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La Fuente Pública de Telde
efímera memoria del agua
Por: D. Juan Ismael Santana Ramírez. Licenciado en Historia
INTRODUCCIÓN
Uno de los grandes retos a los que se
han enfrentado los grupos humanos ha
sido el aprovisionarse del agua necesaria,
esencial no sólo para la supervivencia
biológica, sino como condición sine qua
non para el desarrollo y sostenimiento
de la economía y la estructura social que
hacen posible la vida del hombre en sociedad.
Esta máxima universal es aplicable
a muchos pueblos de nuestra geografía,
que han forjado su devenir en torno al
agua. Todos tienen en común un espacio
geográfi co marcado por la hidráulica, ya
sea por la existencia de aguas manantes
o por obras de captación, transporte, almacenamiento
y distribución que jalonan
el paisaje.
Entre estas últimas, las fuentes públicas
constituyen uno de los bienes patrimoniales
más cercanos de la arquitectura
del agua integradas en la historia y en la
vida de nuestro entorno, pues están asociadas
a la memoria de cada lugar. Sin
embargo, la fragilidad que le es inherente,
los desperfectos, el desgaste continuo
o el desuso que se hace de estos bienes
culturales por haber perdido protagonismo
como proveedores de agua, están
provocando su desaparición.
Este artículo 2 pretende, por un lado,
acercar el estudio y el conocimiento de
La Fuente Pública de Telde, como inte-
resante muestra de la ingeniería y la cultura
tradicional asociada a los usos del
agua, analizando los factores que propiciaron
la pérdida de un bien tan estimado
en el siglo XIX, y las actuaciones llevadas
a cabo por la municipalidad para intentar
recuperar el preciado líquido. De otro,
llamar la atención sobre la importancia
que tiene para los pueblos la defensa del
patrimonio hidráulico, que siempre fue
motivo de valoración social, de vida, y
hoy es víctima del deterioro, el desinterés
y la incultura por parte de responsables
sociales y el público en general.
Pero antes de abordar el presente
estudio es preciso aclarar conceptos. En
nuestro Diccionario de la Lengua encontramos
diversos signifi cados sobre la palabra
“fuente”, defi nida como manantial
que brota de la tierra o sitio donde nace
el agua (del latín. fons, fontis) y edifi cio
público que reparte las aguas (sitio donde
sale el agua). A nuestro entender es complicado
establecer el tránsito del manantial
como surgencia a la fuente como arquitectura,
integrada ésta en un sistema
hidráulico 3 . Sobre esta cuestión, Soledad
Lázaro defi nió la fuente pública como un
recipiente de variables dimensiones y formas,
con la fi nalidad de recoger el agua
que brotaba de uno o varios caños, unido
a un vástago central o a un lienzo de pared
y con el valor de ornamentar la terminal de
1953.- Pilar de agua (antigua fuente pública). Fotógrafo: Suárez Martell
“Sit autem vel intra villam
vel extrinsecus inductus fons
perennis” 1 ,
Lucio Columela, Tratado de agricultura
Caños de agua en la fuente.
una canalización. El modelo compositivo
quedaba subordinado a la función pura del
abasto doméstico 4 .
CONDICIONANTES GEOGRÁFI-
COS E HIDROLÓGICOS
La ciudad de Telde, situada al este
de la isla de Gran Canaria, a una altitud
de 130 metros sobre el nivel del mar y
localizada entre los 28º00’ de latitud norte
y 15º 24’ de longitud oeste, presenta
una posición que domina una extensa
zona, en suave desnivel hacia la costa y
a orilla del Barranco Real. Se caracteriza
por presentar un clima suave, de fuerte
insolación, de temperaturas moderadas
y escasez de precipitaciones debido
fundamentalmente a la infl uencia de los
vientos alisios húmedos que penetran
por la vertiente noreste, y la proximidad
del mar.
Geológicamente, el casco urbano y su
entorno se asienta sobre una plataforma
lávica, formada por materiales basálticos
procedentes de los ciclos eruptivos más
recientes, que se cubren superfi cialmente
por depósitos cuaternarios naturales
o antrópicos, determinando la existencia
en el pasado de una zona de gran aprovechamiento
agrícola en torno a la Vega
Mayor, e hidrológica, vinculada a la potencialidad
que ofrece el Barranco Real
de Telde, erigiéndose éste en la principal
1

arteria de drenaje de una de las mayores
cuencas hidrográfi cas en torno al circocaldera
de Tenteniguada, en Valsequillo.
Determinados rasgos hidrogeológicos
han sido los causantes de esta riqueza
hídrica. Los materiales volcánicos, procedentes
de los ciclos eruptivos más recientes,
actúan como un auténtico fi ltro
natural que condicionan la presencia de
una rica capa freática, y que aunado a la
infi ltración 5 subyacente han permitido el
fl ujo de aguas subterráneas desde la zona
de cumbres y recarga hacia la costa 6 , posibilitando
el afl oramiento de surgencias
naturales en sus declives, ya fuese en los
cauces y costados de barrancos o en la
orilla del mar.
Los documentos, las crónicas y descripciones
geográfi cas coinciden en
remarcar la abundancia de aguas procedentes
de manantiales, de los cursos
de escorrentías, así como las captadas a
través de pozos y minas de las que se benefi
ciaba el agro teldense. Hacia 1876, un
insigne viajero, Rene Verneau escribía:
En Telde todo cambia. El agua llega
allí en abundancia desde las cimas
más altas de la isla. Las tierras cultivadas
ocupan una extensa superfi cie
y, en tales condiciones, la localidad
no puede dejar de haber adquirido
verdadera importancia. También es,
desde el punto de la población, la
segunda de la isla y quizá la primera
en lo que se refi ere a la producción
del suelo 7 .
Sería prolijo nombrar todas y cada una
de las fuentes de agua, pero merecen recordar
los nacientes de San Roque, Fuente
de Los Mocanes, El Sabo, La Goterilla en
La Matanza, Fuente del Valle de Cáceres,
Fuente de Diego Díaz, Jacón, Tecén, del
Acebuche, San Roque, Fuente de Micaela
Díaz, o la Fuente del medio, entre otros.
Dos ejemplos conocidos en el término
municipal de Telde, fueron los llamados
2
1905. Vista de San Francisco y fuente pública. Fotógrafo: desconocido
Chorros de La Rocha y las popularmente
denominadas aguas marchanas. Los primeros
afl oraron en la margen derecha
del barranco de La Rocha a consecuencia
de un movimiento sísmico verifi cado
a principios del siglo XX 8 . Las segundas,
consideradas como medicinales en el siglo
XIX, fl uían de dos fuentes situadas
en la playa teldense de las Salinetas, recibiendo
el peculiar apelativo de marchanas
por que “iban y venían”, pues sólo
podían ser aprovechadas en la bajamar,
quedando ocultas cuando subía la marea.
Eran reconocidos sus efectos purgantes
por la población, “que en los novilunios y
plenilunios se observa desde la primavera
hasta el otoño constantemente, de los individuos
necesitados de este auxilio, que
pasan de cincuenta a ochenta personas
diarias” 9 .
ORÍGENES DE LAS AGUAS DE
ABASTO DE LA CIUDAD DE
TELDE
Es indudable que la fundación ofi cial
de la urbe, a fi nales del siglo XV, en torno
a los barrios de San Juan, Santa María La
Antigua (San Francisco) y Los Llanos de
Jaraquemada, a orillas del Barranco Real
de Telde, y cercana a la que fuera fructífera
y extensa Vega Mayor, debió dejar
solucionado en gran medida el problema
de proveer de agua a la nueva población
aquí asentada. Ello marcó el punto de
partida para el desarrollo de las infraestructuras
urbanas, y entre ellas las destinadas
a su abastecimiento de agua, aspecto
de especial preocupación a través
de los siglos e incluso en la actualidad.
Los sistemas tradicionales de captación
de aguas orientadas al abastecimiento
de la población se fundamentaron en
dos formas de aprovisionamiento colectivo.
