas que ella le<br />
hiciera. Incluso le mandó por Internet y por correo aéreo el<br />
AIP (Airman Information Publication) de Cabo Verde, es<br />
decir, la información manejada por cada país, que es lectura<br />
obligatoria para el piloto, pues ofrece todos los datos relevantes<br />
para la planificación y la ejecución del vuelo.<br />
También le hizo llegar cartas de ruta y de aproximación, así<br />
como meteorología local e información respecto a la ITCZ.<br />
De este modo, aquel incógnito destino terminó por resultarles<br />
sumamente familiar.<br />
Al interior del edificio hacen el trámite de inmigración<br />
con mucha fluidez gracias a la ayuda del subdirector.<br />
Después muestran orgullosas su página web a todos los funcionarios.<br />
De pronto, un joven se acerca a María Eliana y le dirige<br />
la palabra:<br />
-¿No es usted la mamá del Negro?<br />
Ella lo reconoce de inmediato: se trata de un surfista,<br />
amigo de su hijo radicado en Hawai.<br />
-¿Qué haces tú por aquí? -le pregunta ella.<br />
124 TRAVESÍA 2004
-Estoy aprovechando las maravillosas olas de este<br />
lugar... ¿Y usted?<br />
María Eliana se divierte con la pregunta. De inmediato<br />
comprende que el muchacho no ha leído, visto ni escuchado<br />
noticias. Mientras le pone al corriente, observa cómo la<br />
expresión de su rostro cambia y sus ojos se ponen brillantes<br />
a medida que abre la boca.<br />
A poco despedirse, las aviadoras se dan cuenta que aún<br />
no han ido a un pequeño lugar, muy importante, que no existe<br />
en el avión.<br />
De ahí las transportan al hotel que había reservado<br />
Américo Medina. El camino a la ciudad es árido, con apenas<br />
unas palmeras al paso. Madeleine hace una analogía con paisajes<br />
de Antofagasta en el Norte de Chile, mientras huele un<br />
delicioso aroma a mar limpio.<br />
En el pueblo han plantado otras pocas palmeras.<br />
Despierta su atención que lo hayan hecho en medio de la<br />
calle y, según parece, sin planificación.<br />
Mientras se registran, en el recinto de la recepción<br />
comienza un despliegue periodístico con cámaras de televisión,<br />
micrófonos, grabadoras y una serie de preguntas que se<br />
encaraman unas sobre otras.<br />
Las pilotos, a pesar que el cansancio vuelve a aparecer<br />
con cierta cuota de agobio, actúan con cordialidad y se dan<br />
el tiempo para satisfacer todas las inquietudes. Además, se<br />
arman de paciencia para posar frente al flash de cada cámara<br />
fotográfica.<br />
Terminada esta faena, pasan por su habitación para<br />
refrescarse y de inmediato van a comer, en lo que no demoran<br />
mucho, ansiosas por dormir.<br />
Apenas entran a la habitación suena el teléfono. Es<br />
Hans, con quien Madeleine habla durante casi una hora.<br />
Él escucha con paciencia e interés las miles de palabras<br />
que vehementes salen de su boca.<br />
Al día siguiente, que cae domingo, asisten a una misa<br />
que les parece muy linda, con hermosas canciones en la voz<br />
de un coro de niños lugareños.<br />
Madeleine se emociona y siente un fervor fuera de lo<br />
UNA TIERRA DIFERENTE<br />
125
común, así como una tremenda gratitud hacia Dios.<br />
Al salir y pasear por el pueblo, independizado de<br />
Portugal apenas en el año 1975, observan la sencillez con<br />
que viven. Al mismo tiempo son testigos de una genuina<br />
gentileza y se sienten muy cómodas, gracias a la tranquilidad<br />
que produce su honradez.<br />
Les llama la atención que en todas partes hay diversos<br />
carteles informativos. Uno en especial: “Mamá, inscribe tus<br />
hijos al nacer para que tengan libreta de nacimiento”.<br />
Visitan algunas tiendas de artesanía popular, donde todo<br />
les parece muy bonito, pero excesivo para sus bolsillos.<br />
En un acto de rebeldía contra sus finanzas, coinciden<br />
que merecen celebrar el hecho de estar vivas con una locura:<br />
averiguan cuál es el mejor restaurante en la playa, que resulta<br />
ser el del hotel en que se alojan. Allí ordenan nada menos<br />
que langostas. Aplazan el término del almuerzo, aterradas de<br />
pensar en cuánto les saldrá la cuenta. Cuando deciden<br />
enfrentar aquel momento y comunican al mozo que quieren<br />
pagar, se acerca el maitre, quien les comunica que la dueña<br />
las ha reconocido, considera un honor tenerlas allí y que por<br />
supuesto son invitadas de la casa. Agrega una petición: que<br />
le dejen sus autógrafos...<br />
Las playas son espléndidas y están tan felices con lo acontecido,<br />
que deciden aprovecharlas para descansar toda la tarde,<br />
de manera que recién el lunes se ocuparán de las necesidades<br />
del avión para luego volar el martes a primera hora.<br />
María Eliana viste su traje de baño azul combinado con<br />
lunares en el mismo color sobre fondo blanco y Madeleine<br />
el lila con un ribete fucsia. Están decididas a gozar aquel<br />
mar de aguas templadas y transparentes, con olas de buen<br />
tamaño, así como a tomar sol sobre la suave arena rubia.<br />
El extenso lugar les permite, además, dar un largo paseo<br />
con los pies inmersos en el agua que sube y baja entre las<br />
rodillas y los tobillos, haciéndoles un delicioso masaje que<br />
les ayuda a deshincharse.<br />
Llegan hasta un muelle donde aprecian gran actividad<br />
relacionada con la pesca artesanal. Allí los pescadores tienden<br />
y filetean los peces sobre las mismas tablas.<br />
126 TRAVESÍA 2004
Llama la atención de Madeleine la habilidad con que<br />
una joven rubia, que a todas luces es extranjera, se desempeña<br />
en las mismas tareas.<br />
Los maderos del piso están rotos en muchas partes.<br />
Tanto, que por algunos hoyos podrían caer al agua varias<br />
personas juntas. Alrededor las embarcaciones, todas menores,<br />
son de vivos colores, donde predominan el rojo, el amarillo<br />
y el celeste.<br />
Piensan coronar este gran día con un reparador sueño,<br />
de manera que de vuelta al hotel comen y se retiran temprano<br />
a la habitación.<br />
El lunes amanece tan despejado como el día anterior y,<br />
por fin, luego que Madeleine ha efectuado los cálculos de<br />
consumo y otorga la autorización, el camión puede recargar<br />
los estanques. Pero la tarea se complica, pues por ahí no llegan<br />
aviones como el Julie y por tanto no disponen de la<br />
bomba eléctrica adecuada, por lo cual hay que bombear en<br />
forma manual. Las dos aviadoras, entonces, aparte de supervisar,<br />
deben alternarse con el encargado del combustible,<br />
bajo el ardiente sol africano.<br />
Están cansadas y esperan dormirse temprano; sin embargo,<br />
por la tarde reciben innumerables llamadas con cariñosos<br />
saludos, procedentes de diversos lugares del mundo.<br />
Con posterioridad comienza una bulla infernal, producida<br />
por gatos que pelean y gimen sobre el tejado y los muros.<br />
Cuando por fin se callan y creen poder descansar, las sorprende<br />
la algarabía que produce un grupo de gente alojada<br />
en el mismo hotel.<br />
De este modo, a partir de las tres de la mañana no<br />
logran conciliar el sueño y entre intentos llega la hora: la<br />
campanilla del reloj les avisa que son las cinco.<br />
A las siete pisan el aeropuerto y encuentran de turno a<br />
una empleada de inmigración, que con una antipatía inexplicable<br />
les dificulta los trámites todo lo posible.<br />
Para empezar no deja que acerquen sus bultos en un<br />
carro, lo que las complica bastante, pues por la estiba en<br />
lugar de maleta trasladan varios paquetes chicos. Además,<br />
en una actitud inconcebible, a pesar de ser los únicos pasaje-<br />
UNA TIERRA DIFERENTE<br />
127
os, las hace pasar por la última puerta de rayos, por lo cual<br />
deben hacer varios largos viajes.<br />
Es tan extraño el comportamiento de la mujer, que les<br />
dificulta hasta el acceso al baño.<br />
Una hora después de iniciados los trámites, aparece<br />
Paulino Brito, quien se encarga de ellas y termina el fastidio.<br />
Nunca conocieron al director del aeropuerto. Su esposa<br />
no ganó las elecciones y las últimas noticias acerca de él<br />
dijeron que estaba consolándola.<br />
Temprano aún, despegan con rumbo a la isla Gran Canaria.<br />
128 TRAVESÍA 2004
Socias honorarias<br />
del Real Aeroclub<br />
Isla de Sal - Isla Gran Canaria<br />
Se alejan del archipiélago africano durante poco más de<br />
tres horas para volar sobre aguas atlánticas a tres mil metros<br />
de altitud y a una velocidad crucero aproximada de doscientos<br />
veinte kilómetros por hora, en una travesía que durará<br />
poco más de seis horas y media.<br />
Las primeras cuatro son de absoluta tranquilidad, con<br />
muy buen tiempo y bajo las alas se extiende la monotonía<br />
del océano; sin embargo, de pronto, escuchan en la frecuencia<br />
una saturación debido al reporte de diversos jets de líneas<br />
aéreas que comienzan a informar cizalladura de viento a<br />
todos los niveles, incluida la aproximación al aeropuerto de<br />
Gran Canaria, además de turbulencia moderada, lo que para<br />
un avión chico significa severa.<br />
SOCIAS HONORARIAS DEL REAL AEROCLUB<br />
129
La cizalladura de viento o windshear, como también se le<br />
llama, es un cambio brusco en la intensidad y dirección del<br />
viento. Esto hace que el avión llegue a una velocidad mínima<br />
crítica, teniendo el piloto que aumentar la potencia; o, por el<br />
contrario, el velocímetro muestra un exceso de velocidad para<br />
condiciones turbulentas con el consiguiente peligro de sufrir<br />
daño estructural. En tal caso debe reducirla sin demora.<br />
-Esto no será agradable... -Madeleine no alcanza a terminar<br />
este comentario y el Julie es sacudido.<br />
De inmediato desconecta el piloto automático, ya que es un<br />
dispositivo muy sensible y se podría dañar.<br />
La constante y notoria variación de altitud y velocidad<br />
indicada exige a Madeleine manipular el cambio de la mezcla<br />
para regular la potencia, de manera que el motor se hace propenso<br />
a una posibilidad de fallar.<br />
Varias veces solicita por radio cambio de niveles, pero es<br />
inútil conseguirlo, pues la fuerte turbulencia arrecia y no la deja<br />
cumplir con altitudes ni rumbos. El Julie cae y sube en remezones<br />
que no quieren cesar.<br />
“Menos mal que ya he asimilado casi por completo el<br />
susto de la cordillera, pero cómodo no es” piensa a raíz de la<br />
situación.<br />
Transcurrida más de una hora y media en esta agotadora<br />
condición, pues además de la presión psíquica se necesita desplegar<br />
bastante fuerza física para mantener el avión en una relativa<br />
horizontalidad, se dice exasperada: “¿Quién me mandó a<br />
meterme en esto?”<br />
Por fin avistan el aeropuerto internacional de la isla Gran<br />
Canaria y efectúan una linda aproximación ILS, o sea, instrumental<br />
con una trayectoria predeterminada de planeo lateral y<br />
vertical por el descenso.<br />
Hay mucho viento, lo que acrecienta el placer que siente<br />
cada vez que hace una aproximación o un aterrizaje, consciente<br />
de que al pilotear cumple con el sueño de décadas. Así, queda<br />
relegado al olvido su reciente reclamo.<br />
Al bajar emocionadas del Julie, las esperan tres aviones del<br />
Real Aeroclub de Gran Canaria “El Berriel”, cuya pista de aterrizaje<br />
está situada a quince kilómetros del aeropuerto principal,<br />
130 TRAVESÍA 2004
donde les han preparado una gran recepción.<br />
Los pilotos son muy efusivos y cordiales. Entre ellos está<br />
Pedro González, quien durante meses hizo un incansable intercambio<br />
de mails con Madeleine, en los cuales no se limitó a<br />
contestar sus preguntas, sino también le dio valiosísimos consejos<br />
prácticos para tan arriesgada hazaña. Él ha acumulado<br />
mucha experiencia de vuelo en un bimotor entre las islas<br />
Canarias y África por motivos de trabajo. Ella se alegra de<br />
poder agradecerle en persona tanta colaboración.<br />
Además, ellos han conseguido que Policía Internacional<br />
tenga la deferencia de timbrar sus documentos ahí, en la losa,<br />
sin más trámites.<br />
Las invitan a probar un riquísimo café, pues deben hacer<br />
hora, ya que como su llegada estaba condicionada a diversas<br />
circunstancias, decidieron avisar a las autoridades una vez que<br />
entraran en comunicación con la torre de control del aeropuerto<br />
internacional.<br />
Al rato vuelan hacia “El Berriel”, escoltadas por los aviones<br />
que encontraron estacionados en la pista y un helicóptero<br />
tripulado por camarógrafos.<br />
En pocos minutos están sobre su destino, pero no aterrizan<br />
de inmediato, pues les han pedido que antes de hacerlo efectúen<br />
una pasada baja sobre la pista para filmarlas.<br />
Después, al posar las ruedas sobre la losa, encuentran más<br />
cámaras de televisión, además de periodistas, gente que corre<br />
de un lugar a otro y muchas banderas de Chile.<br />
Junto con abrir la puerta del avión, escuchan los primeros<br />
acordes de la canción nacional de España.<br />
Bajan orgullosas y despliegan la bandera chilena, conscientes<br />
de la obligación contraída con su primer mandatario. A continuación<br />
escuchan emocionadas el Himno Nacional de Chile.<br />
Escribir sus nombres y el de la larga y angosta franja de<br />
tierra llamada Chile en las páginas de la historia aeronáutica, al<br />
haber cruzado el océano Atlántico Sur en un avión monomotor<br />
convencional a pistón desde el extremo Sur del mundo, les<br />
parece ya un premio considerable; sin embargo, toda la emoción<br />
producida por tanto cariño y el sin fin de homenajes recibidos<br />
en los diversos lugares por donde han pasado, se ha conver-<br />
SOCIAS HONORARIAS DEL REAL AEROCLUB<br />
131
tido en un valor incalculable que guardarán para siempre en sus<br />
corazones, como un precioso tesoro.<br />
Las recibe de manera impactante una gran comitiva de<br />
pilotos del Real Aeroclub Gran Canaria, El Berriel, encabezada<br />
por Pepe Castellano, su Presidente.<br />
Después de algunas palabras de bienvenida aprecian, además,<br />
el cariño de muchos chilenos residentes vestidos como<br />
huasos que las besan y abrazan.<br />
-Estamos felices y dedicamos este raid al centenario de la<br />
aviación mundial, a los pioneros del correo aéreo entre Europa<br />
y Sudamérica, y a las mujeres del mundo -afirman ellas-. Y el<br />
cruce del Atlántico Sur, al cumpleaños número setenta y cuatro<br />
de la Fuerza Aérea de Chile.<br />
No alcanzan a salir de la impresión y entre los aviones se<br />
aproximan más de trescientas personas de todas las edades que<br />
aplauden, sacan fotos y filman, recibiéndolas como heroínas.<br />
Entre éstas se cuenta gran cantidad de autoridades, periodistas y<br />
muchos medios de comunicación, en especial españoles.<br />
Como parte del esplendoroso homenaje, observan con<br />
lágrimas en los ojos algunos coloridos pies de cueca con que las<br />
recibe la colonia de chilenos residentes.<br />
El Doctor Juan Alonso Castellano, miembro del<br />
Aeroclub, desprende de su solapa la característica insignia<br />
de piloto comercial labrada en dorado sobre un fondo azul<br />
profundo y se la entrega a Madeleine, lo que la conmueve de<br />
manera muy especial.<br />
Luego de discursos, flores, diplomas y regalos, son conducidas<br />
a un hotel que catalogan de maravilloso, con estadía regalada<br />
por la Autoridad Canaria del Cabildo, comunidad autónoma<br />
de Islas Canarias. Son habitaciones de lujo individuales, lo<br />
que para ellas resulta del todo extraordinario, pues desde que<br />
salieron de Chile, con el fin de economizar, siempre han compartido<br />
la misma pieza. Así que aprecian este inesperado descanso<br />
individual.<br />
Una vez registradas, Pepe Castellano se despide y las<br />
deja invitadas para una cena de honor en el Aeroclub, junto a<br />
los pilotos.<br />
Al día siguiente, las recoge él mismo. Ha postergado todos<br />
132 TRAVESÍA 2004
sus asuntos personales para acompañarlas y, como primera actividad,<br />
se dirigen a la entidad de la Fuerza Aérea de las<br />
Canarias, MACO, para saludar al General Carrasco, encargado<br />
de la zona; luego van donde el Presidente del Cabildo y de allí<br />
las traslada para recibir el saludo de la Alcaldesa, quien acaba<br />
de regresar del horrible escenario producido por el atentado en<br />
el Metro de Madrid.<br />
En todas estas recepciones son homenajeadas con regalos y<br />
preciosos <strong>libro</strong>s que Pepe Castellano ofrece enviarles a sus<br />
domicilios en Chile, ya que por problemas de peso no les será<br />
posible transportarlos en el Julie. Como estas ceremonias cuentan<br />
con la presencia de la televisión y de todos los medios<br />
informativos, en las calles las reconocen, les tocan la bocina y<br />
les hacen señas de aliento y felicitaciones.<br />
Luego de una conferencia de prensa y de recibir más obsequios,<br />
son invitadas por Pepe para almorzar en una típica tasca<br />
española, donde para su sorpresa, los comensales de diferentes<br />
mesas se acercan a pedirles autógrafos y les solicitan fotografiarse<br />
con ellos.<br />
Durante el resto de la tarde, con el ánimo a la altura del cielo,<br />
continúan visitando autoridades.<br />
Las deja en el hotel para cambiarse de ropa y más tarde las<br />
recoge para llevarlas a la cena de gala en su honor.<br />
Allí, Juan Martín Guerra, piloto socio del Real Aeroclub,<br />
recita una adaptación suya del poema “La Araucana”, de<br />
Alonso de Ercilla y Zúñiga, escrita en honor a ellas.<br />
Cuántas y cuántas vemos que han subido<br />
a la difícil cumbre de la fama;<br />
Judith, Camila, la fenicia Dido,<br />
a quien Virgilio injustamente infama;<br />
Penélope, Lucrecia, que al marido<br />
lavó con sangre la violada cama;<br />
Hippo, Tucia, Virginia, Fulvia, Clelia,<br />
Porcia, Sulpicia, Alcestes y Cornelia.<br />
Bien pueden ser entre éstas colocadas,<br />
nuestras chilenas, pues parecen<br />
en la rara hazaña señalada<br />
cuanto por el piadoso amor merecen;<br />
SOCIAS HONORARIAS DEL REAL AEROCLUB<br />
133
así, sobre su vuelo levantadas,<br />
entre las más famosas resplandecen;<br />
sus nombres serán siempre celebrados,<br />
a la inmortalidad ya consagrados.<br />
Y continuó con un discurso titulado:<br />
DESDE SANTIAGO DE CHILE<br />
A LA ISLA GRAN CANARIA.<br />
En esta noche de gala,<br />
para gloria sempiterna<br />
de respetadas señoras<br />
y admirables compañeras<br />
que acometieron la hazaña<br />
y han hecho la tal proeza,<br />
permítanme romanzar<br />
con un sencillo poema<br />
en "romano paladino"<br />
para que todos lo entiendan.<br />
Hace tiempo, un conocido,<br />
machista para más señas,<br />
cuyo nombre no recuerdo,<br />
pues no merece la pena,<br />
díjome que a las mujeres<br />
si las dejas solas piensan,<br />
y si piensan, pueden, dijo,<br />
armar la "marimorena"...<br />
¡Menuda la que han armado<br />
estas dos damas chilenas!<br />
Pilotando una "Bonanza"<br />
y no en bonanzas concretas,<br />
desde Santiago de Chile<br />
hasta la suiza Ginebra,<br />
y como dice la copla<br />
cruzando la cordillera,<br />
ya dejan el ancho mar<br />
estas jóvenes abuelas,<br />
aviadoras de fama,<br />
afamadas compañeras<br />
de todos los que volamos<br />
en dimensiones etéreas.<br />
Atrás quedaron ventiscas<br />
y dejan atrás tormentas,<br />
134 TRAVESÍA 2004
niveles altos y bajos,<br />
peligrosas turbulencias,<br />
lluvias que arreciaron fuerte<br />
y hasta las nieves perpetuas;<br />
y ya por dejar, dejaron<br />
impacientes a sus nietas.<br />
Matemática estimada,<br />
cumplida al pie de la letra,<br />
también cumplen la palabra<br />
y a la Gran Canaria llegan,<br />
aterrizando en Berriel<br />
con vientos que zarandean,<br />
que en Berriel si no hay viento<br />
y el avión no se menea,<br />
parece que falta algo<br />
para la toma de tierra,<br />
que aterrizar con la calma<br />
no da gloria postinera.<br />
Si no van a Tenerife<br />
y en nuestra isla se quedan,<br />
Dios nos coja confesados,<br />
porque habrá de nuevo "guerra"<br />
y el "pleito insular", sin duda,<br />
con más furia macabea<br />
surgirá por el "agravio",<br />
y disculpen la eutrapelia.<br />
De corazón, pues, les pido<br />
a nuestras damas dilectas<br />
que al hacer luego el retorno,<br />
en pro de evitar "peleas",<br />
aterricen sin rodeos<br />
en Los Rodeos, sin niebla;<br />
porque al "Chicharro" le gusta<br />
agasajar a las féminas.<br />
Y retomando de nuevo<br />
mandos y ruta magnética,<br />
loemos a nobles damas<br />
por su gesto y por su gesta;<br />
porque muy pocos "los tienen"<br />
tan "bien puestos" como ellas,<br />
pilotos insuperables<br />
que a Ícaro ya superan,<br />
porque éste se quemó<br />
SOCIAS HONORARIAS DEL REAL AEROCLUB<br />
135
y ellas huyen de la quema.<br />
Osadas donde las haya,<br />
aguerridas e intrépidas,<br />
heroínas del Arauco,<br />
aquella indómita tierra<br />
(lo dijo Alonso de Ercilla,<br />
que nadie la duda tenga),<br />
debemos pues valorarlas<br />
en justicia y en conciencia,<br />
que el valor de estas mujeres<br />
a las grandes se reserva,<br />
a las grandes de altas miras<br />
confundidas con estrellas<br />
que brillan con luz tan propia<br />
por las celestiales sendas.<br />
Y, embargado de emoción<br />
ante doña Magdalena<br />
(permítalo en castellano,<br />
sino la rima se altera)<br />
y doña María Eliana,<br />
para mí, águilas regias,<br />
a don José Castellano<br />
le propongo en esta cena,<br />
y veo que dice sí<br />
de antemano a mi propuesta,<br />
hacerlas socias de honor<br />
de nuestra real hacienda:<br />
el Real Aero Club<br />
de Gran Canaria, ¡pues sea!<br />
Para nombrarlas socias honorarias, deben atenerse a los<br />
reglamentos y, por tanto, no es posible hacerlo de inmediato. El<br />
Presidente se compromete a presentarlo a la consideración del<br />
Directorio, aunque no ve inconveniente para su aprobación.<br />
Además, el Real Aeroclub de Gran Canaria las premia<br />
con un paseo aéreo: cubrir la isla en un helicóptero Bell 407<br />
casi nuevo.<br />
Resulta sorprendente, pues sobrevuela la ciudad para que<br />
aprecien desde lo alto su gran belleza. Se ve limpia, con<br />
muchas edificaciones blancas que entran al mar. Los acantilados<br />
son impresionantes, así como sus embarcaderos y construc-<br />
136 TRAVESÍA 2004
ciones, con amplias extensiones de áreas verdes.<br />
Ambas disfrutan, extasiadas con la pericia del piloto y la<br />
ductilidad de la máquina. Es un sujeto encantador, de nacionalidad<br />
austriaca, que ejecuta unos eslaloms con bastante<br />
inclinación, dentro de un desfiladero. “Es mi pista de carrera”<br />
bromea, mientras ellas ríen, pues presienten que él quiere<br />
ver su reacción; sin embargo, están confiadas en la habilidad<br />
y experiencia que demuestra.<br />
Además, como si aquello no fuera suficiente, las regalonean<br />
con un salto “tandem” en paracaídas, que harán desde el<br />
mismo helicóptero.<br />
Después de haber recibido las instrucciones en la Escuela<br />
de Paracaidismo, de cómo saltar con el instructor amarrado<br />
atrás de cada una, se lanzan desde una altura de 12.000<br />
pies, con 8.000 de caída libre sobre Más Palomas, en la playa<br />
del Inglés.<br />
Madeleine, que nunca lo había hecho a pesar de siempre<br />
desearlo, salta primero junto a su instructor.<br />
María Eliana, por su parte, aunque ha sido experta en<br />
esta disciplina, hace algunos años que no la practica, por lo<br />
cual también prefiere saltar en “tandem”, acompañada por<br />
otro instructor.<br />
El dueño de la escuela de saltos, Pepe Romero, uno de los<br />
experimentados instructores que las acompaña, destaca por<br />
registrar más de 14.000 saltos.<br />
Próximo a tierra, cada instructor las previene de que el aterrizaje<br />
resultará brusco, pues están en presencia de un viento<br />
rotor, que producirá un cuasi colapso del paracaídas.<br />
Al llegar a tierra María Eliana sufre un fuerte golpe que le<br />
repercute en la columna.<br />
Después de este lamentable acontecimiento, el instructor<br />
de la academia les explica que este fenómeno sucede aproximadamente<br />
cada quinientos saltos.<br />
Como sistema, él y sus instructores siempre filman el<br />
evento y obsequian el registro a las personas con que saltan.<br />
Para Madeleine la experiencia ha resultado grandiosa y llevarse<br />
aquel recuerdo aumenta su euforia.<br />
Los dolores de María Eliana son agudos, pero no desea<br />
SOCIAS HONORARIAS DEL REAL AEROCLUB<br />
137
ensombrecer el panorama y se los calla. Al llegar al hotel<br />
recurre a un masajista quiropráctico y se da un largo baño en<br />
el sauna.<br />
Por e-mail contacta a su amigo José Ramón Sánchez,<br />
que es médico neurocirujano del hospital naval de Viña del<br />
Mar, quien presume una fractura de columna y le da algunas<br />
instrucciones.<br />
Luego de haberse hecho la valiente durante toda la tarde,<br />
por fin está quieta. Toma unos calmantes y se acuesta. A pesar<br />
de ello, el dolor se agudiza y debe comenzar a evitar ciertos<br />
movimientos. En la mañana para bajarse de la cama, por ejemplo,<br />
lo hace más como bloque que como persona. Se faja y continúa<br />
fingiendo estar bien.<br />
El Real Aeroclub Gran Canaria les regala la revisión de<br />
cincuenta horas ordenada por el fabricante del Julie. También el<br />
combustible, el aceite y paga los permisos de aterrizaje. Están<br />
impresionadas y la gratitud que sienten ante tanta generosidad<br />
se suma a la que irá siempre con ellas.<br />
A las seis y media del día siguiente despiertan y a las ocho,<br />
luego de tomar desayuno, son recogidas por Pepe Castellano<br />
para llevarlas al aeródromo. María Eliana recibe de manos de<br />
un joven alumno piloto una foto del grupo de aviadores, con<br />
una dedicatoria suya. Por otra parte, el aviador Pedro González,<br />
muy precavido y atento, les entrega un fajo de información de<br />
primera utilidad, que incluye formularios de planes de vuelo y<br />
fotocopias de aproximaciones y SID de las Islas Canarias,<br />
Marruecos, España y Portugal. Otro piloto les regala una cantidad<br />
importante de cartas de información meteorológica sacadas<br />
del computador.<br />
La despedida con Pepe Castellano es muy emocionante y<br />
ellas, una vez más, desbordan agradecimiento. No se conformó<br />
con pasearlas y regalarles, sino que jamás las abandonó y además<br />
se ocupó de todos los detalles, tanto grandes como pequeños;<br />
en persona, también se hizo parte en la preparación del<br />
Julie; incluso estuvo presente durante la revisión.<br />
Abordan su avión conscientes de que todas las palabras de<br />
reconocimiento que se les ocurren quedan cortas ante tanta<br />
generosidad.<br />
138 TRAVESÍA 2004
Reencuentro con el pasado<br />
Isla Gran Canaria - Cascais - Madrid<br />
Carretean, esperan, se comunican y una vez más ruedan<br />
veloces para encumbrarse.<br />
Iniciadas las primeras palabras con el controlador, se les<br />
presenta un serio inconveniente: no necesitan pasar por el<br />
aeropuerto internacional, pues se encuentran en la comunidad<br />
europea; sin embargo, al cursar el plan de vuelo o en su<br />
traspaso, en alguna instancia se produjo un error: en vez de<br />
Papa Lima Juliett, su matrícula fue informada a la torre de<br />
control como Papa Juliett Lima.<br />
Esto produce una tirantez entre los controladores y<br />
Madeleine, que no quiere acceder a dicho cambio de nombre,<br />
pero tampoco está dispuesta a bajar en el aeropuerto<br />
principal a corregirlo, entre otras razones por el costo y la<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
139
pérdida de tiempo que significa.<br />
También se produce un problema con el transponder,<br />
pues a baja altura no toma la señal del radar y debido al tráfico,<br />
el control de aproximación no le permite subir a niveles<br />
más altos, indicándole que debe regresar.<br />
Luego de un sin fin de desencuentros con los controladores,<br />
logra que la autoricen a montar, con lo cual, tal como<br />
ella insistiera, la señal aparece.<br />
Habían solicitado vuelo directo desde Gran Canarias a<br />
Tires en Portugal, pero el control de tránsito aéreo de<br />
Portugal no aceptó, indicándoles que por seguridad debían<br />
bordear por Marruecos, lo que les parece irrisorio, después<br />
de los prolongados trayectos hechos sobre el océano.<br />
El control aéreo portugués no transó y tienen que volar<br />
más pegadas al continente, lo que alarga de manera considerable<br />
el tramo. Para aumentar el absurdo, de todos<br />
modos están alejadas de lugares posibles donde aterrizar,<br />
por lo cual, en caso de una falla de motor, dicho trayecto<br />
tampoco ofrece la posibilidad de planear hacia un lugar<br />
adecuado en tierra.<br />
Al llegar al espacio aéreo de Portugal, vuelven a encontrar<br />
el mismo problema con la matrícula y Madeleine insiste<br />
en que es una incongruencia reportar con ese error.<br />
María Eliana la convence para que acepte hacer ese trayecto<br />
con el nombre cambiado, pues conoce a los portugueses<br />
y no le cabe duda que son más tozudos que su amiga.<br />
Por fin, después de tan agotador tira y afloja entre la<br />
piloto y los controladores, avistan la costa de Cascais.<br />
En la memoria de María Eliana aparece su última visita<br />
a Portugal y el regreso a Chile, el 11 de septiembre del 2001.<br />
En el camino al aeropuerto, en el automóvil de una amiga,<br />
escuchó la noticia del primer impacto de un avión contra las<br />
torres gemelas en Nueva York.<br />
Luego, antes de abordar el suyo, en la sala de espera vio<br />
por televisión, tan desconcertada como el resto del planeta,<br />
la repetición de ambos impactos.<br />
Su vuelo era en un Lufthansa que salía de ahí, con un<br />
alambicado itinerario, pues iba a Lisboa para devolverse<br />
140 TRAVESÍA 2004
hasta Frankfurt y recién iniciar camino a Chile...<br />
Sus pensamientos son interrumpidos al posar el Julie<br />
su tren de aterrizaje sobre la pista del aeródromo de Tires,<br />
sede del Aeroclub de Portugal, uno de los primeros clubes<br />
aéreos del mundo, con más de noventa años de existencia,<br />
del cual María Eliana es socia desde que vivió en aquellas<br />
embrujadoras tierras.<br />
Su reloj indica las tres con dieciocho. Han hecho un<br />
vuelo de cinco horas con cuarenta y ocho minutos.<br />
Salen de la cabina y luego de saltar del ala, son recibidas<br />
y agasajadas por el doctor Manuel Silva Salta,<br />
Presidente del Club Aéreo y por muchos socios, con un gran<br />
despliegue de hermosas flores.<br />
También está el Embajador de Chile en Portugal, Manuel<br />
José Matta, quien con anticipación había tenido la deferencia<br />
de enviar un correo electrónico a Valentín, solicitando el<br />
nombre del hotel o lugar en donde se alojarían, así como la<br />
hora de llegada, para recibirlas personalmente. Lo acompaña<br />
Jorge Salinas, Primer Secretario Cónsul de la embajada.<br />
Junto a ellos, María Eliana recibe la grata sorpresa de<br />
encontrar a un grupo de ex pacientes y muchos amigos,<br />
entre los que destacan su amiga sudafricana Cheryl Roup,<br />
que fue en Portugal como su alma gemela; Leonardo<br />
Sagayo, dueño de una villa para pilotos; y el aviador<br />
Antonio Faria e Melho en su silla de ruedas, cuyo avión es<br />
igual al Julie, salvo que tiene los comandos a un solo lado.<br />
Recuerda su sorpresa cuando en una de sus salidas a hacer<br />
acrobacias, en medio de la bahía de Cascais, a 1.500 pies<br />
sobre el agua, él soltó un pasador e invirtió los mandos, con<br />
lo cual le entregó el avión pronto a iniciar un roll...<br />
Siente una gran emoción al ver ahí a su admirado amigo<br />
agitar con gracia una bandera chilena. Y ésta aumenta, tanto<br />
como la de su amiga, cuando a modo de homenaje les entrega<br />
unos versos y un dibujo.<br />
Madeleine rememora aquella vez en que la invitó a<br />
volar en su Bonanza, al cual, autorizado por un permiso<br />
especial, le pudo sustituir los pedales por accionadores<br />
manuales, los que adaptados con ingenio, le han permitido<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
141
manipularlo en su condición, de igual forma que lo hacen<br />
todos los integrantes de la organización mundial de pilotos<br />
minusválidos. Contagiada con su entusiasmo, admiró su<br />
gran pasión por volar.<br />
Piensa en las arduas luchas legales de este grupo de<br />
aviadores para conseguir autorización y continuar su actividad<br />
de pilotos, una añoranza que muchos vieron truncada<br />
de improviso.<br />
Apenas abandonan el lugar, son conducidas por el<br />
Presidente del Club Aéreo y María Mendes, la gran amiga<br />
de María Eliana, al estudio de televisión del canal portugués<br />
SIC, para un programa de corte femenino.<br />
Al no encontrar la dirección y ante la dificultad de detenerse<br />
por el tráfico, decide ingresar a una rotonda, donde<br />
comienza a girar para aprovechar su derecho a vía y mantenerse<br />
en el mismo lugar. Así, habla con tranquilidad por el<br />
celular y le explican cómo llegar, lo cual les parece ingenioso<br />
y al mismo tiempo resulta muy cómico.<br />
Llegan cuando el espacio está por salir al aire, así que<br />
las preparan con rapidez y entran al set.<br />
De ahí son trasladadas a casa de María Mendes, quien<br />
no sólo les abre las puertas de su casa, sino que para mayor<br />
comodidad de sus invitadas ha arrendado otro departamento<br />
que cede a Madeleine, mientras ella comparte el suyo<br />
con María Eliana.<br />
Hace mucho frío y las aviadoras no tienen ropa adecuada,<br />
de manera que le presta algunas prendas a Madeleine,<br />
con la cual tiene talla similar. En cambio debe conseguir un<br />
abrigo con otra amiga para auxiliar a María Eliana, quien al<br />
día siguiente decide ir de compras al centro de la ciudad,<br />
pero se encuentra con que por estar a punto de terminar el<br />
invierno, las tiendas sólo ofrecen moda primaveral. Después<br />
de mucho caminar descubre un local con algunas vestimentas<br />
de rezago. Allí adquiere un abrigo, pantalones gruesos y<br />
una chomba.<br />
Esa noche son invitadas a una comida en un atractivo restaurante<br />
de Lisboa. Es una bóveda transformada y decorada con<br />
una armoniosa combinación entre lujo y ambientes rústicos.<br />
142 TRAVESÍA 2004
Han preparado una larga mesa especial para la ocasión y<br />
Madeleine tiene el agrado de ocupar el asiento a la izquierda<br />
de Isabelinha, la primera mujer paracaidista de Portugal, que<br />
hiciera su primer salto en 1956. El idioma no es impedimento<br />
para tener un intercambio bastante fluido, lo que les permite<br />
pasar una gran velada.<br />
A ratos Madeleine contempla por el rabillo del ojo a la<br />
pequeña de Manuel Silva. Ella, entre puros adultos, para distraerse<br />
del aburrimiento, dibuja en minúsculos papelitos<br />
diversas imágenes con dedicatoria para las pilotos. A medida<br />
que las termina, se levanta para regalárselas y ellas las reciben<br />
con mucho cariño.<br />
Parte de la magia del lugar está en los cantantes que hacen<br />
una magnífica presentación de “fado”, el canto nacional.<br />
Desde su lugar, María Eliana observa a Madeleine,<br />
quien durante algunos momentos cierra los ojos.<br />
Imagina que como no entiende el idioma portugués y<br />
probablemente está muy cansada, se ha dormido; sin embargo,<br />
sucede algo del todo diferente: siempre que escucha una<br />
música que la conmueve, baja los párpados. Esto le permite<br />
vibrar con más fuerza. La interpretación le cala tan hondo<br />
que le parece beber los melódicos sonidos.<br />
De hecho no está cansada, pues mientras su amiga ha<br />
salido mucho con sus amistades, ella aprovechó para caminar<br />
con calma y descubrir el pueblo a través de sus callejones<br />
y rincones, recogiéndose temprano para acostarse y<br />
reponer fuerzas.<br />
Han cambiado la hora y ello contribuye a que se les<br />
haga bastante tarde. Abandonan el restaurante y se encuentran<br />
con que las calles de acceso al departamento de María<br />
están cortadas debido a una maratón que se iniciará a primera<br />
hora de la mañana, por lo cual deben hacer un largo recorrido<br />
alternativo. Al llegar al edificio, María revuelve su cartera<br />
y les comunica que se le han quedado las llaves en el<br />
interior del departamento.<br />
-Pero no se preocupen -dice con serenidad-, tengo un<br />
duplicado en casa de una amiga.<br />
-¿A esta hora? -preguntan las aviadoras a coro.<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
143
María las mira y responde:<br />
-No hay problema, es una buena amiga y entenderá perfectamente.<br />
María Eliana y Madeleine enfrentan sus ojos y estallan de<br />
la risa, pues recuerdan que algo parecido les ocurrió en Viña.<br />
Tocan el timbre en el piso de la amiga...<br />
Terminan acostándose rendidas a las cuatro de la mañana,<br />
aunque muy contentas por haber disfrutado de aquella<br />
encantadora velada.<br />
Al otro día Madeleine recibe una sorpresiva llamada<br />
telefónica desde Alemania. Es su gran amigo piloto, Dieter<br />
Guttman, a quien cariñosamente apodan Tito. Le comunica<br />
que hizo algunas investigaciones respecto al cambio de ruta<br />
que ellas han estado analizando para el regreso, lo que le<br />
había comunicado Hans desde Suiza.<br />
-Las he buscado por cielo, mar y tierra, sin poder encontrarlas.<br />
A todas partes he llegado atrasado -le dice con<br />
humor.<br />
Entre otros intentos, llamó a Pepe Castellano a la isla Gran<br />
Canaria. El inicio de la conversación fue más o menos así:<br />
-...Habla Tito...<br />
Antes que terminara la frase, Pepe Castellano respondió<br />
con un afecto que a Tito le pareció excesivo, pues no se<br />
conocían:<br />
-Tito, qué gusto de saludarte, ¿cómo has estado?<br />
-Bueno, bien, pero...<br />
Pronto descubrieron que lo estaba confundiendo con<br />
Tito Muñoz, Presidente de la Federación Aérea de Chile.<br />
Madeleine ríe con ganas. Agradece a Tito Guttman la<br />
atención y quedan de mantenerse comunicados.<br />
Invitadas para almorzar en Las Docas de Lisboa, las recoge<br />
Serafín Pereira, el Presidente anterior del Club Aéreo, junto a<br />
otros pilotos y sus esposas. Entre ellos están Rui Leite Monteiro,<br />
Mario Gomes y Antonio Faria e Mello. Les acompaña, también,<br />
Isabelinha. Es un hermoso lugar a orillas del Tejo, emplazado en<br />
una atractiva zona costera muy apreciada por el turismo, donde<br />
antes había bodegas para guardar carga de barcos.<br />
A modo de recuerdo les regalan unos hermosos flore-<br />
144 TRAVESÍA 2004
os pintados a mano y leen algunos escritos en homenaje a<br />
la hazaña.<br />
Madeleine espera con ansias volar a Madrid, pues allí<br />
las recibirán sus amistades con un almuerzo festivo. Han<br />
invitado a personas de diferentes partes del mundo y les<br />
piden que lleguen a la una de la tarde. Piensa en la felicidad<br />
de reencontrarse con su esposo y con Brigitte y Manfred<br />
Schlemermeyer, una entrañable pareja amiga desde hace<br />
más de treinta años.<br />
El veintinueve termina el frente de mal tiempo en<br />
Cascais y al otro día amanece con un sol radiante. Se desplazan<br />
al aeropuerto, acompañadas por el Embajador, el<br />
Presidente del Club Aéreo, María y otras amistades. Al revisar<br />
la meteorología se encuentran con la desagradable sorpresa<br />
de que las condiciones imperantes en Madrid son pésimas,<br />
lo que no les permite partir, obligadas a dejar el asunto<br />
para el día siguiente.<br />
Madeleine lamenta no poder llegar a esa capital y María<br />
Eliana la comprende, pues se había hecho la idea de compartir<br />
aquel almuerzo con tanta gente querida.<br />
Para compensar aquella frustración, el Embajador las<br />
invita a almorzar a uno de los restoranes más elegantes de<br />
la ciudad: el Gremio Literario, un club cultural inaugurado<br />
en el año 1846, lleno de antigüedades y cuadros de importantes<br />
pintores.<br />
María Eliana hace un pequeño recorrido mental por esa<br />
hermosa Lisboa, donde naciera San Antonio, su patrono.<br />
Visualiza el Castillo San Jorge, construido sobre el anterior<br />
alcázar de los moros; Alfama; La Baixa y el Chiado; el<br />
Museo de los Coches de Belem y el Monasterio de los<br />
Jerónimos.<br />
Piensa que allí el pasado está presente en cada rincón,<br />
con sus estrechas calles de adoquines y la ropa colgada en<br />
los balcones para secarse al viento, llenando de colorido el<br />
lugar. Una ciudad construida sobre colinas, que se aprende a<br />
