AF TRANSPORTE EN TELDE (2).indd - Guia Historico Cultural de ...

1952. Grupo formado por: José Hernández
Ortega (El Gago), Francisco Afonso Acosta
(Panchito), su hijo Gonzalo Afonso Artiles
(niño), Manolo Cruz Peña, Antonio González
Rodríguez, Sebastián Amador Sarmiento
y Salvador Rodríguez Vega.
1950. Así se celebraba el Lunes de Carnaval
en las Guaguas de La Pardilla.
to, en un Federal y, algo más tarde, en un
Buick, conducido por su chofer de confi anza,
don Juan Florido.
Nuevos y muy rentables industrias surgieron
por doquier al amparo de los nuevos
vehículos de tracción mecánica, junto a los
talleres, tan necesarios para sus reparaciones,
apareció la empresa Recauchutados
Melián, de la que fue dueño y director el
afamado industrial teldense don Juan Melián
Fleitas, quien se granjeó el respeto y
admiración de su variada clientela, por ser
hombre de palabra y honestidad laboral extrema;
le heredaron en el negocio sus hijos:
José Luis, Estrella y Juan Melián Ramírez.
Actualmente regenta el próspero negocio
su hija, quien con destreza y constancia,
no solo ha consolidado el mismo, sino
que además lo ha modernizado y ampliado.
Hoy en día cuentan con un gran complejo
para la reparación y puesta a punto del automóvil
en el cercano municipio de El Ingenio,
junto al Aeropuerto Internacional de Gran
Canaria-Gando, en donde seremos recibidos
por su hijo don Miguel León Melián,
tercera generación al frente de este negocio
familiar.
A fi nales de los años cincuenta y principio
de los sesenta, se estableció una parada
reglada para camiones de servicio público,
justo en la trasera del Colegio María Auxiliadora,
que regentan las Reverendas Hermanas
Salesianas de San Juan Bosco.
La Cooperativa Agrícola del Sur, en
su sede de la calle Doramas, dedicaba sus
principales esfuerzos a canalizar la rica producción
platanera de la Vega Mayor. Para
ello necesitaba de un servicio
continuado de transportes,
que llegara a los más recónditos
cercados y fi ncas, y, desde
ellas, traer la preciada y frágil
mercancía hasta San Juan.
Después de limpiar y proteger
debidamente el plátano, debían
enviarlo lo antes posible
al Puerto de La Luz para su
exportación. Todo ello hacía
imprescindible contar con los
más expertos conductores, tales
como don Lorenzo Medina y don José
Santana, también conocido cariñosamente
como El Tableta.
No sólo hubo que ensanchar y allanar
las vías públicas foráneas a la Ciudad, a
veces con aportaciones tan generosas
como la realizada por
la Heredad de Aguas de la Vega
Mayor para la carretera que
uniría Telde con el Puerto de
Melenara, otras tantas modifi
caciones sufrió el urbanismo
intramuros, caso curioso es el
que enfrenta a un vecino del
barrio de San Juan, poseedor
de una fi nca de plataneras en
la trasera de la actual Basílica
Menor de San Juan y el Cura
párroco, que se salda con la
disminución parcial del magnífi co balcón de
la Sacristía Mayor, con el único fi n de dejar
un espacio mucho más holgado para el paso
de camiones de la Cooperativa Agrícola del
Sur. También en el lugar conocido por las
Cuatro Esquinas, se realizó a principios de
los años sesenta un corte a manera de chafl
án en el domicilio particular de los señores
don Álvaro Álvarez y doña Pino Sanabria,
permitiendo así la circulación de los
grandes camiones que abastecían de todo el
material constructivo imprescindible para la
fábrica de CINSA en Las Salinetas.
