MUJERES MINERAS DE REMEDIOS Y SEGOVIA. Estudio de Caso

En el casco urbano del municipio, la mayoría de la mujeres se dedican al
chatarreo, dada la cercanía de las minas a la zona urbana. En el caso de las
mujeres habitantes del corregimiento de La Cruzada, éstas se dedican en
mayor porcentaje al barequeo, teniendo en cuenta la riqueza de fuentes
hídricas como la quebrada Tres y Media y el río Pocuné, cercanas al centro
poblado. No obstante, La Cruzada también cuenta con algunas minas de veta y
su cercanía al municipio de Segovia especialmente a los sectores de Manzanillo
y La Salada, tradicionalmente explotados, hacen que muchas mujeres se
trasladen a estos lugares en busca del sustento para sus familias.
La realización de recolección, análisis y escogencia de los residuos de mina,
oficio conocido en el medio como chatarreo, es una actividad que demanda
conocimiento, cuidado y dedicación, sobre todo si quiere sacarse buen
provecho de estos residuos. Sin embargo, este conocimiento es adquirido de
manera empírica y se adquiere relativamente fácil y rápido pues es cuestión de
práctica.
El chatarreo al igual que la minería, es una actividad fluctuante y depende
exclusivamente de la producción de mineral, en épocas de abundancia, es
posible contar con buen material para la escogencia y molida; y es
precisamente en estos momentos, donde el número de personas dedicadas a
ello se multiplica; por esto no puede afirmarse que el chatarreo sea un oficio
permanente. Su carácter de informalidad se hace más notorio en los
momentos de apogeo y descenso.
En términos generales, puede observarse que las mujeres que se dedican a
estas actividades derivadas de la minería poseen niveles educativos muy
bajos, e incluso se presentan significativos índices de analfabetismo, cabe
anotar que para la realización de esta actividad no es preponderante la
escolaridad, toda vez que es una actividad de carácter físico y material que no
necesita de un trabajo intelectual específico, sin embargo, es preocupante que
muchas de estas mujeres no consideren necesaria la formación escolar básica,
pues afirman que “para ser chatarrera o barequera no se necesita leer ni
escribir”.
Además del bajo nivel escolar preponderante en las mujeres chatarreras y
barequeras, es evidente también que la mayoría de éstas viven en núcleos
familiares extensos y numerosos, en los que se conjugan varias generaciones y
ramas familiares como por ejemplo: abuelos, padres, hijos, nietos o hermanos,
tíos, sobrinos, primos, sólo para citar algunos.
En promedio, las mujeres chatarreras y barequeras viven con 5 a 7 personas,
y en ocasiones, con esta actividad deben velar por el sustento de todas ellas.
Si bien la mayoría de las encuestadas afirmó tener vivienda, éstas no cumplen
con los requisitos mínimos de calidad, no sólo en los materiales de
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