De un lado, el procedente de aguas
subterráneas, que se fi ltraban y afl oraban
en la denominada Fuente de la Ciudad. De
otro, las aguas superfi ciales procedentes
de nacientes o torrenteras invernales,
encauzadas por acequias a través del
Barranco Real, dando nacimiento a las
aguas de El Chorro, una vez introducidas
en el centro urbano.
LA FUENTE PÚBLICA DE TELDE
Las primeras noticias documentales
de la existencia de la fuente, datan de
principios del siglo XVI, pues en enero
de 1500 se verifi ca la puesta en riego de
suertes de tierras en la Vega de la Fuente
10 , topónimo que corrobora la explotación
ya en esa época de este importante
venero de agua y que da nombre al pequeño
valle que se extiende a sus pies. A
partir de la indicada fecha se suceden las
alusiones a la fuente, que recibe diversos
apelativos: Fuente del Altozano, por estar
situada en la base de un promontorio de
escasa elevación; Fuente de Santa María
o de San Francisco, por el nombre del
barrio en que se emplaza; Fuente de los
Chorros, debido a que su agua se derramaba
por seis caños 11 y Fuente del pueblo
o de la Ciudad, que sin ser la única que
existía en los contornos, sí era la principal
Plano de situación de la Fuente Pública de Telde.

de la que se surtía la población dada la
abundancia y calidad de su agua.
Se trataba de un manantial natural,
una fuente de copiosa agua dulce y saludable
12 , como ya la describiera Marín y Cubas
a fi nales del siglo XVII, que brotaba
en el callejón de La Fuente del actual barrio
de San Francisco, lugar tradicional de
encuentro del vecindario para su acopio.
Un siglo antes dio cuenta de esta
fontana el ingeniero cremonés Leonardo
Torriani, plasmando su ubicación
en el plano que hizo de
Telde hacia 1592 13 . Además de
la reducida superfi cie que ocupaba
la urbe, el trazado sinuoso
de las calles, las tapias, las huertas
anexas a las viviendas, y los
espacios de irrigación en torno
al núcleo poblacional, se aprecia
cómo el manantial se sitúa
en la cabecera de un pequeño
valle plantado de cañaverales
y viñas próximo a un ingenio
azucarero propiedad de Alonso
de Matos. Por tanto, su
emplazamiento deriva del propio
carácter funcional para uso
doméstico y aprovechamiento
del sobrante en los riegos del
Valle de la Fuente y suertes de
tierras cercanas.
De esta observación se
deduce que su origen se
puede remontar a los repartimientos
de tierras y aguas,
como así sucedió en diversos
lugares del Archipiélago,
o cuando menos haber
tenido un aprovechamiento
prehispánico y posterior
reutilización. Es elocuente
al respecto, la importancia
que concedió Pedro Agustín
del Castillo al manantial en la
creación del núcleo urbano,
por haberse descubierto después
a un tiro de mosquete
más abajo una abundante y
perenne fuente, lo prosiguió
Cristóbal García del Castillo,
en el paraje que ha crecido su
población 14 .
Fuese así o no, lo cierto es que se
aprovechó la potencialidad hídrica subterránea
del lugar, al permitir una mejor
potabilidad del agua para consumo humano.
Y constituyó probablemente la base
del primer sistema de abastecimiento al
núcleo poblacional de Telde, resolviendo
además los problemas de insalubridad
que ofrecían las aguas procedentes del
barranco en diversas situaciones.
El manantial surgió, debido a la afl uencia
de veneros al pie del estrato volcánico
sobre el que se asienta el barrio, adscrito
a una fuente de afl oramiento de pendien-
te, con emergencia de la capa acuífera en
la parte más baja, debido a su menor nivel
topográfi co con respecto a su punto
de captación, probablemente en dirección
oeste, hacia el Barranco Real.
Estas características hidrológicas determinaron
la existencia de un caudal intermitente,
sujeto a las oscilaciones propias
del régimen de lluvias, y por tanto,
de los aportes de aguas subálveas, lo que
obligó en diversas ocasiones a realizar
1905. Detalle de la Fuente Pública de Telde.
2007. Restos actuales de la Fuente Pública de Telde.
Fotografía del autor.
obras de alumbramiento con el fi n de
aumentar el volumen de agua, bien por
colapso del terreno, agotamiento por
sobreexplotación del acuífero o sequías.
Ocurrió así en 1815, cuando La Fuente
llegó a secarse en su totalidad; en 1816,
año en que se notó una merma considerable
de agua como consecuencia de haber
tomado distinto giro y no salían todos
los remanentes á la superfi cie del terreno,
siendo preciso profundizar las asequias 15
o hacia 1870, fecha en que el Heredamiento
del Valle de la Fuente propone a
la municipalidad trabajos de explotación
para aumentar el caudal.
La captación del agua se realizó mediante
mina 16 o galería subterránea, sin
longitud precisa, excavada en la capa volcánica.
Su trazado, al parecer, fue de una
única galería que según el erudito local
Pedro Hernández Benítez 17 , se orientaba
al Altozano, es decir, en dirección oeste.
No obstante, dado que el agua proviene
de un acuífero situado con mayor capacidad
(Barranco Real) hacia el poniente, no
se puede descartar la posible
existencia de galerías o ramales
transversales a la principal, que
ayudaran a una mayor captación
de agua. De hecho, el topónimo
Barranco de los Ríos dado a
un tramo estrecho del Barranco
Real, entre San José de Las
Longueras y el Puente de San
Sebastián o Las Tenerías, remite
a la gran cantidad de agua que
en momentos de avenidas discurrían
por el cauce, de lo que
se hizo eco el ingeniero Juan de
León y Castillo:
(…) a dos kilómetros aguas
arriba del Puente [de Telde o
de los Siete Ojos] se estableció
la presa de derivación 18 de
donde parte el acueducto que
conduce las aguas y la reparte
por toda la Vega. Cruzando
las aguas aumentan
de volumen, como sucede
en las avenidas de invierno,
rebosan por la fuerza y
continúan barranco abajo,
desapareciendo en el cauce
o llegando al mar, según su
volumen. (…) Resulta que
el cauce desde la presa hacia
el mar está seco todo el
año en la apariencia, pero
almacena en su cauce permeable
el agua y cantos
rodados toda el agua de las
pocas avenidas que recibe.
Es un verdadero depósito
que parece que había de
contener poco volumen.
(…) A primera vista no se
comprende que este cauce
contenga tan grande volumen
y lo conserve, siendo tan corto el
que depositan en el las avenidas. La
explicación es sencilla. El cauce es
una masa muy profunda de arena y
piedra rodada, contenida por fondo
y costados sólidos, cuya masa contienen
las aguas y las deja fi ltrar por
su permeabilidad 19 .
Es posible que la existencia de la presa
de derivación o azud contribuyera a
aumentar la infi ltración, benefi ciándose
no sólo el acuífero del que se surtía La
3

Fuente, sino determinadas actividades
agroartesanales, como el lavado de fi bras
textiles, el “enriado del lino”, el cáñamo
o el remojo de pieles, que aprovechaban
las aguas estancadas de charcos o balsas
en el cauce, en determinadas épocas del
año, con el consiguiente riesgo por sus
efectos contaminantes sobre el agua de
uso doméstico.
La propia naturaleza de la construcción
hace que las tareas de limpieza y
mantenimiento hubieran de realizarse
de forma continua, ya que el proceso de
fi ltración y arrastre de tierras motiva la
existencia de un sedimento que va taponando
la propia conducción y llegará a
cegarse.
Dicho minado permitió profundizar
para ampliar el caudal, fabricándose en
su interior una acequia de argamasa que
transportaba el agua hacia el exterior, en
suave aunque variable pendiente, para
ser distribuida por los seis caños que tenía
la fuente. Conocemos que tuvo un
dispositivo de decantación para fi ltrar y
contener arena, a modo de caja o arca
instalada en el interior de la conducción,
así como de almacenamiento mediante
albercón o estanque situado en la trasera
de la calle Real, hoy Juan Carlos I, 20 , colindante
con La Vega de La Fuente, pero
la documentación no aclara el sistema de
desagüe y evacuación del agua o si tuvo
lavaderos y abrevaderos asociados en algún
momento.
