de la vida - Suore Domenicane di Santa Caterina da Siena

2 Editoriales
Hna. M. Elvira Bonacorsi - Rosaria Marchesi
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16
21
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29
32
No es tiempo de tratar con Dios negocios
de poca importancia
Hna. Antonietta Potente
Opción por la Vida y la Vida en abundancia: ante los
desafíos de la Justicia, Paz e Integridad
de la Creación (J.P.I.C.) Hna. M. Juana Estela Segura
Hermanas y laicos
“Compañeros de cammino”
Hna. Suzanne Caizergues
El “Dulce y Amoroso Verbo”
Hna. M. Amelia Grilli
Perfumes a flores, misterios develados, invitación del
Espíritu. Un acercamiento a la vida de estudio en el
carisma dominicano Hna. Maria Alejandra Leguizamón
Rajab, una vida en la “línea de demarcación”
Hna. Marialuisa Buratti
La naturaleza y la liturgia
Hna. M. Laura Restelli
Habitar en las “periferias” de la vida
Comunidad de Jerez de la Frontera
ÍNDICE
1

2
EDITORIALES
LA ESPERANZA DANZANTE
«Esperanza – yo dije, - es un esperar en la certeza
de la gloria futura…» (Par. XXV, vv.67-68)
D
ante, en su sublime poema, La Divina Comedia, después
de haber peregrinado por las desgarradoras experiencias
de los pecadores del infierno, arriba con la luz de la
aurora a la playa del Purgatorio y recorre la montaña de los siete
círculos, sobre la que están diseminados los que “purifican
sus vestidos” para llegar a la visión de Dios.
El peregrino Dante, que representa a cada ser humano, arriba
finalmente al Reino de la luz y de la armonía que es el Paraíso,
donde encuentra diferentes personajes que han experimenta-
Sr. M. Elvira Bonacorsi,
Priora general
do la multiforme gracia de Dios, el don que alcanza a cada hombre y cada mujer para llevarlo a la
plenitud de la vida y de la felicidad.
En su trascender de cielo en cielo, el peregrino Dante, conducido por los ojos radiantes de Beatriz,
su guía, a un cierto punto se encuentra en el cielo de las así llamadas “estrellas fijas”. Aquí, antes
de proceder y ser admitido a contemplar a Dios, es interrogado por Pedro sobre la fe, por Santiago
sobre la esperanza y por Juan sobre la caridad.
Las tres virtudes teologales habían aparecido personificadas anteriormente, en el Paraíso terrestre,
cuando se iba articulando una procesión mística que introducía la llegada de Beatrice, descendida
de nuevo a la tierra para la salvación de Dante. Junto al Carro que es el símbolo de la Iglesia, inserto
en esta procesión, tres espléndidas mujeres “venían danzando en ronda” (Cfr. Purg. XXIX,
vv.121-122); tres mujeres: la fe, la esperanza, la caridad. Tres mujeres que hacen un pequeño y armonioso
giro de danza, reflejando y emanando la belleza de Dios.
Miremos atentamente una de estas graciosas mujeres.
«Esperanza – yo dije, - es un esperar en la certeza de la gloria futura…» Cuando Santiago pregunta
a Dante qué cosa es para él la esperanza y de quién la ha aprendido, Dante responde que la esperanza
es el esperar con certeza la gloria futura. La esperanza es esperar la gloria futura, la felicidad
futura, pero un esperar cierto. Y no esperar un premio que llegará si somos buenos. No. Es un
esperar cierto sin condición. Esta certeza, esta seguridad nos viene de la fe, de la confianza en Dios,
de la convicción de que la salvación viene de Dios, que el DON viene de Él, es Él mismo. No somos
nosotros los conductores de nuestra vida, de nuestro carro. Vivir en la esperanza es haber
puesto toda nuestra preocupación de vivir y de salvarnos en Sus manos, haber cedido el control de
la vida, de nuestro carro a Otro, que sabemos que nos ama gratuita y perdidamente, por eso estamos
en la paz…
Y delante de un Don así de grande no se puede más que danzar, junto a la confianza y al amor,
como aquellas tres jóvenes mujeres danzantes sobre el prado florido del Paraíso terrestre.
Al inicio de un nuevo año de nuestra Revista y de nuestra vida, aún cuando el año calendario haya
comenzado hace unos meses, es fortificante contemplar esta mujer danzante que es la esperanza,
y como ella también danzar nosotras, con la misma confianza en el DON de Dios que tenía el Cura
de Ars, y tantos otros hombres y mujeres que de verdad exultaban en la luz, en la armonía, en la
certeza… de la esperanza danzante.
Hna. M. Elvira Bonacorsi

Q
ueridos amigos lectores, este año Allez, Allez petites vuelve a
su, ya clásica, forma de salida cuatrimestral. En el 2009, como
recordarán, en ocasión del Capítulo, hubo solo dos números especiales.
En el 2010 volvemos al “tiempo ordinario”.
Como siempre nuestra revista nos acompaña siguiendo dos filones de
lectura, por un lado uno ligado a la profundización y al estudio, y por
otro uno firmemente anclado a la realidad, en la cual somos todos llamados
a ser anunciadores del Evangelio, teniendo como modelo, en
particular a Madre Gerine, quien se revela cada vez más como una figura
de una actualidad desconcertante, por las opciones que hizo entonces
a favor de los más humildes y por aquellas que hoy hacen sus hijas.
Me limitaré a subrayar algunos elementos que después reencontrarán,
junto a muchos otros, en nuestras páginas. Abrimos nuestro índice con
una reflexión sobre la vida religiosa y sus votos, que nos acompañará
por los tres números del 2010. Luego tendrán posibilidad de profundizar
(y alguno quizás de conocer) qué cosa es el compromiso con la Jus-
VOLVEMOS AL “TIEMPO ORDINARIO”
Rosaria Marchesi,
directora de la revista
ticia y la Paz, estrechamente ligado al cuidado de la Creación. Todos somos llamados a una vida
más sobria, más en consonancia con el respeto al mundo en el que vivimos. Este reclamo es fuerte
para las religiosas, pero lo debe ser también para los laicos, especialmente aquellos asociados
o cercanos a la Congregación. Y se ha dedicado un artículo a las relaciones entre hermanas y laicos,
como se están construyendo también a la luz de los documentos del último Capítulo general,
artículo que se presta para detenerse sobre la situación actual y al mismo tiempo, volver a ponerse
en camino juntos, cada uno según las propias características, pero unidos por un único carisma,
el de nuestra fundadora.
Este año para la parte “objetivo mujer” hemos pensado centrar nuestra atención sobre figuras bíblicas
femeninas. Comenzamos con Rajab, un personaje menor, pero que puede proponer interesantes
elementos de reflexión.
Como siempre hay un espacio dedicado a Santa Catalina de Siena, muy rico de referencias a sus
escritos, que se vuelve así una suerte de escuela en la que injertar la oración. Y a propósito de esta
última, hemos indagado el lazo que une la naturaleza con la Liturgia. A primera vista puede parecer
extraño, pero basta con pensar en los Salmos o en el pan y el vino que se vuelven cuerpo y sangre
de Cristo, para entender que las conexiones son muchísimas y que todas nos llevan por un lado
a sentir la gran responsabilidad frente a lo creado y por otro a alabar al Autor.
La actualidad nos hace conocer el trabajo de nuestras hermanas en Jerez de la Frontera (España),
donde, después de un camino de acercamiento a la realidad local y a sus dificultades, se han comprometido
con una casa para los enfermos de Sida. Una casa no hecha solo de ladrillos, sino de
acogida y de ayuda concreta. Una tarea que las pone en contacto con los más marginados entre
los marginados, una tarea que pertenece plenamente al estilo de Madre Gerine, y que nos pide,
también a nosotros, todos, el sostenerla con la oración.
“Allez” solo aparentemente es una revista como tantas, en realidad es un medio que con gran humildad
quiere estar con sus palabras al servicio de la predicación y de la difusión de la Palabra.
Rosaria Marchesi
3

4
REFLEXIONES
“No es tiempo de tratar
con Dios negocios
de poca importancia”
Inicia con este número una reflexión (y a la vez un estudio) sobre la vida religiosa,
el cual nos acompañará a lo largo del 2010. Lugares y situaciones: el desierto
y la soledad. Cuando nace y como se desarrolla el concepto de los votos y
como se entienden actualmente. La fuerte presencia de Jesús. El compromiso
personal que se hace compromiso comunitario. La interioridad, la oración y el
trabajo. Otras pistas que nos ayudan a meditar.
D
urante los tres primeros
siglos de la tradición cristiana
no se conocían los votos así
como hoy los expresamos. Sin
embargo, la consagración de
esas personas al Evangelio tenía
un significado de total entrega a
Dios, casi en solidaridad con la
vida de los mártires de la misma
épocas, sobre todo en el ámbito
femenino.
Cuando las madres y los padres
del Desierto vislumbran este camino,
cuando ellas(os) intuyen el
derecho a vivir el evangelio en
sencillez y comienzan a entenderlo,
no se profesaba ni pública
ni secretamente, ningún voto. En
los primeros pasos de este estilo
de vida se habla más de pacto o
promesa. Muchas veces se hace
referencia más a los mandamientos
que a los consejos evangélicos
como hoy en día los entendemos.
Esta intuición, había nacido
simplemente contemplando
la realidad, la iglesia, mientras el
cristianismo comenzaba a crecer
en su poder. El cristianismo, en
efecto, ya no era más el de la
diáspora, de los cristianos comprometidos
en pequeños grupos,
en las diferentes partes del
imperio. Se trataba ya de un cristianismo
que celebraba sus bodas
con el poder temporal. Ser
cristianos era una garantía y un
privilegio social. Cuando se dan
estos primeros pasos de vida religiosa
dentro de la Iglesia el cristianismo
había sufrido profundos
cambios. En medio de ellos, la
experiencia de las(os) primeras(os)
anacoretas se entrevé
como un brote y un sueño alternativo.
Nuestros padres y nuestras
madres en la fe intuyeron
algo y sólo abrieron camino, un
camino que como canta el poeta
se hace al andar (Machado). Estas
personas inauguran un ritmo
que a lo largo de los siglos se
volverá inspiración para muchas y
muchos. Esto es la utopía en el
sentido más bello y profundo,
utopía como constante que
acompaña a todos los pueblos.
La búsqueda de la Tierra sin Mal,
Antiguo fresco del anacoreta San Onofrio
dirían los Guaraníes. Nosotras(os)
podríamos llamarla Reino.
Es la utopía que nos alimenta
y acompaña como dice Eduardo
Galeano: como un horizonte;
está lejos. Y yo camino dos pasos
y ella se aleja dos pasos: el horizonte
se aleja. Y yo camino diez
pasos y ella se aleja diez pasos.
¿Para qué sirve? Sirve para eso:
para caminar. Esta búsqueda de

hombres y mujeres nace en un
contexto concreto; en ella no
existe todavía la idea de los votos,
pero se articula alrededor de
simples deseos de autenticidad y
de amor al evangelio, leído en la
vida de Jesús. En ella descubrimos
algunos aspectos que son
como pilares fundamentales de
esta experiencia y alrededor de
los cuales se construye, se plasma,
se hace y rehace este sueño.
El desierto
La primera intuición es la de ir
hacia el desierto. Esta intuición
se podría llamar la ubicación geográfica.
Esto es sumamente importante
en la vida religiosa En
los primeros siglos se concretiza
a partir de la experiencia del desierto,
mientras el cristianismo
oficial ya comenzaba a desarrollarse
en el centro del poder político
y social del tiempo, donde
tenía que estar también la iglesia
con sus representantes oficiales.
Para estas primeras mujeres y
hombres buscadores de Dios, estas
bodas celebradas entre el
cristianismo y el poder político
no posibilitaban vivir el evange-
Ocaso en el desierto del Sahara
lio, ataban la libertad evangélica
y el amor a Jesús. A partir de ahí,
reivindican humildemente un espacio
diferente: el desierto. Nosotras
lo podríamos traducir
como todos los mundos periféricos
que conocemos en nuestra
historia. Ellas y ellos intuyen que
para retomar contacto con la
sencillez evangélica hay que cortar
con estas bodas y por eso
buscan un lugar geográfico de
separación.
En los primeros momentos el
desierto es el lugar significativo
que permite comenzar otra vez. A
partir de ahí se vuelve lugar simbólico.
Es la descentralización del
poder. Desde esta perspectiva
podríamos reinterpretar el antiguo
adagio que proponía la vida
religiosa (de ahora en más VR)
como fuga mundi. En realidad estas
personas huyeron del mundo,
del centro del poder. La VR salió
de las cosas vanas, que no tienen
nada que ver con un proyecto humano
de plenitud. El desierto da
sentido a esta búsqueda que los
lleva a ocupar lugares periféricos
de esperas y sueños.
Pero el desierto, tiene también
otro sentido. Es el lugar de la
desnudez que permite el encuentro,
el espacio donde crece
la sensibilidad. Para ellas y ellos,
el desierto era algo real que hacía
parte de su geografía, de su
medioambiente. No tuvieron
que inventarlo, más bien "seguirlo",
dejarse atraer y seducir.
Como cualquier persona que
vive en lugares silenciosos, ellas y
ellos aprendieron a escuchar y reconocer
las delicadas huellas de
la Presencia y Ausencia Divina. El
desierto es el lugar de los sentidos.
Es lugar de pobreza, y también
el lugar del desamparo, en
el que las personas no tienen
muchos apoyos. Este desamparo
permite confiar en Alguien, y
desde esta confianza, continuar
viviendo en una constante vigilia,
hasta reconocer. La opción del
desierto es poder estar allá, donde
se puede ver y gozar lo más
posible de su divina compañía...
Posteriormente en el tiempo, Teresa
de Avila (por citar uno de los
tantos ejemplos), como los primeros
padres y madres del desierto,
reivindica un espacio alternativo
en el cual reencontrarse
con la frescura de la "regla primitiva"...
ya que “no es tiempo de
tratar con Dios negocios de poca
importancia” (C. 1, 2; 5).
La soledad
Todas y todos hemos nacido de
la experiencia de la soledad.
Aunque muchas vivamos juntas,
aunque tengamos como carisma
algo que vamos compartiendo
comunitariamente, la soledad es
uno de los pilares más significativos.
En esta economía de vida,
ella significa sobre todo recuperación
de la unidad. Las(os) primeras(os)
ermitañas(os) son
maestras(os) de vida en armonía,
5