amar con facilidad.<br />
Ubicada a pocos minutos de Cascais, quizás en cuánto<br />
tiempo no volverá a ver sus calles y construcciones, así<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
145
como sus plazas, parques y monumentos. Sus tranvías, que<br />
suben y de improviso, para el desconcierto de quienes son<br />
nuevos en el lugar, giran con brusquedad y comienzan a<br />
bajar para atravesar la ciudad y en otro cerro hacer la misma<br />
llamativa figura...<br />
Un rayo de historia cruza su mente: Portugal, tierra de<br />
lusitanos colonizada por fenicios, griegos, celtas, cartagineses<br />
y romanos, que pasó a ser habitada por los suevos y los<br />
visigodos, luego dominada por moros y sucesivamente por<br />
Sarracenos, y en el siglo XII conquistada para la cristiandad.<br />
Su Catedral se alza como testimonio vivo del estilo romanogótico<br />
imperante en esa época.<br />
También piensa en el impresionante río Tejo, que procede<br />
de España, donde recibe el nombre de Tajo. Cruza el<br />
Centro de Portugal y desemboca en el mar por Lisboa.<br />
Navegable, permitió que de allí salieran las carabelas en<br />
busca del camino hacia Las Indias en el siglo XV y a Brasil<br />
en el XVI.<br />
Lisboa es un puerto que está sobre el Atlántico, antaño<br />
recorrido obligado de los romanos para entrar al<br />
Mediterráneo e ir a la Península Itálica.<br />
La historia reconoce a los portugueses como grandes<br />
navegantes, característica plasmada en el arte manuelino,<br />
que consiste en un gótico tardío, ornamental y exuberante,<br />
trabajado en base a frutos tropicales y cuerdas marinas, siendo<br />
la Torre de Belem un gran exponente de este estilo. Como<br />
el país estuvo durante cinco siglos dominado por los árabes,<br />
dicha influencia se aprecia en sus cerámicas y azulejos, que<br />
revisten muchas fachadas en las casas de Lisboa. Es una<br />
expresión artística tan importante, que poseen el único<br />
museo de este tipo en el mundo, en cuyos motivos resaltan<br />
un azul muy especial y el amarillo. Corresponde a un antiguo<br />
convento de religiosas que al centro tiene un invernadero<br />
lleno de plantas con una inmensa glorieta construida con<br />
vidrios montados sobre estructura metálica.<br />
Sus muros y escaleras son impresionantes obras azulejadas<br />
y exhiben maravillosas piezas de loza pintadas a mano,<br />
cuyos motivos dependen del lugar de procedencia.<br />
146 TRAVESÍA 2004
Entre las más finas está Vista Alegre y hay otras típicas<br />
como Caldas da Rainha, que se destacan por sus frutas; también<br />
las de Coimbra con figuras de animales diminutos pintados<br />
a mano y, así, existe una infinidad de alternativas. Las<br />
hay que datan de quinientos y hasta seiscientos años.<br />
Piensa en el perfil de los portugueses: sus ancestros,<br />
aventureros y amantes del comercio, conquistaban territorios<br />
con la intención de expandir la actividad y no para<br />
dominar. Sensibles en extremo, son capaces de sentirse<br />
heridos por una mirada. Prudentes, poseen una rara mezcla<br />
entre soñadores y pragmáticos. La tristeza que expresan<br />
sus Fados demuestra su tendencia a la melancolía. Les<br />
cuesta entregarse, aunque si lo hacen es a cabalidad. Son,<br />
al mismo tiempo, delicados y finos, tanto quienes viven en<br />
la pobreza como los ricos.<br />
Algunos creen que la peculiar idiosincrasia de este pueblo<br />
vasto en tradiciones, que toca el Suy como los dioses,<br />
tiene mucha relación con lo que significa colgar de la<br />
Península Ibérica...<br />
Se van el día y la noche. Las aviadoras descansan unas<br />
pocas horas y despiertan dispuestas a continuar.<br />
Madeleine lo hace con el cantar de los pájaros. Corre las<br />
cortinas y observa que se avecinan amenazantes nubes.<br />
Termina de vestirse y comienza a llover de nuevo.<br />
Tito Guttman la llama y le lee el METAR de Madrid,<br />
que corresponde a las condiciones del tiempo actual entregadas<br />
cada hora y el TAF, que es el pronóstico informado<br />
cada seis horas.<br />
Según esto la meteorología, no siendo óptima, parece<br />
viable; sin embargo, el panorama cambia: a punto de salir se<br />
comunica con ellas Manuel, el Presidente del Aero Club de<br />
Portugal, para decirles que recibió una llamada del<br />
Agregado Aéreo de Chile en España, Coronel José Luis<br />
Valenzuela, advirtiendo que el tiempo está peor que el día<br />
anterior y continuará así, por lo cual no merece la pena ir al<br />
aeropuerto.<br />
Así son los fenómenos meteorológicos, a veces contrario<br />
a lo que por costumbre se espera que ocurra, como en<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
147
este caso: Alemania, Suiza y Francia están con un sol<br />
espléndido, mientras España tiene nubes hasta el piso, además<br />
de mucha lluvia y fuertes vientos.<br />
Almuerzan con María en su casa y van a un ciber café.<br />
Después se separan y Madeleine sale a buscar ropa de<br />
invierno para usar también en Madrid y Suiza, con peor<br />
suerte que María Eliana, pues no encuentra. Entonces, se<br />
dedica a pasear.<br />
De regreso en el departamento conversa con María, le<br />
explica la situación y ésta accede a venderle su abrigo regalón,<br />
comprado el año anterior en Argentina y que le prestara<br />
al llegar.<br />
Durante la noche vive una extraña situación: el departamento<br />
facilitado por María es de una amiga. Suena el teléfono<br />
y del otro lado de la línea una voz pregunta por la dueña.<br />
Madeleine, media dormida, contesta que por unos días<br />
lo habita en su lugar.<br />
Al poco rato escucha llover muy fuerte y entre sueños le<br />
llama la atención la regularidad de aquella torrencial lluvia.<br />
Inquieta de pensar que otra vez se quedarán sin despegar,<br />
duerme bastante mal.<br />
Suena la campanilla del despertador, abre los ojos y sorprendida<br />
observa el auricular mal colgado. La supuesta lluvia<br />
parece no ser más que el ruido producido por la línea<br />
telefónica.<br />
Para estar segura se levanta y corre las cortinas. De<br />
inmediato sonríe: contrario a lo que expresara el teléfono, el<br />
temporal terminó en algún momento de la noche y el cielo<br />
está del todo despejado...<br />
Trece minutos para las diez, luego de una conmovedora<br />
despedida, inician la rutina que permitirá el despegue.<br />
Para María Eliana dejar otra vez aquel país resulta doloroso.<br />
Le parece un reencuentro demasiado corto y a la vez<br />
un despliegue de cariño incalculable.<br />
“Es el precio del amor” se dice, mientras el Julie toma<br />
altura. Siente que los ojos se le humedecen.<br />
Mientras atraviesan un denso y frío cúmulo de nubes,<br />
aquel estado impregnado de sensibilidad la hace pensar en<br />
148 TRAVESÍA 2004
la gran admiración que tiene por ese piloto portugués<br />
minusválido, quien las recibiera con tanto afecto. Un hombre<br />
impresionante, ejemplo para el mundo por su amor a la<br />
vida, quien día a día demuestra lo que pueden las ganas, el<br />
valor y la constancia.<br />
En su historia, repleta de mensajes y testimonios, hay<br />
material para llenar las páginas de un grueso <strong>libro</strong>: como<br />
botón de muestra, en circunstancias de quedar paralítico,<br />
persiguió y logró la autorización para continuar volando.<br />
Desde entonces, ha dado dos veces la vuelta al globo.<br />
Sus pensamientos son interrumpidos por Madeleine, con<br />
tono grave:<br />
-Mira las alas.<br />
María Eliana fija los ojos y de inmediato comprende la<br />
gravedad del asunto.<br />
-Sí, me doy cuenta. Y para serte franca, no le encuentro<br />
la gracia.<br />
-Yo tampoco. Y por el ruido, las aspas también están<br />
con hielo.<br />
El Julie no está provisto con sistema de antihielo ni de<br />
deshielo. Hay aviones que tienen un circuito eléctrico que<br />
recalienta el borde de ataque de las alas, de las aspas de las<br />
hélices y el parabrisas. Otros lucen una especie de botas<br />
neumáticas que el piloto debe accionar al ver una pequeña<br />
cantidad de hielo en formación. Las botas se inflan y lo fragmentan.<br />
Son costosos equipamientos adicionales que sobrepasan<br />
el presupuesto de la propietaria.<br />
El congelamiento ha sucedido porque vuelan entre<br />
nubes, con una temperatura inferior a los 5ºC. Las nubes son<br />
humedad visible y el peligro de formación de hielo existe<br />
cuando el rango dentro de éstas corresponde a una aproximación<br />
entre +5ºC y -15ºC.<br />
-Descenderé para encontrar un aumento de temperatura<br />
-informa Madeleine.<br />
A los 6.000 pies la fría capa comienza a derretirse y respiran<br />
con mayor tranquilidad.<br />
Dejan la radioayuda VOR sobre Toledo y continúan el<br />
vuelo visual hacia Cuatro Vientos evitando nubes, pues este<br />
REENCUENTRO CON EL PASADO<br />
149
lugar de aterrizaje no cuenta con aproximación IFR.<br />
Al poco rato Madeleine advierte:<br />
-Estamos llegando, mira, ahí está el aeropuerto. Acto<br />
seguido avisa tramo con el viento y base para Cuatro Vientos.<br />
La torre la desconcierta:<br />
-No le tenemos a la vista -dice la voz del controlador.<br />
Madeleine cae en la cuenta:<br />
-Nos equivocamos, estamos sobre la base militar<br />
Getafe.<br />
María Eliana saca el ojo de la filmadora y la mira extrañada.<br />
-Deja de filmar y ayúdame a buscar la pista; cuatro ojos<br />
ven más que dos.<br />
Ambos aeropuertos están muy cerca entre sí y como el<br />
avión vuela tan bajo, el radio visual es mínimo y los GPS<br />
se desdicen.<br />
Durante algunos segundos sufren la intranquilidad de no<br />
saber dónde aterrizar. Dando giros, la fiel aguja del ADF<br />
tampoco sirve, así que miran alrededor, pues saben que la<br />
pista está muy cerca.<br />
Pronto avistan el lugar correcto y pueden hacer la aproximación.<br />
“¿Cómo sucede algo así?” Es la pregunta de pero grullo;<br />
sin embargo, los oficiales de la base están acostumbrados,<br />
pues ocurre a menudo. Precisamente por eso el inconveniente<br />
no es más serio. En Chile sucede algo similar entre la base<br />
aérea El Bosque y el aeródromo Los Cerrillos, cuando se<br />
vuela a baja altura, en condiciones de esquivar nubes y con<br />
desconocimiento del área.<br />
150 TRAVESÍA 2004
Recibimiento histórico<br />
Madrid - Ginebra<br />
Dos horas y dieciocho minutos después de haber despegado,<br />
en el vuelo más corto de la Travesía, aterrizan y son<br />
guiadas hacia el lugar de estacionamiento, sobre una gran<br />
extensión de césped.<br />
El edificio principal es muy antiguo y atractivo, con una<br />
imponente cúpula.<br />
Por otra parte, llama la atención la cantidad de tráfico:<br />
despegan y aterrizan un avión tras otro, mientras varios se<br />
desplazan por la losa al mismo tiempo. La radio no para de<br />
transmitir. Apenas se puede introducir palabra.<br />
Son recibidas por el Agregado Aéreo de Chile en<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
151
España. También por José Luis Olias, Presidente del Real<br />
Aeroclub de España (RACE); por el Presidente de la<br />
Fundación Infante de Orleans, el Vicepresidente del Ilustre<br />
Colegio de Pilotos Comerciales, el Director General de la<br />
empresa Azor y el representante en España de la compañía<br />
Beechcraft. Este último regala a las pilotos una insignia del<br />
avión Bonanza F 33 A. Además, ha colaborado con el alojamiento<br />
en el hotel.<br />
Lamentan que su amigo piloto Harald von Unger no<br />
esté presente, debido a la llegada atrasada de ellas y a motivos<br />
de trabajo de él. Están muy agradecidas por la asesoría<br />
que les hiciera con datos relevantes acerca de los vuelos<br />
dentro de Europa, ya que él a menudo se desplaza en su<br />
Bonanza por esos cielos.<br />
Además hay un grupo de periodistas, por lo que presumen<br />
que en aquella ciudad también tendrán una buena<br />
cobertura en las noticias.<br />
Y por supuesto, ha ido a esperarlas una gran cantidad de<br />
amigos.<br />
De pronto alguien sale de la muchedumbre y se acerca<br />
al ala, de donde recién Madeleine ha saltado.<br />
Es Hans, muy emocionado, con un gran ramo de rosas<br />
rojas para cada una de ellas.<br />
Madeleine está conmovida, tanto por la presencia de su<br />
esposo como por la de su gran amiga Brigitte, que avanza<br />
junto a él.<br />
Estar en compañía de Hans le parece una situación fantástica<br />
luego de todo el peligro vivido, el cansancio, incluso<br />
las mismas celebraciones, donde en cada una, así como en<br />
cada lugar, le echó tanto de menos. Lo mira y apenas puede<br />
creer tenerlo enfrente alargándole aquellas hermosas flores.<br />
María Eliana recibe las suyas agradecida y piensa en<br />
Valentín. Desea tenerlo a la vista y la ataca un profundo desconsuelo.<br />
Pero “el show debe continuar” y hace un esfuerzo<br />
por mantener la sonrisa, mientras con la aplicación de autohipnosis<br />
controla el dolor de su espalda.<br />
Una joven comandante de Iberia, junto a Juan, les entregan<br />
una placa conmemorativa de su Travesía, encargada por<br />
152 TRAVESÍA 2004
el Círculo de Pilotos Profesionales de España, instigado por<br />
el piloto Daniel Larradiez, yerno de Brigitte, quien con anterioridad<br />
les había colaborado con fotocopias de cartas.<br />
Fue también una gran alegría conocer en persona a José<br />
Luis Olias, con quien Madeleine tuvo contacto desde el año<br />
anterior, cuando en Cracovia, Polonia, Tito Muñoz,<br />
Presidente de la Federación Aérea de Chile, presentó el proyecto<br />
de la Travesía Atlántica 2004 ante la conferencia anual<br />
de la Fédération Aérienne Internationale (FAI).<br />
Los relojes en Madrid están una hora más avanzados<br />
que en Portugal, de manera que la mayor parte de la gente<br />
ya almorzó.<br />
Los que no, entre ellos las dos recién llegadas, además<br />
de Brigitte y Hans, lo hacen en el casino del aeropuerto,<br />
donde se fotografían y continúan con los homenajes y una<br />
conmovedora entrega de diplomas.<br />
Madeleine añora comer algo casero y observa una<br />
opción que sin dudar pide: un contundente plato de lentejas.<br />
El avión ha quedado guardado en un hangar facilitado<br />
por el Aeroclub, que también asumió la tasa de aterrizaje y<br />
les regaló la bencina.<br />
Las llevan a conocer sus instalaciones y, en la sala de<br />
conferencias, delante de un mural histórico que exhibe la<br />
misma ruta hecha por ellas, las vuelven a homenajear con<br />
más flores, regalos, diplomas y discursos.<br />
Juan Castaño de Meneses, Comandante retirado de<br />
Iberia, en conocimiento de la posibilidad que han analizado<br />
de variar sus planes originales y regresar a través del Círculo<br />
Polar Ártico, aprovecha para ofrecer conseguirles las cartas<br />
de dicho cruce. A pesar de ser con las aerovías altas para los<br />
jets, ellas saben que les servirán en muchos aspectos y agradecen<br />
el gesto.<br />
Las aviadoras y Hans son conducidos hasta la casa de<br />
Brigitte y Manfred, quienes insisten con cariño en que olviden<br />
el hotel y sean sus huéspedes.<br />
Madeleine aún está bastante incrédula de estar ahí,<br />
en Madrid, aquella querida ciudad que habitara algunos<br />
años en su juventud, reunida con tan buenos amigos y en<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
153
especial junto a su marido.<br />
María Eliana, por su parte, no logra sacar de su mente el<br />
rostro de Valentín y trata de imaginar qué estará haciendo.<br />
El jueves primero de abril desayunan junto a sus anfitriones<br />
y a las once el Real Aeroclub de España envía un taxi<br />
que las lleva a Cuatro Vientos, para que participen en la<br />
transmisión de un programa de televisión junto al avión.<br />
Brigitte está muy agripada y decide quedarse en cama.<br />
Para facilitarle las cosas, invitan a Manfred a almorzar en un<br />
restaurante.<br />
A las tres de la tarde se encuentran con el Coronel<br />
Agregado Aéreo de Chile en España, quien ofrece su ayuda<br />
para apoyarlas en todo lo que necesiten y las invita a una<br />
comida en su casa, por lo cual en la noche las manda a buscar.<br />
Ha llovido durante todo el día y el frío es intenso. Madeleine<br />
se alegra que el Julie haya quedado al abrigo del hangar.<br />
El viernes se ponen al día con la inmensa cantidad de<br />
correos que les ha llegado a través de Internet. Por la noche,<br />
Brigitte, que se ha repuesto, invita a cenar a dos de sus tres<br />
hijas con los maridos, pues la otra está en Alemania. Llega,<br />
también, un matrimonio que Madeleine conoce desde 1967.<br />
El sábado en la mañana, Manfred acompañado por<br />
Madeleine llevan a Hans al aeropuerto. Su pasaje lo obliga a<br />
partir. El destino es Suiza, donde está radicada su familia de<br />
origen. Allí, en pocos días tendrán el placer de vivir otro<br />
feliz encuentro.<br />
Las aviadoras son invitadas a almorzar por el<br />
Embajador de Chile en España, Enrique Krauss Rusque, junto<br />
al Ministro Consejero, el Primer Secretario, el Cónsul, el<br />
Agregado Aéreo y las respectivas señoras.<br />
Su anfitrión les regala un <strong>libro</strong> de la piloto norteamericana<br />
Amelia Earheart, quien antes de su desgraciada desaparición<br />
en el cruce del Pacífico tuvo notorios logros aeronáuticos,<br />
entre éstos la travesía a solas en un avión Lockheed<br />
Vega 5B sobre el Atlántico Norte, la misma que hiciera el<br />
destacado aviador Lindberg.<br />
En la primera página, el Embajador Krauss escribe una<br />
dedicatoria de su puño y letra, para acompañar el par de her-<br />
154 TRAVESÍA 2004
mosos ramos de flores que les hiciera enviar el día anterior a<br />
casa de Brigitte.<br />
Esa tarde, mientras preparan el vuelo y empacan, llama<br />
Tito Muñoz. Lo hace desde la Feria Internacional FIDAE, en<br />
Santiago de Chile, donde la Federación Aérea de Chile<br />
(FEDACH) tiene un stand, para pedirles que envíen un saludo<br />
a los miles de visitantes. También les comunica la aprobación<br />
de este organismo para contribuir con tres mil dólares<br />
como forma de cubrir parte de los gastos de combustible,<br />
anuncio que es recibido con gran alegría por las aviadoras.<br />
Después Madeleine llama por teléfono a la instancia<br />
aeronáutica de Cuatro Vientos y pasa el plan de vuelo para el<br />
día siguiente, con lo cual adelantan un trámite.<br />
En Madrid, como ocurre en otros aeropuertos de<br />
mucho ajetreo, hay que pedir con anticipación una hora<br />
para despegar. Ellas solicitan hacerlo a las once y quince,<br />
pero es tanto el movimiento que el control aéreo las adelanta<br />
para las once y cinco.<br />
El Coronel, su señora y Brigitte las llevan al aeropuerto,<br />
donde llegan al filo de esa hora y tratan de acceder directo<br />
de la calle al hangar, pero no hallan la entrada, mientras cada<br />
uno carga con un bulto del equipaje.<br />
Van de una puerta en otra, en vano. Entonces deciden<br />
dar la vuelta, pero se encuentran con que han cerrado casi<br />
todas las entradas, pues hay una exposición de aviones antiguos<br />
y vuelos de demostración. Además, por este mismo<br />
motivo, a partir de un momento más el aeropuerto estará<br />
cerrado por varias horas para las demás aeronaves.<br />
Por fin descubren un lugar por donde meterse. Corren<br />
entre la gente y la exposición, hasta llegar al hangar, donde<br />
hay muchas personas esperándolas, deseosas de tomar fotos,<br />
entregarles regalos y hacer un sin fin de preguntas.<br />
Entre la algarabía, Madeleine hace la revisión de pre<br />
vuelo, estiba el equipaje y lo asegura.<br />
En la oficina ARO, mientras revisa los notams y la<br />
meteorología, los pilotos de una línea aérea le fotocopian las<br />
últimas cartas de aproximación IFR de Ginebra, donde hay<br />
mucho tráfico. Según el pronóstico meteorológico se aveci-<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
155
na a Suiza un frente de mal tiempo.<br />
-No podemos perder ni un minuto más en salir -comentan<br />
las aviadoras y se apuran lo que más les permite el sistema,<br />
para cumplir con la hora de autorización. De lo contrario<br />
las demorarán mucho para despegar y corren el riesgo de<br />
ser alcanzadas por el temprano cierre de Cuatro Vientos,<br />
amenazadas por la meteorología en Ginebra.<br />
Comienza a girar la hélice y sacuden sus manos en son<br />
de despedida, embargadas por una emoción inefable, a punto<br />
de iniciar el último trayecto hasta su destino.<br />
Carretean. Son el número cuatro y el reloj marca las once<br />
un cuarto. A mitad de camino les avisan lo que temían: perdieron<br />
su hora de SLOT, por lo cual tendrán que esperar hasta<br />
que les den otro espacio de tiempo para partir. Casi de inmediato<br />
les notifican que podrán hacerlo a las doce y quince.<br />
Madeleine informa a la torre que las condiciones de mal<br />
tiempo en Ginebra no les permiten esperar y solicita una<br />
salida VFR para continuar IFR.<br />
Su solicitud es aceptada; sin embargo, ello les significa<br />
hacer un cambio completo de cartas, pues deben acatar los<br />
canales visuales de entrada y salida publicados.<br />
Por fin despegan. Madeleine se contacta con el radar y<br />
solicita interceptar la aerovía en determinado punto. Ya en<br />
sus manos se dejan guiar por vectores, según ellos determinen.<br />
Vuelan desde Valencia a Barcelona dos horas y media<br />
sobre agua y enfilan a la costa francesa. Al cruzar sobre<br />
Lyon entran y salen de nubes.<br />
-Creo que nos perderemos los Alpes y la vista tan maravillosa<br />
del Jura -se lamenta María Eliana.<br />
-A ocho mil pies hubiera sido un espectáculo, pero la gracia<br />
es poder llegar a pesar del mal tiempo -agrega su amiga.<br />
Están próximas a ingresar en uno de los circuitos de<br />
espera antes de ser autorizadas a aterrizar y Madeleine<br />
exclama contenta:<br />
-¡Qué privilegio! No puedo creer que estemos por llegar<br />
a nuestro destino. Un sueño convirtiéndose en realidad.<br />
¡Simplemente fantástico!<br />
156 TRAVESÍA 2004
-Es una experiencia que jamás olvidaremos. Creo que<br />
ha sido un importante aporte para nuestras vidas. Sin duda,<br />
no somos ya las mismas -acota María Eliana.<br />
Madeleine otorga con su silencio, ya que acatar las instrucciones<br />
del radar de Ginebra requiere de toda su atención.<br />
Éste les informa que deben esperar su turno, dando vueltas<br />
sobre el lago Léman durante veinte minutos. Mientras lo<br />
hacen, escuchan en la frecuencia un jet tras otro iniciar la<br />
aproximación a la pista 23.<br />
Aparte del exceso de tráfico aéreo, hay otro motivo para<br />
que las hagan aguardar...<br />
Intermitente, entre las nubes, ven el lago rodeado por las<br />
típicas casitas suizas y a veces, a lo lejos, la pista. Les resulta<br />
un placer inesperado hacer el circuito sobre aquel maravilloso<br />
paisaje.<br />
-¿Te das cuenta que estamos a punto de llegar a nuestro<br />
destino?<br />
-Sí, en verdad parece absolutamente increíble...<br />
Algunos individuos destacan por la enorme capacidad que<br />
han desarrollado para dirigir sus existencias a través de vidas<br />
que valen la pena. Sin duda, entre ellos se encuentran estas dos<br />
mujeres que han logrado un alto nivel de desempeño.<br />
Madeleine llegó a Chile en 1980. En esta tierra que ha<br />
hecho suya, coronó el que desde la infancia fuera su mayor<br />
sueño. Tiene a su haber quince años piloteando aviones, dio<br />
inicio a la Travesía con 2.308 horas de vuelo y su licencia la<br />
habilita para volar IFR, modalidad en la que ha juntado 579<br />
horas. Además, está autorizada para comandar aeronaves<br />
multimotores. Su profesionalismo, conocimientos y experiencia,<br />
le han permitido llegar a ser instructora para aquellos<br />
que comienzan a hacer realidad su sueño de conducir<br />
una aeronave.<br />
María Eliana, por su parte, registra licencias de piloto<br />
privado y paracaidista, con treinta y seis años de vuelo. A las<br />
más de 2.500 horas en el aire, de las cuales 850 realizó en<br />
Europa, suma una serie de entrenamientos como piloto y<br />
psicóloga experta en aviación.<br />
Además, ha dedicado parte de su vida a elevar el status<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
157
de las mujeres: organizó a las pilotos en Chile y fue la primera<br />
aviadora sudamericana integrada a las Mujeres Pilotos<br />
del Mundo, las famosas Ninety Nines, compartiendo experiencias<br />
con sus homónimas de Australia, Nueva Zelandia,<br />
Europa y Estados Unidos.<br />
Hay otra grande del aire que vale la pena recordar:<br />
Graciela Cooper Godoy, la primera piloto que tuvo Chile. El<br />
año 1929 hizo su primer vuelo sola, siendo joven alumna piloto<br />
del instructor Capitán de Bandada Rafael Saenz Salazar.<br />
También es la ocasión de rendir homenaje a las primeras<br />
pilotos de Chile que lograron cruzar la Cordillera de los<br />
Andes: Adita Zerbi de Goycoolea y Dora Domínguez de<br />
Picó. Juntas, como nuestras heroínas, el 4 de junio de 1948<br />
efectuaron un vuelo a Mendoza, ida y vuelta, en un avión<br />
Stinson.<br />
Y no olvidemos a Margot Duhalde, quien siendo una<br />
piloto muy joven dejó su casa en Chile para participar en la<br />
segunda guerra mundial. Su base principal estuvo en<br />
Londres y, como piloto civil voluntaria, tuvo entre otras la<br />
misión de transportar aviones desde las fábricas a las bases<br />
donde debían operar.<br />
Madeleine siente el orgullo de haberla tenido como compañera<br />
de vuelo en diversas travesías al sur de Chile. En una<br />
ocasión, incluso, experimentaron un efecto de cizalladura de<br />
viento que, por un momento, al llegar a Castro, volteó el<br />
avión en noventa grados, nada menos que en la aproximación.<br />
Nuestras aviadoras están a punto de lograr la gran hazaña<br />
que hace un año se propusieron. Sin embargo, éste no es<br />
el final. A pesar de casi haber cumplido, la verdad es que<br />
sólo están a mitad de camino, pues no es el caso de meter el<br />
avión en un maletín y llevarlo de regreso a Chile; no, como<br />
ellas muy claro lo tienen y han dicho: “deberemos repetirnos<br />
el plato de vuelta, incluido el Atlántico Sur”.<br />
Durante esta espera han estado muy ocupadas, pues las<br />
vectorean por radar.<br />
La historia continúa con la sensación que sienten al<br />
irrumpir una vez más la radio:<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett, autorizado intercep-<br />
158 TRAVESÍA 2004
tar el localizador para la aproximación ILS directa a pista 23<br />
de Ginebra. Notifique establecido.<br />
Madeleine se da por enterada y una vez en la senda de<br />
planeo, confirma:<br />
-Ginebra radar, Charlie Charlie Papa Lima Juliett, establecido<br />
en el localizador...<br />
Al poco rato de comunicarse con la torre, el Julie se<br />
encuentra sobre la pista a punto de posar sus ruedas.<br />
Son las cuatro cuarenta y cuatro de la tarde del domingo<br />
cuatro del cuarto mes del año dos mil cuatro.<br />
María Eliana se inquieta por el sentido que pueda tener<br />
esta especie de cábala. Madeleine se pregunta lo mismo. Es<br />
demasiada coincidencia y ella también conoce de esas cosas.<br />
El avión rueda y al frente se sitúa un automóvil con un<br />
gran letrero apoyado en el vidrio trasero que reza: “Follow me”.<br />
Las aviadoras se miran contentas, ya que esto las exime<br />
de la complicada tarea de encontrar las vías correctas que a<br />
veces parecen un laberinto en los grandes aeropuertos internacionales.<br />
Le siguen obedientes a través de las pistas de rodaje<br />
que el auto guía recorre con lentitud, alejándose del terminal<br />
donde paran los aviones de línea aérea, con dirección al sector<br />
en que, según el plano del aeropuerto, está Aviación General y<br />
a la vez se alberga la sede del Aeroclub de Ginebra.<br />
Divisan dos carros bomba que les parecen inmensos.<br />
Pertenecientes a la compañía de bomberos que presta servicios<br />
en el aeropuerto, están estacionados uno a cada lado de<br />
la pista, lo que despierta su curiosidad. Pocos metros antes de<br />
cruzar entre éstos, son sorprendidas: de cada vehículo sale un<br />
gran chorro de agua que se cruza con el otro, armándoles un<br />
arco. Mientras pasan por debajo, la lluvia desprendida cubre<br />
el parabrisas y las ventanas del avión. Sienten una profunda<br />
sensación visceral y quedan unos segundos sin visibilidad,<br />
pues el avión no posee sistema de limpiaparabrisas.<br />
El agua escurre y pueden ver mucha gente. El auto guía<br />
sigue al frente. Ellas continúan atrás. Es algo tan inesperado,<br />
extraordinario e impactante, que están estupefactas y al mismo<br />
tiempo rebosan alegría.<br />
Nunca esperaron un homenaje de tal calibre, visto sólo<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
159
una vez en la historia de ese país, al gran corredor de automóviles<br />
Kurt Schumacher, cuando salió campeón mundial<br />
de Fórmula Uno por tercera vez.<br />
El vehículo conductor hace una pequeña curva y se<br />
detiene. Ellas lo hacen tras él y la nariz del Julie queda<br />
enfrentada con el terminal, aunque a una gran distancia.<br />
Apagan el motor y se aprestan a descender, impresionadas<br />
y conmovidas, pues aquella demostración hecha por suizos,<br />
con lo reservados que son, tiene doble valor. La emoción<br />
es incontrolable y se convierte en lágrimas que corren<br />
por sus mejillas.<br />
Detenido el avión junto al contingente de bomberos,<br />
abren la puerta y escuchan los vítores de la gran cantidad de<br />
personas que las esperan, muchas de ellas con llamativos<br />
ramos de flores.<br />
Aparecen también la Embajadora de Chile en Suiza con<br />
sede en Berna, Cecilia Mackenna; el Embajador de Chile<br />
ante las Naciones Unidas en Ginebra, Juan Martabit; autoridades<br />
del prestigioso Aeroclub de Ginebra; una diversidad<br />
de autoridades locales; y muchos chilenos de la colonia residente<br />
en Suiza.<br />
Entre los amigos y familiares, María Eliana divisa al<br />
menor de sus hijos, Rodrigo, junto a uno de sus nietos, quien<br />
orgulloso corre hacia ella.<br />
Otra vez, entre la multitud, aparece Hans. En Madeleine<br />
se repiten las mismas sensaciones de júbilo percibidas al<br />
verlo en Madrid.<br />
Observa que junto a él camina su amigo piloto Tito<br />
Guttman acompañado de su esposa Dolly. Trae en brazos<br />
una caja que contiene las cartas de navegación y aproximaciones<br />
que le ofreciera de regalo para preparar la posible travesía<br />
del Círculo Polar Ártico.<br />
Se entera que han ido especialmente a recibirlas y llevarles<br />
esa importante información. Partieron temprano de<br />
Alemania, donde residen, y deben continuar de inmediato,<br />
pues viajan a Austria en auto.<br />
Este enorme gesto de amistad se suma al cúmulo de<br />
emociones, que continúan:<br />
160 TRAVESÍA 2004
El Aeroclub les regala unas finas mochilas, repletas de<br />
sorpresas útiles para un piloto, como una pequeña frazada<br />
térmica, una calculadora, un polar, una linterna... Todo con<br />
el emblema institucional.<br />
En la misma pista, los integrantes de la colonia chilena<br />
residente en Ginebra, ataviados con los trajes típicos de<br />
Chile, les ofrecen un emotivo esquinazo.<br />
Completa el cuadro una serie de periodistas y cámaras<br />
de televisión pertenecientes a diversos medios nacionales e<br />
internacionales.<br />
Las aviadoras tienen considerado permanecer en Suiza<br />
dos semanas antes de emprender su retorno a Chile, en una<br />
travesía que tomará otros casi treinta días. Aún prima la idea<br />
de volver a atravesar el Atlántico Sur y desde Natal circunnavegar<br />
la costa Este y Norte de Sudamérica para bajar por<br />
la del Pacífico hasta Chile.<br />
Entregan varias declaraciones en las cuales agradecen la<br />
grandiosa recepción además del apoyo recibido por tanta<br />
gente chilena y de otras nacionalidades.<br />
Terminado tan magno acto, el Club Aéreo de Ginebra<br />
las invita para la tarde siguiente a otra celebración.<br />
Las aviadoras se separan: Madeleine y Hans parten a su<br />
acogedor departamento en Fiesch, un pequeño pueblo a tres<br />
horas al Este de Ginebra, donde casi todos los habitantes son<br />
familiares de él.<br />
María Eliana lo hace al de su hijo, en Cossonay, a casi<br />
sesenta minutos de ahí, para aprovecharlos a él, su nuera y<br />
los nietos, aunque entremedio deberá cumplir con algunos<br />
compromisos, como el del día siguiente.<br />
En la sala del evento observan emocionadas que en el<br />
muro del escenario han montado una pantalla con su página<br />
web, donde en primer plano aparecen sus rostros.<br />
Están presentes Cecilia Mackenna y otras autoridades.<br />
Además el Presidente del Aeroclub de Genève, Michel<br />
Favre con su esposa Florence; el agregado de prensa del<br />
Aeropuerto Internacional de Ginebra, Philippe Roy; el<br />
Director del Aeropuerto Internacional de Ginebra (AIG), J.P.<br />
Jobin; el Presidente GVM, Jean Christian Marti; muchos<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
161
socios del Aeroclub y diversas visitas.<br />
El acto se inicia con una conferencia de prensa que finaliza<br />
con la solicitud de una breve reseña de la Travesía y sus<br />
vivencias.<br />
María Eliana cede la tribuna a Madeleine para que hable<br />
en nombre de las dos. Su dominio del francés es de gran ayuda<br />
y la presentación le resulta muy bien. Percibe un buen reencuentro<br />
con este idioma, como si se sumergiera en sus raíces.<br />
Recuerda que de chica, en su casa, lo hablaban indistintamente<br />
con el alemán. Se siente muy cómoda y hace un entretenido<br />
resumen con los detalles que le parecen más importantes.<br />
Luego responden a diversas preguntas y una vez más<br />
reconocen, con gratitud, que las han tomado por sorpresa.<br />
El Presidente del Aeroclub de Ginebra hace un sentido<br />
discurso y otra vez las asombra, pues la entidad ha decidido<br />
agasajarlas con la distinción de socias honorarias.<br />
Para quedar acreditadas reciben un diploma y la piocha<br />
de oro que representa a dicho organismo.<br />
El Director, señor Jobin, continúa el mensaje y les informa<br />
que la única obligación contraída consiste en asistir a la<br />
asamblea anual de socios.<br />
Todos ríen.<br />
Madeleine responde de inmediato:<br />
-Nos parece muy bien, cuenten con que apareceremos<br />
todos los años... -Agranda su sonrisa-. Con el Julie.<br />
La sala vuelve a reír en pleno.<br />
Allí mismo, para dar término al homenaje, las festejan<br />
con una cena.<br />
El restaurante está construido alrededor de un enorme y<br />
antiguo avión Breguet Atlantic a turbina, con todo original,<br />
incluido el panel, los instrumentos de vuelo, los asientos de<br />
piloto y copiloto con su cuero ajado por el uso y el tiempo.<br />
Madeleine se divierte parada junto a una rueda que<br />
incluido el amortiguador son de su tamaño. Como lo hacen<br />
otros comensales, de las diversas mesas, sube por una escalera<br />
que comunica con la cabina y ocupa durante un rato el<br />
lugar del comandante.<br />
El piloto Jean Michel Karr, socio del Consejo de<br />
162 TRAVESÍA 2004
Administración del Aeropuerto de Ginebra, comparte la mesa<br />
sin su esposa, también piloto, quien ha debido regresar a<br />
casa. Lo conocieron apenas al llegar y de inmediato les pareció<br />
un ser muy especial y simpático, agradecidas por su interés<br />
en la aventura y el elocuente despliegue de generosidad.<br />
Entrada la noche se despiden de la Embajadora, quien<br />
regresa en tren a Berna. El hijo de María Eliana la espera<br />
para abordar el auto. Madeleine y Hans han aceptado la invitación<br />
del Aeroclub para pasar la noche en un hotel de la<br />
ciudad, pues al día siguiente tienen una serie de compromisos<br />
en las cercanías y desean evitar la gran cantidad de kilómetros<br />
que les separa de su departamento.<br />
La despedida es conmovedora. Han cumplido su hazaña;<br />
sin embargo, les queda la vuelta. Están cansadas, en<br />
especial María Eliana que no logra desprenderse de sus<br />
dolores de espalda. El Julie, por su parte, ha sido muy aporreado<br />
como para exponerlo a otro cruce del Atlántico Sur.<br />
Ya tendrán tiempo de conversarlo con calma, pues no es éste<br />
el momento, pero algo interior les dice que el regreso es más<br />
desafiante aun que la ida.<br />
RECIBIMIENTO HISTÓRICO<br />
163
Segunda Parte<br />
El Regreso
TRAVESÍA 2004<br />
RUTA DE<br />
VUELTA<br />
FECHA<br />
01-May<br />
02-May<br />
03-May<br />
04-May<br />
06-May<br />
08-May<br />
14-May<br />
15-May<br />
16-May<br />
17-May<br />
18-May<br />
20-May<br />
21-May<br />
23-May<br />
CIUDAD DE<br />
DESPEGUE<br />
Ginebra<br />
Stornoway<br />
Reykjavik<br />
Kangerlussuaq<br />
Iqaluit<br />
Kuujjuaq<br />
Montreal<br />
Raleigh<br />
Key West<br />
Managua<br />
Panamá<br />
Guayaquil<br />
Lima<br />
Arica<br />
166 TRAVESÍA 2004<br />
CIUDAD DE<br />
ATERRIZAJE<br />
Stornoway<br />
Reykjavik<br />
Kangerlussuaq<br />
Iqaluit<br />
Kuujjuaq<br />
Montreal<br />
Raleigh/Durham<br />
Key West<br />
Managua<br />
Panamá<br />
Guayaquil<br />
Lima<br />
Arica<br />
Santiago<br />
PAÍS DE<br />
DESTINO<br />
Escocia<br />
Islandia<br />
Groenlandia<br />
Canadá<br />
Canadá<br />
Canadá<br />
U. S. A.<br />
U. S. A.<br />
Nicaragua<br />
Panamá<br />
Ecuador<br />
Perú<br />
Chile<br />
Chile<br />
CONTINENTE<br />
Europa<br />
Europa<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
América<br />
MILLAS<br />
NÁUTICAS<br />
923<br />
574<br />
730<br />
479<br />
355<br />
855<br />
750<br />
728<br />
896<br />
530<br />
780<br />
680<br />
584<br />
940<br />
HORAS<br />
DE VUELO<br />
06:30<br />
05:00<br />
05:42<br />
04:12<br />
03:06<br />
06:06<br />
05:48<br />
05:36<br />
07:06<br />
04:18<br />
05:48<br />
05:54<br />
04:24<br />
06:48<br />
14 ciudades 10 países 9.804 76:30
Hace ya mucho tiempo<br />
La mamá tomó algunas hojas de los árboles y le dio de<br />
chupar a la pequeña. Luego cogió otras pocas y las introdujo<br />
en su boca, consciente que sería toda el agua a beber durante<br />
el día y les esperaba una larga caminata sin descanso hasta<br />
que cayera la noche, donde las pillara...<br />
En su dormitorio, Madeleine se prepara para ir a su próxima<br />
conferencia. Mientras arranca un mordisco a la manzana<br />
que sostiene en su mano derecha, se detiene ante la ventana<br />
y observa el jardín. Aquellos recuerdos le roban un profundo<br />
suspiro y se pregunta cómo traspasar a otros su experiencia,<br />
no de aviadora, sino de vida. De qué manera hacer<br />
HACE YA MUCHO TIEMPO<br />
167
sentir a otras personas que la existencia comienza a cada instante<br />
y, mientras ello ocurra todos los días, es posible realizarse<br />
con éxito y felicidad. Si para ella fue posible superar las<br />
barreras que el destino le puso, no le cabe duda que cualquier<br />
individuo, cual sea su condición, también lo puede hacer.<br />
Echa una mirada a Hans que silencioso anuda en su cuello<br />
la sedosa corbata y viaja más atrás en el tiempo para<br />
enfocar imágenes ajustadas a las historias que su madre le<br />
contó a medida que crecía:<br />
Se imagina como una criatura que, recién nacida, apenas<br />
podía abrir sus ojos... Y a su mamá cubrirla con su regazo,<br />
mientras el papá estaría asustado, mirándola con ternura...<br />
Stettin, la pequeña ciudad ubicada en la costa noreste de<br />
Alemania estaba en llamas y el ruido de las bombas era<br />
ensordecedor. Los rusos la destruyeron sin misericordia, dispuestos<br />
a lo que fuera por conquistarla. Sus padres comprendieron<br />
que debían huir cuanto antes. Recogieron algunas<br />
ropas y con ellas al hombro salieron a la calle, cada vez más<br />
aterrados con las impresionantes explosiones y el completo<br />
caos circundante.<br />
Retrocede más todavía:<br />
Sin duda ese día de su nacimiento, el 29 de abril del año<br />
1943, no era el mejor momento para abrir los ojos a la vida,<br />
pero no tuvo elección y tan cierto resultó, que a partir de<br />
entonces la rodeó el terror: lo escuchó, lo vio y casi se acostumbró<br />
a él, como parte inherente a la vida de un ciudadano<br />
común y corriente.<br />
En aquel duro escenario su vida transcurrió por milagro<br />
a través de caminos plagados de dificultades. La primera se<br />
presentó debido a su particular condición de ser francesa de<br />
sangre, pero alemana de nacimiento. Y para complicar otro<br />
poco las cosas, en 1945 se corrieron las fronteras y su ciudad<br />
natal pasó a ser de Polonia. Además, como si todo esto no<br />
