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adicaba en la reacción equivocada que adoptaron ante la paciencia de Dios, que tantas veces se abstuvo<br />
de castigarlos en la medida en que lo merecían. Estaban abusando de las “riquezas de su benignidad,<br />
paciencia y longanimidad”, sin darse cuenta de que esta actitud divina tenía como fin llevarlos al<br />
arrepentimiento (Rom.2:4).<br />
En su estado irredento, la rebelión de los hombres contra Dios es, de hecho, tan persistente que se<br />
constituyen inevitablemente en objeto de su ira (Ef. 2:3), y en “vasos de ira preparados para destrucción”<br />
(Rom. 9:22). La ley mosaica tampoco los libera de esta situación, porque, como lo indica el apóstol en<br />
Rom. 4:15, “la ley produce ira”. Dado que ella exige la obediencia perfecta a sus mandamientos, las<br />
penas que se imponen por la desobediencia hacen al que ofende más vulnerable a la ira divina. Se debe<br />
únicamente a la misericordiosa provisión hecha para los pecadores en el evangelio que pueden dejar de<br />
ser objeto de dicha ira y hacerse receptores de la gracia. El amor de Dios para con los pecadores,<br />
expresado en la vida y la muerte de Jesús, constituye el tema dominante del Nuevo Testamento, y este<br />
amor se manifiesta en que Jesús experimentó por cuenta del hombre y en su lugar la miseria, las<br />
aflicciones, el castigo y la muerte que corresponden a los pecadores sometidos a la ira de Dios.<br />
En consecuencia, se puede describir a Jesús como el que “nos libra de la ira venidera” (véase 1 Tes.<br />
1:10); y Pablo puede escribir diciendo, “pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él<br />
seremos salvos de la ira” (Rom. 5:9). Por otra parte, la ira de Dios pende sobre todos los que, procurando<br />
frustrar el propósito redentor de Dios, son desobedientes al Hijo de Dios, por medio del cual únicamente<br />
se hace posible la justificación” 26 .<br />
3.1. LA IRA DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO<br />
En todo el Antiguo Testamento observamos que las manifestaciones de la ira de Dios siempre estaban<br />
ligadas al pecado, ya fuese idolatría como cualquier otra acción de pecado en los hijos de Dios.<br />
Observemos un caso en que la ira de Dios trajo consecuencia de inmediato sobre María hermana de Moisés<br />
y de Aarón.<br />
9 “Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.<br />
10 Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba<br />
leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.<br />
11 Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! Señor mío, no pongas ahora sobre<br />
nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.<br />
12 No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya<br />
medio consumido su carne.<br />
13 Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.<br />
14 Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se<br />
avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a<br />
la congregación.<br />
15 Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se<br />
reunió María con ellos.<br />
16 Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán” (Núm. 12:9-16).<br />
El pecado que hizo encender la ira de Dios fue la murmuración contra Moisés, quien era el instrumento de<br />
Dios para guiar al pueblo.<br />
“Se debe únicamente a la misericordiosa provisión hecha para los pecadores en el evangelio, que pueden<br />
el ser humano dejar de ser objeto de dicha ira y hacerse receptores de la gracia. El amor de Dios para con<br />
los pecadores, expresado en la vida y la muerte de Jesús, constituye el tema dominante del NTNT Nuevo<br />
26 Diccionario Bíblico Certeza (Electrónico).