6
Giotto, la Eremita Magdalena en la gruta denominada Sainte Baume, Basilica de San Francesco,
Asís. La imagen representa a un monje sacerdote que le ofrece un vestido para cubrirse
en unidad. No es la experiencia
del aislamiento sino del ser uno
con todos y todo. Son las palabras
de Jesús que Juan recoge
porque tiene la misma nostalgia
(Jn 17,11). La opción de la soledad
les daba la posibilidad de vivir
el encuentro. Ellas(os) intentan
esta unidad hasta con los leones
del desierto. Es el sueño de la
paz mesiánica de Isaías 11, donde
identidades e historias diferentes
aprenden a convivir: “...serán
vecinos el lobo y el cordero, y
el leopardo se echará con el cabrito,
el novillo y el cachorro pacerán
juntos, y un niño pequeño
los conducirá. La vaca y la osa pacerán,
juntas acostarán sus crías,
el león como los bueyes, comerá
paja. Hurgará el niño de pecho
en el agujero del áspid, y en la
hura de la víbora el recién nacido
destetado meterá la mano. Nadie
hará daño, nadie hará mal en
todo mi santo monte” ¿Cómo
podemos recuperar nosotras(os)
el sentido de soledad como opción?
¿Cómo recuperar el sentido
de soledad como camino de
retorno a la unidad y armonía?
A nivel político también tiene un
significado muy bello: el de no
tener ídolos. En un cristianismo
que ya empezaba a necesitar de
muchos apoyos para poder vivir
la fe, ellos y ellas dicen que no se
necesita nada, sólo se necesita
esta resistencia en la búsqueda
para poder encontrarlo a Él. La
soledad es "no tengo otros señores".
Y cuando lo dicen Teresa y
otras(os) místicas(os) tiene toda
esta fuerza: en la vida entras tú,
con tu sueño, con tu pasión y entran
todos los demás pero no
como dueños sino como compañeras(os).
Esta es la autenticidad
ética, no querer ídolos ni privilegios.
No brota de la arrogancia
de quien piensa que lo hará todo
sola(o) sino de la experiencia del
"sólo Dios basta" que es una declaración
de amor en un intenso
sentir la vida.
La memoria de las Escrituras
El contacto que ellas(os) tenían
con la Palabra, sobre todo las
mujeres, era a través de la escucha.
No tenían libros y la mayoría
de las mujeres no sabían leer.
Algunos anacoretas a veces bajaban,
iban a las iglesias escu-
chaban la Palabra de Dios y después
volvían al desierto. El contacto
que tienen con las Escrituras
se da por la escucha y la memoria.
Para alimentarse, más
que leer, tienen que hacer memoria.
Esta es la vida de los pobres.
En el mundo precario de la
gente, las cosas escritas son muy
pocas. Lo que habla es la memoria,
volver a evocar algo. Por
eso la expresión más bella de
oración de las madres y de los
padres del desierto es la que la
tradición llamó la oración del corazón.
Aprendían versículos de
las Escrituras para poder repetirlos,
hasta cuando desde dentro
sentían toda la calidez del misterio
y el asombro. Como dice
Thomas Merton, nosotros nos
volvemos contemplativos cuando
Dios se descubre a Si mismo
en nosotros.
Es una experiencia vivencial. Repetir,
en la pedagogía mística o
espiritual, es sumamente importante.
Repetir gestos, tomar
contacto, intercambiar hasta
cuando el ambiente se haga cálido.
Son las palabras del Salmo
85,9-10: escucharé lo que habla
Dios. Sí, Yahvé habla de futuro
para su pueblo y sus amigos. Estos
versículos muestran el ritmo
de la caminata del pueblo de Israel
y de estas personas que caminan
escuchando y recordando.
Es la memoria de las Escrituras,
que se torna memoria de la
vida y resuena como grito de
Dios... La fuerza de la Palabra se
ha quedado en ellas(os) tan esculpida
que por eso puede dar
testimonio de lo que, como
Juan, han visto y oído y sus manos
han palpado la Palabra de
vida (1 Jn 1,1).

El trabajo
En la historia de la VR, el trabajo
fue desde siempre uno de los
elementos mas importantes, hasta
llegar a institucionalizarse en
el monaquismo occidental con S.
Benito. Desde el comienzo fue
para ellas(os) la posibilidad de no
separar su ritmo de vida cotidiana
del cosmos. El trabajo es del
cosmos, así como es parte de la
obra de Dios y no la simple problemática
de seres humanos que
caminan en la historia. De esta
perspectiva ellas(os) trabajaban
en solidaridad con el cosmos y
con Dios, pero también con un
profundo sentido de no dependencia
de otros. Quieren sólo
participar y saben que su vida necesita
sólo lo justo, el pan de
cada día. El trabajo en este sentido
es el sueño de la dignidad, es
no pedir más de lo que necesitamos
y eso permite que otras(os)
sigan trabajando y viviendo. Es
una solidaridad mística porque
es parte de la obra de la creación.
Y política, porque todas(os)
para sobrevivir tenemos que relacionarnos
con la vida de otros
elementos y trabajarlos. Tene-
San Benito y sus monjes en el refectorio del
monasterio
mos que decidir cómo relacionarnos
con ellos, cómo cultivarlos
y cuidarlos.
Este aspecto sapiencial es lo que
nos podría ayudar a repensar la
relación con las cosas y con la
vida. Así narra la antigua sabiduría
de los Padres griegos: Un hermano
fue a visitar al abad Sílvano
en el monte Sinaí, y viendo los
hermanos trabajar, dijo al anciano:
obren no por el alimento que
perece (Jn 6, 27); en efecto María
escogió la mejor parte (Lc
10,42). El anciano respondió a su
discípulo: Zacarías, dale un libro
a tu hermano y acompáñale a
una celda donde no hay nada.
Cuando llegó la hora nona, él
miró hacia la puerta para ver si alguien
viniera a buscarlo para el
almuerzo, pero nadie lo llamó,
entonces, se levantó, fue donde
el anciano y le preguntó: Abad,
¿los hermanos comieron? el anciano
contestó: sí, comieron. Y
él añadió: ¿Por qué no me llamaron?
El anciano contestó: Porque
tú eres hombre espiritual y no necesitas
este alimento; pero nosotros,
que somos seres de carne,
queremos comer, y trabajamos
por eso; tú escogiste la parte mejor,
tú que lees durante todo el
día y no quieres comer alimento
material. Oyendo estas palabras,
el hermano mostró su arrepentimiento
diciendo: Perdóname,
abad. El anciano le dijo: María
tiene absoluta necesidad de
Marta; más bien, es por Marta
que a María se la enaltece”.
La penitencia como paciencia
En el monaquismo hay muchos
escritos que retraducen la experiencia
de la vida como penitencia.
Detrás de esta vivencia de
espera y pasión que la tradición
cristaliza en sus escritos dándole
Monjes cirtercienses trabajando en el campo
el nombre de paciencia, se ilumina
una VR donde mujeres y hombres
crecen en el ritmo lento del
encuentro con la vida.
El término paciencia viene del
griego: pathos. No tiene nada
que ver con una condición pasiva
frente a la realidad, más bien es
pasión, actitud que permite esperar.
Esperar el encuentro, esperar
que las cosas se revelen, expresen
sus significados. Podríamos decir
que la penitencia más bella aunque
dolorosa, en el sentido del
misterio, es la espera. Estas personas,
frente a la vida, aguardan.
El ejemplo que ellas(os) recogen
viene de las Escrituras: la paciencia
de Dios en el AT y la de Jesús
en el NT. Es la actitud de quedarse
ante las personas y ante las cosas
de la vida sin poseerlas. Es la
lentitud de la vida, pero una lentitud
activa que apresura algo. Es
también una ascesis que, más tarde,
en algunas órdenes religiosas,
se unirá al estudio.
La religiosidad de la vida
En torno a este sueño de construcción
armónica de la vida,
descubrimos que lo que llamamos
VR en realidad es simplemente
abrir los ojos sobre la religiosidad
de la vida. Reconocer
que el lugar está sumamente habitado
y que la vida es profunda-
7

8
mente religiosa. De allí nace un
estilo di vida que es la VR. Dentro
de la cristiandad de los primeros
siglos es un estilo de vida alternativo.
Lo dice el desierto, el sueño
de unidad y comunión, la solidaridad,
al antiidolatría...
También los votos, en este sentido,
son un medio para no perder
nada de lo que se nos dio, para
no perder el significado de esta
religiosidad que subyace en la
vida, de este algo que evoca misteriosamente
a Dios. Al igual que
los pilares que describimos con
anterioridad, los votos son sólo
un medio para aprender a vivir.
Este estilo de vida nace regado
por la nostalgia del retorno: para
que cada una(no) regrese, de la
misma manera que el pueblo. Es
el grito del Salmo 126, el regreso
de los cautivos, entre sueño y realidad.
Todavía no han regresado
todos, por eso, pedimos que Él
ayude a seguir soñando.
La VR se plasma alrededor de
este sueño. Y los votos son un intento
para vivirlo, para que este
sueño se apure en realizarse. Es
como un eco que se vuelve invitación:
tengan los mismos sentimientos
de Cristo Jesús (Fil 2,5).
Los mismos sentimientos, es decir
el mismo sentir, la misma sensibilidad.
Más sensibles en el reconocimiento,
la escucha y la
memoria, con la certeza de que
Dios comparte y no esconde
nada a profetas, justos, amigas y
amigos (Am 3,7). Es dejar que
nuestro corazón lata, es el deseo
de entender, ver, tocar, sentir...
Muchas(os) místicas(os) comienzan
y terminan la lectura de las
Escrituras besando el libro que
sólo las representa. Señor, abre
mis labios... es el gemido que
nos acompaña al empezar el día,
es el deseo del contacto.
A partir de la religiosidad
de la vida hacemos
los votos
En la historia bíblica el término
voto no existe. En hebreo se traduce
más como pacto, alianza,
promesa. En el NT en los Evangelios
no se encuentra. Jesús no
pide votos a sus discípulas y discípulos,
menos todavía, a la gente.
Sobre todo, no pide sacrificios.
El término voto sólo aparece
una vez en el NT, cuando se
refiere a Pablo, que se había cortado
el pelo porque había hecho
un "voto" (He 18,18).
Esto significa que lo que tenemos
que evocar para justificar
nuestros votos está muy dentro,
no como algo específico de pocas
personas, sino como algo
que pertenece a la inquieta búsqueda
del pueblo y a su sintonía
con el sueño divino.
Los textos más bellos que evocan
nuestra opción son algunos
Salmos: 22; 16; 116; 35; 18; 40; 7-
10. En ellos se percibe que los
votos los hace el pueblo. Los
pronuncia cuando vive situaciones
de apuro. El contexto más
propio en que el pueblo emitía
sus votos, era la peregrinación
hacia el Santuario. Se trata de un
contexto dinámico, de búsqueda,
donde el deseo es llegar al
Santuario y cumplir los votos.
También nuestro pueblo latinoamericano
se reconoce en esta experiencia.
Es el mismo contexto histórico el
que inspira los votos. El voto
nace por una inquietud ética y
mística, se cultiva en la pregunta
¿dónde estás tú? ¿dónde vives?
¿dónde te puedo encontrar? Y
¿cuándo? Los votos no son un fin,
sino simplemente un medio. Son
parte de esta precariedad de la
historia que asumimos para
acompañarnos hacia la inteligencia
del misterio. Tenemos muchos
motivos para decir que hay
una situación de apuro.
En esta historia posmoderna el
pueblo tiene el mismo sueño:
quiere vivir relaciones de amor
interpersonales y comunitarias
no violentas, es decir, castas.
Quiere vivir situaciones de justicia,
porque ya no sabe cómo sobrevivir,
y desea que todo el
mundo haga voto de justicia
dentro de esta realidad. Sueña
poder ser partícipe de la construcción
de la historia, para poder
obedecer de verdad y ser
protagonista en el forjar la vida.
Los votos son para soñar con
Dios y con el pueblo, para no
abandonar a Dios ni al pueblo.
Por eso necesitamos conocer el
contexto histórico. Se trata del
conocimiento del que habla la
Biblia, el conocimiento íntimo
que pueden tener sexualmente
dos personas. Quiere decir tener
contacto con la historia de Dios
que es el único desierto donde
podemos buscarlo.
Hna. Antonieta Potente
Hnas. Dominicas
de Sto. Tomás de Aquino
(1 parte – continúa...)
Hna. Antonietta Potente

REFLEXIONES
Opción por la Vida
y la Vida en abundancia:
ante los desafíos de la Justicia,
Paz e Integridad de la Creación
(J.P.I.C.)
El tema, muy actual, fue también objeto y motivo de compromiso en el último Capítulo
general. Trabajar con este fin y con la responsabilidad de la integridad de
la creación. Un ideal que se concretiza sobre todo en la vida religiosa, en particular
en la dominica. La oración como “instrumento” irrenunciable. Sobriedad en la
vida personal y comunitaria. Opción total por la vida. En primera línea para luchar
contra el hambre, la pobreza y todas las formas de marginalidad y violencia.
P
ara comprender la importancia
de este tema, tenemos
que recordar un momento
importante de la historia, el
Concilio Vaticano II, desconcertante
soplo del Espíritu que
irrumpió vigorosamente en la
vida de la Iglesia del siglo XX,
generando un dinamismo renovador
que animó a los diferentes
ámbitos eclesiales, institucionales
y personales.
La Iglesia, en su camino de “sacramento
universal de salvación”,
se autocomprende a la
luz de Cristo como “realmente
íntima y solidaria del género humano
y de su historia”, redescubre
su ser Palabra significante,
presencia compasiva y dialogante
con el hombre y con el
mundo contemporáneo, a tal
punto que declara “nada hay de
verdaderamente humano que
no encuentre eco en su corazón”.
Es más, “la Iglesia tiene
ante sí al mundo... (que) con sus
afanes, fracasos y victorias” 1 la
desafían e interpelan en su dinámica
de fraternidad universal y
en su vocación a la comunión.
Posteriormente el Sínodo de los
Obispos, en 1971, declaraba:
“La acción en favor de la justicia
y la participación en la transformación
del mundo se nos presenta
claramente como una dimensión
constitutiva de la predicación
del Evangelio, es decir,
la misión de la Iglesia” 2 . Un
obispo latinoamericano, Mons.
Angelelli, decía con sabia simplicidad:
“Un oído en el Evangelio
y otro en el pueblo”.
Siguiendo el ejemplo
de Jesús
En concomitancia, la vida religiosa
figurativamente representada
en el corazón de la Iglesia,
también se vió involucrada en
ese dinamismo del Espíritu y, a
la luz del carisma, vuelve a centrar
su mirada en la radicalización
del apasionarse por el Dios
del Reino y por el Reino de
Dios, de la “pasión por Dios” y
la “pasión por el hombre”, en fidelidad
a los fundadores y fundadoras;
refuerza la convicción
que forma parte de su constitución
vital el hacer “síntesis entre
la atracción por Jesús y la compasión
por el hombre, es lugar
de cruce entre el camino de
Dios y las sendas humanas” 3 .
9

10
El respeto por la creación es también no contaminar el ambiente: Hna. M. Auxiliadora, la primera
a la derecha, con un grupo de adolescentes recogiendo basura tirada en lugares públicos
(Goiania-Brasil)
Ahondando en la propia vocación-misión
crece la conciencia
que el compromiso por la paz y
la justicia florece como consecuencia
inevitable de la sequela
Christi.
Estamos en el núcleo de la experiencia
cristiana que configura,
en nosotras religiosas, un
modo de vida y de misión particular,
una espiritualidad y no
una moda o una ideología.
Leemos en el documento Caminar
desde Cristo: “Los consagrados
se esmeran por construir en
la justicia un mundo que ofrezca
nuevas y mejores posibilidades a
la vida y al desarrollo de las personas.
Para que esta intervención
sea eficaz, es preciso tener
un espíritu de pobre, purificado
de intereses egoístas, dispuestos
a ofrecer un servicio de paz y no
de violencia, una actitud solidaria
y llena de compasión” 4 .
La espiritualidad de la JPIC
Está centrada en el proyecto de
VIDA de Dios y en nuestra llamada
a continuar y colaborar
con su misión liberadora. Es el
“alma” de un estilo evangélico
que reconoce
• que somos habitados y habitadas
por el Espíritu que nos empuja
a la fidelidad al Dios del
Reino y al Reino de Dios;
• la necesidad de una constante
conversión diaria, para contemplar
(mirar detenidamente) con
los “ojos y el corazón” de Dios;
porque si queremos que el
mundo cambie hacia una mayor
justicia y paz, hay que comenzar
por uno mismo. “Señor, que
será de los pecadores” se preguntaba
llorando Domingo
cada noche... mientras ejercitaba
sobre sí la disciplina.
• se deja modelar primordialmente
(especialmente para nosotros
dominicos) por el misterio
de la Encarnación de Jesús,
para “practicar la justicia, amar
con ternura y caminar humildemente”
(Miq 6,8) con ese Dios
que se hizo último, que eligió
ser pobre.
• “situarse” ante la realidad,
desde una dimensión creyente
que encuentra los rastros de
Dios en esta historia, y percibe el
misterio Pascual en acto. Como
Domingo ir al encuentro de
nuestros “cumanos” en los cruces
de caminos, en las plazas de
hoy, le urgia “hablar a los hombres
de Dios” para poder también
“hablar a Dios de los hombres”
que había encontrado.
La JPIC como modo de vida
En pocas palabras, delinea el
camino fundamental de la vida
religiosa, que interpelada por
las grandes causas de la humanidad,
responde a la llamada
evangélica de promover la justicia,
la paz y la integridad de la
creación, no como si fuese un
sector más de trabajo en el cual
actuar, otra “cosa” para hacer,
sino como un modo de ser y de
estar que impregna la vida y la
misión.
Desde este punto de vista JPIC
es un elemento constitutivo de
nuestra vida, abarca toda la vida
y toca todas sus dimensiones
(oración, fraternidad, votos, formación,
gobierno, misión, economía).
Es una llamada que nos
exige continuamente la conversión
del corazón, la sencillez de
vida, la mirada compasiva, la caridad
activa, la itinerancia constante
hacia aquellas “periferias”
en las que está en peligro todo
lo que es humano y humanizante;
que “nadie piense que los
religiosos... se hacen extraños a
los hombres e inútiles para la
sociedad terrena” 5 , escribieron
los Padres Conciliares, palabras
testimoniadas por una larga trayectoria
histórica de la vida religiosa
a favor de los hombres, de
la promoción de los pueblos y
de las culturas. ¡JPIC es la novedad...
de siempre!

