Construir una pequeña situación sin futuro - Universidad ...
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Thorez y de sus amigos? El gana, diez años más tarde, el derecho a jugar <strong>una</strong><br />
breve partida con Trotsky, exiliado en México... n2<br />
El juego de estrategia se reanudará con especial virulencia en los sesenta,<br />
con participantes como Socialisme ou Barbarie, la Internationale Situationniste,<br />
Opposition Artistique, Tel Quel, etc. Pero podríamos decir que la l.S. supone un<br />
salto cualitativo en este pulso. Porque, en primer lugar, supera a las diversas<br />
reediciones vanguardistas de la segunda mitad de este siglo en afirmación<br />
política y revolucionaria. Y en segundo lugar, porque, frente a los grupos<br />
declaradamente políticos, mantiene un claro referente artístico. O mejor dicho,<br />
anti-artístico, en la inevitable línea de la exigencia negativista de Tzara. Se trata<br />
de <strong>una</strong> fusión dialéctica de la que, no obstante, podríamos decir que ya tuvo un<br />
primer episodio con el caso del dadaísmo berlinés. La disyuntiva deja así su lugar<br />
a la copulativa. En cierto modo, podríamos decir que la partida entre Tzara y<br />
Lenin, entre estética/antiestética y política ha sido superada.<br />
A buen seguro que Lenin empezó saliéndose con la suya. El Voltaire duró<br />
apenas un instante. Claro, sentarse tranquilamente en un salón de manicura para<br />
las bellas artes no era lo mismo que acostarse cada noche sobre un volcán, como<br />
ocurría entonces en Alemania, apuntaría, tal vez con fastidio, Huelsenbeck.<br />
Aquello era otra cosa. Era la Alemania revolucionaria de Weimar, de las<br />
luchas entre socialdemócratas y espartakistas. Una Alemania hasta tal punto<br />
politizada que, tal vez por esto mismo, difícilmente podía ser dadaísta. Lo mismo<br />
que Zurich había dejado de serlo, a pesar de las pretensiones conciliadoras y<br />
creadoras de los dadá radicales. Dadá no era esto, no era esto.<br />
2 René LQURAU, Autodissolution des avant-gardes, Éditians Galilée, Paris, 1980, pág. 50.<br />
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