fifebrero 2012 - Suore Domenicane di Santa Caterina da Siena

La mañana siguiente el pícaro se presentó a su puerta, Madre Domenica Chiló, que estaba visitando
nuestra comunidad, llevando un sobre que contenía un millón de liras y un bello ramo de flores.
Aquel gesto de fraternidad concreta es todavía hoy una perla impregnada de vida que hace brillar de
quien lo cuenta y de quien lo escucha.
Gracias hermanas, gracias Madre Domenica.
Hna. M. Viviana Ballarin o.p.
La Cruz de la GMG en la cárcel de Civitavecchia
La cárcel es el lugar extraordinario para conocer al hombre, en
su misterio de bien y de mal. Es un ambiente que no ofrece
grandes resultados pero que llena de sentido el servicio y el
ministerio de quien lo realiza. Y esto lo hemos verificado
todavía una vez más hoy, en la penitenciaría de Civitavecchia,
donde ha entrado por primera vez la Cruz de la Gmg. Accompañada
por el obispo, mons. Luigi Marrucci, por el capellán de
Rebibbia, padre Roberto Fornara y por los jóvenes del Centro San Lorenzo, el símbolo por excelencia
de la Jornada Mundial de la Juventud ha pasado los imponentes muros del Instituto de penal de la
ciudad de la provincia de Roma y ha sido acogido y llevada sobre los hombros, durante la celebración
del Vía Crucis, por los huéspedes. Un evento que ha anticipado la visita pastoral del Santo Padre a la
Casa “Nuevo Complejo de Rebibbia” el 18 de diciembre de 2011.
E aquí la entrevista realizada por el P. Roberto Fornara.
D. – ¿Qué significado tiene este evento, es decir la cruz de la Gmg entre los detenidos?
R. – Este es un evento preciosísimo. Por el momento es un momento de reflexión en una vida frenética aún
si se está en la cárcel: esto es un don, un don precioso. Un momento de reflexión de toda nuestra realidad:
para nosotros, para los trabajadores, para los detenidos es un momento de encuentro de fe.
D. – ¿Como se puede anunciar a Cristo en un contexto en el que la libertad humana, material y a veces
psicológica, disminuye?
R. – La primer condición creo que es propiamente la de anunciar la libertad que viene de Cristo, es decir la
libertad que viene de un corazón capaz de amar, que descubre que es amado personalmente, con las
palabras de San Pablo “Cristo me ha amado y se ha entregado por mi”. No hay libertad si no hay libertad
que parte de la persona; no hay libertad si no en la experiencia concreta de sentirse amados, de saberse
amados así como somos. Si cada persona descubre en Cristo el amor demasiado grande del Padre – para
usar todavía una expresión de San Pablo en la Carta a los Efesios – descubre también nacer de si aquella
libertad de perdonar, la libertad de donarse, la libertad de servir, de elegir el último lugar… la libertad, en
fondo, de amar a su vez y de ser instrumento de misericordia. Y esta libertad que se extiende como la
mancha de aceite y que construye espacios, segmentos de libertad, donde esta libertad en cambio está
limitada.
D. – Entre sus tareas – la de capellán – ¿está aquella de romper el aislamiento con el mundo externo para
mostrar una ventana abierta, una esperanza para recomenzar. Como salir con los limitados medios a
disposición?
R. – No oculto que es una fatiga la de recomenzar de nuevo cada día. Retomar cada día de cada historia
personal, retomar de cada posibilidad concreta… gracias a Dios se está dando una buena colaboración con
los sacerdotes, las religiosas, y los voluntarios, el diácono permanente, con la estructura direccional de la
cárcel. Solamente cuando está esta relación también con los educadores, con los voluntarios, sobretodo
con la dirección, es posible interesarse no con iniciativas concretas, sino a iniciativas particulares, pero a la
persona en cuanto tal. Después, retoma siempre de la persona en su realidad concreta, es decir partiendo
de sus exigencias, de aquel problema concreto, de aquella posibilidad que se abre … Recientemente, hemos
logrado hacer una peregrinación, por ejemplo, sobre los lugares paulinos: una jornada, para aquellos que
gozar del permiso de salir. Y ha sido una experiencia extraordinaria de conforto humano, de fraternidad
entre los mismos detenidos, que no se encuentra a veces en muchas comunidades eclesiales, en tantas
comunidades parroquiales o en tantas familias que se dicen cristianas. Retomar de esta realidad concreta,
de esta pequeña oportunidad pienso que es el desafío de cada día.
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