JPIC y carisma
Es la misma intuición que desde
joven acompañó a Madre Gérine
cuando, en su experiencia vital,
se sobreponían e intercambiaban
la contemplación de la
imagen de La Piedad y su continua
actualización dramatica en
el tiempo: María sostiene el
cuerpo desfigurado y muerto de
Jesús. La humanidad, “Cuerpo”
exánime y sufriente del Verbo
hecho carne continua a ser crucificada
y desfigurada por el dolor,
el pecado, la muerte... y no solo,
hasta la creación gime y sufre
aguardando... (cf. Rm 8,22-23).
Abramos los ojos y los oídos a la
realidad que tenemos entorno:
desde todas partes nos presentan
el mundo dividido entre los
que tienen y los que no, el norte
y el sur, intereses económicos
disfrazados de intolerancias religiosas
y/o políticas; más de un
millón de infantes viviendo o
trabajando en la calle y la misma
cifra para mujeres y niñas “traficadas”
cada año en la prostitución,
y se podría seguir formando
una infame lista sin olvidarse
de agregarle los “maltratos y
abusos” perpetrados contra el
planeta. Me detengo solo a título
de ejemplo: el escándalo de
las riquezas desbordantes para
algunos pocos por un lado y por
el otro más de la mitad de la población
mundial que vive con
menos de dos dólares al día. Según
el último informe aumentó
considerablemente en el mundo,
las personas que sufren el
hambre (1.020 millones). Jacques
Diouf, director general de
la FAO dijo en ocasión de la última
cumbre del 2009: “(...) lo
que falta no son los recursos.
Sólo los países de la OCDE (Organización
para la Cooperación
y el Desarrollo Económico) gastan
cada año 245.000 millones
de euros para el apoyo a la agricultura
en países en los que la
población agrícola apenas representa
entre un 2% y un 4%.
Mientras que en los países del
Tercer Mundo la población rural
es de entre un 60% y un 80%...
Se gastan cada año casi 900.000
millones de euros en armas. ¿Y
no podemos gastar 30.000 millones
para defender la vida?” 6 .
Sabemos que este apelo, cayó
en el vacío y por qué no en el olvido...
de los participantes, de
los MCS, de tantos... ¿Y en nosotros/as?
Escuchando la admonición
“pero no ha de ser así entre ustedes”
(Mc 10,43) como Familia
Religiosa en el último Capítulo
nos propusimos trabajar por la
justicia y la paz. Ante “un mundo
herido por egoísmos y sed
de poder, marcado por el escándalo
de la pobreza y de la falta
de sentido queremos anunciar...
el Dios de la vida”.
JPIC compromiso de todos
Pero como de “buenas intenciones
está empedrado el camino
al infierno” es que para este sexenio
nos dimos como primera
línea operativa el “cultivarnos
en un cambio de mentalidad
que nos haga sensibles a los
problemas de la justicia, de la
paz y de la salvaguardia de la
creación, dispuestas a comprometernos
en nuestro cotidiano y
a involucrarnos en la colaboración
con los organismos que
obran en este ámbito” (Actas
del II Capítulo general).
Nos hemos repetido tantas veces
desde que nos preparabamos
al Capítulo: “¿Cómo contarles
a los hermanos que eres
el Dios de la Vida?” De hecho,
para que este anuncio urgido
por la compasión sea realidad,
esta línea operativa nos indica
un camino concreto: se comienza
con la concientización, se sigue
con el cambio de mentalidad,
para estar sensibilizados e
implicar nuestra voluntad de
una “muy grande y muy determinada
determinación” 7 , y el
colaborar.
Los medios e instrumentos que
es necesario implementar para
11

12
OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO
• Erradicar la pobreza extrema y el hambre
• Lograr la educación primaria universal
• Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujeres
• Reducir la mortalidad infantil
• Mejorar la salud materna
• Combatir el sida, malaria y otras enfermedades
• Garantizar la sostenibilidad ambiental
• Fomentar una asociación mundial para el desarrollo
www.undp.org/spanish/mdg/index.shtml
comprometernos en lo cotidiano,
están al alcance de todos y
de todas:
• formarnos y formar en la comprensión
bíblica y teológica
de la justicia, la paz y la integridad
de la creación;
• buscar información alternativa
de lo que sucede manteniéndose
actualizados, análizar la
situación mundial no solo deteniéndose
en los hechos sino
analizando las causas de la injusticia
y, reconociendo las implicancias
sociales de la fe
“¡pasar la voz!”
• estar “despiertos” para cumplir
concretamente pequeños y
grandes pasos de justicia y de
paz, promoviendo una cultura
de paz, de no-violencia, en el
propio entorno comunitario y
en la comunidad civil. Es dar
cauce a la caridad, el “cuidar
de” es salir de si y darse cuenta
del otro, del necesitado, de
quien sufre violencia en el
cuerpo y en el alma; es hacerse
cargo de él y de su dolor;
• la oración es un aspecto constitutivo
del trabajo por la paz,
orantes y celebradores de los
signos de vida, intercesores
por las personas y los acontecimientos,
con la determinación
de abrirnos a los otros y
ser sensibles al grito de los explotados
y empobrecidos;
• sumarse al movimiento global
de hacer “memoria”, incluso
incorporando en la liturgia, los
días internacionales en los
que se recuerda y se ora por
personas o situaciones de injusticia
• valientemente revisemos
nuestro estilo y nivel de vida y
nuestras opciones económicas
a nivel personal, comunitario
y congregacional;
• somos llamadas a dar testimonio
de relaciones de calidad
con Dios, con las personas y
con toda la creación, de una
fraternidad que se gesta en las
comunidades;
• contribuir, desde las reales posibilidades,
a “elaborar y llevar
a cabo nuevos proyectos de
evangelización para las situaciones
actuales” 8 , sobretodo
en co-participación intercongregacional
y organismos de
la sociedad civil.
• el estudio personal y comunitario,
centrarlo en temas actuales
tales como la Doctrina
Social de la Iglesia, los Derechos
Humanos, ahondar en
los Objetivos de Desarrollo
del Milenio promovidos por la
ONU, en los que se encuen-
tran trabajando en sinergía
tantas personas, instituciones
y organismos, incluso nosotros
y nosotras.
Y se podría continuar... porque
la fantasía de la caridad es inagotable.
Termino con unos versos
de Mons. Casaldáliga como
para recordarnos que en nuestro
ahora, es tarde... pero aún
estamos a tiempo porque si lo
queremos es madrugada:
“Es tarde,
pero es nuestra hora.
Es tarde,
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde,
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde,
pero es madrugada,
si insistimos un poco”.
Hna. M. Juana Estela Segura
1. cfr. Gaudium et spes, n. 1
2. La justicia en el mundo, Introducción 1
(1987)
3. M. Vidal, Seducidos por Jesús y solicitados
por el mundo
4. Instrucción Caminar desde Cristo, n. 35
5. Lumen gentium, n. 46
6. Discurso de Jacques Diouf a la Cumbre
Mundial sobre Seguridad Alimentaria
(nov. 2009)
7. Teresa de Avila, Camino de perfección
21,2
8. Vita consecrata, n. 73
Hna. M. Juana Estela Segura

na utopía… un sueño…
o bien simplemente
un camino recorrido desde
hace muchos años que nos ha
conducido, con naturalidad, a
unas decisiones tomadas con
ocasión del segundo Capítulo
general de la Congregación?
Pero antes de llegar a estas conclusiones,
veamos cuál ha sido el
recorrido vivido, para comprender
bien dónde se sitúa la nueva
etapa. Esta relectura nos ayudará
también a descubrir lo que este
acompañamiento enriquece a la
Misión confiada a las herederas
de la Madre Gérine.
EL CARISMA EN EL TIEMPO
Hermanas y Laicos
“Compañeros de cammino”
Al servicio del anuncio, de la compasión y de la misericordia. Los varios momentos
que marcaron este recorrido, iniciado desde hace varios años, pero que solo ahora
se está mostrando en su plenitud. Los documentos que tratan el tema. Las presencias
en el mundo. La participación, a pleno título, de dos representantes al Capítulo
general del 2009. La acogida reservada a lo inesperado, al otro, que la vida
cotidiana nos propone desde la providencia de Dios.
¿U
Desde la familiaridad…
Mientras que la nueva Congregación
vivía su proceso de unión,
que generaba un gran trabajo y
también aportaba esperanza y
era factor de búsqueda, soplaba
al mismo tiempo un viento de
una mayor apertura, que nos invitaba
a tener una visión de futuro.
He aquí por ejemplo, algunos
extractos de estas vibraciones
prometedoras:
En su carta a los laicos, en la navidad
de 2006, la Hermana M. Viviana
Ballarin, entonces Priora
general, escribía “Estábamos
acostumbradas a ver crecer en el
jardín de la Madre Gérine una
sola calidad de flores: las hermanas,
una sola forma de vida, la
En las páginas del artículo se ven algunos momentos en que hermanas y laicos comparten la
oración, el estudio y otras actividades
vida religiosa, una sola manera
de vivir la fraternidad a través de
la vida común y de la misión…”
Añadía: “¡Sois un DON para
nuestra Familia Religiosa!”
Hay que señalar igualmente, que
la Hermana M. Elvira Bonacorsi,
después de su elección como
nueva Priora general, dirigía su
primera carta-circular a “Todas
las hermanas y a los laicos…”
Por otra parte, ¿quizá os ha sorprendido
el que figure, en la última
parte del Mensaje final del
Capítulo, el nombre de dos laicas
que han participado en su
elaboración?
Además, si el movimiento de laicos,
existía ya, antes de la Unión
en las dos ex Congregaciones, lo
hemos visto afirmarse y crecer
durante los mencionados tres
años de transición:
- En el interior de la nueva Provincia
de América latina, comenzó
una búsqueda común y unos
intercambios entre los laicos de
Perú y los de Argentina, con un
ritmo anual de encuentros y un
equipo coordinador, acompañado
por una hermana del Consejo
Provincial.
- En la Provincia de Italia, el equipo
animador ha tenido algunas
13

14
dificultades por la muerte inesperada
de la Hermana M. Grazia
Maestroni, pero el Espíritu ha
continuado fecundando el germen
sembrado y así es como se
han realizado muchos encuentros,
con una buena participación,
sin omitir los acontecimientos
de Familia, que siempre son
una ocasión para manifestar la
fraternidad que existe.
- Otro signo alentador, es el de
los nuevos laicos que, en Guadeloupe
y en Francia se han sentido
atraídos por nuestro carisma,
por nuestra espiritualidad, y desean
conocerlos para vivirlos y
“vivir de ellos”.
- Estos diversos grupos estaban
en relación con el Gobierno general,
a través de dos Asistentes
generales, nombradas para coordinar
esta búsqueda a nivel
general e internacional.
Este “nuevo surgir de savia” nos
seguirá sorprendiendo todavía
más. Frente a todos estos signos
de vida, la presencia en el Capítulo
general de dos laicas asociadas,
que vinieron en representación
de sus comunidades, no
pueden sorprendernos… ¿No
era éste el lugar más indicado
para tomarnos el tiempo de conocernos
y de intercambiar so-
bre el espíritu común y las motivaciones
que compartimos?
...Hasta el reconocimiento
Así es como Livia Chesti, italiana
y Dorila Coral-Giraldo, peruana,
han compartido aproximadamente
durante una semana
nuestras sesiones de trabajo,
aportando, cuando llegaba el
momento, sus puntos de vista o
sus impresiones. La presencia de
los hijos de Livia y de Gabriel, su
marido, daba una nota “diferente”
a los momentos de descanso,
y las sonrisas y los mimos dados
o recibidos del bebé, nos
“refrescaban” a todas después
de terminado el trabajo… Dorila,
hacía presente entre nosotras la
manera de acoger llena de sencillez
y de calor, característica del
pueblo peruano.
La jornada del 30 de julio que les
fue reservada, fue un tiempo
fuerte, me arriesgaría a decir
que, en el camino recorrido hasta
ese día, marcó un antes y un
despues ¿por qué?
Teníamos ante nosotras a dos
testigos que, con toda libertad y
cada una a su estilo, han dado
razón de lo que, hoy, funda su
vida personal y sus opciones
como las de los miembros de las
comunidades a las que representan.
He aquí algunos extractos
de sus intervenciones:
“Nosotros, laicos, nos hemos sentido
atraídos por la Misericordia experimentada
como don recibido y
dado. Nos ha impresionado el hecho
de que frente al misterio de un
Dios que es Misericordia y que se ha
manifestado a nosotras a través del
encuentro de comunidades o de
hermanas en particular, nos hemos
sentido llamados a compartir el mismo
rostro, el rostro de un Dios Padre
que tiene el corazón y las manos
de una Madre.
Hemos reconocido en nosotros, el
don de la COMPASION, vivida en lo
cotidiano y en el anuncio de la Palabra
descubrimos que, también en
nosotros, existe una llamada a ser
para el corazón del hombre que encontramos,
“palabra de Compasión”:
profundizando el carisma de
la Madre Gérine y al descubrir las figuras
de Santo Domingo y de Santa
Catalina de Siena, hemos reconocido
poco a poco nuestra identidad
dominica y la llamada a ser la luz y la
sal en un mundo que ignora a Dios,
lo excluye y margina a los sin voz. El
conocimiento de los pilares dominicos
ha dado forma a nuestra vida y
continúa marcando un camino en el
que, en el momento crucial, encontramos
a ese Dios encarnado en
nuestra realidad.
Sumergidos en un mundo con fracturas
y divisiones cada vez mayores,
tratamos de vivir como testigos de
la compasión del Padre, creando espacios
donde los más pequeños
sean reconocidos, escuchados y