fuera suficiente enredo, sus papeles se quemaron. Así, agregó<br />
la carga de crecer sin nacionalidad definida.<br />
Hoy la contextura de Madeleine, tanto en su aspecto<br />
físico como en la forma de comportarse, se corresponde con<br />
una simpática ardilla de cortometraje infantil. Está siempre<br />
168 TRAVESÍA 2004
en movimiento y sonríe de cuando en cuando, como para no<br />
dejar dudas de que anda feliz por el mundo.<br />
Esta mañana, aunque tiene mucho qué hacer, algo interior<br />
la ha obligado a detenerse para recordar y son pensamientos<br />
violentos... Da otro mordisco y masca con rapidez.<br />
Mira su cara en el espejo y levanta el mentón. Decididamente<br />
entre Dios, en quien cree sin reservas, y ella, que se considera<br />
una criatura digna de él, han construido una valiosa persona.<br />
Una de sus fugaces sonrisas cruza por el rostro y termina<br />
de darse algunos toques que resalten su feminidad para<br />
dejar en claro que ser una mujer exitosa en el mundo de las<br />
alas nada tiene que ver con parecer hombre. Por el contrario,<br />
es su obligación testimoniar que las oportunidades se abren<br />
indistintas al género si se les sabe descubrir y manejar.<br />
Ambos pueden ser, si así lo deciden, un individuo completo.<br />
Vuelve a enfocar la huida de sus padres con destino a<br />
Berlín, esperanzados en recibir protección, aterrados por las<br />
locuras que los rusos venían haciendo en contra de esa<br />
sociedad donde ellos estaban insertos como por una inescrutable<br />
maldición.<br />
Hicieron un largo camino a pie, entre el tronar de las<br />
bombas y ráfagas de balas aparecidas de cualquier parte y en<br />
dirección desconocida, angustiados por no saber cómo hacerles<br />
el quite, pues ni siquiera sabían qué tan cerca cruzaban.<br />
Piensa en su padre, a quien nunca conoció. La máxima<br />
aproximación lograda de su apariencia ocurrió en un cine,<br />
cuando su mamá comenzó a llorar:<br />
-¿Qué te pasa? -le preguntó Madeleine con curiosidad,<br />
pues no era una escena cargada de tanta emotividad como<br />
para ello.<br />
-Es tu padre -respondió.<br />
La muchacha hizo una mueca que indicó evidente interés.<br />
-Jean Louis Trintignant...<br />
Madeleine siguió sin comprender.<br />
-Quiero decir que tu papá era muy parecido a él.<br />
Los sollozos reaparecieron y consideró un gesto de consideración<br />
callarse y continuar mirando la película, lo que<br />
hizo con un grueso nudo en la garganta y muy confundida,<br />
HACE YA MUCHO TIEMPO<br />
169
concentrada en cada rasgo y actitud del actor.<br />
Asume que sabe muy poco de su padre, pues cada vez<br />
que Yvonne le contaba sobre él, pronto era vencida por la<br />
angustia y los sollozos. Por otra parte, ella, entre sus afanes<br />
de adolescente y el deseo por escapar al fantasma de la post<br />
guerra, nunca se dio el tiempo para saber más sobre aquel<br />
médico francés, que considerado de mucha ayuda por los<br />
rusos, fue detenido para que les ayudara en misiones de<br />
atención a los heridos caídos bajo las armas alemanas.<br />
En un sorpresivo ataque del cual no quedaron antecedentes,<br />
llegó su hora. Yvonne, entonces, a pesar del golpe y<br />
la inmensa pena, decidió huir con su guagua, acompañada<br />
también por su madre.<br />
Aquella travesía fue mucho peor que la anterior, pues<br />
los rusos estaban cerca. Esta vez conocían la procedencia de<br />
las balas, incluso de vez en cuando les era posible avistarlos,<br />
aterradas de ser descubiertas, ya que sólo tenían un papel de<br />
identificación sumamente confuso, que de hecho las involucró<br />
en una terrible situación...<br />
Evoca la historia de sus abuelos maternos. Ella, también<br />
con sangre francesa, nació en la ciudad de Rótterdam, en<br />
Holanda. Poco después de cumplir tres años de vida, sus<br />
padres se embarcaron junto a varios matrimonios. El barco<br />
naufragó y quedó huérfana.<br />
Su niñera la llevó a Berlín, donde creció y conoció a su<br />
futuro esposo, que también era francés. Se trataba de un<br />
comerciante en joyas que por su actividad nunca paró más<br />
de uno o dos años en cada lugar.<br />
Con esta vida nómada, Yvonne nació en Moscú, en 1917.<br />
Once años después, mientras hacía negocios en la<br />
Alemania del Sur, su abuelo murió víctima de un accidente<br />
automovilístico. La abuela, entonces, cansada de viajar,<br />
decidió radicarse allí con su única hija...<br />
Se detiene de manera abrupta y vuelve a la historia de<br />
aquella huida de la abuela con su madre y ella en brazos:<br />
Lograron esquivar a los rusos escondiéndose por aquí y por<br />
allá, entierradas de pies a cabeza, mientras oían el tronar de las<br />
ametralladoras, temerosas de que una ráfaga las cortara en dos.<br />
170 TRAVESÍA 2004
Al sonar de las sirenas corrían aterrorizadas a través de<br />
los bosques, sobresaltadas por las fuertes explosiones y las<br />
inmensas llamaradas.<br />
De pronto se detuvieron demudadas ante un contingente<br />
ruso aparecido de la nada. Perplejas quedaron paradas frente<br />
al jeep que hacía de líder.<br />
Dos soldados saltaron de inmediato del carro descubierto<br />
que le seguía y las encañonaron.<br />
-No estamos armadas -gritó Marie-Yvette.<br />
-Somos mujeres y llevo mi guagua -aclaró Yvonne,<br />
escondiendo la criatura lo más que pudo.<br />
Pero a los rusos nada de eso les importó y con frialdad<br />
exigieron:<br />
-¡Sus papeles!<br />
-¡Queremos verlos de inmediato!<br />
Con cuidado su abuela los sacó de entre la ropa y se los<br />
alargó.<br />
-¿Francesas? Mmmh...<br />
-¿Nacida en Holanda, viviendo en Alemania? -preguntó<br />
uno de ellos a Marie-Yvette.<br />
-Sí -respondió con timidez.<br />
-Y tú, veamos... Eres hija y...<br />
Yvonne aterrada, aferraba a la niña, temerosa que se la<br />
arrancaran de los brazos.<br />
-¿Nacida en Moscú, también con residencia en Alemania?<br />
Asintió con la cabeza, sin saber qué agregar.<br />
-Estas mujeres son espías -acusó el soldado más alto.<br />
Las dos mostraron cara de espanto. Sabían a la perfección<br />
el patético significado de que ellos mantuvieran aquella<br />
acusación.<br />
-No, no somos espías -se defendieron al unísono.<br />
-¡Vamos, andando! -exigió el otro soldado, enterrando el<br />
cañón de su arma entre las costillas de Marie-Yvette.<br />
-Caminen si no quieren que les volemos la cabeza<br />
-agregó el primero con su arma zigzagueando entre Yvonne<br />
y la guagua.<br />
Pasaron junto al jeep. Por la vestimenta, sin duda sus<br />
ocupantes eran oficiales. Sus presencias intocables asusta-<br />
HACE YA MUCHO TIEMPO<br />
171
an más aun que las armas en manos de los soldados.<br />
Por los papeles de Madeleine no mostraron interés, lo<br />
que les pareció una suerte, pues como no tenía, pensaron que<br />
sólo hubiera complicado las cosas. Tal vez tan poco les<br />
importó que por eso no se la quitaron para tirarla por ahí. En<br />
todo caso, fueron sólo presunciones, pues mientras no la<br />
tocaran era absurdo preguntar.<br />
Recorridos unos cien metros las hicieron subir a un<br />
camión cargado con personas de pie, donde parecía imposible<br />
caber.<br />
-¡Vamos, arriba, arriba. No querrán que se escape una<br />
bala! -gritó uno de los soldados mientras las empujaba con<br />
el cañón del fusil.<br />
-¡Malditas espías! -exclamó el otro golpeando sus espaldas<br />
con la culata del suyo.<br />
Del camión aparecieron algunas manos para ayudarles.<br />
A los pocos segundos la lona del fondo cubrió la vista<br />
hacia el camino y el vehículo partió dando brincos sobre las<br />
gruesas piedras.<br />
Entrada la noche se detuvo y escucharon mucha algarabía<br />
y órdenes. La parte trasera se abrió y a gritos las hicieron<br />
bajar junto a los demás, recibiendo golpes que los soldados<br />
lanzaban en cualquier dirección, dirigidos a quienes fortuitamente<br />
les cayeran. Aterradas comprobaron que su destino<br />
era un maloliente campo de concentración.<br />
Las narraciones de Yvonne acerca de aquella estadía, los<br />
maltratos y los abusos, fueron cruentas. Allí quedó la única foto<br />
de su padre, destruida entre la tierra y la suela del zapato de un<br />
soldado, luego que la arrancara desde el interior del sostén de la<br />
joven mujer, donde inocente, creyó que estaría segura.<br />
Respecto a la huida, Madeleine no está segura de cómo<br />
ocurrieron los hechos. La información que tiene es vaga.<br />
Alguien, no sabe bajo qué circunstancias, les facilitó la salida.<br />
Tampoco sabe el costo de aquello y prefirió no averiguar más<br />
de lo que le contaron, pues nada bueno hubiera ganado con<br />
saberlo. Sí está segura de que sucedió muy a tiempo, pues la<br />
abuela en su desesperación por las patéticas condiciones de<br />
vida, había pensado con seriedad en un suicidio colectivo.<br />
172 TRAVESÍA 2004
Por fortuna Yvonne estuvo dispuesta a resistir, pues consideró<br />
imprescindible proteger a su indefensa hija. Sin<br />
embargo, la locura rondaba y en cualquier momento podía<br />
ser vencida, sobre todo debido a los golpes recibidos, que<br />
día tras día le destruyeron los huesos de la espalda al punto<br />
de convertirla en una minusválida.<br />
Cuando llegaron al sector occidental de Berlín, asignado<br />
a los franceses, lo encontraron en ruinas.<br />
Allí, la comandancia les asignó una vivienda y declaró<br />
a la madre con invalidez parcial del cincuenta por ciento,<br />
lo que le dio derecho a un seguro cobrable de por vida,<br />
pero las penurias continuaron, pues era un aporte del todo<br />
limitado para satisfacer sus necesidades. Con hambre, frío<br />
y condiciones mínimas de salubridad, la amenaza contra su<br />
salud era una espada dispuesta a caerles encima en cualquier<br />
momento. Por ello, Yvonne, a pesar del deterioro físico,<br />
intentó hacer algunos trabajos, pero no era fácil en<br />
aquel espacio donde tantos con sus cuerpos completos<br />
luchaban por lo mismo.<br />
La ropa, por otro lado, provenía de donaciones a la Cruz<br />
Roja. En general muy vieja, debía ser ajustada por ellas...<br />
Recuerda cuando su abuela la obligaba a subirse sobre<br />
una mesa para probarle. Hace una mueca de disgusto al pensar<br />
en cuánto le cargaba.<br />
En aquella ciudad vivió hasta terminar sus estudios<br />
secundarios, lo que ocurrió al poco tiempo de cumplir dieciocho<br />
años.<br />
Evoca algunos aspectos de su mamá, quien también<br />
tuvo aires de vuelo, aunque le cortaron las alas de golpe:<br />
entre 1928 y 1935 hubo grandes avances en la aviación y<br />
ella soñó con ser piloto, nada menos que de acrobacias, pero<br />
Marie-Yvette se lo negó bajo el contundente argumento de<br />
ser, ésas, “cosas de hombres”.<br />
Entonces quiso optar para hacerse profesora de matemáticas;<br />
sin embargo, recibió también una rotunda negativa,<br />
por la misma razón. “Tendrás que ser cosmetóloga diplomada”<br />
se le ocurrió a Marie-Yvette. Deseo que para su hija fue<br />
una orden. Con posterioridad a su paso por el campo de con-<br />
HACE YA MUCHO TIEMPO<br />
173
centración ruso, debido al gran daño físico sufrido, todas las<br />
posibilidades se esfumaron...<br />
“Al menos, Mami, yo lo logré y no poco mérito tiene tu<br />
apoyo sin restricciones a todas mis aspiraciones” se dice,<br />
mientras recoge su cartera.<br />
La abnegada Yvonne permitió a su única y joven hija<br />
“volar del nido”. Fue tan generosa, que no trató de detenerla<br />
con lamentos, confiada en que se iba a defender, que tenía<br />
fortaleza de carácter y tantas ganas de realizarse para vivir.<br />
Le había entregado lo mejor que según ella podía dar una<br />
madre: amor y educación. Por más que le doliera ver partir<br />
lo único que le restaba de familia, su corazón comprendió<br />
ese llamado del “mundo”, ese anhelo de querer descubrir<br />
nuevos horizontes, aparentemente alojado en sus genes desde<br />
hacía muchas generaciones...<br />
Cuando la dejó ir a diferentes países para perfeccionarse<br />
en idiomas, intuyó que algún día se iba a cumplir la promesa<br />
que la muchacha le hiciera: “Mami, yo te haré viajar de nuevo,<br />
como lo hacías antes de la guerra. Sé que aún añoras esa<br />
vida de antaño”. La madre no tuvo dudas de que Madeleine<br />
lograría sus objetivos y en su inmenso corazón pensó que su<br />
felicidad era la de ella.<br />
A pesar de las distancias geográficas, cultivaron un<br />
amor entrañable y sus lazos afectivos se fortalecieron. Por<br />
años se escribieron larguísimas cartas. No disponían de teléfono<br />
en la casa y cada llamada era un lujo, inalcanzable para<br />
la mayoría.<br />
Hans la ha seguido por el rabillo del ojo, respetando sin<br />
restricciones su silencio. Sabe que para ella esa mañana es<br />
muy importante y, de seguro, también es muy fuerte todo lo<br />
que pasa por su cabeza.<br />
-Estoy lista, me voy -le informa, interrumpiendo sus<br />
cavilaciones- besitos.<br />
Él sonríe con cariño y responde con su acostumbrada<br />
suavidad:<br />
-Tendrás un buen día, no tengo duda.<br />
174 TRAVESÍA 2004
La vida continúa<br />
Entre diversos pensamientos que recorren su vida desde<br />
la infancia hasta este momento, a María Eliana el camino<br />
se le ha hecho muy corto. Está casi a la altura de Maipú<br />
y mantiene la aguja del velocímetro sobre los ciento diez<br />
kilómetros por hora, concentrada para tomar la salida<br />
correspondiente a Américo Vespucio.<br />
Sus pensamientos también cambian de rumbo.<br />
Revisa mentalmente el material que deberán exhibir ante<br />
las personas que vayan a escuchar la conferencia que a<br />
LA VIDA CONTINÚA<br />
175
poco rato darán junto a Madeleine.<br />
Le gusta aquello de ser testimonio para que a través de<br />
su experiencia otros comprendan la grandeza de ser arquitectos<br />
de sus propias vidas. Cada día está más convencida<br />
de la importancia que tiene salir de la pasiva comodidad,<br />
para arriesgarse a romper los límites y escapar de la rutina<br />
de la cual se es prisionera. Ir a lo desconocido agranda el<br />
mundo interior, lo que si se hace habitual permite crecer.<br />
Mientras en la realidad del tercer milenio la tecnología<br />
deshumaniza a pasos agigantados al hombre sometido,<br />
ellas han demostrado la importancia que tiene vivir tras un<br />
ideal, donde los sueños se pueden convertir en realidad si<br />
uno así lo decide a través del empeño, la perseverancia y el<br />
entusiasmo.<br />
“Además -piensa, consciente del beneficio de reconocer<br />
los propios valores- abrimos una ancha puerta a quienes<br />
creen que la edad es un límite para alcanzar una meta<br />
con éxito”. Es uno de los momentos en que el apodo<br />
“Abuelas Voladoras” le agrada. Sonríe al pensar que<br />
alguien muy joven, de treinta y seis años, por ejemplo,<br />
puede ser convertida en abuela porque a su hija se le ocurrió<br />
ser madre.<br />
Además, aparte de la riqueza interior ganada por la<br />
experiencia, está consciente, al igual que Madeleine, de<br />
haberse transformado en una importante promotora de la<br />
aviación, con un gran testimonio para motivar a la juventud<br />
y en general a las mujeres interesadas en la gran cantidad de<br />
oportunidades profesionales que tal actividad ofrece. Como<br />
piloto, por supuesto, pero también en una diversidad de<br />
importantes ramas como son la meteorología, la enseñanza<br />
teórica, las tecnologías aeronáuticas, las ciencias del espacio,<br />
el control de tráfico aéreo, el despacho de vuelo, la<br />
mecánica de los aviones, la ingeniería aeronáutica...<br />
En esta magnífica historia, lo que más lamenta, al igual<br />
que su compañera, es que su proeza, reconocida a nivel<br />
mundial, haya tenido que ser financiada en gran medida por<br />
ellas mismas, con los enormes costos que eso ha significado,<br />
dejándolas con una gran deuda por enfrentar.<br />
176 TRAVESÍA 2004
Pero en fin, nada les cambiará la idea de que cuando<br />
realmente se va tras un sueño no hay límites.<br />
“Hemos hecho algo inédito -repite para sí-. Somos adultos<br />
mayores y hemos demostrado que, sin lugar a dudas,<br />
nunca es tarde para tener sueños y alcanzarlos. La edad no<br />
sólo no es un inconveniente, sino por el contrario, la sabiduría<br />
es una buena aliada para esforzarse, luchar y ganar”.<br />
A continuación piensa en su próximo sueño, el que iniciado<br />
antes de la Travesía, más bien desde hace muchos<br />
años, también se va convirtiendo en realidad. Sonríe, pues<br />
es aun mayor. Tal vez a lo máximo que puede aspirar todo<br />
ser humano: ayudar a otros a cumplir los suyos.<br />
Son tantos los jóvenes que necesitan una mano, los<br />
enfermos terminales que no saben enfocar su realidad, los<br />
adultos mayores que se sienten acabados...<br />
Ha tenido una vida con tantas oportunidades de aprender,<br />
que quiere dar lo más posible para agradecer a Dios.<br />
Así, está dispuesta a testimoniar por duro que sea y ofrecer<br />
su ayuda a los agredidos, porque ella fue una niña golpeada;<br />
también desea apoyar a los que se sienten solos, pues<br />
durante una larga época su lista de amigos se redujo a<br />
puros animales.<br />
Nunca olvidará la gallina, que luego de seguirla por<br />
todos lados, dormía bajo su ventana; tampoco a los pequeños<br />
gatos recién nacidos que la gente echara al canal de<br />
regadío y ella recogía para sanarles...<br />
Hace unos días, en una de sus conferencias, dirigida a<br />
niños de pocos recursos, recuerda haberles testimoniado<br />
que el sueño de la Travesía tuvo una gestación de treinta y<br />
seis años.<br />
“Un poco mucho” se dice y sonríe al pensar que la<br />
vida adquiere valor cuando está llena de desafíos que a diario<br />
se convierten en realidad.<br />
Parte de esta nueva generación de realizaciones está<br />
alimentada por el sueño de enseñar a otras personas a<br />
aumentar la tolerancia al dolor, tanto físico como psíquico.<br />
Aprender a dar más allá de los límites... Y tener fe. Por una<br />
buena razón, todo se puede...<br />
LA VIDA CONTINÚA<br />
177
Mira la hora en el tablero del auto y comprueba que<br />
lleva veinte minutos de adelanto. Imagina que su amiga<br />
aún no ha llegado. Entra al estacionamiento que está casi<br />
vacío y aparca con toda calma bajo un frondoso árbol.<br />
178 TRAVESÍA 2004
Siempre pensé en el cielo<br />
Madeleine enciende el motor de su automóvil. En pocos<br />
segundos abandona su calle y avanza por otra bastante congestionada.<br />
Observa el reloj y calcula que a pesar del alto<br />
tráfico llegará unos quince o veinte minutos antes de lo<br />
necesario.<br />
Le parece increíble la distancia con su difícil infancia.<br />
Entre las cosas que jamás olvidó está su primera experiencia<br />
en un avión, posible gracias a la nueva nacionalidad adquirida<br />
por su madre al casarse con un suizo.<br />
Sucedió cuando sólo tenía cinco años y la relación duró<br />
apenas tres meses. Por eso no recuerda más que su gran tamaño,<br />
la gordura y que con sus enormes manos la tomaba de los<br />
codos para alzarla por los aires; sin embargo, esa nueva condición<br />
les dio acceso a todos los beneficios que el consulado<br />
suizo en Berlín entregó a las víctimas de la post guerra.<br />
Recuerda las fiestas ofrecidas por este organismo cada<br />
primero de agosto para celebrar el día nacional de Suiza.<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
179
También el despliegue realizado durante las navidades. Estas<br />
importantes fechas quedaron en su memoria por su opulencia,<br />
contrastada con la realidad diaria de su pobre mundo<br />
inserto en la dura vida de una sociedad que aún trataba de<br />
comprender lo sucedido. Eran los únicos días del año en que<br />
gozaban de una buena comida.<br />
El consulado, consciente del sufrimiento infantil y para<br />
que los niños se repusieran de los duros efectos de la guerra,<br />
puso en práctica la iniciativa de enviarlos durante parte de las<br />
vacaciones de verano a otras ciudades, a convivir con familias<br />
que desearan aportar su generosidad a tan noble causa.<br />
Como Madeleine carecía de papeles y a su madre le aterraba<br />
que los rusos pudieran volver a detenerla, además en<br />
consideración a las marcas psicológicas que el gran sufrimiento<br />
experimentado registró en la niña, el consulado hizo<br />
una excepción y a diferencia de los demás pequeños que<br />
iban en bus, debido a que éste atravesaría territorio soviético,<br />
la envió en avión.<br />
Tenía once años y ese día lo lleva grabado a fuego.<br />
Cuando subió a la enorme aeronave de Pan American<br />
Airways, su corazón latía tan fuerte que le pareció propio de<br />
una treta para abandonar el cuerpo. Aquel vuelo le impactó y<br />
agradó de tal modo, que antes de llegar al aeropuerto de destino<br />
había decidido ser auxiliar de vuelo apenas terminara<br />
sus estudios secundarios.<br />
A partir de las primeras averiguaciones que hizo supo de<br />
las altas exigencias impuestas por las líneas aéreas y comprendió<br />
lo difícil que era llegar a ser finalista en una selección.<br />
Desde entonces, se esmeró por ser una alumna destacada;<br />
sin embargo, al salir del colegio no pudo postular, pues<br />
era muy joven y se requerían veintiún años.<br />
Entonces, decidida a cumplir su sueño, optó por esperar.<br />
Y consciente de la importancia que tenía dominar varias lenguas,<br />
realizó trabajos como traductora y secretaria trilingüe<br />
en francés, inglés y alemán. Pero no contenta con ello, quiso<br />
perfeccionar sus idiomas foráneos, para lo cual se trasladó al<br />
occidente de Inglaterra, lugar completamente aislado del alemán,<br />
donde sólo se hablaba inglés. Después fue a Londres<br />
180 TRAVESÍA 2004
por seis meses y continuó a Francia con la idea de radicarse<br />
durante un par de años.<br />
Pero allí conoció a Elisa, una española con la cual se<br />
comunicaban en inglés. Ella la entusiasmó para que dividiera<br />
esos dos años entre Francia y España, lo que aceptó de<br />
inmediato, pues con ello agregaría a su currículum un cuarto<br />
idioma, del cual tenía nociones, por haber tomado en el colegio<br />
el castellano como ramo extraprogramático. Por otra<br />
parte, en París había asistido a unos cursos vespertinos. No<br />
le pareció difícil, además, gracias a la base proporcionada<br />
por los tres años de latín estudiados durante su educación<br />
superior. En aquel entonces lo detestaba y jamás imaginó<br />
cómo se haría realidad en ella el dicho: “No hay mal que por<br />
bien no venga”.<br />
El año en España pasó rápido y se quedó más tiempo.<br />
Apenas cumplió los veintiún años, comenzó a enviar sus<br />
antecedentes personales a todas las líneas aéreas.<br />
La selección para auxiliar de vuelo fue tan rigurosa<br />
como esperó, pero su preparación le permitió quedar entre<br />
las elegidas por una compañía canadiense y al momento de<br />
recibir la última respuesta, en momentos que todo apuntaba<br />
a su aceptación, ¡sorpresa!, la dureza de la vida no quiso darle<br />
tregua y fue rechazada. El motivo casi la noqueó: su pasaporte<br />
indicaba nacionalidad indefinida.<br />
Cuando con la ayuda de su madre logró conseguir la<br />
documentación que le reconocía su nacionalidad alemana,<br />
sin la menor intención de asumir un fracaso, envió de nuevo<br />
sus datos e intenciones a varias líneas aéreas.<br />
Esta vez la buena nueva no se hizo esperar. Muy pronto<br />
recibió respuesta positiva de la compañía Colombiana<br />
Avianca.<br />
No era la ideal, pues tenía varias diferencias con las<br />
europeas y norteamericanas, por ejemplo que el pago por sus<br />
servicios correspondía a cerca de la tercera parte. Pero la<br />
oportunidad le pareció irrenunciable y el dinero, a pesar de<br />
las dificultades económicas, estaba lejos de ser su motor<br />
principal. En lugar de lamentarse agradeció la posibilidad de<br />
conocer Sudamérica y fue trasladada a Bogotá para iniciar el<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
181
curso. Entonces, comenzó a volar.<br />
Cada día más fanática por su actividad, no le bastó con<br />
sólo atender a los pasajeros. Su deseo por tener mayor contacto<br />
con el cielo la llevó a poner los ojos en la cabina, los<br />
mandos y la actividad desarrollada por los pilotos, quienes<br />
convencidos de su amor al oficio, le permitieron pasar algunos<br />
momentos con ellos. Pronto consiguió su aprecio y con<br />
éste, la posibilidad de sentarse tras el comandante, en un<br />
asiento llamado “del observador”, para presenciar, siempre<br />
que fuera factible, los despegues, las aproximaciones y los<br />
aterrizajes. Esto con el tiempo se hizo tan usual, que llegó a<br />
apropiarse de dicho lugar.<br />
Sonríe al pensar que aquella costumbre se le quedó<br />
pegada: desde que obtuvo la licencia de piloto, cada vez que<br />
iba de pasajera en un vuelo cualquiera, solicitaba ser admitida<br />
en la cabina de mando. Le placía observar el quehacer y<br />
escuchar la frecuencia, debido a que por lo general le prestaban<br />
los auriculares. Lamenta que a partir de los trágicos<br />
sucesos del 11 de septiembre del 2001, tal posibilidad quedó<br />
estrictamente prohibida.<br />
La sensación de que volar era lo suyo se convirtió en<br />
seguridad y nunca sintió miedo. Por el contrario, las circunstancias<br />
extremas que hacían transpirar a los pilotos, la emocionaban<br />
de manera inefable. Jamás pensó que una dificultad<br />
en el aire pudiera terminar en tragedia, por el contrario,<br />
era una oportunidad para que el comandante de la nave<br />
demostrara sus habilidades.<br />
Entonces, decidió inscribirse en un curso para piloto en<br />
el Aeroclub “Guaymaral”, en las afueras de Bogotá, donde<br />
tenía amigos aviadores que la invitaban a volar, incluso en<br />
planeador.<br />
Entusiasmada fue a su primera clase que duró una hora,<br />
realizada a bordo de un avión Piper PA18.<br />
Como es de esperar, salió fascinada con la experiencia y<br />
llena de ilusiones; sin embargo, al llegar a su casa por la tarde,<br />
encontró una sorpresa que no le produjo agrado respecto<br />
a su nuevo desafío. Por debajo de la puerta el cartero había<br />
tirado, entre varias cartas, una enviada por su línea aérea,<br />
182 TRAVESÍA 2004
que comunicaba su traslado a Madrid, pues la compañía,<br />
luego de abrir una nueva base, la seleccionó como parte del<br />
nuevo personal requerido.<br />
Allí averiguó sobre la posibilidad de continuar con el<br />
curso, pero era muy caro para sus escuálidos ingresos, con<br />
los cuales apenas le era posible solventar sus gastos básicos<br />
y ayudar a su mamá.<br />
Luego de cinco años de volar como azafata, decidió<br />
aceptar la oferta de un trabajo terrestre. Era en Bogotá y provenía<br />
de su amigo alemán Herbert Steinberg, Subgerente de<br />
la agencia de viajes Exprinter, en pleno auge, quien desde<br />
mucho tiempo antes trataba de interesarla.<br />
Para esta nueva actividad laboral se preparó a través de<br />
diversos cursos en Europa, iniciando una promisoria carrera.<br />
La labor era compleja, pues no existían los medios computacionales<br />
que hay en la actualidad y como él tenía fama<br />
por su destacada habilidad en el cálculo de tarifas, lo cual le<br />
permitía superar a sus competidores, ella debió seguir sus<br />
pasos. Tuvo que entrenarse en mecanismos y técnicas intelectuales,<br />
aplicadas luego para lograr con fluidez las metas<br />
exigidas. Así, consiguieron aumentar de manera considerable<br />
la cartera de clientes importantes.<br />
Hace una pausa y siente que el estómago se le aprieta un<br />
poco. Estos pensamientos la han llevado a recordar su<br />
reciente fallecimiento. Y recuerda a su esposa, Petra, con<br />
quien mantienen amistad hasta hoy.<br />
Por su mente pasan, también, hechos de juventud relacionados<br />
con “el corazón”. Aunque tenía cierto compromiso<br />
amoroso, conoció a un emigrante alemán llamado Johann<br />
Böck, once años mayor que ella, entusiasmado a tal punto<br />
con su belleza, simpatía y genio, que la persiguió sin tregua,<br />
hasta lograr que pusiera en tela de juicio su relación con el<br />
otro pretendiente y le pidiera un receso, lo que él aprovechó<br />
para atacar con nuevos bríos.<br />
Así fue como de repente se encontró junto a una nueva<br />
pareja, que no demoró mucho en proponerle matrimonio;<br />
sin embargo, supo hacerse de rogar durante varios meses,<br />
hasta que consideró conveniente dejarse convencer. Y una<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
183
vez casada, como lo hacen miles de mujeres, dejó atrás la<br />
opción de una prometedora carrera profesional, para dedicarse<br />
en pleno a la familia, lo que le proporcionó muchísimas<br />
satisfacciones y plenitud.<br />
Piensa en Hans y recuerda la expresión que tenía poco<br />
antes de salir de la casa. Han pasado los años y lo encuentra<br />
igual de apuesto. Además, ha sido un buen compañero.<br />
Comprensivo, luego de ceder a su ímpetu de volar, terminó<br />
por apoyarla sin restricciones. Y lo demuestra a diario, en<br />
público, cuando pregona cuánto la admira y habla sobre la<br />
confianza ilimitada que tiene en sus capacidades.<br />
Su gratitud hacia él aumenta, en consideración a que su<br />
esfuerzo y flexibilidad han sido determinantes en la libertad<br />
con que ella puede desarrollar sus actividades.<br />
El padre de Hans falleció a comienzos de la segunda<br />
guerra mundial, cuando apenas tenía ocho años y era el<br />
mayor de cuatro hermanos. Desde entonces ha conocido el<br />
esfuerzo y, luego del trabajo de toda una vida, en el año 1996<br />
pudieron adquirir el veloz y complejo monomotor Bonanza,<br />
que muy seguido los lleva a recorrer hermosos lugares.<br />
Regresa a sus primeros tiempos de matrimonio:<br />
Mientras los niños fueron chicos, estuvo siempre cerca<br />
de ellos, pero al mismo tiempo no dejó de lado sus propios<br />
intereses. Asistió a cursos de literatura en francés y alemán e<br />
hizo clases particulares de idiomas en su casa. Como era<br />
inquieta, agregó a esas actividades un particular interés por<br />
el paisajismo y también comenzó a pintar en óleo bajo la<br />
tutela de un excelente pintor. Algunos de sus cuadros decoran<br />
hoy parte de su casa y muchos otros descansan, en calidad<br />
de regalo, sobre los muros en los hogares de familiares y<br />
buenos amigos.<br />
Hace dieciocho años decidió buscar un trabajo de medio<br />
tiempo y fue contratada por el dueño de la librería Eduardo<br />
Albers para ayudar en la venta y reposición de textos internacionales.<br />
Apenas llevaba algo más de tres años en esta actividad,<br />
cuando inició su curso de vuelo y con ello comenzó a hacer<br />
realidad el sueño de su vida: ser piloto. Entonces tenía 46<br />
184 TRAVESÍA 2004
años. Hoy, a los 62, es un ejemplo vivo de que la juventud se<br />
lleva en el cuerpo durante toda la vida. Muchas personas<br />
deben sacar de aquí una enseñanza y cumplir con sus sueños,<br />
sin importar qué tan difíciles parezcan.<br />
La Travesía 2004, de alguna manera ha sido el broche de<br />
oro para consolidar su carrera de aviadora, con lo cual las veinticuatro<br />
horas del día no le alcanzaron y tuvo que renunciar a<br />
la librería, guardando para siempre en su corazón aquellos hermosos<br />
tiempos y las personas con quienes se relacionó.<br />
Desde lo más profundo de su ser agradece a todos los<br />
instructores que le enseñaron a volar y a perfeccionarse en<br />
múltiples tipos de avión. Los conocimientos acumulados<br />
sumados a las diversas experiencias practicadas en su vasto<br />
aprendizaje le permitieron junto a su gran amiga María<br />
Eliana, asumir la responsabilidad de un vuelo trascendental<br />
como fue esta Travesía. Ahora quiere devolver la mano y se<br />
ha puesto como objetivo inmediato entregarse a la formación<br />
de nuevos pilotos, lo que ya desarrolla en plenitud<br />
como instructora de vuelo.<br />
Con esto ha multiplicado los alcances de su pasión y<br />
goza la emoción de traspasar sus conocimientos y experiencia,<br />
a medida que sucede la magia de que con su apoyo otras<br />
personas aprenden a pilotear.<br />
Ahora están lejos esos tiempos de niña sobreviviente a<br />
la segunda guerra mundial, castigada por una quebrantada<br />
salud, con prolongadas estadías en hospitales infantiles,<br />
haciendo descomunales esfuerzos para no quedar atrás en<br />
los estudios.<br />
Hoy, gracias a la constante preparación física para desarrollar<br />
su principal actividad y responder a la serie de controles<br />
físicos y de aptitudes, goza de una salud óptima. Además,<br />
está consciente de la importancia que tiene cuidar su templo<br />
del alma y el espíritu, por lo cual siempre se ha interesado en<br />
estudiar y desplegar las alas en busca de nuevos horizontes.<br />
Así, puede agregar a su currículum haber aprendido a bailar<br />
ballet clásico y jazz-dance, la práctica de la gimnasia rítmica y<br />
la obtención del título de profesora en yoga.<br />
El tráfico es denso y el automóvil se desliza con lentitud.<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
185
Aunque sus sentidos están puestos en el manejo, queda espacio<br />
en su mente para que entren más imágenes de su niñez:<br />
Muchas veces su madre le contó historias de su infancia,<br />
como cuando a los cuatro años, en circunstancias de la cruda<br />
realidad diaria, pensó en ayudar a aliviar tanta penuria.<br />
Partió al pequeño huerto que poseían junto a los de las familias<br />
vecinas, circunscritos por los bloques de edificios que<br />
formaban un cuadrado en terrenos que antes de la guerra<br />
fueran espléndidos parques. Arrancó un nabo y corrió hasta<br />
la calle, donde comenzó a ofrecerlo a los transeúntes, a cambio<br />
de una moneda. De pronto un desconocido se detuvo y<br />
alargó su mano con ¡Oh, sorpresa! No era una moneda, sino<br />
un reluciente billete azul. Con él corrió hasta su hogar y<br />
subió las escaleras para entrar al pequeño departamento casi<br />
sin aliento, agitando en su manito el billete. Ya junto a<br />
Yvonne, se lo entregó con una graciosa parcimonia, manifestándole<br />
que desde ese momento y en adelante, gracias a tan<br />
importante venta, no sufrirían más carencias.<br />
Penetran también a su mente diversos recuerdos de actividades<br />
remuneradas que siendo colegiala desempeñó para<br />
ganar algún dinero y ayudar en la casa, además de ahorrar<br />
para comprar una bicicleta más nueva: recogió pelotas de<br />
tenis, repartió un semanario y entregas de la lavandería. Ríe<br />
al recordar aquel vehículo de dos ruedas con enormes canastos<br />
atrás y adelante llenos de paquetes, que apenas le permitían<br />
ver. También trabajó durante algunas vacaciones en<br />
cosechas de porotos verdes y frutillas. En otra ocasión fue<br />
de un domicilio en otro ofreciendo invitaciones para visitar<br />
un restaurante en el cual cierta empresa haría la demostración<br />
de una forma para cocinar en un nuevo tipo de olla a<br />
presión...<br />
Aprovecha la ocasión para recorrer la variedad de trabajos<br />
realizados a la par de sus estudios superiores:<br />
En Londres, por ejemplo, fue contratada por una boutique<br />
para ayudar en las ventas, los sábados por la mañana; en<br />
París, algunas tardes y los sábados, lo hizo, y muy contenta<br />
debido a su fascinación por los <strong>libro</strong>s, en la “Librairie St.<br />
Germain” y en la librería americana “Brentano’s; en Madrid<br />
186 TRAVESÍA 2004
fue secretaria e intérprete trilingüe; también recuerda el instituto<br />
de idiomas “Practiphone”, donde se desempeñó como<br />
profesora de inglés, alemán y francés.<br />
Sus pensamientos se hacen más profundos al evaluar su<br />
situación de entonces y compararla con la actual; cómo las<br />
escalas de valores cambian según las necesidades, sobretodo<br />
cuando no se manejan las circunstancias. Piensa en su abuela<br />
Marie Yvette, quien nunca se conformó por haber quedado<br />
en la ruina luego de pertenecer a una familia muy acaudalada.<br />
Yvonne, en cambio, a pesar de la dramática pérdida de<br />
su querido esposo Bernard y de todos los golpes recibidos en<br />
el campo de concentración, con las grandes dificultades económicas<br />
sufridas durante la guerra y después, agradecía al<br />
Creador por haber conservado su vida y en especial la de su<br />
hija Madeleine.<br />
Así, el espíritu de lucha de su mamá se centró en sobrevivir<br />
y “poner buena cara al mal tiempo”, dejando aflorar su<br />
optimismo, impulsado por la alegría que le procuraba aquella<br />
única hija, que se convirtió en su razón de ser. La crió<br />
con firmeza, pero al mismo tiempo desplegó el amor maternal<br />
que a ella le negó el destino.<br />
Para Yvonne la vida fue dura, con una madre que<br />
muchas veces usó la violencia como forma de imponer su<br />
voluntad, de manera que logró en ella una sumisión total.<br />
Para suerte de Madeleine, la suya no siguió esos pasos, pues<br />
desde siempre se juró que si era bendecida con hijos, los colmaría<br />
de amor, comprensión y justicia.<br />
Incluso de adulta, Yvonne debió soportar maltratos por<br />
parte de Marie Yvette. Muchas veces tuvo que huir del<br />
huracán para cobijarse en casa de alguna vecina, tanto con<br />
Madeleine en brazos como después, ya mayor, de la mano<br />
y aterrada.<br />
Por fin, cuando la niña cumplió los once años, tomó la<br />
decisión de abandonar aquel duro hogar. Era insostenible<br />
continuar viviendo con su madre, pues su agresivo comportamiento<br />
asustaba a la pequeña al punto que empezó a presentar<br />
evidencias somáticas, con inexplicables y prolongadas<br />
fiebres, en general muy altas.<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
187
Después de muchos exámenes y absoluta falta de diagnóstico<br />
por parte de los médicos, en una de las estadías de la<br />
niña en un hospital infantil, apareció un psicólogo que pidió<br />
una entrevista con Yvonne para indagar sobre el ambiente<br />
hogareño que rodeaba a Madeleine.<br />
Enterado de las circunstancias, el psicólogo no dudó en<br />
ser tajante:<br />
-Aquí, usted tiene sólo dos opciones -le dijo-. Conserva<br />
a su madre y pierde a su hija o pierde a su madre y conserva<br />
a su hija.<br />
Arrendó, entonces, una diminuta pieza en casa de una<br />
señora viuda, quien resultó ser una buena mujer. Muy reservada<br />
durante los primeros años, con el tiempo les tomó cariño<br />
y la relación se acercó al punto que Madeleine llegó a<br />
considerarla como una segunda mamá. Después, cuando ella<br />
se independizó, pasó a ser una gran compañía para Yvonne.<br />
Se detiene en estas remembranzas y piensa en el curioso<br />
hecho de que con posterioridad, en cada país donde vivió,<br />
siempre hubo algún ser especial convertido en su confidente:<br />
su “mamá de repuesto”.<br />
Mira el reloj y se alegra de haber salido de su casa con<br />
suficiente tiempo. Falta un buen rato para iniciar la presentación.<br />
Con esa tranquilidad, la congestión no le molesta, más<br />
bien le gusta, pues le ha permitido rememorar gran cantidad de<br />
cosas que no tienen muchas oportunidades para aparecer. Así,<br />
se da la licencia de volver a meditar sobre su niñez. Aunque<br />
tenía algunas muñecas, más le gustaban los autos para jugar.<br />
Su entretención predilecta era salir a la calle y aprenderse los<br />
nombres de las marcas, con lápiz y papel en mano.<br />
Aparte de los edificios y el huerto, el resto del terreno<br />
estaba abandonado y entre la maleza crecían algunos árboles<br />
y arbustos. Era un lugar ideal para jugar y encaramarse.<br />
También ella lo usó en muchas oportunidades para retirarse<br />
a leer sobre alguna gran rama, lo más alta posible.<br />
Su primera idea de una profesión para cuando fuera<br />
mayor la divisó alrededor de los cinco años: quiso ser cowboy.<br />
Los adultos se reían con ella y le rectificaban que tendría<br />
que ser cowgirl.<br />
188 TRAVESÍA 2004
A pesar de su vehemente abuela, de ser los “ojos de su<br />
madre” y de tener la tendencia a buscar una confidente<br />
“segunda mamá”, siempre tendió a la independencia. De<br />
hecho durante las vacaciones, a los dieciséis años, junto a tres<br />
compañeras de colegio y el hermano de una de ellas, apenas<br />
dos años mayor, hicieron en sus respectivas bicicletas la que<br />
hoy considera su primera travesía, para conocer el país en un<br />
“vuelo” que duró tres semanas. Recuerda sonriente las<br />
