El jefe de almacén - Leuter

Capítulo I, la llegada
Hoy va a ser mi primer día en el almacén. El proceso de selección ya queda
atrás. La sensación de triunfo por haber sido elegido ya ha pasado y se ha
sustituido por mi confianza en que voy a hacerlo bien, que demostraré que
valgo más de lo que se piensan. Estoy seguro de que podré hacerlo mejor que
mi antecesor.
Es fácil. Conseguiré ganarme a la gente del almacén y me ayudarán a obtener
lo que me han pedido: que nadie se queje. Se pueden hacer muchas cosas,
todavía soy joven y tengo la energía suficiente como para meter las horas que
haga falta.
Cuando, durante la selección, me explicaban la situación del almacén y cómo
funcionaba realmente, pensé que me estaban ocultando algunas cosas. Seguro
que se trataba de pequeños engaños sin importancia que descubriré y
corregiré en los primeros días.
- Juan, el director general no puede venir a presentarte, ha tenido que salir
a una reunión, yo te llevaré al almacén y te presentaré a la gente, me dijo
Antonio, el director financiero, que vino a buscarme a recepción. ¿Quieres
un café antes de que vayamos al almacén?
- Claro, tomemos un café y hablamos.
Solamente había visto a Antonio una vez antes, al final del proceso, cuando
tuve que negociar el sueldo exacto que había hablado con el director general.
Entonces pensé que era un tío sieso, pero menos que el de mi empresa anterior.
Los directores financieros deben de ser así, supongo.
Yo estaba impaciente por ir al almacén, aunque después de los últimos meses
de no trabajar, un rato más de espera no iba a importar.
Pedro Puig Montserrat