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GRIPE - Revista-alternativa

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58+59+60+61+62+63 10226209 11:27 Página 6<br />

Palabra de hombre<br />

Ser hombre también es duro Alfonso Colodrón<br />

Terapeuta gestáltico y consultor<br />

Transpersonal<br />

tao@alfonsocolodron.net<br />

alfonso@interser.e.telefonica.net<br />

www.alfonsocolodron.net<br />

Ser hombre nos remite a la identidad de<br />

género. Más allá de las diferencias evidentes<br />

entre el cuerpo del hombre y de<br />

la mujer, las características atribuidas a la<br />

masculinidad han cambiado según las épocas<br />

históricas y los distintos contextos culturales.<br />

Lo masculino y lo femenino son<br />

construcciones sociales, es decir, subjetivas;<br />

pero al ser asumidas por<br />

grandes colectividades y perpetuarse<br />

durante siglos, llegan a considerarse<br />

e imponerse como realidades objetivas.<br />

Se convierten en norma. Quien<br />

no se adapte a ella corre el riesgo de<br />

ser marginado por a-normal.<br />

La “masculinidad” se convierte en un aprendizaje<br />

obtenido a través de un largo proceso<br />

de socialización que empieza antes del<br />

nacimiento. Y a pesar de los muchos cambios<br />

producidos en Occidente en las últimas<br />

décadas, siguen subsistiendo las bases seculares<br />

que perpetúan el patriarcado.<br />

En muchas culturas –la china o la india, por<br />

ejemplo- el deseo principal de los padres no<br />

es el de tener descendencia, sino el de tener<br />

un varón. Y aquí empieza ya una primacía<br />

del valor atribuido al hombre sobre la mujer,<br />

que impregna también otras culturas. Hoy<br />

día, en cualquier país medianamente desarrollado,<br />

las madres y los padres ya empiezan<br />

a hacer planes sobre el futuro de la hija<br />

o del hijo tres meses antes del parto, porque<br />

pueden conocer de antemano el sexo del<br />

feto. Se harán ilusiones y planes diferentes,<br />

comprarán ropa de distinto color y pensarán<br />

en nombres diferenciados.<br />

A partir del nombre y a lo largo de toda la<br />

vida continuará el proceso de construir la<br />

subjetividad masculina, reduciendo las diferencias<br />

entre hombres y aumentando las que<br />

puede tener con las mujeres. He aquí algunos<br />

puntos tradicionales y significativos de la<br />

educación “masculina”. Entre paréntesis<br />

añado algunos extractos de un testimonio<br />

que ilustra con precisión lo que sienten<br />

muchos hombres adultos cuando<br />

reflexionan sobre el duro ejercicio de<br />

“hacerse hombre”. (Jorge Enrique<br />

Guzmán, profesional colombiano, publicado<br />

como prólogo en “La identidad masculi-<br />

62 espacio HUMANO<br />

na: un mundo de inclusiones y exclusiones”,<br />

que curiosamente han escrito dos mujeres:<br />

María Cristina Palacio y Ana J. Valencia,<br />

Universidad de Caldas, Colombia, 2001).<br />

1) Ser hombre es importante, hay que cumplir<br />

una misión y ser autónomo. En la vida<br />

siempre hay objetivos externos que conseguir<br />

(en la infancia y la adolescencia era<br />

“una carrera exigente y extenuante, cuya<br />

meta parecía alejarse cada vez más”).<br />

2) Los problemas se los resuelve uno solo,<br />

incomunicado y aislado (“las exigencias<br />

eran claras: ser duro, no dudar, pero a veces<br />

no podía saber con claridad cuándo, cómo,<br />

dónde”).<br />

3) Para llegar hay que competir y, por lo<br />

tanto, callar. Decir es perder poder.<br />

(“Estaban los amigos, pero para las cosas<br />

internas y las dudas, que llegaban de noche,<br />

había que estar solo, ¡y cuánto pesaba,<br />

cuánto dolía¡).<br />

4) Se presupone ser valientes y demostrarlo<br />

en cualquier ocasión que se presente.<br />

(“Cualquier debilidad era castigada, enmudecida”).<br />

5) Los sentimientos tiernos se expresan a través<br />

de la rudeza: fuertes apretones de mano,<br />

palmadas en el hombro o en la espalda, bro-<br />

mas, etc. Se controlan las lágrimas, pues “los<br />

hombres no lloran”. (Y llegó el momento del<br />

encuentro afectivo y corporal con las mujeres…<br />

un campo en donde todo estaba por<br />

aprender, pero no se podía poner en evidencia).<br />

Su reflexión final: “Todos son momentos de<br />

ese proceso de hacerse hombre y hoy puedo<br />

estar confundido por el sin sentido del trabajo<br />

y mañana estar centrado en la pregunta<br />

de mi ser político… y pasado mañana por<br />

hacerla sentir que verdaderamente la quiero….<br />

No es fácil la tarea de ser, de hacerse<br />

hombre”).<br />

Resumiendo, aprender a ser hombre en nuestra<br />

cultura consiste en diferenciarse al máximo<br />

de las mujeres y parecerse a otros hombres.<br />

En la familia y en la enseñanza, a<br />

pesar de los meritorios esfuerzos por educar<br />

en valores de igualdad, el niño aprenderá<br />

ciertos rasgos para llegar a ser un<br />

“hombre de verdad”: Actividad frente<br />

a pasividad, fuerza/debilidad,<br />

dureza/sensibilidad, empuje/contención,<br />

arrojo/receptividad, invulnerab<br />

i l i d a d / f r a g i l i d a d ,<br />

pensamiento/sentimiento, racionalidad/emoción,<br />

castigo/recompensa,<br />

exigencia/protección, provisión/cuidado,<br />

impulso/reposo, audacia/prudencia,<br />

tarea/nutrición, ira/comprensión,<br />

exterioridad/interioridad,<br />

público/privado, ordenar/convencer,<br />

reflexión/intuición, exigir/pedir.<br />

Y curiosamente, el hombre que tanto quiere<br />

diferenciarse de la mujer y distanciarse de<br />

ella en la preadolescencia, centrará después<br />

una gran parte de su energía en la mujer:<br />

fantasear, desear, conquistar, conservar, proteger<br />

y recuperar en caso de pérdida…. ¿A<br />

quién no le suena situaciones como la que<br />

expresa la canción de Joaquín Sabina “19<br />

días y 500 noches”?: “… de pronto me vi,<br />

como un perro de nadie, ladrando a las<br />

puertas del cielo… yo quería quererla querer<br />

y ella no. Así que se fue, me dejó el corazón<br />

en los huesos y yo de rodillas. Y regresé a la<br />

maldición del cajón sin su ropa, a la perdición<br />

de los bares de copas… [y] tardé en<br />

aprender a olvidarla diecinueve días y qui-

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