muchas veces que se arrancaron de su joven “chaperón”.<br />
De improviso una pena golpea a la puerta de su mente:<br />
se centra en Hans y su familia. Ha recordado a Ken...<br />
La llegada de un nuevo hermano para los niños, un pequeño<br />
sano y alegre. Tenía un mes... Entonces, para que no se<br />
acostumbraran a tanta dicha, la vida lo arrancó de este<br />
mundo sin previo aviso. La muerte súbita le tomó en sus<br />
brazos y se lo llevó.<br />
Los días, ensombrecidos a partir de entonces, cada vez<br />
se pusieron más negros.<br />
Hans fue de la idea que Madeleine viajara a Berlín<br />
Occidental para visitar a su mamá y se ofreció para cuidar a<br />
los niños.<br />
Ella aceptó; sin embargo, allá las cosas no fueron bien.<br />
Yvonne sufrió mucho con el reciente drama y ver a su hija<br />
tan afligida, sin poder ofrecerle consuelo. Pero lo peor<br />
sobrevino a las tres semanas de la muerte del pequeño Ken,<br />
pues el destino la enfrentó a otro de sus incomprensibles juegos:<br />
Yvonne tenía 58 años. De pronto, de manera fulminante,<br />
dejó de existir.<br />
Al borde de la locura, después de los funerales regresó<br />
junto a Hans y los chicos. Ellos desplegaron todo su cariño<br />
para acogerla y con él se acompañaron en la pena que cada<br />
uno sufrió desde su propia óptica.<br />
Poco a poco ella volvió a tomar conciencia de su tarea<br />
maternal y de la importancia que tenía estar presente para<br />
los demás hijos. Así, pudo reanudar su vida hasta volver a la<br />
normalidad. Un año más tarde percibieron la infinita bondad<br />
de Dios, con el nacimiento de una niñita...<br />
Con una mano seca las lágrimas de su rostro, mientras<br />
SIEMPRE PENSÉ EN EL CIELO<br />
189
con la otra gira el volante hacia la derecha para entrar por una<br />
angosta calle. Sin notarlo, casi ha llegado a su destino. Unos<br />
metros más adelante cruza entre dos pilares y autorizada por<br />
el guardia ingresa al recinto para estacionar el vehículo.<br />
Antes de bajarse contesta una llamada por el celular, se<br />
acomoda un poco el pelo, observa su rostro en el espejo y<br />
repasa el color de sus labios.<br />
Saca de la cajuela su chaqueta de piloto y se la pone.<br />
-¡Ahora sí! -exclama-. ¡Estoy lista!<br />
Los ojos buscan entre los autos aparcados, hasta que<br />
distinguen el de María Eliana. Entonces mira el reloj y apura<br />
el paso, mientras contesta el teléfono, que ha vuelto a sonar.<br />
190 TRAVESÍA 2004
Reminiscencias desde Arica<br />
Lima - Arica<br />
Han pasado raudos los días. Apenas creen estar otra vez<br />
en medio de la vorágine que significan sus actividades laborales,<br />
a las cuales han agregado el trabajo en conjunto para<br />
entregar su mensaje de liderazgo empresarial a diversas organizaciones.<br />
Esto hace, sin duda, que el viaje se acerque a ellas<br />
y lo revivan. Por ello no es raro que les parezcan tan próximas<br />
las casi cuatro horas y media de vuelo entre Lima y Arica.<br />
Traían el pecado de no acceder a la última propuesta de<br />
la Fuerza Aérea, que sugirió cambiar su arribo a Iquique<br />
como primer punto de ingreso a Chile y después del 21, para<br />
no coincidir con las actividades oficiales propias de esa<br />
fecha. Pero Madeleine tenía una poderosa razón para aquella<br />
negativa: iniciada la planificación de la Travesía, sus amigos<br />
pilotos organizaron con la FEDACH, en el Club Aéreo de<br />
Santiago, un raid para ir a recibirlas en gloria y majestad.<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
191
Era una decisión complicada, pero para ella primó el<br />
esfuerzo que significaba movilizar esa gran cantidad de pilotos<br />
y aviones hacia un destino tan lejano de Santiago como<br />
Arica. Y la fecha debía ser el 21, para que los participantes<br />
aprovecharan el feriado que caía en día viernes.<br />
Por su parte, María Eliana era partidaria de considerar la<br />
propuesta de los uniformados, convencida de que la insistencia<br />
de Madeleine por no llegar unos días después tenía<br />
mucho que ver con la renovación de su licencia, aunque ésta<br />
venciera recién el día veintinueve. En todo caso, en favor de<br />
su amiga evaluó cómo le afectaría a dicha ciudad ser cambiada<br />
por Iquique, después de haber anunciado todo el tiempo<br />
que su puerto de entrada a Chile sería Arica.<br />
Acostumbrada a analizar sus conductas y las de quienes<br />
la rodean, sin perder de vista el fin último que se persigue,<br />
estuvo dispuesta a ceder. De paso valoró el trabajo interior<br />
realizado durante la Travesía, en especial con su ego, así<br />
como el gran despliegue de paciencia para no hacer cortocircuito.<br />
Pero también asumió que ese fuerte carácter de<br />
Madeleine la hacía confiable. Suma y resta, resultaba ser<br />
una excelente compañera de viaje. Algo recíproco, pues a<br />
pesar de la diferencia de temperamentos y costumbres de<br />
vuelo, a Madeleine tampoco le cabían dudas de volver a elegirla<br />
como compañera. En pro del mutuo afecto y la búsqueda<br />
de cualquier otro logro excepcional, estaba dispuesta a<br />
demostrar la misma disposición de adaptación.<br />
No resultó fácil mantener una empresa de este tipo<br />
durante setenta y seis días. Presionadas por diversas variables<br />
como el constante peligro, alojar casi siempre en la misma<br />
habitación y el hecho de no pilotear ambas, necesitaron<br />
grandes cuotas de tolerancia; sin embargo, su capacidad para<br />
trabajar en equipo les permitió hacer todo lo necesario para<br />
alcanzar el éxito.<br />
Con posterioridad han revisado el asunto y están de<br />
acuerdo con que en otra ocasión plantearán algunas cosas<br />
fundamentales de manera diferente.<br />
Luego de la situación vivida al llegar a tierra peruana y<br />
las más de cuatro horas que al día siguiente las demoraron<br />
192 TRAVESÍA 2004
para salir del aeropuerto de Lima, debiendo presentar un<br />
cúmulo de papeles y fotocopias, algo hasta entonces inédito<br />
en el viaje, tuvieron un trayecto tranquilo, donde hubo<br />
mucho espacio para dejar volar sus recuerdos sobre España<br />
y Suiza.<br />
La estadía en Suiza fue bastante más larga de lo presupuestado,<br />
debido al cambio de planes para el regreso.<br />
Madeleine rememoró la sugerencia del Comandante en<br />
Jefe de la FACH, que a ojos de María Eliana, más bien era<br />
una orden. Condición que, en todo caso, ambas tomaron con<br />
dignidad e inteligencia.<br />
Sucedió durante su estadía en España: basado en la opinión<br />
de los ingenieros aeronáuticos, consideró imprudente<br />
que se arriesgaran de nuevo en un trayecto tan largo sobre el<br />
Atlántico Sur y exponer la sufrida estructura del avión y la<br />
firmeza del estanque interior a los posibles estragos de la<br />
ITCZ. Cumplida su hazaña era razonable revisar otra ruta<br />
para el regreso y aunque a las pilotos la idea les agradó, su<br />
amor propio las inclinó a protestar.<br />
También se barajó la opción de un avión Hércules C-<br />
130 para el Julie y dos tickets en una línea aérea para ellas.<br />
De mutuo acuerdo escogieron la primera propuesta,<br />
pues... ¿Qué capitán abandona su nave? No les pareció<br />
correcto dar la espalda al pequeño avión, luego de haberse<br />
portado tan bien.<br />
Para ambas, toda aventura está inserta en un marco de<br />
nobleza y valentía; de lo contrario pierde su encanto y también<br />
el sentido de llevarla a cabo. Como más adelante le<br />
confidenciara a Madeleine el intrépido piloto venezolano del<br />
liviano trike, Omar Contreras, el lema de su mejor amigo ya<br />
fallecido: “Conquistar sin riesgo es triunfar sin gloria”...<br />
“¡Qué cierto!”, piensa cada vez que lo recuerda.<br />
Escogida la primera opción, se hicieron a la tarea de<br />
diseñar su nueva ruta, con el consecuente trabajo que ello<br />
implicaba, pues tendrían que hacer un sin fin de nuevos preparativos<br />
y trámites. Aunque significaba más trabajo, tiempo<br />
y dinero, a la voz de la prudencia estuvieron dispuestas,<br />
acostumbradas a pensar en el poco sentido que tenía una<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
193
vida sin complicaciones que resolver.<br />
Luego de muchos análisis y cálculos, decidieron viajar<br />
vía Norteamérica y planearon el nuevo trayecto por el Círculo<br />
Polar Ártico, pasando por Escocia, Islandia, Groenlandia, la<br />
costa Éste de Canadá, Estados Unidos, Nicaragua, Panamá,<br />
Ecuador, Perú y así llegar a Chile por Arica.<br />
Pero no sería simple, con innumerables vericuetos andados<br />
y desandados para afinar su camino de vuelta.<br />
El mayor escollo fue que al entrar en su propio avión a<br />
cielos estadounidenses no les servía la visa normal y tendrían<br />
que solicitar otra, que no era fácil de conseguir por la enorme<br />
reticencia de ese país a otorgar este tipo de autorización, desde<br />
el detestable ataque a las torres gemelas; sin embargo,<br />
especialistas en poner en práctica la solidez de su actitud<br />
mental positiva, tan importante para crear recursos, se dieron<br />
a la tarea de lograrlo, para lo cual comenzaron por hablar con<br />
la Embajadora de Chile en Suiza.<br />
Ese martes, Madeleine fue a buscar a María Eliana a<br />
Cossonay, a la casa del hijo, en un auto que, para cubrir<br />
aquellas grandes distancias, había arrendado Hans antes de<br />
irse. Luego de tomar un café con la nuera, acompañadas por<br />
los nietos, partieron a Ginebra para encontrarse con el<br />
Embajador Juan Martabit en la representación chilena ante<br />
las Naciones Unidas en esa ciudad, sorprendidas una vez<br />
más con la ley de las coincidencias, pues encontraron la<br />
calle sin necesidad de buscarla, por casualidad y de inmediato,<br />
como si alguien las guiara por arte de magia.<br />
El Embajador las llevó a la sede principal, donde fueron<br />
recibidas por el Subsecretario General y Director General de<br />
Las Naciones Unidas en Ginebra, cargo que por tradición<br />
ocupa un ruso, en este caso Sergei A. Ordzhonikidze.<br />
Resultó ser una persona muy amable que las felicitó por su<br />
acción, que consideraba un gran ejemplo en pro de la paz.<br />
Con Juan Martabit regresaron a su oficina y, de allí,<br />
ellas continuaron camino. Como faltaba una hora y media<br />
para su siguiente compromiso, decidieron ir a tomar un café<br />
y echaron otra moneda en el parquímetro.<br />
Sin proponérselo, otra vez fueron dirigidas por la mano<br />
194 TRAVESÍA 2004
mágica. Llegaron al “Café de Soleil”, aún cerrado, pues a<br />
pesar del nombre era restaurante. Se miraron sorprendidas al<br />
descubrir que estaban precisamente donde habían quedado<br />
de juntarse más tarde con sus anfitriones. Muertas de la risa<br />
cruzaron la calle para tomar la taza de café y comer un trozo<br />
de kuchen.<br />
Madeleine llamó por celular a Jean Michel Karr para<br />
contarle acerca de tanta casualidad y acordaron encontrarse<br />
en el estacionamiento del restaurante.<br />
Y de una historia sale otra, porque no pueden dejar de<br />
recordar tantas situaciones asociadas: el Café de Soleil tiene<br />
un chef experto en la preparación de diversas clases de fondue.<br />
Lo inusual es su nacionalidad colombiana y la peculiaridad<br />
de su situación legal.<br />
En cierta oportunidad le llegó una orden de extradición<br />
y fue devuelto a su país de origen. Lo increíble es que sus<br />
clientes, encantados por la maravillosa mano para preparar<br />
aquellos deliciosos platillos suizos, protestaron arguyendo<br />
razones humanitarias respaldadas por una cantidad importante<br />
de firmas. Fueron tan insistentes y convincentes que el<br />
sudamericano pudo regresar a Ginebra con su situación del<br />
todo legalizada.<br />
Los aviadores llegaron puntuales. Eran interesantes personajes<br />
admirados por ellas, al punto de sopesar significativamente<br />
sus opiniones.<br />
Acompañaban al matrimonio de la iniciativa, formado<br />
por los pilotos Maîté y Jean Michel, su homólogo escandinavo<br />
Flemming Pedersen y Ángela, su esposa, de nacionalidad<br />
británica, ambos residentes en Suiza. Él, entre su anecdotario<br />
registraba una vuelta alrededor del mundo en un pequeño<br />
avión Mooney, de características similares al Julie, incluida<br />
dos veces la ruta entre Suiza y Brasil, la misma hecha por<br />
nuestras dos aviadoras, sólo que prefirió acortar en 2 horas<br />
el tramo y aterrizó en la isla Fernando de Noronha.<br />
Estar con él en persona fue para ellas muy emocionante,<br />
puesto que entre los antecedentes estudiados durante los nueve<br />
meses previos a la Travesía, estuvo la información recopilada<br />
de su página web, relacionada con rutas, velocidades y<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
195
una serie de otros datos que les resultaron muy útiles.<br />
Lo habían conocido al llegar, en la conferencia de prensa,<br />
y ese restaurante fue el lugar perfecto para entablar una<br />
conversación desbordante de interesantes consejos y emocionantes<br />
historias.<br />
El otro comensal era Richard Carrupt, piloto de una<br />
línea aérea suiza, además controlador aéreo e instructor.<br />
Conversaron diversos temas y, por supuesto, atrapados<br />
por la Travesía cayeron en el viaje de regreso a Chile.<br />
Con sólidos argumentos, los integrantes de la mesa convinieron<br />
en que esa época del año no era adecuada para<br />
hacer la ruta del Círculo Polar Ártico y les sugirieron hacerlo<br />
por el Atlántico Medio, por las islas Azores, dejándolas<br />
casi convencidas.<br />
Al despedirse fueron cálidas para agradecer su presencia,<br />
en especial la de Pedersen, conscientes que debía<br />
madrugar para volar en viaje de negocios a New York. Así y<br />
todo, se había dado el tiempo para acompañarlas.<br />
Alojaron donde los Karr y al día siguiente tomaron la<br />
autopista, invitadas por la Embajadora de Chile en Berna.<br />
-Luego de su Travesía, imagino que les será fácil dar<br />
con mi casa -dijo ésta a Madeleine en tono festivo, cuando<br />
cerca de la ciudad se comunicó por teléfono para pedirle<br />
algunas señas de cómo llegar.<br />
Almorzaron con ellas el Agregado Cultural de la embajada<br />
y el Cónsul. También Rodrigo, el hijo de María Eliana,<br />
gentilmente convidado por la diplomática.<br />
Para las aviadoras eran muy importantes las noticias que<br />
la Embajadora pudiera tener respecto a las diligencias que se<br />
había comprometido a hacer para ayudarles con las visas<br />
para entrar a Estados Unidos. Y resultó que las nuevas no<br />
eran buenas, pues Madeleine tendría que solicitar la suya en<br />
Alemania. Por otra parte, entre la entrevista, la aprobación y<br />
su entrega, la demora era de cinco semanas.<br />
Esto hizo que la balanza terminara de cargarse a la idea<br />
de evitar territorio estadounidense.<br />
Volvieron a estudiar la posibilidad de regresar de Suiza<br />
a Portugal y continuar por las islas Azores, Santa María y la<br />
196 TRAVESÍA 2004
isla Flores, donde verificaron la inexistencia de avgas, así<br />
como de una Oficina de Inmigración, situación similar a la<br />
que encontraron en la isla Fernando de Noronha como posible<br />
alternativa a Natal.<br />
Barajaron la posibilidad de conseguir permisos especiales<br />
y llevar la bencina en un barco desde Santa María.<br />
Trazaron la ruta por Las Azores a Terra Nova, St. Johns, en<br />
Canadá. Después, para evitar el paso por Estados Unidos,<br />
proyectaron hacer escala en Bermudas, donde también<br />
habría que averiguar sobre la existencia de combustible, que<br />
en el directorio de aeropuertos y FBO de Madeleine, aparecía<br />
como no disponible. Y todo sobre agua hasta Bahamas y<br />
luego República Dominicana.<br />
De vuelta en el departamento, se avocaron a la tarea de<br />
reorganizar el regreso.<br />
Las llamó Tito Guttman, quien desde Alemania gustoso<br />
les dio la nueva ruta, pues estaba completamente de acuerdo<br />
con el cambio. Averiguó en Internet las distancias y los tiempos<br />
según las velocidades entregadas. Además, les pidió que<br />
le devolvieran por correo aéreo urgente algunas cartas aéreas<br />
de las que él mismo les entregara en el aeropuerto de<br />
Ginebra, para cambiarlas por las que ahora necesitarían.<br />
Tito se transformó en cliente habitual de la tienda de<br />
pilotos, ubicada a bastante distancia de su casa. La señora<br />
encargada, muy comprensiva y amable, entendió todas las<br />
explicaciones que le proporcionó sobre el dilema de las<br />
aviadoras. Así, logró llevar el nuevo paquete de cartas al<br />
correo y lo mandó de inmediato. Éstas demoraron tres días<br />
en llegar desde Frankfurt al pequeño pueblo en Suiza.<br />
También Jean Michel les colaboró con lo de las islas Azores<br />
y desde Ginebra les dictó una serie de datos por teléfono.<br />
Las llamó el Agregado en Londres, lo que hacía con<br />
amabilidad casi todos los días y le informaron la decisión de<br />
cambiar la ruta.<br />
Por encargo de su Comandante en Jefe les ofreció trasladarse<br />
a Suiza, pero Madeleine declinó la gentil oferta, pues<br />
consideró que no había nada que realmente les pudiera aportar.<br />
El viernes dieciséis se levantaron a las seis de la maña-<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
197
na, tomaron desayuno y se aprontaron a recorrer las tres<br />
horas en auto que las separaba de Ginebra, para una serie de<br />
actividades que se iniciaban con la visita organizada por<br />
Jean Michel a la oficina central de la Organización Mundial<br />
de Meteorología (OMM), ubicada en un edificio tan grande<br />
como el de las Naciones Unidas.<br />
Este organismo fue el que asesoró en la meteorología al<br />
piloto Piccard, cuando un par de años antes dio la vuelta al<br />
mundo en globo.<br />
Guiadas a diversas oficinas, tuvieron la oportunidad de<br />
conocer interesantes trabajos de meteorólogos y sus equipos.<br />
Desde el último piso, ocupado por un autoservicio para los<br />
empleados y las visitas, apreciaron la hermosa vista sobre<br />
los jardines, el lago y las montañas, encantadas con la idea<br />
de almorzar ahí.<br />
Después fueron al Aeroclub de Ginebra, donde Jean<br />
Christian Marti las esperaba para hacerles un recorrido por<br />
las instalaciones, en su calidad de socias honorarias.<br />
Pasaron por el área de esparcimiento, la oficina para hacer<br />
los planes de vuelo, los hangares, la escuela de vuelo, la<br />
sala con simuladores y la oficina de planificación, donde<br />
tuvieron la oportunidad de saludar a Arlette Borradori, piloto<br />
jefe del Aeroclub.<br />
De ahí las llevaron a conocer el programa de prevención<br />
de colisión con pájaros, que María Eliana llama graciosamente<br />
“el espantapájaros del aeropuerto”. El encargado es<br />
un destacado ornitólogo que lleva treinta años en la materia<br />
y para cumplir con su cometido cuenta con un furgón completamente<br />
equipado.<br />
Madeleine recordó uno de sus tantos vuelos como azafata.<br />
El destino era Nueva York y al hacer escala en Miami, un<br />
pájaro entró en la turbina del avión y despedazó el aspa. Al<br />
aterrizar le aseguraron que era imposible salir antes de cuatro<br />
días y la autorizaron para ir a ver a un buen amigo en<br />
Carolina del Norte. Ella se puso feliz gracias al pájaro, a<br />
diferencia de la compañía y los pasajeros.<br />
Uno de los peligros que a diario enfrentan los aviones,<br />
es la posibilidad de chocar con un ave. En aviones chicos y<br />
198 TRAVESÍA 2004
medianos pueden destruir el plexi de la cabina de mando,<br />
con consecuencias fatales. En los jets, el riesgo mayor es<br />
que se metan entre las aspas de una turbina.<br />
Son muy pocos los aeropuertos provistos de personal y<br />
un sistema para deshacerse de los pájaros, sin dañarlos, para<br />
no contravenir las normas y leyes que los protegen.<br />
De ahí fueron al sector de los bomberos y el jefe hizo<br />
que uno de ellos se pusiera su traje especial para subir al<br />
carro más grande y recorrer el lugar jugando a echarle espuma<br />
a los aviones, incluido uno enorme en desuso, destinado<br />
a pruebas.<br />
Mientras, el simpático piloto Philippe Chandelle filmó<br />
esta visita como lo hiciera con la conferencia de prensa.<br />
Todo quedó en un video editado con extraordinaria calidad,<br />
del cual el Aeroclub obsequió una copia a las aviadoras.<br />
Después fueron a tomar café con Michel Favre, su<br />
Presidente, quien les prestaba el hangar de su avión particular<br />
para que descansara el Julie.<br />
Madeleine le preguntó si era necesario que lo sacara y él<br />
respondió que no, pues le estaban haciendo una reparación<br />
electrónica en otro lugar.<br />
A ella le asaltó la duda de si era cierto o una gentil forma<br />
para no hacerla sentir incómoda por ocupar el privilegiado<br />
lugar.<br />
Después, Jean Michel y Maîté las guiaron hasta la oficina<br />
ARO, donde está la información de la meteorología. De<br />
ahí fueron a una de las dos torres de control (una se encarga<br />
sólo de los despegues y aterrizajes y la otra es para las aproximaciones)<br />
a mirar el trabajo de los controladores de tráfico<br />
aéreo, quienes estaban consternados por el asesinato de un<br />
colega, quien en circunstancias de estar con licencia médica<br />
por depresión, fue ultimado por un ciudadano ruso emparentado<br />
con uno de los deudos del choque entre dos aviones<br />
cerca de la frontera suizo-alemana, donde estaría comprometida<br />
su responsabilidad profesional...<br />
El vuelo hacia Arica continuó con óptimas condiciones<br />
meteorológicas. Más aun, el sol les brindó un panorama<br />
espectacular, desde que comenzó a ponerse. Sus rayos obli-<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
199
cuos sobre las dunas producían un contraste magnífico con<br />
las sombras estiradas que dibujaban diversas figuras, mientras<br />
por el otro lado el horizonte parecía incendiarse a partir<br />
de un brillante tajo anaranjado.<br />
Esto, junto con deleitarse del panorama, les permitió<br />
seguir con sus pensamientos puestos en Suiza y la planificación<br />
del regreso.<br />
Recordaron cuando el Coronel John Teare les comunicó<br />
por teléfono que según su <strong>libro</strong> de informaciones, en el trayecto<br />
por Bermudas tendrían problemas con el combustible,<br />
lo que sin duda, sumado a los datos en poder de Madeleine,<br />
las hizo repensar la posibilidad de hacer la ruta por el<br />
Círculo Polar Ártico.<br />
Pero no transcurrió mucho tiempo y se desdijo, pues hizo<br />
algunas averiguaciones que indicaron la existencia, en todos<br />
los puntos, de bencina apta para el Julie. Sin embargo, el<br />
Agregado en Londres pronto volvió a llamar con una nueva<br />
información que esta vez era definitiva: sólo había combustible<br />
para jet y entonces no era viable regresar por Bermudas.<br />
Otra vez, entonces, retomaron la idea de Groenlandia y<br />
Estados Unidos, haciendo correr a Tito Guttman en<br />
Alemania. Se presentó en la tienda para apelar a la paciencia<br />
de la buena vendedora, pues las cartas devueltas tenían que<br />
ser ordenadas cuidadosamente en el lugar que les correspondía<br />
dentro de las gruesas carpetas, en los archivos.<br />
Con el nuevo set de cartas en su poder, volvieron a su<br />
actitud mental positiva y avisaron, entre otras personas, al<br />
ingeniero Jorge Traub, quien junto con los técnicos de ENA-<br />
ER y el personal de NIMBUS hiciera las instalaciones de los<br />
estanques adicionales y la presentación de las modificaciones<br />
del avión ante la DGAC. También a Jorge Montes,<br />
Presidente del Club Aéreo de Santiago. Este último se contactó<br />
con la Coronel Gwen Linde, Agregada Aérea de<br />
Estados Unidos en Chile, socia activa del Club Aéreo de<br />
Santiago, pues le gusta intercalar entre su actividad relacionada<br />
con aviones de combate, la emoción propia de los vuelos<br />
en monomotor.<br />
Ella se comunicó de inmediato con las pilotos y conoci-<br />
200 TRAVESÍA 2004
da de primera mano la situación, llamó a la Embajada de<br />
Estados Unidos en Berna, consiguiéndoles una entrevista<br />
para el viernes siguiente a las ocho y media de la mañana.<br />
Allí nació la necesidad de otro gasto: con tantos e-mail<br />
urgentes de ida y vuelta, sumados a los diversos planes de<br />
vuelo y sus respectivas informaciones de meteorología, se<br />
les hizo imprescindible un computador, de manera que fueron<br />
a comprarlo a otro pueblo con más comercio.<br />
El hijo de una familiar de Madeleine les ayudó con la<br />
instalación y los arreglos del PC, que a cada rato se caía.<br />
Así, pudieron hacer las gestiones vía Internet y averiguar<br />
más sobre las múltiples opciones.<br />
La embajada les exigió algunos antecedentes y llevar<br />
una foto cuadrada de cinco centímetros, con fondo blanco,<br />
trabajo que curiosamente no pudieron conseguir en las pocas<br />
tiendas afines. Para no empantanarse en aquel detalle, compraron<br />
cartulina y trataron de hacer un injerto que les resultó<br />
un desastre. Entonces continuaron la búsqueda, hasta enterarse<br />
de que existía un fotógrafo profesional.<br />
-Necesitamos sacarnos una foto para unas visas...<br />
-Ah, tamaño cinco por cinco...<br />
Las aviadoras se miraron estupefactas.<br />
-Y tiene que tener fondo blanco. No se preocupen, se las<br />
tomo y en un par de horas pueden volver a recogerlas. Sin<br />
entender, el hombre las vio lanzar una carcajada.<br />
Pero la risa les duró poco, pues al llegar al auto, excedidas<br />
del tiempo permitido por el parquímetro, habían sido<br />
infraccionadas con cuarenta francos.<br />
El miércoles 21 de abril, luego de trabajar todo el día en<br />
Internet, fueron invitadas por los familiares de Madeleine a<br />
cenar en su casa. Al regresar, recibieron una llamada telefónica<br />
de Tito Guttman, quien les recomendó retomar la idea<br />
de volver por el Círculo Polar Ártico, ya que los tramos eran<br />
más cortos, mientras que por las Azores significaba hacer<br />
dos cruces sobre el océano que, aunque sin las inclemencias<br />
meteorológicas del Atlántico Sur, eran bastante largos.<br />
Además requerían la radio con HF para larga frecuencia y<br />
esta vez -hizo mención a la travesía del Atlántico entre Natal<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
201
y la isla de Sal- no les darían el permiso para volar transoceánicamente<br />
sin llevar una a bordo.<br />
Con Internet a su disposición, pudieron verificar todos<br />
los días la climatología de los posibles lugares involucrados<br />
en su regreso. Un aspecto desalentador eran unos vientos<br />
feroces desde Gander hacia el Atlántico. Y en el vuelo por la<br />
ruta Azores-Canadá, la peor batalla se desataría durante la<br />
última parte: agotadas por el largo trayecto sobre el<br />
Atlántico Medio, enfrentarían vientos de 60 nudos, o sea,<br />
más de 110 kilómetros por hora, con nieblas costeras bajas.<br />
De paso, el piloto Flemming, que desde su viaje a<br />
Estados Unidos se mantenía al tanto de sus planes, les envió<br />
un e-mail para recordarles su ofrecimiento de los trajes de<br />
inmersión exigidos por reglamentación internacional.<br />
A la luz de todos estos antecedentes, el regreso por<br />
Estados Unidos se hizo inminente y, por tanto, necesario<br />
conseguir las visas.<br />
El jueves a las dos de la tarde fueron a Morges, cerca de<br />
Ginebra, a una cata de vino presentada por un grupo de<br />
viñas chilenas, convidadas por el hijo de María Eliana.<br />
Como es enólogo, la Embajada de Chile en Suiza le había<br />
pedido que hiciera las presentaciones.<br />
La Embajadora, que se trasladó desde Berna, les facilitó<br />
las cosas para su reunión al día siguiente, invitándolas para<br />
regresar con ella y alojar en su casa, a pesar de tener que<br />
salir por la noche a cumplir con un compromiso.<br />
Tomaron juntas el desayuno a las seis y media y las<br />
aviadoras partieron a la embajada de Estados Unidos, donde<br />
les exigieron llenar un formulario que debían retirar en el<br />
correo por un costo de ciento treinta francos.<br />
Por tener la nacionalidad suiza, en un par de horas autorizaron<br />
la visa para María Eliana. En el caso de Madeleine,<br />
insistieron que debía ir a Alemania y le devolvieron todos<br />
los documentos.<br />
Al verse con ellos en las manos, fue tal su consternación,<br />
que se quedó inmóvil y de sus ojos comenzaron a brotar<br />
lágrimas de incredulidad e impotencia.<br />
El oficial la observó y un tanto confundido se ablandó:<br />
202 TRAVESÍA 2004
-¿Sabe qué?, devuélvame los papeles, probaré otra cosa.<br />
Hablaré de nuevo con mi jefe.<br />
Al rato regresó con una sonrisa de oreja a oreja.<br />
-Queremos demostrar que los norteamericanos somos<br />
buenas personas, así que también le otorgaremos la visa.<br />
Ese marco dio pie para mostrarle un alto de información<br />
sobre la Travesía, incluido un reportaje publicado en la prensa<br />
estadounidense; sin embargo, al poco rato, sus resplandecientes<br />
caras se opacaron.<br />
-Pueden regresar el lunes a buscar sus visas -les informó<br />
con amabilidad.<br />
-Pero estamos a tres horas de distancia y tenemos tanto<br />
que hacer -protestaron-. Hemos preparado un vuelo en pocas<br />
semanas, lo que en condiciones normales demora meses...<br />
-Bueno -las interrumpió-, si no tienen inconveniente en<br />
esperar media hora...<br />
-Con el mayor gusto -dijeron de inmediato, otra vez sorprendidas,<br />
convencidas una vez más de que cuando se desea<br />
y se hace lo necesario, la puerta se abre por el lado menos<br />
pensado.<br />
Mientras esperaban vieron salir a muchas personas:<br />
unas llorando y otras muy contentas. Era fácil hacer un<br />
recuento de los rechazados.<br />
No pasaron más de cinco minutos y apareció el funcionario<br />
con sus documentos en la mano.<br />
Apenas lo creían y de inmediato se fueron al mercado<br />
para almorzar. Como no les gusta la champaña, celebraron a<br />
la hora del postre, cada una con un wafle en la mano.<br />
Al salir y recoger su automóvil, encontraron pegada al<br />
vidrio otra infracción de tránsito, también por cuarenta francos.<br />
Esta vez por estacionar en zona residencial azul y no<br />
exhibir el cartón que les proveyó la arrendadora del auto...<br />
Entre el rutinario trabajo y la inmensidad de recuerdos,<br />
luego de adquirir el cielo la hermosa variedad de colores y<br />
efectos que se producen al atardecer, las envolvió la noche,<br />
condición bajo la cual alcanzaron a volar durante casi dos<br />
horas.<br />
El control de Arequipa quedó fuera de sintonía y avan-<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
203
zaron un rato sin comunicación. Casi una hora antes de aterrizar,<br />
la radio, luego de varias llamadas en vano, contestó y<br />
emocionadas escucharon el saludo del controlador chileno,<br />
desde Arica, quien de inmediato les leyó un comunicado oficial<br />
del Comandante en Jefe de la FACH, a través del cual<br />
les daba la bienvenida a Chile.<br />
El Julie sobrevoló en la oscuridad, por la aerovía, las<br />
arenosas tierras propias de las cercanías al Norte Grande de<br />
Chile. Sus rostros apenas eran capaces de contener las enormes<br />
sonrisas producidas por la alegría y la emoción.<br />
Para efectuar la forma de gota previa al aterrizaje, se<br />
alejaron hacia el mar como si la oscuridad se las tragara y<br />
dieron la vuelta para enfrentar las luces del aeropuerto, interpretando<br />
los instrumentos en el panel y en base a la radio<br />
ayuda terrestre. Transcurridas cuatro horas y veinticuatro<br />
minutos de surcar aires sudamericanos, las ruedas del Julie<br />
tocaron suelo chileno.<br />
La bandada de aviones provenientes del Club Aéreo de<br />
Santiago, incluidos algunos institucionales, era inmensa. Les<br />
pareció que podían llegar a cincuenta.<br />
El recibimiento fue impresionante: igual que en Suiza,<br />
dos carros de agua cruzaron sus chorros sobre el Julie, y en<br />
este caso agregaron el ulular de las sirenas, lo que sin duda<br />
las hizo sentirse en una dimensión especial. Sus ojos llenos<br />
de lágrimas brillaron y durante algunos instantes se les<br />
entró el habla.<br />
Fue uno de los pocos momentos en que María Eliana<br />
logró desprenderse del dolor en la columna. Aun así, al abrir<br />
la puerta puso los pies sobre el ala con sumo cuidado.<br />
Proveniente de la negrura de la noche, escucharon por<br />
los parlantes del recinto las primeras voces de recibimiento.<br />
Entre la multitud apareció Valentín y el corazón de<br />
María Eliana aceleró sus latidos. Fue un prolongado abrazo,<br />
como si trataran de acortar la distancia de aquellos dos<br />
meses y medio.<br />
Madeleine saltó a la losa. Conmovida vio aquel memorable<br />
gesto de amor y con sus nerviosos ojos buscó entre la<br />
gente, impresionada al ver a tantos amigos, entre ellos una<br />
204 TRAVESÍA 2004
cantidad increíble de aviadores que se acercaron a recibirlas<br />
con abrazos y besos. También vio un grupo de pilotos de la<br />
Fuerza Aérea venidos desde Iquique y a diversas autoridades,<br />
entre ellas el Gobernador y el Alcalde de la ciudad,<br />
quien las condecoró como visitas distinguidas de la Ilustre y<br />
Real ciudad San Marcos de Arica.<br />
Apareció el piloto venezolano Omar Contreras, que más<br />
temprano había aterrizado en su trike -una aeronave descubierta<br />
más liviana que un ultraliviano-. Él también estaba<br />
haciendo su propia hazaña. Al acercarse por los cielos,<br />
impactado vio la muchedumbre y pensó que lo esperaban<br />
por alguna gestión de su agencia promotora.<br />
¡Oh, sorpresa! No era a él. Justo estaban por llegar las<br />
famosas aviadoras. Atrapado por los brazos de la solidaridad<br />
que envuelven a los pilotos, se quedó a esperarlas y lo convidaron<br />
a la cena de recibimiento en el Hotel Arica, donde<br />
ellas alojarían como invitadas especiales.<br />
Al día siguiente fueron al aeropuerto para despedir a<br />
Valentín y a los amigos pilotos del raid, quienes regresaron<br />
juntos al aeródromo de Tobalaba.<br />
Luego de verlos despegar, decidieron cargar combustible<br />
y dejar el avión listo para su partida. Cuando pretendieron<br />
pagar con sus tarjetas de crédito, “mostraron la ojota”,<br />
como dicen en el campo chileno, pues la de Madeleine estaba<br />
saturada y la de María Eliana le permitió retirar del cajero<br />
automático sólo veinte mil pesos, marcando un contrapunto<br />
increíble con su hazaña y aquel magno recibimiento. Se<br />
miraron en busca de una solución para conseguir el dinero y<br />
María Eliana recordó a su gran amiga Fresia Cabellos, quien<br />
sin dudar les prestó lo necesario.<br />
Luego de un día de paseo y tranquilidad, a la mañana<br />
siguiente se alistaron para iniciar su último tramo.<br />
Antes de despegar conocieron otro aventurero que daba<br />
la vuelta al mundo en un monomotor, aunque bastante más<br />
moderno y sofisticado que el Julie. Dotado de una potente<br />
turbina, tenía cabina presurizada y estaba preparado para<br />
volar entre hielos. Era un magnífico Pilatus, deseo escondido<br />
de todo piloto.<br />
REMINISCENCIAS DESDE ARICA<br />
205
Ellas recorrieron con sus ojos y las manos aquella belleza.<br />
Al hacer él lo propio con el Julie, quedó atónito al ver el<br />
pequeño avión en que ellas viajaban, más aun, cuando se<br />
enteró de la magnitud del trayecto. Entonces, no pudo evitar<br />
expresarles su admiración.<br />
Un cuarto de hora después que él despegara hacia Lima,<br />
ellas se elevaron para continuar en vuelo directo a Santiago.<br />
Tenían por delante casi siete horas con excelentes informes<br />
meteorológicos.<br />
María Eliana se permitió la licencia de recordar esos<br />
días en casa de su hijo en Suiza. Allí aceptó lo mal que se<br />
sentía y él la llevó a un servicio de urgencia en Laussane. La<br />
dejaron inmovilizada durante tres días, con fuertes calmantes<br />
y antinflamatorios.<br />
También meditó respecto a su gran capacidad para tolerar<br />
el dolor y mirado desde el punto positivo consideró su<br />
niñez y a su madre como entrenamiento para cumplir con los<br />
compromisos adquiridos. Nunca se hubiera perdonado abortar<br />
aquella hazaña por culpa de un sufrimiento físico.<br />
Esto la condujo a recordar cómo le había afectado el frío<br />
del Ártico. Pese a ello desbordaba, igual que Madeleine, alegría<br />
y emociones agolpadas con mucha fuerza.<br />
Ambas estaban deseosas por reencontrarse con la losa<br />
del aeródromo Tobalaba.<br />
206 TRAVESÍA 2004
La ley de<br />
Murphy en acción<br />
Panamá - Guayaquil - Lima<br />
El motor ronroneaba y el Julie, deslizándose, parecía un<br />
orgulloso halcón de vuelo tan alto como el sueño de sus pilotos.<br />
Por primera vez conversaron respecto a los sucesos<br />
ocurridos entre Panamá y Perú:<br />
En la lluviosa losa panameña las esperaba una ingrata<br />
situación, pues para ser trasladadas del avión a las oficinas<br />
les trataron de cobrar una descomunal suma a punta de<br />
palabrería. Era personal de una empresa de Handling -especializada<br />
en resolver los trámites para pilotos en tránsito-.<br />
Un servicio muy cómodo, pero inalcanzable para ellas por<br />
su elevado costo.<br />
En busca de la forma para zafarse, divisaron una pareja<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
207
con sendos ramos de flores en las manos, que les pareció<br />
familiar: eran el Embajador de Chile en Panamá y su señora.<br />
Al mismo tiempo aparecieron dos canales de televisión y<br />
diversos medios de prensa que las rodearon y alejaron del<br />
lugar. De reojo comprobaron que los agentes de la empresa<br />
Handling las observaban. Supusieron que estarían intrigados<br />
por tan inusual movilización de autoridades y medios, agradecidas<br />
por no haber tenido que pagar aquel elevado monto.<br />
Pablo Torrealba, hijo de una querida amiga de María<br />
Eliana, las acogió junto a su familia en su departamento y<br />
las invitaron a cenar en un restaurante típico. Las cariñosas<br />
hijas del matrimonio les cedieron su dormitorio, de manera<br />
que durmieron en dos pequeñas camas, rodeadas por muñecas,<br />
peluches y el peculiar aroma que emana de la infancia.<br />
En la mañana llegaron al aeropuerto y después de dos<br />
horas de burocracia, consiguieron ser trasladadas por personal<br />
aeronáutico hasta su avión. Despegaron y se repitió la variedad<br />
de climas. Justo antes de cruzar el canal de Panamá,<br />
lamentaron la aparición de unos cúmulos de nubes que no les<br />
dejaron ver el tráfico marítimo. Madeleine siguió levantando<br />
la nariz del Julie y por fin salió a cielo descubierto.<br />
En el último punto de notificación, antes de estar próximas<br />
a Guayaquil, recibieron una gran alegría desde un<br />
avión de Lan Chile que había escuchado a Madeleine dar su<br />
posición. Su tripulante y amigo Hugo Concha, les dio una<br />
efusiva bienvenida por la frecuencia radial.<br />
En la tarde, aún con luz, aterrizaron con tanta lluvia<br />
como en Managua y Panamá. Detuvieron el avión en las<br />
instalaciones del club aéreo, a pesar de tener también el<br />
ofrecimiento de estacionar en el recinto de la Fuerza Aérea<br />
Ecuatoriana, pero Ronny Rehpani, a quien Madeleine conoció<br />
cuando hizo su curso de vuelo en Chile, les había conseguido<br />
alojamiento bajo techo para el zamarreado Julie.<br />
Sobre la losa las esperaba, además, una multitud de<br />
amigos, periodistas y pilotos.<br />
Ronny se había esmerado en prepararles un recibimiento<br />
acorde con la hazaña, para lo cual intercambió con ellas correos<br />
electrónicos desde que llegaron a Canadá. En el área del<br />
208 TRAVERSÍA 2004
Club las sorprendió con una concurrida conferencia de prensa<br />
Llamó la atención de las aviadoras que los pilotos civiles<br />
estuvieran uniformados, todos con camisa blanca y grados<br />
sobre los hombros. De inmediato Helga, amiga de<br />
Madeleine por casi 40 años, les entregó unas barritas para<br />
poner sobre las hombreras de sus chaquetas.<br />
Ella y su esposo Franz Moser las acogieron en el Hotel<br />
Hilton Colón del cual él es Gerente General, demostrándoles<br />
una vez más su amistad. El lugar contribuyó con el auspicio<br />
de brindarles alojamiento y alimentación. Además,<br />
llamaron a Hans y le ofrecieron su apoyo para reunirse una<br />
vez más con Madeleine.<br />
Franz y Hans son amigos desde antes que cada uno<br />
conociera a sus respectivas esposas, mientras que ellas trabaron<br />