sean respetados sus derechos.
La oración forma parte de nuestro
ser dominico: es el espacio en el
que nos sentimos Hijos e Hijas bienamados
de un Padre que nos invita
a beber el agua viva. Tratamos de
articular nuestra vida sobre la Palabra
y tener momentos más prolongados
en los que nos hacemos escuchantes
y mendigos.
En un mundo en cambio, que de tal
manera se nos impone, damos una
prioridad a la vida comunitaria (en
una modalidad laica) como espacio
en el que nos dejamos formar mutuamente,
donde experimentamos
que vivir como hermanos no es fácil
y aprendemos a mirar nuestra realidad,
interpelante, con ojos nuevos.
El estudio es el fruto de nuestro deseo
profundo de conocer y reconocer
las raíces que fundan nuestra
identidad dominica para ser, hoy,
comunidad anunciadora de la Buena
Noticia del amor del Padre.
En un mundo en que las lenguas se
multiplican cada vez más creemos
que no por casualidad el Espíritu
Santo ha agrandado el espacio de la
tienda de nuestra Familia, y nos ha
dado a nosotros, laicos, el mismo vocabulario
para hablar a este mundo
en lenguas diversas. Juntos podemos
llegar más lejos y a una mayor
profundidad, porque la comunión de
las vocaciones es una fuerza”.
Después de haber escuchado y
dejado el tiempo para dejar que
resuenen en profundidad los testimonios
recogidos y de intercambiar
los sentimientos experimentados
por la fuerza de su
contenido, las capitulares no han
tenido dificultad, llegado el momento,
en ponerse de acuerdo
para reconocer la unicidad del
carisma y la pluralidad de sus expresiones.
Encontramos también
en nuestra Constitución Fundamental:
“El don de la compasión
de la Madre Gérine se expresa
hoy a través de vocaciones diversas
injertadas en la gracia del
Bautismo, común a todos. La hermanas
lo expresan a través de la
consagración religiosa, los laicos
asociados, y los que bajo otras
formas, están asociados o cercanos
a nuestra Familia, expresan
el único carisma a través de la especificidad
de su vocación”.
Para “encarnar”, juntos,
una palabra que dice
la vida y la engendra.
Así pues, este don de la compasión
hecho a los laicos, inscrito
en nuestra Constitución Fundamental,
está oficialmente reconocido
y ofrecido a cada uno de
nosotros: es “constituyente” de
nuestras vidas. Acojámosle y reconozcamos
con alegría que ha
sido puesto en nuestras manos
con toda confianza y gratuidad.
¿Cómo podríamos rehusarlo y
dejarnos invadir por la duda, la
desconfianza o el temor? Si el Señor
ha sabido darnos con tanta
largueza, estará también muy
dispuesto a acompañarnos en la
nueva etapa que nos llama a vivir
juntas. Esta mirada de fe es esencial
para renovar en nosotros la
agilidad y el entusiasmo del itinerante,
que cuando mira a la cima,
no se detiene nunca ante las
trampas inevitables y por el contrario,
hace de cada una de ellas
una fuente de creatividad.
Es también una invitación para
hacer de nuestras vocaciones,
diferentes, reconocidas y valora-
das, una fuente de riqueza al servicio
del anuncio particular que
nos ha sido confiado.
¿No es ésta una nueva manera
de manifestar concretamente
que la Salvación es de todos y
para todos? En un mundo en
movimiento y en búsqueda de
referentes,¿cómo manifestar que
la Palabra es re-creación si nosotros
permanecemos firmes?
Este trabajo de aclaración, necesita
personas convencidas de
que esta nueva llamada en adelante
forma parte de nuestras
prioridades personales, comunitarias
y de gobierno. Como toda
novedad, exigirá de todos nosotros,
calidad de escucha y de
respeto, para discernir juntos:
. lo que el Señor quiere.
. lo que aspiran a vivir los laicos,
. lo que la Congregación está
dispuesta a proponerles, sabiendo
que los laicos no son ni auxiliares
ni suplentes, sino actores
conscientes de sus responsabilidades
en cuanto al carisma.
Dejemos que este “Allez, allez
petites”, tan querido por la Madre
Gérine, resuene una vez más
y acojamos con confianza lo inesperado
de la vida…
Hna. Suzanne Caizergues
Hna. Suzanne Caizergues
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16
EN NUESTRAS RAÍCES: ESTUDIOS E INVESTIGACIONES
El “Dulce
y Amoroso Verbo”
La espiritualidad cateriniana reconstruida directamente a partir de sus escritos.
El misterio de la Trinidad es una presencia constante en la vida de Santa Catalina
de Siena. En el ser humano hay tres facultades: memoria, entendimiento y voluntad.
Por iniciativa de Dios que busca amorosamente al hombre, éste responde
voluntariamente con su fe. El drama del pecado como desobediencia querida.
La Encarnación y el sacrificio de Cristo para rescatar a su criatura. Jesús
“puente” entre el cielo y la tierra, modelo al que conformarse, hasta que todos
seamos “otro Cristo”, en el total abandono al Padre.
L
a doctrina de Catalina y su
vida espiritual, manifiestan
sustancialmente, bien la doctrina
guardada y transmitida en y desde
la Iglesia católica o bien el hecho
de posicionarse ante los misterios
de la fe. Catalina no responde
sólo por el consentimiento
obediente de la fe, al Dios que
se revela para invitar al hombre a
la comunión con El, sino que, se
apodera tan íntimamente del
misterio, hasta hacerse una con él
en su vida. El misterio de Dios
uno y trino está presente constantemente
en la vida y en la experiencia
de la Santa. De hecho,
la Trinidad es el ambiente, “el
ecosistema”, en el que Catalina
vive, se mueve, existe, ora, ofrece,
anuncia el Evangelio. Todo
tiene su origen en la Trinidad y
vuelve a Ella.
Dios, “la primera dulce Verdad”,
es amor y cada una de sus obras
es una obra del amor. Esta verdad
se verifica en la creación y se manifiesta
todavía más claramente
en la redención: “(…) el amor increado
te condujo a Ti mismo a
Pintura alegórica de Mario Barberis “El árbol
de la Humanidad” (1952), iglesia de Sto. Domingo,
Teramo (Italia)
crear al hombre a tu imagen y semejanza,
diciendo: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza”.
Esto es lo que hiciste,
queriendo, Tú, Trinidad eterna,
que el hombre participara plenamente
de TÍ, altísima y eterna Trinidad.
Además Tú le diste la memoria
para que el hombre se
acordase de tus beneficios, y que
por ella el hombre participara de
tu poder, Padre eterno; y le diste
la inteligencia para que viéndola,
conociese, tu bondad, y participase
de la sabiduría de tu Hijo
Único; y le diste la voluntad para
que pudiese amar lo que la inteligencia
ve y conoce de tu Verdad,
participando de la clemencia del
Espíritu Santo ¿Cuál fue la razón
de que colocases al hombre en
tanta dignidad? El amor inestimable
con el que Tú contemplaste
dentro de Ti mismo a tu criatura y
te enamorarte de ella; luego la
creaste por amor y le diste el ser,
a fin de que gozase y se alegrase
de tu eterno beneficio” (Diál.
XIII).
Como es Uno el ser divino de la
Trinidad en las personas del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
así es uno el ser humano en las
tres facultades, memoria, entendimiento
voluntad: el hombre encerrado
“en el jardín de la Trinidad”
ha sido sacado de Su espíritu
como una flor, desplegada en
tres facultades, para que estas
volviesen al jardín de la Trinidad
llevando este fruto que Ella les
había dado: el don de felicidad

Sta. Catalina mientras recibe los estigmas, cuadro atribuido a Domenico Beccafumi, pero también
a Bartolomeo Neroni, dicho el Riccio
divina del que estaba colmada el
alma en su estado de gracia (cf.
Or. 21).
Este es el camino que la Trinidad
ofrece, guía y lleva a su cumplimiento
en cada criatura humana.
Es ésta la vida del Espíritu, que
tiene sus etapas, sus recorridos.
Esta es la vida de la gracia. Es
éste el proyecto eterno de salvación
a través del que Dios une a
El a la criatura y la pone en condición
de vivir como aliada de El, le
hace el don de una amistad eterna.
Así pues, las facultades están en
el hombre para penetrar y entrar
en el conocimiento de Dios, que
se revela a él. Dios mismo toma la
iniciativa de hablar al hombre con
un lenguaje humano, de invitarle
a tejer con El una relación de
amistad, para que esta amistad
pueda conducirle a una vida de
comunión con El, una existencia
que suponga un compartir todo
lo que pertenece a uno y al otro.
Y Dios hace todo esto, revelándose
al hombre progresivamente,
sirviéndose de una historia humana
por medio de la palabra y de
la acción; Dios culmina el cumplimiento
de su manifestación con
el misterio de la Encarnación, entrando
El mismo en la historia del
hombre, en ese contexto de debilidad,
de fragilidad y de caducidad
que constituye la existencia
humana. Por iniciativa de Dios el
hombre responde “por la obediencia
de la fe”: a Dios, que se
comunica El mismo, el hombre
responde con obediencia, si
quiere entrar en relación con El,
es decir, entregándose en la
amistad, a este proyecto divino
que el mismo Dios le propone.
A este conocimiento de Dios, le
sigue el amor. El amor es así el
punto de convergencia de toda
nuestra vida y de toda nuestra acción.
La criatura humana participa,
de hecho, a través de la inteligencia,
de la sabiduría del hijo.
Esta sabiduría no es del ámbito
de la noción, sino que es de tipo
existencial, porque produce el
conocimiento y la fe. La fe, infusa
en el don de gracia del Espíritu
Santo en el Bautismo, es la respuesta,
la entrega del hombre al
proyecto de Dios.
Lo mismo que para Jesús, este
proyecto se funda en la obediencia,
en este abandono filial incondicional
al designio del Padre.
El amor brota pues de la fe, y
también de esos medios que la
naturaleza posee en si, a través
del “ojo de la inteligencia”, en
donde la fe es la “pupila”. Al conocimiento
humano iluminado
por la fe, se desvela el ser de
Dios. “Sentarse en la sede de la
conciencia” y “obrar con conocimiento
de causa”, discernir y evaluar
las opciones personales en
relación a un proyecto reconocido
como bueno, es el primero y
el fundamental grado para iniciar
el camino de la vida cristiana,
para “seguir la Verdad”, como diría
Catalina.
Si la inteligencia es la fuente donde
brota la vida de la gracia, la
voluntad posee la llave que abre
y cierra a la acción de Dios. La voluntad
es el reflejo de la clemencia
del Espíritu. La clemencia es
ese don de la gracia, gratuito,
que nace de este intercambio inmenso
y alocado, de amor entre
el Padre y el Hijo, hasta el punto
de hacer que su amor sea una
persona divina: el Espíritu Santo.
Y este don que es clemencia, misericordia
que se derrama sobre
el hombre, habita con la gracia
en el hombre, por el don de Dios,
a través de los sacramentos, y es
fuente de vida divina para la criatura
misma. La cualidad de ese
don nos hace ontológicamente
hijos de Dios, criaturas nuevas,
“agraciadas”. No es algo “pegado”
al lado de nuestra humanidad:
es un don inherente a nuestra
persona, y por lo tanto transformante,
que está con nosotros,
que nos habita interiormente, en
la más profunda intimidad de
nosotros mismos. Se da respues-
17

18
ta a este don con la voluntad, con
el “si” al proyecto del Padre para
llegar a ser hijos en el Hijo, amados
en el Amado.
Y aquí Catalina conoce el drama
del hombre, su fragilidad: el pecado.
Primeramente el primer pecado
que rompe la unión entre
Dios y los hombres y los hombres
entre ellos, ha perturbado también
esta unidad profunda del
hombre consigo mismo, haciéndole
vulnerable, incapaz de volverse,
–utilizando una imagen de
Catalina– de subir la corriente
que le aleja de Dios y por lo tanto
de los hombres.
Catalina expresa la realidad del
pecado por medio de diversas
imágenes, pero en su pensamiento
la causa directa del pecado es
la desobediencia. El hombre, creado
por amor a imagen y semejanza
de Dios para que gozase de
su suprema y eterna felicidad, se
aleja del Creador “porque ella, (la
criatura) había cerrado la puerta
del deseo; el sol de la gracia salió
de ella, no por culpa del sol, sino
por culpa de la criatura que cerró
la puerta del deseo” (Diál. LXIII).
La motivación de la desobediencia
del hombre está enraizada en
su ser hecho a imagen y semejanza
de la Trinidad. De hecho, tanto
en la virtud como en la culpabilidad,
el hombre se decide a obrar
según la memoria, la inteligencia
y la voluntad. En el pecado, actúa
abusando de las tres facultades,
aunque la falta se consuma en la
voluntad. En efecto, sin su aprobación,
no hay pecado, y en consecuencia,
pecando, el hombre
se hace “enemigo” del Ser divino
de la Trinidad y en particular, “entra
en guerra” contra la “clemencia”,
con el Espíritu Santo. Perdido
“el vestido de la gracia”, se
pierde “el calor del amor divino”
(cf. Carta 160). Perdiendo la gracia
divina por la desobediencia
del pecado, el género humano se
pone en guerra con el Espíritu
Santo porque no logra someterse
a esta voluntad de amor que procede
del seno de la Trinidad: la
falta del hombre reside fundamentalmente
en el hecho de que
él ama lo que Dios odia o que él
odia lo que Dios ama (cf. Diál.
XCVIII). La humanidad pecadora,
en lugar de la invitación de la Trinidad
al agua viva de la gracia en
una vida de felicidad, ha preferido
la invitación del demonio al
agua que éste tiene para él: “en
él está la muerte, pues invita al
agua muerta” (cf. Carta 318).
A la rebelión del hombre contra la
Trinidad, según las facultades del
alma, ha seguido la rebelión del
hombre contra si mismo. La corrupción
original constituye así un
río tempestuoso en el que toda la
generación humana es atormentada:
“(…) y desde que él pecó (el
hombre), un río tempestuoso, que
le golpea sin cesar con sus olas,
provocándole fatiga y tormentos
del demonio y del mundo. Todos
nadaban pero ninguno, con todas
sus justicias, podía llegar a la vida
eterna” (Diál. XXI).
Así pues, el pecado se opone a la
justicia que es propia de Dios
como lo es su misericordia. Esta
verdad se revela claramente en la
redención: si Dios no hubiera
amado “apasionadamente” al
hombre, no hubiera entregado a
la muerte a su Hijo Único. Para
que su verdad se cumpliera, la
verdad de la existencia como don
de amor, el Verbo de Dios se encarnó
y murió en la cruz, rescatando
al hombre de la esclavitud del
pecado (cf. Or. XVI).
La decisión de la Encarnación del
Verbo se tomó en el “gran consejo
de la Trinidad”, antes de que el
mundo fuese. Y si era un acto de
misericordia salvar a la criatura de
su propia ruina, era también justo
el reclamar la devolución debida
al desagravio de la divinidad:
“¿Qué medio encontraste, Trinidad
eterna, a fin de que se cumpliese
tu Verdad, y que tuvieras
misericordia por el hombre y que
se hiciera justicia? ¿Qué remedio
has dado? ¡Oh! He aquí la prescripción:
Decidiste darnos el Verbo
de tu Hijo Único, y que tomase
una carne como la nuestra, que
te había ofendido, a fin de que
soportándola en esta humanidad,
se diese satisfacción a tu justicia,
no en virtud de la humanidad sino
en virtud de la deidad unida a
ella: y así se hizo y se cumplió tu
Verdad y quedaron saciadas la
justicia y la misericordia” (Or. XI).
La Encarnación del Verbo tiene