El acceso a la galería, necesario para la
inspección de la canalización, se encontraba
aledaño a los restos actuales de la
Fuente, como se observa en la fotografía
fechada en 1905, en la que se aprecia una
pequeña puerta enmarcada en cantería.
Para llegar a la Fuente Pública se
descendía por una grada o escalera, hoy
desaparecida, que permitía el acceso y
la espera para sacar lo necesario al uso
doméstico, debido al desnivel existente
entre la calle y la profundidad a la que se
encontraba la salida del agua.
En su origen debió tratarse de una
construcción relativamente sencilla, a lo
sumo formada por un depósito de decantación
y pilón con su correspondiente
dispositivo de salida que permitía el vaciado
o rebosamiento del agua, para destinar
su sobrante bien directamente al
riego de las huertas cercanas o su distribución
posterior, previo almacenamiento
en estanque regulador, pues no hay que
olvidar que una vez saciado el vecindario
se formaba un heredamiento privado
que gestionaba el preciado recurso,
para fertilizar el espacio de irrigación de
la llamada Vega de La Fuente. Por tanto,
su construcción fue lógica consecuencia
del auge económico experimentado por
el cultivo del azúcar y el aumento poblacional
a partir del asentamiento colonizador.
4
Cuadro I. Caudal aproximado de la Fuente Pública de Telde (S. XIX)
INFORMACIÓN AÑOS AFOROS L/S
Informe del Ayuntamiento de
Telde (1) 1849 3/4 de azada 9,2 l/s
Pascual Madoz (2) 1850
27-30.000 pies cúbicos
entre día y noche
9,3 l/s
Domingo Déniz Grek (3) 1857 1/6 de azada 9,8 l/s
Juan de León y Castillo (4) 1869-1872
Francisco de La Torre y
Sarmiento (4)
1872
Escasa información aportan las Actas
Municipales de los restos conservados de
la que fuera Fuente de la Ciudad. Tan
sólo una referencia directa hacia 1863,
al acordarse por el Consistorio realizar
el proyecto y plano para la restauración de
la fuente pública de esta población 21 y que
en 1865 se remata con un templete de
1900. Aguadoras de Gran Canaria.
Fotógrafo: Jordao da Luz Perestrello.
Foto: Fedac
traza neoclásica 22 . Esta decisión municipal
vendría determinada por la mejora
de los rasgos urbanísticos que se imponen
en la época y el estado de deterioro
que padecía la misma, pues a partir de
1835 se denuncia reiteradamente por el
síndico del común el mal uso que se hace
del servicio de la fuente de este Pueblo y el
abandono en que se halla como que hasta
los caños los quitan de su puesto natural 23 .
La solución para remediar la situación se
limitó a evitar cualquier daño y castigar a
los contraventores.
Las alusiones directas e indirectas referidas
a La Fuente se suceden a partir de
los años cuarenta de la centuria decimonónica,
época en la que la municipalidad
adoptó numerosas disposiciones para
1.000 pipas cada 12
horas
666 pipas y 2/3 en 24
horas
11,1 l/s
3, 7 l/s
Elaboración propia. Fuentes: (1) ARCHIVO MUNICIPAL DE TELDE. Sesión plenaria de 19-III-1849; (2) MADOZ,
P. 1986; (3) DÉNIZ GREK, D. 1857; (4) GACETA DE MADRID, nº 309, 5 de noviembre de 1879.
paliar las insanas condiciones medioambientales
del casco urbano 24 . Dentro de
las medidas tomadas para el saneamiento
general se incluyó el pavimentado de calles,
embaldosado de aceras y la remodelación
y adecentamiento de ciertos
espacios públicos, como la construcción
de una alameda en la Plaza de San Juan,
el hermoseado de calles y plantación de
árboles, así como la cesión de un pilar de
agua del extinto Convento de San Francisco
para su colocación en el referido
recinto. Instalación, por otra parte, que
no se llevó a la práctica al ascender su
costo a más de la mitad del presupuesto
consignado, cifrado en 2.000 reales,
decidiéndose que sería más útil invertir
dicha cantidad en colocar un salto de agua
en el jardín que se ha formado en la fuente
de esta población para hermosado, por ser
aquel un sitio bastante concurrido 25 . No
obstante, hubo que esperar hasta 1869
para ejecutar el remate de la citada obra,
adjudicándose la misma el 14 de junio del
citado año a Nicolás del Rosario Valido
único licitador 26 , no constando las condiciones
facultativas que sirvieron de base
a la subasta de las obras y por tanto el
alcance de tales trabajos.
LOS USOS DEL AGUA: HIGIENE,
RELIGIOSIDAD Y SOCIABILIDAD
La calidad del agua extraída, califi cada
en la época como pesada, debido probablemente
a su riqueza en sales de calcio
y magnesio, y de temperatura fría, 27
casi constante, determinó que fuese
considerada desde el primer momento
como fuente pública. Un examen físico
de dichas aguas comparado con las de El
Chorro, fue realizado por Gregorio Chil
y Naranjo, revelando que bien administradas
deben producir resultados notables,
al no dejar sedimentos en nuestros fi ltros o
piedras de destilar, pero que eran de difícil
digestión al no contener -a su juicio- gran
cantidad de aire en disolución. (…) Las
aguas de la fuente encontrarían aplicación
a los estómagos fuertes de fácil digestión
cuyos jugos atacan con energía cuanto se
le introduce, aun a horas intempestivas. En
una palabra, serán ventajosas para aque-

llas personas superabundantes en líquido
rojo debido a su disposición especial 28 .
En su estudio el doctor Chil va más
lejos, e infl uido por el higienismo y cierto
determinismo, relaciona la incidencia
que el agua puede ejercer en el carácter
y comportamiento físico de la población,
estableciendo diferencias, que por curiosas
y llamativas no pasan desapercibidas:
1º Los de Telde son más obesos y
están más impregnados de fl uidos
blancos; los de los Llanos, por el
contrario, son más enjutos y sanguíneos.
2º Los de Telde no presentan
tanta resistencia a sufrir los trabajos
rigurosos como los de los Llanos
que son más enérgicos. 3º A los de
Telde les gusta más la vida sedentaria,
pacífi ca y tranquila; a los de los
Llanos les agrada más la vida activa
y hasta de sorpresas.(…) Esta misma
índole ha señalado sus efectos
en el orden moral. Los de los Llanos
son algo más espartanos que los de
Telde y antes de la franquicia de los
puertos no dejaban de aprovechar su
agilidad, su astucia y el conocimiento
topográfi co del país para ejercer
el contrabando, burlando ábilmente
la vigilancia de los empleados públicos
del gobierno… 29 .
La misma analogía establece entre la
toma del líquido elemento y su benefi cio
en el tratamiento sintomático de diversas
enfermedades. Entre las dolencias más
habituales destacaba las cloro-anemias, la
irregularidad de los fl ujos menstruales y la
cronicidad de secreciones de la mucosa vaginal
en las mujeres, las fi ebres tifoideas,
el reumatismo, y las pleuresías 30 .
Hay que tener en cuenta que el agua,
en la sociedad de antaño representaba
uno de los elementos capitales de la cultura.
Origen de vida, pero también causa
de penuria, enfermedad y muerte, se le
añadió cierta carga simbólica, pues a las
propiedades que el agua reporta se le
unió la monumentalidad dada a la arquitectura
hidráulica, erigiéndose en instrumento
efi caz de propaganda para afi rmar
la noción de bien público que hizo posible
“el milagro”, acrecentando entre la
población la importancia de su prestigio
social, como emblema representativo
de la colectividad, al igual que ocurriera
con la plaza, la iglesia o la alcaldía. Es
más, el agua, al ser considerada elemento
constitutivo de la vida, por su riqueza en
gérmenes, debido a todos los elementos
que en ella se hallan en suspensión, fue
valorada como elemento fundamental de
fecundación, tanto de la tierra como de
los animales y de las mujeres.
