La mujer en el horizonte de su refundación Lilliths, Evas ...

caminos todavía por andar y desandar y, muchas tareas
pendientes… las mujeres seguimos avanzando mientras
cambiamos, vamos tomando las riendas de nuestras propias
vidas, saltando barreras, levando anclas, rompiendo
moldes y zafándonos de esquemas que aún nos limitan
y constriñen. Salvando las diferencias individuales y
particulares experiencias
de vida, pienso que
cada vez, -somos más
mujeres- mujeres sin
miedo ni culpa, mujeres
sin eterno femenino
ni destino ineludible,
divino o natural (con el
perdón del Padre Freud),
mujeres con alegría de
vivir, apropiadas de sus
cuerpos, gozosas de su
sexo, y, que sin olvidar un pasado sociohistórico que
nos define, miramos de frente y alrededor nuestro para
construir otro mundo posible, rompiendo capullos
milenarios mientras nos soñamos libres, en procura de
derechos, de justicia, de paz, de equidad.
Para convivir juntos y alcanzar una verdadera
democracia tenemos que eliminar lo que nos separa.
Y, no es la diferencia entre los sexos la que nos separa,
¡Válgame Dios, benditas y bienvenidas sean las diferencias
sexuales! Lo que nos separa y opone es la diferencia
convertida en inequidad por un poder hegemónico
androcéntrico y sexista, lo que nos separa y opone es la
diferencia convertida en desigualdades, lo que
nos separa y opone es la diferencia
convertida en opresión,
en jerarquías,
e n
v i o l e n c i a , e n
discriminación, en sexismo, en
machismo, en exclusión y en injusticias
sociales. Queda aún mucho trecho por recorrer,
muchos nudos por desatar, muchos asuntos por
resolver, ¿Y, ellos? ¿Qué pasa con ellos? ¿También están
cambiando? ¿Cómo han experimentado los hombres los
cambios culturales que los afectan?.
No es fácil deslastrarse de la pesada carga de dogmas
milenarios, y menos aún, de asimilar y asumir cambios
que nos remueven, desestabilizan, alteran, confunden
y trastocan principios,
c e r t e z a s , n o r m a s ,
códigos, imaginarios,
lenguajes, prácticas y
relaciones e incluso
irrumpen identidades.
Cuando miro, pienso
y me relaciono con los
hombres de carne y
hueso, los de cerca y
los de lejos, me da la
impresión de que… algo
les inquieta, que algo les con-mueve, algo los perturba,
les incomoda, les molesta; pareciera, que algo temen o
quizá, algo alertan y previenen. Significa entonces, en el
mejor sentido ¿qué algo les pasa?
No es fácil, (ni deseable) para los hombres ni para
las mismas mujeres y la sociedad en general, vivir estos
cambios sin dificultades, conflictos, resistencia, angustia
y desasosiego. En este acontecer de experiencias que nos
remueven, desubican, resignifican, insisto ¿Dónde están los
hombres? ¿Qué pasa con ellos?, ¿Cómo han experimentado
l o s cambios culturales? ¿Cómo están
respondiendo a tales cambios?
Entre estas y otras preguntas, me
sumo a las que precisamente hace
un hombre, Rafael Montesinos
(2002) 5 ¿Se asumen los varones
como agentes del cambio o
aparecen como entidades
pasivas? ¿Los varones viven
conflictiva o placenteramente
la nueva relación con las
mujeres? Estas insidiosas
interrogantes me asaltan
a menudo cuando miro a
hombres y a mujeres (yo
incluida) debatiéndose
e n t r e t e n s i o n e s ,
crisis, 6 conflictos y
contradicciones.
Hay cierto consenso
en reconocer que en las últimas
décadas el modelo masculino tradicional ha
entrado en crisis, causando conflictos de identidad
a muchos hombres. Las transformaciones sociales
han tocado subjetividades y puesto en entredicho la
construcción de la masculinidad, provocando malestar
y confusiones en el concepto de lo que significa ser
hombre en el mundo actual y exigiendo otros referentes
e identidades. Así, van surgiendo diversos grupos y
Mayo-Junio de 006 • Facultad de Humanidades y Educación
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