amistad en las alas de Avianca.<br />
Como las aviadoras quedaron en habitaciones separadas,<br />
Helga, en un tierno gesto, dejó en la de María Eliana<br />
un hermoso ramo de flores que incluía una gentil tarjeta con<br />
palabras de bienvenida.<br />
El matrimonio las invitó a cenar en su departamento<br />
dentro del recinto del hotel y él para agasajarlas, las deleitó<br />
con su arte culinario. Después Helga acompañó a su amiga<br />
al cercano aeropuerto para recoger a Hans.<br />
Por la mañana prosiguieron las entrevistas. La primera<br />
fue en televisión, muy temprano, a eso de las seis. En el<br />
traslado las interceptaron automóviles de otros canales y<br />
diversos medios. Durante la Travesía se acostumbraron a<br />
causar revuelo por donde pasaban, por lo cual no se sintieron<br />
incómodas con la falta de privacidad.<br />
Entre cámaras y periodistas apareció el Coronel del<br />
Canto, Agregado Aéreo de Chile en Ecuador, con quien<br />
almorzaron. Comisionado por el General Sarabia, las enteró<br />
que debido al cambio de planes en Managua, desde donde<br />
partieron un día antes de lo programado, produjeron un desencuentro<br />
con el oficial designado por el alto mando naval<br />
de Panamá para atenderlas, quien llegó a buscarlas al otro<br />
día, poco antes de su partida.<br />
Además les retransmitió la sugerencia hecha por su<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
209
General de no llegar a Chile el 21 de mayo, pues consideraba<br />
inapropiado interferir con las fiestas navales inherentes a<br />
ese día, en que el país celebraría el heroísmo de su prócer<br />
Arturo Prat. Les hizo presente la invitación de la Fuerza<br />
Aérea del Perú para quedarse hasta el veintidós, lo que<br />
incluía todos los gastos, incluso el combustible, y les propuso<br />
que de ahí volaran hasta Iquique para recibirlas con<br />
todos los honores en la sede del grupo de la FACH, donde<br />
descansan los Mirage y los F-5.<br />
La planificación original consideraba volar directo<br />
entre Guayaquil y Arica en un prolongado trayecto de 1.243<br />
millas náuticas, sólo 296 menos que en el cruce del<br />
Atlántico Sur, lo que suponía volver a usar el estanque interior<br />
y afrontar interminables horas sentadas en el minúsculo<br />
espacio de la cabina. Pero en una evaluación posterior decidieron<br />
que era aconsejable hacer una escala en Perú. “Nos<br />
merecemos una tregua” se dijeron. Sin embargo, entre las<br />
dos alternativas de aeropuertos internacionales, Lima y<br />
Trujillo, Madeleine eligió la segunda opción, pues durante<br />
unos vuelos ferry que le tocó hacer se percató de las enormes<br />
diferencias entre uno y otro: como regla general,<br />
Trujillo goza de sol durante 350 días al año y el volumen de<br />
tráfico aéreo es mínimo. El recorrido entre aeropuerto y ciudad<br />
es corto y el lugar luce una hermosa plaza central con<br />
un acogedor hotel. Además, las dependencias de aduana e<br />
inmigración permiten ejecutar con fluidez los trámites para<br />
entrar y salir, pues su personal se esmera al máximo en<br />
demostrar su eficiencia. En cuanto a la pista de aterrizaje,<br />
es larga y está muy bien ubicada, en la playa, sin obstáculos<br />
en la aproximación desde el mar.<br />
En cambio en Lima es al revés: por lo general tiene<br />
mucha niebla y el movimiento de aviones es infernal. Como<br />
en toda metrópoli, las distancias son prohibitivas para una<br />
persona de paso y las oficinas donde ejecutar los trámites de<br />
llegada y salida están siempre sobrecargadas.<br />
Luego de analizar la sugerencia de aterrizar en Lima,<br />
atrasar en un día el regreso y entrar a Chile por Iquique,<br />
Madeleine planteó que sólo estaría dispuesta a ceder si su<br />
210 TRAVERSÍA 2004
elección de Trujillo y mantener la fecha de arribo a Arica<br />
afectaba las relaciones políticas entre ambas Fuerzas Aéreas.<br />
El Agregado Aéreo consultó y la respuesta fue que no;<br />
sólo que les gustaría, pero era decisión de ellas.<br />
Entonces quedó elegido Trujillo y dejaron Lima como<br />
aeropuerto alternativo, aunque por la lógica climática era<br />
casi imposible que lo usaran.<br />
El miércoles después de almuerzo María Eliana concedió<br />
una entrevista telefónica a Tomás Cox, quien la llamó<br />
desde su programa de radio en Chile. Desde los inicios de la<br />
Travesía lo había hecho varias veces, entrevistándolas a<br />
ambas del mismo modo. Más tarde el hotel habilitó una sala<br />
para realizar un programa de televisión con ellas, conducido<br />
por la reconocida reportera María Sol Galarza, una buena<br />
amiga de Helga Moser.<br />
Después, con el joven piloto chileno avecindado en<br />
Ecuador, Jean Paul Lasere, acompañados por su esposa,<br />
recorrieron la hermosa parte nueva de Guayaquil.<br />
Madeleine y Hans cenaron con Helga, Franz y Ronny, quien<br />
les regaló una muy buena recopilación de las entrevistas y<br />
los reportajes, grabados por él mismo.<br />
Al día siguiente Jean Paul, al tanto de las dificultades<br />
económicas que atravesaban, entregó a María Eliana un<br />
sobre con una contribución de cien dólares para los gastos<br />
de combustible, delicadeza que las aviadoras agradecieron<br />
de corazón.<br />
Junto a los directores del Club Aéreo, el Agregado<br />
Aéreo, otros amigos, autoridades, algunos chilenos residentes<br />
y por supuesto Hans y Helga, las despidió en el<br />
aeropuerto.<br />
En la oficina ARO, al verificar la meteorología y los<br />
notams, Madeleine se topó con dos sorpresas: una, en la<br />
hora actual, Trujillo presentaba cielo parcial a 300 pies y<br />
cubierto a 400, 2.500 metros de visibilidad horizontal,<br />
+15°C de temperatura ambiente / +15°C de temperatura de<br />
rocío. La Ley de Murphy: el asoleado Trujillo con niebla...<br />
“Bueno, de aquí a que lleguemos va a mejorar” se consoló<br />
la piloto.<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
211
La otra información decía que la trayectoria de planeo<br />
estaba fuera de servicio. Es una de las componentes del<br />
complejo sistema instrumental instalado en tierra y que tiene<br />
su contraparte reflejada en el panel del avión. Significa<br />
que los mínimos de altitud a los cuales el avión puede descender,<br />
según su carta de instrumentos, están más altos. Por<br />
este tipo de situaciones resulta relevante informarse bien de<br />
los notams para no apoyarse en alguna radioayuda inexistente<br />
por mantenimiento u otras causas.<br />
Operativas las demás componentes del sistema, es posible<br />
efectuar esa aproximación por instrumentos o elegir otra<br />
cualquiera, como una VOR/DME, simple VOR, una NDB...<br />
La decisión es de quien pilotea. Siempre existen varias con<br />
diferentes requerimientos para las pistas importantes.<br />
En este punto mínimo del descenso el piloto tiene que<br />
ver claramente la pista, sus luces o marcas. En caso negativo<br />
inicia de inmediato el procedimiento de aproximación frustrada,<br />
impreso en la misma carta de aproximación. Es una<br />
maniobra segura, predeterminada para ser ejecutada con cero<br />
visibilidad, que garantiza no toparse con algún obstáculo.<br />
Despegaron con destino a Trujillo, conscientes de haber<br />
perdido todas las regalías ofrecidas por la Fuerza Aérea del<br />
Perú. Decisión que involucró, además, a una serie de personas<br />
que las esperaban en esa ciudad, entre éstas Lissa<br />
Palacios, señora del cónsul de Chile en Lima, y el Coronel<br />
Ricardo Gutiérrez, Agregado Aéreo de Chile en Perú, quienes<br />
debieron dar excusas por no participar en una fiesta<br />
organizada por la marina, para trasladarse por tierra durante<br />
ocho horas desde Lima.<br />
Una hora antes de arribar, el controlador irrumpió en la<br />
radio del Julie para informar que Trujillo estaba con niebla<br />
baja, por lo que debían pensar en el aeropuerto de alternativa.<br />
-Haré un intento -comunicó Madeleine una vez que llegaron<br />
a las cercanías del aeropuerto. Había preparado a<br />
conciencia el procedimiento en las cartas, delante de ella,<br />
sobre la caña, como en todas las demás aproximaciones por<br />
instrumentos que hiciera en la Travesía.<br />
Informó de los procedimientos a María Eliana y agregó:<br />
212 TRAVESÍA 2004
-Si realmente quedamos en la altitud mínima sin visibilidad,<br />
no reconociendo luces ni marcas de pista, haremos el<br />
procedimiento de frustrada publicada para dirigirnos inevitablemente<br />
a Lima.<br />
De inmediato suspiró, pues aparte que ese aeropuerto<br />
no era de su preferencia, le pesó el esfuerzo desplegado por<br />
el Coronel Gutiérrez y la amiga de María Eliana, quienes<br />
para recibirlas habían hecho el sacrificio de aquel largo e<br />
incómodo viaje.<br />
A Lima Madeleine le tiene cariño, pues con su familia<br />
vivieron allí ocho felices años, viajaron por todo el país y<br />
siempre encontraron gente muy acogedora. Incluso aún uno<br />
de sus hijos trabaja ahí. Además, reside en el lugar un grupo<br />
de excelentes amigos... Pero el aeropuerto es otra cosa.<br />
El controlador comunicó que un avión comercial acababa<br />
de frustrar después de haber hecho el descenso para<br />
aterrizar.<br />
-Bueno, lo mismo tendremos que hacer nosotras después<br />
de verificar la imposibilidad -dijo Madeleine. Dado<br />
que la niebla y las nubes no son estáticas y se pueden<br />
correr, persistió en la idea de efectuar el intento.<br />
María Eliana la observó, desconcertada por aquel comportamiento<br />
que le pareció impropio en su amiga.<br />
Para mayor seguridad la piloto interceptó el VOR a<br />
3.000 pies, se alejó hacia el mar sobre el radial 193°, intersección<br />
ESPIR, gota 223° un minuto, viraje izquierdo, interceptando<br />
trayectoria final 013° en descenso programado.<br />
La aproximación VOR/DME a pista 02 pide 2,8 kilómetros<br />
de visibilidad horizontal y tiene como altitud mínima<br />
550 pies (504 sobre tierra o mar) a dos millas del VOR.<br />
La aproximación ILS a pista 02 con su componente<br />
“glide slope” inoperativa, requiere 1.600 metros de visibilidad<br />
horizontal y permite bajar a 370 pies (324 sobre tierra o<br />
mar) a una milla del localizador.<br />
Se acercaron a la superficie y sólo se veía un denso<br />
gris. María Eliana no pudo evitar que de su boca saliera una<br />
desesperada exclamación:<br />
-¡Ya está bien de bajar!<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
213
Al ver las olas, sintió una inminente sensación de<br />
terror, temerosa de que no alcanzara y las ruedas entraran<br />
en contacto con el agua. En tales condiciones, nada de lo<br />
que sucediera sería para contarlo.<br />
Cuando el altímetro con el QNH de Trujillo mostró 500<br />
pies y el DME 1.8 millas del VOR, Madeleine inició el procedimiento<br />
de frustrada publicada. Puso full potencia, de<br />
inmediato hizo viraje izquierdo, ascenso positivo, tren arriba...<br />
velocidad... rumbo...<br />
Aquel susto fue para María Eliana lejos mayor que el<br />
percibido en la cordillera, el Atlántico Sur o en los vuelos<br />
con hielo sobre las alas, y del todo fuera de programa, pues<br />
nunca esperó que Madeleine descendiera tanto, con aquella<br />
insistencia y sin darle tiempo para pensar, ni siquiera rezar.<br />
El peligro se agolpó en su mente, como a bordo de una tremenda<br />
bola a punto de chocar y desintegrarse.<br />
Sin embargo, Madeleine confió en los instrumentos,<br />
convencida de la imposibilidad de que el Julie tocara agua a<br />
la altitud en que había iniciado la aproximación frustrada.<br />
Su compañera permaneció largo rato con la angustia clavada<br />
en el estómago. Pálida como un papel, no fue capaz de<br />
articular palabras.<br />
Mientras cumplía la aproximación frustrada publicada,<br />
Madeleine informó a la torre del procedimiento y al poco<br />
rato escucharon por frecuencia la voz del Coronel<br />
Gutiérrez, invitado por el controlador a la torre:<br />
-Sabemos que fue imposible aterrizar. Escuchamos el<br />
rugido del motor, pero es tan densa la niebla que en ningún<br />
momento pudimos ver el avión. Buen vuelo a Lima. Allá<br />
serán recibidas por mi colega del ejército.<br />
Las aviadoras agradecieron el mensaje y Madeleine,<br />
decepcionada, guió el avión hacia la aerovía conducente a<br />
dicho aeropuerto. En silencio compadeció a las nobles personas<br />
que en vano se habían trasladado a Trujillo y debían<br />
enfrentar el regreso a Lima por un largo y penoso camino.<br />
Tanto para un trayecto IFR como para uno visual, antes<br />
de la salida se deja presentado un plan de vuelo en las<br />
dependencias ARO y se indican múltiples datos, como la<br />
214 TRAVESÍA 2004
velocidad de la aeronave y la ruta prevista para llegar a su<br />
destino. En base a este material, el control aéreo forma una<br />
especie de mapa del flujo aéreo, principalmente en pantallas.<br />
El tráfico IFR no está reservado sólo para aeronaves de<br />
líneas aéreas, pues los aviones pequeños pueden participar<br />
en él, siempre y cuando tengan su certificación IFR al día y<br />
el piloto su habilitación IFR válida, demostrando experiencia<br />
reciente comprobable en su bitácora personal de vuelo.<br />
Cuando se da la situación de alta congestión en las confluencias<br />
de las aerovías y en las llegadas IFR a los aeropuertos,<br />
la velocidad de una aeronave es crucial para expeditar el<br />
tráfico; sin embargo, si un avión chico está dentro del sistema,<br />
tiene su lugar secuencial y lo mantiene hasta aterrizar.<br />
Como en toda regla hay excepciones y, por alguna urgencia,<br />
a otro avión se le puede otorgar la preferencia. El radar<br />
vectorea los demás tráficos y deja libre el espacio a la aeronave<br />
que imperiosamente necesita adelantarse. Pero por norma<br />
la secuencia se respeta, pues el control aéreo sabe de antemano<br />
qué situaciones se producirán a la llegada de los distintos<br />
aviones, debido a que dispone de todos los planes de vuelo.<br />
Por fortuna el Bonanza, aunque pequeño, es bastante<br />
rápido: al llegar a pistas largas de grandes aeropuertos es<br />
factible que aproxime a 140/150 nudos, con poca diferencia<br />
respecto a los aviones de mayor tamaño que despliegan una<br />
razón de descenso más alta. Eso ayuda en algo a no entorpecer<br />
demasiado los últimos tramos de la aproximación,<br />
sabiendo que hay jets atrás que procuran evitar cualquier<br />
minuto de demora por el alto costo de su vuelo.<br />
A Madeleine le encanta escuchar durante la aproximación<br />
la pregunta del control: “¿Charlie Charlie Papa Lima<br />
Juliett, puede mantener alta velocidad?”. Al ser positiva la<br />
respuesta, siente que los pacientes pilotos de jets que le<br />
siguen emiten un respiro de alivio.<br />
En la cercanía de aeropuertos con mucha afluencia<br />
existen circuitos de espera con mil pies de diferencia de<br />
altitud entre ellos. El control radar permite a los aviones<br />
abandonar este hipódromo (palabra usada en términos de la<br />
“caballería aérea”) de a uno, bajando como por pisos en el<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
215
aire hasta alcanzar la altitud correspondiente para interceptar<br />
la trayectoria final a la pista.<br />
En las proximidades de Lima, ellas fueron parte de esa<br />
cadena de aviones en espera, incluso apareció uno que trasladaba<br />
a un niño de urgencia. Era ya de noche y después de<br />
muchas vueltas, instruidas por el radar, llegó la hora al Julie<br />
para alinearse con el localizador del ILS y ser conducido<br />
por los instrumentos de a bordo y en tierra a la pista, en<br />
medio del impresionante espectáculo que significó observar<br />
a través de la bruma las luces, tanto fijas como móviles, que<br />
componen ese maravilloso sistema de aterrizaje.<br />
No esperaban una gran recepción en la losa, ya que el<br />
Coronel y la amiga de María Eliana tardarían “un poco<br />
más” que el Julie en volver a Lima, de manera que al abrir<br />
la puerta observaron asombradas la presencia de cámaras y<br />
focos de televisión. René Gastelumendi, un reportero que<br />
les pareció muy simpático, filmó su llegada y apenas saltaron<br />
del ala les hizo una entrevista, mientras las acompañaba<br />
hasta el edificio. Antes de despedirse consiguió que le concedieran<br />
otro momento para el día siguiente, ya que deseaba<br />
armar un pequeño programa en televisión sobre la Travesía.<br />
En la oficina ARO, denominada CORPAC en Perú, el<br />
personal fue amable y aunque trató de colaborarles, fue<br />
superado por el complicado sistema. Así, los presagios de<br />
Madeleine comenzaron a ser hechos. En ninguna parte, ni<br />
siquiera en Estados Unidos, tuvieron que mostrar el sin fin<br />
de papeles que aquí les pidieron: documentos, licencias y<br />
certificados médicos; bitácoras personales, del avión, de la<br />
hélice y del motor; permisos, firmas, manifiestos; y otros<br />
papeles que debieron entregar para ser fotocopiados.<br />
La idea de Madeleine era dejar avanzadas las diligencias<br />
para no tener mayores retrasos al salir en la mañana<br />
siguiente y arribar a una hora prudente en Arica; sin<br />
embargo, fueron presas de la incredulidad al escuchar que<br />
no tenían permiso para abandonar el país. Con el cambio<br />
de aeropuerto, los trámites burocráticos se confundieron<br />
entrelazados en un caótico nudo y de nada servían las<br />
explicaciones respecto a que Lima era su aeropuerto de<br />
216 TRAVESÍA 2004
alternativa por no poder aterrizar en Trujillo.<br />
Las consultas internas iban y venían mientras corría el<br />
tiempo sin dar con una solución, por lo cual el asunto se<br />
transformó en una desesperante espera.<br />
De nuevo les pidieron todos los papeles y Madeleine<br />
debió registrar completo el maletín de vuelo hasta encontrarlos.<br />
Enviados por fax a otra oficina, tropezaron con una<br />
nueva dificultad: la persona a la que le correspondía estudiar<br />
el permiso de despegue no estaba disponible y, luego<br />
de otra larga espera, les comunicaron:<br />
-Habrá que ver mañana.<br />
Ambas palidecieron: aparte de la contrariedad, habría<br />
que pagar diversas y elevadas tasas. Todo se les complicaba<br />
más de la cuenta.<br />
Pero no tuvieron más alternativa y Madeleine solicitó el<br />
teléfono, a lo que el atento empleado de CORPAC accedió.<br />
Marcó un número...<br />
-¡Moniquita, hola!<br />
-¡Madeleine!, ¿dónde estás? -preguntó la voz por el<br />
auricular.<br />
-En Lima, en el aeropuerto. Me tengo que quedar hasta<br />
mañana.<br />
-Pues vente a mi casa.<br />
-Pero somos las dos, María Eliana y yo...<br />
-Por favor, están invitadas las dos. Han caído en el<br />
momento preciso, pues tengo disponibles los cuartos de<br />
nuestros hijos.<br />
-Magnífico, gracias -respondió de inmediato y mientras colgaba<br />
pensó: “contar con buenos amigos es un regalo del cielo”.<br />
Salieron muy tarde de la aduana y se encontraron con el<br />
Agregado Militar del Ejército de Chile y su encantadora<br />
señora, quienes les obsequiaron unos lindos ramos de flores<br />
y las condujeron en su auto hasta San Isidro, donde los amigos<br />
de Madeleine. Antes de despedirse les anunció que estaban<br />
invitadas a una fiesta de marinos peruanos y chilenos,<br />
donde el Embajador de Chile en este país quería presentarlas<br />
oficialmente.<br />
Fieles al molde de la Travesía, de estar presentes en ins-<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
217
tancias protocolares y de difusión, a pesar del cansancio<br />
debieron aceptar ser recogidas por el oficial en cuarenta y<br />
cinco minutos.<br />
Apenas entraron al departamento de los Thiermann, se<br />
encontraron con que en desconocimiento de este compromiso,<br />
Mónica, entusiasmada con la idea de ser entretenidos<br />
por las aviadoras y su hazaña, había improvisado una invitación<br />
a uno de sus hijos y a los Eggers, otro matrimonio<br />
también muy amigo de Madeleine, para cenar juntos.<br />
Luego de refrescarse, las pilotos pudieron compartir<br />
nada más que media hora de efusiva tertulia y comprendidas<br />
por sus anfitriones salieron como torbellino para ser<br />
trasladadas por el oficial a la residencia del Embajador, con<br />
la feliz coincidencia de que su vivienda estaba ubicada a<br />
pocas cuadras.<br />
En la reunión había por lo menos quinientas personas y<br />
aunque los motivos de aquella celebración estaban lejos de<br />
obedecer a la Travesía, los comensales prestaron gran atención<br />
a las protagonistas de tan heroico e histórico vuelo.<br />
Premunidas con llave para el departamento, regresaron<br />
a altas horas de la noche, para caer en un corto aunque profundo<br />
sueño. El desfase de horario no sólo fue factor de<br />
fatiga para las viajeras, sino que también confundió a las<br />
personas que deseaban contactarse con ellas. Muy de<br />
madrugada comenzaron las llamadas telefónicas: la primera<br />
fue de Valentín. María Eliana y él conversaron, felices al<br />
pensar que ya se acercaba la hora de reunirse, después de<br />
tanta aventura. Un rato más tarde llamó el cineasta René,<br />
quien solicitó permiso a la dueña de casa para entrevistar y<br />
filmar a las “heroínas” en su departamento, lo que ella concedió<br />
de inmediato.<br />
Mónica y Juan les ofrecieron un rico desayuno y, mientras<br />
arreglaban sus pertenencias, llegó René con su equipo<br />
de camarógrafos, para completar el programa que terminaría<br />
con la filmación del despegue.<br />
Con posterioridad, les envió una emocionante copia a<br />
Chile, que consideraron muy bien lograda.<br />
Con tanto quehacer, Madeleine apenas alcanzó a hablar<br />
218 TRAVESÍA 2004
por teléfono con su hijo que vive en Lima y que a esa hora<br />
ya estaba en su oficina.<br />
En el aeropuerto, por fin pudieron saludar en persona al<br />
Coronel Gutiérrez y a la amiga de María Eliana, ambos ojerosos<br />
y trasnochados por el agotador recorrido entre Trujillo<br />
y Lima. Él obsequió a cada una un bonito grabado.<br />
Por insólito que parezca, las autoridades del aeropuerto<br />
no permitieron que el uniformado pasara al interior de las<br />
dependencias para asistir a las aviadoras en los trámites. Y<br />
a María Eliana se le prohibió la entrada al recinto donde se<br />
encuentran la oficina CORPAC, la oficina de meteorología<br />
y las dependencias donde cancelar las fuertes tasas.<br />
Un empleado del aeropuerto acompañó a Madeleine,<br />
con su maletín de vuelo y toda la documentación a cuestas,<br />
para resolver los asuntos pendientes, como el permiso de<br />
salida, verificar que estuviera presentado el plan de vuelo<br />
que llenara la noche anterior, enterarse de los notams, pedir<br />
la meteorología de la ruta y encargar el combustible.<br />
En la CORPAC la escena de la noche anterior se repitió:<br />
vuelta a sacar los mismos papeles y documentos, fotocopiar,<br />
esperar, hacer llamadas... Y no existía permiso para salir del país.<br />
Exasperada, miraba el reloj para ver cómo transcurrían<br />
no los minutos, sino las horas. Y para complicar las cosas,<br />
al pagar las horrendas tasas el computador no aceptó la<br />
transacción, ya que para los extranjeros el programa no<br />
registraba los impuestos. A Madeleine todo aquello le pareció<br />
un tremendo lío: corría de una oficina en otra, esperando<br />
aquí y allá, sin entender cómo todo podía ser tan enredado.<br />
Y del permiso para despegar, nada. Apenas había logrado<br />
adelantar un poco con los demás trámites.<br />
Imaginó el recibimiento preparado para primeras horas<br />
de la tarde en Arica y el desencanto hizo que sus ojos permitieran<br />
el desborde de gruesas lágrimas. Por el inmenso<br />
cariño desplegado para esta magna recepción, había defendido<br />
hasta el final la decisión de no transar la llegada para<br />
el día 21 de mayo. Por ello, durante el regreso asumieron el<br />
agobio de pernoctar sólo una noche en cada lugar, excepto<br />
por motivos de clima o durante la revisión obligatoria de<br />
LA LEY DE MURPHY EN ACCIÓN<br />
219
cien horas del avión, sin permitirse más descanso. Y a punto<br />
de cumplir con una proeza única, estaban paradas ahí, “atadas<br />
de pies y manos”.<br />
Pasadas más de cuatro horas interminables, por fin<br />
pudieron zafarse de aquella burocracia e ir a la plataforma,<br />
donde hicieron la rutina de siempre: chequeo de pre vuelo,<br />
estibar y amarrar el equipaje, además cargar combustible,<br />
ya que excepcionalmente, debido a la llegada tan tarde la<br />
noche anterior, lo habían dejado para el día siguiente.<br />
Y por fin estuvieron a bordo, a punto de comenzar el<br />
último tramo para volver a su país de origen. Sacudieron las<br />
cabezas: el sueño casi cumplido a cabalidad. Por instantes<br />
les pareció algo inverosímil concluir esa tremenda vuelta<br />
aérea en un simple monomotor.<br />
Lamentaron que por aquellas demoras no programadas<br />
en Lima, arribarían a Arica alrededor de las ocho, completamente<br />
de noche.<br />
220 TRAVESÍA 2004
Aeródromo de Tobalaba<br />
Arica - Santiago<br />
En las cercanías de Santiago, sobre Colina, muy por<br />
sorpresa apareció un avión Twin Otter de la Fuerza Aérea<br />
que solicitó comunicarse con ellas.<br />
Su piloto las saludó y les pidió que volaran más lento.<br />
Entonces aparecieron los mundialmente conocidos<br />
acróbatas aéreos Halcones, pintados con los colores de la<br />
bandera chilena. Se acercaron para hacer formación con el<br />
Julie y les pidieron dar una vuelta por Santiago antes de<br />
aterrizar.<br />
A las aviadoras, durante un rato se les cortó el habla<br />
por tamaña impresión.<br />
Madeleine rememoró algo muy sagrado para ella y sin<br />
dudar lo compartió con su compañera. Se refirió a la bendición<br />
de ellas y del Julie el 7 de marzo, por el sacerdote<br />
AERÓDROMO DE TOBALABA<br />
221
Eliodoro Gómez, Capellán de la Escuela de Aviación<br />
Capitán Ávalos. Este solemne acto culminó con un cóctel<br />
de despedida organizado por el Club Aéreo de Santiago, al<br />
que concurrió gran cantidad de socios y amigos. También<br />
participaron sus compañeros del Club Aéreo de Curacaví,<br />
donde Madeleine se desempeña como instructora de vuelo,<br />
y por supuesto estaban presentes sus maridos, parientes y<br />
otras amistades.<br />
En aquella oportunidad María Eliana presentó al sacerdote<br />
una cantidad de estampas, pulseras con santos y rosarios<br />
que sus amigos, en un afectuoso gesto, le habían hecho<br />
llegar con la intención de que las protegieran. Él las bendijo<br />
y oró a Dios por ambas.<br />
Ese domingo 23 de mayo, completados setenta y seis<br />
días de viaje y aventuras, con 32.058 kilómetros recorridos,<br />
las ruedas del pequeño aunque cumplidor avión salieron<br />
de sus escondites para reconocer la losa de su casa en<br />
Santiago, el Aeródromo de Tobalaba, donde participaron de<br />
otro genial recibimiento con gran cantidad de familiares,<br />
amigos, autoridades y personas desconocidas que admiradas<br />
por la hazaña llegaron hasta el lugar para aplaudirlas.<br />
Al bajar encontraron una comitiva encabezada por la<br />
afable ministra Cecilia Pérez.<br />
En el tumulto tuvieron la tentación de pellizcarse, casi<br />
incrédulas de haber logrado unir, a bordo de un monomotor,<br />
América, África y Europa. Un pequeño cuadriplaza<br />
Beechcraft Bonanza convencional, año 1981, con motor a<br />
pistón de aspiración normal marca Teledyne Continental<br />
IO 520BB de seis cilindros y 285 caballos de fuerza, nuevo<br />
de fábrica, montado en marzo del año 2003.<br />
Madeleine observó su aeronave blanca con líneas ocre<br />
y terracota, que orgullosa sostenía en el extremo de las alas<br />
sus nuevos estanques. La misma que hace tan poco estuviera<br />
estacionada en lugares que probablemente nunca volverá<br />
a pisar. Por instantes le pareció parte de un sueño. Percibió<br />
en su corazón una inefable sensación con diversos componentes:<br />
emoción, incredulidad, euforia, gratitud y alegría,<br />
aún embargada por esa sensibilidad que la hacía debatirse<br />
222 TRAVESÍA 2004
entre ilusión y realidad. Tan poco antes estaba en Ginebra<br />
y de pronto ahí, frente a su Club Aéreo, en su querido<br />
Aeródromo de Tobalaba en Santiago. Sin duda, como para<br />
no creerlo.<br />
Aunque ya no era un sueño, se le hizo imposible describir<br />
la inmensa felicidad que invadía todo su ser, pues le<br />
pareció que en una paradoja, la realidad superaba con creces<br />
el sueño.<br />
Feliz abrazó a su familia y a tantas amistades, mientras<br />
pensaba con ganas de gritarlo a los cuatro vientos:<br />
“¡Hemos vuelto, hemos vuelto, sanas y salvas!<br />
¡Gracias a Dios! ¡Gracias a todas las oraciones, los lindos<br />
deseos y las buenas vibras que desde Chile y el mundo nos<br />
acompañaron!”.<br />
Percibió con todas las fibras de su ser que cada persona<br />
involucrada, de una forma u otra, en la Travesía<br />
Atlántica 2004, compartía el mérito del éxito.<br />
Sintió la losa bajo sus pies como si estuviera construida<br />
con acolchadas nubes y en ese estado de éxtasis se mantuvo<br />
por largo rato.<br />
Mientras tanto, María Eliana les dirigía la mirada y<br />
sonrió agradecida. Aquella emocionante experiencia la<br />
acompañaría por el resto de su vida, como un regalo divino<br />
ganado al aceptar con la frente en alto el desafío de vivir.<br />
El mundo le pareció más amplio, la gente mejor, su familia<br />
más próxima y sus amigos tan cercanos que deseó tener<br />
brazos lo suficientemente largos como para abrazarlos a<br />
todos juntos.<br />
Valentín y Hans estaban ahí, presentes y ausentes; con<br />
ellas y al mismo tiempo en segundo plano. Emocionados y<br />
orgullosos observaron cómo la gente las quería y solicitaba.<br />
Poco más allá flameaban, celestes, las banderas que<br />
orgullosas contenían los escudos de la Fuerza Aérea de<br />
Chile y del Club Aéreo de Santiago.<br />
Una banda de la FACH entonó el Himno Nacional en<br />
señal de bienvenida y en un podium improvisado para la ocasión<br />
se hicieron sentidos discursos. Ellas saludaron y agradecieron.<br />
Fue algo tan impactante, que jamás lo olvidarán.<br />
AERÓDROMO DE TOBALABA<br />
223
Entre las autoridades, acompañado de otros miembros de<br />
su institución, como el General de Aviación Ricardo Ortega<br />
Perrier; representantes del Club Aéreo de Santiago y socios del<br />
Club Aéreo de Curacaví, estaba el Comandante en Jefe de la<br />
FACH, quien entre flores y discursos entregó a cada aviadora<br />
la típica chaqueta de vuelo, obsequiada por su institución.<br />
224 TRAVESÍA 2004
Un nuevo desafío<br />
Ginebra - Stornoway - Reykjavik<br />
En la sala el silencio es absoluto.<br />
Las aviadoras se turnan para describir su aventura, los<br />
alcances que ha tenido en sus vidas y cómo se hace extensible a<br />
quienes las escuchan.<br />
Madeleine es más técnica: da antecedentes y es exacta en<br />
las cifras. Aunque menos espontánea, impacta cuando se suelta.<br />
María Eliana, la psicóloga, es quien se encarga de manejar<br />
la emotividad.<br />
Durante un largo rato han llevado a los oyentes a<br />
soñar y volar.<br />
Se produce un silencio entre sus últimas palabras y los primeros<br />
aplausos. Nadie quiere que aquello termine. Desean continuar<br />
viajando en su aventura y en la propia, pues se sienten<br />
interpretados y admiran tanto valor y destreza. Aspiran a escu-<br />
UN NUEVO DESAFÍO 225
char una vez más que ellos también pueden. Su sueño en estos<br />
momentos es creérselo y confiar en sí mismos.<br />
Una de ellas agrega, de yapa:<br />
-Pareciera conveniente tener siempre todo resuelto, pero en<br />
realidad sería muy latoso. La vida se ha construido para vivirla.<br />
Cualquier forma es adecuada, mientras la rueda no se detenga.<br />
Y la otra complementa:<br />
-Por eso, comencemos, desde ahora, a volar.<br />
Ahora sí, han terminado.<br />
La gente se pone de pie. Aplaude, vibra, se emociona y pide<br />
autógrafos. Algunos lloran y todos están con la piel de gallina.<br />
Son más de quinientas personas, todas sorprendidas, pues<br />
nunca esperaron haber ido por tanto.<br />
Las aviadoras se miran. Sin duda la conferencia les ha<br />
motivado. Sonríen satisfechas. Una vez más han logrado lo que<br />
se propusieron.<br />
Sin embargo, algo no les acomoda. Están de acuerdo con<br />
que por diversos motivos, en todas sus presentaciones ponen el<br />
acento en la travesía de Santiago a Suiza, especialmente en el<br />
paso por la cordillera y el cruce del Atlántico Sur. Y el regreso<br />
queda en segundo orden, en circunstancias que mirado desde un<br />
punto de vista justo, respondió al mayor desafío y fue donde<br />
enfrentaron los peligros más importantes.<br />
Tuvieron la oportunidad de saltarse los riesgos de tan<br />
expuesto regreso y no la aceptaron; más aun, en ningún<br />
momento dudaron de continuar. Incluso hasta el momento<br />
en que intervino el Comandante en Jefe de la FACH, su planificación<br />
del regreso incluía otra vez el cruce del Atlántico<br />
Sur, para luego circunnavegar el continente sudamericano de<br />
Éste a Norte y a Oeste...<br />
El tiempo de exposición siempre resulta corto y la emoción<br />
que las envuelve al contar su experiencia y contestar a<br />
las preguntas del público, hace que la primera parte de la<br />
Travesía se lleve los aplausos. Pero lo cierto es que el regreso<br />
por el Círculo Polar Ártico tiene un valor agregado incalculable,<br />
tanto o más digno de ser compartido.<br />
-¿Qué te parece si hacemos un cambio y partimos por la<br />
cola? -comenta una de ellas.<br />
226 TRAVESÍA 2004
-¿Tú crees?<br />
-Es que si no nunca lo contaremos, al menos en su real<br />
dimensión. Fueron veintitrés días de Ginebra a Santiago y de<br />
ida volamos durante veintisiete, casi lo mismo.<br />
-Es verdad y estábamos cansadas, además el Julie,<br />
resentido el pobre, tuvo que volar entre los hielos, las tempestades<br />
de nieve, incluso cargado con hielo. Si lo medimos,<br />
fue mucho más peligroso que el paso por la cordillera y el<br />
cruce del Atlántico Sur.<br />
-Así es. Entonces, ¿cómo empezamos?<br />
-Igual, pero esta vez ponemos el énfasis aquí y ya verás<br />
qué bien resulta.<br />
-Sí, además mantener la camaradería durante dos meses y<br />
medio de andar juntas para todos lados es un logro valioso para<br />
compartir como testimonio.<br />
-Incluso casi siempre compartir en la misma pieza.<br />
-Y después de tanto tiempo, se hace bastante más difícil<br />
mantener las buenas relaciones. Eso habla bien de nuestras<br />
habilidades. Más allá de ser emprendedoras, ser capaces de<br />
mantener la empresa, a pesar del cansancio y de todas las<br />
dificultades.<br />
-Partamos desde Escocia ¿te parece?<br />
-Me parece bien. Hagamos una exposición de la realidad<br />
tal como fue, porque el regreso definitivamente fue tanto<br />
o más interesante que la ida. La salida de Ginebra nos<br />
permitirá comenzar con algo de humor. ¿Recuerdas?<br />
-Sí, humor hoy, pero entonces...<br />
-Nos veo corriendo...<br />
-Tal vez debamos comenzar con el quehacer de los últimos<br />
días, después de solucionar lo de las visas.<br />
-Parecíamos locas cambiando el programa a cada rato,<br />
según nos encontrábamos con dificultades y a la par con<br />
soluciones.<br />
-Sí, parece que nos pasamos de flexibles.<br />
-Bueno, para tener éxito en una misión es conveniente serlo<br />
cuantas veces parezca necesario.<br />
-Los de la compañía de seguros estaban aturdidos.<br />
-Sí y por otra parte a cada paso encarecíamos el viaje.<br />
UN NUEVO DESAFÍO 227
-Era un chiste -dice Madeleine-. Fui doblando, marqué y<br />
remarqué la carta mundial según cada ruta que haríamos. Las<br />
mesas de la cocina y el comedor cubiertas con cartas de las<br />
aerovías, reglamentos para estudiar la travesía, planes de vuelo<br />
que con el cambio de recorrido tuve que rehacer varias veces...<br />
Y Tito Guttman, siempre presente, sobretodo cuando estábamos<br />
sin computador. Recuerdo las conversaciones por teléfono,<br />
viendo distintos puntos, si por ejemplo por el sur de<br />
Groenlandia o más por el centro... Debo reconocer que sin las<br />
cartas de la caja que nos dio en el aeropuerto hubiera sido<br />
mucho más complicado armar aquel puzzle.<br />
-Y cuando nos encontramos con que faltaba llenar el formulario<br />
TSA Waiver para el avión ¿recuerdas? -dice, haciendo<br />
referencia a esa especie de visa para el avión, imprescindible<br />
para que le permitieran entrar a cielo norteamericano.<br />
-Ahí nos ayudó un matrimonio de pilotos en Chile.<br />
-Y Flemming, que nos envió un teléfono de contacto.<br />
-Y el e-mail de la agente de gobierno con ese extenso formulario<br />
de varias páginas que debíamos llenar, firmar y devolver<br />
por fax.<br />
-Ahí nos colaboró el marido de Erna con el que tiene en su<br />
consultorio médico...<br />
El lunes 26 de abril por la tarde, María Eliana se trasladó<br />
en tren hasta Brig. En la misma estación la recogió Madeleine y<br />
pasaron donde Erna a buscar el formulario enviado y la autorización<br />
para el Julie.<br />
Durante los días siguientes se dedicaron a trabajar en los<br />
planes de vuelo, amenizándolo con algunas caminatas por los<br />
atractivos bosques del lugar.<br />
Un nuevo inconveniente se presentó cuando Frank, el piloto<br />
que les hiciera en Estados Unidos los trámites del estanque<br />
para el interior de la cabina, se comunicó con Madeleine y le<br />
recordó que tenían una deuda pendiente por casi cinco mil dólares,<br />
correspondiente al estanque y su flete. Ella, muy consciente<br />
de eso, había apelado varias veces a su paciencia, lo que se convirtió<br />
en una situación embarazosa e insostenible.<br />
Luego de una serie de trámites, el 27 lograron pagarle.<br />
El miércoles llamó Hans y les informó que las pólizas esta-<br />
228 TRAVESÍA 2004
an listas y las mandarían de inmediato, lo que les permitió planificar<br />
su salida para el sábado.<br />
El jueves 29 era el cumpleaños de Madeleine. Habían pensado<br />
celebrarlo en Arica y luego en Guayaquil con Helga, pero<br />
el destino dispuso otra cosa y lo tomaron con humor. Las dificultades<br />
aún las retenían ahí, en aquel pequeño pueblo de Suiza.<br />
Durante el día recibió con alegría las llamadas telefónicas de<br />
Hans, de sus hijos, de los nietos y de muchas amistades.<br />
Su compañera le regaló unos guantes delgados llamados<br />
segunda piel para usar dentro de los otros, un gnomo que representaba<br />
al hada de los sueños, una hermosa tarjeta con gatitos y<br />
la invitó a cenar en un restaurante.<br />
Trabajaron todo el día: María Eliana aprovechó para copiar<br />
los planes de vuelo y su amiga continuó ocupada entre el computador<br />
y las dos mesas repletas de información.<br />
El 30 dijeron adiós al departamento, incluidos el computador<br />
y los apacibles parajes entre bosques que las habían<br />
acogido con su especial encanto. Partieron temprano con<br />
dirección al aeropuerto en Ginebra para encontrarse con<br />
Maîté, que les llevaba los trajes de inmersión facilitados por<br />
Flemming y Ángela.<br />
Cargaron el equipaje y se probaron los llamativos atuendos.<br />
Entre bromas, determinaron que por lo tiesos y abultados<br />
eran inusables, o sea, un mero trámite.<br />
Abandonaron el aeropuerto y, de repente, Madeleine echó<br />
de menos su teléfono celular, de manera que volvieron al<br />
Aeroclub para buscarlo por todos los lados en donde habían<br />
estado. En el hangar abrieron los paquetes de los trajes de<br />
inmersión y nada. De pronto, a Maîté se le ocurrió llamar al<br />
número del celular y apareció el sonido en el avión, tras el<br />
asiento, lo que puso una nueva nota de humor.<br />
La noche se les fue encima y acompañadas por una copiosa<br />
lluvia con sonoros truenos, decidieron cenar en el restaurante<br />
del aeropuerto, ya que Jean Michel no regresaría de Alemania<br />
hasta muy tarde. Después, según lo planeado, alojaron en<br />
Ginebra, en casa de los Karr.<br />
Si bien la ruta por el Círculo Polar Ártico les evitaría el<br />
paso por el Atlántico Sur y por el Atlántico Medio, se enfrenta-<br />
UN NUEVO DESAFÍO<br />
229
an al gran desafío de volar varios tramos por zonas de bajísimas<br />
temperaturas y fuertes nevazones, con alto riesgo de que se<br />
formara hielo en el avión al pasar por nubes en el rango aproximado<br />
de los +5ºC y -15ºC.<br />
Madeleine recuerda haberle pedido a Jean Michel que averiguara<br />