Es precisamente esta relación directa
con la fertilidad lo que confi ere al agua
Jóvenes cogiendo agua de la fuente. Fotógrafo: Enrique Nácher Hernández
un carácter simbólico. Así, el “agua viva”
o en movimiento de lluvia, fuentes…,
purifi ca, renueva, rejuvenece, sana, convirtiéndose
en un elemento que con el
tiempo se sacraliza, dando paso a todo
tipo de creencias y prácticas religiosas de
carácter milagroso o “mágicas”, vinculadas
a la devoción popular de una sociedad
agraria, que ruega a Dios pidiendo protección
frente a la adversidad. En nuestra
cultura, la veneración a San Juan Bautista
se relaciona con un culto ancestral al
agua, benefactor del agro teldense, amén
de la implicación que jugó en el sincretismo
religioso con las costumbres aborígenes.
Lo mismo ocurre con la advocación
a Santa María La Antigua, San Roque, San
Antonio, San Isidro Labrador, San Sebastián,
San Gregorio o el Santo Cristo del
Altar Mayor, a quien se le ofrendan rogativas
de índole penitencial pidiendo la
lluvia para aliviar las épocas de sequías,
que coincidieron con otras calamidades
asociadas a la falta de agua: plagas, epidemias,
hambrunas y falta de higiene tanto
de personas como de los lugares porque,
además de la carestía de agua disponible,
disminuía su calidad. Las rogativas comportaron
actos litúrgicos, como novenas,
“misas del agua”, diversos tipos de plegarias,
bajadas y procesiones. El sacerdote
Pedro Hernández Benítez nos dejó una
descripción del ceremonial a seguir:
si pertinaz sequía asolaba sus campos
y la penuria su natural secuela
ensombrecía sus hogares, entonces
el pueblo teldense acudía a su alcalde,
rogándole solicitase de su Párroco
la bajada de la Sagrada Efi gie
y, verifi cada ésta, la lluvia benéfi ca
descendía de lo alto preñando las
ubérrimas tierras de sus campos
como sayales franciscanos (…); el
pueblo teldense y devotos que fl u-
yen de los pueblos comarcanos y de
la isla toda, portando sendas velitas
encendidas en sus manos, siguen
anhelosos las incidencias del descendimiento
de la Sagrada Imagen
en medio del silencio impresionante,
sólo interrumpido por el tañido
suplicante de las campanas que tocan
a rogativas y la voz emocionada
del ministro del Señor … 31 .
La obtención de los benefi cios solicitados
a través de estos ritos cristianos
llevó aparejado el aumento de la devoción
en torno al valor simbólico y religioso
del agua.
No es difícil imaginar el continuo trasiego
por la Fuente Pública de Telde,
uno de los monumentos más dignos de la
imagen de la comunidad, tanto por su valor
estético como por su sentido práctico
y utilitario. Del agua de La Fuente dependía
la vida doméstica, la economía y hasta
el entretenimiento, lo que supuso que
con el tiempo se convirtiese en un lugar
de encuentro, pues permitía reunirse a
un público diverso. A ello contribuyó el
aspecto del lugar, la vegetación circundante,
el monótono sonido del agua al
fl uir desde los caños y chocar contra la
fuente misma, que crearon un ámbito
recoleto, cargado de evocaciones que
sin duda marcó la vida de los teldenses,
adaptando a su presencia los rasgos de la
sociabilidad colectiva.
La fuente, al igual que los lavaderos,
tuvo un marcado cariz público erigiéndose
en el espacio femenino por excelencia,
en un constante ir y venir de mujeres
jóvenes, llevando sobre sus cabezas
pequeñas vasijas, bernegales o barriles,
con el objeto no sólo de abastecer sus
propias casas, sino la de los pudientes.
Además, el ansiado líquido atraía a la chiquillería
para sus juegos o “perrerías”, a
5

jóvenes, adultos y viejos, aguadores, acarreando
agua con burros o cacharros de
latón, lugareños y forasteros, en busca
del ansiado líquido para los usos cotidianos
y de relaciones sociales. La fuente,
se convirtió en centro de la vida social
de la población, al igual que ocurría con
la iglesia, el mercado o la plaza, para el
contacto entre los dos sexos, convirtiéndose
en lugar de cierta promiscuidad en
una sociedad donde la separación de géneros
y clases se inscribía en el espacio.
Las escaleras de acceso, sirvieron de útil
descansadero para facilitar la estancia y
la espera, después de aliviar el apetito
de los más desganados, o para dar libre
curso a la palabra, a través de la cual se
propagaban lazos de vecindad y de solidaridad,
conocimientos, sentimientos o
creencias que dan lugar a cotilleos, novelerías,
amoríos y tantas cosas más.
Para preservar la calidad del líquido y
evitar la contaminación, había que mantener
un orden natural de preferencia:
consumo humano y riego, cumpliendo el
agua una eminente función social para la
comunidad. Por esta razón, y a pesar de
la importancia del agua para uso humano,
a riego se destinaron los sobrantes
del abastecimiento público. Al respeto,
debieron existir unas normas para el
uso y distribución del agua de La Fuente,
como ocurría con las aguas de El Chorro,
que garantizasen el acceso, la limpieza, la
higiene y el abasto, evitando confl ictos
entre el vecindario por su disfrute, salvaguardando
incluso la moral pública ante
el espectáculo del trabajo femenino que
atraería a la soltería masculina.
Con el tiempo, fue necesario subastar
parte de las aguas para sufragar gastos
para la dotación de Escuelas de Primeras
Letras, arrendándose una noche de agua,
mediante pujas al mejor postor, como
ocurría con las de El Chorro.
Las organización que estableció el
Ayuntamiento en el uso de la Fuente,
-al menos en el siglo XIX- debió ser limitada,
a tenor de la casi inexistencia de
ordenanzas y bandos que trataban de su
regulación, a no ser por determinados
incidentes, dictándose que para el mejor
aseo, esmero, limpieza y demás acuerdos
á dcha. fuente, se dan facultades cuantas
se requieran al mismo Procurador del Común
para que bien impuesto como lo está
del abandono en que se halla dcha. Fuente,
procurase evitarlos del modo que juzgue
más oportuno castigando al que contrabiniese
a sus mandatos 32 . No obstante, en
1868 se estableció por el Ayuntamiento
el cargo de Guardián de la Alameda y
la Fuente, especie de sereno, que desde
muy temprano y hasta la llegada de
la noche, cuidaba y regulaba el acceso,
recayendo esta función en la persona de
Pedro de Santana, con asignación de 200
pesos 33 .
6
LA SECA DE LA FUENTE
A mediados del siglo XIX, la imagen
que ofrecía Telde no difería de la de siglos
anteriores. La población, de base
rural, estaba sujeta a los designios que
la naturaleza imponía, dispersa en diversos
pagos y caseríos, a excepción de los
barrios de San Juan, San Francisco y Los
Llanos, núcleos éstos rodeados por un
espacio de regadío llamado Vega Mayor
que se extendía hacia la costa, donde se
alternaban cultivos tradicionales (maíz,
cebada, millo, trigo, papas, centeno, judías,
calabazas, frutas de todas clases…)
con los orientados a la exportación, caso
de la cochinilla, en un primer momento
y después azúcar, tabaco, plátanos y tomates.
La amenaza casi constante de perder
la única fuente de agua potable con la que
contaba la población se puso de manifi es-
to en la época, no sólo por los estragos
que pudieran causar las sequías y temporales
que se sucedieron en un corto periodo
de tiempo 34 , sino por la irrupción
de la iniciativa privada en la explotación
del agua subterránea, íntimamente relacionada
con la expansión del regadío y la
demanda hídrica generada por el cultivo
de la cochinilla, consecuencia directa de
la implantación del nuevo modelo económico
basado en el puertofranquismo, impulsor
del capitalismo agrario de exportación.