por ello en el consejo de la Trinidad
el deber, de restablecer la
paz entre la generación humana
“caída en la gran guerra” y el mismo
Dios: a fin de que “de la guerra
se llegue a la gran paz”, Dios
nos dió a su Hijo, ese “mediador”
entre El y nosotros (cf. Diál. XIII)
Para satisfacer la falta contra el
Ser Infinito de Dios, el consejo de
la Trinidad envía al Verbo, revestido
de la misma naturaleza corrompida
de la humanidad de
Adán” (…) a fin de que soportase
la pena en esta misma naturaleza
que había ofendido; Y sufriendo
en su cuerpo hasta el fin la muerte
humillante de la cruz, apaciguara
mi cólera” (Diál. XIV).
Además Verbo de Dios no vino
sólo, sino que vino con el poder
del Padre y su Sabiduría y con la
clemencia del Espíritu Santo. La
naturaleza perfecta y rica de Dios,
que el Verbo ha recibido del Padre,
ha asumido la imperfección y
la miseria de esta humanidad,
para fortalecerla, y enriquecerla
con el don divino de Si: “¡Oh Trinidad
eterna, fuego y abismo de
caridad! ¡Oh loco por tu criatura!
¡Oh verdad eterna! ¡Oh fuego
eterno! ¿Es solamente tu sabiduría
la que ha venido al mundo?
No; porque tu sabiduría no existió
sin el poder, ni el poder sin la clemencia.
Así pues las dos naturalezas están
unidas en la única persona del
Verbo encarnado. Este, asumiendo
la naturaleza humana, la ha purificado
y elevado hasta la naturaleza
divina, la ha devuelto donde
la Trinidad la había colocado en
su origen y más aún, la une a la
naturaleza divina en la persona
misma del Hijo.
Después, Catalina profundiza el
misterio de la Encarnación relacionándolo
al de la redención con
la imagen del injerto. La Trinidad,
misterio de comunión y de amor
es árbol de vida; de éste ha querido
que salga la criatura, árbol libre,
capaz de dar fruto por medio
de los dones con los que la criatura
se ha visto de nuevo colmada.
Pero la desobediencia al proyecto
de Dios le ha hecho volverse en
árbol de muerte que, lejos de la
comunión con Dios, producía frutos
de muerte. (Or.X)
El inmenso amor de Dios por su
criatura condujo, pues a su Hijo a
realizar dos injerto. El primero “en
el árbol de la naturaleza humana”
que revela al hombre el rostro del
Padre y le abre de nuevo ese camino
hacia la felicidad, que a causa
del pecado le estaba prohibida.
Injertando la naturaleza divina
en la humanidad, el árbol de la
vida de Dios devolvió al hombre,
además una nueva vida y la capacidad
de de dar de nuevo un fruto
de amor y de comunión. El segundo
injerto es el que llegó sobre
el árbol de la muy santa cruz,
y no a través de los clavos, sino a
causa de su amor desmesurado
por el hombre. De este injerto
brota la Sangre de Cristo, que
precisamente por la unión con la
naturaleza divina da en el hombre
frutos de vida (Or. XIII).
Catalina ve por lo tanto en la Encarnación
la manifestación del
Dios invisible el que se complace
en revelarse Él mismo y también
su comunión de amor, para invitar
al hombre a compartirla. Y esta
primera manifestación se expresa
en el primer injerto, en la Encarnación
del Verbo en la naturaleza
humana. El segundo injerto trae
al hombre la redención: a través
de su sacrificio pascual, Cristo
muerto por el pecado y sus consecuencias.
En efecto, el Hijo de Dios encarnado,
es el que se alimenta “en la
mesa del santo deseo”, un deseo
al que Catalina llama “crucificado”
y que El lleva consigo desde
el comienzo hasta el fin. En su deseo,
Cristo acogió al mismo tiempo
el deseo de Dios y el del hombre.
Efectivamente, desde el momento
en que la Palabra encarnada
fue inseminada en el seno de
María “la cruz del deseo se despertó
en El”: hacer la voluntad
del Padre, a través de la obediencia,
para restituir al hombre el
don de la gracia y que éste reciba
de nuevo el fin para el que fue
creado.
Como Pablo, Catalina, del que
ella es “la” fiel discípula, se sumerge
en la historia de la salvación
y de su significado profundo.
Y por ello, Catalina no quiere saber
nada “sino a Jesucristo y Jesucristo
crucificado” (1 Cor 2,2).
Las imágenes con las que ella
contempla el misterio de Dios encarnado
y crucificado por amor al
hombre, reflejan los diversos aspectos
de su misión. Dios es el
enamorado que se une a la humanidad
como esposa, para que
toda la vida tenga el deseo de
conquistar Su corazón. Y para
ello, El va “al oprobio de la cruz”.
El es pues, el camino que lleva a
la Trinidad, para descubrir el
amor infinito del Padre, camino
19

20
para entrar en la Salvación. El es
el maestro subido “sobre la sede
de la Cruz” para entregarnos su
doctrina fundada en la verdad; El
es el libro abierto, no existe ningún
iletrado que no sepa leer el
mensaje que sale de la Sangre
vertida por todos los hombres.
Cristo es por esto el camino hacia
la vida, Él Mismo es la Vida.
Cristo es el puente tendido entre
el cielo y la tierra, en la unión de
la naturaleza divina con nuestra
naturaleza humana. Y en el puente
hay una escala, hay una puerta,
hay alimento que nutre y sostiene
al viajero en su camino; Él es bebida
que embriaga, baño que purifica.
Cristo es nuestra paz, que
termina la guerra amarga del pecado
y nos conduce al mar pacífico
de la Trinidad. La Trinidad, Primera
dulce Verdad, ha manifestado
en Cristo-Verdad, la verdad
del amor, el verdadero sentido de
la historia y del ser humano. Por
esto, para el hombre la Verdad se
identifica con la persona de Jesús
de Nazaret, Verdadera Palabra
del Padre: El es la Verdad.
Cristo es el Hijo Único que está
en el seno del Padre y que nos ha
revelado a ese Dios que nadie ha
visto jamás (cf. Jn 1,18); El, por
quien todo ha sido hecho y nada
de lo que existe ha sido creado
sin Él (cf. Jn 1,3); Él, imagen de
Dios invisible y engendrado antes
que toda criatura (cf. Col 1,15). Él,
esplendor de la gloria del Padre e
impronta de su sustancia (cf. Heb
1,3). Él, a cuya imagen el Padre
nos ha predestinado a ser conformes
(cf. Rm. 8,29)
Este es el proyecto eterno de salvación
a través del cual Dios se
une a la criatura y la pone en condiciones
de vivir en alianza con El,
le hace el don de una amistad
eterna.
Salvados y liberados del pecado,
gracias al sacrificio de Cristo. El
camino de la criatura es el de
conformar continuamente su voluntad
con la de Cristo crucificado.
Este es el camino que nos
hace amigos de Dios, un don que
no se añade desde el exterior, y
que no es el fruto de observancias
exteriores, sino que es la vida
del Espíritu que vive en nosotros,
que nos injerta a Cristo crucificado,
que nos alimenta con su Sangre,
que nos hace hijos en el Hijo,
que obra con don y virtud para
que la vida del hombre sea un
conformarse, una armonía perfecta
como lo es la comunión trinitaria.
La criatura humana está creada
capaz no solamente de responder
a Dios, sino también igualmente
de corresponderle en la
existencia de una vida que es gracia,
gratuidad, don. Cada hombre,
como creado a imagen y semejanza
de Dios, bautizado y
como consecuencia sumergido
en el misterio pascual de Cristo,
puede reconocerse hijo, enraizado
en la gracia de Dios que le
alienta a obrar, en un dinamismo
que es el de la comunión de
alianza, ese dinamismo en el que
de ningún modo es importante
qué acciones y cuántas realizar,
sino que lo fundamental es cumplirlas
en Él, y en comunión con
los hermanos.
Esto es lo que quiere decir “hacerse
otro yo”, llegar a ser “Cristos”
del Padre que han “renegado”
la voluntad propia para ser
“revestidos” y conformados a la
voluntad de Cristo. Llegar a ser
otro Jesús, significa estar en tensión
hacia la salvación de la humanidad,
según la voluntad del
Padre porque esto es el “Oficio
del Verbo”.Ser otro Jesús signifi-
ca ser hijo adoptivo del Padre y
con el Padre ser Amor, en virtud
de la acción transformante del
Espíritu Santo que habita en el
corazón de todo hombre y que
gime con él con el vivo deseo de
conducirlo a la vida eterna (Rom
8,14-27).
El hombre tenía el deseo de ser
como “dios” en oposición al
Dios-Amor, lo que le llevó a la
desgracia, cuando realmente
puede ser participante de la vida
de Dios, pero por el camino de
“la renuncia a si mismo” camino
que Dios nos ha mostrado en Su
relación trinitaria y que Jesús, Palabra
del Padre, hizo suyo en la
Encarnación.
Llegamos a ser “otro Cristo”,
para que en el camino de la obediencia,
intentemos la identificarnos
con la única voluntad de Salvación
del “dulce y amoroso Verbo”,
en la medida en que este camino
conduce a la criatura a reconocer,
en la vida y en sus obras,
las palabras y las acciones del Señor,
a asumirlas, y a comprometerse
a practicarlas.
Hna. M. Amelia Grilli
Hna. M. Amelia Grilli

I. Introducción
Estamos convencidas que la última
palabra no es la muerte,
creemos que la Vida tiene la
fuerza de trascender cualquier
muralla…
Desde América Latina y el Caribe
cultivamos la certeza que a
pesar que la vida está amenaza-
da en todas sus expresiones,
fortalecemos la convicción que
en la lucha por la Justicia y la
Paz desde la reflexión teológica
vamos haciendo camino para
generar espacios de vida.
El estudio, para el carisma que
inspiró el Espíritu a Domingo de
Guzmán, nos abre horizontes,
nos desafía a plantearnos pers-
ESTUDIOS E INVESTIGACIONES
Perfumes a flores, misterios
develados, invitación del Espíritu.
Un acercamiento a la vida de
estudio en el carisma dominicano
El siguiente trabajo corresponde a una primera parte de una reflexión sobre el
estudio como rasgo del carisma dominicano en las Hermanas Dominicas presentes
en América Latina y el Caribe. Se presenta como un marco de referencia para
la comprensión del dato carismático en la Orden. Para el aporte puntual en el
tema se tiene como punto de partida una encuesta que respondieron algunas
hermanas dominicas. Se ha determinado una muestra para la elaboración de algunas
conclusiones a cerca del tema planteado.
El encuentro de CODALC-CIDALC, del 10 febrero 2010 a San Pablo, Brasil,
un momento importante para las hermanas que participaron a esta asamblea
pectivas y a buscar caminos alternativos
en el diálogo con las
diferentes culturas que encontramos
en todo el continente.
Por eso, podemos afirmar, como
Santo Domingo, que ansiaba el
encuentro de las personas con
Jesús, nos sentimos enviadas a
todos los varones y mujeres,
grupos y pueblos, a los creyen-
21

22
Elección del equipo coordinador de CODALC para el trienio 2010- 2013
tes y a los no creyentes y, sobre
todo, a los pobres para descubrir
con ellos y entre ellos el Reino
presente en la historia. Asumimos
este envío misionero a
través de una pedagogía del camino,
que acompaña el crecimiento
de las personas y los
grupos a través de itinerarios vitales
interdisciplinarios. También
estamos convencidas que,
nuestra predicación intenta pronunciar
palabras de esperanza
en medio de las múltiples fronteras,
éstos son lugares prioritarios
de reflexión teológica y de
preocupación educativa 1 . En el
testamento espiritual que nos
dejara Domingo nos invita al estudio,
como un modo de comprender
aquello que creemos y
aceptar los desafíos y problemas
provenientes del desarrollo
de la cultura. La necesidad del
estudio se vuelve una exigencia
vital de fidelidad.
Teniendo en cuenta algunas características
del estudio dominicano
como un estudio que nos
permita ser enviadas a diferentes
fronteras, un estudio que
sea un acontecimiento comunitario,
que nos abre los sentidos
a la interdisciplinariedad, que
nos permita el diálogo, que nos
anime a la compasión y que
siempre nos impulse a buscar la
verdad, quiero trazar un camino
indicando algunos mojones al
modo de preguntas desde esta
realidad donde vivimos.
El lugar del estudio sistemático
para las mujeres, a pesar de ser
un ejercicio espiritual, no ha tenido
un lugar explícito en la
hoja de vida y de formación de
las hermanas dominicas en
América Latina y el Caribe. Hay
muchas hermanas que han hecho
un recorrido vigilante y silencioso
de este rasgo del carisma,
no siempre reconocido, de
preocupación por la formación y
educación como un espacio de
promoción de vida en los lugares
más remotos que nos podamos
imaginar.
II. Miramos los caminos
recorridos
No siempre los escenarios que
más se conocen son los que tienen
mayor incidencia, sólo una
mirada contemplativa sobre la
realidad nos permitirá encontrar
otros escenarios donde la vida
acontece de manera prodigiosa
y fecunda.
Es la contemplación la que nos
lleva al estudio, es el estudio
que nos impulsa a la búsqueda;
el lugar privilegiado para este
encuentro es el otro/a, porque
es la realidad la que me permite
formular preguntas sobre lo que
pasa, acontece y cambia.
El lugar físico para generar este
encuentro, según la tradición religiosa,
ha estado centrado en la
celda, en la habitación, en el
cuarto; es el lugar privilegiado
del silencio donde dejamos a
Dios que nos hable. A través de
los siglos y asumiendo nuevos
desafíos desde la misión, el lugar
físico ha ido encontrando
otros espacios y se ha convertido
en el rostro del pueblo sufriente,
en la sed de diálogo con
otras creencias, culturas, etc.
Para la iniciación de un diálogo
amoroso, siempre el lugar elegido
es en la intimidad, por eso
desde nuestra experiencia carismática,
el lugar para escuchar
las voces del corazón es la celda,
el lugar interior de nuestros
pensamientos y emociones. Según
Catalina de Siena es, en soledad
en que se escucha - sin
ruidos- la verdad; y, viéndola, se
la ama, es ámbito de encuentro
con lo divino y lo humano en
sinceridad y apertura, es lugar
de meditación sobre la grandeza
de Dios y la pequeñez humana,
es reconocimiento de la propia
nada y del Amor creador y

providente, es horno en el que
se caldean las virtudes humanas
con fuego divino de oración y es
fragua de proyectos en los que
la criatura tiende a purificarse y
perfeccionarse para ser más semejante
al Señor, más amiga,
más unida a él por fe y amor 2 .
También podemos considerarla
como un espacio de resistencia
para las mujeres que quieren
crear, esculpir sus sueños y anhelos
en esta transformación
desde el encuentro con Dios.
III. Celebramos
el tiempo presente
De hecho que el verdadero estudio
dominicano comienza
desde los interrogantes que nos
suscita la misión y vuelve nuevamente
a ella. El carisma de Santo
Domingo fue dado para llevar
a cabo el anuncio del Evangelio;
en función de ello se descubre
la imperiosa necesidad
del estudio.
El estudio dominicano es comunitario
quiere decir que el primer
sujeto responsable del estudio
es la propia comunidad o
grupo, al igual que ésta es también
la primera responsable de
la predicación. La comunidad,
cualquiera sea su forma de realización,
es el ámbito donde nos
animamos unos a otros en el
empeño por estudiar.
El carácter interdisciplinar de la
Teología tiene su raíz en el comienzo
de la Orden, porque no
puede haber predicación sin
una actitud de apertura y diálogo
con las otras ciencias. El estudio
dominicano está centrado
en el estudio teológico y de allí
incursiona en todas las áreas del
saber desde esa perspectiva.
Todas las disciplinas -literatura,
poesía, filosofía, psicología, so-
ciología, física, etc.- que intentan
dar un sentido a nuestro
mundo son nuestras aliadas en
la búsqueda de Dios. “Tiene
que ser posible encontrar a Dios
en la complejidad de la experiencia
humana”, porque nuestro
mundo, con todas sus penas
y sufrimientos, es fruto en último
término de ese amor divino
que creo primero todas las cosas
hermosas.
Es necesario mantener un contacto
permanente y un diálogo
abierto y leal con el pensamiento
contemporáneo y con sus
nuevas formas de elaborar el saber
y de aplicarlo a la vida, y una
adecuada sintonía con las más
legítimas aspiraciones de nuestros
pueblos. Estamos invitados
a reconocer los tesoros escondidos
en las distintas formas de
cultura a través de los cuales se
manifiesta la misma grandeza
del ser humano y se abren caminos
nuevos en la búsqueda de
la verdad, de la que hablaremos
más tarde.
El estudio cobra un carácter dialogal
que a veces nos pareciera
difícil de comprender en sus
imágenes, paradigmas, símbolos
y demás formas de expresión
y comunicación, el diálogo
es indispensable, el lenguaje
–que es su instrumento- necesita
ser tenido muy en cuenta.
Es la fe en que al final podemos
descubrir un cierto significado
para nuestra vida, significado no
impuesto sino que está ahí, esperando
que lo descubramos.
De esto se sigue que el estudio
debería ser, ante todo, un placentero
descubrimiento de que
las cosas tienen sentido para
nosotros y nosotras y para los
demás, a pesar de todas las evidencias
en contra, tanto en
nuestra vida como en la historia
humana.
“El estudio en sí mismo es un
acto de esperanza, puesto que
expresa nuestra confianza de
que nuestra vida y los sufrimientos
de la gente tienen un significado.
Y este significado es
Un encuentro latinoamericano de reflexión teológica, con hermanas provenientes
de diferentes naciones y congregaciones dominicas (Chile 2005)
23