con un mecánico respecto a la viscosidad conveniente<br />
para el aceite a usar en esos fríos países nórdicos. Vuelve a<br />
agradecer lo mucho que él y tantas personas hicieron por ellas<br />
con absoluto desinterés. Sin duda, como ya muchas veces lo<br />
conversaran con María Eliana, el mayor ganancial de la<br />
Travesía estaba en la gente.<br />
Al carecer el Julie de antihielo, era posible que por congelamiento<br />
se trabaran los mandos sin poder mover los alerones<br />
ni tampoco virar a la izquierda o a la derecha, montar o<br />
descender. Además, al formarse hielo la aeronave podría perder<br />
su perfil aerodinámico, especialmente en las alas y en la<br />
hélice, pues cada aspa es un pequeño perfil alar cuyas características<br />
de diseño están expuestas a distorsión. Como consecuencia<br />
era previsible una pérdida de sustentación, con riesgo<br />
a caer sin aviso, igual que un saco de papas lanzado al vacío.<br />
Y esto ocurriría antes que el excedente de peso, imposible de<br />
ser calculado, llegara a un punto peligroso.<br />
Otra contingencia a considerar, era entrar en tormentas de<br />
viento y nieve propias de esas latitudes, que por la altitud de<br />
vuelo y las características del avión, lo pudieran echar a tierra.<br />
Y en caso de caer enteras en aquellas aguas, resultaba imposible<br />
sobrevivir, pues para poder maniobrar se pusieron los trajes<br />
sólo hasta la cintura. Y eso, por cumplir con la norma, ya que<br />
en caso de un accidente hubiera sido imposible colocarse la parte<br />
de arriba y cerrarlos para que quedaran herméticos.<br />
De Islandia a Groenlandia “cumplieron” con usarlos,<br />
pero era tal la incomodidad y tan poca la garantía ofrecida,<br />
que consultaron y les comunicaron que por los mismos motivos<br />
algunos pilotos no los usaban. Así, para el trayecto de<br />
Sondrestromfjord a Iqaluit, luego de discutirlo a conciencia,<br />
decidieron no ponérselos.<br />
Sabían que no era la mejor época para realizar esta travesía,<br />
pues se recomienda hacerla durante los meses de julio y<br />
230 TRAVESÍA 2004
agosto; sin embargo, consideraron que entre las pocas alternativas,<br />
que de manera paulatina disminuyeron, de todas las variables<br />
era la menos adversa.<br />
Otro inconveniente estaba dado por el inclemente clima<br />
propio de la zona. Debieron estar dispuestas a esperar en cada<br />
escala que meteorología les diera el pase para continuar al próximo<br />
destino y hacerlo siempre bajo condiciones de alto riesgo.<br />
En consecuencia, no les era posible predecir con exactitud<br />
la fecha de arribo a Chile, que debía ser a más tardar el 21 de<br />
mayo, pues para esa fecha sus homólogos del Club Aéreo de<br />
Santiago y la FEDACH habían determinado la llegada del raid<br />
especialmente organizado para recibirlas en Arica.<br />
Luego de tres semanas en esas queridas tierras suizas y<br />
puesto en orden el papeleo, incluida la renovación del seguro,<br />
estuvieron listas para volar con rumbo a Escocia.<br />
Acompañadas por Maîté abandonaron temprano la residencia<br />
de los Karr, sin que Jean Michel se percatara. Sin embargo,<br />
cuando se dio cuenta las llamó al celular y les pidió que detuvieran<br />
el auto durante un rato y lo esperaran, pues no era posible<br />
que se fueran sin despedirse.<br />
Ellas, emocionadas, por supuesto que lo hicieron y él llegó<br />
en moto a darles un sentido abrazo.<br />
María Eliana había pedido a su hijo, a su nuera y a sus nietos,<br />
que no la acompañaran al aeropuerto. Aun así, los adioses<br />
sobre la losa fueron muy tristes, con algunas lágrimas, pues se<br />
encontraban presentes muy buenos amigos. Entre ellos Maîté,<br />
el Presidente del Aeroclub con su señora, otros integrantes del<br />
mismo y autoridades del aeropuerto. Quedó grabada para siempre<br />
en sus mentes la presencia del fiel Philippe Chandel, quien<br />
filmadora en mano registraba todos sus movimientos...<br />
La cinta que les hizo llegar a Chile es una de las más emotivas<br />
que lograron.<br />
El Presidente Michel Favre, a modo de última despedida,<br />
pegó una calcomanía del Aeroclub de Ginebra sobre el fuselaje,<br />
para recordarles su status de socias honorarias.<br />
Al presentar los planes de vuelo, les informaron que el<br />
aeropuerto de Stornoway tenía un restringido horario de fin<br />
de semana y por ser sábado, sólo era posible aterrizar hasta<br />
UN NUEVO DESAFÍO<br />
231
las cinco de la tarde, hora local.<br />
Todos pensaron que despegarían desde la intersección en<br />
que se encontraban, pero por prudencia Madeleine decidió aplicar<br />
la que considera una regla de oro en la aviación: hacerlo<br />
desde el cabezal para tener más pista por delante por si tuviera<br />
que abortar el despegue, sin olvidarse que iban muy pesadas<br />
con combustible también en el estanque interior de cabina.<br />
Ese cambio de última hora las hizo perder el Slot, vale decir,<br />
su turno para despegar, igual como les sucediera en Madrid. Sin<br />
embargo, en esta oportunidad debieron esperar veinticinco minutos.<br />
No era posible salir como lo hicieron entonces, pues ahora<br />
tenían que cruzar la pista activa para ir al cabezal.<br />
-Casi no tenía sentido hacer plan de vuelo -recuerda con<br />
humor María Eliana.<br />
-Sí -agrega Madeleine-, era tan endemoniado el tráfico<br />
aéreo, que los jet comerciales con destino a Francia, Inglaterra<br />
y Alemania, en ascenso o descenso, cruzaban por la nariz del<br />
Julie, que avanzaba dirigido por vectores radares.<br />
-Impecable el trabajo de los controladores de tránsito aéreo<br />
que nos sacaban de nuestra ruta para evitar colisionar.<br />
Rememoran los parajes que apreciaron desde la altura: una<br />
estepa con lomas bajas y amarillas como cubiertas de paja. En<br />
ésta, enclavadas, se dejaban ver las típicas casas de montaña.<br />
Sobre las seis horas de vuelo avistaron Stornoway, ciudad<br />
construida en una isla de las Hébridas Exteriores pertenecientes<br />
a Escocia. Al acercarse les pareció encantadora. Con la ayuda<br />
del buen tiempo apreciaron con nitidez sus hermosas bahías<br />
provistas de extensas áreas verdes. También el centro, muy<br />
ordenado, con diversos villorrios alrededor.<br />
A las seis y media horas de haber despegado, las recibió la<br />
pista de su primer destino en la segunda etapa de la Travesía,<br />
entre dos hileras de luces amarillas.<br />
Era un aeropuerto muy peculiar, con las calles indicadas<br />
para rodar hasta el estacionamiento separadas por rectángulos<br />
plantados con pasto.<br />
Observaron en todas direcciones sin ver más que al<br />
Agregado Aéreo de Chile para el Reino Unido, Coronel John<br />
Teare, que se había desplazado desde Londres. Apenas salieron<br />
232 TRAVESÍA 2004
de la cabina, las recibió con mucho afecto:<br />
-Bienvenidas a Escocia, bellas damas, es un placer para mí<br />
recibirlas.<br />
Antes de abandonar el aeropuerto supervisaron la carga de<br />
bencina y visitaron la oficina de meteorología y ARO, que en<br />
este lugar, como excepción, están junto a la torre.<br />
En el camino a la ciudad llamó su atención la cantidad de<br />
ganado ovino. El Coronel Teare las condujo hasta un “Bed and<br />
Breakfast”, donde les había reservado alojamiento.<br />
La dueña del lugar era una ucraniana muy emotiva llamada<br />
Tanya, que trabajaba con su marido, Geoffrey, originario<br />
de Inglaterra.<br />
Mientras duró aquella estadía, intentaron agradarlas y<br />
llegaron a ser efusivos en el afecto desplegado. Al desayunar,<br />
por ejemplo, las regalonearon con toda clase de platos<br />
rusos e ingleses, preparados por ella, mientras les conversaba<br />
desde la cocina que estaba integrada al comedor, tentándolas<br />
para que probaran uno y otro bocado bajo riesgo de<br />
ofenderla si no lo hacían.<br />
El Coronel Teare alojó en el mismo lugar, pues era mejor y<br />
más económico que el hotel.<br />
En la tarde las llevó de paseo por la isla, que en partes<br />
les recordó el paisaje de Chiloé. El restaurante que eligió, en<br />
el campo, era de un corte rústico muy acogedor, pero no<br />
tenía mesa disponible, así que volvieron a uno ubicado en el<br />
puerto del pueblo.<br />
El domingo hicieron los trámites de rigor para salir, pasadas<br />
las doce, pues por respeto a este día el aeropuerto funcionaba<br />
sólo desde esa hora y hasta las cinco de la tarde.<br />
Tanya y su marido les acompañaron y ella quedó impactada<br />
con el Julie, pues nunca había visto un avión tan pequeño y<br />
le pareció una preciosura. Entusiasmada, se transformó en una<br />
niña y posó junto a él para que le tomaran tantas fotos como las<br />
que contenía el rollo, captando imágenes en diversas posiciones,<br />
también con las aviadoras.<br />
Terminada esta exposición al lente, comenzaron a despedirse.<br />
Las aviadoras fueron a la torre de control y, diferente a<br />
UN NUEVO DESAFÍO<br />
233
otras partes, entregaron allí el plan de vuelo. El trato les resultó<br />
muy cordial. Como recuerdo, los controladores de tráfico aéreo<br />
les regalaron un calendario de pared con fotos de Escocia, donde<br />
el personal de la torre había escrito algunas palabras para<br />
que ellas recordaran su paso por ese lugar.<br />
Luego subieron al Bonanza para rodar hasta un costado del<br />
cabezal y hacer la rutinaria prueba de motor.<br />
Iniciaron un tranquilo vuelo que les permitió conversar<br />
sobre algunos aspectos domésticos del viaje. Entre ellos, el que<br />
más les inquietaba era el tema de la representación, que se<br />
salió de los límites para convertirse en la cojera de su empresa.<br />
Evocaron aquella llamada por teléfono que promovió<br />
una cita:<br />
“Nosotros podemos ser sus representantes -ofreció sin<br />
rodeos la mujer, acompañada por su marido, un hombre muy<br />
tranquilo que daba buena impresión y habló muy poco-.<br />
Sabemos cómo conseguirles todo el financiamiento que<br />
necesitan”.<br />
Madeleine preguntó a su amiga:<br />
-¿Cómo fuimos a caer con tanta facilidad en sus manos?<br />
-Cada una busca su destino -dijo María Eliana a modo<br />
de respuesta, convencida de tener una buena cuota de responsabilidad<br />
y que parte de ser empresarias pasaba por reconocer<br />
las flaquezas-. Una nunca es óptima en todo, tiene sus<br />
fortalezas y debilidades...<br />
Sin duda su fragilidad estuvo en el disminuido manejo<br />
comercial y financiero: no consiguieron los dineros esperados y<br />
el presupuesto inicial aumentó de manera considerable al optar<br />
por la ruta del Círculo Polar Ártico. Como resultado obtuvieron<br />
un cúmulo de deudas que, aun siendo heroínas, deben solventar.<br />
En los cuentos de hadas no ocurre eso, aunque sí hay que<br />
reconocer la existencia de brujas muy malas...<br />
“También buenas” pensó Madeleine, dando cupo en su<br />
mente a la brujita verde que descansaba en su cartera, lo que le<br />
sirvió para justificar en alguna medida su actuar y de paso tener<br />
una esperanza.<br />
Sin desconocer sus cualidades, entre éstas el ñeque para<br />
vencer obstáculos y transformarlos en desafíos que les permitie-<br />
234 TRAVESÍA 2004
an hacer realidad sus sueños, en paralelo mostraron una confiada<br />
simplicidad que derivó en una inocencia llevada al extremo.<br />
No encontraron un buen agente ni supieron representarse<br />
a sí mismas. Tampoco aceptaron el apoyo de<br />
sus maridos, que celosos por protegerles su independencia<br />
decidieron no intervenir.<br />
Lo han conversado varias veces entre ellas y sus opiniones<br />
coinciden. Asumen que desde el comienzo cometieron<br />
errores básicos. Después de las negativas de apoyo de las<br />
empresas contactadas con entusiasmo por la Federación<br />
Aérea de Chile, acudieron a una muchacha que les mereció<br />
confianza; sin embargo, no estuvieron dispuestas a darle el<br />
oxígeno que requería para respirar. Claro está que el tiempo<br />
se les iba encima y la “representante” montó una empresa<br />
sin cuidar de que ellas se sintieran interpretadas y entendieran<br />
la importancia de cada paso a seguir.<br />
Así, lo que para su agente eran excelentes resultados, fue<br />
percibido por ellas como una pérdida de tiempo. Entonces, el<br />
esfuerzo de la encantadora mujer, que pretendió armarles un<br />
terreno donde moverse comercialmente, se transformó en nada<br />
y las expectativas de todas quedaron frustradas.<br />
De pronto apareció en el teléfono de Madeleine una “salvación”,<br />
escondiendo su roja cola bajo sábanas blancas y con la<br />
aureola bien montada para ocultar los sobresalientes cachos.<br />
Ellas, aunque su manera de ser les pareció un tanto brusca,<br />
decidieron hacer caso omiso y darle una oportunidad. Más aun,<br />
bajo la premisa de que nada tenían que perder, firmaron un contrato<br />
privado que las amarró mucho más allá de lo que previeron<br />
y les produjo un daño nunca imaginado.<br />
La mujer en cuestión demostró un genuino interés y entusiasmo<br />
en su oficio, pero no demoró mucho en mostrar su tridente.<br />
Tampoco en mover la lengua para sembrar el desconcierto,<br />
ya que su falta de tino y su áspero estilo espantaron a casi<br />
todos los pocos interesados en ayudarlas.<br />
El resultado fue catastrófico, pues aparte de organizar la<br />
conferencia de prensa ofrecida en Los Cerrillos algunos días<br />
antes de iniciar la Travesía, nada positivo aportó y, en cambio,<br />
desarmó todas las relaciones que ellas y sus maridos habían<br />
UN NUEVO DESAFÍO<br />
235
logrado crear con gran esfuerzo.<br />
Evocaron el interés de Cristián Leighton, productor del<br />
programa “Los Patiperros”, por llegar a un acuerdo con el canal<br />
de televisión de la Universidad Católica de Chile, interesado en<br />
colocar cámaras en la cabina del avión y filmar el arribo de las<br />
pilotos en algunos lugares. Esta señora le pidió una cantidad de<br />
dinero estratosférica por los derechos y para presionarlo amenazó<br />
con vendérselos a una cadena española, en circunstancias de<br />
no mediar negociación alguna. Su estrategia resultó desastrosa,<br />
pues en lugar de urgirlo, espantó su interés y las avanzadas conversaciones<br />
quedaron en nada. Peor aun, la mujer logró que el<br />
productor no quisiera saber más del asunto.<br />
Recordaron también el caso de César Antonio Santis, quien<br />
recibió de “la representante” tal presión, que a pesar de ser piloto<br />
y amigo de las aviadoras, optó por hacerse a un lado. De<br />
paso agradecieron la llamada que les hiciera para felicitarlas,<br />
desde la isla Rey Jorge en la Antártica, cuando ellas estaban en<br />
Canarias. Igual de conmovedor les pareció escuchar la voz de la<br />
esposa del Comandante de la base antártica chilena Presidente<br />
Eduardo Frei Montalva, expresándoles sus felicitaciones.<br />
La manager, sin embargo, les aseguró haber conseguido<br />
con Santis cuatro millones de pesos y tan explícita fue, que les<br />
dijo que contaran con que les depositaría los dos millones<br />
correspondientes a la parte de ellas.<br />
Tan convincente resultó, que acto seguido las engatusó<br />
con el cuento del tío: se comunicó por teléfono para decirles<br />
que al ir a hablar con él al hotel Sheraton, donde tenía sus<br />
instalaciones radiales, se había torcido un pie y les solicitó<br />
un pequeño préstamo de cincuenta mil pesos para poder<br />
hacérselo revisar, prometiéndoles devolvérselo incluido en<br />
el depósito de los dos millones.<br />
No dudaron en ayudarla, a pesar de estar fuera de contrato.<br />
-Eso sí, debemos reconocer que en esa liquidación que nos<br />
envió, restó ésta y otras cantidades que le habíamos prestado.<br />
-Sí, pero fue una liquidación bastante arbitraria ¿no?<br />
-Bueno, era su estilo.<br />
-Y para colmo nunca hizo el depósito, pues jamás consiguió<br />
algo con Santis.<br />
236 TRAVESÍA 2004
También la enviaron a negociar los últimos detalles de un<br />
convenio prácticamente cerrado con Pisco Capel, que se desinfló<br />
porque los amenazó con hacer el trato con Pisco Control,<br />
negociación que nunca existió.<br />
-Apenas puedo creer que hayamos perdido todas esas<br />
oportunidades.<br />
Y hay otros ejemplos, como el caso de FIDAE, que iba a<br />
colocar una pantalla gigante para que sus visitantes pudieran<br />
seguirlas a través de toda la Travesía, pero la delegada llegó con<br />
tal prepotencia a presionar al Coronel a cargo, que lo obligó a<br />
cortar las relaciones. Sin embargo, el uniformado comprendió<br />
la situación y mantuvo su buena relación con las aviadoras. Eso<br />
sí, debieron lamentar que no se instalara la gran pantalla.<br />
Esta relación contractual y los e-mail que a cada rato la<br />
mujer en cuestión les enviaba, pidiendo la cesión de la mitad de<br />
lo poco que por sus propios medios y buena voluntad de algunos<br />
personajes comprensivos pudieron rescatar, para las pilotos<br />
se transformó en una espina, que junto al elevado endeudamiento,<br />
las acompañó a donde se trasladaran.<br />
Era tan abusadora, que para terminar con el leonino contrato<br />
exigió el pago de ochenta millones de pesos, que pronto disminuyó<br />
a ocho. Al encontrar una negativa rotunda por parte de<br />
las aviadoras, bajó sus expectativas a uno. Y fue tanta la presión<br />
que con maestría ejerció sobre ellas, que optaron por pagarlo y<br />
sacársela de encima.<br />
A partir de esos últimos acontecimientos, sin alguien que<br />
las representara de manera adecuada, la posibilidad de recuperar<br />
su inversión peligró de ser arrastrada por las aguas. Debían<br />
hacer algo y pronto para recuperar el sitial que les correspondía.<br />
María Eliana echó una última ojeada a la apariencia que<br />
guardaba de la mujer: pequeña, maciza, de pelo corto, facciones<br />
toscas y trato muy agresivo... “¿Estaré exagerando?” se preguntó,<br />
consciente de estar muy molesta con ella.<br />
-Si hasta la declararon “persona non grata”.<br />
-Es que no se puede ser tan impertinente, menos con la<br />
Primera Dama de la República...<br />
Invitada al acto de homenaje por el Día Internacional de<br />
la Mujer, no se conformó con usar uno de los asientos dis-<br />
UN NUEVO DESAFÍO<br />
237
puestos para los invitados, sino que aprovechó el vacío, justo<br />
detrás de las aviadoras. Esta ubicación le permitió, una<br />
vez terminado el acto, llegar con facilidad a la señora Luisa<br />
Durán y con ademanes burdos le exigió ayuda, diciéndole<br />
que era su obligación otorgarla...<br />
Madeleine meneó la cabeza con el deseo de despejarla.<br />
Luego de volar durante casi cinco horas, estaban a punto<br />
de llegar a Islandia.<br />
-Por fin un tramo relativamente tranquilo -comentó<br />
María Eliana.<br />
-Sí, no más que algunos zamarrones por la turbulencia.<br />
Pero hemos podido conversar más que nunca.<br />
-Espero que se mantenga así hasta aterrizar.<br />
-Sí, porque parece que Dios se ha empeñado en ofrecernos<br />
harta aventura.<br />
-Bueno, a eso vinimos ¿no?<br />
Rieron con ganas.<br />
-Me parece bien hacer todo lo posible por acortar el<br />
regreso.<br />
-Yo sé, los socios del Club han preparado hasta un raid<br />
para recibirnos.<br />
-En todo caso, todo ahorro de tiempo será automáticamente<br />
una economía en el presupuesto, así que si llegamos antes,<br />
las dos ganamos.<br />
-O, más bien, no perdemos tanto...<br />
Madeleine hizo memoria de los días en Suiza y agradeció a<br />
Hans por el préstamo pedido para costear la ruta del Norte, el<br />
PC que quedó allá descansando hasta no se sabe cuándo, el<br />
arriendo del auto...<br />
El Julie entró por el sur y bordeó la costa oeste de la isla. El<br />
paisaje hacia el interior con sus cordilleras y volcanes nevados<br />
les pareció impresionante.<br />
Estaban próximas a la pista de Reykjavik y percibieron la<br />
vibración producida por el tren de aterrizaje.<br />
238 TRAVESÍA 2004
Hielos peligrosos<br />
Reykjavik - Kangerlussuaq - Iqaluit<br />
Terminada su última conferencia parten en sus automóviles:<br />
María Eliana con dirección a su departamento en Viña del<br />
Mar y Madeleine a su casa en la Foresta de Los Dominicos.<br />
Mientras manejan, piensan sobre la importancia de revisar<br />
sus próximas exposiciones, sobretodo en la parte concerniente<br />
al viaje de regreso, que por ser la más dura de la<br />
Travesía merece una mayor importancia. A la distancia,<br />
ambas evocan Reykjavik.<br />
Luego de posarse sobre la pista, el Julie rodó hasta encontrar<br />
al encargado de distribuir el aparcamiento de los aviones.<br />
-Hemos cumplido exactamente cinco horas de vuelo<br />
-informó María Eliana.<br />
-Te portaste muy bien, Julie -agradeció Madeleine.<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
239
-Sí, muy bien -repitió su compañera, mientras giraba la<br />
manilla de la puerta. Al salir sintió un frío seco golpear su<br />
rostro con una cuota nada despreciable de viento. Puso los<br />
pies sobre el ala y saltó a la losa.<br />
Madeleine la siguió y observó que por primera vez no<br />
sería necesario ser transportadas al lugar donde funcionaba el<br />
FBO, pues estaba a escasos metros.<br />
Entraron al baño y después fueron a revisar la meteorología.<br />
Su próximo destino, Kangerlussuaq en Groenlandia,<br />
estaba con malas condiciones climáticas, tanto en la ruta<br />
como para aterrizar, por lo cual deberían tener paciencia y<br />
esperar un par de días.<br />
Tomaron una habitación en el hotel, que por estar ubicado<br />
frente a la pista, era posible ir a pie. Ya registradas en<br />
recepción, fueron conducidas a su habitación. Descorrieron<br />
las cortinas y divertidas pensaron que si les hubieran dado<br />
una pieza del otro lado, podrían observar al Julie de frente.<br />
Con su cámara fotográfica en mano, Madeleine bajó por<br />
la espaciosa escalera, cuyos enormes ventanales le permitieron<br />
observar la pista y vio, parado junto al Julie, un sofisticado<br />
monomotor TBM 700 impulsado por una turbina. En la<br />
frecuencia habían escuchado a su piloto notificar posiciones.<br />
“Bien, Julie, tuviste que tener más bravura para llegar al<br />
mismo lugar, y desde qué punto de partida” se dijo, mientras<br />
lo acariciaba con la vista. Aprovechó para tomarle fotos por<br />
enésima vez.<br />
Lo percibió más bello y orgulloso que nunca, con su<br />
esbelto fuselaje bañado por los espléndidos rayos anaranjados<br />
del atardecer. Sintió que le devolvía la mirada, como<br />
diciendo: “Lo hice y lo haré. Aunque quede un largo trecho<br />
por recorrer, las llevaré sanas y salvas de vuelta a Chile”.<br />
Sus pensamientos continuaron:<br />
“Es para no creerlo, el Julie en la losa del mítico<br />
Reykjavik, escala obligatoria de incontables vuelos ferry entre<br />
América y Europa, que se han llevado a cabo durante los casi<br />
cien años que existe la aviación a motor, la mayoría exitosamente...<br />
Es el momento de recordar a los no tan afortunados”.<br />
Repasa partes del <strong>libro</strong> Ocean Flying, a Pilot’s Guide, de<br />
240 TRAVESÍA 2004
Louise Sacchi y le agradece al piloto Horacio del Club Aéreo<br />
Universitario, por habérselo prestado en octubre pasado al<br />
enterarse del proyecto Travesía 2004, durante la Exposición<br />
Nacional de Aviación Civil (ENACI), organizada por la<br />
FEDACH en el aeródromo Los Cerrillos. Allí estuvo el Julie<br />
en exposición junto a un pendón de la página web<br />
chile.com/travesia2004, dando a conocer el proyecto a la<br />
comunidad aeronáutica y a otras personas interesadas.<br />
La lectura de este <strong>libro</strong> fue relevante para cumplir la<br />
hazaña, pues le permitió sacar muchos consejos útiles. Por<br />
otra parte, devoró las páginas que trataban de los vuelos por<br />
Groenlandia e Islandia, aunque jamás imaginó encontrarse<br />
ellas mismas con el Julie en dichos lugares.<br />
El relato está escrito por una piloto profesional norteamericana<br />
de los años sesenta y setenta, cuando aún había<br />
gran discriminación y poca o nula confianza en las aptitudes<br />
de las aviadoras mujeres. Nadie la quiso emplear como<br />
piloto ferry, pero ella no se dejó intimidar por esa circunstancia<br />
y armó su propia empresa, de la cual fue presidenta y<br />
piloto jefe. De a poco logró mostrar sus aptitudes y convencer<br />
de sus habilidades y profesionalismo. Recién entonces<br />
prosperó su negocio.<br />
Incansable en su quehacer, trasladó aviones durante<br />
años, en su mayoría monomotores, atravesando el Atlántico<br />
Norte y el Pacífico, además de otros mares y tierras.<br />
Madeleine preguntó a Sveinn Björnsson, Director del<br />
FBO, si se acordaba de ella.<br />
-Pero claro que sí -respondió y rió-. Era muy simpática y<br />
además eficiente. Los vuelos ferry eran su vida.<br />
Con cautela indagó sobre su destino.<br />
-Está ya bastante mayor, pero lo peor es que según dicen,<br />
está perdiendo la vista.<br />
“Así es el paso del tiempo” caviló Madeleine, consciente<br />
de tener puestos los pies donde pisaron tantos pioneros de la<br />
aviación; “un lugar tan actual como siempre, al cual aún arriban<br />
los avioncitos, menores y mayores”. Todo le recordaba<br />
las fotos en el <strong>libro</strong>.<br />
Luego de bajar al aeropuerto dio un paseo por el otro<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
241
lado del hotel. No había llevado sus guantes, de manera que<br />
el helado viento la obligó a regresar a su habitación. Claro<br />
está que desdeñó el ascensor y se deleitó de nuevo con el<br />
excepcional panorama desde la espléndida escalera.<br />
A medida que avanzó la tarde disminuyó la temperatura<br />
varios grados bajo cero, aunque a las diez y media de la<br />
noche aún alumbrara un sol radiante.<br />
Desde la llegada, María Eliana consideró aprovechar la<br />
oportunidad para hacer un poco de turismo, deseosa por conocer<br />
algo de aquel fabuloso país, de manera que se levantó decidida<br />
a tomar un tour y recorrer la ciudad e ir a los volcanes.<br />
Pero apareció Madeleine, que venía de averiguar sobre<br />
las condiciones del tiempo, tanto allí como en el trayecto y en<br />
su próximo destino.<br />
-El estudio que hice del informe meteorológico indica que<br />
podemos despegar, siempre y cuando sea de inmediato -le informó,<br />
echando por el suelo sus expectativas turísticas. También las<br />
propias. Lamentó no visitar las termas recomendadas por Gwen<br />
Linde, la Agregada Aérea de Estados Unidos en Chile. Incluso<br />
se había conseguido un montón de folletos turísticos que fomentaron<br />
su deseo por conocer más a fondo ese país.<br />
“Será la próxima vez” se consoló, como lo hiciera en<br />
cada lugar donde descendió el Julie.<br />
María Eliana miró por la ventana e imaginó el tour con<br />
alas. Sonrió. “No hay caso” se dijo, sabiendo que de inmediato<br />
era precisamente eso: de inmediato.<br />
-Bien, dame unos minutos.<br />
Aunque la cuenta por alojar era razonable, quedaron sorprendidas<br />
por el elevado precio de la comida y el teléfono. Sin<br />
oportunidad de discutir, abandonaron el lugar con dirección a<br />
las oficinas del FBO. Allí llamaron su atención aquellas paredes,<br />
adornadas con infinidad de calcomanías de todas partes<br />
del mundo. Ellas, en representación de la aviación chilena,<br />
agregaron una de “Águilas Blancas” que tenían a mano.<br />
Abordaron el avión con los trajes de inmersión otra vez<br />
hasta la cintura, dispuestas a correr el mayor riesgo hasta entonces,<br />
esta vez a sabiendas, sin posibilidad de hacer cálculos.<br />
Madeleine echó a andar el motor, mientras se quejaba, a<br />
242 TRAVESÍA 2004
coro con María Eliana, por aquella incómoda vestimenta.<br />
Unas pocas millas al Norte, comenzaron a ver los inmensos<br />
hielos que flotaban en el océano. Era impactante. De<br />
todos los tamaños y formas. Grandes y pequeños, planos y<br />
con puntas. Algunos cortados como diamantes gigantes.<br />
Otros como pequeños cerros con pronunciadas laderas.<br />
Brillantes, albos y de repente con diversas tonalidades provenientes<br />
de reflejos impresionantes. La piel se les erizaba entre<br />
la emoción y pensar que por algún motivo tuvieran que amarizar...<br />
A pesar de la regularidad del panorama, no había<br />
cómo sentir tedio.<br />
Luego de un par de horas, tranquilas, pues la nubosidad<br />
era intermitente y por lo tanto en el Julie no se había depositado<br />
hielo, entablaron un corto diálogo, otra vez relacionado<br />
con Suiza y ciertos acontecimientos que las conmovieron<br />
profundamente:<br />
-Esa conferencia de prensa en la tarde del lunes, recién<br />
llegadas a Ginebra, fue fantástica. También todo lo que siguió<br />
-comentó Madeleine.<br />
-Te las arreglaste lo más bien con la exposición en francés<br />
-afirmó su amiga, sonriente.<br />
-Sí, la verdad es que me sentí muy a gusto, lo que no es<br />
mi costumbre, tú sabes, en este tipo de cosas.<br />
-Poco a poco te acostumbrarás, ya verás.<br />
-Sí, es posible -hizo una pausa y cambió de dirección-. Y al<br />
otro día, la primera visita a las Naciones Unidas... ¿Recuerdas?<br />
-¿Cómo no voy a acordarme? Si no me equivoco fue<br />
después de la entrevista que te hicieron por la Radio Cité<br />
Genève cerca del aeropuerto.<br />
-Sí, cuando Juan Martabit nos hizo una ceremonia con<br />
todas esas encantadoras personas.<br />
-Sí, eran como treinta.<br />
El Embajador chileno ante las Naciones Unidas las<br />
homenajeó, nombrándolas embajadoras de la Paz. Luego<br />
leyó una emotiva misiva enviada por la ministra de<br />
Relaciones Exteriores de Chile.<br />
-Me emocionó la carta que nos entregaron de Soledad Alvear.<br />
-Fue sorprendente, por decir lo menos.<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
243
Tenía fecha 5 de abril y el texto, directo, era un buen<br />
reconocimiento al esfuerzo:<br />
LA MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE<br />
Santiago, 5 de abril de 2004<br />
Señoras<br />
Madeleine Dupont y María Eliana Christen<br />
Ginebra, Suiza<br />
Presente<br />
Estimadas Madeleine y María Eliana:<br />
Junto con compartir la admiración y orgullo de innumerables<br />
compatriotas por lo que ustedes han realizado, quisiera<br />
transmitirles mis más calurosas felicitaciones por su hazaña<br />
de volar en su pequeño avión desde nuestro país hasta Europa.<br />
La aventura que ustedes han emprendido ha demostrado<br />
que con determinación, mística, constancia y organización,<br />
es posible aspirar a grandes metas y que todas las personas,<br />
independientemente de nuestra condición, género y edad,<br />
tenemos el potencial para hacer cosas extraordinarias.<br />
Reiterándoles mi admiración y felicitaciones, y deseándoles<br />
un regreso sin incidentes hasta Chile.<br />
Se despide muy cordialmente,<br />
244 TRAVESÍA 2004<br />
MARÍA SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA
Este recuerdo las transportó a pensar en Chile y también<br />
en otras personas:<br />
-Es increíble todo el cariño que hemos recibido de tanta<br />
gente, entre ésta, destacadas autoridades como las ministras<br />
Cecilia Pérez y Michelle Bachelet.<br />
-Además los comandantes en jefe...<br />
-Y el Presidente...<br />
-Sí, el de la República y los del Club Aéreo de Santiago<br />
y de la FEDACH.<br />
Rieron y el Julie continuó su marcha con suavidad, aún<br />
sobre hielos flotantes.<br />
La melancolía que las embargaba entre aquel océano<br />
impresionante y el cielo azul, les dio tiempo para conversar<br />
otras instancias más románticas:<br />
-Tenemos tanto para recordar...<br />
-Y de todo tipo, si hasta poemas nos hicieron.<br />
-Incluso el discurso en romance, adaptado de la<br />
Araucana.<br />
-Ése fue Juan Martín Guerra en Canarias.<br />
-Sí y hasta le pidió permiso a Alonso de Ercilla.<br />
Volvieron a reír, entusiasmadas.<br />
-En realidad todo lo que hemos vivido ha sido increíble,<br />
como “de película”.<br />
-Y nos falta un buen trecho todavía.<br />
-Sí, siete países por visitar y como relámpago.<br />
-Y cruzar la parte más conflictiva: Kangerlussuaq y el<br />
Norte de Canadá.<br />
-Sin duda será lo más complicado, esperemos que el<br />
tiempo nos acompañe un poco.<br />
Llegaron entre nubes y les tocó un controlador radar de<br />
amplio criterio, quien en conformidad al peligro de acumular<br />
hielo, tomó la iniciativa de darles vectores para sacarlas a<br />
cielo despejado y se saltó el procedimiento de hacer el circuito<br />
sobre la radioayuda. Les explicó que parte de la pista estaba<br />
bajo nubes, el resto con sol y continuó dándoles vectores.<br />
Consultó cada cierto rato por si habían dejado atrás las<br />
nubes, a lo que Madeleine negó, agradecida, segura de que en<br />
cualquier momento divisarían la pista. Sucedió en momentos<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
245
de encontrarse laterales a ésta y el controlador, que con su<br />
estrategia les había evitado hacer circuito de espera y la gota<br />
dentro de nubes, les permitió aterrizar de inmediato.<br />
Habían sido advertidas de la ilusión óptica que hace parecer<br />
esta pista muy corta, pues tiene una loma en el centro.<br />
-En realidad al aterrizar se ve muy corta -comentó<br />
Madeleine-. Si no salieran publicadas las características en la<br />
carta ni hubiera alcanzado a verla completa desde arriba, creería<br />
que tiene la mitad del largo real.<br />
-Sí y por el contrario, es larguísima.<br />
-Bueno, de hecho, aterrizan jets a cada rato.<br />
En ese momento fue cuando estuvieron más al norte de<br />
la Travesía, en el paralelo Norte 67 01.0 Meridiano Oeste<br />
050 41.4. Cabe recalcar que, comparativamente, está<br />
mucho más cerca del Polo Norte de lo que la base antártica<br />
chilena ubicada en la isla Rey Jorge se encuentra con respecto<br />
al Polo Sur.<br />
Sorprendidas observaron que el hotel no sólo estaba<br />
frente al aeropuerto, sino a orillas de la misma pista, pues el<br />
lugar correspondía a un centro meteorológico. El edificio era<br />
una especie de container muy largo. Al recorrer el lugar con<br />
la vista, confirmaron que, como se viera desde el aire, apenas<br />
había otro par de construcciones.<br />
Gracias a las indicaciones de un señor muy amable, estacionaron,<br />
esta vez al frente, casi adentro del dormitorio.<br />
Luego de pasar por recepción cruzaron extensos corredores<br />
y subieron por las escaleras, pues no había ascensores.<br />
Al dirigir sus ojos por la ventana sonrieron con entusiasmo<br />
y, cómplices, se miraron. Esta vez, ahí estaba el Julie, de<br />
cuerpo completo, vigilándolas.<br />
Durante el desayuno observaron caer tupidos copos,<br />
mientras una máquina barría para que no se acumulara demasiada<br />
nieve. De momento no vieron más actividad.<br />
Madeleine abandonó el edificio y María Eliana regresó a<br />
la habitación.<br />
Por la ventana vio detenerse un avión comercial y muy<br />
pronto bajaron a la losa muchos pasajeros. En su mayoría<br />
le parecieron esquimales, aunque había, también, unos<br />
246 TRAVESÍA 2004
pocos caucásicos. Llamó su atención que de inmediato se<br />
llenara de policías.<br />
La sobresaltó el teléfono. Era el recepcionista, quien<br />
estando en antecedentes de que saldrían apenas las condiciones<br />
meteorológicas se lo permitieran, le informó que debían<br />
decidir si continuar o no en la habitación, pues de no querer<br />
pagar un día más, era requisito abandonarla de inmediato.<br />
Puso los ojos en las cosas de su compañera. La imaginó averiguando<br />
sobre el estado del tiempo y decidió salir a buscarla.<br />
Madeleine, por mientras, a través de las informaciones<br />
espontáneas disponibles para los pilotos consultantes que<br />
denominan notam, se enteró que en Iqaluit no había posibilidad<br />
de cargar avgas, pues debido a un problema de contaminación<br />
no era posible hacerlo hasta octubre. Por esto<br />
decidió cargar el estanque interior. Hizo los cálculos necesarios<br />
para determinar la mínima cantidad posible y supervisó<br />
la operación.<br />
María Eliana la encontró en esos trámites y la acompañó<br />
mientras terminaba.<br />
La gente del jet volvió a subir y tal como llegara, se fue.<br />
Entremedio arribaron muchos aviones rojos de correo y<br />
algunos cargueros, dando al lugar una dinámica muy especial.<br />
María Eliana le explicó la situación con la administración<br />
del hotel y Madeleine le informó la condición del tiempo,<br />
tanto allí como en su próximo destino, Iqaluit.<br />
-Podemos salir de inmediato -la sorprendió-. Debemos<br />
aprovechar que nieva suave. Además, dentro de lo malo, no<br />
lo está tanto. No son las condiciones ideales, pero podríamos<br />
pasarnos un mes esperándolas y capaz que ni así las consiguiéramos,<br />
así que traslademos las cosas al avión.<br />
El recepcionista se disculpó por haber sido tan drástico;<br />
sin embargo, no dudó en repetir su inflexible justificación:<br />
-Son las reglas.<br />
“Al menos nos avisó” se dijo Madeleine, que excusó su rudeza<br />
por vivir en aquel lugar, presa de las inclemencias del tiempo.<br />
María Eliana se dispuso a caminar con sus cosas hacia<br />
el avión.<br />
Presentado el plan de vuelo y efectuados todos los trámites,<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
247
incluido el pago para limpiar de hielo el avión, lo abordaron.<br />
Un vehículo contratado anteriormente por Madeleine se<br />
acercó para calentar exteriormente el lugar donde se produce<br />
el enfriamiento del motor, pues congelado era imposible que<br />
arrancara. Un generador montado en el mismo auto permitió<br />
lanzar un chorro de aire caliente por el hueco ubicado bajo el<br />
cono de la hélice.<br />
Terminada la operación, el vehículo se retiró y el motor<br />
la impulsó.<br />
Un funcionario les indicó con los dedos dónde estaba la<br />
unidad para sacar el hielo formado sobre el casco, ya que en<br />
ese aeropuerto no había servicio al avión y carretearon hasta<br />
ahí. Desde la cabina observaron la operación: primero barrieron<br />
la nieve depositada sobre las alas y luego chorrearon un<br />
líquido por todo el avión, especialmente por los mandos, el<br />
tren de aterrizaje, la hélice y las alas, hasta que el hielo desapareció.<br />
-Otros seiscientos dólares con alas -informó Madeleine-.<br />
Como el efecto de este líquido sirve sólo durante quince<br />
minutos, debemos despegar de inmediato.<br />
La nieve continuaba cayendo suave y el viento era<br />
tolerable.<br />
Luego de un vuelo que duró cuatro horas con doce minutos,<br />
en medio de una fuerte tempestad que las obligó a mantener<br />
mucha concentración, entraron a cielos canadienses<br />
envueltas en nubes, por lo cual no veían más allá de la nariz.<br />
Durante la aproximación se produjo una desconcertante<br />
discrepancia entre tres instrumentos que deben permanecer<br />
en armonía: el compás magnético, el giro direccional del sistema<br />
de compases y el GPS.<br />
Las dos bombas que producen la presión para el funcionamiento<br />
de los instrumentos giroscópicos estaban trabajando<br />
en su rango inferior, lo que indicó a Madeleine parte del<br />
problema. Además, el compás magnético presentaba ciertos<br />
errores por la cercanía al Polo Norte.<br />
Con su experiencia y conocimientos no dudó en confiar<br />
en el GPS, pues trabaja a través de satélites.<br />
Al salir de las nubes, todo estaba tan blanco, que la posi-<br />
248 TRAVESÍA 2004
ilidad de referencia era casi nula.<br />
Guiada por las señales de la radioayuda de la pista y el<br />
GPS, logró posar las ruedas del Julie sobre la losa, en el paralelo<br />
Norte 63 45.4 / Meridiano Oeste 068 33.4, contentas de<br />
haber entrado al continente americano. Apagado el motor,<br />
bajaron del avión en medio de una tempestad de nieve.<br />
Como su intención era hacer sólo escala en Iqaluit,<br />
realizaron los rutinarios trámites y preparativos del avión<br />
para la salida y Madeleine pensó en revisar el estado del<br />
clima para proseguir.<br />
Se dirigieron al jefe de los controladores, mister Mira,<br />
cuya oficina estaba en el primer piso de la torre de control.<br />
Era un individuo muy atento que las guió hasta la pequeña<br />
oficina que en Canadá y Estados Unidos reemplaza a la<br />
ARO. Consiste en un teléfono disponible para los pilotos,<br />
donde al marcar un número 800 se informan de las condiciones<br />
meteorológicas y los notams. En caso de decidir despegar,<br />
el piloto presenta verbalmente su plan de vuelo.<br />
El meteorólogo le advirtió sobre la severidad de las condiciones<br />