Por tanto, se asistió a un cambio
en la estructura de la propiedad del agua
y su gradual privatización a raíz del proceso
desamortizador y la reforma agraria
liberal, que infl uyó en la legislación
hidráulica de la época: Ley de aguas de
3-VIII-1866 y el Decreto-ley de minas de
29-XII-1868 35 .
En este contexto, el agua de la Fuente
Pública de Telde, al igual que ocurrió
con la de El Chorro, no tardaría en verse
afectada. Entre 1847 y 1871 se constata
el interés de una parte de los propietarios
más destacados y particulares por
explotar aguas subterráneas cercanas al
manantial, lo que evidencia la gran riqueza
acuífera de la zona.
En 1847 y 1866 el Ayuntamiento de
Telde, se opuso a los trabajos de alumbramiento
solicitados por Agustín Manrique
de Lara y Castillo, quien afi rmaba
corresponderle la propiedad exclusiva de
las aguas y remanentes de la fuente del
medio, dentro de la huerta del manantial
que posee consistente en media azada de
agua perpetua... 36 .
Lo mismo sucedió en 1869 y 1871
cuando el Heredamiento de Aguas de la
Vega Mayor y la Alcaldía se resistieron a
ciertas explotaciones de aguas en el barranco
de Telde, promovidas por Rosa
Socorro Pérez y el ingeniero Juan de
León y Castillo, en el lomo de El Roque
1964. Fuente pública convertida en pilar de abasto. Fotógrafo: desconocido
y Las Tenerías, entre el Puente de Tara y
la presa de derivación de las aguas de la
citada entidad.
La Comisión designada por la Heredad,
formada por José Mª Naranjo, Agustín
Castro y José Rodríguez Bravo fundó
su negativa en el error tal vez involuntario
en que incurría la memoria presentada,
al afi rmar que el agua desde la presa de
derivación de la Heredad hacia abajo no
las utiliza dcha. Heredad ni le pertenecen,
lo que según los informantes, atentaría
contra los derechos de propiedad é intereses
que esta corporación no está en el
caso de ceder ni permitir que se vulneran
por nadie 37 . Por esta razón consideraron
que la pretendida concesión sólo podría
otorgarse guardando la distancia de cien
metros como mínimo de la acequia de la
Heredad, como exigía la Ley de Aguas
de 1866, sin perjuicio de los trabajos que
la Comunidad de Regantes quisiera ejecutar
en cualquier tiempo.
Este informe desfavorable para los

intereses de Juan de León y Castillo, le
hizo presentar su dimisión como Presidente
de la Junta Directiva de la Heredad
de Aguas, sin que por esto deje de estar
dispuesto a esa Junta de los servicios que
crea necesarios y estén en mis facultades 38 .
Esta contrariedad, no impidió que el técnico
prosiguiera con sus planes, pues en
1871 presentó en la sección de Fomento
del Gobierno de la Provincia dos solicitudes
pidiendo 11 pertenencias mineras en
el Valle de la Fuente, a partir de la boca
de la mina del Alcaravanal, así como en
los valles de Tara, Herradura y Cantera 39 .
Pretensiones que fueron correspondidas
años después al aparecer como titular de
la Mina de la Herradura:
compuesta por una galería para
captación de las aguas que principiando
en el barranco de Telde,
bajo el puente de Tara donde llaman
Tenerías, atraviesa el subsuelo
de la fi nca llamada del lomo… El
agua producto de esta explotación
se dirije por una acequia de mampostería
hasta el estanque situado
en la Placetilla… 40
Precisamente en el subsuelo de ese
lugar, junto al camino de San Antonio, el
ingeniero de montes Francisco Romero
Cerdeña, en nombre de su hermano Fernando,
proyectó en julio de 1870 una galería
que pasaría por debajo de la superfi cie
de lo arruado de la Ciudad, atravesando la
cuenca del Valle de la Fuente hasta llegar
al Barranco 41 , encontrando la protesta
de los munícipes, que en diciembre de
1869 ya habían instruido expediente de
denuncia contra unas obras que pretendía
ejecutar Rosa Socorro Pérez, viuda
del que fuera secretario municipal y de
la Heredad de la Vega Mayor, Sebastián
Millán por amenazar las aguas de la fuente
pública.
Lo cierto es que en julio de 1869, y
sobre todo a partir de los trabajos de
perforación iniciados por dicha señora
en el mes de septiembre siguiente, en
cota superior a la galería de la fuente pública,
logrando alcanzar el venero 15 días
después, el caudal de la fuente disminuyó
progresivamente hasta desaparecer por
completo durante aquel invierno. Según
testimonio del perito y maestro de obras
Francisco de La Torre Sarmiento, el 10
de diciembre de 1870, varios vecinos observaron
que repentinamente comenzó a
correr la fuente por todos sus caños a las
nueve de la mañana; siguió creciendo hasta
las doce, disminuyó después y dejó de correr
a las oraciones del mismo día, lo que según
el Ayuntamiento, se relacionaría con el
derrumbamiento de los túneles de Rosa
Socorro 42 , consumándose de esta forma
la privatización de un bien público.
Por las mismas fechas se confi rma
la necesidad de afrontar obras que am-
Acarreando agua en cacharros, camino a su casa. Fotógrafo: desconocido
pliasen el caudal de la Fuente. Y así lo
propone el Heredamiento del Valle de la
Fuente, benefi ciario de los sobrantes de
la misma, alegando la Corporación local,
la carencia de recursos para contribuir a
tal objeto ya que la Fuente daba el agua
necesaria para el abasto público, sin que
hasta la fecha haya faltado, pues más bien
hay sobrantes que provendrán los regantes
del heredamiento, según el uso establecido,
no oponiéndose por tanto a tales trabajos
con la garantía de que no se amengüe
SOLICITANTE
Agustín Manrique de
Lara y Castillo
Agustín Manrique de
Lara y Castillo
Cuadro II. Solicitudes de alumbramientos de agua (1847-1871).
FECHA
SOLICITUD
TIPO DE
OBRAS
PERTENEN-
CIAS
MINERAS
LUGAR B.O.P.C.
1847 Galería -- Valle de La Fuente --
15-VII-1866 (*) Galería -- Valle de La Fuente --
Juan León y Castillo 22-X-1869 Galería --
Juan del Castillo
Westerling (Presidente
Heredad de aguas del
Valle de La Fuente)
Francisco Romero
Cerdeña
Rosa Socorro Pérez
(viuda de Millán)
9-VI-1870 (*)
Galería
13-VII-1870 Galería --
13-X-1871
Juan León y Castillo 20-X-1871
Juan León y Castillo 23-X-1871
Galería
(aguas
subálveas)
Galería
Galería
(aguas
subálveas)
ni distraiga el caudal existente 43 .
Los peores presagios se confi rmaron
en agosto de 1871, cuando el alcalde accidental,
Felipe Naranjo, comunicó que
la Fuente Pública no daba ya agua para el
abasto del vecindario por estar muy seca;
y como el cuerpo tenía acordado que hasta
que hubiese agua para el consumo público
no tomaría determinación sobre el
particular, creía su deber participar en un
asunto de tanta entidad para el público 44 .
Abierta discusión, el Síndico del Común,
Bco. Real de
Telde (entre el
puente de Tara y
azud)
7
Nº 126
-- Valle de La Fuente --
5
4
7
Bco. Real de
Telde (La
Placetilla)
Bco. de Telde
(Lomo del Roque)
Valle de La Fuente
(Desde boca
de la mina del
Alcaravanal)
Valles de Tara,
Herradura y
Canteras
Nº 82
Nº122
Nº 125
Nº 126
Elaboración propia. Fuentes: (*) Archivo Municipal de Telde. Sesiones Plenarias y Boletín Ofi cial de la Provincia
de Canarias.

