GUÍA DE ESTUDIO DE LA ASIGNATURA - UNED Motril

Sociedad del Conocimiento, Tecnología y Educación
1980 a 1990 es la década del lanzamiento de los ordenadores personales . Frente a la informática masiva y
centralizada del periodo anterior, donde unas gigantescas máquinas eran compartidas por toda una empresa
o institución estatal, las innovaciones continuas y aceleradas provocaron la reducción de costes y también la
reducción de los volúmenes de los equipos. Todo ello hizo posible que la informática se incorporase al
puesto de trabajo de un número cada vez mayor de personas, al lado de los clásicos clips y sacapuntas,
mientras las basuras se llenaban de máquinas de escribir. La informática facilitó y agilizó sus tareas
habituales con los incipientes procesadores de textos, hojas de cálculos, bases de datos, programas de
diseño, etc.
A finales de los 80s, debido sobre todo a una sustantiva bajada de precios, se acelera la formación de un
importante parque de ordenadores personales en los hogares, dedicados generalmente a usos lúdicos. La
proliferación de ordenadores personales tuvo unas consecuencias sociales decisivas. Puede afirmarse que
marca el nacimiento de la sociedad de la información.
En el terreno doméstico este periodo es esencial, pese a las limitaciones y escasas prestaciones de los
primeros modelos. Como un electrodoméstico de ocio más, el ordenador personal pasó a formar parte del
paisaje estándar de los hogares de clase media-alta, junto al televisor, la radio y el equipo de música. Pero
con una diferencia sustancial: una televisión se enciende y se ve, no hay más complicación operativa; a lo
sumo manejar con destreza las opciones del mando a distancia. Un ordenador puede utilizarse de modo
similar y algunas de las personas que adquirieron un ordenador personal así lo hicieron, a los precios aún
elevados de la época: lo arrancaban, daban a una tecla y pasaban horas y horas intentando no ser
devorados por los comecocos.
Lo relevante es que muchos de esas personas tenían hijos adolescentes, que se sentían tan atraídos por la
emoción del tetrix como sus padres. De hecho, en gran parte de los casos, fueron los hijos quienes tomaban
la iniciativa de comprar el ordenador personal. Pero, a diferencia de sus padres y debido a su condición de
“nativos” en las nuevas tecnologías, intuían el elemento clave de la revolución de la tecnología informática
respecto a las anteriores: la interactividad y la retroalimentación.
En la radio o en la televisión el único margen de maniobra del usuario era decidir qué canal o emisora
sintonizaba y, a partir de ahí, consumir pasivamente los programas que se le ofrecían. Naturalmente, esto no
significa que sean totalmente pasivos ya que, por mucha que pueda ser su pereza mental, deben interpretar
una multiplicidad de signos, seleccionarlos, jerarquizarlos, adaptarlos a sus idiosincrasias, etc. Lo que no
pueden es recolocar esa información en un nuevo flujo comunicativo; la comunicación acaba en ellos.
La informática no funciona de este modo. La propiedad fundamental de su arquitectura, la separación
hardware-software, permite al usuario construir programas. Es decir, permite crear nuevo software e
incorporarlo a la máquina de forma que, por la acción del usuario, el conjunto del equipo queda modificado,
reestructurado. El usuario, con ciertos límites claro está, puede ‘reconstruir’ el ordenador para que haga lo
que él quiere, no lo que el fabricante impone. Decenas de miles de chavales captaron intuitivamente el poder
de creación que les otorgaba la informática; comenzaron a hacer programitas simples en BASIC y según el
talento y el carácter obsesivo de cada uno, acabaron modificando el sistema operativo, o creando sistemas
operativos nuevos, pasando por las más variopintas aplicaciones. La informática, que hasta entonces era
Ordenador personal’ es una traducción literal de ‘personal computer’, cuyo acrónimo, ‘PC’, forma hoy parte del
lenguaje universal. Curiosamente, 'personal computer’ es un nombre registrado por IBM, que llamó así a su primer
microordenador. El primero de IBM pero no del mundo, ya con anterioridad había salido al mercado el primer
ordenador personal: el Apple II.
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