climáticas, por lo cual era imposible continuar.<br />
Mister Mira les recomendó la línea aérea local Air<br />
Nunavut para que les ayudara a encontrar alojamiento, tanto<br />
para ellas como para el avión. Así, lo hicieron rodar unos<br />
trescientos metros y estacionaron cerca de las oficinas.<br />
La primera noche fue imposible conseguir hangar, pero<br />
les dijeron que al día siguiente iba a desocuparse uno, donde<br />
en caso de no salir, podrían guarecer al Julie.<br />
No muy conforme, pero sin otra alternativa, Madeleine<br />
agradeció.<br />
No pudieron conseguir alojamiento en un hotel, pues<br />
había en la ciudad una feria anual y todos éstos, así como las<br />
pensiones, estaban copados. Después de muchos intentos<br />
fallidos, encontraron cupo en la Residencia para Alumnos de<br />
los Colegios Árticos. Ubicada frente a la pista, formaba parte<br />
del complejo correspondiente al aeropuerto.<br />
Las trasladaron en una van y les entregaron vales para cenar,<br />
ya que la estadía daba ese derecho y el desayuno. Les advirtieron<br />
que se apuraran, pues la atención era sólo hasta las seis.<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
249
La habitación correspondía a una gran sala con tres espacios:<br />
uno central y dos laterales, donde estaban las camas. No<br />
tenía teléfono ni baño privado, pues el lugar estaba diseñado<br />
para los alumnos, por lo cual sólo había recintos comunes<br />
con muchas duchas y lavatorios: unos para hombres y otros<br />
para mujeres.<br />
Los pasillos aquí también eran interminables y el edificio<br />
no contaba con ascensores. Bajaron a cenar y después<br />
subieron con la intención de ducharse; sin embargo, se<br />
encontraron con la sorpresa de que no había toallas. De<br />
inmediato fueron a la recepción, pero por ser muy tarde no<br />
encontraron al empleado. Sólo a un guardia al que le explicaron<br />
la situación. Él les dijo que los alumnos llevaban las<br />
suyas y lo único que podía hacer por ellas era facilitarles<br />
algunas de papel. Las aviadoras se miraron, mientras él sacó<br />
de un closet un alto de éstas. Decidieron tomarlo con humor<br />
y regresaron al baño, muertas de la risa, a pesar de lo insólito<br />
que les pareció pagar la abultada suma de trescientos<br />
dólares y tener que secarse de manera tan primitiva.<br />
Se acostaron, esperanzadas en poder salir temprano al<br />
día siguiente.<br />
Al despertar, la vista a través de la ventana resultó desoladora:<br />
caía mucha nieve con viento, la pista estaba blanca y<br />
observaron algunos vehículos barredores trabajando para que<br />
pudieran aterrizar y despegar aviones más grandes, principalmente<br />
jets.<br />
Después de tomar desayuno se separaron.<br />
Madeleine quiso averiguar sobre las condiciones del<br />
tiempo para despegar, de manera que se puso el abrigo que<br />
le vendiera María en Cascais, acomodó la capucha con<br />
apenas los anteojos ahumados a la vista y se observó al<br />
espejo. Sintió ganas de lanzar una carcajada, pues se<br />
encontró igual a un embutido. Salió a la intemperie y caminó<br />
hacia la pista, pensando en volver de inmediato para<br />
informar a su compañera.<br />
Debido al fuerte viento la nieve se coló hasta su cara. Así<br />
caminó durante diez minutos con dirección a las oficinas de<br />
la línea aérea Nunavut, que lleva el nombre de la región, para<br />
250 TRAVESÍA 2004
conversar con el piloto jefe Chris u otro llamado Greg.<br />
Olvidó que para ingresar había una pequeña puerta lateral<br />
y creyó que el recinto estaba cerrado, así que siguió su<br />
camino hacia la oficina del jefe de controladores, quien muy<br />
servicial sacó por Internet toda la información meteorológica.<br />
Después subieron a la torre de control para saludar a los<br />
encargados del tráfico aéreo.<br />
La meteorología empeoraba, por lo cual era imposible<br />
despegar. Caminó hasta el Julie, estacionado junto a un avión<br />
King Air Beechcraft con turbinas, que se veía inmenso. Se<br />
alegró, pues ya estaba al abrigo del hangar. A modo de saludo<br />
su mano le acarició, como de costumbre, igual que si fuera<br />
un noble caballo.<br />
María Eliana, por su parte, regresó a la habitación y en<br />
lugar de su amiga encontró una nota:<br />
“Me voy al avión” leyó.<br />
Ante aquello, decidió tomar un taxi para ir al pueblo y<br />
comprar toallas.<br />
Llamó su atención la gran limpieza, la carestía y la forma<br />
de aquella ciudad. Todas las calles eran circulares, excepto<br />
la que iba en dirección al aeropuerto.<br />
Volvió a la hora de almuerzo y al poco rato apareció<br />
Madeleine, que le contó:<br />
-No podemos despegar aún, tendremos que pasar otro<br />
día aquí.<br />
-Bueno, al menos tenemos toallas.<br />
Madeleine la observó con curiosidad.<br />
-Fui a comprar... Y también traje agua mineral.<br />
-¡Genial! -exclamó su amiga, que le obsequió una sonrisa<br />
de gratitud. Pasados unos segundos, agregó:<br />
-Tendremos que consultar a cada rato la meteorología,<br />
porque no creo que tengamos mucho donde elegir, así que<br />
apenas haya una posibilidad, nos vamos.<br />
-Eso implica un gran riesgo -comentó María Eliana.<br />
-Sabes que lo sé, pero no hay alternativa. No podemos<br />
sentarnos a esperar buen tiempo. Aquí puede no llegar quizás<br />
hasta cuando. De momento, en todo caso, no hay nada que<br />
hacer hasta mañana. A primera hora, ya veremos.<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
251
El director del albergue, un inuit canoso, lampiño y<br />
medio pelado, las autorizó para usar con libre acceso una<br />
sala de Internet que funcionaba a través de un servidor ubicado<br />
en su oficina. Era un espacio amplio diseñado para<br />
acoger a los alumnos, con ocho computadores, todos disponibles<br />
por ser época de vacaciones.<br />
Luego de poner al día sus correos, bajaron a cenar. Eran<br />
más de las cinco de la tarde y aunque de día, el cielo estaba<br />
cerrado y la nieve hacía que todo fuera muy gris.<br />
Con los alumnos ausentes, el lugar acogía a varias familias<br />
inuit, debido a una inundación producida en los alrededores.<br />
También alojaban algunos profesores que por diversos<br />
motivos prefirieron quedarse. Ellas entablaron amistad con<br />
una maestra que conocieron en el baño, duchándose.<br />
Posteriormente las invitó a su cuarto, desde donde pudieron<br />
hacer algunas llamadas, mientras les contaba sobre sus actividades<br />
y la vida de la gente allí.<br />
Llamó mucho su atención el contenido de una serie de<br />
afiches que promovían la unión de los inuit con el resto de<br />
los habitantes de Canadá. En algunos aparecían dos manos<br />
unidas y otros destacaban los valores del pueblo Inuit. En<br />
uno de éstos se leía: “Respete a los inuit”.<br />
Aunque la nevazón aumentó durante la noche, amaneció<br />
con mejor visibilidad y casi sin viento.<br />
Bajaron a desayunar y Madeleine quiso tomarse un café<br />
con leche. Observó en el rincón la máquina y se dirigió a ella<br />
con la taza. Apretó el botón correspondiente, pero no salió el<br />
producto. Apretó otra vez y nada...<br />
Un inuit sentado en una de las mesas le hizo señas mientras<br />
decía: “open, open”.<br />
Ella, sin entender, continuó tratando de hacer funcionar<br />
los botones.<br />
El hombre se levantó de su asiento, fue hasta ella y abrió<br />
la puerta del aparato.<br />
Sorprendida, observó que en el interior había un jarro<br />
con leche. Al ver que los botones y manijas eran de adorno,<br />
soltó una carcajada.<br />
De ahí fueron hasta la sala de Internet y consultaron<br />
252 TRAVESÍA 2004
sobre la meteorología para pilotos. Las condiciones del tiempo,<br />
todavía conflictivas, las retuvo un gran rato frente a la<br />
pantalla, analizando la posibilidad de despegar.<br />
De pronto apareció un inuit como salido de la nada que<br />
llevaba en su mano una carpeta con forma de angosto maletín.<br />
Las saludó con amabilidad y, sin que salieran de su sorpresa,<br />
tanto por su presencia como por lo inusual del comportamiento,<br />
sacó unos dibujos que, según les contó, estaban<br />
hechos a dos manos.<br />
Los inuit son individuos tímidos que, debido a su falta<br />
de roce social, tienden a bajar la vista sin dar oportunidad<br />
para saludarles. Pero este no era así. Aparte de ser muy afable,<br />
les dio un dibujo de su tierra y comenzó a bosquejar a<br />
María Eliana. Acto seguido, les regaló una insignia con un<br />
símbolo de los inuit.<br />
Madeleine se sintió con “las manos vacías”. Entonces<br />
buscó en su cartera algo propio de su civilización para obsequiarle<br />
y encontró una pequeña caja para pastillas forrada en<br />
piel proveniente de Argentina, donde guardaba sus tapones<br />
para los oídos. No dudó en que era la solución, de manera<br />
que la vació y se la entregó.<br />
Él, entonces, arrodillado en el suelo, comenzó a dibujarla<br />
con sus dos manos.<br />
Aparecieron de repente unos amigos del hombre, se<br />
tomaron algunas fotos y se despidieron. El lugar volvió a su<br />
antiguo silencio.<br />
Regresaron a su actividad meteorológica y el panorama<br />
continuó desalentador. Decidieron conversar con mister Mira<br />
y se dirigieron a su oficina en el edificio.<br />
Consultaron su opinión y él, que había estado todo el<br />
tiempo a su disposición, asumió su condición de jefe de los<br />
controladores y sintió un grado de responsabilidad. Entró a<br />
Internet y sacó muchas páginas que durante largo rato analizaron.<br />
-Están muy malas las condiciones, pero es su decisión<br />
-comentó, respetuoso del criterio de las pilotos.<br />
-Ya lo sabemos, pero ¿cuál es su opinión? -insistió<br />
María Eliana.<br />
HIELOS PELIGROSOS<br />
253
-No debieran volar, pero por otro lado se ve que las<br />
cosas empeorarán y entonces será imposible despegar y no<br />
hay cómo saber hasta cuándo tengan que quedarse.<br />
“Eso significa que ahora o nunca” pensó María Eliana.<br />
Madeleine, por mientras, evaluaba la situación.<br />
Consideró suya la responsabilidad de tomar una decisión<br />
adecuada y, luego de volver a sopesar con prudencia los pro y<br />
los contra, propuso a su amiga salir y hacer una escala en<br />
Kuujjuaq, donde luego de cargar combustible analizarían<br />
nuevamente las condiciones para decidir si continuar algo<br />
más al sur o esperar.<br />
A María Eliana le pareció bien. El señor Mira las observó<br />
enfrentar sus ojos en un gesto de complicidad y comprendió<br />
que estaban de acuerdo. En su rostro se leían con claridad<br />
indicios de preocupación.<br />
-El riesgo es alto, pero no tenemos una mejor alternativa<br />
-expresó Madeleine.<br />
-Es cierto, salgamos de inmediato. Es increíble que haya<br />
que tomar de esta manera una decisión de tanta importancia.<br />
-Tomémoslo como un buen entrenamiento.<br />
Esta vez no hubo sonrisas. Ambas habían calibrado bien<br />
la decisión y sus graves implicancias.<br />
Terminados los trámites agradecieron al controlador para<br />
de inmediato retirarse con dirección al avión.<br />
-Buen vuelo y cuenten conmigo. Seguiremos en contacto<br />
y estaré a su disposición todo lo que necesiten -se despidió él.<br />
Junto al Julie extendieron la bandera chilena, para cumplir<br />
una vez más el compromiso contraído con el Presidente<br />
de la República, como representantes del pueblo de Chile.<br />
254 TRAVESÍA 2004
Decisiones con<br />
riesgo de vida<br />
Iqaluit - Kuujjuaq - Montreal<br />
-Espero que no se nos forme demasiado hielo en los<br />
mandos -comentó Madeleine, mientras echaba a andar el<br />
motor. Pensó, en inglés (algo frecuente en ella), que lo difícil<br />
era saber: “How much is too much?”.<br />
Ese “demasiado” golpeó duro a María Eliana, a pesar<br />
de estar consciente del riesgo.<br />
-Me molesta que no haya cómo saberlo hasta que<br />
ocurre -agregó, consciente de que ese “hasta que ocurre”<br />
implicaba lisa y llanamente la pérdida de sustentación,<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
255
con una caída desastrosa.<br />
-¡Aquí vamos! -exclamó Madeleine y las ruedas se despegaron<br />
del suelo.<br />
Nevaba, aunque con poca intensidad, lo que no les<br />
importó mucho, pues los copos no se adhieren ni endurecen.<br />
El peligro se presentaría apenas entraran entre nubes frías,<br />
por el comportamiento de la humedad a bajas temperaturas.<br />
Se concentraron en escuchar diversos reportes de pilotos al<br />
alcance de la radio, para conocer el grosor de la capa de<br />
nubes y la posible demora en salir a cielo despejado.<br />
Sus ojos incrustados en los instrumentos salían de vez<br />
en cuando para observar con dificultad, a través de la formación<br />
de hielo en las ventanillas y el parabrisas, el estado de<br />
las alas y la hélice, mientras buscaban hacia arriba, con la<br />
esperanza de encontrar más claridad y abandonar aquel<br />
sobrecogedor gris.<br />
Avanzaron durante un rato largo en esas condiciones. El<br />
tiempo empeoró y las nubes fueron cada vez más densas. El<br />
Julie, zamarreado por los fuertes vientos, comenzó a acumular<br />
hielo. Las pilotos se miraron con preocupación, pues en<br />
los bordes de ataque y sobre los estanques de punta de ala se<br />
formó con rapidez una capa que aumentaría sin compasión.<br />
Calcularon la conveniencia entre mantener la altitud o<br />
subir a cielo despejado. El problema era que de permanecer<br />
mucho rato en la humedad, el hielo se haría excesivo, sin<br />
saber cuánto era demasiado. Por otra parte, la baja temperatura<br />
a cielo despejado aseguraba afirmar la capa helada.<br />
Tomaron la segunda opción y el Julie empinó la nariz.<br />
El nerviosismo comenzó a punzar en sus estómagos y<br />
María Eliana se encomendó a la Virgen, presintiendo que<br />
era lo más atinado. Así y todo, la nubosidad resultó más<br />
gruesa de lo pronosticado.<br />
Madeleine evaluó la posibilidad de regresar a Iqaluit.<br />
Consideró el tiempo que permanecerían en nubes y las distancias<br />
hacia delante y atrás. Como de regresar, era muy<br />
probable que las condiciones para aterrizar hubieran empeorado,<br />
le pareció más conveniente continuar.<br />
El sonido de la hélice acusaba con toda claridad la for-<br />
256 TRAVESÍA 2004
mación de hielo en las aspas, la velocidad disminuía y la<br />
cantidad acumulada sobre las alas era preocupante.<br />
Volvieron a hacerse la pregunta del millón de dólares:<br />
“¿Cuánto es demasiado?”.<br />
Continuaron y la situación climática dio a Madeleine la<br />
oportunidad de pedir autorización a ATC para desviarse unos<br />
grados y aprovechar los pocos claros que por momentos<br />
aparecieron. Abajo, sobre el océano, imaginaron flotar amenazantes<br />
los carámbanos. Se contraponía la magnificencia<br />
del panorama con el temor, ya no sólo de un imprevisto, sino<br />
también de algún suceso ocurrido a raíz de una fría decisión.<br />
Un nuevo claro permitió que la inquietante acumulación<br />
de hielo se detuviera, pero en esas condiciones nunca<br />
se sabe lo que la meteorología depara y el existente era suficiente<br />
para que en caso de necesidad el avión no respondiera<br />
de la manera adecuada.<br />
“Al menos no nos hemos caído” pensó María Eliana<br />
mientras miraba a su amiga. Regresó los ojos hacia el parabrisas<br />
y de inmediato a su ventana. Apenas pudo ver las alas<br />
a través del material cristalizado.<br />
La temperatura se mantuvo, pero la tormenta era dura y<br />
las vibraciones del monomotor aterradoras, como si de<br />
pronto se fuera a partir en dos, salir volando la puerta o desprenderse<br />
un ala.<br />
Madeleine consultó con María Eliana:<br />
-Esta tormenta no va a parar y se nos va a poner muy<br />
feo el panorama, creo que debemos buscar más arriba.<br />
-Estoy de acuerdo, es demasiado peligroso seguir por<br />
aquí -respondió, sabiendo que a medida que se asciende la<br />
temperatura baja y parte de la humedad de las nubes altas se<br />
transforma en cirrus, que son minúsculos cristales, por lo<br />
cual se detiene la condición de congelamiento en el avión.<br />
De pronto, sobre la empinada nariz del Julie, las nubes<br />
se aclararon. Era un buen signo. A los 8.000 pies salieron a<br />
un claro y comenzaron a volar en un estrecho corredor, entre<br />
la nubosidad que dejaron abajo y la depositada encima.<br />
El recreo no duró mucho. Las nubes más adelante volvieron<br />
a cerrarse y Madeleine otra vez tuvo que decidir si<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
257
mantener la velocidad o empinar la nariz. Optó por hacer<br />
una montada en busca de la anhelada luminosidad, el esperado<br />
sol y un mayor descenso de la temperatura, pues se<br />
supone que a partir de alrededor de -15ºC, hay menos peligro<br />
de formación de hielo.<br />
Casi sobre el estrecho de Hudson, más o menos a 61º<br />
de latitud Norte, la temperatura bajó más. Y a 10.000 pies<br />
tuvieron la sensación de un cambio en el colorido de las<br />
nubes. A los 11.000 la claridad se hizo evidente y haciendo<br />
virajes con la nariz arriba, el Julie alcanzó los 14.000 pies.<br />
Las alas, a estas alturas, tenían una gruesa capa y las<br />
pilotos seguían haciéndose la dura pregunta: “¿Cuándo<br />
mucho es demasiado?”.<br />
Sesenta millas al norte de Kuujjuaq comenzaron el descenso.<br />
Se adentraron otra vez en la nubosidad, con mayor<br />
peligro que en el ascenso, pues ya tenían acumulada una<br />
buena cantidad de hielo. La fría lonja aumentó y el riesgo<br />
de una falta de sustentación pareció llegar al límite.<br />
Cerca del aeropuerto la nubosidad se hizo parcial y con<br />
gran alivio se enteraron por el controlador de que Kuujjuaq<br />
estaba con sol.<br />
Debido a que algunos mandos estaban trabados,<br />
Madeleine debió efectuar las maniobras de aproximación y<br />
aterrizaje de una manera inusual. Usó los que aún podía<br />
accionar, con una exigencia máxima de su pericia.<br />
Todo, alrededor, estaba nevado. Sujetó con fuerza la caña<br />
y esperó a que las ruedas tocaran el congelado pavimento.<br />
Logró ponerlas en la pista con el avión estabilizado, de<br />
manera que rodó con normalidad. La carrera disminuyó y el<br />
avión se detuvo.<br />
-¡Uff, buena piloto! -exclamó María Eliana, consciente<br />
de que su amiga necesitaba una solidaria demostración de<br />
afecto. Como si nada, carretearon hasta el suministro de<br />
combustible. Al bajar constataron la gran cantidad de agua<br />
en estado sólido que tenía el avión, sin posibilidad de derretirse,<br />
debido a la baja temperatura. El panorama era para<br />
ellas algo desconocido, así como un hermoso bimotor Twin<br />
Otter con esquís alternativos a sus ruedas, pintado con los<br />
258 TRAVESÍA 2004
mismos colores del Julie, que posaba ante sus ojos.<br />
Madeleine se emocionó con el sol, contenta de salir por un<br />
rato de las horribles condiciones y poder proseguir sin novedad.<br />
Después de echar combustible fueron a la torre, un lugar<br />
que les pareció muy solitario. El único empleado que encontraron<br />
les informó que en el piso de abajo estaba la oficina<br />
para llamar al número 800, donde averiguar sobre la meteorología<br />
y, en caso de despegar, hacer entrega del plan de vuelo.<br />
Aprensiva, Madeleine escuchó decir a la voz del otro<br />
lado de la línea que se acercaba rápido un frente y ahí pronto<br />
estaría cubierto, con pésimo tiempo hacia el Sur. Y aunque en<br />
esa dirección, tanto como al Sureste y Suroeste había diversos<br />
lugares donde aterrizar, ningún camino era viable.<br />
El corazón “le bajó al bolsillo del pantalón”, como<br />
dicen los alemanes cuando quieren explicitar su decepción.<br />
Tuvieron, entonces, que ubicar dónde pernoctar.<br />
Divisaron, en lontananza, las paredes verdes del hotel; sin<br />
embargo, dadas las condiciones climáticas, era muy lejos<br />
para ir a pie. Preguntaron por un taxi y se enteraron de que<br />
éstos funcionaban sólo en verano, para los turistas, ya que<br />
no eran usados por la gente local.<br />
-Pero hay un albergue para los pilotos, eso sí, sin restaurante<br />
-les dijo el controlador-. Ellos pueden venir a recogerlas.<br />
De ahí podrán ir caminando a comer al hotel, no está<br />
tan lejos.<br />
Esa opción les pareció la más acertada y llamaron por<br />
teléfono.<br />
Pronto llegó un vehículo que las transportó a las instalaciones,<br />
que parecían desocupadas.<br />
-Efectivamente, ustedes son las únicas huéspedes hoy<br />
-confirmó el chofer, mientras encendía algunas luces.<br />
-Veo que realmente aquí no hay posibilidades de alimentación<br />
y estoy demasiado hambrienta -dijo María Eliana.<br />
-En efecto, señora, sólo hay la comida que los pilotos<br />
dejan guardada en los freezer, y como comprenderán, es<br />
sagrada. Y no podrán comprar algo hasta mañana.<br />
-Entonces, no nos queda más que ir al hotel -propuso<br />
Madeleine.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
259
-Bueno, no está tan lejos y no andaremos con las cosas<br />
a cuesta.<br />
-¿Usted puede ser tan amable de dejarnos allá?<br />
-Por supuesto, pero más tarde no habrá quien las traiga.<br />
-No importa, pero estamos que nos morimos de hambre.<br />
El hombre las dejó en el hotel y desapareció entre la nieve.<br />
La vuelta fue más atractiva de lo que esperaron.<br />
Aunque no era fácil caminar con las piernas enterradas hasta<br />
casi las rodillas y una temperatura inferior a los quince<br />
grados bajo cero, aún estaba de día y comenzó a ponerse el<br />
sol, lo que constituyó un verdadero espectáculo. Lo hizo<br />
tras los bosques nevados, con una impresionante franja<br />
amarilla que dividía el cielo gris.<br />
-Mañana habrá que comprar algunas provisiones<br />
-comentó María Eliana, con pocas ganas de repetir aquella<br />
caminata.<br />
-Sí, lo probable es que no nos podamos mover, aunque<br />
en estos lugares nunca se sabe. De pronto se produce una<br />
mejora climática y debemos aprovechar.<br />
María Eliana se limitó a murmurar con sus pensamientos<br />
centrados en esas probables condiciones.<br />
A la mañana siguiente Madeleine abrió las cortinas y<br />
exclamó:<br />
-¡Qué contraste! -sorprendida por la tempestad de nieve,<br />
el cielo gris y todo cubierto de blanco-. Mi pobre avión<br />
-agregó.<br />
Aprovecharon el encierro para escribir en sus diarios y<br />
arreglar las bitácoras.<br />
Madeleine percibió una sensación agobiante de aislamiento<br />
al sentirse una presa envuelta por aquella gran nube<br />
blanca que la oprimía.<br />
Más tarde se sintió un poco mejor, gracias a las llamadas<br />
telefónicas del General de Aviación Marcos Meirelles<br />
desde Montreal y del Coronel Ili en Washington.<br />
En la mañana caminaron hasta el hotel para desayunar.<br />
Al salir, un viento helado les mordió la cara. Después, el<br />
auto del albergue las llevó a un supermercado para comprar<br />
víveres. Por último, el chofer, antes de irse a almorzar, dejó<br />
260 TRAVESÍA 2004
a Madeleine en el aeropuerto para averiguar sobre el estado<br />
del tiempo.<br />
Encontró a un capitán de la línea aérea local presentando<br />
su plan de vuelo, quien le dio una serie de consejos respecto<br />
a las ciudades posibles de usar como destino. En el<br />
caso que se decidieran por Montreal, le explicó las diferencias<br />
entre los dos aeropuertos grandes: sugirió escoger<br />
Presidente Pierre Trudeau, que era la pista usual. Además,<br />
le dio una serie de indicaciones prácticas, como dónde dirigirse,<br />
la probable dirección de aterrizaje y por qué parte le<br />
convenía hacer el carreteo para encontrar el FBO.<br />
Una vez que se despidieron, ella llamó al número 800.<br />
Le costó comunicarse, pues era la quinta persona en línea<br />
de espera y debió tener paciencia durante más de media<br />
hora. Llegado su turno, habló durante casi 20 minutos.<br />
El encargado de asesorarla fue muy amable. Hizo caso<br />
omiso de que más personas aguardaran y le informó con<br />
minuciosidad. Su actitud paciente y exhaustiva le pareció<br />
una especie de recompensa a la espera.<br />
Le dijo que de Kuujjuaq a Montreal había, durante 300<br />
millas al sur, entre los 2.000 a 2.500 pies y hasta los 20.000,<br />
una capa de nubes como muro compacto.<br />
Para el Julie era imposible volar en tales condiciones,<br />
pues la altitud máxima que puede alcanzar es de 16.000 ó<br />
17.000 pies y en esa montada, demasiado larga, se formaría<br />
exceso de hielo. De hacerlo, sin duda sabrían “cuándo<br />
mucho es demasiado”.<br />
Sin embargo, el pronóstico para el día siguiente era que<br />
en lugar de 300 millas, la extensión nubosa sería sólo de 50;<br />
y probablemente con no más de 6.000 pies de altura: un<br />
pronóstico bastante prometedor que le permitió sentirse más<br />
optimista. Agradeció la excelente atención y dejó presentado<br />
su plan de vuelo, para así sólo tener que verificarlo.<br />
Fue al hospedaje por su compañera y se dirigieron al<br />
edificio de la Municipalidad, el único lugar donde funcionaba<br />
Internet y sólo hasta las cinco y media. Allí no fue<br />
mucho lo que pudieron hacer, pues el sistema era lento en<br />
extremo.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
261
Regresaron a la residencia y recorrieron sus instalaciones,<br />
bastante modernas y con excelentes espacios, como la enorme<br />
cocina, con dos refrigeradores grandes y dos lugares donde<br />
cocinar. Allí prepararon un pollo asado con tomate y palta.<br />
En la noche cenaron algo frugal con yoghurt y frutas,<br />
ya no solas, pues llegaron otros pilotos.<br />
Decidieron que su próximo destino sería Montreal,<br />
donde estaba el General Meirelles, a unas 848 millas náuticas,<br />
vale decir 1.570 kilómetros, lo que volando a 120<br />
nudos, o sea 222 kilómetros por hora, significaría 7 horas.<br />
Estuvieron todo el día encerradas viendo nevar y ocuparon<br />
el tiempo en realizar diversas actividades como hacer<br />
el plan de vuelo, leer, escribir y observar el paso de algunos<br />
inuit con sus perros, así como de una mujer típica con su<br />
guagua cargada sobre la espalda en un atuendo muy especial<br />
tipo abrigo blanco, que no se confundía con la nieve<br />
sólo gracias a unas líneas rojas que lo adornaban en sus bordes.<br />
Además, fue el momento indicado para pensar en<br />
muchas cosas.<br />
Madeleine se preguntó en qué momento se le había<br />
ocurrido participar en esta loca aventura. Observó a María<br />
Eliana y recordó que se habían conocido en Chile por los<br />
años ochenta, en casa de un matrimonio suizo, amigo de<br />
ambas, que regresaba a su país.<br />
El otro matrimonio invitado estaba formado por un<br />
dentista y su señora, una psicóloga que además era piloto. A<br />
Madeleine le llamaron la atención en ella ambas actividades:<br />
en primer lugar era una profesional muy peculiar, pues<br />
asistía a su marido con ciertos pacientes alérgicos a los<br />
remedios, a quienes anestesiaba a través de la hipnosis. Por<br />
otra parte su actividad aérea la hizo pensar en su deseo dormido<br />
de ser aviadora.<br />
Las sentaron juntas y desde un comienzo tuvieron una<br />
muy buena relación, por lo cual continuaron visitándose.<br />
Rememoró que con posterioridad, ella y Hans fueron a<br />
Tahití junto a otros matrimonios, donde les tocó hacer todos<br />
los vuelos entre las islas en un pequeño avión bimotor.<br />
Al volar junto al piloto afloró la pasión de sus años<br />
262 TRAVESÍA 2004
mozos como un volcán y a su regreso le contó a María<br />
Eliana, quien le ofreció presentarla en el Club Aéreo de<br />
Santiago para que hiciera el curso de vuelo. Ella, entusiasmada,<br />
habló con su marido y él aceptó apoyarla para que<br />
cumpliera aquel sueño hasta entonces desterrado.<br />
En 1989 comenzó el curso y desde entonces ha volado<br />
con intensidad.<br />
Después su amiga, separada del dentista, partió con<br />
Valentín a Europa, donde la visitaba, contándole sobre sus<br />
progresos de piloto.<br />
Madeleine comentó a María Eliana sus pensamientos y<br />
recordaron el origen de la Travesía 2004. Estuvieron de<br />
acuerdo con que la primera consideración a tener en cuenta<br />
era la idea común, en muchos pilotos, de querer ir cada vez<br />
más lejos, abarcar mayores distancias y visitar más países.<br />
A Madeleine, por su parte, le fascinaba recortar los artículos<br />
de los vuelos ferry entre Europa y Estados Unidos y<br />
guardarlos. Hacía lo mismo con los de las vueltas al mundo<br />
y jugaba por dónde hacerlas ella...<br />
En el caso de María Eliana había otras motivaciones y<br />
quien mucho tuvo que ver fue el piloto parapléjico portugués,<br />
Antonio Faria e Mello, quien sobrepuesto a sus dificultades<br />
físicas, había logrado grandes hazañas.<br />
El 17 de diciembre del 2003 se cumplieron los cien<br />
años de la aviación a motor y, desde los primeros meses,<br />
entre las grandes celebraciones que se hicieron, en ambas,<br />
que se encontraban instaladas en Chile, se profundizó el<br />
anhelo por vivir la experiencia de una hazaña. Al principio<br />
no lo conversaron. Era una curiosa cuestión tácita.<br />
Madeleine se preguntaba si podría hacerlo a bordo del<br />
Bonanza, alentada por conversaciones sostenidas con<br />
Ricardo Schäfer, piloto que traslada los aviones Cisterna<br />
usados durante los veranos para combatir los incendios en<br />
Chile y Europa, pues según parece hay muy pocos en el<br />
mundo.<br />
La primera acción concreta al respecto, fue la modesta<br />
medición de la ruta a través de la escala de kilometraje de<br />
un atlas, sin cartas.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
263
Comenzaron a conversarlo entre ellas y de a poco las<br />
ideas anidaron, hasta que unos tres meses antes del 19 de<br />
julio, fecha del cumpleaños de María Eliana, se lo plantearon<br />
por primera vez como algo posible. Madeleine lo había<br />
analizado sólo en términos gruesos, por lo cual aún estaba<br />
la incógnita de poder hacerlo en el Bonanza.<br />
Durante esos tres meses estudió las cartas, las características<br />
del avión, la factibilidad de aumentar el combustible<br />
para la autonomía, el camino...<br />
Cada vez que se veían con María Eliana, ella tenía un<br />
nuevo dato. Conversó con varios pilotos y recopiló consejos<br />
e información por Internet y a través de diversos estudios<br />
y cálculos.<br />
Así, poco a poco el sueño tomó cuerpo, hasta que decidieron<br />
realizarlo al año siguiente, cuando la meteorología<br />
fuera adecuada.<br />
Trató de determinar un momento exacto en que hubieran<br />
tomado la decisión, pero no pudo, pues amasaron la<br />
idea hasta que de repente estuvo a punto. Coincidió con el<br />
cumpleaños de su amiga y aprovecharon la celebración para<br />
comunicarlo. “Sí -piensa-, ahí el desafío tomó cuerpo”.<br />
Volvió a reinar el silencio en la habitación. María Eliana<br />
aprovechó para hacer un giro brusco en sus pensamientos y<br />
evocó a su difunto padre, un típico suizo fanático por volar en<br />
globo, que por esas rarezas del destino llegó a Chile.<br />
Perteneciente a una importante y rica familia, muy<br />
joven tuvo la inquietud de conocer otras tierras. Titulado de<br />
ingeniero eléctrico, fue contratado por ABB, quienes le<br />
ofrecieron un cargo en Estados Unidos y, pese a la reticencia<br />
de su padre, abandonó su pueblo natal.<br />
Transcurridos tres años se aburrió de la ley seca y todas<br />
sus implicancias en lo que consideraba el buen vivir, así que<br />
decidió regresar a Suiza; sin embargo, con una buena situación<br />
y sin compromisos, entusiasmó a un amigo para antes<br />
recorrer Sudamérica.<br />
Por 1935 llegaron al país más austral del continente,<br />
donde conoció a Eliana, de quien se enamoró de inmediato<br />
y sin restricciones, de manera que no demoró en casarse. Se<br />
264 TRAVESÍA 2004
estableció allí, a pesar de pertenecer a una de las familias<br />
que formaron la Confederación Helvética, siendo el primero<br />
y único en salir a probar suerte al extranjero. A diferencia<br />
de otros inmigrantes, invirtió dinero en lugar de abrigar la<br />
esperanza de encontrarlo. Compró un gran terreno al interior<br />
de la ciudad de Santiago, que dividió en dos partes: una<br />
quinta para vivir y una fábrica para trefilar acero, y aunque<br />
sus empresas nunca prosperaron, era tal la fortuna y alta<br />
posición social de su familia en su país de origen, que ser<br />
un pésimo administrador y negociante nunca tuvo mucha<br />
importancia.<br />
Nació en Wolfenschiessen, un pueblo ubicado en plena<br />
montaña, a mitad de camino entre Lucerna y el centro de<br />
esquí Engelberg, habitado en un cincuenta por ciento por<br />
familias de apellido Christen.<br />
Como homenaje a su padre, en octubre de 1996, encontrándose<br />
radicados en Cascais, viajó junto a Valentín, para<br />
el día 30 casarse. Entonces tuvieron la oportunidad de comprobar<br />
cómo el pueblo todavía lo recordaba con mucho<br />
afecto y respeto, pues montó la hidroeléctrica que aún lo<br />
mantiene con luz.<br />
María Eliana rememoró la manera en que su padre<br />
había llegado a piloto: el país tiene un ejército disuasivo,<br />
gracias al cual jamás ha tenido que lamentar la participación<br />
de su población en una guerra. El servicio militar es<br />
optativo para las mujeres que deseen hacerlo y obligatorio<br />
para los hombres, quienes mantienen en su hogar armas<br />
para una defensa conveniente en caso de ataque. Es tan<br />
grande su sentido patriótico que, aunque no sea significativo,<br />
los jubilados hacen un aporte del propio bolsillo al<br />
Estado para esos fines. Así, todos están preparados para una<br />
eventual guerra y saben muy bien cómo coordinarse en tal<br />
caso, ayudados por la situación geográfica del país.<br />
Arnold escogió hacer su entrenamiento en la rama del<br />
aire y se hizo tan amante de la actividad, que no dudó en<br />
continuar su práctica de manera privada.<br />
Entre las remembranzas de su niñez, evocó aquellas<br />
tardes sentada sobre las rodillas del papá. Muy atenta, escu-<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
265
chaba con atención sus emocionantes historias de vuelo.<br />
Las más entretenidas eran, sin duda, las aventuras relacionadas<br />
con sus travesías en globo. Y en éstas, los vuelos<br />
rasantes y las precarias condiciones de aterrizaje. No era<br />
raro que algunas señoras lo corretearan con sus escobas por<br />
asustarles las gallinas y causar más de algún incidente en<br />
los graneros u otras instalaciones.<br />
Frente al blanco frío, extendido más allá del ventanal,<br />
afirmó con la cabeza. Le pareció tener muy clara la procedencia<br />
de su afición por los aviones, la necesidad de adentrarse<br />
en la infinidad del cielo con la tierra a sus pies y, por<br />
supuesto, saltar en paracaídas.<br />
Una pareja de esquimales que embutidos en sus gruesas<br />
pieles atravesaron la calle, junto a sus cuatro perros, la distrajeron<br />
durante algunos instantes.<br />
Regresó a sus reflexiones para situarse a pocos días, en<br />
Suiza. Pensó que si por circunstancias meteorológicas no<br />
hubiesen podido continuar hasta Ginebra, hacer esa tremenda<br />
travesía y no tocar aquel suelo le hubiera parecido una<br />
omisión imperdonable.<br />
Mantuvo la vista sobre la nieve y los copos que no<br />
cesaban de caer. Percibió una gran tranquilidad interior y<br />
ello le sirvió para continuar con los recuerdos.<br />
Pensó en su incierto origen: concebida en Suiza, nació<br />
en Chile. Se sintió sin raíces que la retuvieran.<br />
Los pensamientos la llevaron hasta su hija. Recordó las<br />
veces en que, después de su muerte, para arrancar de aquella<br />
ingrata realidad viajó al extranjero con la justificación de<br />
estudiar, y lo hizo tan a menudo, que además de perfeccionar<br />
su inglés en New Orleans, logró aprobar la insólita cantidad<br />
de cuarenta postgrados en hipnosis y psicología, en<br />
distintos lugares, incluidas China y la India.<br />
Sonrió al pensar que podría inscribirlo en el <strong>libro</strong> de<br />
récords curiosos.<br />
Se detuvo en aquel matrimonio y cómo fue inducida a<br />
involucrarse. Eran tiempos en que su vida casi no le pertenecía...<br />
Afuera nevaba con más intensidad, de modo que tenía<br />
266 TRAVESÍA 2004
toda la tarde para alimentar sus meditaciones. Así, se permitió<br />
una licencia.<br />
-¿Quieres un café? -preguntó a Madeleine, que enterrada<br />
en un cómodo sillón con el bolso de vuelo al costado, revisaba<br />
una diversidad de cartas de navegación y otros papeles.<br />
-No, gracias, tengo mi agua -respondió, mostrándole la<br />
botella, que destapó para tomar un sorbo.<br />
María Eliana regresó con su humeante taza, aspiró el<br />
grato aroma del café recién evaporado y sin hacer comentarios<br />
continuó con sus recuerdos: se casó cuando estaba en<br />
segundo año de psicología...<br />
Fue más atrás... Tuvo una infancia poco convencional<br />
para una niña, con mucha actividad propia de hombres:<br />
campeona para las bolitas, diestra en el armado de volantines<br />
y, por supuesto, para encumbrarlos. Vivía encaramada<br />
en los árboles, con lo cual no había ropa que resistiera. Pese<br />
a los retos y amenazas de su madre, su costumbre de andar<br />
todo el día desarreglada no cambió y en muchas ocasiones<br />
le significó recibir castigo físico.<br />
Aburrida con este comportamiento impropio en una<br />
niña que se suponía debiera ser fina, también inducida por<br />
las pocas ganas de seguir trasladándola al colegio, sin querer<br />
al mismo tiempo que se exhibiera en público, doña<br />
Eliana optó por sacarla de las Monjas Ursulinas y la matriculó<br />
interna en el colegio de las Monjas Alemanas, ubicado<br />
en calle Bellavista, a los pies del cerro San Cristóbal.<br />
Guarda recuerdos patéticos de aquel lugar... En las<br />
noches era despertada por el llanto y los gritos provenientes<br />
de las hienas que habitaban en el zoológico enclavado en el<br />
cerro, sobre su cabeza. Algo terrorífico. El susto se apoderaba<br />
de ella y muchas veces no volvía a conciliar el sueño, sin<br />
saber a quién recurrir para que la protegiera.<br />
La mamá la obligaba a usar el pelo largo y trenzado, el<br />
que debido a sus cortos 7 años, nunca aprendió a desenredar<br />
ni peinar, lo que las monjas le exigían hacer todas las mañanas<br />
antes del desayuno, bajo la amenaza de privarla de éste<br />
si llegaba atrasada, lo que ocurrió sin excepción mientras<br />
fue pequeña.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
267
Y sucedió algo insólito: aún no cumplía trece años de<br />
edad y su madre la sacó del internado.<br />
-Desde ahora te encargarás de trasladar a tus hermanos<br />
desde y hacia el colegio -le dijo y alargó la mano.<br />
La niña observó que sostenía un permiso para conducir<br />
consistente en dos pequeñas tapas y algunas hojas. Lo abrió<br />
y sorprendida vio en el interior su foto y leyó su nombre.<br />
-Y cuídalo, porque tendré contactos en la municipalidad,<br />
pero no te creas que me fue fácil conseguirlo...<br />
Bastante cara me salió la gracia.<br />
María Eliana tuvo la ingenuidad de pensar durante<br />
algunos instantes que iba a gozar del auto con autorización<br />
de su madre y del municipio; sin embargo, de inmediato la<br />
bajó a tierra:<br />
-No creas que harás lo que te dé la gana. Podrás usar el<br />
auto sólo cuando te mande y lo harás con los minutos contados.<br />
Si te atrasas, ya sabes lo que te espera a la vuelta.<br />
“Y todo por no doblegarse ante mi padre” se dijo,<br />
recordando las condiciones bajo las cuales nació en la cabeza<br />
de doña Eliana aquella loca idea de que manejara.<br />
Fue en uno de los tantos paseos campestres a los que su<br />
madre gustaba ir con la familia completa. El único inconveniente<br />
era que a veces el papá se taimaba por algún exabrupto<br />
de su mujer y no era posible partir sino hasta que se<br />
le pasara, para lo cual ella muchas veces debió disculparse.<br />
María Eliana se detuvo unos pocos segundos ante aquel<br />
magnífico cuadro mental y sonrió. Cuándo se le iba a ocurrir<br />
que la señora apareciera con tal idea, aunque en su<br />
cabeza todo era posible.<br />
En esa ocasión, una vez más, el papá se bajó enojado<br />
del auto y dejó en éste, clavados, a su esposa con los niños.<br />
Entonces doña Eliana se dirigió a ella y con tono autoritario<br />
le indicó:<br />
-Súbete tú al volante y maneja.<br />
