SENTENCIA NUMERO - LAVOZ.com.ar - La Voz del Interior

se cuidara de lo que iba a decir” de González. Destacó ante otra pregunta que esa
noche González tenía puesto un buzo con capucha, y la tenía colocada tapándole le
cabeza, era costumbre de él tenerla puesta. Sabe que González, al igual que muchos
chicos del barrio, fumaba “porros”, pero esa noche lo notó bien, no estaba fumado.
Afirmó al interrogatorio que ni González ni él tenían nada en las manos en ese
momento. Que si bien hay un foco de luz en la esquina, no se veía mucho en el
lugar donde estaba la “chata”.- También declaró la vecina del frente del domicilio
de Escovedo, Analía Andrea Maravankin, quien refirió que vivía allí desde hacía
quince años junto con su familia y que al acusado sólo lo conocía de vista, ya que el
mismo no hacía mucho que había venido al barrio con su familia. Manifestó que
recuerda que era un sábado de madrugada, como alrededor de la una, mientras se
encontraba en el comedor de su casa, junto a su madre y dos vecinas, María
Lalomia y Gladys Brondo, jugando a las cartas, sintió el sonido de una alarma, por
lo que se asomó por la ventana, observando que del interior de la camioneta de su
vecino, que estaba estacionada frente a la casa del mismo, Tronge 1027, con la
trompa hacia Avda. Colón, se bajaba, por la puerta del conductor, un sujeto joven de
unos dieciséis años, el que vestía buzo o campera oscura, con raya roja, y sale
corriendo por calle Pedro Arata hacia el lado del Cementerio San Jerónimo. Que
ella le gritó “te vi, te vi” y enseguida vio que salía de su casa su vecino, abrió el
capot de la camioneta, desactivó la alarma, observando que tenía un arma en la
mano, de caño largo. Se subió al automotor y salió por Pedro Arata. Regresó a los
cinco minutos y al bajar de la camioneta, vio que ella estaba en la ventana, por lo
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