Antonio Ramos, sugirió hacer un
llamamiento a los mayores contribuyentes
para tomar la determinación
más conveniente, contestando
el Sr. Naranjo ser innecesario tal
llamamiento en razón a que el Ayuntamiento
era el representante legal
y único administrador legal de los
intereses del vecindario.
La actitud del Ayuntamiento revela,
a nuestro juicio, cierta pasividad
y falta de previsión en velar por
un bien común tan necesario, quizás
derivado de su propia incapacidad,
o de los intereses de muchos
de sus miembros con estrechos
lazos socio-económicos que participaban
del negocio del agua, como
se puso de manifi esto en el control
de las aguas de El Chorro por aquellos
años. En este sentido el Síndico
del Común en sesión extraordinaria
celebrada el 25 de septiembre
de 1871, critica el modo en que se
había llevado el asunto:
El que suscribe faltaría á sus deberes
como Síndico(…), no hiciera
presente el triste caso que en
el día afecta á todos los vecinos
con la pérdida total del agua de la
fuente, precioso y único manantial
con que los habitantes de este
barrio y el de los Llanos, se surtían
para los usos de la vida.¿Cómo el
actual municipio ha de mirar con
indiferencia un asunto de tanta
importancia y tristes consecuencias?
(…)Según las apariencias
parece que en esta cuestión hay
una mano oculta que trata de
desvirtuar este derecho tan perfectamente
que el pueblo tiene á
que su municipio cuide de proporcionarle
una de las cosas más necesarias
para la vida del hombre y
que son aguas sanas y potables45 .
Y proponía como medida, examinar
minuciosamente la conducción, por si
alguna obstrucción impidiese el normal
curso del agua, y afrontar las obras necesarias.
La respuesta de una parte de los concejales,
entre ellos Felipe Naranjo, Antonio
Romero Ortega y José Joaquín Gutiérrez
fue contundente, afi rmando que:
la propiedad que ostenta el Ayuntamiento
sobre la expresada
Fuente, no es tan absoluta que le
dé derecho á hacer por sí y ante
si trabajos que propone el señor
Síndico, en virtud de que aquella
propiedad está reducida únicamente
á la cantidad de agua
necesaria para el abasto público.
(…) y que la moción que ahora
hace el señor Síndico debió tener
8
Aguador acarreando agua.
Fotógrafo: desconocido
lugar cuando se empezó a notar
la merma de las aguas y no haber
esperado á hacerla cuando la
Fuente se ha secado totalmente;
porque las exploraciones que hoy
pretende se hagan (…), no tuvieron
efecto por culpa del mismo
Ayuntamiento que consideró no
deber contribuir á unos trabajos
que solamente redundaban en
benefi cio de los regantes, prefi -
riendo llegara el caso de que la
propia Fuente se secara completamente
desde el día 31 de agosto
último46 .
La situación para el vecindario no
pudo ser peor, al verse privado de un recurso
básico y de calidad, lo que podía
ser causa de un confl icto público, si con
las avenidas del barranco se enturbiaba el
agua de las acequias de El Chorro, única
alternativa al abastecimiento, o si éstas
venían sucias y reducidas en los meses
estivales.
LA DEFENSA JURÍDICA Y LA PÉR-
DIDA DE UN BIEN PÚBLICO
Consumado el hecho, la actividad del
Ayuntamiento se orientó a la defensa
jurídica de sus intereses, al igual que hicieron
los partícipes de la Heredad del
Valle de La Fuente, quienes interpusieron
interdicto contra Rosa Socorro Pérez
por la merma del agua pública. Para
ello contrataron los servicios de Manuel
Alonso Martínez, abogado en Madrid, y
del jurista Antonio López Botas, que lo
era también de la Heredad de la Vega
Mayor, alegando éste que para
remediar el inmenso mal de perder
las abundantes, puras y saludables
aguas de la fuente, convienen
que los medios que se empleen al
efecto, sean los más acertados y de
éxito más seguro, ya sease extrajudiciales
o extraofi ciales y amistosos,
bien contencioso-administrativos o
judiciales, pues quizá haya que llegar
desgraciadamente á este último
extremo por el estado que ya tiene
el negocio 47 . Al efecto, estimó conveniente
formar expediente con
inclusión de memoria y plano de
todos los antecedentes de la Fuente,
participando en este menester
el maestro de obras Francisco de
la Torre Sarmiento y algunos vecinos
ancianos y de honradez que hubiesen
visto practicar las obras antiguas
de las mismas obras, así como
el nombramiento de una comisión
mixta entre Ayuntamiento y Heredad
del Valle de La Fuente.
A partir de ese momento se
produce una batalla legal entre el Consistorio
y la denunciada, cuya cronología
exponemos de forma resumida, y que se
prolongó hasta 1879.
En julio de 1872, el Ayuntamiento
presentó escrito de denuncia, dirigido al
subgobernador, solicitando la paralización
de las obras, el reconocimiento de
las mismas por peritos nombrados por las
partes y la restitución con indemnización
de todos los daños y perjuicios causados
durante el tiempo que las aguas estuvieron
cortadas y distraídas. La petición del
Consistorio teldense incluía represar las
aguas de la denunciada en la boca de la
galería de desahogo, para ver si las aguas
volvían a tomar su antiguo curso y brotaban
de nuevo en la fuente del abasto
público.
El Subgobernador de Gran Canaria,
en providencia de 21 de septiembre de
1872 resuelve no ser competente en la
cuestión, argumentando no haber presentado
el Ayuntamiento oposición en
tiempo debido y lo que se cuestionaba
por el Ayuntamiento era la propiedad de
un derecho adquirido con anterioridad á la
publicación de la Ley de Aguas, y en este
estado la Administración no podía entender
en la reclamación de la Municipalidad
por ser relativa al dominio de aguas, cuestión
reservada a los Tribunales de justicia 48 .
La reacción del Ayuntamiento fue la interposición
de un recurso de alzada que
fructifi có en la Orden de 11 de octubre
de 1873 dictada por el Gobierno de la
República, previo dictamen de la Junta
Superior facultativa y comisión del Consejo
de Estado, dando vía libre a las pretensiones
de la Corporación local.
Este triunfo momentáneo para la

municipalidad fue ratifi cado en sucesivas
resoluciones administrativas, impugnaciones,
sentencias judiciales y reales órdenes,
ante las que se interpusieron los
correspondientes recursos. Ocurrió así
en 1874, cuando se desestimó por el Tribunal
Supremo la demanda contenciosoadministrativa
interpuesta a nombre de
Rosa Socorro; en 19 de julio de 1875,
cuando se dictó Real Orden del Consejo
de Estado a favor de los intereses municipales;
o la R. O. de 30 de junio de 1876,
que mandó destruir y cerrar las obras
practicadas por la denunciada, no restableciéndose
el curso del agua desde el 14
de agosto de 1876, fecha en que se llevó
a cabo dicho cerramiento, a excepción
de los días 4 y 21 de diciembre de ese
año, en que discurrió el agua por dos de
los seis caños, siendo la causa el temporal
de lluvias que produjo grandes aluviones,
dejando de correr defi nitivamente el 7
de abril de 187749 .
La situación empezó a cambiar a partir
de la Real Orden de 12 de enero de
1877, que declaró la vía contencioso-administrativa,
solicitada una vez más por
Pedro Pablo Ayuso, representante legal
de Rosa Socorro. Éste amplió la demanda,
solicitando que se declarase fi nalizada
la cuestión en el orden gubernativo, considerando
en consecuencia que lo que
se trataba de dirimir entraba dentro del
dominio de las aguas privadas. Es precisamente
en el cambio de consideración jurídica
de la titularidad del agua (de pública
a privada), donde reside el eje central
de la cuestión y por el que se pretende la
prescripción de todas las actuaciones.
