fifebrero 2012 - Suore Domenicane di Santa Caterina da Siena

Namugongo: 25 de febrero de 2012
UGANDA
Son las 16.30 hs. y la fiesta de la primera profesión de Hna. Caroline Nansubuga está terminando: los
invitados de a poco van dejando la casa, mientras que las hermanas de las dos comunidades con
aspirantes y novicias, van ordenando el ambiente. Todavía la música en el jardín alegra a los últimos
que quedaron. Deseo compartir algunos pensamientos “en caliente” para el F.I. que esta por ser
impreso. He vivido por primera vez una celebración de profesión Religiosa en Africa y ha sido una
experiencia muy bella. La celebración, precedida por P. Martín o.p., que vino de Kenya, y
concelebrada por varios sacerdotes locales, ha tenido lugar en el atrio frente a la capilla con todos los
participantes ordenados en el amplio jardín. Los cantos guiados por el coro de la parroquia de origen
de Hna. Caroline han sido en su mayoría en lengua local, algunos en ingles y también un “Agnus Dei”
en perfecto latín. Se sentía el gozo de todo un pueblo que se unía al ofrecimiento de si mismo a Dios
que se hacía uno de ellos, pero en particular ha impactado el gozo con el cual su padre (y seguramente
también su madre del Cielo) ha dado su testimonio de confiarla a Dios a través de nuestra Familia
religiosa. La presencia de muchas hermanas, representantes de otras Congregaciones religiosas, me ha
evidenciado la imagen de la comunión eclesial. Pero el pensamiento frecuente ha sido el de la
coincidencia que la fecha hacía resaltar, y que nuestras hermanas en la celebración han subrayado
muchas veces: 18 años hace que Hna. M. Monica Lojarte, argentina, fue asesinada aquí en Uganda
donde había venido como misionera de su tierra. Hoy, en Argentina, como Caroline en Uganda, otra
joven, Lucrecia, pronuncia sus Votos como familia de Madre Gerine. Para nuestra Familia religiosa
esta coincidencia puede ser leída como un signo de la bondad y de la Providencia de Dios, que ha
tomado una flor para el Cielo, pero no ha dejado vacía la tierra de su amor. El Misterio pascual vivido
por Cristo, se renueva en cada cristiano, pero también en una Familia religiosa: la muerte no es jamás
fin a si misma, sino que es para la resurrección y la vida. Demos gracias a Dios que conduce nuestra
vida a un fin de bien, también cuando se presenta un dolor.
Hna.. M. Carla Bertaina
Durante una reunión de formación permanente, al inicio de este nuevo año, tuve el gozo de encontrar
muchas hermanas de la Congregación de las Dominicas de la Beata Imelda. Una de ellas, Hna.
Rosario ha vivido muchos años en la comunidad de Venezia, no muy lejos de nuestras hermanas en la
Calle Valmarana.
Apenas se dio cuenta de que yo pertenezco a la Congregación de les Hermanas enfermeras, de sus
ojos y todavía más de sus palabras se desprendió un río incontenible de gratitud que se traduce en
relatos de vida, para mi muy valiosos porque no los conocía.
Entre las muchas expresiones usadas por la hermana imeldina comparto una: “Las hermanas de Santa
Catalina son para nosotras un gran ejemplo de donación y de generosidad. Todo lo que tienen lo
comparten, todo lo que pueden lo hacen siempre con gozo, sin agitaciones y cuando se presenta a ellas
una necesidad están siempre dispuestas para ir al encuentro”.
Y me contó un hecho que todavía la conmueve.
En la escuela administrada por ellas había llegado el tiempo de pagar los sueldos a los docentes por
aso la hermana encargada, se apresuró a retirar del banco lo necesario para cumplir con su deber y
preparar los sobres para el día siguiente. (en aquellos años se usaba hacer así).
Desgraciadamente, alguien encontró el momento propicio para hacer un bello botín y el dinero
desapareció totalmente.
El desconsuelo de las hermanas imeldinas fue verdaderamente grande, pero más grande todavía fue el
gozo de experimentar el amor fraterno de las hermanas enfermeras como una caricia de la
Providencia.
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