24
como un don, como una palabra
de esperanza que promete
vida (...) La esperanza que nos
hace predicadores de la Buena
Nueva no es un vago optimismo,
una alegría sincera que silba
en la oscuridad.
El estudio es un acto, en el sentido
de una acción que significa,
esfuerzo y aplicación asidua a
una realidad, para discernir su
sentido, es decir, su verdad. El
estudio tiene a la verdad como
su objetivo; y la búsqueda de la
verdad como su trayectoria.
Por eso, “la búsqueda de esta
verdad implica aquello que Lacordaire
llamaba ‘la gracia de
escuchar al presente’; el diálogo
crítico con el contexto dado,
con las cuestiones sociales, los
desafíos de la justicia y la paz; la
búsqueda de esta verdad nos
lleva a la solidaridad con los
marginados y los olvidados. El
fruto de esta búsqueda no es
ante todo la especulación de la
alta ciencia sino la compasión.
En este sentido, el estudio es
para nosotros nosotras como
dominicos y dominicas más que
la adquisición de un saber; él
forma parte de la conversión
permanente a la cual estamos
llamados por nuestro compromiso.”
3
La toma de conciencia de aque-
Un momento del encuentro “Integración
afectivo-sexual en el proyecto de vida consagrada
dominica”, 27 junio al 11 agosto del
2008 a Lima, Perù
llo que hemos presentido o percibido
de la realidad: su variedad
desconcertante por lo múltiple
y compleja y, a veces, contradictoria;
y el análisis de sus
diversos elementos y fenómenos,
sus contrariedades y coherencias,
no aisladamente sino en
su relación con otras realidades;
no captados como datos fijos y
disecados sino sorprendidos en
su dinámica y devenir. Es la mirada
analítica, que valora la singularidad
de las cosas y considera
las semejanzas y coincidencias.
La verificación sobre el paso
mismo de nuestra búsqueda:
porque puede suceder que la
propia explicación conceptual
no corresponda a la realidad,
porque falló el anterior trabajo o
porque la misma realidad, cambiante
y fluyente como es, invalidó
la explicación.
IV. Caminando construimos
el futuro
He intentado un acercamiento
al ámbito de estudio de las Hermanas
Dominicas en América
Latina y el Caribe por una invitación
realizada por la Hna Irene
Díaz Castro, presidenta de CO-
DALC y por la Hna Noemí Zambrano,
coordinadora del ámbito
de Justicia y Paz. Por esa razón
organicé el trabajo, en primera
instancia a través de una encuesta
que envié a las direcciones
que obtuve por medio de
las Hermanas que pude conocer
en el Congreso de Teología 4 organizado
por la CLAR y también
conseguí otras direcciones por
contacto hechos desde Argentina.
Lo que pude recoger ha sido
sólo una muestra bastante acotada,
pero me ha servido para
vislumbrar con que herramien-
tas podemos construir este futuro
latente que tenemos en nuestras
manos.
La muestra está basada sobre
diez encuestas respondidas; los
datos pedidos:
1. Datos institucionales (nombre
de la congregación, año de fundación,
nombre de los fundadores,
y lugares donde están presentes);
2. Temas prioritarios en la formación
específica de las Hermanas;
3. Estudios realizados (grados
obtenidos);
4. Área de la Teología en donde
ha desarrollado su especialidad;
5. Publicaciones (libros y artículos
en revistas);
6. Otras especificaciones (proyectos
de investigación en los
que participan).
El propósito de este trabajo lo
circunscribo sólo a las áreas que
las hermanas se dedicaron y los
grados académicos que han obtenido;
queda para una segunda
parte de este trabajo el análisis
de las áreas de formación
que las congregaciones han optado,
los centros de estudios y
las publicaciones realizadas.
Sobre el material recibido he
procesado según 1) el criterio
del área de la teología de dedicación,
2) el grado académico
obtenido y 3) el grado de dedicación
a cada especialidad.
1. Especialidad de la teología y
2. Grado académico obtenido
Biblia 3
- 1 Doctoranda 5
- 1 Licenciada
- 1 Licencianda 6
Dogmática /Espiritualidad 5
- 1 Doctoranda
- 1 Doctorada
- 2 Licenciandas
- 1 Magíster 7

Cuadro “Vendedora de flores”, de Diego
Rivera, 1949
Pastoral 1
-1 Licenciada
Moral 1
- 1 Doctorada
3. Sobre el número de encuestas:
hay dos hermanas que están
cursando las materias correspondientes
al doctorado, una
en Biblia y otra en Dogmática;
hay dos hermanas que obtuvieron
en título de doctoras en Teología,
una en Dogmática y otra
en Moral. Hay una sola hermana
que es Magister en Teología
dogmática. Son tres las hermanas
que están cursando las materias
correspondientes al currículum
de la licencia en Teología,
dos en Dogmática y una en Biblia.
Finalmente de las diez que
respondieron dos obtuvieron el
grado de licenciatura, una en Biblia
y otra en Pastoral.
De acuerdo a lo planteado se
puede inferir algunas pistas
para el camino. Las Hermanas
Dominicas han ingresado a la
academia, han invertido un
tiempo considerable para la formación
sistemática en teología;
les ha permitido colocarse en un
mismo escenario para dialogar
desde la teología con otras
ciencias. Las tendencias de estudio
dentro de la teología es
destacable la formación en teología
dogmática o sistemática
comprendiendo también el ámbito
de la espiritualidad (cinco
de las diez), el segundo lugar lo
ocupa la formación bíblica (tres
de las diez); sólo una de las hermanas
se especializó en Moral y
una sola en Pastoral.
Sólo pretendo plantear una
aproximación al análisis del estudio
en la vida de las Hermanas
Dominicas en América Latina y
el Caribe.
V. Con el perfume de las
flores develamos misterios
impulsadas por el Espíritu
A modo de conclusión retomo
el título de este trabajo que
quiere inquietar y sacudirnos en
el camino para volver a pensar y
retomar algunos desafíos que
nos presenta la realidad desde
América Latina. El perfume de
las flores ha sido en todas las
expresiones populares, la presencia
de la divinidad, para
nuestra tradición católica es la
presencia de María, la Madre de
Dios; ese cúmulo de sensaciones
que despierta el perfume
de las flores nos transporta a la
experiencia de estar frente al
misterio y el misterio sólo de
devela si hay una invitación del
Espíritu. El estudio para la vida
dominicana en América Latina y
el Caribe tiene éstas características,
acercarse al misterio a través
de las expresiones populares
de la fe, hacer teología es
pararnos frente al misterio que
sólo por la gracia de Dios se nos
revela y sentirnos invitadas e invitados
por el Espíritu a vivir en
actitud de diálogo compasivo
con la realidad, a gestar caminos
de reflexión y acción desde
la comunidad como lugar de
vida y misión, a estar dispuestas
a tener la mirada atenta, el oído
despierto y el corazón abierto
para dejarnos interpelar por lo
diverso, lo múltiple y lo plural.
Hna. M. Alejandra Leguizamón
Hermanas Dominicas del
Santísimo Nombre de Jesús
www.dominicastuc.org
1. www.dominicastuc.org/predicamos.php
2. www.dominicos.org/formacion/
REFLEXION14-2.HTM
3. Gabriel Napole, El estudio en el carisma
dominicano, (en Internet, consultado octubre
2009).
4. Realizado desde el 20 al 22 de junio de
2009 en Bogotá, Colombia. En conmemoración
de los 50 años de la creación de la
Conferencia Latinoamericana de Religiosos
y Religiosas.
5. Expresa que la hermana está realizando
los créditos correspondientes o ya está
escribiendo la tesis para obtener el grado
de doctorado.
6. Expresa que la hermana está realizando
los créditos correspondientes o ya está
escribiendo la tesis para obtener el grado
de licenciatura.
7. Expresa un grado de investigación posterior
al bachillerato.
Hna. M. Alejandra Leguizamón
25

26
OBJETIVO MUJER
Rajab. Una vida en
“la línea de demarcación”
Esta figura de “escasa relevancia”, en el gran panorama bíblico, inspira al autor
una reflexión personal interesante. La referencia constante al mundo hebreo, en
el que la palabra “historia” es femenino plural. El reenvío a Adán y sobre todo a
Eva. La protagonista, en medio de sus ambigüedades, es una mujer generosa. El
sentido de su nombre que parece contener sus vicisitudes. Ser mujer en “la línea
de demarcación” significa que permite que el “dentro” y el “afuera” coinciden,
para agrandar el espacio de amor de su corazón.
D
urante años, la figura de
Rajab, tal como se nos
narra en el libro de Josué 2,1-21,
ha permanecido en mí como en
núcleo escondido, como taciturno
embrión.
Lo que sigue no es un análisis exegético
ni un comentario teológico
del texto. Sino sencillamente es el
fruto de varios encuentros en torno
al texto, con algunos amigos
que también ellos han aportado
su contribución, sin más competencia
que el privilegio de un contacto
directo con el texto, a través
de la lengua hebrea. Así pues, es
un intento de compartir mi encuentro
personal con una dama,
Rajab, que vivió guiada por el instinto,
a partir de una intuición, de
sentimiento, quizá de curiosidad
y de dudas tenaces.
Sencillamente esto.
En hebreo, la historia es femenino
plural. Toledot significa
“generaciones”, es
decir, el resultado de nacer
y morir. Entre un verbo y
otro, está la vida. La historia
viene del seno de la mujer,
comienza con un espasmo
de trabajo y un hombre
que “surge”, que viene al mundo.
“Eva”, en hebreo evoca, significa:
presente. La mujer es la que hace
nacer el presente, le da alma y
cuerpo. El hombre, y esto, a partir
del primer hombre, da un nombre
a las cosas. Y mientras que el
hombre pone el nombre, Eva se
ingenia en vivir, inventa el tiempo
presente: no el que se extrae del
nombre, sino el que se sitúa entre
el nacer y el morir, engendrando.
Eva es más discreta en sus palabras.
Se ocupa de alimentar, ella
no otorga nada. Así va la vida.
Desde que el mundo es mundo y
desde el momento no repetible
en el que Eva prueba y ofrece el
fruto, que no es el conocimiento,
sino la sede de éste.
La mujer y la serpiente nos hacen
pues, el regalo de un conocimiento.
Una forma especial de conocimiento.
Por esto la maldición que
recae sobre Eva, es una triste
mezcla de dolor físico y espiritual,
de dolor de espalda y de corazón.
Los ataques que en adelante padecerá
la mujer inexorablemente
en su vida son diez, dice la tradición
hebrea (cf. Gen 3,16). Tantas
serían las gotas de sangre como
las menstruaciones y la virginidad
quebrada. El dolor y la angustia
de educar a sus hijos, el “trabajo”
y el sufrimiento de llevar en su
seno. Entre las maldiciones, la
que se infligió a Eva es ciertamente
la más penosa. El Señor anuncia
al hombre el cansancio y el sudor,
pero no el trabajo. A la
mujer le corresponde solamente
un dolor que es carne
y espíritu juntos, dolor
agudo del parto y melancolía
indescriptible.
A través del ultraje bíblico,
a la mujer se le ha dado una
percepción de ella y del
mundo, en la que el dentro
y el afuera convergen; hasta
la epidermis está cambiada

incluso en sus fibras más ocultas. Y
como si Dios le hubiera dicho: “Tú
sufrirás aquí y allá, no te tomes el
trabajo de diferenciar un dolor del
otro”. Es como si también le hubiera
dicho: “Estás en la frontera,
sé mujer de la línea de demarcación”.
Sí, tal como eres, sé la puerta
de acogida. Sencillamente esto.
Rajab es una mujer generosa.
Hasta su nombre lo dice – empleado
como adjetivo, significa “amplio”,
“ancho”-. Es toda longanimidad.
También valiente. Y lo es
con la inconsciencia de quien,
cuando la ves, no comprendes
por qué obra de esa manera: no
es por miedo, ni por convicción,
ni por ideología. Lo hace guiada
por su instinto. No es el temor, de
hecho, el que lleva a Rajab hacia
el enemigo, estando segura de
que él ganará la batalla. Rajab tiene
un nombre poderoso, que indica
la extensión: ella ve y hace
más que los demás. Es previsora.
Se arroja con los ojos y con el corazón
un poco más adelante que
los demás. La vista que se le ofrece
desde el techo de su casa es
mucho más extensa que la de los
demás: por una parte, la ciudad
con los secretos que se esconden
bajo sus terrazas; por otra parte el
desierto y el Mar Muerto y ese
Mar Rojo que los hijos de Israel
atravesaron a pie enjuto, gracias
al mérito del Señor de los Ejércitos.
Rajab sabe todo esto: lo ha
visto y oído, porque vive al extremo
límite de la ciudad. Su morada
es una casa clavada en las murallas,
algo en las afueras y al mismo
tiempo en los lugares habitados.
En las fronteras -y en ellas la realidad
es más variada, más abierta-
Rajab la ve así: desde dentro y
desde fuera al mismo tiempo.
Como bajo los límites de una
frontera no metafórica y tampoco
imaginaria, sin embargo tangible:
una especie de contrato de fronteras,
la cuerda que permite a los
exploradores descender de la
ventana de su propia casa, sobre
la vertiente que se vuelca en el
desierto, y el cordón de hilo escarlata
atado a la misma ventana
que le permite ser reconocida y
salvada al mismo que su familia, la
única en toda la ciudad.
Rajab es una equilibrista de la historia.
Un acróbata sobre un hilo:
lo mismo que sea una línea de
frontera entre un “dentro” y un
“afuera”, una cuerda que desciende
valerosamente desde la
ventana, un hilo escarlata para hacerse
distinguir de los demás. Y lo
es con gracia, razón, y humanidad
profundas. Su virtud más fuerte es
la de estar así, sobre el hilo. Pero
precisamente porque se encuentra
en equilibrio a lo largo de este
estrecho margen, Rajab ve lo que,
para los demás está oculto; Rajab
siente cosas que, el que se encuentra
solamente dentro, gozando
con arrobo de su propio mundo,
no es capaz de imaginar. Del
horizonte que su propia casa, sobre
los salientes de las murallas,
le pone ante sus ojos, Rajab ha
visto los prodigios del Eterno, ha
escuchado el júbilo de Israel
cuando el mar se dividió para dejar
pasar a las tribus que huían de
Egipto. En la ciudad, nadie se dió
cuenta de ello.
¿Por qué Rajab vive ahí, sobre la lí-
nea de demarcación? ¿Por qué su
historia es una historia sobre la
frontera, entre el “dentro” y el
“afuera”? Rajab pertenece a Jericó,
pero no completamente; Jericó
le pertenece, pero no por entero.
En una cierta medida, a juzgar
por el lugar y por la manera en
que se comporta, es una extranjera
en su propia casa. Opta por la
fidelidad al enemigo, al mismo
tiempo que no traiciona a la ciudad;
se contenta con ofrecer en
regalo la vida a dos hombres desconocidos,
que, a cambio se la
devolverán en un momento dado.
Todo depende de un hilo: primeramente
del que les hace descender,
después del que la permite
ser reconocida, ella y su familia. Si
no fuese porque Rajab habita casi
en las murallas de la ciudad, nada
de esto hubiera podido ocurrir.
Los exploradores no hubieran encontrado
la salvación saltando por
la ventana, y nadie afuera, alguien
que se dirigiera aprisa hacia la ciudad
para molestarla, hubiera podido
reconocerla. La demarcación
es su salvación. ¿Pero, por qué Rajab
habita en los límites?.
De ella, los narradores dicen que
era una “Zonah”. Una palabra
compleja y también chocante. En
hebreo, significa tradicionalmente
“prostituta”. Sin embargo no
es una afirmación, ni un genérico
peyorativo. Algunas traducciones
dicen que Rajab era una “posadera”.
Más bien sería una “nodriza”.
La palabra “zonah” procede casi
con seguridad de la misma esfera
semántica que la de nutrición: comida,
alimento, suministro. Esta
palabra ha tomado –de manera
casi fuerte- una connotación sin
duda negativa: indica todo lo
que, en términos de amor, es ilícito.
Abyecto. Idolátrico. La “zonah”
es una pervertida y una ex-
27