El informe realizado a instancias del
Ministerio de Fomento por el Ingeniero
de Minas del Distrito, José Margarit y
Coll, el 20 de agosto de 1878, fue clave
para el fallo defi nitivo, del que extractamos
las siguientes apreciaciones:
1º. “La situación topográfi ca de
la galería de las aguas de Rosa
Socorro es distinta de la Fuente
Pública.
2º. Que la capa de terreno en
que se han efectuado las obras
de explotación es distinta e inferior,
estratigráfi camente considerada,
a aquella en que surgía el
manantial de la fuente pública de
Telde, hallándose en éste último
punto 6 metros por lo menos más
baja que el nivel de los chorros de
dicha fuente; deduciéndose que
las labores efectuadas por Doña
Rosa Socorro en su propiedad no
han producido ni podrían producir
el agotamiento de la fuente pública,
habiendo dos años que la galería
de las aguas de Doña Rosa
se hallaba tapiada, continuando
seca la fuente50 .
1945. Fuente Pública de Telde. Acuarela de José Arencibia Gil
En consecuencia, la Sala de lo Contencioso
Administrativo del Consejo de
Estado, en Real Decreto de 23 de septiembre
de 1879, resolvió:
dejar sin efecto la Real orden impugnada
de 30 de junio de 1876;
en declarar que a Doña Rosa Socorro
Pérez de Millán asiste el
derecho a utilizar las aguas por
ella descubierta en la fi nca de
su propiedad (…) y en condenar
al Ayuntamiento de la ciudad de
este nombre a respetar el uso de
ese mismo derecho, y a reponer a
sus expensas las obras de la interesada
51 .
Años más tarde los herederos de
Rosa Socorro Pérez aparecen asociados
con Juan de León y Castillo explotando
las aguas objeto de la discordia.
CONCLUSIÓN
Hasta la segunda mitad del siglo XIX,
la importancia que tuvo el sistema hidráulico
de La Fuente Pública de Telde
es notoria en el abastecimiento de agua
al núcleo poblacional, aunque éste se
caracterizase por su limitación, pues las
soluciones técnicas aplicadas estaban
relacionadas con el nivel de recursos
naturales, la situación geográfi ca, que
determinaba la captación, el transporte
y distribución del agua o el estado de la
hacienda municipal.
Nos encontramos pues, ante una sociedad
agraria, que manifi esta caracteres
propios del Antiguo Régimen, en el uso y
prácticas asociadas al agua, pero que asiste
a las transformaciones que se operan
en el plano económico, como es el fenómeno
de la privatización del subsuelo
hídrico, mediante las licencias otorgadas
a particulares para abrir minas y galerías,
afectando de lleno a las corrientes de
aguas subterráneas que alimentaba a La
Fuente Pública. Este factor vino a demos-
trar una vez más como el bien particular
prevaleció sobre el bien público.
Pero, hace ya mucho que la Fuente
Pública de Telde dejó de cumplir su misión
utilitaria, desapareciendo no sólo su
razón de ser: el agua, sino toda una serie
de manifestaciones sociales, económicas,
culturales e incluso religiosas asociadas al
preciado recurso. Hoy, los restos que se
conservan de esta infraestructura hidráulica,
difícilmente muestran la verdadera
dimensión que logró alcanzar. Su memoria
es efímera. Las transformaciones y el
abandono sufrido a lo largo del tiempo
muestran un muro mutilado, su estructura
soterrada, los caños y el pilón desaparecido…,
su pasado diluido en nuestro
presente como testimonio mudo, inútil,
sin función ni forma aparente.
Rescatar del olvido este símbolo de
la sociabilidad colectiva debe ser nuestro
compromiso, saldando una deuda
histórica con uno de los elementos más
valorados por nuestros antepasados, al
resolver una necesidad vital y fundamento
de su propia existencia. Su integración
en el presente debe contar con especialistas
en distintas áreas del conocimiento
que devuelvan, en la medida de lo posible
el esplendor de antaño, en el marco
de un proyecto social de recrear lugar,
acometiendo actuaciones en materia de
conservación y sensibilización del Patrimonio,
en el contexto de un plan mucho
más amplio de uso y gestión del Conjunto
Histórico-Artístico de los barrios de
San Juan y San Francisco de la ciudad de
Telde.
Es preciso poseer no sólo lo que los hombres
han pensado y sentido, lo que sus
manos han manejado, lo que su fuerza ha
ejecutado, lo que sus ojos han contemplado
todos los días de su vida.
John Ruskin, 1849
9

BIBLIOGRAFÍA
DÉNIZ GREK, Domingo: Resumen
histórico descriptivo de las Islas
Canarias, (ms.), 1857.
DOMÍNGUEZ MÚJICA, Josefi na,
MORENO MEDINA, Claudio
J. y GINÉS DE LA NUEZ,
Carmen: Agricultura y paisaje
en Canarias. La perspectiva de
Francisco María de León y Falcón.
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Gran Canaria, 2005.
MACÍAS HERNÁNDEZ, Antonio
M.: “De jardín de las Hespérides
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Tenerife, 1986.
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Canarias. Establecimiento Tipográfi
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1865.
RAMÍREZ MUÑOZ, Manuel: “El cabildo
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aguas del “Chorro” de Telde”,
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Telde, núm.13, (2002), pp. 28-
36.
SANTANA RAMÍREZ, Juan Ismael:
“La distribución tradicional del
agua en la Ciudad de Telde:
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urbano”, en Guía Histórico-
Cultural de Telde, núm. 15,
(2004), pp. 23-39.
SANTANA RAMÍREZ, Juan Ismael:
“La Fuente de Telde: recuperación
de un patrimonio hidráulico”,
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de Etnografía Canaria, núm. 22,
II Época, (2006), pp. 90-96.
SUÁREZ MORENO, Francisco: “Las
minas de agua en Canarias”,
en PALERM VIQUEIRA, Jacinta
(Ed.): Antología sobre pequeño
riego. Sistemas de riego
no convencionales. Colegio de
Postgraduados, México, 2002,
vol. III, pp. 291-323.
10
NOTAS
1 «Debe haber una fuente que siempre tenga agua, bien
nazca dentro de la villa, bien se introduzca desde fuera».
Citado por FERNÁNDEZ, M. C.: Villas romanas en
España. Madrid, 1982.
2 El presente trabajo forma parte de otro más amplio e inédito,
que con el título: La Fuente de San Francisco, fue
presentado al Ayuntamiento de Telde en septiembre
de 2004, como propuesta de restauración de la Fuente
Pública. El mismo ha sido incluido en el expediente
administrativo núm. 1864/04, aprobado en Comisión
de Defensa del Patrimonio Histórico de Telde el 21
de abril de 2006.
3 Se entiende como tal al modo de captación del agua, elementos
de regulación, distribución y almacenamiento
incluidos a lo largo de su extensión. La confi guración
de un sistema hidráulico dependerá del tipo de recurso
hídrico del que se parte y la técnica adoptada para
su explotación. Véase CRESSIER, Patrice: “Hidráulica
rural tradicional de origen medieval en Andalucía y
Marruecos. Elementos de análisis práctico”, en GON-
ZÁLEZ ALCANTUD, José A. y MALPICA CUELLO,
Antonio (Coords.): El agua. Mitos, ritos y realidades.
Coloquio Internacional. Granada, 23-26 de noviembre
de 1992. Diputación Provincial de Granada, Antropos,
Barcelona, 1995, pp. 255-286.
4 LÁZARO DAMAS, Soledad: Las fuentes de Jaén. Ayuntamiento
de Jaén, Jaén, 1987.
5 Volumen de agua procedente de la precipitación, escorrentía
o recarga artifi cial, que en un determinado
tiempo atraviesa la superfi cie del terreno y ocupa total
o parcialmente los poros el suelo o de las formaciones
geológicas subyacentes.
6 CABRERA SANTANA, María del Carmen: Caracterización
y funcionamiento hidrogeológico del acuífero costero
de Telde (Gran Canaria). Tesis doctoral. 1995.