La niña quedó de una pieza, pero conociendo la procedencia<br />
de la orden, no le cupo duda que mostrar incertidumbre<br />
sólo alentaría a su madre para castigarla al llegar a la<br />
casa, si no para perseguirla correa en mano. Por tanto abrió<br />
268 TRAVESÍA 2004
la puerta trasera y se trasladó al asiento delantero para sentarse<br />
frente al volante.<br />
-Ya, pues, hazlo andar, que te estoy contando los minutos<br />
y por cada uno que te demores te caerá un buen escarmiento.<br />
Una vez más le quedó claro que su madre no tenía límites<br />
y aunque era primera vez que tentara conducir un vehículo,<br />
supo que debía hacerlo ¡y bien!<br />
El automóvil dio unos corcovos y se detuvo.<br />
-Déjate de bromas -amenazó doña Eliana-. Si no manejas<br />
como se debe, te las verás conmigo.<br />
-Sí, mamá -aseguró María Eliana, aterrada, tratando de<br />
imaginar cuál sería la gravedad que su madre daría a esa<br />
infracción, mientras encendía nuevamente el motor, con<br />
toda la rapidez que le era posible.<br />
Puso la marcha y volvió a acelerar. De nuevo el auto<br />
dio una serie de corcovos, pero esta vez no se paró y<br />
comenzó a deslizarse. Para la niña era muy difícil mantener<br />
la visión y al mismo tiempo usar los pedales, pero debía<br />
hacerlo para salvar su integridad física.<br />
El papá escuchó el rugir del motor y se giró sorprendido.<br />
Cuando comprendió que María Eliana era capaz de conducir,<br />
comenzó a correr detrás. Doña Eliana esbozó una<br />
sonrisa irónica que mostraba sin tapujos su gran placer.<br />
María Eliana hace memoria de lo dura y larga que fue<br />
esa época, pues el control que su madre ejercía sobre ella<br />
era tan drástico que... Hace un alto, pues le molesta pensar<br />
en ello. Era una mujer en exceso exigente y para cada falta,<br />
según la gravedad, tenía un castigo diferente. Se consideraba<br />
la madre de niñas de sangre azul y las barrabasadas de<br />
María Eliana la sacaban de quicio con tanta frecuencia, que<br />
había logrado sobrepasar del todo su capacidad de control.<br />
Era como si desatara sus emociones y las dejara al amparo<br />
del poder que le daban su fuerza y posición...<br />
María Eliana se entristeció. A pesar de los golpes, consideró<br />
que era una buena mujer, quien siempre deseó lo<br />
mejor para sus hijos; simplemente no supo cómo dominarse<br />
y educarla con más paciencia. Lamentó haber sido víctima<br />
de la ignorancia más que de los golpes...<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
269
Ahora se pregunta si debe contarlo y aparece en su<br />
mente tanta gente que justifica su fracasada vida por haber<br />
sido golpeada en su infancia. Tal vez reconocer su propia<br />
realidad infantil sea una buena forma de gritarle al mundo<br />
que se puede ser feliz y se puede tener éxito a pesar del<br />
pasado. Y mirado desde el lado positivo, gracias a éste se<br />
pueden cumplir los sueños, como por ejemplo, ser una<br />
“abuela voladora”.<br />
Entonces, ya no le asusta recordar la colección de<br />
correas guardadas en el clóset, una para cada ocasión, según<br />
la supuesta gravedad del hecho.<br />
Su ojo de psicóloga especializada en maltrato y tolerancia<br />
al dolor le ha enseñado a reconocer lo bueno que hay en lo<br />
malo, desarrollar la capacidad de hacer frente a las adversidades,<br />
superarlas y ser transformada positivamente por ellas. Es<br />
lo que se ha puesto de moda como “Resiliencia”, materia que<br />
trabaja a diario en su consulta. Piensa que si su vida hubiera<br />
sido más fácil, nunca habría desarrollado las capacidades que<br />
hoy le permiten ser quien es ni hacer lo que hace con éxito,<br />
entre otras cosas importantes, la Travesía 2004.<br />
Avanzó unos pocos años para situarse en la época en<br />
que entró a la Universidad de Chile a estudiar odontología.<br />
Era bastante agraciada y no demoraron en aparecer varios<br />
pretendientes, entre los cuales tuvo la poco feliz idea de escoger<br />
uno. El muchacho era de su escuela y estaba varios cursos<br />
más arriba. Entonces, estudiaba para ser dentista.<br />
A los seis meses se enteró doña Eliana y movida por un<br />
ataque de ira corrió a la universidad. La buscó hasta dar con<br />
ella en la sala de clases, en mitad de una cátedra. La tomó<br />
literalmente de las mechas y la arrastró hasta la oficina del<br />
Director de la Facultad. Abrió la puerta con impertinencia y<br />
sin importarle en qué estuviera, lo increpó:<br />
-Mire lo que hacen los alumnos en su escuela, mientras<br />
usted está encerrado aquí, perdiendo el tiempo en lugar de<br />
hacer su trabajo y cuidar a los niños, asegurándose de que<br />
estudien y no estén haciendo cosas que no les corresponde.<br />
El hombre observó atónito la escena, desconcertado en<br />
grado extremo.<br />
270 TRAVESÍA 2004
Sin importarle lo que pudiera pensar, ella continuó su<br />
perorata:<br />
-No puedo permitir que mi hija siga un minuto más<br />
aquí, así que me la llevo.<br />
Volvió a cogerla de las mechas y desaparecieron tras un<br />
portazo.<br />
La subió al auto y la hizo manejar hasta la casa. Allí, la<br />
arrastró al interior.<br />
-Y de aquí no te mueves para ningún lado ¿entendiste?<br />
Estarás castigada durante seis meses, a ver si aprendes que<br />
no tienes que andar por ahí, exhibiéndote y menos dejándote<br />
toquetear por un desconocido impertinente.<br />
María Eliana asintió, sin pensar que hubiera opción.<br />
A los pocos días apareció el muchacho que la cortejaba,<br />
con la intención de hacerle una visita y continuar el romance.<br />
Doña Eliana lo acorraló en un rincón y sin darle tiempo<br />
a expresarse lo increpó y amenazó. Acto seguido se hizo a<br />
un lado para dejarle abierto un corredor por donde salir y lo<br />
despidió con agresividad, mientras le prohibía que volviera<br />
a pisar aquella casa ni ver a su hija, al menos hasta que fuera<br />
un hombre hecho y derecho con un título para comenzar<br />
a conversar.<br />
-Y si no me hace caso, por su culpa ella pagará los platos<br />
rotos.<br />
-Está bien, señora -escuchó María Eliana que le decía-.<br />
Volveré a buscarla con el título en la mano.<br />
Durante los meses siguientes, sus únicas salidas fueron<br />
para trasladar a su madre o a los hermanos.<br />
Un día cruzaron Olivares por la calle Dieciocho y<br />
enfrente vio un gran letrero de la Escuela de Psicología de<br />
la Pontificia Universidad Católica de Chile.<br />
“Me gustaría estudiar esa carrera -pensó-. Tal vez sea el<br />
único camino para poder entender a mi mamá y superar los<br />
traumas infantiles que ella, seguramente sin querer, me ha<br />
ocasionado”. Y sin mayores preámbulos, le pidió que le permitiera<br />
postular.<br />
-El rector es un dominico -argumentó la madre, que era<br />
numeraria de la orden-, así que me parece muy bien. Por fin<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
271
se te ocurre algo cuerdo...<br />
“Y ahora que se confunden tanto para elegir una carrera”<br />
pensó sin evitar que apareciera en su rostro otra sonrisa<br />
que de inmediato desapareció, al tenor de los recuerdos.<br />
-Pero cuidadito con que te pille de nuevo haciendo de<br />
las tuyas. Has de ser una señorita hasta el fin de los tiempos<br />
¿entiendes? Nada de amoríos con desconocidos.<br />
-Sí, mamá, entiendo -respondió ella, contenta de aquella<br />
posibilidad para volver a estar con otras personas de su edad.<br />
-Porque ya sabes, Universidad Católica y todo, de las<br />
mechas te saco.<br />
-Sí, mamá, no se preocupe. No tendrá que hacerlo, se lo<br />
prometo.<br />
-Ya veremos, espero que así sea, porque de lo contrario<br />
nunca más volveré a confiar en ti, además de la zurra que te<br />
ganarás...<br />
Cuando estaba en segundo año, apareció una tarde<br />
aquel antiguo pretendiente que una vez doña Eliana corriera<br />
de su casa.<br />
-Vengo a hablar con usted, señora.<br />
María Eliana apenas pudo creer aquello. Desde esa<br />
remota época, nunca más volvió a verlo y se encontraba<br />
parado ahí, frente a ellas. Por momentos pensó en una broma<br />
de mal gusto, porque no era a él a quien le caerían después<br />
los azotes.<br />
-¿Y qué desea? -respondió doña Eliana molesta, pero<br />
también un tanto desconcertada y a la vez con curiosidad.<br />
-A su hija, señora. ¿Recuerda que en eso quedamos?<br />
Se produjo un largo silencio.<br />
De pronto, doña Eliana lo cortó con un comentario que<br />
sorprendió a los dos jóvenes por igual:<br />
-Ya que ha demostrado ser un caballero, ¿por qué no se<br />
interesa mejor en su hermana mayor? Ésa sí que es una<br />
señorita, joven. Es ella la que le conviene. Es una excelente<br />
dueña de casa, sabe cocinar y también coser, y borda muy<br />
bien. Ella es quien puede servirle y hacerlo feliz. Ésta, en<br />
cambio, es una floja que pasa escondida detrás de los <strong>libro</strong>s.<br />
-Lo siento, señora, pero no busco una sirvienta ni una<br />
272 TRAVESÍA 2004
cocinera. A quien quiero es a María Eliana y según nuestro<br />
acuerdo, me casaré con ella.<br />
Doña Eliana observó a su hija y sin preguntar, esperó<br />
una respuesta.<br />
Para la joven aquello era una locura, pero cualquier<br />
cosa, por demente que fuera, era buena si la sacaba de aquellas<br />
manos, de manera que aceptó sin dudarlo:<br />
-Está bien, mamá, si adquirió este compromiso y es lo<br />
que usted quiere, estoy dispuesta.<br />
Ante tales circunstancias, no demoraron en fijar fecha y<br />
el matrimonio se convirtió en realidad.<br />
María Eliana sonrió al evocar que cada vez que él pretendió<br />
ser atendido por ella, de inmediato le recordó sus<br />
palabras al pedir su mano:<br />
-Dijiste que no te interesaban esos atributos en una<br />
mujer...<br />
La nieve parecía no querer parar más. Pensó que era un<br />
buen hombre: la quiso, la comprendió y de paso le dejó la<br />
fortuna de sus hijos Marcelo, María Verónica que desde su<br />
triste deceso siempre la acompañaba en sus quehaceres<br />
como un ángel, Luis Alejandro que nació junto con obtener<br />
su licencia de piloto y Rodrigo.<br />
Aprovechó de agradecerle todas las facilidades que le<br />
dio para estudiar en el extranjero cada vez que se le ocurrió...<br />
Y el apoyo brindado a raíz de aquella propuesta de<br />
Carabineros de Chile para hacerse cargo de la selección de<br />
personal para pilotos, ocasión en que argumentó la importancia<br />
de contar con algún grado de experiencia práctica.<br />
“Y fui tan convincente que aquí estoy” recapacitó.<br />
Regresó a unos pocos meses antes, cuando se enteró de<br />
una historia sobre su madre que, aunque real, parecía sacada<br />
de un <strong>libro</strong> de ficción.<br />
Era referente a su primer embarazo: para sorpresa de<br />
todos, dio a luz un niño muerto, debido al nocivo efecto de<br />
una anestesia inyectada durante un tratamiento dental.<br />
Mientras se reponía en la clínica, no desperdició su leche.<br />
Amamantó a la criatura recién nacida de una muchacha que<br />
angustiada con su indeseada situación se negaba a hacerlo.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
273
Entre ambas y con la ayuda de algunos contactos turbios,<br />
se cambiaron las guaguas, de manera que formalmente<br />
apareció la otra con un pequeño muerto al nacer y ella<br />
como madre de una robusta niña.<br />
Volvió a pensar en su primer marido, en lo bueno que<br />
era...“Y es” se dijo.<br />
También pensó en su separación, cuando sus hijos fueron<br />
autosuficientes y en Valentín, a quien conoció como si<br />
hubiera caído parado del cielo. Él también había terminado<br />
con su mujer y fue trasladado a París como Director de<br />
Codelco France, lo que le permitió acompañarlo y renovar<br />
su vida por completo.<br />
“Aunque me costó mi avión, el PMB, que nunca pude<br />
recuperar” se dijo con cierta nostalgia que nubló sus ojos.<br />
Eso sucedió en 1989 y vivieron juntos durante casi tres<br />
años. Regresaron a Chile y transcurridos seis meses lo nombraron<br />
a cargo del Grupo Internacional de Estudios del<br />
Cobre, por lo cual debieron trasladar su residencia a Cascais<br />
en Portugal.<br />
Recordó los meses previos a su matrimonio y en especial<br />
la condición impuesta por ella: aceptó casarse, siempre<br />
y cuando él se lo pidiera lanzados al vacío en una cuerda<br />
elástica, aprovechando la llegada de la Expo Mundial a<br />
Portugal. A Valentín, tomar la decisión de subir a 30 ó 40<br />
metros para ser soltados le costó seis meses. Lo hizo el último<br />
día de feria y pagó el pecado, pues quedó entusiasmado.<br />
Meditó unos segundos respecto a qué era de él en esos<br />
momentos, cómo se las arreglaba sin ella y cuánto la echaría<br />
de menos. Sintió ganas de verlo pronto. Sentarse frente a<br />
la ventana de la cocina de su departamento para tomar desayuno,<br />
con el mar a sus pies; compartir el escritorio, cada<br />
uno pendiente de sus cosas; conversar un par de tragos largos<br />
en la terraza...<br />
Por la mañana, otra vez apareció a través de la ventana<br />
el desolador panorama. El viento arreciaba a tal punto que<br />
la nieve caía casi horizontal, mientras el techo de nubes<br />
bajaba amenazante.<br />
Luego de tomar desayuno, el amable chofer las condujo<br />
274 TRAVESÍA 2004
hasta el aeropuerto. Lo primero que hicieron fue conocer el<br />
estado meteorológico: hacia el Este de Kuujjuaq se presentaba<br />
un grueso muro lleno de turbulencia y Madeleine analizó<br />
la conveniencia de desviarse al Suroeste, escapando a<br />
ese frente que se acercaba veloz. En tales condiciones era<br />
factible despegar.<br />
Terminado el trámite con la FSS a través del número<br />
800, se dirigieron a estibar el avión, para lo cual Madeleine<br />
tuvo que sacarse los guantes. Sentía que las manos se le<br />
congelaban, con mucha dificultad para cargar los bultos,<br />
ordenar y anudar.<br />
Aunque las condiciones permitían salir, había que<br />
hacerlo de inmediato, pues por el frente en curso pronto el<br />
aeropuerto quedaría bajo mínimos meteorológicos, lo que<br />
implicaba detener el tráfico aéreo, tanto de aviones que despegaran<br />
como de los que quisieran aterrizar. Según el pronóstico,<br />
eso las detendría por lo menos durante cuatro días,<br />
y varios más si sus intenciones fueran no correr riesgos de<br />
congelamiento, aun así, sin seguridad.<br />
Discutieron de inmediato la situación:<br />
-Es peligroso salir así.<br />
-Lo sé, pero dadas las circunstancias, no veo una mejor<br />
opción. Quedarnos cuatro días o más nos atrasa mucho y es<br />
muy caro. Además, no soy capaz de soportar durante más<br />
tiempo este encierro. No le demos más vueltas y salgamos<br />
lo antes posible.<br />
María Eliana, a pesar del aburrimiento, no estaba de<br />
acuerdo con correr aquel peligro, pero ante la insistencia y<br />
los argumentos de su amiga, cedió y de inmediato prepararon<br />
la salida, aunque no era tan simple hacerlo con rapidez,<br />
pues el avión estaba incrustado en la nieve.<br />
Tuvieron que contratar servicios para calentamiento exterior<br />
del motor y de-icing, para limpiar el terreno y descongelar<br />
el avión. La cuenta significó muchos dólares, que también<br />
salieron, con alas, de sus bolsillos. La prolongada nevazón<br />
horizontal lo había azotado con tanta fuerza, que la humedad<br />
penetró al compartimiento de equipaje y mojó la alfombra.<br />
Como de la demora en atravesar la capa de nubes<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
275
dependería el hielo que se les formara, a punto de despegar<br />
fueron una vez más a la torre para pedir al controlador que<br />
averiguara su grosor. Diligente, se comunicó con el piloto<br />
de un avión que en esos momentos iba en descenso.<br />
Asumido el riesgo, que a ojos de María Eliana era<br />
mayor que el presupuestado tanto para la cordillera como<br />
para el Atlántico, incluso en el último trayecto, estuvieron<br />
dispuestas a confiar una vez más en Dios.<br />
“En realidad en Su paciencia” se dijo María Eliana, que<br />
consideró haberlo toreado demasiado. Le parecía más lógico<br />
agregar unos pesos extras al costo de la Travesía, aburrirse por<br />
unos días y que si llegaban después a Arica, “mala suerte”.<br />
Pero Madeleine no estaba dispuesta a caer en las fauces<br />
de las circunstancias y, por tanto, fue intransigente. Sus análisis<br />
de ruta concluían que a los 8.500 pies quedarían sobre<br />
la capa de nubes.<br />
Sin más abordaron el avión, que obediente a los controles<br />
manipulados por Madeleine despegó con vientos arrachados<br />
de más de 30 nudos. Pronto se elevó y entraron de<br />
inmediato en condiciones IMC, pues las nubes estaban casi<br />
pegadas al suelo.<br />
Enseguida comenzó la formación de hielo. Según los<br />
cálculos, en no más de 10 minutos llegarían a la altitud<br />
requerida para saludar al sol con la nariz.<br />
Entretanto, escucharon las informaciones de algunos<br />
pilotos de líneas aéreas con destino a Kuujjuaq, avisando<br />
dirigirse a los aeropuertos de alternativa, pues ése estaba ya<br />
bajo mínimos meteorológicos. Entonces, se les hizo imposible<br />
pensar en regresar.<br />
Las alas continuaron engordando, el sonido de las aspas<br />
se hizo más ronco y el parabrisas se cubrió.<br />
-Si se nos pone muy difícil, tendremos que escoger un<br />
aeropuerto alternativo - advirtió Madeleine y agradeció las<br />
cartas obsequiadas por Chris, de Air Nunavut.<br />
-Y abajo se supone que hay puros bosques. Si nos falla<br />
el motor y debemos planear, nos despedazaremos -comentó<br />
María Eliana.<br />
En efecto, de Iqaluit a Kuujjuaq sólo se puede acceder<br />
276 TRAVESÍA 2004
por aire y con mucha dificultad por agua, pues no hay<br />
carreteras.<br />
-Tenemos que continuar y confiar en la Providencia.<br />
-Claro, pero harto hemos abusado de su buena voluntad.<br />
-Pero no hemos tenido alternativa.<br />
-No sé...<br />
La nariz del Julie continuó hacia arriba.<br />
-A la altitud en que estamos, con la temperatura de allá<br />
afuera, será un milagro deshacernos del hielo.<br />
-Pero no tenemos otra opción, estamos demasiado arriba.<br />
El avión salió a cielo descubierto, mientras el termómetro<br />
de la temperatura exterior marcaba algo más de -25ºC.<br />
Luego de dos horas de vuelo a pleno sol, aún con la<br />
helada carga sobre las alas, la gruesa capa de nubes comenzó<br />
a hacerse intermitente y les fue posible observar el panorama<br />
en tierra.<br />
-Mira los árboles, están cargados de nieve -comentó<br />
María Eliana.<br />
-Como pensábamos, los bosques están blancos -agregó<br />
Madeleine.<br />
-Es hermoso.<br />
-Es fantástico. Mira esas inmensas extensiones de terreno.<br />
Confiaron en que el motor del Julie no les hiciera una<br />
mala jugada, pues como poco antes lo pensaran, aterrizar allí<br />
aseguraba un verdadero desastre. También imaginaron que no<br />
había mucha diferencia entre ser tragadas por la nieve de los<br />
bosques o por el agua del Atlántico y sus tiburones.<br />
A las cinco horas de vuelo comenzó a cambiar el panorama:<br />
menos nieve y aparecieron unos pequeños lagos,<br />
algunos caminos interiores y una carretera.<br />
-Otra vez en la civilización -comunicó María Eliana.<br />
Madeleine, aunque cansada, respondió con una gran<br />
sonrisa y agregó:<br />
-Sí, qué diferencia.<br />
Cerca de una hora después llegaron al espacio aéreo de<br />
Montreal, donde realizaron las diversas operaciones para<br />
aterrizar. Seis horas y seis minutos después de despegar,<br />
tocaban la losa.<br />
DECISIONES CON RIESGO DE VIDA<br />
277
De inmediato Madeleine pudo comprobar cuánto se le<br />
simplificaba la llegada a ese inmenso aeropuerto, gracias a<br />
las indicaciones que le diera el piloto en Kuujjuaq.<br />
278 TRAVESÍA 2004
Tecnología en el cielo<br />
Montreal - Raleigh - Key West - Managua - Panamá<br />
María Eliana ha llegado a su departamento y Valentín la<br />
espera con un par de copas, acompañado por la pareja de<br />
gatos que no pierden oportunidad para refregar su pelaje<br />
contra sus piernas.<br />
-¿Cómo te fue? -es la pregunta trivial que hace cada vez<br />
que regresa de su consulta o de dar una conferencia.<br />
-Bien -responde ella y lo saluda con un tierno beso.<br />
-Te he preparado un trago.<br />
-¡Qué rico! Dejo las cosas, paso al baño y de inmediato<br />
estoy contigo.<br />
María Eliana le cuenta sobre la decisión que han tomado<br />
de darle más importancia al regreso.<br />
-No será una tarea fácil -dice él y trata de hacerle<br />
TECNOLOGÍA EN EL CIELO<br />
279
“entrar en vereda”, pues cree que no hay mucho que contar.<br />
Para ello María Eliana recurre a todos los argumentos<br />
que tiene, incluida la parte del viaje entre Montreal y<br />
Estados Unidos...<br />
Escogieron esa ciudad en lugar de Quebec, donde las<br />
recibieron como si fueran de la familia. La razón de este<br />
cambio se gestó en Iqaluit:<br />
Por Internet les llegó una invitación del General<br />
Meirelles, jefe de la misión de Chile ante la Organización<br />
Internacional de Aviación Civil (OACI), para que pasaran<br />
por su sede y dejaran registrada la hazaña como la primera<br />
del siglo.<br />
Ya que está en Montreal, decidieron cambiar el lugar de<br />
aterrizaje, lo que no les produjo inconveniente, pues les daba<br />
lo mismo cualquier aeropuerto, mientras estuviera junto a la<br />
frontera con Estados Unidos y no atrasara su itinerario.<br />
Este contacto fue hecho por el Agregado Aéreo de Chile<br />
en Estados Unidos, Coronel Luis Ili, quien se tomó la libertad<br />
de hablar con el General Meirelles, el que a su vez lo<br />
hizo con el Presidente de dicha organización, para que dejaran<br />
reseñada la histórica hazaña en los anales de la aviación.<br />
Paralelo a lo anterior les llegó el e-mail de un chileno<br />
residente en Canadá, médico piloto amante de esa actividad,<br />
que al saber que pasarían por Montreal quiso estar presente.<br />
Ubicó una foto en la página web de la Travesía y la amplió<br />
para anotar la matrícula de la aeronave y averiguar la fecha.<br />
Al bajar del avión se encontraron con él, el General<br />
Meirelles y su encantadora señora Delia. Por fin tuvieron la<br />
oportunidad de conocerse, en persona, después de intercambiar<br />
tantos correos electrónicos.<br />
El piloto resultó ser Francisco Asenjo, un médico anestesista<br />
especializado en dolor, lo que permitió a María Eliana<br />
establecer una doble amistad y el compromiso de continuarla<br />
a través de Internet, con intercambios de información para<br />
utilidad mutua.<br />
-Bueno -argumenta ella-, nuestras presentaciones necesitan<br />
más fuerza, porque la gente quiere oír sobre la hazaña,<br />
pero también quieren que el relato sirva para el desarrollo de<br />
280 TRAVESÍA 2004
sus vidas. La tolerancia al dolor, por ejemplo, es un gran<br />
tema que no estuvo ausente... Y hay toda una cosa con respecto<br />
a la parte humana... Ya que toqué el punto de Canadá,<br />
¿qué te parece la sorpresa que nos llevamos al poco rato de<br />
llegar, en las oficinas, al entrar a meteorología?<br />
Valentín pone cara de curiosidad y ella continúa:<br />
-Tanto mister Mira de Iqaluit como el controlador de la<br />
torre de Kuujjuaq, llamaron respectivamente a Kuujjuaq y<br />
Montreal, para saber si habíamos llegado y las condiciones<br />
de nuestro aterrizaje.<br />
Valentín mantiene el interés.<br />
-Además, querían transmitirnos sus saludos. Creo que<br />
en el desarrollo de cualquier empresa es fundamental la<br />
construcción de una red de relaciones motivadas principalmente<br />
por el afecto. Y entre nosotras, también se produjo<br />
algo mágico. Sin el regreso nunca lo hubiéramos comprendido.<br />
Aunque en muchas ocasiones no estuvimos de acuerdo,<br />
jamás perdimos el sentido de complicidad. Junto a la confianza<br />
es lo que por sobre todo nos mantuvo unidas. Cada<br />
una hizo lo necesario para buscar y encontrar consenso.<br />
-Y seguro que gracias a tu paciencia -comenta Valentín.<br />
-Bueno, cada una aportó lo suyo...<br />
En Montreal se dieron las condiciones para hacer la<br />
revisión de 100 horas al avión. El mismo piloto Francisco<br />
Asenjo les informó que allí era menos costosa que en otros<br />
lugares. Además, no se puede hacer en cualquier parte, pues<br />
tiene que ser un centro de mantenimiento aeronáutico autorizado<br />
por el organismo que en Canadá equivale al de la<br />
Federal Aviation Agency (FAA) para atender aviones<br />
Beechcraft, con lo que la DGAC de Chile también reconoce<br />
el trabajo. Es por los convenios aéreos multinacionales agrupados<br />
en la OACI, que los países suscritos se adhieren a<br />
ciertos criterios en común.<br />
Planearon partir el jueves, si les entregaban el avión y<br />
las condiciones climáticas eran adecuadas. Su próximo destino<br />
sería Carolina del Norte, en Estados Unidos, para seguir<br />
al día siguiente a Key West.<br />
Pero recién el viernes estuvo listo, pues a lo presupues-<br />
TECNOLOGÍA EN EL CIELO<br />
281
tado se requirió adicionar algunas reparaciones menores,<br />
entre ellas reponer una de las bombas de succión.<br />
Durante esos cinco días no contemplados en el plan original<br />
de permanencia en aquella ciudad, el General<br />
Meirelles y su señora Delia se encargaron de pasearlas con<br />
real esmero y cariño, lo que convirtió la espera en una estadía<br />
inolvidable. En esto también hizo su parte Francisco<br />
Asenjo, que además de ocuparse de ellas, les facilitó el trámite<br />
de la adquisición de más cartas para Estados Unidos.<br />
Madeleine se sintió muy cómoda con él, pues es íntimo<br />
amigo del doctor maxilofacial Enrique Pérez, quien vive en<br />
Santiago y conversan a menudo por teléfono. Ella también<br />
forma parte entusiasta del grupo médico-dental que en<br />
pequeños aviones llegan hasta lugares remotos de Chile para<br />
desempeñarse en una labor social de atención médica gratuita,<br />
donde ésta escasea debido al aislamiento geográfico. Se<br />
considera muy afortunada de ser piloto y para cumplir con<br />
su anhelo de retribuir, desde hace años colabora junto a este<br />
maravilloso grupo humano organizado por la FEDACH.<br />
Así, el doctor Asenjo se mantuvo informado de que su<br />
amigo, junto con otros médicos y pilotos como Madeleine,<br />
son compañeros en estos operativos médicos.<br />
La ciudad de Montreal les pareció limpia y llena de<br />
vida, con antiguas e imponentes construcciones bien mantenidas<br />
y románticos coches tirados por caballos como parte<br />
del transporte turístico. Aprovecharon de visitar varias iglesias,<br />
museos y destacados lugares.<br />
Les encantó el mercado, que a la vez es un peculiar centro<br />
culinario. En la misma bandeja se pueden servir diversas<br />
comidas provenientes de diferentes restoranes: japonesa,<br />
francesa, tailandesa... Postres, helados, bebidas... Lo novedoso<br />
es que son diferentes empresas y se paga una sola<br />
cuenta. Además, tiene una decoración alegre en base a flores<br />
y frutas. A precio módico y de sabores exquisitos, es un<br />
novedoso concepto que coincidieron no haber visto nunca.<br />
Otro lugar que llamó su atención fue el oratorio de San<br />
José, en la cima de un cerro, con la figura del santo, lleno de<br />
miles de pequeñas velas encendidas dejadas por los fieles<br />
282 TRAVESÍA 2004
peregrinos. Desde allí apreciaron una impresionante vista<br />
panorámica de Montreal.<br />
También hicieron algunas diligencias de corte doméstico,<br />
como ir con Delia a la peluquería para cortarse el pelo,<br />
permitiéndose así una pequeña licencia de coquetería.<br />
Como la entrega del avión sufrió otro día de demora,<br />
Marcos y Delia, con quienes habían establecido un importante<br />
lazo de amistad, las llevaron de excursión a Québec,<br />
una ciudad a cuatro horas de camino en auto, que recorrieron<br />
con mucha lluvia y viento.<br />
Terminada la revisión y las reparaciones, por lo cual<br />
debieron desembolsar otros varios miles de dólares, aprovecharon<br />
las convenientes condiciones meteorológicas del<br />
momento para salir de inmediato rumbo a Carolina del<br />
Norte, en Estados Unidos...<br />
Madeleine, por su parte, también ha quedado con la<br />
inquietud del posible cambio de programa en su mente y<br />
apenas llega a su casa se dirige al escritorio, donde Hans<br />
lee de espaldas a un muro completamente cubierto de<br />
honores entregados a las aviadoras en diferentes partes de<br />
la Travesía.<br />
-Recién estoy vislumbrando la magnitud de los riesgos<br />
que corrimos -le dice apenas lo saluda.<br />
Él, que se ha parado a recibirla deja el texto sobre la<br />
mesa, dispuesto a escucharla.<br />
-Y no me refiero sólo a la cordillera y al Atlántico Sur...<br />
El semblante del marido, quien cálido sonríe, expresa<br />
curiosidad.<br />
Ella continúa, como si la hubieran conectado a un<br />
enchufe:<br />
-Hay mucho que sacar sobre el Círculo Polar Ártico.<br />
Llegamos al paralelo Norte 67º, parece mentira. Está mucho<br />
más cerca del Polo Norte que la radioayuda VOR Marambio<br />
en la Antártica. Fíjate, también, la lección que tuvimos en<br />
los cielos y aeropuertos de Estados Unidos. Una comprende<br />
por qué son la primera potencia mundial...<br />
Se queda en silencio. Hans la observa sin hacer comentarios.<br />
Ella realiza un pequeño viaje mental a Montreal, para<br />
TECNOLOGÍA EN EL CIELO<br />
283
ecordar algunos hechos que le resultan importantes:<br />
Antes de partir llegó un team de filmación del conocido<br />
piloto canadiense John Lovelace, quien desde hace algunos<br />
años se encarga de programar una interesante serie televisiva<br />
que se llama “Wings over Canada”.<br />
Enterado de la Travesía 2004, envió a un camarógrafo y<br />
a la encantadora promotora Diane para entrevistar y filmar al<br />
Julie y sus ocupantes, relatando partes de su odisea.<br />
El avión, sometido a los últimos retoques por el Centro<br />
de Mantenimiento Aeronáutico Nu-Tech Associates (CMA),<br />
atendido entre otras personas por una mujer mecánica de<br />
aviación, fue trasladado a la plataforma donde se hizo la<br />
entrevista a la cual también asistió el General Meirelles, irradiando<br />
su acostumbrada simpatía. Junto a Delia, Madeleine<br />
le tomó gran cariño, con un sentimiento vivo de comportarse<br />
como buenos padres hacia ellas. “Se entiende que en calidad,<br />
no en edad” se dice cada vez que lo piensa.<br />
Cuando le tocó a María Eliana responder las preguntas,<br />
Madeleine aprovechó de cumplir con el requisito estadounidense<br />
de enviar vía fax a Raleigh su próximo destino, una<br />
copia de las visas y hacer una llamada telefónica a los servicios<br />
de aduana, para informar su inminente llegada al país.<br />
De antemano había que elegir un FBO de ingreso y transmitir<br />
su nombre a la aduana.<br />
-Presentado el plan de vuelo IFR, volvimos a ordenar la<br />
carga en el Julie e hice el chequeo de pre vuelo. A punto de<br />
encender el motor, recibimos una llamada telefónica de<br />
nuestro amigo piloto Pancho, quien por motivos de trabajo<br />
estuvo impedido de aparecer en el aeropuerto...<br />
Madeleine hace una pausa, observa al silencioso Hans y<br />
continúa:<br />
-Tal es el frenesí del intenso tráfico en Norteamérica,<br />
que comenzó incluso en tierra. Al copiar la autorización<br />
IFR, me di cuenta que ATC ya me había cambiado la ruta<br />
que nos tomara tanto tiempo elaborar. Las cartas IFR de allí<br />
están tan llenas de información, que contienen más espacios<br />
impresos que en blanco. Felizmente, durante el rodaje,<br />
encontramos en la carta los nuevos puntos a los cuales debí-<br />
284 TRAVESÍA 2004
amos dirigirnos. Estando todas las áreas cubiertas por un<br />
servicio de radar completísimo, no necesitan pedir al piloto<br />
las horas estimadas de las diferentes posiciones.<br />
Una vez en el aire, recibieron varias veces vectores con<br />
más alteraciones. El plan de vuelo hecho en casa, aunque era<br />
requisito, les pareció sólo un símbolo.<br />
-Las comunicaciones, profesionales y precisas entre<br />
ATC y los pilotos, se siguen unas a otras en unos diálogos<br />
permanentes sin un segundo de silencio. Por eso el sistema<br />
allí limita al piloto a contestar y repetir el cambio de las frecuencias,<br />
pero sobre todo a repetir las nuevas rutas que a<br />
cada rato le dictan.<br />
Esa parte no les dio tregua. Tenían muy marcada en la<br />
carta la ruta que habían planificado, pero estaban sometidas<br />
a tantos cambios por el denso tráfico comercial y de otros<br />
tipos, en todas las direcciones, sobretodo al Oeste de Nueva<br />
York y Washington, que con un plumón de color diferente<br />
indicaron los cambios una vez encontrados en la carta.<br />
Hans sonríe, pues recuerda haberla visto, llena de rayas,<br />
sólo posible de entender para un ojo técnico como el de su<br />
amada esposa.<br />
Madeleine juega con su coqueta sonrisa y continúa su<br />
historia:<br />
-En las cartas se ve una maraña de aerovías, radio ayudas<br />
VOR, NDB, y sobre todo intersecciones. Sin conocer el<br />
área, cuesta un mundo encontrar y entender tanto nombre<br />
nuevo en las rutas y además repetirlos enseguida. Lo aconsejable<br />
es pedir un vector radar al primer nuevo punto y, de esa<br />
forma, estar enrumbado correctamente. Entonces, buscar con<br />
rapidez los demás que conforman la ruta enmendada. Fue un<br />
ajetreo tremendo, pero me dejó una enseñanza y práctica<br />
increíbles.<br />
A cada rato se escuchó a ATC anunciar en inglés:<br />
-Charlie Charlie Papa Lima Juliett... Control rerouting,<br />
advise ready to copy.<br />
-...Control, Charlie Charlie Papa Lima Juliett, go ahead.<br />
Entonces comenzaban a dictar la nueva ruta que ellas<br />
debían copiar.<br />
TECNOLOGÍA EN EL CIELO<br />
285
En este agitado trayecto, sólo por momentos pudieron<br />
disfrutar de las lindas formaciones de nubes e intermitentes<br />
paisajes. A veces Madeleine solicitó cambio de rumbo por<br />
unos grados para evitar cúmulos, otras veces el control radar<br />
se anticipó para dar vectores y llevar el avión a esquivar las<br />
tormentas.<br />
-El radar funciona de una manera fantástica -dice<br />
Madeleine a Hans-. Fuimos guiadas con precisión absoluta<br />
especialmente para atravesar un núcleo de tormenta, circunnavegando<br />
lo peor...<br />
Las pilotos observaron en el stormscope una actividad<br />
eléctrica espeluznante al oeste de su propia trayectoria y<br />
escucharon en la frecuencia a numerosos aviones jets notificando<br />
tener que salirse de su ruta por la gravedad de la tormenta.<br />
-Qué suerte que no nos tocó por allá -dice Madeleine y<br />
continúa hablando con su acostumbrada precisión-. Luego<br />
de cinco horas con cuarenta y ocho minutos de vuelo, llegamos<br />
a Raleigh, Durham. Allí nos impactó la poca burocracia<br />
en los diferentes trámites, donde gastamos mucho menos<br />
tiempo que en todos los demás aeropuertos, incluidos aquellos<br />
donde mejor nos atendieron...<br />
Alojaron en un hotel elegante, donde por ser pilotos les<br />
dieron una tarifa reducida. Con decoración más inglesa que<br />
norteamericana, estaba emplazado en un prado amplio y cuidado<br />
como campo de golf, lleno de flores, al borde de una<br />
típica carretera a tres cuadras de un mall.<br />
A la mañana siguiente, después de un delicioso desayuno<br />
americano, despegaron con dirección a Key West y varias<br />
veces las desviaron para alejarlas del tráfico de Orlando,<br />
Cabo Cañaveral y Miami. Otra vez las guiaron por radar,<br />
también para evitar que entraran en cúmulos.<br />
A las cinco horas con treinta y seis minutos de vuelo,<br />
pisaron el aeropuerto. Les pareció muy bonito. Los aviones<br />
no comerciales eran más de cien y estaban estacionados<br />
sobre el pasto, donde casi no había espacio para el Julie.<br />
Las esperaba el Coronel Luis Ili, que se había trasladado<br />
desde su residencia en Washington. Amable, como siempre,<br />
286 TRAVESÍA 2004
las invitó a cenar y después las condujo hasta un hotel casino<br />
de los marinos que él mismo había conseguido. Al día<br />
siguiente, al entregar las llaves de la habitación, para su grata<br />
sorpresa les devolvieron algunos dólares, pues tenían tarifa<br />
especial.<br />
El Coronel las invitó a tomar desayuno para después<br />
trasladarlas al aeropuerto, donde se sorprendieron de encontrar<br />
al Julie solitario. El ciento de aviones que lo acompañaban<br />
había partido.<br />
Continuaron a Managua en Nicaragua. No tuvieron<br />
dudas cuando entraron a cielos caribeños. Las condiciones<br />
meteorológicas variaban sin parar: a ratos despejado, otros<br />
con lluvia, de pronto entraron en una tormenta y volvieron a<br />
estar en pleno cielo azul. Volaron por zona de huracanes y de<br />
pronto visualizaron la punta de Cuba. La tormenta arreciaba.<br />
Pasaron por el sur de México y llegaron al aeropuerto de<br />
destino, luego de siete horas con seis minutos, con una típica<br />
lluvia tropical.<br />
Fueron recibidas por oficiales de ejército y de la aviación,<br />
junto a otras autoridades presididas por el primo de<br />
María Eliana, Rodolfo Berlinger, Cónsul de Chile en ese<br />
país, acompañado de su señora.<br />
Les había conseguido un hangar militar para guardar el<br />
avión, la ayuda personalizada de un oficial y expedición en<br />
los trámites. Además, el ejército, a quien pertenece la fuerza<br />
aérea de ese país, dispuso un camión para facilitar la carga<br />
de combustible, lo que hicieron bajo el resguardo de un alegre<br />
paraguas escocés azul, verde y amarillo.<br />
Todos, menos ellas, estaban felices con esa lluvia a cántaros<br />
que puso término a un tiempo de larga sequía.<br />
Terminadas sus obligaciones con el avión, la meteorología<br />
y el ingreso al país, fueron llevadas a la casa del Cónsul,<br />
donde al poco rato llegaron el Embajador de Chile y su<br />
señora.<br />
Las aviadoras aprovecharon de comer todo tipo de frutas<br />
tropicales y se lucieron con éstas ante el lente de la<br />
cámara fotográfica.<br />
Al día siguiente, mientras tomaban un desayuno con más<br />
TECNOLOGÍA EN EL CIELO<br />
287
frutas, llegó el Embajador para acompañarlas al aeropuerto.<br />
Tuvieron un buen despegue bajo un limpio cielo azul<br />
que durante el viaje varió muchas veces. Observaron el magnífico<br />
panorama donde destacaban el lago y los volcanes, y<br />
transcurridas cuatro horas con dieciocho minutos, llegaron a<br />
Panamá, donde otra vez hicieron la aproximación entre<br />
nubes, para aterrizar con una copiosa lluvia...<br />
Hans continúa escuchándola con atención. Ella hace una<br />
serie de otras argumentaciones y, por último, recorre una vez<br />
más el paso por los hielos del Norte.<br />
Después sale al jardín de su casa y se sienta con la vista<br />
puesta en el atardecer sobre el césped. Escucha con respeto<br />
el rugir de un avión.<br />
-Es un bimotor -dice, mientras toda su concentración es<br />
para el avión.<br />
Hans sonríe.<br />
Ambos saben que una tercera etapa ha comenzado. Al<br />
fin y al cabo, la vida es un constante inicio de éstas.<br />
María Eliana, por su parte, triunfó frente al dolor. Luego<br />
de meses de tratamiento con traumatólogos y kinesiólogos,<br />
la fractura de las vértebras soldó bien y aquellos pesares físicos<br />
quedaron en el pasado.<br />
A la vista de las radiografías, fue un milagro que no se<br />
le produjera una lesión en la médula, lo que hubiera significado<br />
quedar paralítica. Considera que sin duda Dios está de<br />
su parte y le tiene preparado algo importante. Desde ya, una<br />
vez más sus pensamientos coinciden con los de su amiga:<br />
una tercera etapa ha comenzado. La vida es un constante inicio<br />
de éstas.<br />
288 TRAVESÍA 2004
El avión en que se realizó<br />
esta inolvidable hazaña, es de<br />
propiedad de Madeleine y<br />
corresponde a un pequeño<br />
monomotor cuadriplaza<br />
Beechcraft Bonanza, año 1981,<br />
con motor convencional a pistón<br />
de aspiración normal marca<br />
Teledyne Continental IO 520BB<br />
de seis cilindros y 285 caballos de<br />
fuerza, nuevo de fábrica,<br />
montado en marzo del año 2003.
Alfredo Gaete Briseño<br />
Travesía 2004<br />
Las abuelas voladoras<br />
Historia de las aviadoras que en un<br />
avión monomotor convencional,<br />
desde Chile, realizaron la hazaña de<br />
cruzar el Atlántico Sur para regresar<br />
por el Círculo Polar Ártico, uniendo<br />
3 continentes.