28
traviada, esta palabra es un pacto
ilícito abominable. Es una palabra
en verdad muy fuerte. Sin embargo,
en filigrana se lee también –y
sin equívoco– esta idea de una
mujer que alimenta. Tanto es así
que, compadecidos por el fin feliz
de la historia, son muchos los traductores
que han hecho de Rajab
un futuro miembro del pueblo de
Israel, una heroína del temor y al
mismo tiempo del valor: precisamente
una posadera, en lugar de
una prostituta.
A Rajab le esperan radiantes descendientes
a lo largo de su árbol
genealógico de la historia sagrada.
Y además, Rajab no es una mujer
arrepentida. Rajab no es una persona
que comprende que ha hecho
y ha pensado mal hasta un
determinado momento, y que en
este momento preciso en que la
historia se hace digna de ser narrada,
ella se enmienda. Es sencillamente
una mujer inteligente y
sensible, que vive en los límites
de la ciudad. Salvada, no cambia
de vida, ni accede a tener nuevos
sentimientos. En ella, no existe el
arrepentimiento, solamente,-y es
mucho más- una conciencia constante
del lugar del mundo en el
que ella se encuentra. Rajab
abandona la historia intacta, en el
momento preciso en que la ha
vuelto a coser con perfectos puntos
de sutura, después de haber
mirado a lo lejos hacia el desierto:
Jericó está ahora en manos de Israel,
el pueblo prosigue su camino
hacia la Tierra Prometida.
Queda sin embargo el misterio
sobre esta conexión vital entre la
que alimenta y la que ofrece. Son
formas diversas, pero cercanas,
de generosidad femenina. Rajab
sin embargo está devorada por
un temor justificado, cuando acoge,
esconde y ayuda a huir a los
exploradores de Israel. Ha comprendido,
sin ningún género de
duda que vencerían y que, para
sobrevivir, necesita ponerse del
lado de los vencedores. Pero fuera
de este sentimiento, está su
conciencia personal de mujer que
vive en los límites, en las murallas
de la ciudad, a mitad de camino
entre el “dentro” y el “afuera”. Ni
dentro ni afuera. Es esta tan difícil
posición, al mismo tiempo en
cierta manera privilegiada, la que
le ha permitido mirar más lejos
que sus conciudadanos, tanto en
el tiempo como en el espacio.
Pero su historia no es tan generosa
como lo es sentimental. Quizá
permanecer en la línea de demarcación
agranda el corazón, las vísceras
se vuelven más permeables
a la compasión. En el fondo, Rajab
no hace más que tender una
mano, en lugar de dar marcha
atrás. Es lo que nos explican la
cuerda que desciende de la ventana
y el hilo escarlata que después
de cierto tiempo continuó a
devolver a su sitio su vocación de
“zonah”, es decir de una mujer
que acoge, bien sea con algo de
alimento, o bien sea con su propio
cuerpo.
En la Torah, otras mujeres como
ella, están en equilibrio en la línea
de demarcación. Pero no todas
dan testimonio de la misma grandeza
de alma. Las dos madres que
se enfrentan en el juicio de Salomón,
por ejemplo (1 R 3,16-28);
también ellas son dos criaturas tomadas
al azar, pero, de lo que se
nos narra de su vida, se deduce
algo de precario, en los límites de
la normalidad. Para ellas, todo se
desarrolla en la escena de esa noche:
nacimiento, sueño, amamantamiento,
despertar, muerte. Por
el contrario, ser mujer en los límites
significa, en el fondo, permitir
que el “dentro” y el “afuera” coincidan
y para ello es preciso un corazón
capaz de un amor rebosante.
Un corazón grande lo mismo
en la sabiduría que en la debilidad,
admirable y frágil a la vez, flexible
como un junco, que se pliega
a un golpe de viento. Un amor
como una ventosa volátil que se
fija en cualquier lugar donde se
encuentre, como esos granos de
un arbusto hechos de espinas y de
pelos viscosos, que no es fácil de
despegar sin hacerse daño. Un
amor que se transforma todos los
días en arrebatos de abrazo. Y corazones
más cercanos que nunca.
Hna. Marialuisa Buratti
Hna. Marialuisa Buratti

ORACIÓN
La naturaleza y la liturgia
La liturgia hebrea primero y la cristiana después, muestran una estrecha relación
entre el hombre y el mundo en el cual vive. Los Salmos, así como el Génesis, son
un óptimo ejemplo. La oración litúrgica se injerta sobre una profunda unidad entre
el hombre y lo creado. El agua remite al renacimiento cristiano en el Bautismo.
Dos humildes alimentos, fruto de la tierra, el pan y el vino, se vuelven, en la Eucaristía,
verdadero cuerpo y verdadera sangre de Cristo, para nuestra salvación. La
responsabilidad personal y comunitaria frente a lo creado. La enseñanza que podemos
sacar de la Liturgia de las Horas. La verdadera armonía a recuperar como
un valor. El tiempo y su fluir en las estaciones, interpretado como don del Padre.
P
oesía, pintura, arte, literatura
de todos los tiempos
nos hablan de una relación particular
entre el hombre y la naturaleza
en la cual se encuentra inmerso
y con la que instaura una
relación a veces pacífica, a veces
conflictiva, siempre indispensable.
Paisaje de plenitud vital para
tantas épocas de la historia,
fuente de inquietud o de inspiración
en el canto de la cultura
romántica, selva de símbolos
para la poesía del siglo XIX, la
naturaleza siempre ha atraído o
inspirado al hombre, con sus
misterios y sus bellezas, con su
fuerza incontrolable y sus por
qué sin fin.
Árboles y montes, fuentes y animales
son trasformados en divinidad
por el espíritu del hombre
en búsqueda de un contacto
con el totalmente Otro; el curso
de los astros y su posición en el
cielo ha inspirado a científicos y
a poetas, ha guiado el camino
de los siglos; la sabiduría de los
antiguos ha indagado los misterios
de la naturaleza y si sus conclusiones
dejan ver instrumentos
todavía perfectibles, sus intuiciones
han fundado las búsquedas
posteriores.
No es de sorprenderse, entonces,
que también en la oración,
en la relación con el Absoluto, el
hombre se encuentre con la naturaleza,
con sus elementos, con
una danza ya existente en la cual
entra.
La liturgia hebrea primero y la
cristiana después, muestran una
relación entre el hombre y la naturaleza,
que para nuestros padres
era connatural y que para
nosotros es una relación a redescubrir
como un don. Los salmos,
que ocupan una gran parte en la
oración judeo cristiana, están
entretejidos de esta relación: árboles,
selvas, luces, tinieblas,
animales de todas las clases,
aguas y manantiales se vuelven
protagonistas y testigos del encuentro
entre Dios y su creatura,
entre el hombre y su Creador.
La naturaleza, para el creyente
hebreo y para el cristiano después,
deja de ser una divinidad
indescifrable y un poco caprichosa
para volverse creatura
pensada y querida por Dios.
El Génesis nos hace contemplar,
con lenguaje poético y evocativo,
esta acción de Dios que teje
y da forma a lo creado. Todo lo
que angustiaba y sorprendía a
los hombres, aguas sobre el cielo
y bajo el cielo, mares y ríos, fenómenos
inexplicables, lluvias y
rocíos, animales de toda clase,
árboles y selvas, el milagro de la
Obra de Sieger Köder. “El primer rayo de los
dias” representa la creación del mundo a través
de una lectura cristológica del prólogo
del Evangelio de Juan: la luz de Cristo crea el
mundo, y del contacto con la tierra toman
forma los rostros de Adán y Eva, figuras de toda
la humanidad. Sus miradas buscan la luz,
para recibir vida
29

30
semilla sembrada que genera
vida… todo esto no es por casualidad,
sino causado por un
acto creador que ha puesto orden
donde reinaba el caos, debido
a una mirada de amor que
contemplando el fruto de sus
manos vio que “era una cosa
buena”. Una cosa buena y bella,
armoniosa y ordenada que canta
con su existir la belleza de Dios y
su providencia amante. En este
concierto, el hombre comparece
después de las otras creaturas,
salido de las manos de su Dios
como “cosa muy buena”, llamado
a compartir la alegría de su
Señor que reposa en esta belleza.
Hasta aquí el Génesis, la sabiduría
de quien ve a Dios en la
obra y en el origen de la naturaleza,
el mismo Dios que entrando
en la historia llama al hombre
a la vida nueva, lo conduce por
senderos a veces intransitables
para reconstruir una relación
que su pecado ha interrumpido
y que el amor siempre creador
no se cansa de buscar y reconstituir.
Si pensamos en la oración cristiana,
en particular en la oración
litúrgica, nos encontramos frente
a una escuela particular: las
palabras son puestas en nuestros
labios y los gestos que hacemos
hablan de una admirable
unidad del hombre con todo lo
creado y si las dejamos actuar
en nosotros, educan poco a
poco nuestro corazón para recuperar
la humildad del ser creatura
y la alegría de ser parte de un
ritmo donado, de una danza que
es la misma de los cielos.
El agua, que brota y es surgente
de vida, o impetuosa y causante
de muerte, ofrece su simbolismo
al sacramento del nacimiento
cristiano: somos bautizados, es
decir, inmersos en las aguas de
la muerte de Cristo para volver a
emerger en su Resurrección. La
fuente se vuelve entonces tumba
y al mismo tiempo vientre vital
que genera nuevos hijos a la
iglesia. ¿Como no quedar admirados
de tan simple y sublime
belleza? No son símbolos complicados
para descifrar, que necesitan
doctos discursos, sino
experiencias esenciales de elementos
que acompañan nuestra
vida, que hablan de sí a quien
los sabe escuchar. Así la luz y las
tinieblas representan la pertenencia
a Cristo o la lejanía de Él,
el pan y el vino, fruto de la naturaleza
y del trabajo del hombre,
se vuelven sacramentos del
Cuerpo y de la Sangre, nutrientes
de vida eterna, y la sal, indispensable
para las comidas, el
aceite, elemento de alegría, se
convierten en el signo y el vehículo
de la presencia del Espíritu
que fortifica y consagra.
Se podría profundizar cada elemento
en particular y nos encontraremos
frente a una constante:
el elemento natural, o el elemento
transformado por la ac-
ción del hombre, canta la belleza
de Dios, su providencia paternal,
aclama la salvación gratuitamente
donada y vuelve a decir al
hombre su puesto. Como custodio
de un jardín, él no es llamado
a hacer existir las cosas, pero
tiene la responsabilidad de custodiar
la belleza; como director
de una orquesta, no crea las voces
y los instrumentos, pero
puede y debe coordinar la armonía
evidenciando la potencialidad
de cada parte en el todo.
¿Pero cómo puede todo esto
hablarnos a nosotros hoy, hombres
y mujeres postmodernos,
habituados al control de todo,
hijos de las fibras artificiales, habitantes
de ciudad en perenne
fuga de sí mismos, soñadores de
paraísos no contaminados e incapaces
de renunciar a todas las
comodidades?
Quizás se trata de un desafío. La
oración cristiana, la liturgia en
particular, nos devuelve a lo
esencial. La Liturgia de las Horas,
por ejemplo, con su ritmo es
un potente educador para quien
acepta ponerse en su escuela.
Nacida como deseo de alabanza

Salmo 126, 5: “Quien siembra entre lágrimas, cosechará con júbilo”. Pintura de Bencjon Benn
(1905-1989)
que abraza todo el tiempo en
todos los tiempos, está ritmada
sobre las horas de la naturaleza:
la salida del sol, su caída, la luz y
las tinieblas dan el ritmo de la
alabanza, se hacen memoria de
la Creación y de la Resurrección,
confían a Dios el tiempo de la
vida y del reposo, entran con Él
en las tinieblas esperando un
nuevo día. Himnos y salmos están
entretejidos de elementos
naturales que no son simples
símbolos, sino verdaderos protagonistas
de la alabanza y educadores
del hombre.
Así, por ejemplo, si damos una
mirada al domingo, “Día del Señor
y señor de los días”, nos encontramos
con una verdadera
danza de la creación: todos los
elementos son llamados a reunión
por la voz del salmista, nubes
y sol, hierbas y plantas, lluvias
y rocíos, hielo y frío, peces y
aves, animales selváticos y
monstruos marinos…. todo es
invitado a participar a un gran
coro que bendice y alaba al Altísimo.
El hombre, entonces, alaba a
Dios por todo lo que ha creado,
pero al mismo tiempo- y he aquí
el admirable movimiento de la
liturgia- lo alaba CON todo lo
que ha creado. Como partícipe
de un coro más grande que él
mismo, canta a aquel Dios que
es inefable, cuya voz el hombre
no puede oír, que es comparable
a las voces de las grandes
aguas, con tono potente. Aquella
voz se ha hecho carne en Jesús,
se ha hecho diálogo, y la
Iglesia, cuerpo viviente de Cristo,
con Él, su Cabeza y en el Espíritu,
vuelve a pronunciar las
palabras antiguas: “Alaben al
Señor de los cielos, en lo alto de
los cielos, alábenlo” repite con
las notas del salmo y la belleza
que canta la gloria de Dios poco
a poco lo educa a salir de sí para
reconocer los dones y el Don.
“En la primera claridad del día,
vestida de luz y silencio, las cosas
emergen de la oscuridad
como era al principio del mundo”,
así canta un bellísimo himno
para las laudes. Y confirma
una verdad antigua y siempre
nueva: educados por aquello
que celebramos podemos recuperar
la unidad con la naturaleza
entera, aquel sentido de armonía
que los ritmos de nuestra
vida muchas veces destruyen. Y
esa unidad no es solo un hecho
estético, se vuelve fuente de serenidad,
de equilibrio y alegría,
porque repite a nuestro corazón
que no estamos solos en los
senderos de la historia, que
todo lo que existe tiene un sentido
fuera de sí y que nosotros
somos parte de un proyecto más
grande. Al hombre tecnológico,
que se siente amo del tiempo,
se pone al lado y quizás reemplaza
al hombre orante que restituye
el tiempo y lo recibe como
don renovado, que descubre el
vivir en un ritmo más grande que
él, que participa en la danza de
los cielos y que sabe recoger
por eso las penas de cada pequeño
de la tierra.
Hna. M. Laura Restelli
Hna. M. Laura Restelli
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32
LAS OBRAS Y LOS DÍAS
Habitar en las
“periferias” de la vida
El actual proyecto en acto a Jerez de la Frontera (España) nace, entre otras cosas,
por el conocimiento de una amiga trabajadora social. Las hermanas visitan
el lugar. Las necesidades son muchas, gracias a la ayuda también de la Asociación
“pro-suburbios” pueden tener un trabajo y quedarsi allí. El contacto con la
miseria, la droga y la enfermedad. El servicio ofrecido. La idea hoy realidad de
construir una casa para acoger los enfermos de sida. La Asociación Siloé. Crear
un hogar para los enfermos terminales, acercarlos a sus familias. Que se sientan
amados por el Padre, desde el espíritu de servicio de Madre Gérine y la oración.
Una atención particular también a los encarcelados.
Reflexión comunitaria.
En búsqueda
Nuestra experiencia comenzó
en San Sebastián, capital de una
de las provincias vascas, en el
norte de España. Una mirada a
nuestro alrededor (las comunidades
religiosas eran numerosas
en nuestro entorno) y la reflexión
compartida en comunidad,
nos ponían ante la evidencia
de la necesidad de buscar un
nuevo emplazamiento que nos
permitiera vivir en cercanía con
la gente un estilo de vida sencillo.
La visita de una amiga trabajadora
social nos dio una pista
que resultó positiva.
Ella había vivido en su trabajo
profesional, una realidad concreta
en Andalucía (sur de España)
en Jerez de la Frontera; ciudad
que desde la década de los
sesenta había visto crecer el número
de habitantes (actualmente
200.000), con familias provenientes
en su mayoría del campo,
asentadas en la periferia en
barrios de aluvión.
La visita a Jerez de dos hermanas
de la comunidad nos puso
en contacto con la Asociación
“Pro Suburbios”, formada por
personas sensibilizadas ante las
condiciones de extrema insalubridad
del alojamiento de más
de 3000 familias. Construidas las
viviendas, la Asociación se proponía
realizar un trabajo orientado
principalmente a acompañar
a las familias durante las eta-
pas de adaptación, al acceso a
los nuevos servicios que se iban
creando: colegios, guardería,
medios de transporte, parroquia,
organización vecinal.
La Asociación Pro Suburbios
nos ofreció: trabajar en equipo
en uno de los barrios dentro del
proyecto de desarrollo comunitario
y una vivienda. El trabajo
sería remunerado para tres hermanas,
con un salario muy mo-
Las primeras hermanas que iniciaron el proyecto