7 VERNEAU, René: Cinco años de estancia en las Islas Canarias,
Ediciones J.A.D.L., La Orotava, 1987.
8 GONZÁLEZ PADRÓN, Antonio Mª: “Telle la fructuosa:
sus fuentes y manantiales”, en Guía Histórico-Cultural
de Telde, núm. 9, (1997), p. 51-56.
9 MARTÍNEZ DE ESCOBAR, Bartolomé: “Aguas marchanas”,
en Telde, Colegio Labor, núm. 4, marzo-abril
(1956), p. 2.
10 «Poder de Jácome de Sopranys a Juan Ortiz para entrar
en la tenencia y posesión de un ingenio y suertes
de tierras de regadío puestas de cañas», 16 de enero
de 1500. Citado por MORALES PADRÓN, Francisco:
“Canarias en el Archivo de Protocolos de Sevilla”, en
Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 7 (1961), pp. 239-
338. Sign. Archivística: Francisco de segura. Ofi cio IV.
Tomo 1º (fol. 304v).
11 «En Telde están, principalmente, la fuente de los Chorros,
que nace dentro del lugar, y recogida en un arca,
se derrama por seis caños; la del Molinillo, no menos
caudalosa; la de Tenteniguada, etc.» Citado por VIERA
Y CLAVIJO, José: Diccionario de Historia Natural de las
Islas Canarias. Mancomunidad de Cabildos, Las Palmas
de Gran Canaria,(1779, 1982), p. 179.
12 ARIAS MARÍN DE CUBAS, Tomás: Historia de las Siete
Islas de Canaria. Real Sociedad Económica de Amigos
del País de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria,
(1687,1986), p. 264.
13 TORRIANI, Leonardo: Descripción e historia del reino
de las Islas Canarias antes Afortunadas, con el parecer de
sus fortifi caciones, (Traducción del Italiano, con Introducción
y Notas por Alejandro Cioranescu). Cabildo
de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, (1592, 1999),
pp. 219-224.
14 CASTILLO, Pedro Agustín, del: Descripción histórica y
geográfi ca de las islas de Canaria, Las Palmas de Gran
Canaria, (1773, 2001), pp. 203-204.
15 ARCHIVO DE LA COMUNIDAD DE REGANTES DE
LA VEGA MAYOR DE TELDE (A.C.R.V.M.T.): Aguas
de El Chorro, Solicitud de José Navarro y Campos para
que se le devuelva la dula de aguas de El Chorro, 1 de
septiembre de 1841. 1 fol. r/v.
16 En materia hidráulica esta galería de captación no responde
por su tipología a una estructura llamada genéricamente
en Canarias como “mina” o “minado”.
Para el caso que nos ocupa nos referimos a una galería
convencional excavada en la toba volcánica, aunque
empleemos el término “mina” por ser el que aparece
de continuo en las noticias documentales.
17 HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro: Telde, (sus valores
arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos). M. I.
Ayuntamiento de Telde, Telde, Ed. crítica, 2002, p.
264.
18 También llamada Madre de los Ríos, Tomadero de agua o
Azud. Es un dique de obra de unos tres metros de altura
aproximadamente que secciona transversalmente
el cauce para retener y desviar las aguas hacia un canal
o acequia que daba salida al agua acumulada.
19 ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PAL-
MAS (en adelante A.H.P.L.P.) Fondo Juan León y Castillo.
Expte. 13/16. Proyecto de abastecimiento de aguas
de Las Palmas. Telde, 10 de septiembre de 1909.
20 «con la suerte que dicen de La Palma que es de Cristóbal
García de Moguer, con el albercón de los herederos de
la Fuente y por delante con la calle Real». A.H.P.L.P.
Protocolos Notariales, PN. 739. Citado por PÉREZ
AGUADO, Luis: La caña de azúcar en el desarrollo de
la ciudad de Telde (siglo XVI). Comisión de Cultura del
M.I. Ayuntamiento de Telde, Telde, 1982, p. 13.
21 ARCHIVO MUNICIPAL DE TELDE (en adelante A. M.
T.): Acta de Sesión Plenaria 20-VII-1863, fol. 11r.
22 HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro: Telde, … op. cit., p.
264
23 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 20-XII-1835, fol.
2r/v.
24 OJEDA RODRÍGUEZ, Carmelo J. y GONZÁLEZ PA-
DRÓN, Antonio Mª: “Las plazas históricas de la Ciudad
de Telde”, en F. Morales Padrón coord., VI Coloquio
de Historia Canario-Americana (1984), t. II, Las
Palmas de Gran Canaria, pp. 485-501.
25 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 10-XI-1865, fol. 16v.
26 A. M. T.: Obras y Urbanismo, Expediente para el remate
del salto de agua del jardín de La Fuente, 1869, 2 folios
sueltos.
27 OLIVE, Pedro de: Diccionario Estadístico-Administrativo
de las Islas Canarias. Establecimiento Tipográfi co Jaime
Repús, Barcelona, 1865, p. 1117. Para el consumo
humano se estima que el agua debe ser clara, fresca,
inodora e incolora, tener sabor agradable y estar bien
aireada. Su temperatura debe oscilar entre 6 y 12º C.
28 CHIL NARANJO, Gregorio: “Estudios climatológicos
de la isla de Gran Canaria”, en Gregorio Chil y Naranjo:
Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,
Las Palmas de Gran Canaria, (1901, 2004), pp.
276-277.
29 Ibídem, p. 277.
30 Ibídem, p. 277-278.
31 HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro: El Santo Cristo del Altar
Mayor de la Parroquia de San Juan Bautista de Telde.
Imprenta Telde, 1955, p. 33.
32 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 20-XII-1835, fol.
2r/v.
33 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 18-X-1868, fol. 10r.
34 La proliferación de epidemias, plagas, sequías y temporales
es una constante en el siglo XIX en la comarca
de Telde. A las calamidades de la primera mitad de
siglo (hambre canina, cólera morbo) se le añadieron
los fuertes vientos de 1864, la dura sequía de 1867,
que motivó la celebración de rogativas o los registros
de fuertes temporales acaecidos en los años 1868-
1869, 1876 y 1879. La infl uencia de estos factores climatológicos
se tradujeron en miserias, crisis agrarias,
descenso de efectivos poblacionales, y creciente emigración
a América.
35 MACÍAS HERNÁNDEZ, Antonio y OJEDA CABRERA,
María P.: “Acerca de la revolución burguesa y su reforma
agraria. La desamortización del agua”, en Anuario
de Estudios Atlánticos, nº 35, Las Palmas-Madrid, 1989,
pp. 217-263.
36 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 15-VII-1866, fol.11r.
37 A.C.R.V.M.T.: Expedientes de oposición a obras hidráulicas.
Mina de las Tenerías. Informe de la comisión
designada sobre las aguas de explotación de aguas solicitada
por Juan de León y Castillo. Telde, 23 de septiembre
de 1869, fol. 1v.
38 Ibídem, …, Comunicación de Juan de León y Castillo a la
Heredad de Aguas de la Vega Mayor de Telde. Telde, 3
de agosto de 1869.
39 BOPC, núm. 125, de 20 de octubre de 1871 y núm.
126, de 23 de octubre de 1871.
40 A. C. R. V. M. T.: Escrituras de propiedad. Copia mecanografi
ada de escritura de propiedad de la Mina de
La Herradura, 1950.
41 BOPC, núm. 82, de 13 de julio de 1870.
42 GACETA DE MADRID, núm. 309, de 5 de noviembre
de 1879, p. 367.
43 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 28-IV-1870, fol.
14r/v.
44 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 17-VIII-1871, fol.
47v.
45 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 25-IX-1871, fol.
53r-v.
46 Ibídem, fol. 55r-v.
47 A. M. T.: Acta de Sesión Plenaria 26-VIII-1871, fol.
48r.
48 GACETA DE MADRID, op cit., p. 367.
49 Ibídem, p. 368.
50 Ibídem, p. 368.
51 Ibídem, p. 369.