12.05.2013 Views

la rabia y el orgullo - Rafael Revilla

la rabia y el orgullo - Rafael Revilla

la rabia y el orgullo - Rafael Revilla

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

D'Azeglio, quién era Cavour, quién era Victor Emmanu<strong>el</strong> II, te miran con <strong>la</strong><br />

pupi<strong>la</strong> cerrada y <strong>la</strong> lengua floja. No saben nada. Como máximo, estos pequeños<br />

idiotas sólo saben recitar los nombres de los aspirantes a terroristas en tiempos<br />

de paz y de democracia, ondear <strong>la</strong>s banderas negras y esconder <strong>el</strong> rostro detrás<br />

de pasamontañas. Ineptos.<br />

Y tampoco me gusta <strong>la</strong> Italia de <strong>la</strong>s chicharras que, después de leer esto, me<br />

odiarán por haber escrito <strong>la</strong> verdad. Entre un p<strong>la</strong>to de espaguetis y otro, me<br />

maldecirán, desearán que sea asesinada por uno de sus protegidos, es decir, por<br />

Osama bin Laden. No, no. Mi Italia es una Italia ideal. Es <strong>la</strong> Italia que soñaba de<br />

muchacha, cuando fui dada de alta d<strong>el</strong> Ejército Italiano-Cuerpo de Voluntarios<br />

de <strong>la</strong> Libertad, y estaba llena de ilusiones. Una Italia seria, int<strong>el</strong>igente, digna y<br />

valiente y, por lo tanto, merecedora de respeto. Y cuidado con <strong>el</strong> que me toque a<br />

esa Italia o con <strong>el</strong> que se ría o se burle de <strong>el</strong><strong>la</strong>. Cuidado con <strong>el</strong> que me <strong>la</strong> robe o<br />

con <strong>el</strong> que me <strong>la</strong> invada. Porque para mí es lo mismo que los que <strong>la</strong> invaden sean<br />

los franceses de Napoleón, los austriacos de Francisco José, los alemanes de<br />

Hitler o los comparsas de Osama bin Laden. Y me da lo mismo que, para<br />

invadir<strong>la</strong>, utilicen cañones o pateras.<br />

Te saludo afectuosamente, mi querido Ferrucio, y te advierto: no me pidas nada<br />

nunca más. Y mucho menos que participe en polémicas vanas. Lo que tenía que<br />

decir lo dije. Me lo han ordenado <strong>la</strong> <strong>rabia</strong> y <strong>el</strong> <strong>orgullo</strong>. La conciencia limpia y <strong>la</strong><br />

edad me lo han permitido. Pero ahora tengo que volver al trabajo y no quiero ser<br />

molestada. Punto y final.<br />

FIN<br />

Copyright: CORRIERE DELLA SERA<br />

Traducción de José Manu<strong>el</strong> Vidal.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!