Don Antonio Jiménez, que respondía
al sobrenombre de El Obispo, poseía
una pequeña camioneta, única dedicada al
transporte público en el barrio de San Juan,
llevando preferentemente gasoil a don
Onofre Alemán Yedra, que poseía por
entonces su distribuidora de carburantes en
lo que había sido el Hospital de San Pedro
Mártir de Verona, y que, ya en la década de
los sesenta, pasó con Shell a una moderna
estación de servicios enfrente de la antigua
Casa de Socorro. Jiménez tenía su parada
delante mismo de La Cruz de los Caídos, en
una de las fachadas laterales de la hoy Basílica
Menor de San Juan Bautista; desde ahí era
llamado para hacer los diferentes desplazamientos
por la ciudad y sus inmediaciones.
Cuarenta y tres años al volante y más de
tres millones de kilómetros son parte del
extenso currículum de don Pedro Cerpa
Vega, uno de los pioneros de las rutas del
Sur de Gran Canaria. Comenzó a trabajar
para la casa Fyffes, y ya en 1925 hacía a diario
el largo recorrido que va desde el viejo
Puente de Piedra, sobre el Guiniguada, en
Las Palmas de Gran Canaria, hasta Arguineguín,
para ello debía atravesar Telde y otras
tantas localidades del Este y Sur grancanario
por carreteras unas veces afaltadas y otras
tantas de tierra, lo que implicaba gran paciencia
y, sobre todo, pericia con el volante.
Don Juan Valido Santana, más conocido
por “sin malicia”, comenzó su amistad
con la carretera en 1958, cuando aprueba
los exámenes para el carnet de conducir. Ya
en 1959 compra su primer coche y comienza
a “piratear”. Sus vehículos fueron los GC-
2370, marca Fargo; TF-4356, Daimler,
tipo Carnero; GC-4089, Chrysler Imperial
y GC-17940, Humber. Más tarde pasaría
al mundo del taxi con un Peugeot 404,
GC-30210 y un también Peugeot 504, GC-
9179. Su sobrenombre le viene dado porque,
a veces, cuando le paraba la Policía y le
decía que sobrepasaba el número de pasajeros
autorizados, él contestaba que sí, que
era cierto, pero que al pasar por los diferentes
sitios se los fue encontrando, y que,
queriendo hacerles un favor y “sin malicia”,
los fue subiendo al coche. De esta manera,
y conociendo al personaje, que obraba de
buen corazón, lo dejaban pasar, sin multarle.
Don Miguel Suárez Galindo, popularmente
llamado “el maceta”, poseía, desde
principio de los años cincuenta, un camión
para recogida y transporte de la célebre barrilla,
planta ésta que nacía de forma silvestre
en los terrenos salitrosos no cultivados
de la zona de El Caracol, El Goro, Cuatro
Puertas, etc. Trabajo que realizaba en compañía
de sus hijos; para, más tarde, vender
el producto en los municipios del Norte:
Arucas, San Mateo, Teror. La barrilla, por
entonces, era utilizada para hacer las camas
a las vacas, y también para confeccionar jabón.
Su estacionamiento se encontraba en
frente de su propio domicilio particular en
el callejón Suárez, en la trasera de La Planta
de La Luz
Los llamados COCHES DE ALQUI-
LER pronto fueron trocados en TAXIS. En
un primer momento existieron dos paradas,
coincidiendo con las dos principales plazas
de la ciudad, la de Los Llanos de San Gregorio
o Arriba y la Alameda de San Juan o Abajo.
Algo más tarde surgió una tercera en el
lugar conocido como “las cuatro esquinas”,
lugar de confl uencia de la calle León y Castillo
o Real; la de entrada a San Francisco,
conocida como Carlos E. Navarro Ruiz; y
la actual Julián Torón. A estos profesionales
del transporte se les podía llamar a través
de un teléfono situado de forma estratégica
en la misma parada, en una hornacina hecha
al efecto, y cuya puertecilla o ventanuco
tenía grabado a manera de respiradero con
pequeños orifi cios circulares la palabra taxi.
También se les mandaban peticiones de servicios
con los famosos recaderos, como era
el caso del popular y muy querido Panchito
El Negro, o con los más pequeños de la
familia.
En Los Llanos trabajaba don José Betancor,
conocido popularmente como
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