desto, pero suficientes para
nuestro estilo de vida.
Con estos datos, estimamos
que la misión llenaba las expectativas
que nos habíamos propuesto
al comienzo de nuestra
reflexión comunitaria. Iniciamos
la elaboración de un Proyecto
de fundación para presentarlo al
Gobierno general. En un Capítulo
general el Proyecto fue
aprobado; nuestra comunidad
agradeció el apoyo y la confianza
que la Congregación depositó
en nosotras.
Los comienzos.
El Proyecto comunitario
A nuestra llegada a Jerez fuimos
acogidas por la Asociación Pro
Suburbios, quien nos facilitó poder
vivir durante un período de
tiempo, en la comunidad de religiosas
reparadoras, en cuya
casa en el centro de la ciudad,
dedicamos unos días a la observación,
reflexión y escucha sobre
la realidad social del pueblo
jerezano, al mismo tiempo que
establecíamos los primeros contactos
con la gente del barrio en
el que teníamos asignada nuestra
vivienda, nuestros futuros vecinos.
Realizado este trabajo, indispensable,
tres hermanas comenzamos
la vida en comunidad,
en la vivienda del Polígono
San Telmo.
Con los primeros datos recogidos,
elaboramos un Proyecto
comunitario inicial, que nos permitiría
dar los primeros pasos en
la línea de la vida fraterna apostólica
que nos proponíamos vivir.
Uno de los objetivos del Proyecto
dice así: “Vivir con las personas
empobrecidas de nuestro
barrio para conocerles mejor,
avanzar con ellas en la búsqueda
de una vida más digna y en
este caminar junto a ellas, anunciarles
el Evangelio”.
Nos presentamos al Obispo con
sede en Sevilla (actualmente Jerez
está ya constituida en diócesis);
nos acogió bien y nos animó
a seguir viviendo el Proyecto
comunitario.
En el Proyecto tomamos
como puntos de arranque:
• iniciar la vivencia de la Vita
Apostolica, como enviadas en
misión por nuestra Congregación,
como la Madre Gérine
enviaba a sus hijas.
• adoptar un estilo de vida sencillo,
acorde (en la medida de
lo posible) con el que vivían
una gran mayoría de las familias
del barrio
• cuidar las relaciones en la comunidad:
paso de una vida
semi-conventual a una actividad
como dominicas de vida
apostólica
• darnos un tiempo para adaptarnos
al cambio en cuanto a:
Un momento de relax bajo la pérgola de la Casa Siloe
costumbres, formas de lenguaje,
alimentación, clima.
• ser conscientes de que la cercanía
con la gente, exige un
ejercicio continuo de responsabilidad,
de toma de decisiones.
• vivir en comunidad de nuestro
trabajo: con el salario que nos
asignó la Asociación Pro Suburbios.
Este Proyecto lo vamos actualizando
según las exigencias de
la misión.
En esta etapa una hermana trabajaba
como educadora en la
Escuela Infantil del barrio, creada
por la Asociación; otra hermana
trabajaba como ayudante
de trabajadora social y la tercera
de las hermanas, trabajadora
social, fue contratada por el
Ayuntamiento para trabajar en
otro barrio, también marginal
de la ciudad.
A los pocos meses se reunió con
nosotras la cuarta hermana,
para realizar cuidados auxiliares
en un pequeño dispensario
abierto para atender a las per-
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sonas enfermas que no podían
desplazarse al centro sanitario
de la ciudad.
Las necesidades prioritarias
atendidas fueron:
• escolarización de niños/as: la
cercanía con las familias nos
permitía hacer la labor de
toma de conciencia a los padres
de la importancia de escolarizar
a sus hijos, especialmente
a las niñas.
• inscripción en el Registro civil:
familias enteras que no habían
hecho este trámite; también
había familias inscritas, cuyos
pueblos de origen habían sufrido
la devastación en tiempos
de la guerra civil.
• como miembros del equipo
de la Pastoral de la parroquia,
participamos en todo lo que
concierne a su organización;
comenzamos a celebrar y orar
con la gente que deseaba participar.
• visitas a domicilio para realizar
el censo del barrio.
Sucesivas etapas en la vivencia
del Proyecto comunitario
a) El Censo, ya terminado, aportó
importantes datos sobre el
Polígono San Telmo: población
aproximada 5000 habitantes; un
elevado porcentaje de familias
habían accedido a la vivienda
por estar alojadas en barracones
y chabolas; provenían del
campo o vivían en cuevas.
- las familias de etnia gitana no
presentaban dificultades en la
integración en la vida del barrio
- la mayoría de las familias respondían
a la práctica de una fe
tradicional (procesiones, jóvenes
relacionados con las cofradías)
Sucesivamente se fueron creando
asentamientos de población,
en núcleos de viviendas, dando
así respuesta a las múltiples demandas
de vivienda.
La parroquia de San Pablo cuya
demarcación está formada por
estos núcleos de viviendas,
atiende a 3000 familias.
b) Nuestra comunidad creció
con la Profesión de una joven
relacionada con nuestras actividades
en el barrio (profesora de
Corte y Confección, trabajaba
en el taller organizado para las
mujeres); terminada la etapa de
postulantado y noviciado, continuó
su labor con las mujeres del
barrio. Posteriormente, una de
las hermanas de la comunidad
falleció; en este momento vivimos
la experiencia del afecto y
buena acogida, hacia ella y hacia
toda la comunidad, por parte
de muchas personas con
quienes continuamos caminando,
en la Parroquia, especialmente
en la Catequesis de adultos,
en la Pastoral de la salud, en
el equipo de Liturgia y en el
equipo de Cáritas. Colaboramos
también en las actividades
de la Asociación de Vecinos
para mejorar la convivencia y las
estructuras y equipamientos necesarios.
La misión de la comunidad se
ha ido adaptando a los cambios
que afectan a la población, de la
que han surgido
nuevas necesidades.
c) En la comunidad
seguimos viviendo
la itinerancia, manteniéndonos
en
búsqueda, abiertas
a las nuevas necesidades
que traen los
cambios sociales:
en las personas, la defensa de
los derechos igualitarios del
hombre/mujer, en la situación
económica, por el reto que nos
presenta la nueva “concepción
de familia” en la sociedad actual.
Este nuevo escenario supone
por nuestra parte estar abiertas
a los cambios sociales y estar
dispuestas a colaborar en dar
respuesta a las necesidades que
van surgiendo.
La droga comenzó a hacer estragos
en nuestro barrio: consumo
por parte de los jóvenes,
desempleados, sin esperanza
de conseguir su primer empleo
y familias dedicadas a la venta
de droga como forma fácil de
adquirir dinero, simultáneamente
con otras variantes del ejercicio
de actividades de la “economía
sumergida”.
El consumo de drogas trajo consigo
la aparición de la enfermedad
del sida atacando a numerosos
jóvenes del barrio.
Era una época en que la información
sobre la enfermedad no
había llegado a toda la población.
Las familias temen el rechazo
de sus vecinos y encubren
en lo posible la enfermedad
que se ceba incluso en varios
miembros de una misma familia;
la situación era y es de precarie

dad y en muchos casos se da un
hacinamiento en las viviendas
que son reducidas para albergar
a las familias numerosas. Los
que eran hospitalizados sufrían
igualmente el rechazo, incluso
del personal sanitario, al que no
había llegado la información suficiente
sobre la enfermedad.
¿Qué podemos hacer?, era la
pregunta habitual en la reflexión
comunitaria. El contacto con el
enfermo y su familia no es suficiente,
las visitas en el Hospital
nos proporcionaban el intercambio
con personas sensibilizadas
ante el problema.
Creación de la Asociación
SILOE.- Nuestro trabajo en
equipo
Comenzamos a tener encuentros
para reflexionar con estas
personas del campo sanitario; la
idea nos martilleaba ¿cómo podemos
empezar a dar una ayuda
eficaz a estas personas que
sufren no solo el sida “clínico”,
sino también el “sida social”?.
Dimos la prioridad a nuestra formación
y a recabar toda la información
necesaria para transmitirla
a las familias afectadas.
En el equipo acordamos crear
una Asociación a la que dimos
el nombre de: Asociación jerezana
de Ayuda a enfermos de
Vih/Sida , SILOE.
Al mismo tiempo organizamos
una campaña para sensibilizar a
otros colectivos en las parroquias
y en las asociaciones de
vecinos, para que tomaran conciencia
del problema y de su
magnitud.
El objetivo principal de la Asociación
Siloé era claro: La creación
de un Hogar para los enfermos
de Jerez y la comarca.
La etapa de sensibilización duró
tres años, durante los cuales
desarrollamos varios Programas:
Acompañamiento a domicilio;
Acompañamiento y ayuda a las
familias de los enfermos hospitalizados;
Asesoramiento e información,
ofrecida en un pequeño
local que se abrió en el
barrio de San Telmo, nos reuníamos
en este local con los enfermos
que acudían y también con
los primeros Voluntarios que
iban surgiendo.
Durante este período de tiempo
la Asociación fue madurando: la
Formación e información nos
ayudaron a fijar objetivos a corto,
medio y largo plazo; la Asociación
se había dado a conocer:
el Ayuntamiento de la ciudad
tenía conocimiento de todo
ello. Era el momento de exponer
nuestro plan al Alcalde que
se fió del grupo de personas
que constituiamos la Asociación,
nos animó y cedió un terreno
para la construcción del
Hogar.
En un año la construcción del
Hogar había terminado. Las
deudas eran grandes; una vez
más el Alcalde dijo: “Vosotros
atended a los enfermos, de las
deudas se encarga el Ayuntamiento”
Vemos que como religiosas es
posible abordar situaciones y
problemas actuales, de una manera
discreta, como la levadura
en la masa, como la sal. Era impensable
realizar nosotras solas
un proyecto de la envergadura
de crear un Hogar; hemos experimentado
en ésta como en
otras circunstancias que es muy
positivo trabajar, estar presentes,
intercambiar proyectos, dar
lo que somos y anunciar a Jesús
a los más necesitados junto a
otras personas sensibilizadas
ante la problemática y comprometidas;
la unión con ellas es
eficaz y positiva.
d) Cumplido el objetivo de la
creación del Hogar, en nuestra
comunidad vimos la conveniencia
de que la hermana que trabajaba
en la Escuela Infantil del
barrio pidiese una excedencia
por tres años, durante los cuales
se dedicaría a la nueva misión
en el Hogar Siloé, pudiendo
reincorporarse a la Escuela I. si
ello fuera más conveniente. El
ejemplo de la Madre Gérine, en
su faceta de vivir la misericordia,
la compasión por los más débiles,
nos permitía ver la urgencia
de esta misión.
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Esta hermana realiza en el Hogar
el trabajo de cuidadora/monitora;
otra hermana, enfermera,
asegura en el Hogar la
cura de las úlceras y otros cuidados
de enfermería.
La hermana dedicada en el barrio
al taller de Corte y Confección,
hace para el Hogar los trabajos
de costura que le solicitan;
la hermana Trabajadora Social,
trabaja en el área social: se
dota a los enfermos de los documentos
de identificación personal,
favorecemos el restablecimiento
de las relaciones familiares,
preparamos en equipo la
reinserción social del acogido
en el Hogar. Se les ofrece apoyo
para afrontar la enfermedad; llegado
el momento, el enfermo
es ayudado para tener una
muerte digna.
Durante la primera etapa de la
inauguración del Hogar: empezamos
a acoger a los primeros
enfermos de manera escalonada,
dando el tiempo prudencial
para que el personal del Equipo
de trabajo se fuera adaptando a
la labor, compleja, de atención a
estos enfermos. El trato con
ellos es difícil, casi todos proceden
de familias desestructuradas,
con adicción, de largo recorrido,
a toda clase de drogas;
las secuelas físicas y psíquicas
de la enfermedad, agravada por
su estilo de vida desorganizada,
producen situaciones de invalidez
(se incluyen graves dificulta-
des de lenguaje), siendo precisa
la atención continuada al no tener
autonomía para realizar las
actividades de la vida diaria.
A lo largo de esta etapa las comunidades
de la Provincia de
Francia colaboraron económicamente
en la compra de electrodomésticos
y material diverso
para el Hogar; el Director agradeció
a la Congregación este
gesto de solidaridad en un momento
complicado de la puesta
en marcha del Hogar.
Asentada sobre una confianza
mutua, hay una relación cordial
con el Director del Hogar y con
la Junta directiva de la Asociación.
Faltos de cariño, rechazados algunos
de ellos desde su infancia,
cargando con el estigma del
sida social, muchos de los residentes
han atravesado por situaciones
difíciles, durante largos
años de privación de libertad;
otros han sobrevivido, enfermos,
muchos años en la calle,
en la indigencia.
Una vez estabilizada su situación
clínica, se abre una nueva
etapa: empiezan a reconocer
que alguien les quiere, que nos
interesamos por ellos, que para
nosotros cada uno es una persona
importante, con sus problemas,
sus circunstancias; se establece
una corriente de comunicación;
es el momento en que
podemos hablar con ellos de los
aspectos más oscuros de su
vida, de sus aspiraciones, su esperanza…
Saben que somos religiosas,
en ocasiones esto nos
facilita el acercamiento; a través
del trato de cercanía y afecto
que reciben en el Hogar, el Padre
de todos hará que descubran
que El les ama.
En la Comunidad, continuamos
en búsqueda. El paro de larga
duración de muchos jóvenes, la
situación de crisis que afecta especialmente
a las personas que
carecen de una profesión definida,
dan lugar al abuso de sustancias
tóxicas, a la implicación
en la venta de las mismas. Ante
esta situación, hemos creado en
la parroquia el servicio de Pastoral
penitenciaria; una hermana
está comprometida en ella. La
entrada, en los diversos Centros
Penitenciarios, permite a este
equipo de pastoral tomar contacto
con los internos de nuestro
barrio y sus familias, dentro
de un programa organizado y
establecido a nivel diocesano.
Creemos que este acercamiento
a las personas privadas de libertad,
es una misión que responde
a las necesidades del
momento actual, en el que la
carencia de medios económicos
hace más patente la injusticia de
una sociedad en la que persisten
las desigualdades de las
personas; es un problema que
vivimos en lo cotidiano en nuestro
barrio
Comunidad de
Jerez de la Frontera
La actual Comunidad de Jerez.
De izquierda a derecha: Hna. M a de Jesús
Sanchez, Hna. Loreto Aracama, Hna. M a del
Pilar Bartolomé y Hna. Arantxa Guerrico